Continuamos estudiando hoy el capítulo 13 de los Hechos de los
Apóstoles. Y en nuestro programa anterior dejamos a Bernabé, a Saulo y a Juan Marcos en la isla de Chipre, concretamente en Salamina, donde anunciaban la Palabra de Dios en las Sinagogas de los judíos. Y notamos que desde el principio, Pablo adoptó un método que siguió durante todo su ministerio. Siempre entraba primero a predicar el Evangelio en las sinagogas, lugares que le sirvieron como una punta de lanza, o puesto de avanzada para introducirse a la comunidad. Hoy vamos a leer el versículo 6 de este capítulo 13 de Hechos, para considerar La oposición en Pafos "Habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús" Parece que su ministerio no producía muchos resultados en Salamina. Al menos, no se nos dio ningún informe en cuanto a los resultados de sus actividades allí. Atravesaron la isla de Chipre, y en Pafos encontraron esta oposición, la cual era realmente satánica. Se les presentó por medio de un mago que tenía mucha influencia sobre el procónsul romano, gobernador de aquella isla, llamado Sergio Paulo. Allí en Pafos pues, encontraron a este mago llamado Barjesús y dicen los versículos 7 y 8: "(el mago) estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Éste, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios. Pero los resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), intentando apartar de la fe al procónsul." Ésta fue una oposición satánica y este hombre influía sobre el gobernador. Lamentablemente hay muchos dirigentes hoy que están bajo la influencia de toda clase de sectas que están en directa oposición a la Palabra de Dios y al Evangelio. Ahora, el versículo 9 dice: "Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos" Ahora, vemos aquí que el nombre de Saulo fue cambiado. Aquí el Dr. Lucas dio por primera vez a Pablo, su nombre romano, que desde ese momento en adelante sería su único nombre. Pablo pues, lleno del Espíritu Santo, fijando en el mago los ojos, dijo aquí en el versículo 10: "le dijo: ¡Lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?" Pablo bien pudiera haber sido un hombre de carácter bastante manso, en ciertos aspectos. Pero cuando encontró esta clase de oposición, la denunció con todo su ser. Reconoció que era satánica y la denunció como tal. Y creemos estimado oyente, que nos corresponde hacer lo mismo hoy en día. Pablo continuó hablando aquí en el versículo 11 y dice: "Ahora, pues, la mano del Señor está contra ti, y quedarás ciego y no verás el sol por algún tiempo. Inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien lo condujera de la mano." Este supuesto mago ya andaba en tinieblas espirituales, pero ahora le cayeron tinieblas físicas. Y continúa diciendo el versículo 12 de este capítulo 13 de los Hechos: "Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, admirado de la doctrina del Señor." Permítanos dirigir su atención estimado oyente, hacia el hecho de que Pablo tenía los dones de un apóstol acompañados de señales milagrosas. Cuando llegó a Pafos no le fue posible pedir a la gente que se volviera a las enseñanzas del Nuevo Testamento, porque todavía no había ningún Nuevo Testamento escrito. Pablo no pudo predicar de la epístola a los Romanos, porque todavía no la había escrito. No podía referirse al evangelio según San Juan porque Juan aun no había escrito su evangelio. Por lo tanto, ¿cómo iban a reconocer su autoridad? Fue únicamente mediante los dones con señales milagrosas. Hoy, el Nuevo Testamento ya ha sido escrito. Ahora nos ha sido dada una manera diferente para reconocer la autoridad de un maestro. El apóstol Juan en su segunda epístola, versículo 10, dijo: "Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!" Esta doctrina se halla en la Palabra de Dios, en el Nuevo Testamento. Ahora, recordemos que el mago había estado haciendo algunos trucos bien elaborados con el poder de Satanás. En aquellos días, un falso profeta probablemente podía sanar y hacer algunos milagros con el poder de Satanás. Pablo, en cambio, recibía su autoridad del Señor Jesucristo y dominó completamente al mago por el poder del Evangelio del Señor Jesucristo. Y vemos que el procónsul romano Sergio Paulo llegó a ver la luz. Había vivido en tinieblas espirituales, pero ahora, se admiró de la doctrina del Señor y creyó. Leamos ahora el versículo 13 de este capítulo 13 de los Hechos de los Apóstoles: "Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros llegaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén." Ahora, eso es todo lo que nos dijo el doctor Lucas. El doctor Lucas era muy moderado en sus expresiones. No nos dijo nada negativo en cuanto a la retirada de Juan Marcos. Pero, más tarde veremos que Juan Marcos en realidad abandonó a estos dos hombres. Decidió volverse a su casa, junto a su madre. Ahora, recordemos que su madre era miembro prominente de la Iglesia de Jerusalén y que su hogar era el lugar de reunión para esa Iglesia. Pues bien, este joven regresó a casa. Al parecer, al llegar hasta el interior de Asia Menor y ver allí todo el paganismo, los peligros para su integridad física y las dificultades, creyó que no había sido llamado para ser misionero. Se encaminó entonces en otra dirección, y esa dirección le llevó a su casa. Ahora, más tarde veremos que Pablo rehusaría llevar a Juan Marcos consigo en su segundo viaje misionero. El hecho fue que Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo en cuanto a si deberían o no llevar con ellos a Juan Marcos; y su desacuerdo sería tal, que por fin Pablo y Bernabé se separarían. Pablo seguiría en una dirección y Bernabé en otra. Ahora, creemos que Pablo se equivocaría en cuanto a Juan Marcos. Dios no le desecharía por su fallo. Gracias a Dios, tampoco nos desecha a nosotros debido a nuestras fallas. Dios le daría a Juan Marcos otra oportunidad. Más tarde, el mismo Pablo sería lo suficientemente noble como para admitir que se había equivocado, y estando cercano a la muerte, pediría que Juan Marcos viniera a verle. Escribiendo su segunda carta a Timoteo, capítulo 4, versículo 11 dijo: "Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio." Éste fue el mismo Juan Marcos que escribiría el evangelio que conocemos como el evangelio según San Marcos. Al fin de cuentas, Juan Marcos saldría bien de su situación. Y es maravilloso que Dios nos de una segunda oportunidad. Pero, aquí, en este momento del relato, Juan Marcos fracasó. Los abandonó y se volvió a Jerusalén. Mientras tanto Pablo y Bernabé entraron en el interior de Asia Menor. Leamos ahora los versículos 14 y 15 de este capítulo 13 de los Hechos, en un párrafo que gira alrededor de El sermón de Pablo en Antioquía "Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un sábado y se sentaron. Después de la lectura de la Ley y de los Profetas, los altos dignatarios de la sinagoga mandaron a decirles: Hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad." Pablo siguió con su método de ir primero a las sinagogas. Los judíos estaban dispersados por todas partes del Imperio Romano, y habían establecido sinagogas en todas las ciudades donde vivían. Cuando llegaban visitantes de Jerusalén, ya que los judíos deseaban escuchar alguna palabra de la capital religiosa, después de leer las Escrituras, invitaban al visitante a decir algo. Esto siempre le daba al apóstol Pablo una maravillosa oportunidad que, en este caso, aprovechó bien. Creemos que este mensaje que Pablo predicó en Antioquía de Pisidia, fue uno de sus grandes sermones. Sin embargo, generalmente es pasado por alto hoy. En realidad, es el primer sermón de Pablo que se menciona en la Biblia. Lo predicó en la sinagoga en un día de reposo. Cuando le preguntaron a Pablo si quería decir algo, estamos seguros de que contada seguridad, tenía mucho que decir. Era precisamente por eso, que estaba allí en la sinagoga. Leamos el versículo 16: "Entonces Pablo se levantó y, hecha señal de silencio con la mano, dijo: Israelitas y los que teméis a Dios, oíd" Podemos llegar a la conclusión, por esta introducción, que había allí algunas visitas. Había judíos y probablemente algunos no judíos convertidos al judaísmo. Continuemos con los versículos 17 hasta el 20 de este capítulo 13 de los Hechos: "El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres y enalteció al pueblo siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella. Por un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto, y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les dio en herencia su territorio. Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel." Ahora, observemos que Pablo estaba haciendo lo mismo que hizo Esteban ante el Sanedrín, que era el supremo tribunal religioso de los judíos. Hizo un recuento de la historia de la nación. Continuemos con los versículos 21 al 23: "Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David, hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel." Pablo repasó la historia de Israel hasta el tiempo de Jesucristo. Y entonces les presentó al Salvador. Veamos los versículos 24 al 26: "Antes de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. Cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? Yo no soy él; pero viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies. Hermanos, hijos del linaje de Abraham y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación"