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Reservados todos los derechos. Queda prohibida, sin autorización del titular del copyright,
bajo las sanciones establecidas en la ley, la reproducción total o parcial de esta obra por cual-
quier medio o procedimiento incluido el tratamiento informático.
Impresión 1 000 ejemplares
Editado por:
LUIS ENRIQUE CHERO ZURITA
Campiña Huaca Rajada S/N- Zaña, Lambayeque.
MINISTERIO DE CULTURA DEL PERÚ
Unidad Ejecutora 005
Proyecto Especial Naylamp Lambayeque
Calle Pimentel N° 165, Urbanización Santa Victoria, Chiclayo, Lambayeque
Impreso en:
GRAPHICOMP IMPRESIONES E. I. R. L
Calle Leoncio Prado N° 467, Urb. El Porvenir, Chiclayo, Lambayeque
Diciembre 2015
PRIMERA PARTE
GENERALIDADES
La Costa Peruana: Una Caracterización ................................................................................................................ IV
SEGUNDA PARTE
LAS OCUPACIONES CULTURALES EN EL COMPLEJO ARQUEOLÓGICO DE SIPÁN
La Ocupación Mochica
La Arquitectura Mochica en Sipán ........................................................................................................................... 1
TERCERA PARTE
ANÁLISIS DE LOS MATERIALES RECUPERADOS
Fragmentería de la Cerámica Mochica en Sipán ................................................................................................ 219
CUARTA PARTE
LOS MOCHICAS DE SIPÁN: UNA PERSPECTIVA DESDE EL VALLE DE LAMBAYEQUE
Origen, Apogeo y Final de los Mochicas en Sipán .......................................................... ................................... 263
Importancia de Sipán Entre los Valles de la Costa Norte del Perú .......................................................................333
QUINTA PARTE
CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN ARQUEOLÓGICA
Conservación de la Arquitectura .......................................................................................................................... 395
BIBLIOGRAFÍA ......................................................................................................................................................417
CRÉDITOS ............................................................................................................................................................425
D
esde la minuciosa recuperación de las primeras tumbas en la plataforma fu-
neraria de Huaca Rajada- Sipán - y la posterior intervención en otros subsec-
tores del área monumental– hasta los valiosos trabajos en diversos lugares
arqueológicos de la costa norte del Perú, han permitido a conocer mejor la historia
de la cultura mochica.
Gracias al apoyo de nuestra institución, la Unidad Ejecutora 005 Naylamp del Minis-
terio de Cultura, así como del Fondo Ítalo Peruano, a través de Caritas del Perú – que
en el año 2007 contribuyó al reinicio de la investigación del monumento arqueológico
de Huaca Rajada- Sipán— no solo podremos continuar con la develación de la histo-
ria de Sipán, sino también conservar y poner en valor nuestro pasado cultural.
El pueblo moche vive hoy—sigue viviendo— en los rostros de la gente, de los arte-
sanos, pescadores y agricultores. Somos descendientes directos de esta cultura. El
pueblo debe valorar su pasado y su identidad, saber quién es y sentirse orgulloso de
descender de una cultura que ha transcendido en el tiempo.
L
a estrecha franja costera tiene su mayor ancho en el norte, donde alcanza 170
km. en el paralelo que pasa por la ciudad de Morropón y 155 km. en el paralelo
que pasa por la ciudad de Talara. Hacia el sur, va disminuyendo: 90 km. en el
paralelo que pasa por la ciudad de Chiclayo (al igual que en el paralelo que pasa
por la ciudad de Palpa en el departamento de Ica) y 70 km. un poco más al norte
de la ciudad de Ica. Este territorio se estrecha considerablemente hasta alcanzar su
mínima expresión a la altura de Punta Lobos en el departamento de Arequipa, donde
solo tiene 5 km. de ancho. Luego, varía teniendo 60 km. al norte de Mollendo y 85
km. cerca de la ciudad de Tacna (Peñaherrera 1986: 11-12).
Dentro de este contexto geográfico, la costa norte— que comprende la región litoral
de los departamentos de Piura, Lambayeque y La Libertad con temperaturas medias
anuales de 19ºC a 22ºC, máximas absolutas de 35ºC y mínimas de 11ºC— se carac-
teriza por sus escasas o casi nulas precipitaciones. Estas pueden presentarse de
enero a marzo, de febrero a abril, o de marzo a abril. En épocas lluviosas del verano,
las precipitaciones que caen sobre la vertiente occidental de los Andes dan lugar
al nacimiento de pequeños ríos de régimen torrencial y caudaloso con aguas muy
turbias por el acarreo de materiales finos del suelo (arcillas, limos, arenas) y con ca-
pacidad de producir fuertes erosiones laterales que discurren transversalmente a la
costa, dando lugar a la formación de los distintos valles costeños como es el caso de
Chancay y Lambayeque (en la costa norte), separados entre sí por grandes planicies
desérticas que dan la impresión de estar atravesados por finos hilos de agua en la
época de abundancia y permanecen casi secos en épocas de invierno.
Los Andes norteños se caracterizan por ser bajos en comparación al sur andino que,
debido a su alejamiento del litoral de la Cordillera Occidental, determina un clima
más cálido y templado, un mayor caudal de los ríos que atraviesan la región y la
formación de amplios conos aluviales.
Estas características pueden dar una idea de las grandes dificultades que represen-
taron los ríos de la costa norte para el establecimiento de sistemas de irrigación, más
aun, en un medio adverso como el desierto, donde el recurso agua es de vital impor-
tancia para el desarrollo agrícola y económico. Sin embargo, con el desarrollo de la
irrigación artificial, la disponibilidad de planicies aluviales extraordinariamente am-
plias permitió disponer de una impresionante y generosa zona de producción agríco-
la, convirtiéndose, así, la costa (y, fundamentalmente, la costa norte) en el escenario
territorial para el desarrollo económico de las altas civilizaciones prehispánicas.
1
: Tomado de Bracamonte et. al 2008
Con respecto a los depósitos eólicos y fluviales del cuaternario, Caballero y Quijan-
dría (1992: 161) mencionan que los primeros se encuentran cubriendo parte de los
cerros que limitan el valle, especialmente, hacia el sur donde están los cerros Re-
que, Negro, Guitarra, Saltur, Collique, Cojal, Cabo, La Puntilla, Piedra Blanca, Azul.
En el caso de los depósitos fluviales, se distinguen tres tipos: fluviales, aluviales y
fluvio-aluviales. Los fluviales están limitados a los cauces de los ríos y se componen
de arenas, gravas, cantos rodados y limos. Los aluviales son los más importantes;
se localizan en la llanura aluvial de los ríos Chancay, La Leche, Motupe y Reque, y
están formados por suelos de textura media y pesada, profunda y permeable. Aquí
se encuentran yacimientos de yeso que atraviesan el valle desde Ferreñafe hasta
Mórrope. Por su parte, los fluvio-aluviales se sitúan entre los dos anteriores y presen-
tan características mezcladas.
Hidrología
La cuenca del río Chancay es la más importante del sistema hidrológico de Lam-
bayeque. Tiene una cuenca colectora de 6166 km2 y consta de dos partes clara-
mente distinguibles: la cuenca alta, situada en las provincias de Santa Cruz, Chota,
Bambamarca y Hualgayoc en el departamento de Cajamarca, y la planicie costera,
situada en el distrito de Chongoyape, en el departamento de Lambayeque. Limita,
por el norte, con las cuencas del Chotano y La Leche; por el sur, con las cuencas del
Jequetepeque y Saña; por el este, con el Conchano y Llaucano; y, por el oeste, con
el Océano Pacífico (Garcés y Guerra 1999).
Clima
El clima es uno de los factores ecológicos que mayor influencia ejerce sobre el suelo,
la flora y la fauna. Los factores condicionantes que se toman para el conocimiento
del clima son la temperatura y la precipitación pluvial. Sin embargo, no dejan de ser
importantes factores climáticos como el viento, la humedad, la evaporación y la nu-
bosidad (Brack 1986a: 195).
El Dr. Antonio Brack (1986a) plantea la ecogeografía como una manera de conocer la
ecología peruana y, de esta forma, poder realizar medidas de prevención. Asimismo,
Brack, propone 11 ecorregiones. Para él, “una ecorregión es un área geográfica que
se caracteriza por el mismo clima, los suelos, las condiciones hidrológicas, la misma
flora y fauna. Es decir, que es una región donde los factores medioambientales o eco-
lógicos son los mismos y están en estrecha interdependencia” (1986a: 262). De aquí
se desprende que el Bosque Seco Ecuatorial y el desierto del Pacífico son las ecorre-
giones que se presentan en la zona de Sipán, cada una con su propia zona de vida.
El Bosque Seco Ecuatorial posee un clima cálido y seco, más fresco hacia el este por
el aumento en altitud. Al norte es cálido y húmedo, y hacia el sur es cálido y seco.
La temperatura anual está entre 24º y 23º C. El relieve, por lo general, es llano con
ondulaciones, más montañoso al este y al sur. Los suelos son del tipo árido, varia-
bles, predominando los salinos, arenosos, francos y arcillosos. La zona de vida para
esta ecorregión correspondería al desierto Superárido Premontano Tropical, dentro
de la cual una pequeña parte correspondería a la llanura aluvial donde se encuentran
diseminadas pequeñas lomas y colinas. Esta zona de vida se ubica entre el desierto
Desecado Premontano Tropical y el desierto Perárido Premontano Tropical, y es el
complemento territorial de los sectores de riego Cachinche, Lambayeque, Reque y
Taymi. La altitud de estas tierras no supera los 500 msnm (ONERN 1976). El clima en
esta zona de vida se caracteriza por ser seco y cálido, con escasas precipitaciones
que no sobrepasan los 65.5 mm., indicando la necesidad de agua adicional para el
desarrollo de la agricultura, aunque en menor volumen que en el desierto Desecado
(Caballero y Quijandría 1992:182-190).
El desierto del Pacífico posee un clima cálido en verano y presenta neblinas que lo
cubren casi continuamente por influencia de las aguas frías de la Corriente Peruana
en invierno. El relieve es llano y ondulado no faltando zonas escarpadas. En lo refe-
rente a los suelos, los más frecuentes son los rocosos desnudos, pedregosos y de
canto rodado, de escombros, arenosos, de fango y arcilla, pobres en humus. La co-
bertura vegetal es escasa, siendo más densa en los oasis fluviales y en las lomas. La
zona de vida para esta ecorregión sería el desierto Desecado Premontano Tropical,
dentro del cual la mayor parte del desierto Desecado corresponde a la llanura aluvial
que, por lo general, es un conjunto de tierras planas y de escasa pendiente. Esta
zona se caracteriza por tener un clima extremadamente seco y cálido, con precipita-
ciones escasas que no sobrepasan los 31 mm. anuales, lo que indicaría una mayor
cantidad de agua para el desarrollo de la agricultura. Los suelos son profundos y de
textura variable, muy buenos para la agricultura. Esta zona de vida se ubica en la
parte más occidental del valle, la cual abarca la mayor parte de los sectores de riego
Cachinche, Lambayeque, Reque y parte significativa del Taymi. Tiene una altitud
estimada de 200 msnm (Caballero y Quijandría 1992: 182-188).
Ecosistema Desértico
Dentro de las principales especies vegetales de este ecosistema destacan:
“Cardo de lomas” Tillandsia latifolia
“Flor de arena” Tiquilia dichotoma
“Gigantón” Neoraimondia gigantea
“Pitajaya” Cereos sp.
“Sapote” Capparis angulata
Ecosistema Ribereño
Dentro de las principales especies vegetales de este ecosistema destacan:
“Achicoria” Picrosia longifolia
“Algarrobo” Prosopis pallida
“Amor seco” Bidens pilosa
“Caña brava” Gynerium sagittatum
“Carricillo” Phragmites communis
“Carrizo” Phragmites australis
“Cola de caballo” Andropogon bicornis
“Faique” Acacia macracantha
“Gramalote” Brachiara mutica
“Grama salada” Distichlis spicata
“Higuerilla o resino” Ricinus communis
“Hinea” Typha angustifolia
“Jaboncillo” Luffa operculata
“Junco” Cyperus articulatus
“Laurel” Myrica pubescens
“Lirio de agua” Familia Nymphaea
“Overo” Cordia rotundifolia
“Pájaro bobo” Tessaria integrifolia
“Piñón” Jatrapha curcas
“Sauce” Salix chilensis
“Sensitiva o uña de gato” Mimosa pigra
Peces
“Cascafe” Brycen atrocaudatus
“Charcoque” Lebiasina bimaculata
“Bagre” Pimelodella yuncenses
“Life” Trychemicterus dispar
“Mojarra” Aequiens rivulatus
“Tilapia” Tilapia rendalli
Anfibios
“Sapo” Bufo spinolus
Aves
“Gallareta” Rallus sanguinolentes
“Garza blanca chica” Lecophoyx thula
“Garza blanca grande” Casmerodium albus
“Garza buyera” Bubulcus ibis
“Martín pescador” Chloroceryle americana
“Zambuidor” Podilymbus podiceps
Reptiles
“Capón” Tropidurus peruvianus
“Colambo” Drimarchon corais melanurus
“Coral” Micrurus sp.
“Iguana” Callopistes flavipunctatus
“Lagartija” Dicrodon heterolepis
“Macanche” Boa constrictor ortoni
“Saltojo” Phyllodactylus gerhopygu
Aves
“Arrocero” Sicalis flavasla
“Búho o tuco” Buho virginianum
“Carpintero” Crysoptilus atricollis
“Cucula madrugadora” Zenaida auriculata
“Cuculí” Zenaida asiatica
“Chilala” Furnarius leucopus
“Chiroque” Ictenis graceannae
“Chisco” Mimus longicaudatus
“Gallinazo cabeza negra” Coragyps atratus
“Gallinazo cabeza roja” Cathartes aura
“Gavilán” Buteo pelysoma
“Huerequeque” Berhinus superciliaris
“Lechuza” Athene cunicularia
“Perico” Psilapsigen aurifrons
“Picaflor” Leucippus baeri
“Putilla” Pyrocephalus rubinus
“Tordo” Dives dives
“Tortolita” Columbina cruziana
“Urraca” Cyanocorax mystacalis
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as edificaciones registradas para el periodo Intermedio Temprano reflejan la
existencia de grupos humanos con una organización social y política altamente
desarrollada. Ejemplo de ello son los asentamientos mochica en la costa norte
del Perú, cuya evidencia de cultura material ha sido identificada en los valles de
Piura (Loma Negra), Chancay-Lambayeque (Huaca Rajada-Sipán y Pampa Grande),
Jequetepeque (Pacatnamú, Dos Cabezas, La Mina, San José de Moro), Chicama
(Huaca El Brujo, Mocollope), Moche (Huaca del Sol y La Luna y Galindo) y Nepeña
(Pañamarca) (Fig. 1). En estos valles, se han identificado complejos arqueológicos
con estructuras monumentales localizadas en puntos estratégicos. Esto demuestra
la importancia política, administrativa y religiosa que tuvieron estos edificios como
puntos de reunión, de acopio o de redistribución de productos. Estos complejos,
además, concentraban en sus alrededores a una gran cantidad poblacional. La eje-
cución de obras de infraestructura arquitectónica—su construcción, mantenimiento y
remodelación—demandó mucha fuerza laboral. Un ejemplo de este tipo de “ciudad”
se puede encontrar en el valle de Moche, en el sitio arqueológico Huacas del Sol y
La Luna. Los trabajos de investigación aquí realizados proporcionan datos sobre la
organización urbana de una ciudad caracterizada por la presencia de conjuntos
residenciales y áreas de producciones e indican la presencia de grupos humanos
residentes de forma permanente que aseguraron el funcionamiento pleno de las acti-
vidades que involucraron a una ciudad al servicio de la élite (Uceda 2010).
En el valle de Chicama, el sitio de Huaca El Brujo presenta similitudes con la forma ar-
quitectónica y el discurso iconográfico que se registra en el valle de Moche (Canziani
2004), por lo que, probablemente, se trataría de un funcionamiento contemporáneo.
Todas las estructuras registradas para la época moche presentan técnicas cons-
tructivas que permitieron alcanzar dimensiones volumétricas. Una de ellas es la
disposición de adobes en paños o paneles modulares sucesivamente adicionados
(Meneses y Chero 2004) conocidos también como relleno de adobes tramados (RAT)
en el sitio Huaca del Sol y La Luna, en el valle de Moche (Uceda, Morales, Canziani
y Montoya 1994 y Montoya 1997). En Huaca El Brujo, se encuentran bloques o uni-
dades modulares (Franco, Gálvez y Vásquez 1993). Está técnica consiste en formar
bloques compactos mediante la superposición de adobes con tramado simple, per-
mitiendo no solo ganar el volumen necesario para elevar la construcción sino que, en
caso de algún movimiento sísmico, exista una liberación de energía que evite que la
estructura colapse. Otra técnica constructiva empleada son las celdas de rellenos,
que podían estar conteniendo material de derrumbe, adobes fragmentados, o tierra,
y cuya finalidad estaba orientada no solo a ganar altura en menor tiempo sino a pro-
porcionar la estabilidad necesaria al no dejar espacios vacíos en la estructura.
Sector II
Al este del sector I (sector monumental), se localiza un macizo geológico denomina-
do Cerro Caballo Blanco, en cuya cima se han identificado murallas que lo rodean
(Fig. 2). Asimismo, en el arco aluvial se han concentrado montículos bajos y áreas de
producción construidos en adobe y piedra.
Sector IV
Está localizado al noreste del sector II y constituido por una menor concentración
de estructuras platafórmicas elaboradas en base de piedra y barro. Dentro de este
conjunto de montículos resaltan dos estructuras mayores que se asentaron sobre una
elevación natural. Por otro lado, se ha identificado un sistema de amurallamiento que
rodea parte de dicho montículo (Figs. 2a y 2b).
Adobe: Elaborados por una mezcla de tierra con agua. También pueden ha-
ber sido incluidos restos de material malacológico molido, arena fina, etc., con la
finalidad de proporcionar una mayor consistencia a este elemento. Tienen forma
de paralelepípedo y, en cuanto a sus medidas, se ha podido establecer los si-
guientes promedios en relación a las estructuras que han sido registradas en el
sitio.
37 27 16
PLATAFORMA
FUNERARIA 38 26 15
40 24 11
PIRAMIDE 40 24 10
CEREMONIAL 40 24 17
35 24 10
PLATAFORMA NORTE 34 24 10
33 21 11
PATIO UNO
34 23 11
34 21 9
PATIO DOS
33 22 10
Muro: Construido con adobes de forma paralelepípeda que delimitan espa- Figura 8: Paramento enlucido y pintado de co-
cios (Fig. 7) y están unidos con argamasa de barro, dispuestos de cabeza y soga lor amarillo registrado en la Plataforma Funeraria
o la combinación de ambos. En algunos casos, los paramentos que conforman (Edificio 2).
Piso: Superficie elaborada por una capa de barro batido, la misma que es
distribuida de forma horizontal y cuyo espesor puede variar dependiendo de la
sinuosidad del terreno o el relleno sobre el cual es colocado. Dentro de las exca-
vaciones realizadas durante las últimas temporadas, se ha llegado a documentar
que estos pisos fueron empleados no solo como superficies de desplazamiento,
sino que también indican la culminación de un momento constructivo previo como
lo registrado en la Plataforma Funeraria y la Plataforma Norte (Fig. 10)
Figura 11: Organización de los adobes a través de Relleno arquitectónico: Constituido por adobes (completos o frag-
paneles modulares. mentados), tierra combinada con arena y restos óseos, de cerámica y de espe-
cies malacológicas (material suelto), los mismos que son depositados sobre las
superficies de desplazamientos (pisos) o en el interior de los recintos. Sellarlos
implicaría el término de la función del espacio arquitectónico.
Corredores: Espacio que sirve como vía de circulación, delimitado por mu-
ros paralelos.
Rampas: Están constituidas por una superficie en talud que permite conec-
tar dos espacios situados en diferentes niveles.
Patios: Espacio abiertos, carentes de cubierta, que son delimitado por muros
o estructuras.
Desde su primera intervención arqueológica en el año 1987 hasta el año 2012, se han
registrado 16 contextos funerarios conteniendo los restos mortales de los hombres
más importantes de la élite mochica de Sipán, entre ellos, gobernantes, sacerdo-
tes, jefes guerreros y nobles, además de los individuos sacrificados al momento de
la muerte de los personajes principales. Este monumento funerario representaría el
mausoleo real reservado exclusivamente para la élite. Sin embargo, los hallazgos
de las excavaciones realizadas en la Plataforma Funeraria durante las últimas tem-
poradas de investigaciones (2007-2011) han revelado evidencias importantes de la
naturaleza y secuencia constructiva que nos permiten establecer, hasta el momento,
tres grandes etapas arquitectónicas a las cuales, para una mejor comprensión, se las
ha designado con la nomenclatura de edificios 1, 2 y 3. Estas edificaciones fueron
logradas mediante una compleja secuencia de fases constructivas y remodelaciones
que siguen sus propias características a través del tiempo (Fig. 15).
En el primer edificio (edificio 1), por ser la última etapa arquitectónica de la Pla-
taforma Funeraria, los elementos superficiales se han visto fuertemente afectados
por diferentes procesos de erosión natural y por los saqueos en diferentes épocas.
Esto ha ocasionado que los componentes de su estructura que determinan su for-
ma original se encuentren casi completamente destruidos. Este edificio habría sido
erigido mediante dos fases constructivas que mantienen la misma forma y diseño,
salvo algunas remodelaciones efectuadas en la última fase, donde se evidencia una
sucesión de pisos arquitectónicos. Se caracteriza, además, por ser una estructura
organizada en dos niveles arquitectónicos: uno bajo de mayor extensión horizontal y
aparentemente llano hacia el norte, y otro alto conformado por una plataforma sobre
elevada con fachadas inclinadas enlucidas y pintadas de color rojo ubicada en la
sección central, construida íntegramente de adobes ordenados en paneles modula-
res (Fig. 16a y 16b).
Secuencia Constructiva
de la Plataforma Funeraria
La Plataforma Funeraria es el componente arquitectónico del área monumental don-
de se han centrado la mayor parte de los trabajos, los cuales ahondaron en el estudio
de los patrones funerarios mochica a través de la documentación de tumbas intactas
de élite. Desde el año 2007, los nuevos objetivos planteados de las investigaciones
en esta estructura nos permiten conocer parte de su secuencia constructiva. Esta fue
determinada a partir de las excavaciones en área y de los perfiles expuestos de las
mismas– específicamente, los del lado oeste y este –, definiéndose tres edificios su-
perpuestos. Esta superposición de edificios refleja el enterramiento de la estructura
antigua para formar una plataforma sobre la cual se construye la nueva edificación.
Las últimas excavaciones realizadas en la estructura funeraria permitieron alcanzar,
hasta el momento, la mejor documentación de los procesos constructivos y del di-
seño arquitectónico de los edificios 1 y 2. De este último, se identifica un patrón
constructivo que se caracteriza por la presencia de espacios que se comunican con
extensos corredores internos y laterales.
Segunda remodelación
El piso 3 constituye la segunda remodelación de esta fase constructiva (Fig. 20). Se
trata de un nivel compacto de barro batido de 3 cm. de espesor asentado sobre una
capa de tierra localizado a 20 cm. sobre el piso 4. Esto evidencia una inclinación de
suroeste a noreste. La presencia de pigmentación rojiza sobre la superficie del piso,
producto de las escorrentías que descienden de la fachada, nos estarían indicando
que, a partir de este nivel, se estaría produciendo el último momento decorativo con
pintura mural de color rojo en el frontis del edificio 1.
Tercera remodelación
El piso 2 corresponde la tercera remodelación de esta fase (Fig. 20). Está compues-
to por una capa de barro batido de 3.5 cm. de espesor colocado sobre un grueso
relleno compacto y, al igual que el piso anterior, presenta un hundimiento en la sec-
ción central. Este piso se registra a 90 cm. sobre piso 3 y habría sido cortado (y,
posteriormente, refaccionado) con la intensión de preparar un repositorio de 70 cm.
de largo por 40 cm. de ancho para depositar el cuerpo completo de un camélido
(Lama sp.) carente de extremidades y cabeza. Estos últimos restos óseos fueron re-
cuperadas en otro repositorio ubicado a 3.50 m. al noreste del cuerpo (Fig. 23), cuya
profundidad llegó hasta la superficie más antigua del edificio 1 (piso 6)
Cuarta remodelación
Figura 22: Huellas de quema y hoyos de poste so- El piso 1 por ser el nivel más alto y estar próximo a la superficie actual de la estruc-
bre la superficie del piso 4. tura funeraria correspondería al último momento de ocupación del edificio (Fig. 20).
Constituye, así, la cuarta remodelación que se produjo en la fase constructiva 1. Este
piso está compuesto por una capa de barro batido de 3 cm. de espesor aplicado
sobre un relleno compacto que nivela la superficie y presenta un pronunciado hundi-
miento en la parte central debido a la consistencia del relleno.
Figura 23: Vista general (izquierda) y en detalle
(derecha) de los restos de la osamenta de un ca- Fase constructiva 2
mélido desmembrado y colocado en dos reposi- Constituye la construcción originalmente planificada del edificio 1 y se caracteriza, al
torios igual que la última fase, por presentar una fachada inclinada de 4 m. de altura, enluci-
da y pintada de color rojo asociada al piso inicial del edificio (piso 6) sobre el cual se
hallaron capas de sedimentos finos como resultado de constantes precipitaciones.
Estas habrían originado la destrucción en gran parte de su arquitectura, motivando la
construcción de una nueva estructura (fase constructiva 1) que mantendría la misma
forma y diseño arquitectónico (Fig. 24). El piso 6 constituye la única superficie regis-
trada para esta fase; se asienta sobre el piso de nivelación que sella la construcción
anterior (edificio 2) de la Plataforma Funeraria. Está compuesto por una capa de
barro batido de 3 cm. de espesor cuya superficie presenta la misma coloración rojiza
identificada en los pisos 3, 4 y 5. Las manchas rojas sobre este piso proveniente
de la fachada principal demuestran el precedente decorativo con pintura mural del
frontis norte del edificio, manteniéndose hasta la última fase constructiva. Asimismo,
las excavaciones realizadas al sur del edificio revelan una capa de sedimentos de
aproximadamente 10 cm. de espesor depositados sobre el piso 6, evidencias que
demostrarían un periodo de fuertes lluvias que habrían originado el deterioro o colap-
so de casi toda la estructura inicial (Fig. 25).
Piso de nivelación
Sobre esta superficie se erigió la estructura del edificio 1. Está conformado por una Figura 25: Vista de la fachada sur del edificio 1
capa de barro irregular de 3 cm. de espesor asentado sobre un relleno de tierra y del piso 6 sobre el cual se registró una capa de
Relleno arquitectónico
Al continuar el proceso de excavación por debajo del piso de nivelación, se registró
un relleno de 50 cm. espesor como promedio, compuesto de tierra suelta y fragmen- Figura 26: Botellas asa estribo provenientes del
tos de adobes, algunos de ellos con restos de enlucido y pintura polícroma (blanco, relleno arquitectónico.
negro, amarillo y rojo) (Figs. 17a, 17b, 18a, 18b y 19). Este relleno fue colocado con la
intención de sellar la arquitectura antigua (edificio 2) para crear una plataforma que
propiciara la edificación de una nueva estructura. La progresiva remoción de este
relleno permitió recuperar tres vasijas fracturadas de carácter ritual y la osamenta
articulada bien conservada de un perro de gran tamaño.
Los fragmentos de vasijas, al ser reintegradas, permitieron definir botellas asa es-
tribo idénticas en forma y decoración, de cuerpo cilíndrico en posición horizontal,
gollete con reborde, base plana, con una capa densa de engobe blanco y pulidas,
decoradas con diseños antropomorfos en alto relieve representando el rostro de un
personaje en la parte superior de la vasija y con diseños repetitivos pintados de un
ave estilizada en forma helicoidal en la parte lateral derecha y frontal del cuerpo. El
rostro de los personajes ha sido decorado con incrustaciones de concha Spondylus
(lado izquierdo) y concha perlada (lado central y derecho) que muestran diseños de
pintura facial y las líneas de expresión del rostro, además de presentar pequeños
orificios al término de la nariz y en la parte lobular de las orejas. En estos últimos,
se habrían colocado ornamentos metálicos en miniatura de cobre como orejeras y
narigueras (Fig. 26).
Los análisis osteométricos a los que fue sometida la osamenta del mamífero en el La-
boratorio de Arqueobios de la Universidad Nacional de Trujillo indican que se trataría
de un animal sub-adulto con una mandíbula, un maxilar, la dentición y los huesos
post-craneales robustos y, por la forma de la pelvis y ángulo del occipital, se trata de
un espécimen del sexo masculino (Vásquez y Rosales 2011: 29). Los investigado-
res en arqueobiología señalan que las características osteométricas y morfológicas
propuestas en el trabajo de Brothwell et al. (1979) sobre razas de perros amerindios
revelan un parecido con un espécimen identificado en el sitio arqueológico de Pando
(Lima), el cual fue tipificado y asociado a la moderna raza bulldog. Sin embargo,
esto no significa que el fenotipo sea similar a la raza moderna; solo es similar a las
características osteométricas. Se trataría de razas obtenidas mediante selección ar-
tificial y que evolucionaron independientemente en estas áreas geográficas (Op.cit.
29) (Fig. 27).
La evidencia de un fragmento de piso hacia el oeste del muro con hornacinas nos
hace suponer que entre este muro y el término de la estructura funeraria debió de
haber existido un corredor lateral orientado en sentido norte-sur (Fig. 30). Este habría
tenido una conexión con el corredor sur de la estructura funeraria localizado en las
temporadas de investigación de los años 1987-2000. Esta evidencia es la que nos ha
llevado a considerar que este corredor permitió un desplazamiento en la plataforma
por el extremo oeste, articulando al ambiente 1 y a los ambientes 2 y 3, los cuales
tendrían su límite oeste a la altura del muro con hornacinas, donde se localizarían
también sus accesos (Fig. 30).
Primera remodelación
Luego de la ocupación que se adscribe al diseño arquitectónico original de la fase Figura 31a: Detalle del sistema escalonado y pa-
constructiva 1, se realizaron una serie de modificaciones en dos de los cinco espa- sadizo que constituyen la primera remodelación
del ambiente 1.
cios identificados. Los elementos agregados consiguieron la remodelación el diseño
del ambiente 1 y del corredor interno.
Quinta remodelación
Esta remodelación se caracteriza por la construcción de una nueva superficie que se
levanta 50 cm., aproximadamente, sobre la superficie inicial de la fase, pero utilizan-
do los mismos muros del diseño original. Las adiciones de elementos arquitectónicos
al interior de algunos espacios van a modificar, ligeramente, su área con la intención
de adecuarlos a sus necesidades sin alterar el diseño preestablecido. Las modifica-
ciones que se observan al interior del corredor y del ambiente 1 están determinadas
por una extensa plataforma de 70 cm. de altura que, de norte a sur, recorre la parte
central del corredor, adosándose al muro oeste y alcanzando un ancho de 1.80 m. De
este a oeste, recorre el lado norte del ambiente 1 (Fig. 38).
El corredor interno sigue siendo el espacio de mayor extensión y está delimitado por
los mismos muros anchos enlucidos en ambos lados de su paramento y pintados de
color amarillo en la cara interna. Al interior del corredor, se halló una extensa impronta
de cañas de forma rectangular amarradas con soguilla que mide 4.70 m. de largo
por 2.70 m. de ancho y que habría sido parte de la cubierta del corredor interno. Lo
anterior revela que los espacios arquitectónicos de la estructura funeraria contaron
con un sistema de cobertura que mantuvieron bajo sombra a la arquitectura (Fig. 41).
El ambiente 1 mantiene la misma planta rectangular preservando, en la parte central,
el recinto con sus paredes enlucidas y solo pintada de color amarillo la pared frontal
El corredor tendría una longitud similar al de las fases posteriores (21 metros) y un an-
Figura 42: Vista noreste-suroeste de la reconstruc-
cho de 2.90 m., siendo ligeramente más angosto. El espacio que subyace a la altura
ción isométrica del diseño arquitectónico de la fase
constructiva 2. del ambiente 1 de la última fase constructiva mantendría sus características formales
y dimensiones, destacando, en su parte central, una plataforma de 7.60 m. de ancho
(este-oeste) construida, íntegramente, de adobes ordenados en paneles modulares
cuyo frente norte debió estar decorado con posibles diseños geométricos en relieve
(Fig.42 y 43). Este espacio mayor estaría articulado, inmediatamente, por el corredor.
Primera remodelación
La primera remodelación está determinada por la construcción de un muro ancho de
adobes de 1.30 m. de grosor, al sur y en paralelo a la fachada, con la intención de
formar un corredor de 3.50 m. de ancho, orientado en sentido este-oeste. Asociado
a este muro, se identifica una banqueta de 2.58 m. de largo por 1.04 m. de ancho
y 12 cm. de alto, aproximadamente, la cual estaría reduciendo el espacio de flujo
de circulación del corredor (Fig. 46). Al este de la banqueta fue registrado el corte
que indicaría la presencia del contexto funerario del personaje denominado “noble
guerrero” (T15).
Esta propuesta sobre la forma de crecimiento del monumento funerario está organi-
zada en tres edificios que surgen como proyectos arquitectónicos independientes,
cada uno logrado mediante fases constructivas y remodelaciones. En este sentido,
de acuerdo a los análisis de la arquitectura, así como a los materiales asociados a
las tumbas y gracias a fechados radiocarbónicos, se han logrado identificar las fases
Temprana y Media de la ocupación mochica, periodos en los que estamos insertando
las 16 tumbas arqueológicamente excavadas (Fig. 48).
Plataforma norte
En el lado norte, adosada a la Pirámide Ceremonial, existe una estructura de planta
rectangular de 101.82 m. de largo por 70.04 m. de ancho, denominada Plataforma
Figura 49: Vista panorámica de la Plataforma
Norte (Figs. 49 y 69) y cuyo diseño arquitectónico aún están en una etapa preliminar
Norte, tomada en sentido sur-norte al inicio de la
intervención.
de investigación. Sin embargo, los primeros datos recopilados permiten reconstruir
algunos espacios, así como postular algunos enunciados que definen a esta pla-
taforma como punto de acceso hacia las pirámides mayores, debido a que, hasta
el momento, se han registrado espacios de desplazamiento tales como corredores,
rampas, ambientes y corredores con hornacinas (Fig. 50). A partir de las evidencias,
hasta la fecha, se definen tres fases constructivas dentro de las cuales se distinguen
una sucesión de remodelaciones o, más bien, de reparaciones que fueron necesa-
rias ante el desgaste que sufrieron las superficies de los espacios arquitectónicos.
A pesar del avanzado estado de erosión— producto de los fenómenos pluviales que
han provocado el deslizamiento de material constructivo en gran parte de su estruc-
tura y han creado profundas torrenteras— se ha realizado una limpieza de perfiles
con la finalidad de observar algunos rasgos del proceso constructivo de la platafor-
ma. Un ejemplo es la sucesión de pisos, cuyo número asciende, actualmente, a un
total de 14 superficies.
Secuencia constructiva
Durante los trabajos de reconocimiento de la Plataforma Norte se identificaron evi-
dencias de los pisos superficiales (pisos 1 y 2), asociados a muros colapsados por
el paso del tiempo. Es difícil determinar la configuración espacial formada durante
la ocupación de estas superficies. Por tal motivo, la reconstrucción de la secuencia
arquitectónica se realizará a partir de los ambientes registrados desde el piso 3. Este
análisis ha permitido definir tres fases constructivas con sus respectivas remodela-
ciones cuyos procesos han provocado el volumen de esta estructura.
Fase constructiva 1
Corresponde a la última construcción que se realiza en la Plataforma Norte. Se carac-
teriza, principalmente, por la presencia de dos corredores (corredor 1 y el corredor 2)
en el lado norte y sur del área de excavación, respectivamente. La parte central de
la zona intervenida ha sido afectada por erosiones pluviales, por lo cual no ha sido
posible identificar otros espacios (Fig. 51).
progresaron como una superposición de pisos arquitectónicos, tanto en el corredor 1 delación suscitada en la fase constructiva 1.
En el corredor 1 se aprecia una superposición de tres pisos que originó una elevación Figura 55: Reconstrucción isométrica de la fase
poco significativa en relación a la superficie inicial. En uno de los tramos de la última constructiva 2 de la plataforma norte.
superficie del corredor 1 se identificó hoyos para postes de diferentes diámetros,
probablemente, para soportar una cubierta (Fig. 54).
Fase constructiva 2
Esta segunda fase constructiva está asociada al funcionamiento del piso 5, cuyos
elementos arquitectónicos se encuentran mejor preservados, lo cual nos permite
identificar seis corredores, dos de ellos decorados con hornacinas (Fig. 57), y un am-
biente. No obstante, la erosión causada por las diferentes torrenteras que afectan la
estructura cortan parte de los espacios dificultando identificar los accesos. A pesar
de estas circunstancias, en algunos casos, hemos optado por realizar algunas pro-
yecciones considerando la distribución y el patrón arquitectónico desarrollado hasta
el momento en la Plataforma Norte.
El corredor 3, orientado en sentido este-oeste, está delimitado por dos muros: uno
al norte— que lo separa del corredor 1— y uno al sur— que lo separa del corredor
4 y con hornacinas. Esta estructura alcanza una extensión de 11.50 m. de largo por
70 cm. de ancho, aproximadamente. Probablemente, alcanzó mayores dimensiones
pero la presencia de una torrentera habría erosionado gran parte de su estructura
(Fig. 55).
El corredor 4 se sitúa al sur del corredor 3 y se orienta en eje este-oeste, abarcando
13.20 m. de largo por 5 m. de ancho. De acuerdo a las evidencias encontradas en el
lado oeste de las excavaciones, se logró registrar parte de su estructura, lo que nos
permite afirmar que, en su tiempo, habría alcanzado una extensión de 20 m., apro-
ximadamente. Este corredor está delimitado por dos muros anchos enlucidos de
color beige en ambas caras y decorados con hornacinas que miran al interior que, a
su vez, miden 1.05 m. de ancho por 1.10 m. de fondo y conservan una altura de 80
cm. Están separadas entre sí por un muro de 70 cm. de ancho. La presencia de un
zócalo de 40 cm. de altura permitió que la superficie de las hornacinas no esté a ni-
vel de la superficie del corredor (Figs. 55, 56 y 57). Se identificaron ocho hornacinas
conservadas, seis al sur y dos al norte. En el interior del corredor 4 se ha registrado
un relleno de tierra compuesto por fragmentos de adobes, barro, grava y arcilla que-
mada. Este relleno está dispuesto sobre el piso 5. En un tramo del corredor, ha sido
posible identificar improntas de poste que debieron formar parte de una techumbre.
Figura 60: Vista panorámica oeste-este del corredor 1 divido por Figura: 61: Restos óseos y fragmentos de cerámica in situ al
un muro formando el corredor 1a. interior del corredor 1B.
El ambiente 2 es el primer espacio registrado para esta fase. Abarca una extensión
aproximada de 6 m. de largo por 4.20 m. de ancho y 1.33 m. de altura, y está orienta-
do en dirección norte-sur. El acceso a este espacio no ha podido ser identificado. El
piso 6 se extiende por el ambiente de forma irregular, es de consistencia compacta y
se compone de una mezcla de barro, arcilla, arena gruesa, gravilla de color gris, de
un espesor de 2 cm. Al lado este, se ha registrado una sección del corredor 7, el cual
se define por dos muros paralelos en dirección norte-sur. Miden 2.50 m de largo por
La Pirámide Ceremonial
La Pirámide Ceremonial es una de las dos estructuras preponderantes que conforma
el área monumental de Sipán ubicada entre la Pirámide Político-Administrativa y la
Plataforma Funeraria (Fig. 69). Presenta una planta más o menos cuadrangular pero,
debido a las precipitaciones pluviales que ha soportado a lo largo del tiempo, se ha
deformado totalmente la apariencia de la estructura, apreciándose en la actualidad
como un montículo alto y alargado surcado por una gran cantidad de torrenteras.
El área que se intervino para llevar a cabo el estudio estuvo centrada en la torrentera
número 7 (Fig. 65), localizada en el lado este de la estructura ceremonial y se limitó a
la limpieza de la capa superficial que cubría el perfil norte y los escombros del lecho.
Secuencia constructiva
La Pirámide Ceremonial tiene una orientación que varía notablemente con respecto
a la Pirámide Político-Administrativa (Fig. 69). Según el doctor Alva (2004), esta va-
riación estaría indicándonos una diferenciación cronológica entre estas estructuras.
Presenta una planta más o menos cuadrangular y tiene una base aproximada de 70
m. de lado y una altura de 37 m. desde el terreno actual.
La información que se presenta de la secuencia arquitectónica se limita a cumplir
con la fase diagnostica a partir del perfil norte de la torrentera 7. Esta secuencia—
que puede ser ampliada en el futuro por las investigaciones a realizar— se describe,
desde la construcción más tardía hasta la más antigua, de la misma forma como se
describió la secuencia constructiva de la Plataforma Funeraria.
El recinto 1 es de forma rectangular y se orienta con su eje mayor de oeste a este. Las
dimensiones del ambiente son 2.60 m. de ancho por una longitud de 3.45 m. visible.
Figura 71: Reconstrucción isométrica del edificio 1.
Figura 72: Vista del corredor 2 ubicado al extremo El recinto 2 está ubicado al sur del recinto 1 y 3, tiene forma cuadrangular y mide,
este del edificio 1, en la Pirámide Ceremonial. visiblemente, 6 m. por lado. Por el norte, lo delimita el muro 2. En cuanto a los demás
límites, estos no fue posible definirlos.
El recinto 2B, que se localiza al oeste, estaría conformado por el muro 2 hacia el sur
y el muro 4 hacia el este; es en esta parte donde se puede apreciar, claramente, el
proceso de la primera remodelación. En un primer momento, se elaboró el piso 2 que
funcionaría simultáneamente con el recinto 2A. Finalmente este recinto es remode-
lado y, en la parte central, se construye la plataforma. En esta parte, el piso también
presenta una decoración blanca.
Remodelación 2
Figura 74a: Dibujo de planta de la segunda remo- Este proceso de remodelación se observa en el recinto 2 y el corredor 2. En el primer
delación del edificio 1. caso, se sella el área para construir el piso 1 del edificio, se remodela el muro 2 en
su lado oeste— el cual sella el vano de acceso que comunicaba con el recinto 1,
ampliando las dimensiones del recinto 2. En el caso del corredor 2, se presenta un
desnivel que reduce su amplitud en el lado oeste (Figs. 74a, 74b).
Figura 74b: Reconstrucción isométrica de la se-
gunda remodelación del edificio 1.
Los espacios identificados en este edificio los dividiremos en internos y periféricos. Figura 76a: Dibujo de planta del diseño arquitectó-
Son considerados espacios internos los que se encuentran en la parte superior del nico asociado al edificio 2.
edificio, entre los cuales tenemos una plataforma escalonada de dos niveles, los
corredores 1, 2 y un probable tercero (Figs. 76a y 76b). En cuanto a los espacios
periféricos, estos están comprendidos en la parte lateral de la pirámide y se recono-
ce el corredor lateral 1. Este edificio es el que mejor definido tiene su diseño; se ha
identificado a partir de la fachada B y se ha podido reconocer que tuvo, al menos,
una remodelación.
Figura 76b: Reconstrucción isométrica del
La plataforma escalonada presenta dos niveles. El primero está constituido por el
edificio 2.
piso 8 y el segundo nivel se logra con el piso 7, según la secuencia de superficies
arquitectónicas registradas en el perfil de la estructura piramidal.
El corredor lateral 1 está delimitado por los muros 7 y 10. Adosado a este corredor, se
aprecia un paso y contrapaso que estarían formando una escalinata (Fig. 77).
alto y hacia el este termina a la altura de una probable fachada que se diferencia de
los demás paneles modulares por el mayor tamaño y composición de sus adobes
(Fig. 78). Siguiendo la lectura del perfil, observamos que la superposición de pisos
asociados a los elementos primarios relacionados directamente con esta fachada
Figura 79: Reconstrucción isométrica del edificio 3
nos lleva a proponer la existencia de corredores, escalones, muro y plataforma peri- donde aparecen corredores laterales.
métrica (Fig. 79). Asimismo, como en los anteriores edificios, se ha podido observar
dos remodelaciones sin descartar la posibilidad de una tercera. Destaca, también,
una reiteración en los diseños escalonados, corredores, muros y plataformas.
Figura 80: Vista de este a oeste de la Plataforma
Interconectante que comunica las pirámides ma-
yores.
Plataforma interconectante (fig. 69)
Otro de los espacios que fue explorado durante las últimas excavaciones se encuen-
tra localizado al norte de patio 2, probablemente, articulando las estructuras mayo-
res. Por tal motivo, ha sido denominada como Plataforma Interconectante (Fig. 80).
Sin embargo, los trabajos de reconocimiento y exploración aún no han proporciona-
do evidencias suficientes que nos permitan sustentar tal enunciado. Investigaciones
más profundas permitirán registrar los detalles de los elementos arquitectónicos y de
las configuraciones mismas que se desarrollaron en este espacio en los diferentes
niveles, lo cual proporcionará datos suficientes para entender su función o su diná-
mica de circulación.
Los datos que ha sido posible recuperar evidencian una serie de fuertes eventos
pluviales (probable fenómeno Enso) que originaron la destrucción de la estructura.
Esto motivó su remodelación. Ello está sustentado en las evidencias registradas en
patio 2, donde se constata gruesas capas de sedimentos finos acarreados por las
avenidas de agua de lluvia.
La fase más tardía (fase constructiva 1) está constituida por recintos parcialmente
identificados cuyas dimensiones no son apreciables debido a los rellenos de tierra
suelta, material arquitectónico calcinado y elementos culturales perecibles. La se-
gunda fase constructiva evidencia el empleo de bloques de piedra unidos con mor-
tero de barro que configuran, en algunos casos, muros o una plataforma. Este tipo de
construcción se ha registrado en ambas torrenteras; sin embargo, en la torrentera 2
se pudo identificar, además, por debajo del nivel de bloques de piedra, vigas de al-
garrobo y una gran capa de relleno arquitectónico cuya extensión no ha sido definida
aún debido a la gran cantidad de material colapsado y la inestabilidad del terreno.
Estas vigas de algarrobo, probablemente, debieron servir para soportar el peso de
los bloques de piedra para, así, impedir que cedan al ir puestos directamente sobre
un relleno. Al mismo tiempo, los bloques de piedra debieron ser parte del soporte de
bloques de adobe para formar celdas de relleno u otros rellenos, tal como se eviden-
cia en las torrenteras 1 y 2 (Fig. 83).
Conjunto Arquitectónico 1
Figura 87: Vista de los ambientes localizados en el
Este conjunto se definió en el ángulo sureste, registrándose en su interior siete am-
Conjunto Arquitectónico 2.
bientes pequeños elaborados por adobes plano-rectangulares reutilizados de dife-
rentes dimensiones, textura y color (Fig. 86). Al sur, limita con un área erosionada
y sin arquitectura; al este, con el conjunto 2, dividido por un muro perimetral de 80
cm. de ancho constituido de dos a cinco hileras de adobes dispuestos de cabeza y
soga que están unidos con argamasa con alto contenido de arcilla; al oeste y norte,
no se definieron sus límites, debido a que la proyección de los muros se introdu-
ce en unidades sin excavar. Los ambientes se ordenan a partir del muro perimetral
al oeste. Algunos se orientan de norte a sur y otros de este a oeste, tienen forma
rectangular y, en algunos casos, cuadrangulares. Por la ubicación y disposición, se
trata de pequeños depósitos, probablemente, de materiales perecibles. El Conjunto
Arquitectónico 1 es parte de una remodelación después que ciertos ambientes del
Conjunto Arquitectónico 2 fueron cubiertos por acarreos aluviales quedando en uso
algunos ambientes.
Patio 2
En el patio 2, los vestigios del Moche Tardío se relacionan con actividades de que-
mas y pequeños recintos ortogonales construidos de adobes reutilizados asociados
a importantes áreas de quemas (extensas fogatas) y fogones, probablemente, rela-
cionados con actos rituales que se evidencian desde el piso 6 (capa 9) hasta el piso
9 (capa 12) del área intervenida (Fig. 97a). Hay que puntualizar que, en una de las
unidades que fue excavada hasta las capas 13 y 14, los materiales asociados per-
mitieron complementar la información obtenida. Las superficies están relacionadas
a los primeros momentos de ocupación de la fase Moche Tardío; ante esta realidad,
la estratigrafía se ordena tomando como referencia la capa 9 (piso 6) hacia la capa
14 (piso 11), determinando hasta seis momentos de ocupación con claros vestigios
culturales de la Fase Tardía (Fig. 97b).
de grandes dimensiones (Fenómeno El Niño) (Fig. 98b) que erosionó los adobes de
la fachada este de la Pirámide Político-Administrativa, cuyos sedimentos originaron,
al pie de la misma, una gruesa capa de acarreos aluviales de color anaranjado.
Figura 99: Cántaros cara-gollete con representa-
Probablemente, esta es producto de la desintegración de los adobes de ese color ciones de nobles tardíos (a, b), olla cuello com-
que fueron empleados para la construcción de la fachada (capa 8) que cubre, si- puesto (c), olla cuello semi-plataforma (d).
multáneamente, toda el área de excavación, sella los vestigios mochicas y genera
superficies posibles de ser habitadas por culturas tardías. Se sugiere que el evento
lluvioso fue de gran magnitud e hizo que la superficie ascienda hasta 40 cm., aproxi-
madamente, en algunos espacios. Dentro de la cerámica identificada, contamos con
fragmentos de cántaros cara-gollete con representaciones de personajes de élite a
los que estamos denominando “nobles tardíos”, los mismos que, para el valle del
Jequetepeque, se conocen como “reyes de Asiria” (Ubbelohde-Doerin 1983 [toma-
do de Castillo 2010]). Asimismo, se han encontrado ollas con bordes compuestos
y otras que parecen tener el cuello plataforma (Fig. 99 y 100). Por otro lado, se han
recuperado asas estribos decoradas con panoplias (representación de un escudo
circular o rectangular, el cual cubre dardos, porras o estólica cruzadas entre sí), y
cucharas decoradas con motivos lineales (Fig. 100).
adobes de las primeras hileras de los muros enrojecieron parte de la cara inferior, a
diferencia de otros que corresponden a estructuras desbastadas por un fuego inten-
so que ruborizó todo los lados (Fig. 110a y 110b).
Figura 111: Ambiente 1 (1a, 1b, 1c). Vista de oeste
Los vestigios arquitectónicos y cúmulos de ceniza gris oscura con fragmentos de a este.
cerámica doméstica (partes de cuerpo de cántaros, ollas, botellas asa estribo), tes-
tifican que se estaban ejecutando actividades domésticas en pequeñas estructuras
edificadas directamente en el piso natural y que fueron complemento de las quemas
rituales (Fig. 110b). En este momento, la arquitectura asociada es más completa y
compleja.
Ambiente 1
Se trata de un recinto rectangular orientado de sureste a noreste, edificado por mu-
ros de tres hileras de adobes, dispuestos de soga, unidos con argamasa arcillosa.
Es evidente que los muros tuvieron una mayor altura y que colapsaron al interior del
ambiente por impacto de fuertes lluvias. Este ambiente se subdivide en tres recintos
ortogonales de menores dimensiones: ambientes 1a, 1b, 1c (Figs. 97b, 110a, 111).
Ambiente 1a: Se ubica al noroeste del ambiente 1b. Tiene forma de “L”, mide
4.98 m. de largo por 1.65 m. de ancho en el eje sur-norte y 4.90 m. de largo por 1.90
m. de ancho en el eje este-oeste. Limita al norte con el corredor 1 y parte del corredor
2 (Figs. 110a y 111) mediante un muro construido por tres hileras de adobes pla-
no-rectangulares reutilizados dispuestos de soga. Al este, limita con el ambiente 1b;
al oeste de este espacio (ambiente 1a), con un área abierta que se distribuye hasta el
paramento de la fachada este de la Pirámide Político-Administrativa; al sur, con áreas
abiertas con lentes de ceniza, cúmulos de materia orgánica en descomposición y
abundante fragmentería de cuerpos de vasijas domésticas (ollas y cántaros) (Fig.
el perfil norte del área de excavación. Está delimitado por dos muros (este y oes-
te) constituidos de adobes reutilizados de color beige con argamasa arcillosa (Fig.
110a). El muro este muestra algunos adobes ruborizados a nivel de la cabecera,
Figura 116: Ambiente 3.
debido a una quema realizada en la penúltima ocupación correspondiente a la Fase
Moche Tardío (capa 10). También refleja un deterioro reiterado por eventos pluviales,
donde los adobes de la parte central del muro fueron destruidos por violentos arras-
tres de lluvia, haciendo que colapse al interior del ambiente 4 y formando un bloque Figura 117: Ambiente 4.
de adobes dispuestos a manera de sardinel, los mismos que indican que tuvo una
altura de alrededor de 13 hiladas de adobes.
Ambiente 3
Este ambiente se definió en la temporada de investigaciones del año 2010. Por la
orientación y falta de los muros norte y sur que delimiten al recinto, se pensó que
se trataba de un corredor, pero a medida que los trabajos de investigación fueron
avanzando, en el año 2011, se registró parte del muro sur, el cual permitió cambiar la
denominación de corredor por el de ambiente (ambiente 3). Este espacio mide 2.20
m. de largo por 1.98 m. de ancho. Limita al norte, oeste y sur con aéreas abiertas
Ambiente 4
Está definido de manera parcial (Fig. 110a). Su área visible es de 2.80 m. en el eje
este-oeste y 9.20 m. en el eje sur-norte. Al oeste, limita con el corredor 1 mediante un
muro construido de adobes dispuestos de cabeza. Al sur, con el corredor 2 por un
muro de adobes dispuestos de soga. Algunos muestran enrojecimiento, que indica
que correspondieron a estructuras que fueron expuestas a un fuego intenso antes
de formar parte del muro. Sin embargo, los límites norte y este no se determinaron;
probablemente, los muros se encuentran fuera del área de excavación (Figs. 115 y
117). El vano de acceso se localiza en el lado sur y comunica con el corredor 2 y
el ambiente 1. El piso corresponde a un apisonado elaborado de arcilla, arena con
poca presencia de gravas; mostraba mal estado de conservación debido a embates
de lluvias intensas. Se asume que en el interior se realizaron quemas rituales don-
de fragmentaron vasijas domésticas, tal como lo indica la presencia de fragmentos
de cuerpos de ollas, cántaros y tinajas. En la parte central del ambiente, resalta un
cúmulo de sedimentaciones arcillosas y fragmentos de adobes ruborizados que in-
dican una alta concentración de fuego abierto que oxidó el hierro contenido en los
fragmentos de adobes y sedimentos.
Momento de ocupación 4
Corresponde a la capa 12 que está demarcada por el piso 9 (Fig. 97b). En la super-
ficie, se registraron pequeños repositorios y oquedades de sección circular rellenos
por ceniza gris oscura con fragmentos de cerámica doméstica y restos de materia
orgánica desintegrada asociada a grumos de adobes anaranjados, beige y marro-
nes (Figs. 119a y 119b) a excepción del repositorio 1, del cual se recuperaron dos
ollas de cuello compuesto, una de ellas totalmente fragmentada y la otra con peque-
ñas rajaduras (Fig. 120). Además, resaltan pequeños hoyos cubiertos de ceniza con
restos de carbón y arena fina, lentes de ceniza oscura y gris, fogones y quemas con
sedimentaciones ruborizadas que indican el alto grado de combustión alcanzado
por las mismas (Fig. 119b). Los elementos anteriores están asociados a lentes de
sedimentos arcillosos craquelados que indican la presencia de lluvias, seguido de
un periodo de insolación y bases de postes con restos de madera en estado de des-
composición, cuya distribución no es clara. Probablemente, estos elementos sosten-
drían un techo constituido por cañas y esteras.
Momento de ocupación 6
Se identificó en el piso 11, en la capa 14, y se constituye como la fase mochica tardía
más temprana registrada en una de las unidades del área de excavación (Fig. 97b).
En la superficie, se registraron pequeñas quemas constituidas por ceniza oscura con
diminutos fragmentos de carbón. Las quemas alcanzaron un alto grado de combus-
tión que ruborizó parte de los sedimentos del suelo; asimismo, resaltan pequeños
lentes de arcilla con fisuras. En el lado norte de la unidad, es evidente la presencia
de tenues huellas de escorrentías de arena fina que recorren de oeste a este y en
las que se registraron pisadas humanas de individuos adultos orientadas en todas
direcciones. Estas indican el tránsito de personas (Fig. 124).
D
esde el año 1987, las excavaciones realizadas en Sipán han tenido como ob-
jetivo conocer la historia ocupacional del sitio y, en especial, entender cuáles
fueron las condiciones y características de la ocupación mochica en la parte
media del valle Chancay-Lambayeque, a partir del estudio de las prácticas ceremo-
niales y funerarias de la élite. Los importantes contextos funerarios excavados han
permitido reconocer ajuares de élite variados y de inigualable calidad artística, casi
todos del estilo Mochica Medio, los cuales, en algunos casos, permiten hacer com-
paraciones con materiales de otros contextos hallados en los valles vecinos del sur
como el Zaña, Jequetepeque y Piura, al norte.
La construcción de las tumbas no fue planificada; esto quiere decir que, cuando se
sellaron las diferentes fases constructivas de los edificios, no se consideraron espa-
cios para su edificación. Su construcción se realizó con la necesaria ruptura de los
pisos y rellenos de tierra y bloques de adobes de los diferentes edificios, de manera
que el espacio para la tumba se adicionó mediante la nivelación de las paredes in-
ternas dándoles uniformidad. Las tumbas identificadas son de dos tipos: de cámara
y de fosa. Las de cámaras son de forma cuadrangular, presentan una cubierta de
vigas de algarrobo y hornacinas, contiene al personaje principal y varios individuos
acompañantes con sus asociaciones. Las tumbas de fosa son rectangulares sin nin-
gún tipo de cubierta y están compuestas, por lo general, de un solo individuo.
Para presentar el contenido de los tres últimos contextos funerarios (tumbas 14, 15 y
16) y con la finalidad de facilitar su entendimiento, lo haremos intentando reconstruir,
tal y como debió realizarse, el proceso de inhumación de los personajes y de todas
sus asociaciones. Es importante precisar que es la primera vez que se hace la pre-
sentación científica de la tumba 16, perteneciente al Señor Guerrero.
El Sacerdote Guerrero
La excavación de la unidad donde se ubicó la tumba se inicia con el retiro de todo el Figura 126: Vista de las improntas de la tapa de
madera del ataúd.
material suelto de la superficie y de los pozos de huaquero para, así, evitar la mezcla
de materiales. Luego de excavar los niveles superficiales de la estructura, se iden-
tificó un corte casi cuadrangular de 3.90 m. por 3.35 m. con su eje mayor orientado
de norte a sur. Esta evidencia corresponderá a la intrusión de un nuevo contexto
funerario. La tumba 14 se encontró a mediados de junio del 2007, y el proceso de
excavación y registro duró, aproximadamente, ocho meses. Se localiza a 3.50 m. al
sur de la tumba 11, excavada en el año 1998.
La elaboración de la tumba
Por las evidencias existentes en los perfiles y la base donde se ubicaron los compo-
nentes de la tumba, la cámara funeraria se fue profundizando a medida que se iba re-
duciendo. Alcanzó a medir, en la base, 2.55 m. por 2.20 m. Dicha base estaba locali-
zada a 4.30 m. de profundidad en relación a la superficie actual. La cámara funeraria
es de forma cuadrangular; su construcción se inicia rompiendo la superficie original
del edificio 1 (fase constructiva 2) hasta alcanzar lo más profundo de la arquitectura
del edificio 2. Esto significó la ruptura del muro oeste que delimita al corredor central,
la superficie del mismo, la superficie de los ambientes 1 y 2 y el muro que los divide
(todo esto habría generado que la tumba presente paredes irregulares). Finalmente,
en las paredes sur y este, se elaboraron dos nichos u hornacinas que, en su interior,
contenían algunas ofrendas de cerámica y objetos de metal.
La cubierta
Conforme se retiraba el relleno de la tumba, a 2.48 m. de profundidad del piso origi-
nal del edificio 1, se halló el techo de vigas de algarrobo totalmente desintegradas,
algunas colapsadas al interior de la cámara y colocadas para proteger el ataúd del
sello de tierra y fragmentos de adobes. La cubierta está conformada por un total
de 13 vigas de 15 cm. y 20 cm. de diámetro. Una viga fue colocada de sur a norte
apoyada en dos horcones, sobre la cual se cruzaron 12 vigas en dirección este-oeste
que cubrían, finalmente, la cámara funeraria y estaban apoyadas, por el lado oeste,
en la pared de la cámara (Fig. 125). Es sobre esta cubierta que fue colocado el relle-
no hasta sellar el espacio abierto para su construcción.
En la parte central, se agregaron puntas de porras y dos discos que con 12 círculos
calados alrededor de su perímetro. También se registraron puntas de porra en el
Figura 131: (a) Cabeza de la porra ceremonial extremo sur del ataúd.
colocada sobre la base del ataúd. (b) Representa-
ción iconográfica donde se identifica una porra de
dimensiones mayores.
Encima de estos objetos, se dispuso una tarima de madera de 1.80 m. de largo por
60 cm. de ancho, envuelta con una capa de algodón y textiles a manera de lecho,
Figura 132: Porras desdobladas colocadas sobre
sobre la cual se colocaron cuatro láminas alargadas de cobre que habrían pertene-
la tarima de madera.
cido a los mangos esdoblados de igual número de porras (Fig. 129 y 132). Luego,
sobre estas láminas, en el extremo sur, fue colocada una diadema de cobre dorado
de 33 cm. de alto por 45 cm. de ancho cuya figura esta lograda por ocho volutas que
asemejan los tentáculos de alguna especie de cefalópodo (probablemente pulpo),
decorada, en la parte central-inferior, con una escultura que representa a un felino
humanizado (Fig. 133). En la sección central, se acomodaron tres puntas de porras
de 30 cm. de largo y un soporte de plumero de 35 cm. de largo adelgazado y ensan-
chado en uno de sus lados a manera de espátula con el mango recubierto con hilos
(Fig. 134). Sobre la diadema, se acomodan la parte posterior de dos camisetas (uno
sobre otra) de 60 cm. de lado, elaboradas con pequeñas láminas cuadrangulares de
cobre dorado cuya parte inferior remata en láminas triangulares (Fig. 135). Es sobre
estos elementos de metal donde reposó el cuerpo del personaje de élite que, de
acuerdo a las evidencias de improntas de textiles, habría estado vestido al momento
de su entierro. Sobre el entierro y a su alrededor, se colocaría el resto de objetos per-
sonales elaborados en cobre, cobre dorado y, unos pocos, en cobre plateado y oro.
Las asociaciones
Los diferentes elementos que fueron colocados como ofrendas funerarias están con-
formados, en primer lugar, por una llama adulta colocada en el lado oeste de la
La cerámica
A la tumba 14 se asociaron 204 piezas de cerámica completa (muchas de ellas
fragmentadas) con características morfológicas y estilísticas que relacionan este
contexto funerario con la tradición de la Fase Mochica Medio de la costa norte. La
disposición de la cerámica parece haber seguido cierta planificación como conse-
cuencia de un ritual de enterramiento propio de un gobernante importante. De esta
manera, se colocaron grupos de cerámica al sur de la tumba, al este, oeste y dentro
de la hornacina este de la cámara.
La cerámica identificada ha sido clasificada en dos grandes grupos: vasijas y otras
formas. El primer grupo está constituido por 159 vasijas; se identifican cántaros (154
piezas) y botellas (cinco piezas). El segundo grupo reúne 45 piezas de cerámica
en miniaturas que representan cántaros escultóricos antropomorfos (nueve piezas),
máscaras (10 piezas), instrumentos musicales de viento como trompetas con diseño
zoomorfo (nueve piezas), conus (10 piezas), así como también crisoles (cinco pie-
zas) y antaras (dos piezas).
Cántaros
Los cántaros representan el mayor número de cerámica recuperada de la tumba 14
y son de forma simple y escultórica.
Los cántaros simples suman 115 piezas de las cuales se ha identificado dos tipos, de
acuerdo a la forma del cuello: cántaros de cuello recto y cántaros de cuello expandi-
Botellas
Las botellas son la forma más escasa dentro del contexto funerario (cinco piezas) y
presentan asa estribo. De acuerdo a la forma del cuerpo, se distinguen botellas sim-
ples y botellas escultóricas. Para su elaboración se utilizó moldes; el tratamiento de
la superficie evidencia una capa de engobe arcilloso de consistencia ligera de color
crema o blanco, alisada Como técnica decorativa se empleó la pintura pre-cocción
y post-cocción, además de aplicaciones escultóricas. La cocción de estas vasijas
evidencia el uso de hornos abiertos por el color anaranjado de la pasta. Se ubicaron
entre la pared de la cámara y el lado sur del ataúd.
Dentro de las botellas simples, dos son de cuerpo cilíndrico con asa estribo lateral
y base plana. La parte superior del cuerpo presenta una escultura de una cabeza
humana, en cuyo rostro se resaltan las líneas de expresión en ambas mejillas con
líneas de pintura blanca; asimismo, tienen perforaciones en los extremos de la oreja.
Presentan un baño ligero de engobe de color crema y blanco sobre el cual se reali-
zaron diseños pictóricos repetitivos de un ave estilizada en forma helicoidal. Estos se
ubican en la parte frontal y el lado izquierdo de la vasija (Fig. 154). La otra botella es
de cuerpo globular con asa estribo, en la parte superior. Tiene la base plana y mide
Figura 155: Botella asa estribo de cuerpo globular El grupo de otras formas
con diseños geométricos pintados.
Este grupo de cerámica está constituido por un total de 45 piezas, 43 de ellas en
miniaturas que representan vasijas, elementos funerarios e instrumentos musicales.
Asimismo, conforman este grupo de cerámica dos antaras constituidas por tubitos
Figura 156: Botella escultórica zoomorfa con asa de diferentes tamaños. Casi la totalidad de este grupo de cerámica está elaborada
estribo y gollete. mediante manufactura moldeada, la cocción es oxidante y, como acabado de la su-
perficie, presentan alisado.
Miniaturas
La gran mayoría de cerámica en miniatura se localizó entre la pared de la cámara y
el lado sur del ataúd.
Cántaros escultóricos
Se encontraron un total de nueve piezas en miniatura que representan a guerreros de
pie, sujetando una porra terciada y un escudo. Miden 6.5 cm. de altura como prome-
dio y el diámetro de la boca es de 2 cm. (Fig. 157).
Máscaras
Este grupo lo conforman 10 máscaras en miniatura que presentan variantes en los
ojos y boca. Un grupo tiene perforaciones solo en los ojos y el otro grupo tiene perfo-
rados los ojos y la boca (Fig. 158). No obstante, la decoración es similar: pintura blan-
ca pre-cocción con diseños que corresponden a bandas en forma de “L” invertidas
a la altura de las mejillas acompañados de bandas verticales en la frente y mentón.
Asimismo, se resalta el interior de los ojos y las orejeras. Miden 6.5 cm. de altura y
tienen un ancho de 7 cm., en promedio.
Crisoles
Se registraron cinco crisoles de cuerpos globulares con cuello divergente que no han
recibido tratamiento en la superficie exterior. Miden 4.5 cm. de altura como promedio
y el diámetro de la boca varía de 1.5 a 2 cm. (Fig. 162).
En mayo del año 2009 se decidió retomar la excavación del área donde ya se había
detectado la tumba años atrás. El trabajo se realizó en tres etapas. La primera, que duró
dos meses, consistió en retirar el material suelto colocado para cubrir la evidencia fune-
raria, hasta llegar a la superficie cortada para la construcción de la tumba. La segunda
etapa consistió en hacer el registró de los pisos, muros y rellenos que se evidencian
en los perfiles dejados por la excavación de la trinchera, identificando que debajo del
relleno que soporta la superficie inicial del edificio 2 existe un piso asociado a una fa-
chada inclinada correspondiente al edificio 3, y que esta, junto a un muro que corre en
dirección paralela, forman un corredor orientado en eje este-oeste de 3.50 m de ancho.
Dentro de él se halló el corte intrusivo de lo que sería la tumba 15. La tercera etapa se
centró en el retiro del relleno al interior de la fosa, hasta alcanzar el fondo donde se en-
contró depositado el esqueleto de un individuo— que formaba parte del ajuar personal
del individuo enterrado— y ofrendas de cerámica.
La construcción de la tumba
La construcción de la tumba se realizó rompiendo la superficie primaria de la edifica-
ción más antigua de la Plataforma Funeraria (edificio 3, Fig. 48). El proceso de cons-
trucción de la fosa consistió en romper el piso inicial del edificio y el relleno conformado
por bloques de adobes para, luego, acondicionar un espacio de 2.50 m. por 1.50 m.
con su eje mayor orientado este-oeste y poco más de 1 m. de fondo, sólo para colocar
a un individuo. Luego, la fosa fue sellada con material suelto directamente sobre el
envoltorio y las ofrendas, sin colocar ningún tipo de cubierta para soportar el relleno.
Antes de terminar de sellar la tumba por completo, se depositó un grupo de crisoles en
la esquina sureste de la fosa; es posible que se trate de una ofrenda post-entierro o de
algún tipo de marcador.
El relleno de la fosa
Figura 166: Osamenta del individuo de la tumba El relleno que cubre la fosa funeraria está compuesto por material suelto de tierra y
15 asociado a su ajuar funerario compuesto por fragmentos de adobes extraídos de la misma tumba.
metales y cerámica.
El contenido de la tumba
La tumba 15 se compone de un solo individuo enterrado con un ajuar personal con-
formado por una corona, un par de orejeras, narigueras, un escudo, punta de porra
y un grupo de cascabeles. Como ofrendas funerarias se dispusieron dos botellas
escultóricas y dos cancheros con características estilistas Mochica Temprano (Fig.
166).
El personaje principal
Los análisis antropológicos determinaron que el entierro habría correspondido a un
individuo joven, de sexo masculino, de unos 21 años de edad y con una estatura de
1.64 m. El individuo fue colocado en posición decúbito dorsal, extendido dispuesto
en eje este-oeste, con la cabeza al este. Tanto las extremidades superiores como las
inferiores estaban extendidas; las manos descansaban sobre la pelvis. La osamenta
se encuentró en mal estado de conservación debido a la presión del relleno y la fuer-
te humedad que existe en la zona, (hay que tomar en cuenta que esta tumba es la
más profunda que se ha encontrado en la estructura funeraria).
El ajuar personal
El cuerpo del individuo de la tumba 15, antes de ser enterrado, fue preparado con
una vestimenta de textil y depositado dentro de un envoltorio fabricado de totora—
similar a un petate— asociado a un ajuar conformado por varios objetos personales
de cobre, cobre dorado, un conjunto de pectoral y brazaletes de cuentas de concha
Spondylus; y cerámica estrictamente de uso ritual. Todos estos objetos fueron colo-
cados en ambos lados del cuerpo (Fig. 167)
Antes de colocar el cuerpo enfardelado del individuo dentro del envoltorio vegetal, se
habría acomodado un cubre espalda de piel animal con un pequeño cráneo y garras,
estas últimas dispuestas en posición extendida. El cráneo estaba asociado a dos
pequeñas láminas triangulares de cobre y a un collar. Por la posición de las láminas,
se trataría del cráneo de un zorro, pues estos metales estarían asemejándose a las
orejas de este mamífero, más aún si se tiene en cuenta que este animal está repre-
sentado en la iconografía de la cerámica y metales de las fases posteriores.
Sobre el rostro del individuo, se colocó, en primer lugar, una diadema de forma semi-
lunar de 27 cm. de alto por 42 cm. de ancho elaborada en cobre dorado (hallada en
mal estado de conservación) y decorada, en la parte central, con la figura del búho
con las alas abiertas representando sus plumas con láminas alargadas que cuelgan
de las alas. Los ojos del ave presentan incrustaciones de concha y las garras se
representan recogidas (Fig. 168). Sujetando la diadema, a la altura de la frente, se
encontró una cinta de cobre dorado de aproximadamente 60 cm. de largo por 3 cm.
de ancho decorada con lentejuelas, la cual habría sido el soporte de la diadema que,
finalmente, formaba la corona del personaje (Fig. 169).
Figura 168: Diadema con imagen decorativa del Luego, se habrían colocado otros elementos de metal que se asocian directamente
búho elaborada en cobre dorado.
al individuo: una punta de porra elaborada en cobre de 44 cm. de largo por 3 cm. de
ancho, colocada cerca al fémur derecho (Fig. 172), un grupo de pequeñas placas
laminadas de cobre dorado de formas variadas (cuadrangulares, rectangulares y
triangulares)—las cuales formarían el recubrimiento externo de un escudo circular de
madera de 35 cm. de diámetro ubicado en la zona abdominal (Fig. 173)— y un con-
junto de 40 cascabeles esféricos de 3.5 cm. de diámetro hechos de cobre que llevan
pequeñas piedras en su interior decoradas con círculos concéntricos y un punto en
la parte central (Fig. 174).
Crisoles
Este grupo de cerámica fue localizado en el relleno de la fosa. No presentan tra-
tamiento en la superficie y, por lo general, son de cuerpo globular y cuello recto, y
evidencian una mala distribución de la temperatura obtenida por el uso de hornos
abiertos (Fig. 179).
La Tumba 16:
El Señor Guerrero
Con la intención de continuar las investigaciones en la Plataforma Funeraria, durante
la temporada 2010, exactamente al sur de la unidad donde se identificó la tumba 15,
se abre una nueva unidad de excavación. Los trabajos se inician con la delimitación
de un área de 10 x 5.50 m. (Fig. 180) y con el retiro de la capa superficial que cubría
la tumba con la finalidad de extraer todo tipo de material descontextualizado. Luego
de este proceso, se identifica una superficie constituida de adobes tramados que se
extienden en casi toda el área intervenida, y una mínima parte de relleno suelto de
tierra y fragmentos de adobes en la parte oeste de la unidad. Asimismo, se pudo
identificar que esta área ha sufrido excavaciones clandestinas, pues la presencia de
dos pozos de huaquero al sur y al norte así lo confirman.
La construcción de la tumba
Esta tumba de fosa fue construida de manera similar a las dos anteriores: no se
habría considerado un espacio mortuorio al momento de sellar la arquitectura que
entraba en desuso. Por esta razón, se requirió cortar la superficie de la última fase
constructiva del edificio 2, que habría sido ocupada por el personaje de élite al mo-
mento de su muerte (Fig. 48). Al parecer, con la muerte de este dignatario, se cerraría
un ciclo en cuanto al aspecto ideológico y formas de políticas de gobierno y se esta-
ría renovando y legitimando el poder de los ancestros con el sello total del edificio 2.
El relleno de 20 cm. registrado sobre el piso asociado al corredor sería el sello del
edificio 2, el mismo que se registra también en el lado oeste de la estructura funera-
ria. Por su parte, los pisos 1 y 2 serían los pisos originales de las fases constructivas
1 y 2 del edificio 1. Esta edificación refleja la materialización de los cambios sociales
e ideológicos de una generación que legitima su poder respetando y manteniendo
ciertas tradiciones de sus antecesores.
El relleno de la fosa
Tomado desde el nivel inferior, el relleno identificado al interior de la fosa alcanza
un metro de espesor y está compuesto por material suelto de tierra y fragmentos de
barro mezclados con restos malacológicos y fragmentos de cerámica.
El contenido de la tumba
La tumba 16 está compuesta por tres individuos, dos de ellos enterrados en ataúdes
de caña y uno en envoltorio y tarima de caña, con un rico y variado ajuar funerario
en el que destacan ornamentos y elementos de rango elaborados en cobre, co-
bre dorado y plata, además de ofrendas de cerámica que fueron colocadas en los
dos niveles de la fosa funeraria y restos malacológicos trabajados. Esta tumba, al
igual que la mayoría de los contextos funerarios recuperados en Sipán, contiene a un
personaje miembro de la élite gobernante y a sus acompañantes. En este caso, se
hallaron dos individuos, uno de ellos sacrificado al momento de su muerte y otro (de
sexo femenino) que, probablemente, fue exhumado de otra tumba para ser colocado
junto al personaje (Fig. 182 y 183). Asimismo, se colocó el cuerpo de una llama adulta
carente de extremidades en el nivel superior de la fosa.
El ajuar personal
Entre los adornos personales y asociaciones hallados dentro del ataúd junto al perso-
naje principal, tenemos un variado y complejo ajuar conformado, casi en su totalidad,
por objetos en cobre, en cobre dorado y cobre plateado. Hay muy pocos objetos de
plata, de los cuales se distinguen diademas, pectorales, orejeras, narigueras, un ce-
tro, un vestido confeccionado por cinco placas (dos placas forman la parte anterior
y tres la parte posterior) cocidas a un soporte de textil grueso y finamente decorado
con motivos antropomorfos incisos ligeramente repujados, porras completas, lámi-
nas y un pututo de caracol.
De acuerdo a las evidencias en los diferentes niveles de los objetos de metal halla-
dos sobre y debajo del individuo, podemos hacer una reconstrucción del proceso
del acondicionamiento de este personaje y de todas sus asociaciones. Así, en primer
lugar, sobre la base del ataúd de cañas, se colocó la parte posterior de un vestido
elaborado en láminas de cobre plateado de 103.5 cm. de largo por 64 cm. de ancho
máximo, compuesto de dos partes (Fig. 184). La parte superior está confeccionada
con dos placas rectangulares de 43.5 cm. de largo por 32 cm. de ancho. Cada una
de ellas (ambas suman 64 cm) presenta pequeños agujeros alrededor de su perí-
metro para facilitar cocerlas a un soporte de tela y están decoradas con diseños
grabados que representan una escena de combate entre dos guerreros sujetando
porras y escudos. La parte inferior mide 60 cm. de largo por 38 cm. de ancho y
está, a su vez, confeccionada por una placa central de 18 cm. de ancho por 45 cm.
de alto flanqueada por una alineación de láminas cuadrangulares que forman tres
bandas; en conjunto estas suman 10 cm. de ancho en cada lado. La placa central
está decorada con diseños grabados que representan a dos guerreros de perfil con
una similitud en la indumentaria militar y de distinción, los cuales llevan un colgante
en la parte posterior de forma zoomorfa a la altura de la cintura. Finalmente, la parte
terminal del vestido remata en siete conos de 5 cm. de alto hechos de una sola lá-
mina con diseños repujados y sujetados mediante un hilo grueso (Fig. 185a y 185b).
Completan esta primera disposición de objetos tres puntas de porra y una nariguera
de cobre distribuidas tanto en el extremo inferior y superior del ataúd.
Figura 184: Vista de la parte posterior del vestido
de placas de cobre colocado sobre la base del
ataúd de caña.
Estas porras se habrían acomodado de esta manera, sobre el lugar donde habría
descansado el cuerpo del personaje previamente enfardelado o vestido con textiles
simples. También fueron colocadas dos narigueras de forma semilunar de cobre so-
bre las porras, por debajo de los pies del personaje.
La máscara de cobre plateado fue acomodada sobre el rostro del personaje prin-
cipal y representa el rostro de un ser antropomorfo portando orejeras y barbiquejo
adheridas a la pieza, y una nariguera desmontable con puntas recortadas. Los ojos
están resaltados con incrustaciones de turquesa y concha; las orejeras, la frente y
parte de los pómulos tienen lentejuelas circulares colgantes, mientras que la boca se
presenta como un espacio calado al igual que las volutas a la altura de los pómulos,
asemejando diseños faciales pintados sobre el rostro (Fig. 193).
Las estólicas se colocaron a ambos lados del cuerpo, a la altura de los brazos. Fue-
ron elaboradas de madera, aunque una de ellas presenta refuerzos de cobre a ma-
nera de anillos.
En cuanto a las orejeras, estas fueron colocadas a ambos lados del cráneo, a la altu-
ra de los temporales. Están elaboradas en cobre dorado y presentan un vástago tu-
bular que permite su inserción en el lóbulo de la oreja, y decoradas con tres círculos
concéntricos repujados. Los espacios dejados entre los círculos han sido rellenados
con lentejuelas circulares que penden de un pequeño alambre y miden 11 cm. de
diámetro (Fig. 199).
El cetro hallado a la altura de la mano derecha del individuo está elaborado en cobre,
mide 32 cm. de largo por 10 cm. de ancho y se constituye de un objeto con mango
tubular sólido cuya parte inferior presenta un adelgazamiento rectangular que ter-
mina en filo; en la parte superior se encuentra un elemento ovoide que tiene gran
semejanza con una cabeza de porra, distinguiendo y afirmando el rango que debió
poseer este personaje dentro de la élite dominante de Sipán (Fig. 201).
La botella de asa estribo es de forma escultórica y representa el fruto del maní. Tie-
ne un ligero reborde en el gollete y el cuerpo está demarcando perfectamente las
nervaduras que nacen desde el pedúnculo hasta la parte terminal del fruto. El asa
estribo presenta engobe con una ligera tonalidad lila y ha sido pulida, mientras que
el cuerpo ha sido decorado con pintura pre-cocción de color crema. Fue elaborada
con la técnica del moldeado y sometida a una cocción de horno abierto. Mide 18 cm.
de altura, 17.5 cm. de largo por 9 cm. de ancho (Fig. 210) y fue depositada entre el
pie, y la tibia y el peroné izquierdo.
Los cuencos estuvieron totalmente fragmentados debido al peso del relleno; estu-
vieron colocados boca abajo a ambos costados del cuerpo. Uno fue ubicado entre
el brazo derecho y el cuerpo, y el otro sobre la mano izquierda. Ambos ejemplares
están pulidos y son de color negro, de cuerpo semiesférico y base convexa, elabora-
dos mediante la técnica del modelado (Fig. 211). Tienen una altura que varía entre 6
y 7 cm. y el diámetro de la boca tiene entre 12 y 14 cm.
Las orejeras son de forma tubular, de cobre dorado con soporte de madera en su
interior. Se colocaron a ambos costados del cráneo. Estas piezas están formadas por
un tubo de 12 cm. de largo con diseños a manera de torsión y un pequeño disco de
3 cm. de diámetro el cual tiene la representación de la cabeza de un mono en alto
relieve rodeada de volutas. Los dientes de la imagen central están resaltados con pe-
queñas incrustaciones de concha Spondylus y es muy probable que las hendiduras
que tiene en los ojos también hayan sido decoradas con incrustaciones. Esta forma
también ha sido identificada en la tumba 9, perteneciente al guerrero.
Vasijas cerradas
Ollas
Fueron halladas en la esquina sureste del nivel superior de la fosa funeraria. Son de
cuerpo globular, cuello expandido y base convexa, con un diámetro de la abertura
de la boca que oscila entre los 11 y 14 cm. Tienen alisado como tratamiento de la
superficie y la cocción se realizó en hornos de atmósfera oxidante. Presentan hollín
adherido a la superficie, lo que nos estaría indicando que estuvieron sujetas a un uso
constante (Figs. 182 - 217).
Cántaros
Los cántaros registrados son, generalmente, de forma y decoración bastante simple;
sin embargo, aparecen, también, pequeños cántaros escultóricos con representa-
ciones antropomorfas similares en su forma, pero con ciertas distinciones en los di-
seños decorativos. Tienen la superficie alisada y la cocción fue realizada en hornos
abiertos.
Cántaros simples
Dentro del grupo de cántaros simples se distinguen, en primer lugar, dos grandes
cántaros globulares sin decoración, de cuello alto expandido y base convexa; miden
43 cm. de altura y tienen 11 y 12 cm. de diámetro de abertura de la boca. Estos
fueron colocados en el nivel superior de fosa, a la altura de la esquina noreste del
ataúd del adolescente (Figs. 182-218). En segundo lugar, se registraron pequeños
cántaros con semejanzas en su forma y decoración, ya sea con protuberancias en el
cuerpo o diseños modelados en el gollete, además de diseños con pintura pre-coc-
ción. Los cántaros que presentan protuberancias alrededor del cuerpo tienen cuello
expandido y base ligeramente convexa y llevan, entre el gollete y el cuerpo, peque-
ñas asas, también conocidas como falsas asas. Las protuberancias en dos de ellos
se aprecian como pequeños frutos alrededor de la vasija que fueron pintados de Figura 217: Olla de cuello expandido con hollín.
color crema. En el caso del tercer cántaro, la decoración destaca las protuberan-
cias circulares en cuya superficie se han realizado volutas pintadas de color blanco
(Fig. 219). Tiene una altura que varía de 12 a 16 cm. y de 4 a 9 cm. el diámetro de
Figura 218: Cántaro simple sin decoración.
la boca. Los cántaros que tienen gollete modelado representando la cabeza de un
zorro tienen una forma y decoración muy similar a las vasijas encontradas en San
José de Moro, Pacatnamú y las tumbas 5, 9 y 13 de Sipán. Tienen base plana y las
orejas se encuentran perforadas, lo que las haría ver como falsas asas. Presentan Figura 219: Cántaros simples con protuberancias
una decoración con diseños geométricos pintados que asemejan a pectorales de y motivos pintados.
Otras formas
Este grupo de cerámica está constituida, únicamente, por crisoles de cuerpo globu-
lar cuya superficie externa no presenta ningún tipo de tratamiento. Son de cocción
oxidante, y se distinguen crisoles de cuello recto y crisoles sin cuello (Fig. 222).
Ofrenda de camélido
Como parte de las ofrendas, también encontramos, al interior de la fosa, una llama
adulta colocada hacia el lado este del ataúd de caña del adolescente. Está dispuesta
de norte a sur, en posición ventral con el cuello doblado hacia el lado este de la fosa
y con el cráneo mirando al sur. Las extremidades fueron cortadas y colocadas en la
esquina sureste de la fosa funeraria (Figs. 182 - 223).
E
l valle Chancay-Lambayeque es uno de los sitios arqueológicos más impor-
tante de la costa del Perú, por ello representa un área trascendental en la ar-
queología peruana. Los testimonios culturales conocidos en este valle eviden-
cian un prolongado y complejo proceso de evoluciones socio-culturales que abarcan
desde el Arcaico hasta la ocupación inca, cuyos asentamientos se ubican desde la
porción más estrecha y elevada del valle hasta las orillas del mar.
Las últimas décadas han sido cruciales para dar inicio a investigaciones sistemáticas
llevadas a cabo mediante prospecciones y excavaciones que han definido una se-
cuencia de ocupaciones más amplia de este complejo valle. Sipán, la capital mochi-
ca del valle Lambayeque entre los siglos IV y VII, no es ajena a este proceso de nue-
vas investigaciones. Los trabajos realizados durante los últimos años (2007- 2011) en
el patio 2 del área monumental, han ofrecido evidencias que testifican una marcada
ocupación de grupos culturales tardíos que se inicia desde el Período Lambayeque
hasta la presencia inca. Estos grupos utilizaron el espacio disponible para la cons-
trucción de viviendas y, posteriormente, como área de cementerio. Las excavacio-
nes realizadas en la Plataforma Funeraria, durante los inicios de las investigaciones
en el sitio, ya advertían la presencia de estos grupos culturales, los cuales fueron
definidos a partir de contextos funerarios de épocas Lambayeque y Chimú-Inca.
dos para la crianza de animales pequeños (cuyes), así como ambientes destinados
para descanso.
El diseño inicial
La planificación de las edificaciones se inicia con la nivelación de un terreno en
pendiente formado por la deposición de escombros provenientes de la estructura
ceremonial. El terreno se acondiciona mediante aterrazamientos con el fin de crear
superficies planas; estas se generaron de oeste a este. Es sobre esta área llana que
se empiezan a construir los primeros ambientes de planta rectangular con muros de
adobes asentados de soga y cabeza. Es muy probable que los pisos sean de barro.
Los muros tienen paramentos enlucidos poco pulidos de color beige. Asociados a la
planta original del conjunto habitacional— cuya dinámica espacial hemos intentado
reconstruir— hemos identificado los ambientes 1, 2, 3, 4 y 5. Estos dos últimos co-
rresponden a dos espacios con mayor amplitud (Fig. 228).
El área del ambiente 2 estaría ubicada al sur del ambiente 1. Esta se ha podido
determinar gracias a la presencia del muro que delimita el lado sur del ambiente 1.
En el ambiente 3, se produce el sello del vano de acceso que comunicaba con el am-
biente 1 y se coloca un relleno de 1.40 m. de espesor (elevando la nueva superficie
El ambiente 4 fue modificado por primera vez gracias al sellado de la superficie ori-
ginal con un relleno suelto de 0.30 m. de espesor sobre el cual se elaboró un nuevo
piso arquitectónico. Es sobre esta superficie donde se llevan a cabo las modificacio-
nes del área del ambiente, dividiéndolo en cuatro espacios mediante la construcción
de tres muros delgados. Dos de ellos corren de este a oeste y el tercero— de mayor
extensión— corre de sur a norte y en paralelo con el muro que delimita el lado este
del ambiente. Tomando como referencia el muro de mayor extensión que corre de
norte a sur, hacia el este, se distinguen dos espacios alargados de 1 m. de ancho.
Hacia el sur, se localiza el ambiente 4a, que aparece como una especie de pasadizo
en cuya superficie se evidencia la presencia de pequeñas quemas. Hasta ahora, no
se ha identificado cómo este ambiente se articula con otros espacios. Hacia el norte
del corto pasadizo, se localiza el ambiente 4b que, por su parte, habría funcionado
como un criadero de cuyes, inferencia a la que se llega a partir de la presencia de
una gruesa capa de estiércol mezclada con corontas de maíz y cápsulas de algodón
pardo (Fig. 233).
El ambiente 6 se define a partir de la presencia de dos muros que delimitan los lados
norte y este de su área y un piso asociado con mediacaña a los muros. Este ambiente
está construido sobre el área del ambiente 2 luego de su sello y, al parecer, sus mu-
ros siguen la misma orientación de los que configuran al ambiente 2. En este sentido,
inferimos que su área debió alcanzar 3.90 m. de largo por 2.80 m. de ancho. En la
esquina noreste del ambiente, se construyó una pequeña rampa de 1 m. de largo,
0.40 m. de ancho y 0.55 m. de alto, orientada de sur a norte (Fig. 236). El enlucido
presente en los paramentos es de color gris al igual que la superficie del piso.
El ambiente 7 se ubica al este del ambiente 6 y fue establecido a partir de tres muros
que forman un espacio rectangular de 1 m. de ancho y un largo visible de 1.50. Los
muros del lado este y oeste están formados con adobes dispuestos de soga, mien-
tras que, en el muro sur, los adobes están dispuestos de cabeza. En la parte central
superior de los mismos se elaboró una hornacina rectangular de 0.35 m. de largo
por 0.20 m. de altura y 0.20 m. de profundidad, con dintel de madera (Fig. 237). Los
muros están enlucidos con barro de color marrón claro.
En el ambiente 5, se produjo una remodelación en el área del ambiente 5c mediante pacio de la banqueta y el muro perimétrico sur del
ambiente 1, donde también de hallaron restos de
la construcción de un muro delgado que va en paralelo al muro que delimita su lado
semillas de fruta y huesos de camélido.
este. El muro se construyó con la finalidad de crear un angosto pasadizo. Por con-
siguiente, el resto de los espacios logrados en el ambiente 5 mantuvieron su mismo
diseño sin modificación alguna.
Figura 240: Falanges de camélido tallados for-
Para este periodo de remodelaciones se construyeron dos nuevos espacios a raíz del mando diseños de rostro antropomorfo.
C
uando la clase gobernante abandonó Sipán, el sitio fue perdiendo importan-
cia, las pirámides fueron abandonadas y el tiempo cubrió la grandiosidad de
este centro de poder. Hacia el 1000 d. C, los grupos lambayeque se asenta-
ron en lo que antes fue la zona monumental de los mochicas.
Para la época chimú se tiene el registro de 24 tumbas que evidencian dos tipos de
enterramiento: cuerpos extendidos decúbito dorsal y decúbito ventral orientados con
la cabeza al sur, y cuerpos en posición sentada con las piernas cruzadas y la mirada
hacia el oeste.
Figura 241: Contextos funerarios post-mochica De todos los contextos funerarios recuperados a la fecha, solo se ha seleccionado
identificados entre las estructuras monumentales
uno de cada una de las fases; posteriormente, con análisis más profundos, se proce-
del complejo arqueológico Sipán.
derá a realizar la complementación de dicha información.
Las tumbas lambayeque en Sipán presentan un ajuar funerario fino y variado; la can-
tidad y calidad de los objetos asociados son los únicos indicadores certeros para
identificar la posición social de los individuos. Las ofrendas asociadas se conforman,
en mayor porcentaje, por cerámica de uso doméstico, suntuaria y de otra utilidad—
es decir, para uso funerario, como son los crisoles— y por objetos manufacturados
de metal, resaltando los cuchillos tipo “tumi”, vasos y platos. Las otras ofrendas están
constituidas por abalorios trabajados en conchas— especialmente, de Spondylus—,
restos de algunos vegetales poco preservados, objetos o masas de carbonatos, cal
conocida como “tiza de huaca”, objetos trabajados en piedra y restos e improntas de
textil que constituyen la mortaja de los individuos.
Tum – PF/07
Ubicación: Cuadrículas 47, 48 de la unidad –I:X.
Tipo de Tumba: Fosa.
Matriz: Circular.
Asociaciones:
Cerámica
Botella de forma globular con engobe de color rojo y decoración lineal de color ne-
gro, base en pedestal, gollete tronco cónico y asa doble lateral, localizada en el lado
oeste de la tumba. Decorada con motivos lineales compuestos por dos líneas grue-
sas centrales que dividen en dos paneles el cuerpo de la pieza. La parte superior
está subdividida por líneas verticales que forman paneles pequeños en algunos de
los cuales se ha dibujado la cabeza de un “ave” con la mirada hacia un lado y las
alas abiertas. Entre cada figura hay espacios marcados con diseños de espirales,
motivos escalonados y triángulos. Esta misma decoración se repite arriba de este
panel y donde termina el gollete. En el panel inferior, hay círculos de color negro. La
decoración de la base es en bajo relieve con escalones hacia arriba y otras hacia
abajo y un triángulo más pequeño, al interior del espacio. El relieve en su conjunto
(con escalones hacia arriba y hacia abajo) forma un triángulo. En la parte inferior de
la base hay triángulos pequeños, unos hacia arriba y otros hacia abajo (Fig. 243).
Metales
Un vaso de cobre fragmentado con el borde expandido. Para tiempos chimú y la
posterior administración inca, los espacios del área monumental estuvieron muy bien
diferenciados. Las excavaciones hechas hasta la fecha nos indican que la base sur
oeste de la Pirámide Ceremonial fue destinada para la construcción de viviendas,
corrales y almacenes (Fig. 244), mientras que la parte central y el lado este de la
Pirámide Político–Administrativa fue reservado para actividades fúnebres.
206 Nuevos Aportes en la Investigación Arqueológica de Sipán
Con la información recuperada en las últimas investigaciones arqueológicas, sabe-
Figura 243: Botella globular con pedestal donde mos que la cultura chimú produjo cerámicas de diferentes formas y funciones que
se muestra un motivo ornitomorfo (derecha). provienen de tumbas y conjuntos de ofrendas. Entre las principales ofrendas se en-
cuentran botellas, cántaros, cuencos, platos y tinajas de claro estilo chimú medio o
clásico, y piezas con el sincretismo estilístico de los alfares lambayeque y chimú.
Figura 244: Espacios arquitectónicos adosados al
Con el paso del tiempo y la presencia inca en la costa norte, los habitantes de Sipán
lado suroeste de la Pirámide Ceremonial. fueron integrados al Imperio. Evidencia de esta integración son las piezas con carac-
terísticas morfológicas inca pero con acabado y decoración de tradición chimú. Este
estilo se denomina chimú–inca.
Durante este periodo, la arquitectura no es muy elaborada, marcándose una con-
Figura 245: Recuperación de contextos funerarios
tinuidad ocupacional en las construcciones domesticas; los materiales cerámicos
tardíos.
recuperados provienen de las poblaciones populares que, simplemente, mantienen
tradiciones y acatan exigencias de las nuevas clases gobernantes. Para este estilo,
se ha identificado botellas de doble gollete y asa puente, cántaros, ollas, platos y
cuencos; sobresalen las botellas de cuerpos ovalados con bordes aribaloides (Fig.
245).
La cerámica hallada asociada a los individuos es de uso doméstico aunque hay una
reducida cantidad de cerámica suntuaria elaborada mediante las técnicas del mode-
lado y moldeado con predominancia de pastas de cocción reductora. En el caso de
objetos de metal, aparecen en poca cantidad en relación a los objetos recuperados
de las tumbas lambayeque. Destacan anillos, pinzas, cuentas, piruros y agujas; hay,
sin embargo, una clara ausencia de cuchillos. Las otras ofrendas registradas en los
entierros chimú están compuestas por discos trabajados en conchas de gasterópo-
dos marinos, huesos tallados, cuentas elaboradas en piedra, utensilios líticos proba-
blemente para textilería, así como también mates en mal estado de conservación y
masas de carbonato de cal, conocidos popularmente como “tiza de huaca” o “panes
de cal”.
Entre las tumbas asociadas a este grupo cultural se ha tomado en cuenta el contexto
Tum-P2/42 para reflejar el patrón funerario Chimú.
Este individuo estaba asociado a cuatro objetos de cerámica: una botella de trata-
miento reductor y tres ollas de cocción oxidante decoradas mediante el paleteado.
Cuentas de color marrón y cremas de 2 a 4 mm. de diámetro, aproximadamente, se
localizaban a altura de las muñecas; probablemente, se trataría de pulseras cuya
fibra del pasador no logró sobrevivir al tiempo. También se identificaron, a altura del
pie derecho, los restos óseos desarticulados de un cuy (Cavia porcellus) y, sobre el
lado izquierdo de la cavidad torácica, parte de las costillas, vertebras y falanges de
un camélido doméstico (Lama sp.).
Las extremidades inferiores muestran las puntas de los pies en sentidos opuestos.
También presenta orejeras circulares. Tiene un tocado con dos apéndices y viste una
túnica larga la cual está decorada con líneas verticales paralelas a manera de flecos.
Este personaje se ubica en la cara izquierda de la vasija (Fig. 249a), en medio de
un campo decorado por piel de ganso. El segundo tipo de decoración representa
parte del cuerpo de un pato localizado en la cima de una protuberancia, ubicada
entre el gollete y la parte superior del cuerpo de la vasija. El animal tiene los ojos
pronunciados.
Olla de cuerpo elipsoide, cuello compuesto, borde convexo, base convexa. Técnica
de manufactura modelado, cocción atmósfera oxidante irregular, pasta de textura
media. Acabado de superficie exterior e interior alisado. Decoración banda horizon-
tal de pintura crema chorreada en la parte superior del cuerpo y gollete; igualmente,
presenta una red romboidal realizada por paleteado. En la parte inferior del cuerpo y
la base, muestra abundante hollín que indica que la vasija se usó en la preparación
de alimentos antes de formar parte del contexto funerario. Su estado de conserva-
ción es regular con pequeñas exfoliaciones a nivel superficial. En relación al contexto
funerario, se ubica entre las tibias del individuo y al este de las vasijas 2 y 4.
Olla de cuerpo ovoide vertical, cuello compuesto, borde convexo, base convexa.
Técnica de manufactura modelado, cocción atmósfera oxidante irregular, pasta de
textura media. Acabado de superficie exterior e interior alisado. Decoración banda
horizontal de pintura crema chorreada en la parte superior del cuerpo y gollete; tam-
bién presenta, en el cuerpo, una red con diseños romboidales realizados mediante
el paleteado. En el cuerpo y la base de la vasija se muestra acumulación de hollín,
que sugiere haber usado en la preparación de alimentos antes de formar parte del
contexto funerario. Su estado de conservación es regular: muestra pequeñas exfo-
liaciones a nivel superficial. En relación al contexto funerario, se ubica encima de los
pies del individuo, al norte de las vasijas 2 y 3.
Malacológico
Se recuperaron pequeñas cuentas circulares de color marrón y algunas negras de
concha de gasterópodos marinos que, probablemente, pertenecen a pulseras que
el individuo debió usar.
Dentro de las ofrendas asociadas que constituyen el ajuar funerario de los entierros
chimú-inca registrados en Sipán se han encontrado cerámicas utilitarias y suntuarias
elaboradas mediante el modelado y moldeado. Destacan botellas, ollas y cántaros.
Además, es notable la presencia de agujas y abalorios personales tales como anillos,
cuentas y pinzas elaboradas de cobre. Las otras ofrendas están constituidas, gene-
ralmente, por objetos manufacturados de material malacológico como lo evidencia
la presencia de una considerable cantidad de cuentas o “chaquiras” elaboradas
en concha Spondylus. Asimismo, se tienen también cuentas elaboradas en piedra
turquesa.
Tum – P2/48
Ubicación: Cuadrículas 49, 59, unidad –XXIII: A, Patio 2.
Tipo de Tumba: Fosa.
Matriz: Circular.
Filiación Cultural: Chimú-Inca.
Número de Individuos: 1.
Edad: Adulto (30 años aproximadamente).
Sexo: No determinado.
Estatura: No determinada.
Posición: Flexionada (Fig. 251).
Orientación: No determinada.
noroeste de la osamenta.
Jarra (Fig.254), cuerpo carenado, cuello expandido, borde directo, base plana, asa
lateral con diseño zoomorfo (muestra un mono con la mirada hacia el lado derecho,
las extremidades superiores apoyadas en el gollete y las inferiores en la parte supe-
rior del cuerpo de la vasija). Técnica de manufactura modelado; cocción atmósfera
reductora irregular. Presenta un buen estado de conservación. En relación al contex-
to funerario, se ubica al oeste de la osamenta.
Crisol de cuerpo elipsoide vertical (Fig. 255), cuello evertido, borde directo, base
convexa. Técnica de manufactura modelado; cocción atmósfera oxidante irregular.
Su estado de conservación es malo: muestra rajaduras. En relación al contexto fune-
rario, se ubica al sur de los mates y valvas de Spondylus.
Metales
Objeto de cobre, probablemente, un cascabel o una lámina de cobre doblada. Difícil
de distinguirlo por el alto grado de corrosión.
Vegetales
Tres mates (Lagenaria) de 0.15 m. de diámetro, los cuales tuvieron decoraciones
buriladas pero no sobrevivieron al paso del tiempo quedando impresas en las arci-
llas del soporte de los mates. Su estado de conservación es malo, debido a un alto
grado de fragilidad y descomposición. En relación al contexto funerario, se hallaron
asociados a las vasijas.
Malacológicos
Tres valvas de Spondylus princeps princeps con el bulbo hacia el este; no tenían
evidencias de contener líquidos u otras sustancias.
L
a muestra descrita en este capítulo forma parte del material ceramográfico
correspondiente, únicamente, al estilo mochica recuperado durante tres tem-
poradas sucesivas de excavaciones realizadas en el sector I del Complejo Ar-
queológico Sipán, a partir del reinicio de las investigaciones, en el año 2007. Des-
de hace algunos años, las extensas excavaciones en área que realiza el Proyecto
Arqueológico Huaca Rajada-Sipán han permitido identificar nuevas evidencias de
la ocupación mochica en el sitio, definidas a través de la presencia de conjuntos
arquitectónicos residenciales y domésticos al pie de las estructuras piramidales en
donde es recurrente la cerámica de carácter funcional. La cerámica que se presenta
en este capítulo procede de tres áreas excavadas de manera sistemática y continua:
(1) de la Plataforma Funeraria, donde las excavaciones de los diferentes niveles es-
tratigráficos del edificio 1 y del edificio 2 (relleno de pisos y paneles modulares del
edificio 1 y relleno que sella la arquitectura del edificio 2) permitieron recuperar una
significativa cantidad de fragmentos de cerámica, la mayoría de carácter doméstico
y algunos de uso ritual; (2) del patio 1, en donde se ha recuperado cerámica cons-
tituida, principalmente, de fragmentos y algunas vasijas completas de uso utilitario;
y (3) del patio 2, área en la que se ha recuperado, también, una gran cantidad de
fragmentos de cerámica y algunas vasijas completas funcionales, así como tiestos
de cerámica de línea fina.
Metodología empleada
Fueron separados de la muestra utilizada para este análisis aquellos fragmentos que
eran reconocibles solo como cuerpos de vasijas (algunos con elementos decorati-
vos), fragmentos que han perdido las características del grupo cultural que los elabo-
ró, fragmentos de cerámica que presentan características morfo-tecno-decorativos
propias de estilos posteriores al Período Mochica (lambayeque, chimú y chimú-inca)
o aquellos fragmentos que fueron recogidos de la superficie antes de iniciar las exca-
vaciones. Los fragmentos que sirvieron para identificar morfológicamente las vasijas
están constituidos, en su mayoría, por bordes y, adicionalmente, partes de gollete,
asas, bases y mangos.
Vasijas cerradas
Cántaros
Es la forma más popular de las vasijas cerradas y aparecen, en mayor porcentaje, en
el edificio 1. Se elaboraron mediante la técnica del modelado, su cocción fue hecha
en hornos abiertos y, por lo general, la pasta es de textura media. En cuanto al trata-
miento de la superficie, hemos registrado desde cántaros restregados hasta cántaros
alisados y pulidos, mientras que la técnica decorativa predominante es la pintura
post-cocción de color crema y blanca, aunque también se registra decoración con
pintura pre-cocción, utilizando bandas horizontales como motivos decorativos sobre
el cuello o el borde. La abertura de la boca oscila entre los 8 cm. y 16 cm. Se ha iden-
tificado un total de cinco tipos definidos a partir de la forma del cuello: cántaros de
cuello divergente, que es el tipo predominante, decorados con bandas horizontales
de pintura pre-cocción de color blanca y, en algunos casos, con diseños en relieve
que representan rostros humanos; cántaros de cuello recto con presencia de engobe
rojo y bandas horizontales de pintura pre-cocción de color crema; cántaros de cuello
evertido, los cuales se aprecian ligeramente pulidos con una aplicación previa de
engobe rojo, decorados con bandas horizontales de pintura pre-cocción de color
blanco; cántaros de cuello convexo, algunos decorados con diseños antropomorfos
modelados en el gollete; y, finalmente, cántaros de cuello compuesto (Fig. 257).
Otras formas
Dentro de esta categoría, se han identificado, en total, nueve fragmentos compuestos
por crisoles, molde, piruro, asta de venado, disco y figurina (Fig. 262). La superficie
de los fragmentos ha sido alisada, salvo la de los crisoles; estos no presentan trata-
miento. A excepción de los crisoles y del piruro, los demás tipos fueron elaborados
mediante la técnica del moldeado. Están decorados con algunas líneas incisas y
otras con pintura post-cocción de color blanco.
El análisis de los fragmentos permitió distinguir varias formas de cerámica. Esto nos
llevó a clasificarlas en dos grupos: vasijas y otras formas. El grupo de vasijas, de
acuerdo a su forma y naturaleza, se divide en abiertas y cerradas. Las vasijas abier-
tas son el grupo menos abundante en la muestra y tienen a los cuencos como la
forma más recurrente (28 fragmentos), secundados por los platos (10 fragmentos).
Las vasijas cerradas se constituyen, principalmente, por cántaros (107 fragmentos),
mientras que las ollas aparecen como la segunda forma más representativa (29 frag-
mentos). Las tinajas representan la tercera forma, con un porcentaje menor en rela-
ción a las dos primeras (14 fragmentos) mientras que las botellas, los cancheros y los
ralladores son las formas que aparecen en cantidades reducidas en el patio 1 (8, dos
y un fragmento, respectivamente) (Gráfico 7). El grupo de otras formas de cerámica
es el más escaso de la muestra recuperada del área y está conformado por fragmen-
tos de figurina (uno) y tortero (uno).
CAPA 11
1.5%
CAPA 5
22%
CAPA 7
0.5%
CAPA 9
76%
60,00
50,00
40,00
30,00
20,00
10,00
0,00
Vasijas abiertas
Cuencos
Los cuencos se registran, en mayor porcentaje, en la capa 9. Han sido elaborados
mediante la técnica del modelado, la cocción es de atmósfera oxidante, alisado en
la cara exterior y un ligero pulido en la cara interna es el tratamiento de la superficie
preferente en los cuencos. El diámetro de la abertura de la boca varía de 27 cm. a 31
cm. Algunos cuencos aparecen decorados con bandas de pintura crema post-coc-
ción sobre el borde y paredes. Se identificaron dos tipos, de acuerdo a la orientación
del borde: cuencos de borde directo— que es el tipo predominante de la forma— y
cuencos de borde directo reforzado con un engrosamiento en el exterior (Fig. 263).
Platos
Los platos aparecen, únicamente, en la capa 10. Fueron elaborados mediante el
modelado. La cocción es de atmósfera oxidante con tonalidades oscuras que evi-
dencian un mal control de la temperatura. Generalmente, fueron alisados en ambas
caras aunque en algunos casos se distingue el pulido en la cara interna; no presen-
tan ningún tipo de decoración y se identificó sólo platos con borde directo (Fig. 264)
Ralladores
El rallador habría sido elaborado mediante modelado, cocido en horno abierto y,
como tratamiento de la superficie, habría sido alisado al exterior mientras que, en la
parte interna, se habrían realizado excisiones rectas y curvas, a manera de chevro-
nes.
Vasijas cerradas
Cántaros
Cuantitativamente, los cántaros se registran en mayor número en la capa 9. Están
elaborados con la técnica del modelado, su cocción se realizó en hornos de atmós-
fera oxidante, el acabado de la superficie que predomina es el alisado y, en algunos
casos, se aplicó una ligera capa de engobe rojo o crema. La abertura de la boca
varía entre 10 cm. y 16 cm. de diámetro. La decoración, generalmente, está consti-
tuida por bandas de pintura pre-cocción y post-cocción de color blanco y crema. Sin
embargo, se aprecia, también, decoración elaborada por moldes sobre el cuello con
representaciones antropomorfas y zoomorfas. Se lograron definir cinco tipos a partir
de la forma del cuello y por la decoración moldeada en el mismo: cántaros de cuello
divergente, que son el tipo de forma dominante; cántaros de cuello recto, que se
convierten en el segundo tipo más frecuente; cántaros de cuello convexo; y cántaros
cara gollete, que aparecen en porcentaje reducido al igual que los cántaros de cuello
compuesto (Fig. 265).
Ollas
El mayor porcentaje de fragmentos de ollas se recuperó de la capa 9. Fueron elabo-
radas con la técnica del modelado y cocidas en hornos abiertos; tienen alisado y una
ligera capa de engobe rojo como acabado de la superficie. El diámetro de la boca
varía de 10 cm. a 13 cm. La decoración más común en las ollas son líneas burdas
y gruesas de pintura crema alrededor del cuello; algunas veces, se extienden hasta
la parte central de la vasija. Considerando la forma del cuello se han podido definir
tres tipos: ollas de cuello divergente, que es el tipo más frecuente y ollas de cuello
plataforma que, junto a las ollas de cuello carenado, también predominan (Fig. 266).
Figura 263: Cuencos Mochica Tardío de borde di-
recto (a y b) y borde convexo reforzado (c).
Botellas
Los fragmentos de botellas solo se registraron en la capa 9. Se elaboraron mediante
el uso de moldes y tienen asa estribo, la cual presenta un ligero ángulo en la parte su-
perior. La aplicación de una capa de engobe crema y el pulido con acabado brillante
es la principal técnica de acabado que recibieron las botellas. Están decoradas con Figura 266: Ollas Mochica Tardío de cuello diver-
bandas horizontales de pintura de color rojo en diferentes partes del asa (Fig. 268) gente (a), cuello plataforma (b) y cuello carenado
(c y d).
Cancheros
Los cancheros aparecen en un reducido porcentaje: se han registrado solo en la
capa 9. Fueron elaborados mediante moldeado y la pasta es de textura fina. El trata-
Figura 267: Tinajas Mochica Tardío de borde direc-
miento de la superficie fue el bruñido y el alisado. Solo se han encontrado los mangos to (a y c) y borde directo reforzado (b).
de estas vasijas que son de forma cónica con la punta ligeramente doblada hacia
arriba. No presentan decoración alguna (Fig. 269).
nos han permitido recuperar una valiosa cantidad de fragmentos de cerámica con Tardío, patio 2.
Las capas estratigráficas que evidencian una marcada ocupación del Periodo Mo- Gráfico 9: Cantidades porcentuales de las diferen-
chica Tardío, se identifican a partir del primer momento de ocupación (capa 9-piso 6) tes formas de vasijas asociadas al Mochica Tardío.
hasta el sexto momento (capa 14-piso 11), estableciéndose, a la fecha, seis momen-
tos de ocupación. La muestra de fragmentería suma en total 423 fragmentos, de los
cuales 61 se identificaron en la capa 9. En la capa 10 se registraron 221, en la capa
Gráfico 10: Porcentajes de la cerámica clasificada
11 se registraron 105, en la capa 12 se registraron 23 y solo 13 fragmentos se recu-
como “otras formas”, asociadas al Mochica Tardío.
peraron de la capa 13. En la capa 14 (que es la más profunda y que, hasta la fecha,
representa el momento de ocupación más antiguo del Periodo Tardío Mochica) no se
ha registrado asociaciones de fragmentería de cerámica (Gráfico 8).
CAPA 10
53%
Vasijas abiertas
Cuencos
Es la cuarta forma que predomina entre las vasijas domésticas y aparecen, con ma-
yor frecuencia, en las capas 10 y 11. Su elaboraron mediante el modelado y la pasta
es de textura gruesa. Como tratamiento, la superficie fue alisada (en algunos casos,
se aplicó una capa de engobe rojo en el exterior) y ligeramente pulida al interior.
Estos objetos presentan un diámetro promedio de 24 cm. a 33 cm. y, por lo general,
su cocción se realizó en hornos abiertos. Varios ejemplares han sido decorados con
pintura post-cocción y pre-cocción de color crema y blanco representando bandas
horizontales sobre el borde y el labio, aunque se reconoce, también, decoración
mediante la incisión. Se han logrado identificar cuatro tipos definidos a partir de la
orientación del borde. El primer tipo está conformado por los cuencos de borde di-
recto, que son los más frecuentes de la muestra. En algunos casos, están decorados
con diseños excisos al exterior del borde, entre los que destacan, representaciones
de peces con extremidades humanizadas. El segundo tipo es el de los cuencos de
borde directo reforzado con un engrosamiento en el exterior. En tercer lugar, se hallan
los cuencos de borde divergente (Fig. 271).
Platos
Se registraron, con mayor frecuencia, en las capas 10 y 9. Fueron elaborados con la
técnica del modelado y cocidos en hornos de atmósfera oxidante y reductora. Los
diámetros varían entre 16 cm. y 20 cm. La textura de la pasta, por lo general, es fina;
la mayoría fueron alisados en la cara interna y en la externa solo fueron restregados.
La técnica decorativa empleada es simple, pues se trata de pintura post-cocción de
color crema y blanco aplicada al interior o exterior del plato representando bandas
horizontales. Se identificó un solo tipo y es el de borde directo (Fig. 272).
Vasijas cerradas
Tinajas
Las tinajas constituyen la tercera forma que aparece con frecuencia dentro de las
vasijas domésticas asociadas al Mochica Tardío. Fueron elaboradas mediante la téc-
nica del modelado, su cocción se realizó en hornos de atmósfera oxidante, la pasta
es de textura gruesa (debido a la proporción del recipiente) y su superficie ha recibi-
do el tratamiento del alisado. La decoración está determinada por bandas de pintura
blanca pre-cocción sobre el borde mientras que el diámetro de la abertura de la boca
varía entre 21 cm. y 39 cm. De acuerdo a la orientación del borde, se identificaron
dos tipos: tinajas de borde directo (que es el tipo predominante) y tinajas de borde
directo reforzado con un engrosamiento en el exterior (Fig. 275).
Cancheros
Es la forma más ausente en la muestra de cerámica del patio 2 pues solo aparecen
en la capa 10. Han sido elaborados empleando la técnica del moldeado y su coc-
ción es oxidante. La pasta es de textura media y presentan alisado en la superficie
externa. La decoración está determinada por bandas horizontales de pintura crema
post-cocción. De acuerdo a la orientación del borde, solo se identifica cancheros de
borde directo.
Otras formas
Este grupo está constituido por tres fragmentos de cucharas, un fragmento de figuri-
na y una ocarina. Todos estos objetos se distribuyen en las capas 10 y 11. La elabo-
ración de las formas mencionadas se realizó mediante el modelado, a excepción de
la figurina que fue hecha con molde. La cocción ha sido de atmósfera oxidante con
evidencias de un mal control de la temperatura. Las cucharas se encuentran pulidas
luego de un baño de engobe crema y decoradas con motivos lineales y curvilineales
pintados de color rojo. La figurina y el silbato solo presentan alisado como tratamien-
to de la superficie y no están decorados (Fig. 277).
E
n este capítulo se presentarán, de forma preliminar, los resultados de los aná-
lisis del material botánico y biológico que se han obtenido, hasta la fecha, de
los contextos asociados a las Fases Mochica Medio y Tardío identificados en
la Plataforma Funeraria, y en el patio 1 y patio 2 del sector I— también denominado
sector monumental— después de reiniciarse las excavaciones en el complejo Ar-
queológico Huaca Rajada-Sipán, en el año 2007 hasta el 2011.
En las aves, se procedió a reconocer el resto óseo utilizando, por ejemplo, el es-
queleto del Sula variegata “piquero” y de una paloma Zenaida asiatica “cuculí” para
identificar los huesos. Una vez ubicado anatómicamente y lateralmente, se procede
a su identificación taxonómica, midiendo el hueso y comparando esta medida con la
base de datos y las colecciones óseas comparativas de aves modernas del centro
de investigación. (Vásquez y Rosales 2008, 2009, 2011a y 2011b).
Una vez obtenida la taxonomía de las muestras recuperadas y las cantidades por
cada espécimen e individuo procedentes de los diferentes contextos, se les agrupa
en cuadros para realizar los cálculos necesarios de frecuencias porcentuales de los
invertebrados (moluscos y crustáceos) y vertebrados (peces, aves y mamíferos) más
importantes del yacimiento. Con los indicadores de abundancia taxonómica (NISP,
NMI), se pueden observar las diferencias de cada indicador según las especies e
interpretarse la importancia y contribución en los sistemas de subsistencia del sitio.
Las cuantificaciones según biotopos ecológicos permiten conocer la procedencia y
tipos de áreas de origen de las diferentes especies (Vásquez y Rosales 2008, 2009,
2011a).
FAMILIA ACMAEIDAE
Acmaea orbignyi (Dall, 1909)
FISSURELLIDAE
Fissurella latimarginata “lapa”
FAMILIA TROCHIDAE
Tegula atra (Lesson, 1830) “caracol negro”
Prisogaster niger (Wood, 1828) “caracolito negro”
FAMILIA NATICIDAE
Polinices uber (Valenciennes, 1833) “caracol luna”
Sinum cymba (Menke, 1828)
FAMILIA TURRITELLIDAE
Turritella broderipiana
Turritela cingulata
FAMILIA STROMBIDAE
Strombus galeatus “pututo”
FAMILIA TONNIDAE
Malea ringens “caracol coco”
FAMILIA BURSIDAE
Bursa ventricosa
FAMILIA MURICIDAE
Xanthochorus buxea (Blainville, 1832)
FAMILIA THAIDIDAE
Thais (Stramonita) chocolata (Duclos, 1832) “caracol”
Thais (Stramonita) haemastoma (Linnaeus, 1767) “caracol”
FAMILIA CONIDAE
Conus princeps “cono”
FAMILIA NASSARIDAE
Nassarius dentifer (Powys, 1835)
FAMILIA OLIVIDAE
Olivella columellaris (Sowerby 1825)
FAMILIA MITRIDAE
Mitra (Atrimitra) orientalis (Griffith & Pidgeon, 1834)
FAMILIA CANCELLARIIDAE
Cancellaria decusata (Sowerby, 1832)
Cancellaria urceolata
Trigonostoma tuberculosum
FAMILIA MARGINELLIDAE
Prunum curtum
FAMILIA LOTTIIDAE
Scurria parasítica
FAMILIA BULIMULIDAE
Scutalus chiletensis (Weyrauch, 1967) “caracol terrestre”
Scutalus proteus “caracol terrestre”
FAMILIA PHYSIDAE
Physa venustula
FAMILIA COLUMBELLIDAE
Mazatlania fulgurata (Philippi, 1846)
FAMILIA BUCCINIDAE
Solenosteira fusiformis (Blainville, 1832)
FAMILIA OSTREIDAE
Choromytilus chorus (Molina, 1782) “choro zapato”
FAMILIA SPONDYLIDAE
Spondylus princeps princeps (Broderip, 1833) “mullu”
Spondylus princeps calcifer (Carpenter, 1857) “mullu”
FAMILIA PTERIIDAE
Pinctada mazatlanica “concha perlera”
FAMILIA CARDIIDAE
Trachycardium procerum “piconudo”
FAMILIA VENERIDAE
Protothaca thaca (Molina, 1782) “almeja”
FAMILIA DONACIDAE
Donax obesulus (Reeve, 1854) “maruchas”
PHYLLUM ARTHROPODA
CLASE CRUSTACEA
FAMILIA PLATYXANTHIDAE
Platyxanthus orbignyi (M.E. & Lucas, 1843) “cangrejo violáceo”
CLASE SAUROPSIDA
FAMILIA IGUANIDAE
Iguana iguana “iguana”
SUPERCLASE PISCES
CLASE CHONDRICHTHYES
FAMILIA TRIAKIDAE
Galeorhinus sp. “cazón”
FAMILIA CARCHARHINIDAE
Carcharhinus sp.
FAMILIA SPHYRNIDAE
Sphyrna sp. “tiburón cabeza martillo”
FAMILIA SCIAENIDAE
Paralonchurus peruanus (Steindachner, 1875) “suco”
Cynoscion sp. “cachema”
Sciaena deliciosa (Tschudi, 1846) “lorna”
FAMILIA CARANGIDAE
Trachurus symmetricus “jurel”
CLASE AVES
FAMILIA SULIDAE
Sula sp. “piquero”
Familia Laridae
Laridae
FAMILIA ANATIDAE
Anas sp. “pato silvestre”
FAMILIA COLUMBIDAE
Zenaida asiática “cuculí”
CLASE MAMMALIA
FAMILIA CAVIIDAE
Cavia porcellus “cuy”
FAMILIA MURIDAE
Muridae “ratón de campo”
FAMILIA CANIDAE
Canis familiaris “perro doméstico”
FAMILIA OTARIIDAE
Otaria sp. “lobo marino”
FAMILIA CERVIDAE
Odocoileus virginianus “venado cola blanca”
FAMILIA CAMELIDAE
Lama sp. “camélido doméstico”
FAMILIA HOMINIDAE
Homo sapiens sapiens “hombre”
Solenosteira fusiformis
Choromytilus chorus
Xanthochorus buxea
Thais haemastoma
Prisogaster niger
Thais chocolata
Tegula atra
TAXA
BIOTOPO ARENOSO
TAXA
SUPRALITORAL MESOLITORAL INFRALITORAL
Polinices uber
Sinum cymba
Turritella broderipiana
Turritela cingulata
Strombus galeatus
Malea ringens
Bursa ventricosa
Conus princeps
Nassarius dentifer
Olivella columellaris
Mitra orientalis
Cancellaria urceolata
Mazatlania fulgurata
Trachycardium procerum
Protothaca thaca
Donax obesulus
BIOTOPO MANGLARES
TAXA
SUPRALITORAL MESOLITORAL INFRALITORAL
Pinctada mazatlanica
12 de vertebrados, mientras que, para el patio 2, solo se cuenta con 25 invertebrados taforma Funeraria.
La clase de gasterópodos que registra el mayor porcentaje dentro de los tres mo-
mentos de la estructura funeraria corresponde a la especie Polinices uber. La es-
pecie Donax obesulus, por su parte, tiene una concentración significativa a nivel
de los bivalvos. En ambos casos, estas especies corresponden al biotopo arenoso
mesolitoral e infralitoral.
Por otro lado, la muestra de vertebrados identificada está constituida por un universo
de 1315 individuos dividida en peces (con un 0.76%), en reptiles (que bordean el
3.35%) mamíferos (que representan un 38.56%) y, finalmente, en los restos de aves
(que constituyen el 57.34%) (Gráfico 14).
Al igual que los invertebrados, las muestras de este tipo de material también fueron
clasificadas de acuerdo a los momentos constructivos de la Plataforma Funeraria
(Cuadro 2). El edificio 1 (edificio rojo) tiene un porcentaje del 60.76%, mientras que
para el relleno se ha identificado un 22.28%; el edificio 2 (edificio amarillo) cuenta
solo con el 16.96% (Gráfico 15).
PLATAFORMA FUNERARIA
TAXA TOTAL %
EDIFICIO 1 RELLENO EDIFICIO 2
REPTILE Iguana iguana 44 44 3.35
Carcharhinus sp. 1 1 0.08
Galeichthys peruvianus 2 2 0.15
PECES
Paralonchurus peruanus 3 1 4 0.30
Trachurus symmetricus 3 3 0.23
Sula sp. 1 1 0.08
AVES
Zenaida asiatica 1 1 0.08
Cavia porcellus 3 4 7 0.53
Muridae 53 53 4.03
MAMIFEROS Canis familiaris 2 2 2 6 0.46
Lama sp. 703 283 159 1145 87.07
Homo sapiens sapiens 47 1 48 3.65
TOTAL 799 293 223 1315
% 60.76 22.28 16.96 100
El patio 1 está constituido por un total de 692 muestras de las cuales el 3.03% son
peces, el 0.29% son aves y el mayor porcentaje lo representan los mamíferos con el
96.68% (Gráfico 19). Por otro lado, el patio 2 solo cuenta con 489 muestras que han
sido divididas en peces (con un 1.84%) y en mamíferos (con un 98.16%) (Gráfico 20).
Por otra parte, las muestras recuperadas de los vertebrados evidencian la presencia
de diversas especies. Entre ellas, destacan los tiburones Carcharhinus sp. y Car-
charhinidae, lo que indica pesca en hábitats oceánicos, probablemente el desarrollo
especializado de las técnicas de pesca y el uso de embarcaciones para esta época.
A pesar de corresponder a una muestra pequeña, la existencia de estas especies
nos permite suponer que existió algún tipo de comercio a corta distancia con sitios
como San José. Las demás especies pueden pescarse en la orilla marina.
Cabe resaltar que asociada al edificio 1 (edificio rojo), se recuperó como ofrenda la
osamenta de un camélido distribuida en dos partes. Una de ellas estaba constituida
por el cráneo y la parte terminal de las extremidades inferiores mientras que, en otro
sector, se colocó el cuerpo del mamífero (Fig. 23)
Análisis arqueobotánico
La identificación taxonómica de los restos botánicos ha permitido reconocer algunas
semillas, restos de frutos y, en base a observación microscópica, algunas maderas y
carbones. Todas estas evidencias han seguido los siguientes criterios:
Una vez identificado, el material arqueobotánico fue distribuido según sus contextos
de origen y cuantificado de acuerdo a la cantidad de los elementos botánicos pre-
sentes en cada uno de los contextos. Esto permitirá hacer una distribución de sus
frecuencias y poder establecer sus funciones dentro de la dieta, en el intercambio o
como indicador climatológico.
CLASE I: DICOTYLEDONEAE
FAMILIA LAURACEAE
Persea americana “palta”
FAMILIA LEGUMINOSAE
Prosopis sp. “algarrobo”
Acacia sp. “espino”
Phaseolus vulgaris “pallar”
FAMILIA EUPHORBIACEAE
Manihot esculenta “yuca”
FAMILIA MALVACEAE
Gossypium barbadense “algodón”
FAMILIA CUCURBITACEAE
Lagenaria siceraria “mate”
CLASE II: MONOCOTYLEDONEAE
FAMILIA POACEAE
Zea mays “maíz”
PLATAFORMA
PATIO 1 PATIO 2
FUNERARIA
TOTAL %
TAXA EDIFICIO 1 EDIFICIO 2 Capa 5 Capa 6 Capa 8 Capa 9 Capa 10 Capa 12
U
no de los factores que permitió el desarrollo de las sociedades prehispánicas
de la costa norte está relacionado con la elección de áreas idóneas para
su asentamiento. Esto permitiría el acceso al recurso hídrico, con lo que se
garantizaría la óptima explotación de las riquezas que se generan en un valle. En el
caso de Lambayeque, el regular aforo hídrico de sus afluentes y la mayor extensión
de su territorio lo convierten en un área, potencialmente, agrícola. La particularidad
del valle Chancay-Lambayeque es contar con el río Chancay- Lambayeque y los
canales que aseguran la irrigación del mismo (Fig. 278). Asimismo, el desarrollo de
tecnologías eficientes que permitan actividades de extracción y producción de bie-
nes empieza a crear y caracterizar a sociedades más jerarquizadas, organizadas
alrededor de un núcleo o centro principal receptor. Este sería el acumulador y distri-
buidor de los suministros necesarios para la subsistencia del pueblo con lo cual se
mostraría, además, la superioridad de la clase gobernante o de la élite de la zona.
En el valle de Zaña, los reportes de la sección alta provienen de los sitios Cafetal,
Songoy, Cerro Mapa, Motete, Cúlpon y Tres Compuertas (Wester, comunicación per-
sonal 2011). En la parte media, se hacen reportes en La Otra Banda y Cerro Cor-
bacho (Nuñez y Chero 2011). En la sección baja del valle, por su parte, se registran
testimonios en Huaca El Pueblo, en Úcupe (Bourget 2004, 2007). Asimismo, en una
incautación policial en el poblado de Úcupe, se recuperó una botella escultórica que
representa un personaje con rasgos faciales anómalos correspondiente al mismo
periodo. Esta escultura, probablemente, refleja una parálisis facial. Actualmente, está
resguardado en la colección del Museo Nacional Brüning.
Con este recuento vemos que, en estos valles, existe evidencia de ocupación mochi-
ca. Por lo tanto, es posible referir que todos estos lugares estuvieron activos al mismo
tiempo controlando su área de influencia, desarrollando tecnologías— de acuerdo a
sus necesidades— y compartiendo elementos de cerámica, ornamentos de metal
y arquitectura. Pero, sobre todo, el elemento compartido de mayor importancia fue
la adoración a un mismo dios (Ai-apaec). Este rasgo los identifica como una sola
cultura.
Durante el Mochica Medio hubo algunos cambios a nivel social, político e ideológico.
Es posible notarlos tanto en las tumbas como en la configuración arquitectónica de
la Plataforma Funeraria. De esta forma, se identifican dos momentos constructivos. El
primero de ellos es el del edificio amarillo y corresponde al inicio del Mochica Medio.
En este momento, el poder estaba relacionado con el aspecto religioso, militar y polí-
tico, y adscrito a un solo personaje: el Viejo Señor de Sipán (tumba 3). Sin embargo,
durante este periodo, también es evidente un cambio en la distribución de poderes,
de manera que las funciones políticas y militares caen bajo la figura del Señor Gue-
rrero (tumba 16) y, las de corte religioso, probablemente, sobre otro personaje.
Durante la Fase Mochica Tardío se han registrado eventos pluviales intensos que se
reflejan en las gruesas capas de sedimento. Se ha podido asociar dichos eventos
a contextos donde se realizaron actividades rituales o ceremonias relacionados con
el fuego y el sacrificio de animales e, inclusive, seres humanos. Estos actos, al no
cumplir su cometido de aplacar la ira de los dioses—materializada en las anomalías
climatológicas intensas— desembocarían en una crisis a nivel social que provocaría
que la élite trasladase el poder político y administrativo hacia un nuevo centro mochi-
ca emergente durante esta fase final: Pampa Grande.
Toda esta información nos permite vislumbrar un nuevo campo de trabajo. Es a tra-
vés de él que podemos dilucidar una sociedad jerarquizada donde el poder fue
incrementándose de manera progresiva. Esto la convirtió en un centro político ad-
ministrativo-ceremonial de importancia. El hallazgo de estos tres últimos contextos
funerarios— sumados a las intervenciones en otros frentes del sitio Arqueológico de
Huaca Rajada-Sipán— sugieren hipótesis de investigación que se irán verificado o
dejando de lado con la ampliación de las excavaciones en este y otros sitios arqueo-
lógicos claves.
En este punto, cabe mencionar que la dinámica social del Mochica Temprano identifi-
cada hasta el momento en Sipán, debido a los pocos datos recabados, está sujeta a
algunas discusiones que permitirán comprobar, modificar o descartar los enunciados
propuestos en las siguientes líneas.
Las evidencias identificadas durante los últimos años permiten postular la hipótesis
de una sociedad emergente cuyas manifestaciones materiales muestran representa-
ciones naturalistas de seres ornitomorfos (búho), zoomorfos (felinos) y antropomor-
fos. Los acabados de superficie son muy elaborados tanto en cerámica como metal,
lo cual refleja que la manufactura de estos ornamentos debió realizarse por un grupo
determinado de especialistas dirigidos bajo los criterios de una élite. Sobre ella des-
cansaban el poder político, económico, ideológico y militar. Esta premisa surge de
las características identificadas en el diseño arquitectónico, el patrón funerario, las
formas e iconos en objetos de metal y cerámica; con todo esto es posible conocer
Apogeo: Consolidación
del Poder Mochica en
Sipán (300–600 D.C.)
El intento por entender el desarrollo de la sociedad mochica asentada en Sipán du-
rante la Fase Mochica Medio ha llevado a profundizar en el estudio de las evidencias
arqueológicas registradas en diferentes contextos funerarios mochica del Complejo
Arqueológico. A la fecha, el análisis de las tumbas denota la riqueza y el poder os-
tentado por los personajes pertenecientes a la élite gobernante. Sus objetos nos
han permitido reconocer cambios importantes en lo político y religioso. Con estos
resultados y la configuración arquitectónica de la Plataforma Funeraria – en la cual se
identifican tres edificios cuyo diseño difiere uno del otro y donde se han identificado
remodelaciones en cada uno de ellos— es claro indicar que, entre el año 300 al 600
d. C., Sipán habría alcanzado su máximo desarrollo (Fig.48).
Por otro lado, para el Mochica Medio Final, la disposición existente difiere del diseño
previo. Para este momento se identifica una configuración arquitectónica compuesta
por fachadas altas inclinadas; también están enlucidas pero pintadas de color rojo.
Hasta el momento, no se ha recuperado ningún diseño mural (Figs. 20 y 24).
Edificio 2
Asociado al inicio del Mochica Medio, se han recuperado tumbas de élite donde los
ornamentos de los personajes nos han permitido inferir la actividad principal que
probablemente debieron desarrollar en vida. Tal es el caso de los nobles (tumbas
12 y 13), de los guerreros (tumbas 5 y 9), y de gobernantes como el Señor Guerrero
(tumba 16) y el Viejo Señor (tumba 3). Aunque falta más investigación para el inicio
Por su parte, los restos del Señor Guerrero, personaje de la tumba 16, tendrían un
fechado de C14 (BETA – 323011, Gráfico 1) que corresponde entre los años 390 a
540 A.D. Este lapso de tiempo corresponde al término del Mochica Medio Inicial en
Sipán. De acuerdo a la estratigrafía y a los resultados del fechado, podemos formular
que este personaje gobernaría después del Viejo Señor. Este momento del Mochi-
ca Medio Inicial corresponde al mandato de una clase gobernante donde el poder
político, religioso y militar recae sobre un individuo. Además de estos dos “señores”
(Viejo Señor y Señor Guerrero), se recuperaron más contextos de personajes de élite
correspondientes a nobles (tumbas 12 y 13) y guerreros (tumbas 5 y 9), cuyos orna-
mentos y ofrendas guardan similitudes en aspectos formales, decorativos e icono-
gráficos que caracterizan la Fase Mochica Medio Inicial.
Para este lapso, se han identificado representaciones de búhos y lo que podría con-
siderarse como la primera forma del tema iconográfico de “La Presentación” –identi-
ficada en una nariguera de plata y oro que procede de la tumba de un guerrero (tum-
ba 9)— donde interactúan un Señor y una sacerdotisa. Estos contextos funerarios
también presentan, como común denominador el uso de tumbas tipo fosas donde
colocaban el cuerpo del personaje envuelto en textiles (tumbas 3 y 9). Posteriormen-
te, se implementa el uso de ataúdes de caña (tumbas 5, 12, 13 y 16) y se identifica
la presencia de los acompañantes en las tumbas 3 (Viejo Señor), 12 (Noble) y 16
(Señor Guerrero). El requerimiento de la presencia de guardianes para las tumbas de
los señores mochicas se inicia con la tumba del Viejo Señor y se materializa en una
pequeña representación semi-escultórica de cobre dorado de un guerrero con porra
En el caso de los seres ornitomorfos podemos apreciar el icono del búho que está
presentado mediante diseños lineales pintados y con las alas extendidas (Fig. 283);
por su parte, al periodo Mochica Temprano corresponden representaciones escultó-
ricas (Noble Guerrero-tumba 15). En el caso de los cántaros escultóricos, las repre-
sentaciones hasta ahora recuperadas solo corresponden a personajes antropomor-
fos decorados con motivos lineales que resaltan las facciones de cada personaje
(Fig. 284).
Figura 281: Cántaros cara gollete, representacio-
nes antropomorfas procedentes del Viejo Señor
-tumba 3. Colección Museo Tumbas Reales.
ce del ápex. Este instrumento musical es conocido, en el área andina, como pututo (d) procedente de la tumba del Guerrero Músico
- tumba 5. Colección Museo Tumbas Reales y Mu-
(Fig. 286b).
seo de Sitio Huaca Rajada- Sipán.
Los objetos de uso personal que nos permiten determinar las actividades y el rango
Figura 289: Orejeras cónica alargadas con repre-
al cual se asocia el personaje que los portaba son orejeras, narigueras, coronas, ce-
sentaciones zoomorfas (mono) e incrustaciones.
tros, máscaras, pectorales, collares, sonajeras, protectores coxales, vestidos, copas Asociada al acompañante femenino de la tumba
y estandartes. Entre los ornamentos más recurrentes de los personajes de la élite del Señor Guerrero - tumba 16
mochica están, no obstante, las orejeras y narigueras, las cuales han sido utilizados
como base para trabajos de gran calidad artística, tecnológica e iconográfica.
Entre las orejeras identificadas en los contextos funerarios del edificio amarillo tene-
mos las de forma circular y las de tipo cónico alargado. Las primeras presentan cír-
culos concéntricos en alto relieve decorados con lentejuelas (Fig. 287); han sido re-
cuperadas de las tumbas 3 (Viejo Señor) y 16 (Señor Guerrero). Debemos mencionar
que la forma y el tipo de decoración de las orejeras circulares tienen su antecedente
en la Fase Mochica Temprano (Fig. 170).
Las narigueras son ornamentos de oro, plata y cobre que cubren la parte inferior del
rostro. En la fase amarilla, se presentan una mayor diversidad de formas y elementos
decorativos para estos objetos. Siguiendo dichos parámetros, se ha hecho la clasi-
ficación de las mismas en narigueras simples y decoradas. En el caso de las piezas
simples, tenemos las de forma cuadrangular. Estas tienen su antecedente en la tum-
ba del Noble Guerrero (tumba 15), asociada al Mochica Temprano. Estas narigueras
pueden estar elaboradas por una lámina de un solo tipo de material o por la combina-
ción de dos (Fig. 290) y han sido identificadas en la tumba del Viejo Señor (tumba 3).
Las narigueras decoradas, por su lado, presentan formas circulares, ovaladas y cua-
drangulares donde se representan motivos geométricos, ictiomorfos, ornitomorfos,
antropomorfos y representaciones escénicas. En el caso de las narigueras circulares
y ovaladas, se ha colocado en todo el contorno una sucesión de esferas (Fig. 292a);
a otras se les ha agregado, además, diseños lineales (Fig. 292b) o la superposición
de un motivo calado del life estilizado (Fig. 292c). Estas piezas han sido recuperadas
en la tumba del Viejo Señor y evidencian cómo los orfebres dominaban la manipula-
ción de dos metales (oro y plata) en un solo objeto.
Dentro del segundo tipo se encuentran las coronas en “V”. Tienen, como base, una
lámina de metal que se recorta formando apéndices en sentidos opuestos que ase-
mejan, precisamente, la forma de una “V”. Presentan el mismo tipo de decoración
(aplicaciones antropomorfas), pero las volutas son de menor extensión, tal como se
observa en la que ha sido recuperada en la tumba del Viejo Señor (tumba 3) (Fig.
296a). La corona del Señor Guerrero (tumba 16) no presenta dichas volutas; sin em-
bargo, está decorada con diseños incisos de un ser mítico, el animal lunar. Están
localizados a cada lado del rostro humano (Fig. 296b).
Otro de los mayores símbolos de rango y poder que ostentan algunos personajes
corresponde a los cetros cuchillos, identificados en varias escenas iconográficas
mochica. Estos objetos están asociados a las tumbas pertenecientes a los gober-
nantes o a aquellos relacionados a dicha jerarquía durante la fase amarilla, entre
ellos, al Viejo Señor (tumba 3) (Fig. 297a), al Noble de la tumba 12 (Fig. 297b y 297c)
y al Señor Guerrero (tumba 16) (Fig. 297d). Como característica común, los cetros
Otro de los ornamentos identificados para los personajes de élite son las másca-
ras funerarias, asociadas a las principales tumbas como la del Viejo Señor, la del
Señor Guerrero y la del Guerrero Músico (tumbas 3, 16 y 5) (Fig. 299). Estas piezas
representan rostros humanos que portan ornamentos como orejeras, narigueras e,
incluso, barbiquejos, pero cuyo común denominador es la decoración del mentón
mediante un sujetador del cual pende una lentejuela circular como las que han sido
documentadas en la máscara de la tumba 16. De las máscaras de las tumbas 3 y 5
solo han quedado las huellas de los sujetadores como indicador de la existencia de
este elemento decorativo, el cual sugiere la idea de una “barba” (Fig. 299). La aplica-
ción de sujetadores y colgantes también fue realizada en la nariguera de la máscara
del Señor Guerrero (tumba 16) con la diferencia que dichos colgantes son de forma
triangular invertida. Para imitar las pupilas de los ojos, se emplearon aplicaciones de
concha como en la máscara del Viejo Señor (tumba 3); en este caso, solo uno de los
ojos ha conservado dicha aplicación (Fig. 299a).
En la máscara recuperada de la tumba del Guerrero Músico (tumba 5), los ojos están
repujados mientras que en la del Señor Guerrero (tumba 16), están constituidos por
dos láminas independientes con incrustación de concha, los mismos que se encuen-
tran sujetos por dos argollas a la sección superior de la órbita de los ojos. Además
de ello, a la altura de la cabeza, sobresale una especie de lámina a manera de visera
que, en el caso de la tumba 5, presenta una silueta aserrada; en dichas terminales
se ha colocado algún tipo de colgante. Debió ocurrir, de manera similar, con la más-
cara del Viejo Señor, de la cual solo ha quedado la huella del uso de esta lámina.
Esta tendencia de contiunar empleando las viseras asociadas a los colgantes como
elementos decorativos está presente desde las fases tempranas pero, con mayor in-
tensidad, en los objetos recuperados en la zona de Piura, en el sitio de Loma Negra.
Los pectorales recuperados del Viejo Señor (tumba 3) son de metal y concha, y
representan elementos concernientes al medio acuático. Los elaborados en metal
están conformados por ocho extensiones que terminan en volutas, asemejando los
tentáculos del pulpo u olas marinas (Fig. 300a). Uno de ellos está constituido por una
sucesión de placas triangulares, en cuyo extremo inferior se han colocado placas cir-
culares (Fig. 300b). Por otro lado, aquellos elaborados en material malacológico re-
presentan las olas (Fig. 300c). Existe otro pectoral constituido por placas triangulares
en cuyos extremos se ha trabajado cabezas de life estilizadas (Fig. 300d). Asimismo,
se ha recuperado un pectoral similar a este último pero trabajado en placas de metal
que corresponde a la tumba 16 (Señor Guerrero) (Fig. 300e) Estas últimas muestras
nos hablan de la pervivencia de algunos elementos iconográficos y abren la posibili-
dad para pensar en una viable línea consanguínea o de descendencia.
cuentas y representa rostros zoomorfos como, por ejemplo, de felinos con un aspecto
feroz cuyos colmillos están elaborados en conchas Spondylus. En el caso de los ojos,
probablemente, debieron estar decorados de igual forma o con pedrería que emula-
Figura 303: Collar de representaciones antropo-
ra las pupilas de estos animales (Fig. 302). En la parte posterior de ambos collares morfas perteneciente al Viejo Señor (tumba 3). Co-
está el diseño del ave helicoidal en alto relieve. lección Museo Tumbas Reales.
El tercer collar de oro está formado por 10 cuentas de cabezas humanas que pre-
sentan líneas de expresión muy acentuadas en los extremos de la boca y líneas
Figura 304: Collar de cabezas humanas. Rasgos
pronunciadas debajo de los ojos, de manera que se trata de hombres de avanzada
faciales corresponden boca agnática y ojos ala-
edad (ancianos). Estas cuentas debieron estar decoradas con incrustaciones tanto dos. Perteneciente al Viejo Señor (tumba 3). Colec-
en los ojos como en la boca (Fig. 303) ción Museo Tumbas Reales.
Las sonajeras han sido elaboradas con la técnica del repujado y calado y represen-
tan a Ai-apaec de pie sobre un semicírculo bordeado por un total de ocho esferas. El
personaje lleva, en una mano, una cabeza cercenada y, en la otra, un cuchillo. Sus
ojos y boca han sido decorados con incrustaciones (Fig. 305). Se han identificado un
total de 10 de estos elementos en la tumba del Viejo Señor (tumba 3). Probablemente,
estos objetos debieron ser usados en el cinto del personaje.
Por otro lado, los protectores coxales son la combinación de una sonajera que repre-
senta siempre Ai-apaec y de una hoja de metal en forma semilunar (Fig. 306). El Viejo
Señor solo tiene un protector coxal que ha sido elaborado en oro, el mismo que debió
ser usado en el cinto del personaje como se aprecia en algunas representaciones
iconográficas.
Los estandartes de forma circular y rectangular asociados al Viejo Señor están con-
feccionados con un conjunto de placas cuadrangulares cocidas a un soporte de
textil en cuya parte central se ha colocado a un personaje semi-escultórico antro-
pomorfo de pie, con los brazos flexionados y hacia arriba. Este porta narigueras,
orejeras e, incluso, muñequeras y una visera. La vestimenta está constituida por un
traje de lentejuelas circulares que rematan en placas triangulares que terminan en
lentejuelas. Estos personajes están rodeados por un conjunto de placas cuadrangu-
lares donde se observa, en alto relieve, la silueta del ulluchu (Fig. 308).
Figura 308: Personajes antropomorfos identifica- Dentro del ajuar funerario, encontramos la vestimenta de los personajes. Estas túni-
dos en los estandartes del Viejo Señor (tumba 3). cas debieron estar elaboradas en algodón, el mismo que tiene un proceso de degra-
Colección Museo Tumbas Reales. dación más rápido. Por ello, en la mayoría de los casos, hoy solo quedan algunos
restos o improntas de los mismos adheridos a los objetos de metal o a la osamenta
misma. Sin embargo, cabe resaltar que, en la tumba del Viejo Señor (tumba 3), se
ha podido recuperar algunos segmentos de tela que formaban parte de las túnicas
del personaje, las mismas que fueron decoradas con el diseño del life estilizado. Asi-
mismo, en la tumba de Señor Guerrero (tumba 16), se ha podido identificar un traje
elaborado en base a un conjunto de placas de metal rectangulares que debieron ser
cocidas sobre un soporte textil. Las de mayor dimensión se ubican en la parte supe-
rior del cuerpo tanto anterior como posterior. En ellas, ha sido grabada la escena de
dos guerreros enfrentándose. Respecto a las partes posterior e inferior del atuendo,
aquí han sido colocados dos guerreros en actitud de ataque o defensa dispuestos,
sucesivamente, de forma vertical (Fig. 311).
Edificio 1
El avanzado estado de deterioro del edificio rojo (por causa de agentes climático y
antrópicos) asociado a la Fase Mochica Medio Final ha dificultado la identificación
de la configuración absoluta de la estructura. Sin embargo, los datos que han podido
ser recopilados nos permiten aproximarnos al diseño de la misma, constituida por
fachadas altas, inclinadas, enlucidas y pintadas de rojo.
A los personajes identificados en el edificio rojo les corresponden tumbas tipo cá-
mara; es decir, se rompe parte de la arquitectura para construir un espacio nuevo
(donde se colocará el cuerpo del difunto junto a sus acompañantes y ofrendas) que,
posteriormente, será sellado por completo. El sellado de la cámara funeraria se rea-
lizaba colocando los soportes primarios tipo horcón y, luego, ubicando las vigas de
algarrobo que soportarían el peso del relleno de la cobertura final. Algunas de estas
cámaras funerarias están decoradas con hornacinas (tumbas 1, 2, 4, 8, 10, 11 y 14) y
sus interiores contenían ofrendas. En esta fase, continúa la tradición de emplear ataú-
des de caña (tumbas 7, 8, 10 y 11); además, es notoria la presencia de los ataúdes
de madera de algarrobo, pertenecientes, hasta la fecha, solo a señores y sacerdotes
(tumbas 1, 2, 14 y saqueada) (Fig. 313). Un rasgo común de todas estas tumbas— a
excepción de la del Noble de la tumba 10— es la presencia de acompañantes. En
algunos de los casos, uno de ellos desempeña el papel de guardián debido a la
ausencia de pies.
Por su parte, los materiales de la fase roja (a la cual hemos denominado Periodo
Mochica Medio Final) evidencian cambios en aspectos morfológicos, decorativos
e iconográfico, lo que, sin duda, evidencia la transición social que debió ocurrir du-
rante ese periodo de tiempo. Los primeros cambios reportados durante las últimas
investigaciones en Sipán se manifestaron en el patrón constructivo y en los aspectos
formales y decorativos de los objetos (cerámica y metal). Estos cambios dieron paso
a un nuevo orden donde la separación de poderes sería el nuevo eje de funciona-
miento de la sociedad mochica, de manera que surgieron señores y sacerdotes. Es-
tos últimos tuvieron algunas atribuciones militares, con lo cual mantendrían el orden
y respaldarían su hegemonía dentro de la sociedad.
Las evidencia reunidas de los últimos años de investigación nos permiten, tentativa-
mente, clasificar y asociar al resto de los personajes recuperados de la estructura
funeraria en la Fase Mochica Medio Final. El personaje de la Tumba Saqueada ha
sido el gobernante o señor; al él se asocian un cetro y corona. A pesar de esto, el Sa-
cerdote Guerrero (tumba 14) concentra el poder religioso y militar. Las porras y copas
nos permiten ver que ambos personajes empiezan a marcar, de forma concreta, la
variación en la distribución de su poder al coexistir y compartir las responsabilidades
del gobierno durante la Fase Mochica Medio Final. Este distribución de poder se
extiende hasta el fin de esta fase con la presencia del Señor de Sipán (tumba 1) y el
Sacerdote (tumba 2) y (Fig. 48).
Es importante considerar que los objetos de metal nos permiten acercarnos, de for-
ma más certera, a la identidad de estos personajes, pues la mayoría de estos orna-
mentos debieron ser objetos de uso personal. Tal es el caso de las orejeras, narigue-
ras, coronas, cetros, máscaras, collares, sonajeras, copas, estandartes y vestidos,
entre otros objetos.
Las coronas en forma de “V” están asociadas a las tumbas del Sacerdote Guerrero
y del Señor de Sipán (tumbas 14 y 1, respectivamente). Las pertenecientes al Sacer-
dote Guerrero han sido elaboradas en cobre y presentan, como elementos decorati-
vos, la aplicación semi-escultórica de una cabeza antropomorfa con sus respectivos
ornamentos, además de diseños incisos que representan al animal lunar (Fig. 321a).
A la corona de oro en “V” perteneciente al Señor de Sipán (tumba 1) se le ha añadido
un ser antropomorfo de pie con los brazos extendidos hacia arriba; está colocado so-
bre una lámina mayor cuyo contorno es similar al personaje antropomorfo (Fig. 321b).
Los cetros, asociados al edificio 2 (edificio rojo), son exclusivos de aquellos perso-
najes estrechamente vinculados a la élite gobernante y se han clasificado en cetros
escultóricos y cetros geométricos. Los escultóricos han sido documentados en la
tumba 14; en ellos se representa a un pez life mientras que el extremo inferior del
mango remata en una parte alargada a manera de cincel (elaborada en cobre) (Fig.
142). En la Tumba Saqueada, se ha recuperado un cetro donde se representa un
espacio arquitectónico. En la parte principal, se ha podido identificar la imagen del
animal lunar en pleno acto de copulación con una mujer (el cetro también ha sido
trabajado en cobre) (Fig. 326).
Los cetros geométricos son pirámides truncas invertidas cuyo mango es cilíndrico;
remata, en el extremo inferior, en forma aplanada a manera de cincel. Las piezas—
elaboradas en cobre— están asociadas al acompañante del Jefe Guerrero de la
tumba 8 (Fig. 328a). En la Tumba Saqueada, el cetro es de oro y plata, y presenta
diseños en alto relieve de un guerrero en cada uno de los lados (Fig. 328b). Por su
parte, en la tumba del Señor de Sipán (tumba 1) se ha recuperado un centro pirami-
dal trunco elaborado en oro con la sección inferior hecha de plata. En cada uno de
los lados, en alto relieve, se ha representado la escena de un señor y un segundo
personaje, nuevamente, en posición penitente (Fig. 328c).
Otros ornamentos como, por ejemplo, los brazaletes— distribuidos en paneles y ela-
borados en base a cuentas de oro, piedras y concha— pertenecen solo al Señor de
Sipán (Fig. 338).
La vestimenta también se elaboró en base a placas pequeñas (1 cm. por cada lado)
de metal cocido a un textil. El extremo inferior de la prenda asociada al Sacerdote
Guerrero ha sido decorado con placas triangulares invertidas (Fig. 342a), mientras
que la túnica del Señor de Sipán remata en placas de menores dimensiones (Fig.
342b). Estas vestimentas carecen de diseños o representaciones. Los demás perso-
najes de la élite y la nobleza debieron usar solo vestimentas con textiles muy finos di-
ferenciándose, así, de los gobernantes que tendrían el resplandor del sol o de la luna.
También se han registrado reservas, que son masas de metal sin función aparente
colocadas en el interior de la boca, manos o a los pies del personaje. En el caso del
Sacerdote Guerrero (tumba 14), a la altura de la cavidad bucal, se recuperaron pe-
queñas masas de oro (a la derecha) y de cobre (a la izquierda) (Fig. 343a), mientras
que para el Señor de Sipán (tumba 1) se han identificado reservas de oro en la boca,
sobre la mano derecha y en el vientre. Sobre la mano izquierda se recuperó una pieza
complementaria de plata (Fig. 343b)
Es importante tener en cuenta que los datos recolectados de la tumba 4 nos indican
que el espacio fue preparado, originalmente, para depositar los restos de un per-
sonaje importante. La tumba es más grande que la del Señor de Sipán (que tiene
5 m. por 5 m.) y presenta tres hornacinas por lado con sus respectivas ofrendas.
No obstante, las evidencias indican que no llegó a cumplirse tal fin, pues no se ha
encontrado el cuerpo de este individuo. Debajo de esta tumba, se hallaron los restos
óseos de tres personas dispuestas una al lado de la otra, orientados en eje este-oes-
te. Se recuperaron, además, orejeras con incrustaciones de turquesas, objetos de
metal y cerámica, y evidencias de caña, conformando una nueva tumba signada
como la tumba 6.
Hay que mencionar, finalmente, que en la fase roja se da, con mayor intensidad, la
idea del dualismo. Podemos corroborar esto en la presencia de objetos elaborados
en oro y en plata asociados al Señor de Sipán, al Sacerdote, al Sacerdote Guerrero y,
probablemente, a la Tumba Saqueada. Todos estos personajes serían los gobernan-
tes durante esta época.
La historia nos demuestra que todas las sociedades que han emergido alrededor del
mundo tienen un origen, un increíble auge o prosperidad y, finalmente, un proceso
de declive. El área andina no ha sido la excepción a esta regla. Muestra de ello es la
cultura mochica, que ha dejado múltiples interrogantes acerca de las circunstancias
que propiciaron su decadencia o colapso.
Los datos recopilados de las excavaciones de las estructuras mayores del Complejo
Arqueológico Huaca Rajada –Sipán (patio 1, Pirámide Ceremonial, Plataforma Fu-
neraria, patio 2, Pirámide Político-Administrativa) (Fig. 69) han reportado contextos
en los que, también, hubo presencia de grupos culturales post-mochica como los
lambayeque, chimú y chimú-inca. En niveles más profundos, las excavaciones nos
han permitido identificar la presencia de material asociado a la Fase Mochica Tardío,
periodo en el que se da una arquitectura ortogonal mediante el empleo de adobes
paralelepípedos reutilizados que están asociados a amplios espacios de quema.
Asimismo, se han registrado depósitos sedimentarios, arrastres aluviales e, incluso,
el colapso de algunas partes de la arquitectura monumental que flanquea estas ex-
planadas, aparentemente, vacías.
Cabe mencionar que los datos recuperados, a la fecha, nos han permitido establecer
algunas correlaciones con los momentos de ocupación definidos en patio 2 y patio
1. A pesar de que los trabajos de excavación en este último todavía no han conclui-
do, hemos registrado, tentativamente, “conjuntos arquitectónicos” (patio 1) con sus
respectivas remodelaciones. A ellos se asocian vasijas de cuello compuesto, tinajas
decoradas con bandas de color crema e incisiones de roedores. El hallazgo de estos
elementos nos ha permitido asociarlos al momento de ocupación 4 del patio 2 donde,
antes, no se habían reportado estas evidencias.
Este momento ocupacional presenta una arquitectura más completa. Los materiales
asociados a esta ocupación son restos óseos, restos vegetales y fragmentos de ce-
rámica. Estos últimos nos permiten saber que se continúa decorando las asas estribo
con bandas horizontales tanto en la base como en la parte media y se empiezan a
utilizar los cántaros de gollete carenado y cara-gollete (Fig. 108).
Para este momento de patio 2, se observa que las estructuras han sido elaboradas
con madera de algarrobo y enea trenzada, dejando de lado la elaboración en ado-
bes. Pero, al ser estos necesarios para la construcción de los espacios arquitectóni-
cos, se decide reutilizarlos desmontándolos de las estructuras. El poco tiempo y la
poca fuerza de trabajo que esto demandó permitió que los pobladores abocaran, por
completo, sus energías en la realización de rituales para aplacar las fuertes lluvias
del momento.
Con ayuda de los datos que han sido recogidos por algunos cronistas haremos, a
continuación, algunas comparaciones históricas que nos permitirán recrear los suce-
sos desarrollados en Sipán.
Al respecto, el cronista Murúa en Historia General del Perú (1611) relata el uso de las
ofrendas de animales domésticos en rituales muy parecidos:
“No acostumbraron sacrificar animales silvestres, porque decían que para ofrenda
a las huacas, y siendo dirigidas y ordenadas para su bien, salud y aumentos, no
debían de ofrecer sino cosas que ellos hubiesen criado y aumentado con su so-
licitud y cuidado, para dar muestras de lo mucho que estimaban sus huacas y lo
mucho que dellas esperaban” (1987: 421).
“La segunda guaca desteceque se llamaba Pachatosa; era una piedra grande que
estaba junto a la casa de Cayo. Quemábase encima della el sacrificio, y decían
que lo comía” (Cobo 1964: 175)
Este testimonio indica, con claridad, por qué el fuego se usó como un elemento en-
cargado de acercar todas las ofrendas a las huacas y a los dioses. En este mismo
contexto ritual, se identificó dos fogones. El primero es de forma circular y paredes
calcinadas con una coloración anaranjada a consecuencia de un calor constante.
Debió ser utilizado para abastecer de fuego a la incineración de ofrendas. El segun-
do es de forma rectangular y ha sido elaborado con adobes paralelepípedos. Debió
ser utilizado para la preparación de alimentos consumidos durante el rito.
Otro elemento que merece especial atención son los sacrificios humanos. Observa-
mos, claramente, que, en uno de ellos, un individuo fue descuartizado, colocando
sus partes corporales en diferentes lugares. Así, se halló, por ejemplo, una pierna
muy cerca al petate y otro miembro en la parte central del patio. Otros restos óseos
como costillas, vertebras y omoplatos fueron distribuidos muy cerca al petate.
Este tipo de ofrenda indica que la vida humana constituye el bien más preciado
de cualquier sociedad. Fernández (1997) refiere que los sacrificios humanos en los
andes son reconocidos, incluso en la actualidad, como la ofrenda más valorada. En
tanto, la sangre humana, pese al rechazo consensual, es considerada una ofrenda
propicia.
Estos eventos climáticos debieron extenderse y las estrategias del gobierno ante
estas inclemencias debieron ser vistas con ineficiencia. Nuestra propuesta es que,
como consecuencia de estos eventos, la élite de Sipán se traslada a Pampa Grande,
al sector denominado Piedemonte Sur. Debemos tener presente que una élite tan
fuerte como Sipán no puede extinguirse tan rápido y que, ante este acontecimiento
pluvial, debieron emplear múltiples estrategias para mantenerse en el poder.
G
racias al conglomerado de evidencias reportadas hasta la fecha, los traba-
jos de investigación en el Complejo Arqueológico de Huaca Rajada-Sipán
nos ha permitido respaldar la presencia de tres etapas de desarrollo de
la sociedad mochica: Mochica Temprano, Mochica Medio y Mochica Tardío. Esto
ha sido posible en base a los análisis morfológicos, tecnológicos e, incluso, icono-
gráficos de las piezas malacológicas, de cerámica y de metal. Dichas piezas han
sido asociadas— de acuerdo a su procedencia— a la secuencia constructiva de la
estructura funeraria y con ello se ha podido establecer algunas recurrencias de for-
mas e iconos dentro del mismo sitio arqueológico. Estas han llegado, a su vez, a ser
reconocidas en el valle Chancay-Lambayeque, Zaña (Úcupe), Piura (Loma Negra),
Jequetepeque (Dos Cabezas, La Mina, Pacatnamú, San José de Moro), Chicama
(Huaca Cao) y Virú (Huaca de la Cruz) (Fig. 350).
Las evidencias asociadas a la ocupación Mochica Temprano en Sipán están confor-
madas por un escueto conjunto de materiales que no permite inferir mayores detalles
Figura 351: Botellas escultóricas ornitomorfas asa
acerca de esta sociedad durante su formación. Sin embargo, uno de los primeros
estribo con reborde en el gollete, recuperadas en
indicios— identificado a nivel arquitectónico— se manifestó en los perfiles de la Pla-
(a) Sipán, (b) Úcupe, (c) Dos Cabezas, (d) La Mina
taforma Funeraria, en la sección más profunda (Figs. 17a y 17b), registrándose la y (e) Piura. Tomado de la Colección del Museo de
configuración de una estructura alargada de fachadas altas e inclinadas asociadas Sitio Huaca Rajada Sipán, Museo Tumba Reales,
a pisos e, incluso, algunas remodelaciones, cuyos paramentos han sido enlucidos. Chero y Alva (2010), Makowski y Donnan (1994)
Debido al reducido espacio de trabajo, aún queda por determinar más detalles re-
lacionados al diseño de esta construcción. Esta ha sido denominada edificio 3 y
constituye la edificación más temprana a la fecha en Sipán. De esta estructura se
Figura 352: Cancheros recuperada en Dos Cabe-
han recuperado los restos del Noble Guerrero (tumba 15) (Figs. 17a, 17b, 46 y 48). zas-tumba 2 (a) y canchero asociado a la tumba 15
El personaje fue envuelto en textiles para, finalmente, ser depositado en una tumba del Noble Guerrero en Sipán (b). Tomado de Don-
del tipo fosa (Fig. 167). nan (2007: 178) y Colección Museo de Sitio Huaca
Rajada-Sipán.
Los materiales recuperados del Noble Guerrero (quien pertenece a la élite mochica
temprana de Sipán) evidencian una sociedad donde el nivel tecnológico, morfoló-
gico y decorativo de la cerámica ritual es alto. Entre estos objetos se encuentran
botellas escultóricas asa estribo que representan, naturalmente, a seres ornitomorfos
(búhos) en posición erguida (Fig. 351a). Estas representaciones también se han en-
contrado en sitios como Úcupe (Fig. 351b), Dos Cabezas (Fig. 351c), La Mina (Fig.
351d) y Piura (Fig. 351e). Aquí se puede apreciar, aún, como característica común
el engrosamiento en el labio del gollete.
Cabe mencionar que, para efectos de una mejor comprensión de los acontecimien-
tos, presentaremos los datos considerando el proceso constructivo de la estructura
funeraria de Sipán desde lo más temprano hasta lo más tardío. En otras palabras:
desde abajo hacia arriba.
Cada uno de los contextos funerario de estos personajes de la élite mochica contiene
un alto grado de información que nos permitirá ir reconstruyendo la historia en esta
parte del valle medio Chancay–Lambayeque y, además, comparar con otros asen-
tamientos de desarrollo coetáneo a Sipán con la finalidad de establecer parámetros
dentro de la interacción social de dichos grupos. De esta manera, podremos definir la
existencia o no de un núcleo central desde el cual se gesta la soberanía ideológica.
El uso de tumbas tipo fosa es común a todos estos contextos funerarios. Bajo esta
modalidad, el cuerpo del personaje era envuelto en textiles (tumbas 3 y 9). Posterior-
mente, se implementó el uso de ataúdes de caña (tumbas 5, 12, 13 y 16). Otra de las
características funerarias que se han identificado es la presencia de los acompañan-
tes en la tumba 3 (Viejo Señor), 12 (Noble) y 16 (Señor Guerrero). Podemos mencio-
nar, a su vez, la presencia de una semi-escultura de cobre dorado que representa
a un guerrero de porra terciada (tumba 3). Este elemento vendría a ser una de las
primeras manifestaciones de los guardianes en los contextos funerarios (Fig. 366a).
Estos diseños marcan un patrón morfológico y estilístico desarrollado por los pobla-
dores de esta parte del valle de Lambayeque, el mismo que se identifica en sitios
como Piura y Jequetepeque. En el caso del primero (Piura), las piezas recuperadas
solo muestran semejanzas en el aspecto decorativo e iconográfico. Prueba de ello
es el empleo del engobe crema con pintura roja para realizar las representaciones
iconográficas respectivas. La forma de la pieza, por su parte, conserva las carac-
terísticas locales; esto se ve en los casos en los que se coloca una base al cuerpo
para, así, elevar la altura del mismo de manera que se asemeje a una forma ovoide
(Fig. 355a).
En los sitios de Pacatnamu (Fig. 355c, 355f y 355i) y San José de Moro (Fig. 355d,
355g y 355j) (ambos identificados en el Jequetepeque), las piezas de cerámica en-
contradas tienen cuerpo globular, cara gollete y están decoradas con motivos linea-
les pintados. Es claro el uso del engobe crema en las representaciones de perso-
najes antropomorfos, zoomorfos y ornitomorfos. Todos estos presentan las mismas
características que los personajes de las piezas identificadas en Sipán. De esta ma-
nera, los elementos identificados en Pacatnamu y San José de Moro nos permiten
dilucidar que Sipán fue el foco desde donde se irradió hacia estos lugares todo su
poder. Prueba de ello son las similitudes de formas y decoraciones identificadas
hasta el momento. En el caso de Piura, conocemos la complejidad de los elementos
recuperados y el acabado de la cerámica en pintura crema y roja nos sugiere una
posible relación con Sipán.
Sacerdote Guerrero (tumba 14) y en la del Señor de Sipán (tumba 1). Los prisioneros (c, f, i) y San José de Moro (d, g, j) valle de Je-
quetepeque. Tomado de Makowski (1994), Donnan
presentan una soga en el cuello y están desnudos con los genitales expuestos, tal
y Cock (1997), Castillo (2011) y Colección Museo
como se ha podido identificar en las tumbas 8 y 11 (pertenecientes al Jefe Guerrero)
Tumbas Reales.
y en la 14 (correspondiente al Sacerdote Guerrero). Estos contextos están asociados
a la fase dos del edificio 1. Asimismo, estas representaciones han sido registradas
también en la tumba 1 (la del Señor de Sipán) y en la 4 (contexto sin personaje),
ambas correspondientes a la fase 1 del edificio 1 (última fase del mochica en Sipán).
Finalmente, los mutilados— es decir, los que carecen de las extremidades superio-
res— han sido reportados en la tumba 8 y 11 que corresponden a los jefes guerreros.
Cabe mencionar que este mismo tipo de cerámica escultórica se reporta para los
repositorios 1, 3 y 4 (Fig. 355b).
En ese sentido, pensamos que esta fase del Mochica Medio Final en Sipán—periodo
en el que encontramos la presencia de guerreros con armas de combate, persona-
jes con soga al cuello (denominados prisioneros) e individuos que carecen de las
extremidades superiores— nos estaría advirtiendo sobre una época de violencia,
actividad que, hasta la fecha, no hemos podido reconocer para la fase anterior (edi-
ficio amarillo). La presencia de los prisioneros y mancos podrían estar referidas a
las secuela de enfrentamientos militares en los que se les capturó, se les colocó una
soga al cuello y se les cortaron las extremidades superiores. A través de estas prácti-
cas, se disminuye la fuerza de combate del ejército enemigo. La conjunción de todas
estas representaciones es un indicador de caos social dentro de esta sociedad, lo
cual respalda la hipótesis de que, en esta etapa del Mochica Medio Final de Sipán,
se produjo la Rebelión de los Artefactos y que es, finalmente, el Señor de Sipán quien
restaura el orden en la tierra de los hombres.
343
En relación a los ornamentos de metal entre los personajes de élite, los más recurren-
tes son las narigueras. Estas se han podido identificar desde Piura hasta Virú. Así,
Figura 356: Nariguera cuadrangulares, combina-
durante la fase amarilla, las narigueras asociadas a los personajes de la élite han
ción de metales asociada al Viejo Señor de Sipán
sido elaboradas mediante el empleo de dos tipos de metales—el oro y la plata— para
(a) y a la Dama de Cao con el ave helicoidal (b).
confeccionar un solo elemento. Estos objetos han sido recuperados de los contextos Tomado de Alva (2007) y Franco (2007)
de Sipán (Viejo Señor–tumba 3) y Huaca Cao (Dama de Cao) y, en algunos casos,
pueden estar decorados con diseños en alto relieve como, por ejemplo, las narigue-
ras de la Dama de Cao. En ellas se ha representado el ave helicoidal, mientras que,
Figura 357: Narigueras ovaladas decoradas recu-
para el caso del Viejo Señor de Sipán, este diseño ha sido identificado en la parte
peradas en Loma Negra (a y d), Dos Cabezas (b y
posterior de las cuentas de los collares de arañas y felinos (Fig. 356).
e) y Sipán – Tumba del Viejo Señor (c y f). Tomado
de Donnan (1990, 1992 y 2007) y Alva (2007)
Las narigueras decoradas de tipo ovalado recuperadas en contextos como Sipán,
Loma Negra y Dos Cabezas tienen, como rasgo común, la aplicación de esferas,
sean del mismo metal o de algún tipo de pedrería. Este recorre casi todo el borde de
la pieza (Fig. 357).
Respecto a las máscaras funerarias antropomorfas, entre las que proceden de Loma
Negra, Dos Cabezas, del personaje de Úcupe, del Viejo Señor de Sipán (tumba 3),
del Señor Guerrero (tumba 16) y del Guerrero Músico (tumba 5) se hallan ciertos
rasgos similares. Estos objetos exhiben el uso de lentejuelas en el mentón a manera
de barba, narigueras, orejeras y una lámina a manera de visera, la misma que pue-
de tener algunos colgantes (Fig. 361). Las formas de la narigueras corresponden a
las del tipo circular decorada con esferas—como la del personaje de Dos Cabezas
(Fig. 361b)— o del tipo semilunar con puntas recortadas— como la del personaje de
Úcupe (Fig. 361c), el Viejo Señor de Sipán (Fig. 361d) y el Señor Guerrero (Fig. 361e).
Es importante resaltar, además, que en los niveles superiores del contexto del Viejo
Señor se define una semi-escultura de cobre dorado que representa un a guerrero de
pie con porra terciada, corona y elementos escalonados anexos que evidencia haber
tenido colgajos con lentejuelas en el cuerpo (Fig. 366a). Pensamos que se trataría del
antecedente de los guardianes, los mismos que se han reportado para fases poste-
riores en Sipán. En Huaca Cao, anexa a la tumba de la Dama de Cao, se ha recupe-
rado una escultura de madera de un guerrero de pie con corona, nariguera, porra en
la mano derecha y escudo en la izquierda que presenta, en el cuerpo, lentejuelas
(Fig. 366b). Posiblemente, se trataría de un guardián para el contexto de esta tumba.
Las orejeras asociadas para esta fase en Sipán corresponden a las del tipo circular
decoradas con esferas alrededor del borde. En algunos caso presentan incrustacio-
nes de piedras semi- preciosas (turquesas) que delimitan la silueta de un personaje
y de animales (Figs. 315, 316 y 317). Sin embargo, a la fecha, las recurrencias de
este tipo de objetos no están del todo clara, ya que, aún, no se puede establecer una
correlación con otras tumbas.
Los cetros cuchillos– símbolos de poder— son, para esta fase, de forma piramidal
invertida (como se han hallado en la tumba del Señor de Sipán y en la Tumba Sa-
queada) y están elaborados en oro. En cada uno de los lados, en alto relieve, se
representa una escena de sumisión o sacrificio (Fig. 328). Asimismo, cabe resaltar
que, dentro de los ornamentos del Señor de Sipán, también se recuperó un cetro
de plata que representa, de forma escultórica, una escena similar (Fig. 378a). Esta
escena está conformada por dos personajes, uno de ellos de pie con ornamentos
propios de un guerrero (escudo y porra) y el otro de rodilla con la cabeza observando
al primer personaje. Una escena similar se ha encontrado en un cetro procedente de
Loma Negra, con la diferencia de que, en este último, el personaje (suplicante) lleva
en la espalda alas (Fig. 378b).
además, en la corona del Señor Guerrero (tumba 16)— que pertenece al edificio
amarillo— e identificado en una escena de copulación con un personaje femenino
sobre la silueta de una medialuna, la cual ha sido reportada en el “bastón de mando”
Figura 379: Escena de coito del animal lunar y un
de cobre, procedente de la Tumba Saqueada (Fig. 379a). Similar escena hemos en- ser antropomorfo identificado en el bastón del per-
contrado en una pieza maciza de metal del sitio Loma Negra (Fig. 379b) sonaje de la Tumba Saqueada (a) y en una pieza
del Sitio Loma Negra (b). Tomado de Alva (2007) y
Carcedo (1999)
Cabe mencionar que los elementos recuperados de los cuatro momentos de Sipán
(Figs. 384a y 384b) han sido identificados en sitios como Pampa Grande y Santa
Rosa, y su fragmentería corresponde a cara gollete antropomorfos; algunos aún con-
servan ornamentos como, por ejemplo, orejeras (Figs. 384c y 384d) reportadas en
los trabajos de Alva y Chero (1999). En Santa Rosa (Figs. 384e y 384f), también ha
sido documentada la presencia de este tipo de personajes antropomorfos e, incluso,
de seres zoomorfos (Bracamonte 2013) como los reportados en Sipán para la Fase
Tardía Mochica.
Las asas estribo con bandas horizontales registradas en Sipán (Fig. 385a y 385b)
han sido reportadas en los trabajos de Pampa Grande por Alva y Chero (1999), Jo-
hnson (2010) y Chero (2013) (Fig. 385c y 385d) y en el sitio de Santa Rosa (Braca-
monte 2013) (Fig. 385e y 385f). Estas bandas horizontales también se encuentran
en San José de Moro. Además, se registraron, en los sitios de Sipán y Santa Rosa,
fragmentos de asas estribo decorados con panoplias, las cuales están delimitadas
por bandas horizontales paralelas (Fig. 386).
En los sitios de Pampa Grande, Huaca Santa Rosa e, incluso, San José de Moro se ha
reportado la presencia de asas estribo decoradas con bandas verticales (Fig. 389)
que, para el caso de Sipán, han sido registradas en los estratos más tardíos de la
Fase Mochica pero corresponden, hasta la fecha, a una muestra poco representativa
en comparación a los demás sitios.
Es importante mencionar que, en uno de los contextos funerarios del Complejo Ar-
queológico Zarpan, se recuperaron— dentro del conjunto de ofrendas— una botella
asa estribo moche V (Fig. 392) de cuerpo carenado decorada con gráficos lamba-
yeque, los que nos hace pensar en la fusión de ambos elementos. Sin embargo, no
podemos precisar el tiempo.
D
espués de la descripción de la arquitectura de Sipán, de los nuevos contex-
tos funerarios (tumbas 14, 15 y 16) y del análisis de la cerámica y metales de
este centro urbano—todo esto sumado al contraste con otros contextos de la
misma época pero en valles distintos— no podemos dejar de lado las imágenes mo-
che que representan pasajes importantes de la vida de esta cultura. Al documentar
la tumba del Señor de Sipán (1987-1988), el Dr. Walter Alva y el autor revisábamos
la iconografía moche, de manera que el tema de “La Presentación” nos permitió
identificar a este personaje a quién llamamos Señor de Sipán. Entre los elementos
del ajuar recuperados en la excavación estaba la corona, las orejeras, los vestidos de
placas cuadradas, el protector coxal y los rayos que se proyectan de la espalda. Por
este tiempo, también visitó la excavación el Dr. Christopher Donnan, conocedor de
los moche con quien, después de un intercambio de opiniones, llegamos a concluir
que, efectivamente, la identidad de este personaje correspondía al ser radiante; es
decir, la tumba hallada pertenecía al personaje principal o Señor de Sipán. A partir
de ese momento, he revisado estas representaciones y me he preguntado si los
trazos ejecutados por estos habilidosos dibujantes (trazos que buscaban perennizar
eventos como ceremonias ejecutadas por personajes de la élite cumpliendo roles
de índole militar, civil y religiosa) se hicieron tal cual ocurrieron en la vida diaria o si
fueron modificados por el artista (quien puedo incrementar o disminuir elementos e
incluso personajes). La información recuperada de los contextos funerarios de Sipán
que corresponde al edificio 1 (de color rojo) nos ha permitido registrar a varios per-
sonajes (Fig. 393). Entre ellos, destacan, en la primera fase constructiva, el Señor de
Sipán (T 1) y el Sacerdote (T 2). En lo concerniente a la fase dos—la más antigua—
reconocimos al Sacerdote Guerrero (T 14), a guerreros (T 8 y 11) y al personaje de la
Tumba Saqueada (TS). A continuación, se intentará correlacionar estos personajes
de la sociedad mochica con la iconografía descubierta, especialmente, con las di-
versas representaciones que se han hallado del tema de “La Presentación”, de “Las
Ofrendas” y de “La Rebelión de los Artefactos” (Donnan 1988, Donnan y McClelland
1999, Hocquenghem 1986, Golte 2009). Todas estas escenas están pintadas en va-
sijas asociadas a la Fase Mochica Tardío.
De otro lado, en esta misma escena tiene lugar un sacrifico, enfrentamientos de gue-
rreros y aparece el perro con manchas.
rona con apéndices de serpientes y un traje de líneas verticales que parecen placas
alargadas. Acompañan al personaje femenino extensiones trenzadas que rematan
en cabezas de serpientes mientras que sostiene, con una mano, un objeto circular.
Figura 396: Escena de la Presentación donde el
Se identifican escenas de sacrificio en el entorno que se complementan con símbo- Señor está ausente y en su reemplazo el Sacerdo-
los relacionados al ritual: una copa con pedestal y dos elementos que asemejan la te Guerrero está sentado en una especie de plata-
forma del cetro de cobre que se recuperó de los escombros de la Tumba Saqueada forma recibiendo la copa del personaje femenino.
Este personaje de la élite mochica descrito en las cinco escenas anteriores corres-
pondería a aquel registrado en la tumba 14 de la Plataforma Funeraria de Huaca
Rajada – Sipán: al Sacerdote Guerrero. Sumadas a las escenas previas existen otras
iconografías donde, a nuestro criterio, aparece el mismo personaje en actividades
de índole político-administrativa. En una de ellas se encuentra sentado en el interior
de una estructura a dos aguas vistiendo un pectoral, orejeras, tocado en “V” y— en
Otra escena donde podemos apreciar a este personaje con la corona en “V” y tra-
je de placas cuadrangulares con apéndice que termina en círculos es la conocida
como el “juego de los pallares”. Su rostro tiene las facciones de un ser ornitomorfo y
se encuentra sentado frente a un personaje ricamente ataviado con orejeras, tocado
y pectoral que, según nuestro criterio, sería el personaje de la Tumba Saqueada. Sos-
tiene en sus manos un juego de “varillas” y en el entorno hay algunos “pallares” que
están decorados con puntos o franjas de color. Cabe mencionar que en el repositorio
1, asociado a la tumba del Señor de Sipán (tumba 1), se han registrado pallares de
piedra que nos indicaría que este evento—denominado “El Juego de los Pallares”—
tuvo lugar (Donnan 1988, Hocquenghem 1986, Golte 2009) (Fig. 400).
Estas dos últimas escenas elaboradas en metal estarían cerrando el proceso de re-
gistro de los artesanos del “ajusticiamiento” del Sacerdote Guerrero, luego de rebe-
larse contra el sistema y fracasar en el proceso.
El análisis de los materiales de Sipán nos ha permitido tener una nueva visión de los
cambios ocurridos dentro de la élite mochica de esta parte del valle Chancay-Lam-
bayeque. Los cambios se reflejan tanto en la arquitectura como en la cerámica y en
los metales. El análisis de materiales nos ha permitido, además, interpretar sucesos
como el tema de “La Presentación” y “La Rebelión de los Artefactos”, acontecimien-
tos que tuvieron lugar en el edificio 1 de fachadas inclinadas y de color rojo. Al res-
pecto, propongo que la primera escena (Fig. 394) correspondería a los inicios de la
fase constructiva 2 (edificio 1 – Fig. 48), donde el personaje que encarna el poder
político y civil es el personaje de la Tumba Saqueada mientras que el poder religioso
Figura 405: Escena de ajusticiamiento donde el
y militar está en manos del Sacerdote Guerrero (T 14), quien han sido representado
personaje principal sostiene una porra y a sus pies
se encuentra un prisionero despojado de sus ves- en el cumplimiento de sus funciones. La segunda escena correspondería a la etapa
timentas siendo sujetado de la parte posterior por media de la fase constructiva 2 del edificio 1 por el enriquecimiento de la ceremonia,
un guerrero. Tomado de Alva (2007) la vestimenta de los personajes y el incremento de un ser femenino. La tercera esce-
na evidencia al Sacerdote Guerrero cumpliendo funciones que solo le competen al
señor. ¿Cuáles serían las razones para que este personaje reciba la copa? ¿Será que
la sociedad mochica está pasando por un proceso de inestabilidad social?
Figura 406: Representación escultórica de un per-
sonaje de rodillas despojado de sus ornamentos
frente a un señor. Este último lleva un collar, toca- La cuarta escena evidencia un caos y retorno al orden existente, como se puede ob-
do, porra y un escudo. Tomado de Alva (2007) servar en la iconografía de “La Rebelión de los Artefactos”. Estos dos últimos acon-
tecimientos (entrega de copa y rebelión de artefactos) estarían ubicados casi al final
de la fase constructiva 2 del edificio 1 (Fig. 48), donde el Señor de Sipán (tumba 1)
recupera el poder con las funciones de índole político y militar y se encarga, perso-
nalmente, de ajusticiar al personaje rebelde—tal como se evidencia en las represen-
taciones del cetro piramidal y escultórico— para, finalmente, enterrar al Sacerdote
Guerrero en esta fase constructiva.
Proponemos que después de este evento, el Señor de Sipán construye la fase 1 del
edificio rojo (edificio 1). Él tiene un papel protagónico, ya que su figura se plasma en
las orejeras y es retratado encabezando ceremonias como la “purificación”, escena
en la que lanza flores con estólicas, y porta unas orejeras con representación de
pato (Fig. 316a) y una estólica que remata en cabeza de serpiente. Asimismo, se le
representa de pie sobre una plataforma y recibiendo una copa (Fig. 407), la misma
que es ofrecida por el sacerdote, probablemente. Sin embargo, carece de los típicos
ornamentos asociados a su persona excepto por la copa en pedestal y el plato.
Queremos enfatizar, finalmente, que este suceso debió marcar el cambio en la or-
ganización de las altas esferas del gobierno debido a una sublevación. Sus artífices
fueron capturados, despojados de sus objetos emblemáticos y, probablemente, reti-
rados de los dominios de la élite de Sipán, lo cual justificaría la ausencia de elemen-
tos como la copa y la corona que nos ayuden a distinguir la función que desempeñó
el personaje hallado en la tumba M - U1515.
De otro lado, queremos mencionar que, aunque este personaje fue enterrado en una
tumba en forma de bota—lo cual correspondería al patrón funerario local para esta
época, a diferencia de las tumbas de cámara que se utilizan para el entierro de los
personajes de Sipán— sí se puede distinguir su importancia por el tamaño de la tum-
ba frente a otras registradas en el entorno. A pesar de que no podemos asegurar que
este personaje tuvo nexos de linaje en el valle del Jequetepeque, queremos mencio-
nar que, de acuerdo a los estudios realizados por el antropólogo Haggen Klaus, en
algunas tumbas de Sipán, existe la evidencia de que ciertos individuos proceden de
ese valle (Klauss, comunicación personal).
Por otro lado, las escenas del tema de “La Presentación” y “La Rebelión de los Ar-
tefactos”— donde participa activamente en Señor de Sipán— representan sucesos
que, probablemente, se desarrollaron en esta zona y que han sido plasmados, tam-
bién, en la cerámica de la Fase Mochica Tardío de los valles sureños. Las dudas
sobre cómo estos sucesos fueron representados en un territorio diferente al área
de influencia directa de Sipán son muchas. ¿Serán gente de los valles al sur de Si-
pán que presenciaron estas escenas grabándolas en su memoria para reproducirlas
como registros de la memoria colectiva mochica? ¿O, quizá, será que personajes
que participaron de estos eventos en el territorio de Sipán, al trasladarse a los valles
sureños después de las fuertes lluvias, reprodujeron lo que aún permanecía en su
memoria? ¿Se trata de representaciones de personajes de la élite que vivieron en los
valles del sur y que fueron representados en la iconografía de la cerámica?
Para todas las preguntas anteriores tiene que haber una explicación, una todavía difí-
cil de precisar. Sin embargo, está claro el apogeo e influencia de Sipán como núcleo
de desarrollo no solo en el valle Chancay - Lambayeque para la Fase Mochica Medio,
sino también en los valles vecinos como Piura, por el norte, y Jequetepeque, por el
sur. Por tal motivo, eventos importantes para los mochicas de Sipán—como el tema
de “La Presentación”— debieron suscitar el interés del público dentro de su área de
influencia. De igual modo, si sucedía algo en contra del sistema— como una rebelión
y el ajusticiamiento del perpetrador— esto también debió ser motivo de interés para
la sociedad. Bajo este enunciado, el tema de “La Presentación” debió ser tomado
como un símbolo positivo donde los semi-dioses ofrendaron a los dioses para man-
tener el orden y la prosperidad dentro de la sociedad. No obstante, para épocas
tardías caracterizadas por inestabilidad social las representaciones en la cerámica
evocarían la prosperidad y tranquilidad brindada por los dioses—tal como ha sido
enunciado por investigadores, entre ellos por Rosas, en el año 2007.
L
a conservación es un complemento fundamental de la actividad arqueológi-
ca pues permite mitigar el deterioro de la evidencia con la que trabajamos.
Desde esta perspectiva, la investigación arqueológica debe entenderse como
un trabajo interdisciplinario en donde el aporte de los especialistas de las ciencias
biológicas, químicas, ecológicas, entre otras, resulta imprescindible. La conserva-
ción participa de un marco teórico conformado por principios, criterios, estrategias
y procedimientos ajustados a la problemática específica de la estructura u objeto a
intervenir (Morales 1995).
Existen distintos agentes de deterioro que pueden afectar a los restos arqueológi-
cos; por ello, es imprescindible que se elaboren planes a corto, mediano y largo
plazo, pues las acciones de conservación no finalizan con las intervenciones in situ
(acciones y tratamientos aplicados a los objetos que van desde la limpieza hasta la
restauración), sino que también se deben tener cuidados especiales con respecto
al ambiente post- excavación (laboratorios y depósitos), controlando las condiciones
de humedad, luz, etc. (Stanley Price 1987). Todas estas medidas aseguran la durabi-
lidad, integridad y accesibilidad del patrimonio arqueológico.
Entre las labores necesarias para la puesta en valor de los sitios arqueológicos se
encuentra la conservación de las estructuras arquitectónicas que, en el caso del
Complejo Arqueológico de Huaca Rajada-Sipán, se construyeron en base a ladrillos
El paso del tiempo aunado a los cambios climáticos bruscos, la intemperie, las pre-
cipitaciones pluviales, el asoleamiento y los vientos predominantes generan las con-
tracciones y dilataciones de los materiales componentes del adobe, lo cual, a lo largo
de los años, ocasiona problemas estructurales serios. Asimismo, la presencia bioló-
gica del excremento que dejan las aves (gallinazos) y murciélagos en los forados y
la superficie de las pirámides, acelera el proceso de deterioro de las estructuras. La
presencia de la laguna en el lado sur del complejo arqueológico genera un problema
de humedad, la misma que, por capilaridad, precipita las eflorescencias salinas, uno
de los agentes más agresivos por su permanente actividad.
Criterios de la intervención
Los trabajos de conservación buscaron palear los efectos ambientales y humanos
que actuaban en desmedro de la conservación de superficies arquitectónicas en la
zona arqueológica. Los principios o directrices que guiaron los trabajos de conser-
vación fueron los siguientes: respeto de la autenticidad, originalidad de materiales
y reversibilidad de procedimientos. Los trabajos fueron de mínima intervención y se
centraron en devolverle estabilidad a los elementos que se encontraban vulnerables
mediante la revitalización de enlucidos y perfiles.
Agentes de deterioro
Entre los principales agentes que originan el deterioro de las estructuras arquitectó-
nicas en el Complejo Arqueológico de Sipán se ha identificado una fuerte concen-
tración de cloruros solubles adheridos en los enlucidos de los muros y en el mortero
Acciones correctivas
Las acciones correctivas que se tomaron como criterio inmediato de conservación
preventiva de las estructuras intervenidas fue, en primer lugar, el retiro, en forma
mecánica y en seco, de las impurezas y adherencias sobre los enlucidos de muros
y paramentos, salvo que el material a descartar ameritase una humectación parcial
y progresiva. Para ello, se utilizaron herramientas como brochas, pinceles de cerda
suave y bombillas de jebe.
En tercer lugar, se llevó a cabo la inyección de arcilla líquida en las rajaduras del
paramento para, así, darles estabilidad y soporte a las áreas de enlucido en situación
vulnerable.
Cantera 1
La cantera 1 se ubica a 600 m. aproximadamente del Campamento Huaca Rajada-Si-
pán, al oeste de la Pirámide Político-Administrativa. La zona proporciona una buena
calidad de arcilla, pues esta es producto de la limpieza de la “acequia”, la cual es
periódicamente renovada. Esto, además, nos garantiza que la arcilla es altamente
hidratada y libre de sales. De aquí que se extrajo la arcilla tipo 1 y 2 (Fig. 410).
Cantera 2
La cantera 2 se ubica, aproximadamente, a 800 m. al sur del Campamento Huaca
Rajada- Sipán; esta área es conocida como una laguna. La arcilla es bastante densa
Arena
Muestra Arcilla Agua Proporción
(0-3 mm.)
Resultado:
Se estableció que la proporción óptima era la de 1:1¼ (1 porción de arcilla por 1.25
porción de arena). Sin embargo, para lograr optimizar la mezcla, nosotros incorpora-
mos arena gruesa (3-4 mm.). El resultado final fue de 1 de arcilla por 1 de arena fina
por 0.5 de arena gruesa (1:1½).
Morteros utilizados
En la siguiente tabla y de acuerdo a los ensayos realizados, se utilizó cuatro tipos de
mezclas que tuvieron distintos usos:
Arena Arena
Mezcla Uso Arcilla Agua Proporción
fina gruesa
Muro de prueba
Se construyó un “muro de prueba” de 2.5 m. de largo por 1.2 m. de alto y 0.5 m. de
ancho. En un principio, se tuvo la intensión de erigirlo con adobes arqueológicos
(extraídos de escombros) pero esto no fue posible, así que se tuvo que edificar con
adobes nuevos (producción local) (Fig. 415).
El muro fue enlucido por ambos lados, dejando un extremo irregular y desprovisto de
cobertura para simular las lesiones que existen en los muros originales (lo que nos
servirá para realizar nuestras pruebas) (Fig. 416).
C
Figura 419: Fijación de enlucidos con arcilla líqui-
da. Plataforma Norte.
Los metales
Los trabajos de conservación de metales arqueológicos se aplicaron a los objetos
provenientes de las tres últimas tumbas excavadas en la Plataforma Funeraria del
Complejo Arqueológico de Sipán, a partir del año 2007. La intervención se inició
desde el momento del descubrimiento de las tumbas, realizando un tratamiento in
situ a los metales, tomando en cuenta importantes decisiones técnicas y estéticas,
y entendiendo la composición de los mismos y los mecanismos de alteración que
originan su deterioro. Con esto se garantizó su conservación durante el traslado has-
ta el área de laboratorio del Museo de Sitio Huaca Rajada- Sipán. En el laboratorio,
el mejor tratamiento de cada objeto se realizó respetando los principios de mínima
intervención y la superficie original de las piezas (Fig. 423).
El trabajo in situ
El trabajo in situ que se realiza al momento de intervenir los objetos de metal halla-
dos— ya sea en contextos funerarios o en cualquier otro tipo de contexto— tiene
como base dos criterios principales: la identificación del tipo de metal y la evaluación
de su estado de conservación.
La intervención en laboratorio
El diagnóstico del estado de conservación de los metales es generalmente deter-
minado por factores extrínsecos— debido al micro-ambiente del lugar de deposi-
ción— y también por factores intrínsecos— debido a las técnicas de procesamiento
de los objetos (fusión o laminación) y a la mezcla incorrecta de los materiales que lo
componen.
Las sales comúnmente detectadas que conocemos y que son más solubles en agua
son los cloruros, nitratos, fosfatos, carbonatos y sulfatos. No obstante, cada una de
estas presenta una solubilidad diferente.
El trabajo in situ
Corresponde al momento del descubrimiento de la cerámica en un contexto fune-
rario o de otro tipo. En muchos casos, esta se encuentra fragmentada (parcial o
totalmente), con descamaciones o con pérdida de materia debido a la presencia de
un gran número de tipos de sales (siendo las más abundantes los cloruros de calcio
y magnesio).
El tratamiento en gabinete
Con los objetos en gabinete, la primera evaluación está dirigida a diagnosticar la
cerámica, es decir, a identificar los principales agentes de deterioro que la están
afectando.
En el Museo de Sitio Huaca Rajada- Sipán se viene empleando una técnica que ayu-
da a la desalación. Si el proceso no es total, al menos se logran eliminar, en un 90%,
las sales impregnadas. Este proceso es el de los baños estáticos.
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Créditos
Título Diseño Gráfico
Nuevos Aportes en la Investigación Arqueológica de Sipán. Licenciado Daniel Alvarado León.
Autor Reconstrucciones en 3D
Arqueólogo Luis Chero Zurita. Arquitecto Fabián Sachún.
Dibujante Raúl Lluncor Ruiz.
Colaboración en Edición
Arqueóloga Sheylla Morales Galindo. Ilustración de Tapa
Arqueóloga Ceyra Pasapera Rojas. Ceyra Pasapera Rojas
Arqueólogo Juan Bracamonte Vargas. Sheylla Morales Galindo
Arqueólogo Anaximandro Núñez Mejía.
Corrección ortográfica y de Estilo
Fotografía Magdalena Zegarra Chiappori.
Luis Chero Zurita.
Ángel García. Agradecimiento por el apoyo de las investigaciones
Marcial Moore Vásquez. arqueológicas en Huaca Rajada-Sipán
Marco Casaró Balarezo Fondo Ítalo-Peruano.
Museo Tumbas Reales de Sipán y Google Earth. Cáritas del Perú.
Proyecto Arqueológico Huaca Rajada - Sipán Embajada de Italia.
Universidad de Milán.
Edición de Fotografías e Imágenes Unidad Ejecutora Naylamp 005
Ingeniero Marcial Moore Vásquez. Lambayeque/Ministerio de Cultura.
Dibujante Raúl Lluncor Ruiz.
Fotógrafo Marco Casaró Balarezo.
Licenciado Daniel Alvarado León.