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HOMILIA JORNADA MIGRACIONES.

23 TIEMPO ORDINARIO
+José Cobo
1- Cuando terminan los días de vacaciones para muchos y comienzan los cursos
pastorales. Que mejor forma que esta, la Eucaristía del domingo, para aprender a
reiniciar tantas cosas bajo la luz que Cristo nos da; y además en día de hoy donde en
muchos lugares se hace memoria de un gran nacimiento: el de La Virgen María.
Todo suena a recomenzar, reimpulsar.
A este movimiento estaban acostumbrados los que seguían a Jesús.
Muchos simpatizan con muchas cosas de las que decía. Les atrae sus mensajes. Iban y
venían. Se alejaban y recomenzaban.
Pero lo importante es que Jesús hace con cada uno de los que le siguen un proceso. Es
paciente en el camino que cada seguidor ha de hacer: pero siempre llega un momento
donde Jesús nos coloca ante la elección fundamental: ¿quieres ser simpatizante o
quieres seguirme?
No quiere que la gente lo siga de cualquier manera. Ser discípulo de Jesús es una decisión
que tiene que marcar la vida entera de la persona.
Esto es una elección “libre y consciente”, “hecha por amor”, que requiere estar
dispuesto a caminar y a mirar distinto.

Por eso el Evangelio de hoy nos explica en qué consiste ese salto al que Cristo invita para
ser discípulo suyo.
PRIMERO PIDE querer IR A EL
“Si alguno viene a mi” … no puede hacerlo de cualquier modo.
Ir a El provoca que todo cambie y se viva de otra manera: la familia, la paternidad, la
maternidad. Hasta a uno mismo.
Hoy es una oportunidad para responder de corazón y dar este salto de ir a él NO como
simpatizante o fans, sino como para ser Discípulo.

En segundo lugar, pide coger la cruz.


Eso solo se puede hacer si respondemos desde nuestras pobrezas y en pobreza. “quien
no renuncia a sus bienes no puede ser discípulo mío”. Esto a unos esto es más fácil
porque no tienen bienes. A otros les permite resistir a esa carrera hacia lo superfluo, y
encontrarse ayudando a los más desheredados.
Por eso dice claramente: “coge tu cruz”.
En un mundo que maquilla la cruz y la convierte en escándalo. Donde lo que cuenta es
el numero, el poder o el intrigar para salvar mis intereses a costa del resto. En este
mundo donde es escandalo el dolor, la fragilidad o la miseria se esconde. Aquí Jesús se
atreve a ponernos, uno a uno, ante la elección:
Coge tu cruz, mírala, tócala.
Lo cierto es que no habla de memoria o en teoría.
Él lo ha hecho antes. Coge primero su Cruz y en ella la de cada uno (pues nuestras cruces
están en la suya), y se atreve a pedir que hagamos lo mismo. Pues solo así, abrazando,
y dejando que su amor nos traspase, es como la cruz pierde su maldición de losa y
muerte, porque Cristo la recicla haciéndola vida, servicio y salvación.

1
Quien va detrás de Jesús aprende a mirar el mundo desde los ojos del crucificado: son
los ojos del pobre y del que se entrega por amor.
Es cierto y legítimo ver el mundo solo desde la política y las leyes particulares, o desde
las diversas ideologías. Pero solo desde aquí …no es mirada de discípulos.

Incluso podemos ver el mundo desde los sistemas que bendicen la desigualdad, o desde
los que quieren globalizarlo todo menos la responsabilidad que genera vivir así. (Para la
responsabilidad no hay globalización, esperan algunos). Pero no es mirada de discípulo.
¿Con qué mirada analizamos y miramos a las personas, a los distintos, a los que caminan
portando sus cruces por nuestros caminos? , ¿y a los empobrecidos?, ¿y a las víctimas?
¿Cómo mira Jesús?, ¿No será que estamos a veces por otros caminos?

La propuesta es responder y así, dar un tercer paso como aceptamos caminar tras El.
Se trata de mirar distinto y caminar, pero para discernir y tomar decisiones: para
edificar torres de esperanza y, en su camino, ver cómo vencer las batallas que se nos
presentarán. Edificar y caminar es la propuesta.

2.- Ahora que comenzamos el curso, cuando el Papa Francisco nos lleva a África para dar
voz a la Iglesia que allí camina.
Ahora que tenemos la oportunidad de prepararnos para acoger la jornada mundial del
migrante que celebraremos a final de este mes.
Ahora es cuando la Iglesia como maestra, y con Pedro a la cabeza, nos llama a mirar al
mundo. Pero siguiendo el camino de aquel que va delante y lleva su cruz.
Así queremos acoger hoy el fenómeno de las migraciones, como parte de nuestro
camino.
- Las migraciones y los grandes desplazamientos es una cuestión nuclear hoy, y muchos
de los que estáis aquí lo habéis vivido en primera persona.
- La migración de la que hablamos viene pareja a la desigualdad,
a la desforestación, a tantas guerras abiertas, o la gestión de los recursos del planeta.
Y produce lo que el Papa llama la globalización de la indiferencia. Donde muchas veces
se culpa a las víctimas o se les descarta, por el hecho de ser empobrecidos.
-La migración es parte de este camino por donde somos discípulos, por eso con la luz del
Evangelio de hoy podemos preguntar:
¿Cómo afrontar esta realidad? , ¿qué podemos decirle a nuestra sociedad COMO
DISCIPULOS?
Con la luz que aporta el Evangelio de hoy Jesús nos pide para este tema, también, coger
la Cruz.
Mirar la migración a través de la Cruz, desde ese ángulo que da, es aprender a ver a
tantos que también portan sus cruces. En la Cruz de Cristo estamos todos. No son
números, ni amenazas. Es Juan, Andrea, Amaya, John, Mohamed… “No son solo
migrantes” dice el papa en su mensaje, que os animo reflexionar y leer despacio.
Nuestra mirada no se asienta en la pertenecía a una familia o a una nación. La mirada
del cristiano se asienta en Jesús y sus seguidores:
-Así aprendemos a mirar y ver que no hay personas de primera, con derecho a la vida y
personas de segunda sin derechos.
Que no hay crecimiento sin respeto a la vida.

2
Aprendemos a mirar a las personas que llegan a una Europa que vive blindada hasta de
Dios. Una Europa cada vez más envejecida y metida en un invierno demográfico que no
queremos afrontar ni acogiendo a los jóvenes que llegan.

Con el Evangelio aprendemos no solo a coger la Cruz. Como a cada uno de los
seguidores, ante las migraciones, el Evangelio nos llama a caminar. Juntos, detrás de
Cristo, que va el primero con la cruz de todos a cuestas.
Es alentador ver cómo la Iglesia tiene mucho que decir a nuestro mundo.
Porque anuncia una buena noticia llena de esperanza.
Reconforta ver como para la Iglesia no hay fronteras. Es la misma Iglesia que camina
aquí y allí. Que celebra hoy la Eucaristía aquí, en la vieja Europa y allí, callada, en Siria, o
en Tánger o en Venezuela, o en Colombia o tantos lugares porque Cristo nos une a todos
en su Cruz.
La Iglesia camina:
-Al preparar esta jornada damos gracias por tantos que hacéis de vuestras
comunidades lugar de encuentro. Son tantas comunidades que se han visto renovadas
gracias a la acogida y a quienes habéis llegado.
-Y damos gracias por los que protegen y trabajan por la integración, y por crear
escuelas y espacios de acogida, demostrando que el corazón crece así.
-Damos gracias por este camino en el que algunas parroquias de Madrid recorren al
movilizarse para que haya siempre, al menos, una parroquia de guardia en la acogida a
migrantes y refugiados, como una llama de amor encendida noche y día.
- Y por los que impulsan soluciones políticas globales que defiendan los derechos de las
personas, y se armonicen con las posibilidades de los estados.
- Y por las capellanías que animáis la fe de los que llegan.
- Y gracias por las comunidades cristianas, las iglesias que en los países de origen
trabajan con nosotros generando o suspirando por establecer algún día corredores
humanitarios de transito seguro.

Queda mucho por caminar.


La tarea es dura, Por eso también aquí se nos pide seguir adelante en pobreza y
fragilidad. Salvar a los que las mafias condenan al mar
es incuestionable para quien se diga humano. Nosotros tenemos ir más allá: edificar
torres de vida, y salvar batallas contra las actuaciones de fachada o las que se toman a
golpe de campañas.
Lo que urge es cambiar el corazón y crear centros de formación de menores sin tutelar,
albergues y propuestas de asentamientos que permitan convivir en paz.
Parece urgente un plan nacional de inmigración que desarrolle los pactos globales que
impulsa la iglesia católica y que como conocéis fluyen en torno a las acciones de acoger,
proteger, promover e integrar.

El Evangelio nos permite responder y caminar. Cada uno y todos juntos. Os invito a
responder y ayudar a preparar la jornada.

En esta Eucaristía, no terminaremos sin dar gracias por vosotros, migrantes, refugiados
y desplazados que habéis llegado a esta parroquia y a tantas donde os habéis integrado.

3
Gracias porque sois una llamada a la conversión, a despertar el amor de Dios en un
mundo que lo ha olvidado, o que lo quiere encerrar en leyes, fronteras o egoísmos.

Hoy sois una posibilidad de seguimiento concreto, con vuestra historia y vuestro
nombre. Una llamada para a ser discípulos, para desinstalarnos y salir de nosotros. y nos
ofrecéis una propuesta de para vivir la salvación de Cristo: una vida más pobre,
caritativa y solidaria.
Una vida que acoja la Cruz y haga de ella la lente para abrazar el mundo que nos toca
vivir, en el que todos somos compañeros de viaje.

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