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216 MARCO A.

GONZÁLEZ BERENDIQUE

- La incapacidad para inferir en base a lo que sucede a los demás;


- La inhabilidad para beneficiarse de la experiencia;
- La débil resistencia ante las tentaciones;
r Un invencible temor al fracaso.

Las deficiencias yoicas anotadas conducen a Redi y Wineman, en


notoria ampliación de conceptos de otros autores, a la noción de "Yo
delincuente".
Este "Yo delincuente" -recuérdese el "Super-Yo delincuente,
postulado como tipo teórico por Alexander y Staub- tiende, para los
autores norteamericanos, a "defender a cualquier precio la
gratificación del impulso. En esta estrategia de "evasión de
impuestos" o castigos de culpa, los autores postulan el uso de diversas
técnicas, cuales, por ejemplo:
- La prioridad de la culpa ajena, ejemplificada en la frase "otro lo
hizo antes que yo";
- La auto-justificación por la generalidad de las conductas,
explicitada en la frase "todos los demás hacen lo mismo";
- La apelación a la moral del grupo: " si todos lo hicimos, ¿por qué
se me culpa a mí?".
Por si tales doce técnicas fueren poco, los autores postulan la
existencia de otras que tienden a asegurar el futuro "goce sin culpa".
Señalan así la peculiar selección de amigos, la afinidad para la
formación de bandas, la tendencia a que otro provoque el acto, etc.
En un ámbito que se aproxima ya al de la terapia, los autores
postulan un grupo de técnicas que emplearía el Yo delincuente para
defenderse de un cambio positivo. Ellas serían, entre otras, el
ostracismo de los reformados y la "estrangulación" de la necesidad de
amor.
Como la existencia de un Super-Yo en los muchachos de-
lincuentes es ciertamente la tesis cardinal de la obra, los autores se
preocupan finalmente del análisis de cómo se formó tal instancia
moral y de cuáles serían las peculiaridades del Su- per-Yo que se
enfrenta a un Yo delincuente.
Expresan a este respecto que si bien a Freud corresponde la
elaboración teórica sobre el Super-Yo y su origen, la evolu ción de la
doctrina psicoanalítica ha permitido un mejor ilesa rrollo del
concepto: exigencias éticas parentales pueden elimi narse, los
líJ I'MÜNTOK DI! C UIMIN01.01,1 A 217

ideales super-yoicos pueden nutrirse de imágenes de héroes,


aventureros, grandes hombres y el sistema ético asimila normas y
costumbres tanto de la sociedad en general como de los grupos de
pares.
Admitido que muchos de los jóvenes delincuentes tienen Super-
Yo -y que negarlo sería simplificación exagerada o sin sentido- los
autores señalan que tal instancia normativa pro senta, no obstante,
cuatro claras deficiencias de estructura. Se rían ellas: las
peculiaridades en el contenido ético, las "deíi ciencias en la
maquinaria de identificación", la insuficiencia de la "función de señal
frente al peligro ético", la tendencia a des plazar la culpa, con rigidez
del "modelo" normativo.
La obra de Redi y Wineman constituye sin duda uno de Ion
aportes más hermosos y profundos a la comprensión de la d e
lincuencia -en el sentido norteamericano de "conducta d e s v i a da
juvenil"- e incluso, podemos agregar, de la criminalidad d e los
adultos. La notable finura de su análisis contribuyó, cier tamente, a
la ampliación de los estudios psicodindmicos en Criminología y es
extraño, por ello, que no reciba mención (r e cuente en el campo de
la literatura sobre delito y desviación social. Cual se ha expresado,
mucho de las técnicas de neutra lización de Sykes y Matza -
imprescindiblemente citadas en Criminología- se halla ya en la obra
de Redi y Wineman, más conocidos en el campo de la psicología que
en el ámbito de la teoría etiológica.
Los conceptos de estos autores -y su ampliación o para I ra sis
en las obras de otros tales como Sykes, Matza, Cohén, etc. han de
considerarse por ello necesariamente en un esquema
criminodinámico general que procure integrar los más lúcidos
elementos proporcionados por la teoría contemporánea, relié ranse
ellos a comprensión del delito o a tratamiento del delin cuente,
3. EL MODELO MEDICO O PSIQUIATRICO.
Genéricamente -y sin perjuicio de peculiares posiciones in
dividuales- es calificado de "modelo médico" o "modelo psi
2IH MARCO A. GONZALEZ BERDNDIQUE

quiátrico", el pensamiento que ve en el delincuente un verdadero


enfermo de la psiquis y en el delito un claro síntoma expresivo de
enfermedad mental. Tal enfoque -persistencia de la visión
lombrosiana referida a lo psicológico- puede aún advertirse en
apreciable medida en la opinión pública y parece dominar, asimismo,
en los medios de comunicación social.
a) Para algunos, la alteración psíquica evidenciada por los
delincuentes consistiría en alguna de las entidades nosológicas
CMHICAN -en especial psicosis- a que se da alcance inusitadamen- le
inclusivo.
b) Para otros, la alusión se formula a un síndrome -o conjunto de
NÍntomas que aún no adquiere la autonomia de una entidad
nosológica -que se traduciría en "desorganización personal",
"personalidad desajustada", "caracteropatía", "personalidad mal
estructurada", etc., en que dominan rasgos generales tales como
inseguridad emocional, inmadurez, sentimientos de inadecuación,
inhabilidad para expresar afecto, agresividad, etc.131
En el primer caso, cabe obviamente ponderar -como elementos
productores de la enfermedad- tanto elementos genéticos como
factores ambientales.
En el segundo caso, referido a cuadros sin duda más vagos,
algunos autores llegan a mencionar elementos genéticos. La posición
más moderna y dominante, en cambio, atribuye el origen del proceso
patológico a experiencias infantiles claramente traumáticas,
acaecidas en el seno familiar. En este punto de vista -de clara
influencia psicoanalítica- los primeros años configurarían las
"tendencias" sociales o asociales.
La relación psicosis-delito ha sido postulada, entre otros, por
D.J.Power ("Psicosis paranoides y delito"); Robinson, Patten y Kerr
("Una apreciación psiquiátrica de los delincuentes"), John MacDonald
("La psiquiatría y el criminal",1969), el ya citado Eissler ("la
criminalidad ...en sí misma una enfermedad mental").

I
MnrHhnll B. C'limml "Suflolu^v *'• Ot'vlnnl Buhavior", New York, Holt, Rinehart nnd Winslon Iru\,
U IV lullclrtn, I ¡ ' A # 14H.
I'LIÍM IÍNTOS IM; CKÍMINOI.OOÍA 2\l>

El criterio de los síndromes admite muchos matices, varios de


ellos conexos al psicoanálisis. Asi:
a) Edith jacobson: los delincuentes serían individuos [mi
ecológicamente deformados, cuya formación del Yo y del Su per Yo es
insuficiente, inhibida, arcaica y rudimentaria;
b) Guex: se propone como forma clínica específica la "neurosis de
abandono" traducida en detención del desarrollo emocional;
c) Bowlby y otros: se conceptúa una "personalidad sin con trol
de impulsos", marcadamente similar a la "sociopalía", aun que
conexa no a factores genotípicos, sino a "falta de cuidado materno
prolongado".
Este "modelo médico"-en una u otra de sus modalidades
ciertamente no puede aceptarse como generalmente explicad vo de la
conducta criminal.
Desde luego, cabe rechazar -a la propia luz de la aprecia ción
profana- la tentativa de relacionar comportamiento delictivo con
psicosis: las observaciones más elementales indi can que el delito
propiamente "psicopatológico" no constilu ye sino una pequeña
fracción de la criminalidad visible.
El criterio de los "síndromes" merece también diversos reparos.
Estos pueden sistematizarse en:
a) Escasa precisión de las diagnosis en cuanto atañe a las
situaciones limítrofes en que se desea subsumir al delincuente;
b) Escasa logicidad de las proposiciones, toda vez que la
desviación social es empleada como fundamento para diagrum ticar
la "enfermedad". Cual expresa C.R. Jeffery "tanto el de lito como la
enfermedad mental son variables dependientes y la afirmación "el
delito es un producto de la enfermedad mental" no contiene variable
independientes;
c) Imposibilidad para explicar -atendida la fuerza que se
atribuye a la alteración psíquica- por qué algunos de eslcm
220 MARCO A.UONZÁU!/. BGRENDIQUE

"anormales" recurren al delito para solucionar sus problemas,


mientras otros no proceden de la misma manera;
d) En el modelo "experiencias infantiles -tendencias desviantes"
sobremagnificación de la influencia familiar.
4. LOS INVENTARIOS DE PERSONALIDAD.
El criterio que David Bordua denomina de los "inventarios de
personalidad" supone también -al igual que el modelo médico' una
tentativa de percepción del delincuente como "diverso" en el ámbito
psicológico- del sujeto que respeta la ley. I ,n diferencia estriba en que
aquí no se percibe al criminal como un "enfermo", sino como a un
sujeto "sano" aunque portador de determinadas características que
no tendría el ser no delincuente.
Debe recordarse -como acotación histórica- que Lombroso
señaló como rasgos característicos -en especial del delincuente nato-
la crueldad, la impiedad, la carencia de remordimientos, la vanidad, la
hipersexualidad. Maudsley y Ellis, en el mismo sentido, aludieron a la
insensibililidad moral del delincuente. Goring, en la misma línea de
pensamiento, ponderó cierta inferioridad intelectual, egotismo y
anomalías temperamentales de los criminales.
Más modernamente, se ha apelado a numerosos tests de
personalidad para detectar rasgos característicos de los delincuentes.
(tests de Rorschach, Porteus, etc.).
Como proposiciones teóricas o "hallazgos" de algunas in-
vestigaciones en este sentido pueden mencionarse:
a) La tesis de Eysenck sobre predominio de los extravertidos
entre los delincuentes;
b) Los datos del trabajo de Emest Schachtel, experto en
Rorschach que asesora a los Glueck en su trabajo de 1950 "Unraveling
Juvenile Delinquency": los 500 sujetos delincuentes estudiados
aparecen más asertivos, desafiantes, hostiles, suspicaces,
destructivos, impulsivos y extravertidos;
c) Balance de Schuessler y Cressey, que encuentran predominio
de introvertidos y dudan de una relación entre elementos de
personalidad y delito;
d) Otras investigaciones que sostienen haber detectado
agresividad, egocentrismo, hiper-emocionalidnd, rebeldía, con-
formismo, timidez, etc., en número apreciable de criminales.
l!M!MUNTOS DI! CKIMINOI.OCÍA 221

El criterio de los "rasgos de personalidad" admite mime rosas


críticas. Puede decirse,así: 1) que no considera los ele mentos sociales
del concepto de delito; 2) que no aprecia cómo peculiares rasgos o
características se obtuvieron, toda ve/, que predominan en los
estudios los delincuentes encarcelados y, por ende, cabe ponderar los
efectos de la "prisionización" (Clemmer); 3) que no aprecia
debidamente el aporte ambiental al proceso criminogenético; 4) que
no explica cómo sujetos con rasgos similares -en parte o en su
totalidad a los postula dos como típicos- no han cometido nunca
delitos.
Rechazada asi la tesis de un "perfil psíquico" de I ON es de cir de
todos- los delincuentes, podrían sí ponderarse algunos de los rasgos
mencionados en relación a ciertos tipos de de lincuentes. Quedaría
aún abierto a discusión -lo que redo ce la pretensión endogenetista-
en qué medida estos rasgo*, responden a disposiciones básicas o a
acción modeladora del medio.
En todo caso, rasgo básico o rasgo producto de la ínter acción
material congénito-medio, un criterio tipológico, en armonía con tesis
de alcance medio, podría destacar algunas peculariedades psíquicas -
no siempre negativas en la acepción corriente- que, en función de
ciertos factores sociales, favorezcan una actuación delictiva.
Este enfoque permitiría destruir algunas generalizaciones
absurdas que se perciben en las investigaciones precedente mente
citadas por incluir parejas de contrarios: no pueden ser factores
prodelito, a la vez, en todos los casos, alto o bajo ni vel intelectual,
hipoemocionalidad e hiperemocionalidad, in troversión y
extraversión.
Con algún orden, cual el señalado, en cambio, cierto gru po de
rasgos puede asociarse a cierto tipo de delito o a cierto tipo de
criminal.
Podrían mencionarse, así, en base a proposiciones de diversos
autores modernos:
a) Más bajo cuociente intelectual de los homicidas, sobre
todo en su comparación con los ladrones (Sh.y E.Glueck, I.A.Berg,
Vernon Fox, Lazzari, Ferracuti, Rizzo y Wolfgang). La proposición
puede admitir múltiples excepciones: un alto C.I. puede potenciar la
miseria en sujeto ambicioso; Leopold y Loeb, en E.E.U.U., exhibían
altísimos cuocientes intelectuales;
b) Inmadurez (F.Roper, los Gluecks);
222 MAKCO A. GONZALEZ BEKEND1QUE

c) Sentimiento de inseguridad, enfatizado por F.R.Fyvel y que,


a la luz de las proposiciones de Adler puede cobrar fuer- U* relieve,
en la asociación del rasgo con duras experiencias vitales y con la tesis
de W.I.Thomas;
d) Agresividad. Postulado por Pinatel como uno de los cuatro
rasgos de su teoría sobre la "personalidad criminal", se hallaría entre
los hallazgos de Petterson, Pittman y O'Neal en asaltantes, de Stone y
de Giovanni Rizzo en homicidas. Ello no implica que en todo homicida
se halle presente tal característica, discutible por lo demás en cuanto
a su origen endógeno o exógeno;
e) Sentimiento de injusticia sufrida. Dudosa esta caracte-
rística como basal o adquirida, ha sido enfatizada por Etienne De
Greeff y Jean Pinatel. En cuanto se admita que conduce a
"racionalizaciones" y "proyecciones", adquiere relieve en las "técnicas
de neutralización" de Sykes y Matza;
f) Vivencia de frustración. Adquiere especial relieve en la tesis
de Dollard, Miller y Mowrer; a la luz de las proposiciones de Adler
puede hacer gran aporte a una Criminología integrativa.
g) Extra-punitividad: muy presente en los estudios de
Rosenzweig y de T.Grygier.
Las últimas palabras nos indican, claramente, la dificultad de
aislar "rasgos" o de calificar vivencias como rasgos, atributos, efectos
o factores causales. Muchas de estas "características" -por emplear
términos más neutros- se dan ciertamente asociadas, lo que explica
que en muchos estudios aparezcan combinaciones de factores,
probándose o no las hipótesis que los guiaran.
LLUMIiNTOS m; C UIMINOI.OÍ.IA 22:1
Así, podrían mencionarse en este sentido:
a) Estudios de Julio Endara, que en Ecuador encuentra en
homicidas escaso dominio emocional, reactividad impulsiva,
necesidad de obtener inmediata gratificación de los impulsos,
inestabilidad afectiva, desajuste, egocentrismo;
b) Estudios de Giovanni Rizzo y Franco Ferracuti, que bus can en
homicidas inmadurez egocéntrica, incapacidad de adap tación y
rigidez, falta de congenialidad y limitaciones para es tablecer lazos
sociales.
Tales hallazgos, reiteramos, pueden sin duda prestar útiles
servicios en la mejor comprensión de la conducta criminal siempre
que no se pretenda : 1) una generalización exlretna, 2) una infr a
valoración de las circunstancias ambientales; 3} un ol vido de la
globalidad de la situación delictiva, en que rasgos y factores, y sujetos
activo y pasivo integran un lodo único r ir re petible.
5. LA CONCEPCION "OPERACIONAI/' DE LA PERSONALIDAD
CRIMINAL.
El criterio de los "inventarios de personalidad" postula una
diferencia esencial -en naturaleza- entre delincuentes y no de
lincuentes. Ello no se concilia con los datos de la investiga ción en
criminalidad visible ni con las exploraciones en la "ci fra negra", que
descubre delitos en sujetos sin rasgos palo lógicos.
La concepción operacional de personalidad criminal, sisle
matizada en nuestros días por Jean Pinatel sobre la ha si1 da con
ceptos enunciados por Manouvrier, Etienne De (¡reoí, 1 ieuyer,
Debuyst, postula que entre delincuentes y no delincuentes no existe
una diferencia de naturaleza, sino de grado, en relación a ciertos
rasgos psíquicos.
Para Pinatel, así, este "nódulo" de la personalidad crimi nal, que
permite el "paso al acto", estaría integrado por rúa tro rasgos
psíquicos notoriamente acentuados en el delincucn te. La mayor
potencia de estos rasgos permitiría salvar los cuatro obstáculos que
impiden que un no criminal llegue al de lito.

1
224 MAKC:O A. CJONZALEZ BERENDIQUE

EN los rasgos serían:


a) El egocentrismo, que permite superar la barrera moral que
defiende de un delito;
b) Ea labilidad -o facilidad para la actuación ante el estímulo más
leve- que permite al delincuente superar la amenaza de la pena;
e) l .i agresividad, que tiene por misión vencer los obstáculos
materiales que supone la perpetración de un delito;
d) La indiferencia afectiva o insensibilidad moral, que permite
salvar la valla afectiva, esto es el temor al sufrimiento de otro.I1J
En tesis de Pinatel es sin duda interesante, aunque no escapa a
críticas. Puede así repararse, a su respecto:
a) I ,a elección de los cuatro rasgos postulados, en cierta forma
caprichosa frente a los muchos que la teoría criminológica postula y
que la investigación criminológica destaca;
b) La no detección de estos rasgos en diversas investigaciones
empíricas en criminales;
c) La presencia de esta exageración de rasgos en sujetos que no
han cometido delitos;
d) La diferencia en naturaleza que postula esta teoría -en el
fondo- entre criminales y no criminales. Aunque Pinatel aluda sólo a
diferencias cuantitativas; la especial combinación de cuatro rasgos
exagerados en grado viene a otorgarnos una diferencia cualitativa
entre delincuentes y no delincuentes.
La teoría, no obstante, podría prestar útiles servicios -como
hipótesis de rango medio- en la comprensión de algunas conductas
criminales.
6. EL CONDUCTISMO.

a. Conceptos Generales. Pavlov y el condicionamiento clá-


sico.
El conductismo, como movimiento o dirección teórica, nace como
clara y a veces violenta reacción ante los "excesos" ele una Psicología
introspeccionista.

ni |tum riiiiitfl 'VriniltiulunU'", <11 , *^8 MI.


ELEMENTOS DE CRIMINOLOGIA 225

Los orígenes del conductismo se asocian a la escuela rolle


xológica rusa y a su más conocido representante, Iván Pavlov (1849-
1936).
El trabajo de Pavlov supone avance, en cuanto construcción
teórica, desde el concepto de reflejo simple -respuesta delon siva casi
automática, natural, no aprendida, ante un estimulo hasta la noción
de reflejo condicionado, en que la respursln surge merced a una
asociación con estímulo que normulmritle no la determina.
Las experiencias de Pavlov y sus continuadores permití rían la
formulación de proposiciones ya a título de escuela o movimiento, en
que la Psicología exhibe inerte base mecanicista y se establecen claros
nexos entre Neurología y Psi quiatría.
Según Pavlov, si los reflejos no son únicamente congé nitos -ya
que los hay también adquiridos por aprendizaje, apareciendo y
desapareciendo según las necesidades- cabe concluir que todos los
hábitos adquiridos no son otra cosa que respuestas condicionadas,
que la conducta normal su pone equilibrio entre procesos excitadores
e inhibitorios y que la conducta anormal implica respuesta
inadecuada ante el medio explicable -cual en el ejemplo del perro en
quien se crea una lucha entre estímulos excitantes e inhibitorios
(carne, nota sol; golpe, nota fa; toque de nota do interine dia, sin
resultado aprendido)- por conflictos entre reflejos con dicionados.
Los conceptos generales de la escuela son sistematizados en la
"Reflexologín I lumana" de Bechterew, aparecida en |ó|H.
22fi MARCO A. OONZALIJZ IHÍRFNDIQUI;
b. Watson y Mc.Dougall.
Los conceptos de la escuela rusa cobran gran vigor en los lisiados
Unidos entre los años 1912 y 1930. Destacan en el movimiento John
B.Watson y W.Mc Dougall.
Los autores citados y sus seguidores emiten fuertes crí- lii ns a la
Psicología de William James y de Edward Bradford Tllrhenor, los
mayores valores en dicho campo en el novecientos, lo que da origen a
una áspera polémica que Watson y Mc.Dougall denominan "la batalla
del conductismo".
Para este primer conductismo norteamericano, el verdadero
campo de la Psicología debe limitarse a lo que podemos observar y
sólo a este respecto cabe la formulación de leyes. Y esto único
observable -y además verificable, cuantificable y sujeto a
experimentaciones- es la conducta, que al darse en un mundo
fenoménico, empieza siempre en un estímulo fisico y conc luye en una
respuesta motora.
Los autores distinguen entre conductas explícita e implícita. La
primera -único campo de estudio de la Psicología- aparece constituida
por el Estímulo y la Respuesta, asociados por nexos causales que
permiten, "dado el Estímulo, poder predecir la respuesta o, viendo
qué reacción tiene lugar, inferir cuál es el estimulo que la ha
provocado".
Este Conductismo resta todo valor a la herencia y a los instintos,
formula la tesis de la personalidad como simple "producto de
nuestros hábitos" y ante los problemas presentados por ésta en el
medio propone, lisa y llanamente, "desaprender lo que hemos
aprendido (este proceso puede realizarse, tanto por medio del
descondicionamiento activo como sencillamente por el desuso) y
aprender cosas nuevas, lo cual siempre constituye un proceso
activo":133 se atribuye a Watson, de acuerdo a ella, la frase "dadme cien
niños en estado de buena salud y podré hacer cien santos o cien
delincuentes".

],ll WnlNDii *'|íl cunihicllMmii , llitt'iiim Airea, Div 1’nliloH, 1947, plty. 336.
HUIMfíNTOS 11H CRIMINOLOGÍA 227

c. El Neo-Conductismo.
El Neo-Conductismo -1930 a 1950, cuyo máximo exponen te es C.
Hull- trata de elaborar, con criterio hipotético deduc tivo, una teoría
científica de la conducta. El malí/. más i ni por tante de la corriente
implica notoria reducción de I ON postulados de Watson: los instintos y
la base hereditaria im pedirían extender la ambición hasta los
extremos anteriormente planteados.
d. El Inter-conductismo o Conductismo de Campo. El
condicionamiento Operante o Instrumental.
En esta nueva etapa del movimiento conduelista, que em pieza
aproximadamente en 1950, destacan, entre otros autores Skinner,
Kanfer, Phillips.
^^Skínner^ontinúa la tradición de Watson en cuanto atañe al "No
mas allá" de la conducta observable. Surge, no obstante, una
importante novedad frente al condicionamiento clasico la de
sugerirse una consideración preferente a las consecuencias de la
conducta que poseerían mucho mayor importancia que los estímulos
antecedentes que la causaron.
De tal aserto ha de surgir una importante diferenciación entre
dos tipos de conductas: la que pasa a denominarse respondiente y la
que adquiere el nombre de operante.
La conducta respondiente es aquélla en que observamos cómo un
estímulo determinado desencadena una respuesta es pecífica,
precediendo siempre el estímulo a la respuesta. I’or vía de ejemplos
pueden citarse tanto el reflejo simple (punílar, rotuliano, salivar)
como el reflejo condicionado del comí icio namiento clásico de Pavlov.
La conducta operante, como nuevo concepto propuesto, apunta a
sostener que nuestro comportamiento es lijaoo, mas que por
elementos antecedentes, por sus consecuencias.
En el condicionamiento operante se piensa así que en Isise a una
cadena experiencia! de aprendizajes el individuo orlen ta su conducta
hacia la obtención de recompensas y hacia la huida de desagrados o
sufrimientos.
22H MAIÍCO A. GONZALEZ BliRENDlQUL'

Estos efectos de la conducta, en la nueva terminología propuesta,


pasan a denominarse estímulos reforzadores y castigos, según
aumenten o reduzcan la probabilidad futura de determinada
respuesta:
Los estímulos reforzadores y los castigos pueden ser positivos
(se otorga o agrega algo) o negativos (se remueve un elemento o
componente). En el área de los castigos, al actuarse por remoción del
estímulo refor zador, se emplea el nombre "costo de respuesta".
Erenle a estos estímulos -reforzadores y castigos- que aparecen
después de la conducta y que son por ello llamados contingentes, se
alude también en este peculiar lenguaje a estímulos controladores
discriminativos, constantes y variables.
e. El aprendizaje social. Albert Bandura.
El psicólogo.norteamericano Alberto Bandura, en años muy
próximos y también en la línea conductista, entrega nuevos aportes al
proceso de aprendizaje en que, en última instancia, vienen a
traducirse todas las interrogantes psicológicas, pedagógicas,
sociológicas y criminológicas de orientación conductista sobre el por
qué u origen de ciertas conductas, buenas o malas y el cómo
estimularlas o modificarlas para un mejor rendimiento social en los
diversos planos.
Plantea Bandura -especialmente en cuanto se refiere a la
agresión- que las personas "no nacen con repertorios prefabricados
de conducta agresiva y deben aprenderlos de una u otra manera".2 Tal
aprendizaje -aquí se advierte ya una novedad- puede resultar tanto de
la experiencia directa, en que "la conducta está controlada
extensamente por sus consecuencias",3 lo que nos reitera el
condicionamiento operante, como de la observación. En ésta -sin
duda proposición nueva en la escuela- cobran fuerte importancia,
tanto los modelos suministrados por la familia y la sub-cultura que el
sujeto más tarde integra como el modelaje simbólico que
proporcionan los medios de comunicación masiva, especialmante la
televisión.
En materia de aprendizaje interesa no sólo la adquisición de
ciertos patrones de conducta, sino también su mantención como tales.

, :M Albert Bandura -"Análisis del aprendizaje social de la agresión", en Albert Bandura,


Emilio Ribes -"Modificación de la conducta", México, Trillas, 1980, pág. 310.
, 3S Albert Bandura -ensayo de nota anterior, pág. 315.
IÍIJÍMUNTOS 1)1! CRIMINOLO!:! A 22l>

Bandura repite, a este respecto, lo que mantiene la tesis ge neral


del condicionamiento operante, que "la conducta está controlada
intensamente por sus consecuencias. Agrega, no obstante -lo que sí
constituye proposición novedosa en i a es cuela- que las
circunstancias reforzadoras pueden no incidir directamente en quien
ejecuta la conducta.
Se admiten, así, tres formas de reforzamiento: el directo, el por
observación o vicario y el auto-reforzamienlo.
El reforzamiento externo directo no requiere de gran co
mentario.
Reforzamiento vicario supone beneficio de los éxitos y Ira casos
ajenos, que en alguna fuerte medida parecen propios.
El auto-reforzamiento supone postular que los seres huma nos
regulan sus propias acciones -y sus consecuencias- "por ellos
mismos"', tendiendo así a evitarse auto-críticas, auto me nosprecio.
En conceptos que fuertemente requerdan los "macanismos de
defensa del Yo" de Redi y Wineman - ¿encuentro de I'siena nálisis y
conductismo?- se alude a "difusión de la responsabí lidad", a
"atribución de culpa a las víctimas", a "desplazamicn to de la
responsabilidad" y a "desensibilízación gradual".
f. Hans Jürgen Eysenck.
Hans Jürgen Eysenck, autor alemán nacionalizado hri
tánico,ocupa una posición peculiar en el moderno conductismo: sus
ideas, que han ejercido perceptible influencia en el pensa miento
contemporáneo, son en algunos aspectos de clara nri ginalidad,
circunstancia que fuerza a una consideración sepa rada. Algunas de
ellas, incluso, inciden directamente en el territorio criminológico
El punto de partida de la construcción eysenckiana parece
bastante ortodoxo, desde el ángulo conductista original y re
231) MARCO A. GONZÁLEZ BERENDIQUE

cuerda mucho más a Pavlov que el lenguaje de Bandura. I’nrn.el autor


inglés "alma", "mente" etc. son difíciles de definir, por lo cual es lógico
que los psicólogos hayan dejado de mencionarlas: así, la conducta
real es lo único que podemos siempre observar y al aludir a
conciencia, cabe concebirla, simplemente, como "la combinación.y la
culminación de un largo proceso de condicionamiento". "La
conciencia, efectivamente, es un reflejo condicionado",136
Tales asertos se apoyan en diversas consideraciones neuro-
llslológiens y en hallazgos de la Psicología experimental.
Si tal "conciencia", es sólo un reflejo condicionado, ¿cuáles serán
las bases para un buen condicionamiento, que permita tina buena
respuesta social?
I .a respuesta es formulada por el autor inglés en base a in-
dagaciones en la controversia generalidad versus especificidad de la
conducta, en la naturaleza de la personalidad y en las raíces de la
personalidad. Los tres problemas aparecerían eslriclamente ligados,
toda vez que de las soluciones que al respecto se formulen
dependería la capacidad mayor o menor de los hombres como sujetos
del condicionamiento social.
Ante el problema generalidad versus especificidad de la
conducta, cree Eysenck que "la conducta humana muestra un carácter
de generalidad suficiente como para que investiguemos las causas de
esta generalidad... ésta aparece de tal modo reí a c ¡tinada con la
personalidad como para justificar que investiguemos la naturaleza
exacta de esa relación".137
Al indagar en la naturaleza de la personalidad, apela Eysenck:
a) A la noción de tipo, que al incluir rasgos correlacionados
permite posibilidades de generalización y de precedibilidad de la
conducta;
llf l II UM N J. iiyscnck "t’rimi' and l'eriionalily", London, lloughton Mifflin Company, 1964,
prtgH. 120, 110. 1.a obra OH traducida al castellano y publicada bajo el nombre
""Delincuencia y prruonalUlad" (Madrid, lid». Marovn, 1976). Traducción del
t'apflnlo VI di 1 la ulna ("I trillo y condicionamiento") apnrecc incluida en nuestro
volumen "l'riminolu^la Material Complementa rio de Lectura", citado en in nota 99.
b) A tres continuos sobre los cuales se podría suHlentar la
noción do tipo. Son ellos estabilidad-neuroticismo, extraversión-
introversión, normalidad-psicoticismo, virtuales "supra
factores"'.
Iiy
iíypM'nck "1 teltni Mam la y peí Nonalldad", Madrid, Marovn, 1976, pA^, 45,
CLIIMIÍN ros 1)1! CUIMINOLOO/A 2;u

La importancia de estos "supra-factores" -en especial el continuo


extroversión-introversión- surge de la exploración que Eysenck
realiza en las raíces biológicas de la personalidad. Si1 recuerdan a
este respecto las funciones del sistema nervioso autónomo y los
conceptos de "excitación" e "inhibición", pos tu lados por Pavlov. La
excitación supone comunicación de es tímulos externos hasta la
corteza cerebral, lo que hace posibles el aprendizaje y la respuesta
conductual. La inhibición, a la in versa, contrarresta la excitación,
permite en los experimentos del sabio ruso la supresión de los
reflejos condicionados y, como propiedad del cortex, supondría una
especie de la liga neural.
Tal base "neuro-fisiológica" de la personalidad, Inertemente
ligada a la herencia, conduce a un verdadero "estigma" de los
extravertidos, que al acumular un gran potencial de inhibición
durante el proceso de condicionamiento: saya parecen mas diti ciles
de condicionarj^Éhse condicionan con menor intensidad que los
introvertidos, "que en principio acumulan relativamen te poca
inhibición".
En apoyo de la tesis mal condicionamiento social -extra-
versión- generalidad de la conducta, Eysenck cita diversas in
vestigaciones que le parecen sólidos argumentos. Así:
- Estudio de Bernard J. Fine: los extravertidos cometen más
infracciones a las normas del tránsito y causan más acciden tes;
- Estudio de Biesheuvel y N. E. Whitc: los pilotos alumnos con
accidentes de vuelo aparecen más emotivos, más propon sos a la
distracción, más impulsivos;
- Estudio ile Sybil Eysenck: las madres solieras aparecen más
extraverlidas, con mayor emotividad y neuroticismo que las casadas;
231) MARCO A. GONZÁLEZ BERENDIQUE

cuerda mucho más a Pavlov que el lenguaje de Bandura. I’nrn.el autor


inglés "alma", "mente" etc. son difíciles de definir, por lo cual es lógico
que los psicólogos hayan dejado de mencionarlas: así, la conducta real es
lo único que podemos siempre observar y al aludir a conciencia, cabe
concebirla, simplemente, como "la combinación.y la culminación de un
largo proceso de condicionamiento". "La conciencia, efectivamente, es un
reflejo condicionado",136
Tales asertos se apoyan en diversas consideraciones neuro-
llslológiens y en hallazgos de la Psicología experimental.
Si tal "conciencia", es sólo un reflejo condicionado, ¿cuáles serán las
bases para un buen condicionamiento, que permita tina buena respuesta
social?
I .a respuesta es formulada por el autor inglés en base a indagaciones
en la controversia generalidad versus especificidad de la conducta, en la
naturaleza de la personalidad y en las raíces de la personalidad. Los tres
problemas aparecerían eslriclamente ligados, toda vez que de las
soluciones que al respecto se formulen dependería la capacidad mayor o
menor de los hombres como sujetos del condicionamiento social.
Ante el problema generalidad versus especificidad de la conducta,
cree Eysenck que "la conducta humana muestra un carácter de
generalidad suficiente como para que investiguemos las causas de esta
generalidad... ésta aparece de tal modo reí a c ¡tinada con la personalidad
como para justificar que investiguemos la naturaleza exacta de esa
relación".137
Al indagar en la naturaleza de la personalidad, apela Eysenck:
a) A la noción de tipo, que al incluir rasgos correlacionados permite
posibilidades de generalización y de precedibilidad de la conducta;
llf l II UMN J. iiyscnck "t’rimi' and l'eriionalily", London, lloughton Mifflin Company, 1964,
prtgH. 120, 110. 1.a obra OH traducida al castellano y publicada bajo el nombre
""Delincuencia y prruonalUlad" (Madrid, lid». Marovn, 1976). Traducción del t'apflnlo VI
di 1 la ulna ("I trillo y condicionamiento") apnrecc incluida en nuestro volumen
"l'riminolu^la Material Complementario de Lectura", citado en in nota 99.
b) A tres continuos sobre los cuales se podría suHlentar la noción
do tipo. Son ellos estabilidad-neuroticismo, extraversión-
introversión, normalidad-psicoticismo, virtuales "supra factores"'.
La importancia de estos "supra-factores" -en especial el continuo
extroversión-introversión- surge de la exploración que Eysenck realiza
Iiy
iíypM'nck "1 teltni Mam la y peí Nonalldad", Madrid, Marovn, 1976, pA^, 45,
CLIIMIÍN ros 1)1! CUIMINOLOO/A 2;u

en las raíces biológicas de la personalidad. Si1 recuerdan a este


respecto las funciones del sistema nervioso autónomo y los conceptos de
"excitación" e "inhibición", pos tu lados por Pavlov. La excitación supone
comunicación de es tímulos externos hasta la corteza cerebral, lo que
hace posibles el aprendizaje y la respuesta conductual. La inhibición, a la
in versa, contrarresta la excitación, permite en los experimentos del
sabio ruso la supresión de los reflejos condicionados y, como propiedad
del cortex, supondría una especie de la liga neural.
Tal base "neuro-fisiológica" de la personalidad, Inertemente ligada a
la herencia, conduce a un verdadero "estigma" de los extravertidos, que
al acumular un gran potencial de inhibición durante el proceso de
condicionamiento: saya parecen mas diti ciles de condicionarj^Éhse
condicionan con menor intensidad que los introvertidos, "que en
principio acumulan relativamen te poca inhibición".
En apoyo de la tesis mal condicionamiento social -extraversión-
generalidad de la conducta, Eysenck cita diversas in vestigaciones que
le parecen sólidos argumentos. Así:
- Estudio de Bernard J. Fine: los extravertidos cometen más
infracciones a las normas del tránsito y causan más acciden tes;
- Estudio de Biesheuvel y N. E. Whitc: los pilotos alumnos con
accidentes de vuelo aparecen más emotivos, más propon sos a la
distracción, más impulsivos;
- Estudio ile Sybil Eysenck: las madres solieras aparecen más
extraverlidas, con mayor emotividad y neuroticismo que las casadas;
234 MARCO A. GONZÁLEZ IÍERCNDIQUIÍ

Mayores posibilidades etiológicas puede ofrecer el concepto de


conducta operante, que apunta a suorayár que la conduela es I unción
de sus consecuencias y, ep nuestro caso, que la causa de! delito es el botín
frobos'i oel placer sexual (violación),v.gr. ' "
t
Si pensamos en términos de "el delito paga", se puede obtener una
posible conclusión de prevención primaria.
.r
Ln corriente del aprendizaje social, en todo caso, ha enri- Liuecldo
una teoría sociológica: la de la asociación diferencial ile lúlwin I
I.Sulherland, basada precisamente en tal proceso.
lín este aspecto deben mencionarse especialmente los aportes do
C’larence R. Jeffery y de Ronald Akers y Robert L. hurgess.
jeffery, mediante la teoría del "refuerzo diferencial", pretende
solucionar un problema que enfrenta la tesis de Sutheríand: la de
"respuestas diferenciales" ante estímulos similares. En la misma línea de
pensamiento, cree que tal tesis puede enriquecer la teoría de las
subculturas y la de las "oportunidades diferenciales" de Cloward y Ohlin._
El ensayo de Ronald Akers y Robert L. Burgess138 responde a una
línea de pensamiento similar a la de Jeffery: la asociación diferencial
cobra nueva vida si en ella integramos las enseñanzas del
condicionamiento operante y, muy en especial, el concepto de refuerzo.
bandura ha aplicado sus principios a un problema importante en
Criminología -la conducta agresiva- y la tesis central apunta a la negación
de una base biológica, es decir, a la "prefabricación" de una conducta
agresiva, que en cambio se percibe como producto de observación
(influencias familiares, subculturales, modclamiento simbólico) o de
experiencia directa. ~
La tesis se exhibe sin duda atractiva en cuanto subraya la entidad
claramente peligrosa de una vastedad de estímulos
ri
H K.I.. I<. Akrrn ” A 1 Hílrirntirtl Annm-lrilion KclnforcuiTUTilTheory of Crimi -
nnl Dfhnvlni", Soclnl l'mhli’iim, 14: 12H 147 (l'till 1‘Jtili),
IÍL1JMIÍNTOS I>[¡ CRIMINOLOGÍA 2:r>

ambientales prodelito. El problema, no obstante, reside proel


sámente en la amplitud de tal panorama etiológico, que da orí gen a
tres tipos de problemas:
( a) Dificultad de prueba de la tesis. Cual expresan Fornuuli y
Wolrgang, no es fácil extrapolar resultados de experiencias en animales
a conclusiones sobre aprendizajes en cá róeles y en \/ lies;
(bf Desdén por las características básicas del sujeto tiñe no
proporciona una respuesta clara ante la "respuesta di lerenda I". ¿Por
qué sujetos que han vivido en una subcultura de violen cía, que han
observado refuerzos al comportamiento violento y que son instigados
para una conducta violenta no se emulo y cen agresivamente?;
^c))lnfra-valoración del prever, el meditar, ejj.alcular sobre - laa-
tfonsecuencias del delito: es posible que un sujeto se plan tee el castigo
como posible o incluso como cierto y, no obstan te, decida cometerlo.
^
g. 2. Prevención primaria.
En esta área la escuela ofrece fuertes posibilidades que pue den
apuntar:
a) A un mejor "modelling" familiar;
b) A un mejor condicionamiento ambiental;
c) A cierto tipo de intervenciones -en la medida en que ello
aparezca posible- en los medios de comunicación social;
d) A los estímulos "a la virtud" a que aludiera Hocenria.
g.3. Prevención terciaria.
En el tratamiento del delincuente se han propuesto y en sayado-
diversos métodos de orientación conductisln.
Entre ellos se pueden mencionar:
a) La economía de fichas o "token economy". De las mullí pies
experiencias en numerosos países, incluido el nuestro (Vid. Revista
Chilena de Ciencia Penitenciaria y de Derecho Penal) destaca como
la más conocida, la reseñada por Phillips, Wolí, Fixscn y Ha i ley en
"Achievement Place", 1972;
236 MARCO A. GONZÁLEZ BEUENDIQUE

b) La terapia aversiva: experiencias en el "Atascadero State


Hospital" y en el Centro de Rehabilitación de Vacaville, en California;

c) La "desensibilización sistemática", usada en ladrones en


Marzagao 1972.

Un psicólogo español -Vicente Garrido Genovés- al enfrentar el


notorio escepticismo moderno ante el "tratamiento"del delincuente
en medio institucional (cárcel) en ensayo de 1981 no escatima
elogios a las posibilidades que, en este sentido, ofrecería la terapia
conductual, pese a su tardía llegada (1960) al ámbito correccional:
cita, en apoyo de su defensa, trabajos de (ioldinmon, 1974, Cullen y
Cois, 1981, etc.4

Ciertamente, en el plano conceptual, caben algunas reservas


ante la terapia conductual en delincuentes. Una puede provenir de
dudas ante la tesis de "generalidad de la conducta". Otra, de los
alcances a que puede llevar la vía de la "aproxi- mación
construccional" -aunque no se llegue a los extremos del "brain-
wash"- reserva que se plantea el propio Skinner en "Más aII¿i de la
Libertad y la Dignidad" y que más tarde amplía Clinard. Una tercera
duda se vincula con todos los "tratamientos" penitenciarios: ¿qué
obtenemos con alcanzar "insights" o buenos condicionamientos, sj,
el sujeto regresa a un medio carenciado v criminógeno?. jy^

g.4.\Consideraciones sobre el castigo.


La crisis del "Rehabilitative Model" y la fuerte
preconización del "Justice Model" hacen nuevamente pensar sobre
los conceptos de "tratamiento" y de castigo o "justo precio", esta vez
a la luz de la Psicología Conductista.

Tales reflexiones pueclen vincularse:


a) Con la posibilidad de castigos "diferenciales" (Eysenck, v.gr.)

, 1U Vicente Corrido Cenuvó* "Hl lidinHo do la rehabilitación: un diagnóstico


prematuro", en Revirdn tlr II N I IH I IIIN l'eiillendariOH, Madrid, Enero-Diciembre
1981, Nos, 232-23S. prtgM. !(*') I-i lín pAg IVÍV
GI.RMRNTOS DIÍ CRIMINOLOGÍA 2.17

b) Con la necesidad de que Ja pena sea realmente "conlin gente"


en lugar de aplicarse años después del delito. Igualmente, que sea
general y cierta, cual ya insinuara el propio I Jorcar i ti;

c) Con la naturaleza real del tratamiento;


d) Con la necesidad de aplicar a la Penología una dosis de
mayor creatividad, en lugar de insistirse, simplemente, en "más de
lo mismo" (prisión).

7. LA FRUSTRACION-AGRESION.
Esta tesis aparece expuesta en una obra titulada "Frustra ción y
Agresión" de John Dollard, Neal Miller, 0.1 l.Mowrer y
colaboradores.5

La tesis de estos autores combina principios psicoanahllcns y


proposiciones conductistas, lo que explica la incluyamos en esta
parte de nuestros "Elementos".

La base de la teoría se vincula con los primeros escrilos de


Freud, en especial "Luto y Melancolía". F’reud en esn época concibe
la búsqueda del placer y la huida del dolor como meca nismos
básicos del ser humano, advierte frustración ante el Ira- caso del
mecanismo y agresión como reacción primordial, que se puede
dirigir contra el propio sujeto o contra el mundo.

* El postulado básico de la teoría se plantea así: "I,a comino ta


9 agresiva siempre presupone la existencia de frustración-y.] Óor el
contrario, la existencia”tté frustración siempre conduce alguna forma
de agresión". ~

Los aspectos conductistas de la tesis se reflejan en el empleo de


conceptos tales como el de instigador, fuerza de la instigación,
respuesta-meta. reforzamiento, etc. La no obtención de la respues
ta-meta conduciría a la frustración y a la agresión.
La agresión adquiriría las más variadas formas: podría os cilar
desde el chiste virulento y la ridiculización de otros lias ta las auto-
agresiones (desde el síntoma neurótico hasta el su i
1411 John 1 ><>lltir<l, Nenl H, Miller y enlit. -"Pruntrntion and A^grenHÍon", New
IInven mnl l.oiulon, Yulo tlnlvendty l'ren*, 1469.
23H MARCO A. GONZALEZ IIERENDIQUE

cid i o) y las acciones criminales cuyo real sentido puede coincidir


con el aparente o ser muy diverso de éste.
La tesis se ha objetado:
^ ti) Yor postular que tqdajir ustración conduzca, necesaria-
imWfCa una agresión;
/b) j)nr haber sobre-simplificado los efectos de la frustración, ai
rfrlconsiderar suficientemente las diferencias individuales ni las
diversas formas de percibír_f"sígnifírados"! determina- (ÍOM
estímulos;
(rJ)Por estimarse que aparece muy dificil, en el plano empírico,
establecer nexos causales^entre "alto grado de frustración" y doler
minada forma de delitoT^ea en sujetos individuales (acción delictiva
especifica), sea en grandes grupos de sujetos (criminalidad).
Pese a ello y a las enormes dificultades de prueba empírica de la
tesis -en especial en el ámbito de la relación causal- olla adquiere
enorme relieve en el territorio crimino-dinámico general. Si se
piensa en los antecedentes básicos de un delito, parece certero
pensar en frustraciones o en cúmulos de ellas.
\ Con razón Wolfgang y Ferracuti, atribuyen a la teoría "un valor
heurístico tal vez inigualado por cualquier_oira teoría" y, pese a
reconocer sus limitaciones para fines de experimentación empírica, la
califican como "una de las más inspiradoras _en el campo de la
Psicología Social".141
8. OTRAS ORIENTACIONES PSICOLOGICAS MODERNAS.
En la Psicología y la Psiquiatría contemporáneas se advierten,
además del psicoanálisis y del conductismo ortodoxos, otras líneas
de trabajo que se ¿tribuyen señalados aportes te- rapéuticos. Entre
ellas deben señalarse la orientación gestáltica, el enfoque
interaccional de la comunicación, la aproximación humanista-
experiencia!, el enfoque sistémico. El profesor Ro-

41 Mnrvin li, W II H^ UIIH y humo I PIHU II I Í "I. H KU I HU llura de la violencia", México,


l J oniln tlf t’nllin n, 1 * J / I, |»A^n l'/fi 1//
ELEMENTOS DK CRIMINOLOGÍA

berto Opazo advierte en 1981, en la terapia conduclual, cinco corrientes


básicas; el análisis conductual aplicado de Skinner, el enfoque neo-
conductista estímulo-respuesta (Woipo, Eysenck), la modificación
cognitivo-conductual (Beck, Meichenbaum), la terapia multimodal de
Lazarus y la ya exa minada teoría del aprendizaje social de Bandura. A
éstas debe agregarse el enfoque conductual-integral.
Estas orientaciones en cierta cuota se entrecruzan, apelan en mayor
o menor cuota a fundamentos psicodinámicos o conductistas y no
desdeñan el aporte de la Biología y la l'isio ^ logia. En varias de ellas se
advierte una posición integrativisla más o menos confesa. Así, de un
psicoanalista tan conocido como Otto Kernberg, dice el profesor Mario
Comborofí, que "hace probablemente el intento más abarcativo de
integración de las teorías psicoanalíticas sustentadas por autores como
Freud, Mahler, Jacobson, etc., con las teorías de distintos bió logos,
neurofisiólogos, etólogos, en un enfoque global, al que agrega el
pensamiento sistémico".1'*2
De todas estas corrientes de la Psicología moderna proco de sólo
una breve alusión -dentro de nuestras obvias limita dones- a las que
pueden parecer más productivas en el terri torio criminológico.
a. El enfoque sistémico.
En las aplicaciones de la teoría de sistemas y de la cibernética
(teoría y control de la comunicación en máquinas y ani males) a los
conflictos surgidos en la familia y a su pertinente terapia, diversos
conceptos y proposiciones adquieren especial relieve.
Ocurre, así, con la entropía y la negentropía, con la mor foestasia
(aptitud para la mantención de la estructura dentro del cambio), con la
morfogénesis (aptitud de transformación), con la inestabilidad de los
sistemas diádicos, con la "profecía que se auto-cumple Matrimonio o
convivencia suponen un sistema diádico y muchas veces las expresiones
"canalla", "no 6

6
Mario Comborofí |, "Afectóte enfoque I’sk'oanalflico", en Roborln Opa/.o C Mili lor: "l.ott afocloH en ln prriction
clínica", Santiago, Centro Científico ile Demimillu Ptúcológleo, De, linlvei'Nltnrin, I^HH, pág. fc3.
240 MARCO A. CONZAUiZ UERENDIQUI!

tienes remedio", "deberías morirte" empleadas en las reyertas


conyugales constituyen profecías auto-cumplidas en el uxoricidio. Tal
enfoque permite "comprender" los problemas surgidos en la familia
como unidad sistémica y entre sus miembros y otros sistemas o
subsistemas de que también forman parte.

En una época en que el concepto de "tratamiento correccional" del


delincuente se halla en plena crisis y en que fuertes voces tratan de
abolir o al menos reducir la acción del sistema penal, ciertamente debe
renacer la noción de "asistencia, bajo un manto no necesariamente
punitivo. Desde este ángu- lo la terapia sistémica de la pareja ante una
situación de maltrato, puede advertirse sin duda mejor que el simple
castigo, al cónyuge culpable. Un real "iñsight" de éste en la injusticia y
gravedad dei abuso evitará, más efectivamente que la cárcel, la
reiteración del maltrato.

El enfoque aparece así fértil tanto en el aspecto criminodinámico -


comprensión del proceso y de sus motivos- como en el ámbito de la
respuesta al delito de violencia intrafamiliar.

Entre los autores de esta orientación cabe señalar los nombres de


Gregory Bateson y Salvador Minuchin y los aportes de los chilenos
Humberto Maturana, Sergio Bernales, Niels Biederman y Enrique
Rosenblatt.

b. El enfoque conductual cognitivo.

El enfoque conductual cognitivo implica un paso hacia la


integración de puntos de vista, ya que no es, sin duda, "puramente"
conductual. El conductismo ortodoxo pretendía sobre todo modificar el
ambiente "externo" en forma sistemática como un medio de cambiar la
conducta desadaptativa; le interesaban poco la dinámica intrapsíquica
y la relación terapeuta-enfermo. El enfoque conductual cognitivo, al
advertir limitaciones y fracasos en tal aproximación, avanza hacia un
eclecticismo que se estima más fértil: se señala cual premisa, como
escribe Barclay Martin, "une los procesos ideacionales sí repercuten en
el comportamiento y también en las emociones. De ahí que en nuestras
mrionoq y emociones influyan las iri- tcrprctacionos del significado de
los hechos pasados y presentes, las expectativas relerenlcs al éxito
futuro, al fracasoTala aprobación o desaprobación, a las fantasías y
ensueños".14’
En tal enfoque existe una clara diferencia con el ps i coana Utico,
IÍLÜM1INTOH UH CRIMINOLO!;!A 241

que atribuye gran importancia a los impulsos y conIlie tos del


inconsciente y al origen y desarrollo de éstos, En la míe va posición
interesa el cambio de los conceptos que el sujelo tiene de sí mismo, que
se miran como una virtual "conducta" interna. Tales auto-conceptos
serían en gran medida los culpa bles de la perfurbación o inadaptación
del sujelo y serían mo dificables tanto con las técnicas conductistas
tradicionales como con otras nuevas que vienen a agregarse al arsenal
terapéuli co o que implican alguna modificación de las antiguas.
Hemos subrayado en el párrafo transcrito de lía relay Martin las
"interpretaciones^el significado" que pueden interíerir gra vemente el
proceso adaptativo del sujelo al constituí! cogniciones mediadoras que
interfieren en los rendimientos al provocar ansiedad, depresión o baja
auto-estima, jin ello iutíiaU; Albert Ellis, al señalar en su "terapia
emotiva racional" uiUJ de las primeras variantes de este enfoque- una
serie dej/jem píos cjue fácilmente pueden extrapolarse al IcrritonoTTo
la des viacion social. Hi rechazo en un empleo -en el ejemplo de Ellis
puede implicar una razonable conformidad o una pesimista convicción
de "no valer nada" y de total exclusión de la aeli vidad social positiva: la
actitud del terapeuta llevará a destruir las "opiniones irracionales", a
reducir la importancia del recha zo, a evitar la generalización auto-
destructiva y a la búsqueda de otras alternativas vitales.
Meichenbaum y Cameron arguyen que en sus terapias cognitivas
de cambio -basadas ciertamente en aprendizajes defensivos- pueden
alcanzarse efectos que implican una generalización significativa: la
desensibilización ortodoxa permití ría vencer una de dos fobias
paralelas, la nueva técnica 411 pon dría derrota de ambas: en el ejemplo
tanto el temor a los ratones como a las serpientes...

ut liareIny Martin -"1' HLCH I UJ (( O anormal. UnCnquoH donUfieoh y elfnlcu*", Mixteo, Niu>vn
líditnrinl Inlernnu'riennn, 1^8*5, pAfl. 2[)h.
2A2 MARCO A. GONZALEZ 1HIRÜNDIQUR

Como cada escuela posee su lenguaje, la Psicología cogniliva agrega


a la terminología conductista genérica nuevos conceptos, nuevas
acepciones de palabras ya existentes y definiciones operacionales de
nuevas variables.
Se alude así a variables cognitivas, a que se atribuye un carácter
mediacional en la percepción, el procesamiento y la conservación de
informaciones sobre el medio ambiente y el sujelo.
lili la misma forma, se mencionan eventos cognitivos, que serían
"pensamientos e imágenes automáticas asequibles a la conciencia e
idcntificables, pudiendo ser rápidamente recuperables si se les
requiere".7
A un nivel inconsciente esto es más profundo y como base en que
se fundan los eventos, se hallarían las estructuras cogniUvas, que para
Kovacs y Beck, 1978, implican, características relativamente
permanentes de la organización del individuo. Tales estructuras son
"representaciones organizadas de experiencias anteriores: diferentes
aspectos de la experiencia son organizados a través de diversos
esquemas. Los supuestos o premisas silentes, trozos de información y
conclusiones, aportan el contenido de un esquema cognitivo.Un
esquema es una estructura relativamente duradera que funciona como
un patrón que activamente defiende, codifica, categoriza y evalúa
información. Por definición también representa alguna experiencia
relevante".145
Tales estructuras cognitivas influenciarían los procesos cognitivos
y éstos, a su vez, en una interacción dinámica, influirían en aquéllas.
Dos de los autores ya mencionados, Meichenbaum y Gilmore, 1984,
han creado la noción de "Core Organizing Principies", principios
organizadores básicos, como otra forma de designar las estructuras.
Ellos influirían en los pensamientos, las manifestaciones de la
afectividad y la conducta sin

144 Aun Marín MiUfhi’lll ”l,n 10 «'<*([ IJ< luí nt'lAn «lectiva on la práctica clínica", en
Hnlterlo t r , 1-ililm " I <■ « MÍCC I ON en la práctlcn clínica" cit. on nota 142, pág.
que el individuo tenga conciencia de tales núcleos o de HU fuer za
impulsora. Los "C.C.P", inferiblos de ciertos datos por el te rapcuta,
permitirían tanto explicar determinados comporta mientos como

7 A MA Marín Maii'lielll cinniyii de ñola animlnr, prtg, .12.


ÜUÍMIÍNTON Ult C KIMINOUK.fA 24:1

predecir las conductas futuras.

No aparece muy difícil imaginar algunas aplicaciones de la


Psicología cognitiva al campo criminológico. Las estructuras y los
esquemas cognitivos,, al favorecer peculiares interpretado nes de
experiencias y reducir expectativas, contribuyen a graves
inadaptaciones y favorecen un comportamiento antisocial o
parasocial.

Como excelente ejemplo cabría citar la proposición de Walter


Reckless y cois, que citamos en el examen de las leo rías
predominantemente sociológicas: si bien la tesis del buen "auto-
concepto" como "aislador" ante la delincuencia es ante rior a los
desarrollos psicológicos ya ponderados, armoniza perfectamente con
ellos. Observación parecida podría Inrmii larse en relación a otras
"teorías del control": quedii abierta la vía para explorar por qué ciertas
personas -y otras no a píen dieron a interpretar la realidad de manera
positiva, sin que cogniciones mediadoras pesimistas facilitaran el
ingreso .1 una carrera desviada.

c. El enfoque conductual integral.

En el enfoque anteriormente comentado, a propósito de


estructuras cognitivas, se alude, sin gran énfasis, al nivel inconsciente.
Tales estructuras se perciben como un man o cognitivo que codifica,
catcgoriza y evalúa la información, en otras palabras, que la plastifica
y ordena de cierta manera. Alu dir a cogniciones mediadoras que
desde un nivel inconsciente deforman las percepciones de lo que
ocurre en el sujeto o en el medio dista de atribuir al inconsciente la
potencia dinámi co-instintiva que le otorga el psicoanálisis.

Por otra parte, en el enfoque antes reseñado, los aféelos fungen


como verdaderas variables dependientes en función de las
cogniciones: una idea deformante, llámese como se la quina llamar -
evento, estructura, esquema- virtualmenle produce una actitud
depresiva e influye en la conducta. La terapia, en con secuencia, aspira
al cambio de las estructuras cognitivas
244 MARCO A. GONZÁLEZ BERENDIQUE

En el enfoque conductual integral podemos observar que se


atribuye una mayor importancia al inconsciente -lo que implica una
mayor aproximación a la posición psicodinámica- y que, a la vez, se
otorga un mayor énfasis a los procesos afectivos, que se perciben
paralelos -y no dependientes- de lo ideacional. Ello significa claramente
un avance hacia la integración teórico-terapéutica.
Para algunos autores una cuota importante de procesos psíquicos
escapa a nuestra conciencia y perturba, enriquece o di- flculta el
funcionamiento de la zona consciente. Es la tesis ca-

I fTfíemla de ^disociación psíquica"', que cobra importancia sobre lodo


a la luz del nacimiento del psicoanálisis.
Preud concibe al inconsciente como una instancia instintiva,
perturbadora y antisocial. Jung minusvalora el inconsciente individual,
atribuyendo más potencia al inconsciente colectivo. Maslow aprecia
esta zona oculta como buena o mala, según el caso. En sus palabras "el
inconsciente también contiene las raíces de la creatividad, el goce y la
felicidad, la bondad, las de su propia ética y sus valores humanos.
Sabemos que hay un inconsciente sano, así como uno enfermo y las
nuevas psicologías lo están estudiando con empeño. Los psiquiatras y
psicoterapeutas existenciales están llevándolo a la práctica. Se están
aplicando nuevas terapias".146
Los anteriores conceptos de Maslow -Psicologia humanista-
muestran una nueva expresión del inconsciente -que sin duda nutriera
la Estética, v.gr. en el caso del surrealismo- y que hoy no desdeñan los
modernos cultores de la corriente "beha- viorista".
En este territorio se advierte, sin duda, una fuerte evolución desde
la década del 20 hasta lo postulado en los últimos años. En el
conductismo de Me. Dougall aludir a pensamiento, imágenes,
conciencia, etc.., suponía "animismo", "alquimia", casi "brujería". La
visión conductista moderna no reduce toda la psicología al examen de
la conducta "explícita" y apela a un espectro más amplio, en que existirá,
incluso, una

Abruhiim M<inlnw "l.n |>i*nninrillilriil crfnitorn", Unrrolnna, Ed. Kairrts, 1990, pág.
ULUMÜNTOS DI! C KIMINOUKilA 245

aproximación a la posición psicodinámica heredada de breud,


obviamente con algunas "adaptaciones" y algunos "cambios de
denominación".
Como expresa un investigador chileno -el psicólogo Eugenio
Suárez- "la cognición, la conciencia y los afectos han retornado a la
psicología conductual; el concepto de procesos mentales inconscientes
ha comenzado a recibir una creciente atención (Shevrin y Dickman,
1980; Dixon, 1981; Kihlslmm, 1984; Meichenbaum y Gilmore, 1984,
entre otros)".8
Desde este enfoque, nuestra zona inconsciente tendría un papel
notoriamente más importante que el admitido en la an tigua Psicología
wundtiana (tropismos, reflejos, actos habituales): tal zona, siendo en
principio inaccesible a nuestra concien cia, sería intensamente activa
más que sólo latente y en su funcionamiento se advertirían principios
y procesos di (eren tes a los de la conciencia.
Cual expresa el ya citado investigador, al aludir a esta "uro
disociación" y a tales peculiares fenómenos "obscuros", al ser
ellos procesos psíquicos, "todas las categorías aplicables a la
experiencia consciente serían aplicables a los procesos immis
cientos. De modo que percepciones, creencias, pensamientos,
afectos, motivaciones, etc., porJnán cursar tanto conscToide
como
apstracciones cognmvas y experiencias a inconscientemente, lo
que implicaría que aldtícoiiLupJxa.
ltamente idu>sincrá 7r_ -
ticas podrían ser totalmente inconscientes >/>/
Para el mismo autor, la atribución a la zona inconsciente de ciertos
contenidos y procesos puede suponer un sesgo que deforma las
percepciones, una economía psíquica -el caso del acto habitual, a la luz
de la Psicología clásica- o un rechazo de la conciencia ante una
connotación de amenaza.
Se advierte, por los seguidores de la tesis, que este ineons cíente
de la corriente cognitiva es bastante diverso del Crendía no: no
poseería la irracionalidad primaría de ósle ni se limita ría a lo agresivo
y lo sexual; paradojalmenle, al no ajustarse a tal estrecho marco, con
una mayor influencia en el comporta

>iV Hufíonio Sudro/,: "I’rocoHOtt afoclivon iiu'uncicnU's: Un» aproximaron rnndmlnnl inlt^rnl", en Roberto Opu/ti -"Los
afecton en la prrtt'tit'n ellnieit" ril. en nula 1*1.'. prtf{. Iü3.
linéenlo Surtrez enunyo do nota anterior, pdg. 157.
246 MARCO A. GONZÁLEZ BERENDIQUE

miento, deformaría las situaciones que el sujeto enfrente, dada nú


potencialidad de sesgar lo que se advierte como amenazante, en forma
tal vez ilógica.
Se discute actualmente, entre los autores de esta orientación, sobre
si este nuevo inconsciente dinámico -esto es impulsor de cogniciones,
afectos y comportamientos- sería básicamente eognitivo o afectivo.
líl matiz posee importancia si se piensa, sobre todo en el poderío
causal de los afectos reconocido desde antiguo. El pro- nlema puede
estimarse aún mayor si se considera que es más dilleII borrar huellas
afectivas que intelectuales.
I.a psicólogo chilena Ana María Marchetti, al estudiar el problema,
estima que no parece ya posible estimar los afectos como simples
variables dependientes y que existen múltiples evidencias sobre su
fuerza causal. Entre otros aspectos de interés, cita la influencia de los
afectos en la atención, en la interpretación de la información, en la
discriminación en las percepciones, en el " aprendiz aje dependiente del
estado". Yendo más allá del afecto variable dependiente o del
paralelismo entre lo intelectivo y lo afectivo, la Sra. Marchetti llega a
escribir sobre "cogniciones post-afectivas", en que lo eognitivo "resulta"
de los sentimientos o emociones que genera un hecho, una persona, una
situación, etc.149
Las posibilidades de este enfoque en lo teórico y lo práctico -es
decir en comprensión y en tratamiento- parecen promisorias: no se
trata aquí de mero eclecticismo, sino de avance hacia la integración que
debe poseer toda ciencia de la conducta.
No sabemos de aplicaciones de la Psicología eognitivo integral a la
Criminología, mas ellas parecen fáciles de concebir. Todo rumbo vital
aparece en cierta margen si no determinado al menos guiado por
nuestro auto-concepto y por las expectativas razonables que nos
planteamos ante el mundo. Los aprendizajes de fracaso -con sus
profundas huellas afectivo- cognitivas y en función de las capacidades,
orientaciones

Añil Mtiríii MnrchctU «'iiMnyn rllmlit, 30.


II.IMINTOS DI! (UlMINOUMiÍA

vitales y valores introyectados del sujeto- sin duda pueden ex plicar


muchos de los fenómenos de desviación social y de crí minalidad.
9. PSICOLOGIA DE LAS MOTIVACIONES.

a. Introducción.

El examen de la orientación psicológica en Criminología que hemos


realizado en las páginas precedentes ha supuesto:
í^a^Con si deración de dos grandes corrientes de la gía ’sieoln y
contemporánea -el psicoanálisis y el conductismo forma en de la / el
que, mediante ellas, ha p re te n d i d o e x p I i ca rsi rom/
portamiento desviado o criminal;
tfb)JPlanteamiento de algunas teorías específicas que, sin ads criDirse
necesariamente a un gran marco teórico psicológico han pretendido
precisar el origen del comportamiento delictivo : es el caso del modelo
médico (que ve en el fondo al crimin.il como un enfermo), del modelo
de los inventarios de persona lidad (que procura detectar en el
delincuente un conjunto de rasgos psíquicos que lo hacen diverso del
sujeto que respeta la ley), de la concepción operacional de la
personalidad criminal (que advierte en el sujeto desviado una peculiar
¡icen tuación de rasgos que poseen todos los seres) y de la tesis de la
frustración-agresión, que pretende hallar, bajo toda comluc la agresiva,
una base de frustración, implícita o explícita.
c) Exposición somera de otras tendencias psicológicas mo dernas -
teoría de sistemas, enfoque conductual eognitivo, en foque conductual
integral- que, en su aplicación a la Crimino logia, pueden darnos bases
importantes para la comprensión del comportamiento desviado, sobre
todo porque, en especial en los últimos enfoques, se busca una
aproximación al ser hu mano como una unidad afecti vo-cogni 1 i v¡n/y■
Nuestro examen se hallaría incompleto sin referencia a la
Psicología de las motivaciones que -lo que nos parece bastan te extraño-
merece sólo alusión breve y ocasional en los textos de Criminología. Sin
duda peca por omisión un análisis del ser humano -delincuente o no-
bajo un prisma cstáUco nivel in telectual, aptitudes, destrezas, rasgos
peculiares de agresividad
24H MARCO A. GONZALEZ BERENDIQUE

o impulsividad, etc.- que no considera los elementos impulso' res ael


comportamiento social, parasocial o antisocial.

Sin duda algunos elementos dinámicos son considerados por las


teorías generales que hemos descrito. El psicoanálisis subraya la
fuerza impulsora de los instintos -en especial los de base sexual, en el
planteamiento freudiano ortodoxo- y los últimos desarrollos del
conductismo nos dicen que las verdaderas "causas" del delito o el
comportamiento social son la búsqueda de recompensas y la huida
del dolor (o sea las consecuencias) mas un enfoque criminológico
acertado supone, en nuestro concepto, una profundización en las
bases motivaciones generales del comportamiento humano. Si
pensamos sobre todo que el delincuente es un ser normal, es
menester examinar qué elementos lo guían a determinada acción que
nos merece crítica: no toda acción parece motivada por pulsiones
instintivas y existen muchos actos que no implican "recompensas"
mediatas o inmediatas, no supinen evitación de un dolor ni han sido
tampoco "condiciqnadqK'.

b. Algunos conceptos generales.


G. A. Miller nos dice que "el estudio de la motivación es el examen
de todos esos impulsos y acicates-biológicos, sociales, psicológicos -
que desafían nuestra pereza y nos mueven a actuar, de grado o por
fuerza".150 César Tejedor define la motivación como "el conjunto de
factores que nos incitan desde dentro a la acción" y al hacerlo precisa
cómo los procesos representativos o cognitivos (percepción,
inteligencia, juicio, razonamiento) no explican totalmente la acción y
ésta es, a veces, francamente contradictoria con las ideas,151

Más expresiva parece la definición de "motivo" que da Theodoro


Newcomb: "estado del organismo en el cual la energía corporal es
movilizada y dirigida selectivamente hacia partes del ambiente". En
tal concepto se advierten dos partes: una está constituida por las
tendencias (los "drives"), "estados corporales sentidos como
inquietud, que impelen a iniciar una actividad", esto es la
"movilización de energía corporal"; constituyen la otra parle, las
metas, esto es los "estados de cosas
m
G.A. Miller "liilmilmvlrtit <i ln I'MIt iUt»JJ¡irt", Mmlrid, Alian/n, 1979, pAg 338. m L'Annr Tt'Ji'ilni "Intimltirrikii rt U
l'lluiuilfrt", Mmlrkl, lilla. K.M., 1 106.
hacia donde se dirige la conducta".1''' Las motivaciones, con acuerdo a
ello, aparecen imprimiendo tanto dinamismo como dirección, positiva o
negativa, a los seres humanos.
líl.ÜM UNTOS Olí í'KIMINOl.OOf A 24*>

Examinaremos brevemente las teorías formuladas al res pee to.

c. Las primeras teorías. <


Un primer enfoque filosófico sobre la potencialidad diná mica del
ser humano es el intelcctualista, que centra el cotn ’portamiento en el
predominio de la ra/ón. A él ha de oponer (se un remoto antecedente de
la moderna teoría del incentivo: |para Epicuro y otros filósofos no es la
razón, sino la búsqueda Idcl placer lo que nos mueve a obrar.

Descartes, en el siglo XVII, ha de plantear una explicación


mecanicista del cuerpo humano que excluye la idea de liuali dad,
remitida el ámbito de la vida moral. Las acciones, para él, dependen de
la voluntad y las pasiones, determinadas pm el influjo en el alma de
fuerzas mecánicas, deben dominarse como "ideal ético de sabiduría".

Para César Tejedor, el inicio de las teorías de la motivación se halla


en "El origen de las especies" de Darwin (1HÍ)‘>): "el darwinismo
permitía borrar la separación radical animal hom bre y hablar tanto de
una "inteligencia" animal como de la pro yíencia de "instintos" en el
hombre".151

d. La teoría de los instintos.


La teoría de los instintos como motores fundamentales del
comportamiento halla su planteamiento básico en la "Inlrodue ción a la
Psicología Social" de W. McDougall (1Ú0H).

Se reprocha a este autor la noción excesivamente inclusiva de


"instintos", McDougall señala doce (huida, aversión, curio si dad, lucha,
auto-rebajamiento, auto-afirmación, crianza de los hijos, reproducción,
hambre, gregarismo, adquisición y cons
m Tlii'udnro M. Ni'wrnmli "Mrtmiiil di' 1'niroloníti Sorinl", H LICIHIM AI ITM , I ÍIII I I 'I M , l l J71 :
KM 105.
I',, l‘¿itnr Ti'jt’dor "tnlrndm rirtti ti lit OlliiNOtfn” di., pil# TIO.
250 MARCO A. OONZALIÍZ BEIIENDIQUI!

IrucLividad) y otros autores extienden inmoderadamente la nómina


dando así origen a que la noción se califique de "pseudo concepto",
que poco explica, al pretender explicar todo. Operaría aquí, dice
Davidoff, en 1979, "la facilidad de la magia, de la magia verbal".154
Al criticarse la noción de instinto -en el paralelo animal- hombre-
se señala que en aquél la pulsión lleva ínsita una pauta fija do
comportamiento de carácter innato, muy diversa a los
comportamientos selectivos del ser humano que gráficamente
demuestra, v. gr., el instinto gregario.
uoL'l* lodo hn depender, ciertamente, del contenido que se asig-
44 ne al concepto y del nombre que a éste se otorgue. Un gran pro-
'* .p leNor de Psiquiatría chileno, el Dr. Agustín Téllez, aludía en sus
*TXI* l iases, brilllantemente, a los instintos "cósmicos", que llevan al hombre al
conocimiento del mundo ("de allí nace la ciencia"), al goce del mundo
("de allí nace el Arte") y al dominio del mundo (de allí nace la
técnica").
i*. I.a teoría de la homeostasis.
1.a noción de "homeostasis" es desarrollada por W. B. Can non
en "La sabiduría del cuerpo" (1932). Para este autor, las
motivaciones se conectan con la necesidad que posee el organismo
de restablecer el equilibrio interno, alterado por alguna carencia. El
origen del concepto se hallaría en la "ley de la constancia del medio
interior" que Claude Bernard a mediados del siglo XIX, extrae de un
caso particular: la necesaria constancia de una cantidad de glucosa
en la sangre.
La motivaciór pn™ibiflaj n^T un proceso .de bús-
quoda de equilibrio pfp-urKa^ p™- nn^ ^i-encia o por.un exceso,
sean estos físicos o psíquicos.
Un más profundo desarrollo de la teoría se halla en Hull quien,
en su tesis conocida como "de la reducción del impulso", alude a un
ciclo: situación de carencia o deprivación -estado de necesidad-
impulso a la acción-estructura regulativa (instintos, hábitos,
aprendizajes, procesos de conocimiento)

1.], Drtvhluff "liilrmíut Mrtn « la rttlrologM", México, Mrt Jrnw-1 lili, 1979, pág. 315.
I
I:M:MI:NTOS ni: CKIMINOI.OC¡(A 251

-conducta apetitiva-conducta consumatorin (obtención del In-


centivo) -rccquilibrio. Tal ciclo supondría en el hombre una ver-
dadera espiral ascendente, dada la exigencia permanente de
incentivos cada vez mayores o mejores.

f. La teoría del incentivo.


En la década del 50, H. F. Harlow critica la tesis de la homeostasis
que califica de estrecha, por no tener en cuenta ciertas motivaciones
que no derivan de carencias, v.gr. la con ducta exploratoria de los
monos. Antes que Harlow, 1V1’. Young plantea una teoría "hedónica"
(o de búsqueda del placer) so bre el comportamiento humano.

En esta perspectiva, las acciones humanas se ven motiva das no


por lo que organismo necesita, sino por el valor peen liar que
asignamos a determinado objeto, derive tal valor de lo que en sí
representa (el comer por el comer del glotón, ÉIIIU que no exista
hambre) o del mérito que, en virtud de un apren dizaje, ha llegado a
adquirir el objeto (el manjar apetecido por el "gourmqt". que
desprecia al "gourmand").

g. Las teorías cognitivas.


En las teorías cognitivas o "cognoscitivas" reaparece la con
sideración del hombre como un ser "racional": el conocimiento
dirige al hombre y lo impele a investigar.

Tolman subraya el potencial dinámico do nuestras expec tativas.


Hunt (1965) propone una tesis cognitiva en que la con ducta humana
es regulada y "motivada" mediante procesos "informáticos"
similares a los de los computadores.

Dentro de las teorías cognitivas destacan aquéllas que enfatizan


la necesidad de una "consistencia" entre creencias y conductas lo que
llevaría, ante una situación de desarmonia, a modificar las creencias
o las conductas o ambas.

Entre estas teorías se señalan en especial tres. Es una la del


balance (Heider), que enfatiza cómo los individuos hallan pía ccr en
el equilibrio entre lo que creen, la forma en que actúan y la forma en
que otros actúan. En un ejemplo -lo que puede indicar las vías de
elección de los pares- si a un sujeto ¡igra
252 MARCO A. GONZALEZ BEUEND1QUE

dan otros dos pero éstos entre sí se repelen, el sujeto se alejaré de


uno u otro de los primitivamente calificados como afines.
Fn una segunda teoría, Osgood y Tannenbaum (1955) proponen
un modelo de congruencia: una escala desde +3 hasta 3, permite
medir actitudes hacia seres o cosas y el deseo del Hujelo de
aumentar la congruencia cognoscitiva lo llevará a cambios
actitudinales que satisfagan la necesidad de equilibrio. m
I ,n teoría más mencionada en este grupo es, la de la dísona uc la
cognitiva (L. Festinger, 1957). Este autor da una noción de
elementos cognoscitivos bastante amplia, ya que en ella se incluye
"cualquier conocimiento, opinión o creencia acerca del medio
ambiente, acerca de uno mismo o acerca del comportamiento de una
persona".156 Para Festinger, se produce disonancia cuando doH
elementos cognoscitivos entran en conflicto, situación poco
placentera que el organismo procura reducir si es necesario
mediante distorsiones de la realidad, cambios cognoscitivos o
cambios en la conducta o las opiniones.
til propio Festinger, da una aplicación de su teoría general al
mencionar un curioso ejemplo histórico: la falta de realización de
una catástrofe profetizada por una secta religiosa fue atribuida por
sus adeptos a la fe depositada en los "mensajes" celestiales y no al
error del líder de la secta.
h. Kurt Lewin: la "teoría de campo" y el examen de los
conflictos.
Las motivaciones o necesidades -ante los múltiples estímulos
existentes- frecuentemente crean conflictos, finamente estudiados
por Kurt Lewin.
Una persona, para este autor, forma, con el sector del mundo en
que transcurre, vive y siente (ambiente psicológico) un espacio vital,
y al surgir necesidades o deseos, experimenta

Josá Miguel Knlu/.nr, Mitrilzn Mimloni, i nrloH Muñoz C. Euclides Sánchez, Eduardo Snnlnro,
Julin I'. Vlllegnu ’Tnltnlngln Hui'lnl", México, Editoral Trillas, 1980, págs. 172-170.
I'" 1. A, 10'Nlitigt'i "Tlirnry ol < ngrilli vu I HxKniirttu't''', Illinois, Row, Pctcrson, Evans ton,

19ñ7, pág 0,
I'U'MI'NTOS DI! CHlMINOMHílA 2rx\

fuerzas o "vectores" que* lo llevan a "campos" que le provo can


atracción o repulsión.
Lewin examina en "Field Theory in Social Science" (ll>ñl) tanto
la frustración por obstáculos como los conflictos por "atracción-
atracción" y "evitación-evitación" (en que el sujeto se siente tentado
a abandonar el "campo"); "atracción-evita ción" (en que habrá
conflicto sólo si ambos vectores tienen la misma intensidad) y
"doble atracción-evitación", en que arn bos campos a la vez atraen
y repelen y que sin duda es de Iré cuente encuentro en la realidad y
de difícil tórmino satis fací o rio.
i. La teoría de la atribución causal.
En el gran marco de las teorías cognitivas ha merecido muy
fuerte interés en Psicología Social, en los últimos años, la ten ría
denominada "de la atribución causal". Entre los autores que la
desarrollan se encuentran F. Heider, 11. II. Kelley, A W Kruglanski
y, sobre todo, Bernard Weiner. Una monografía im portante es
publicada en 1989 por el autor británico Miles I lewstone.
La tesis debe merecer fuerte interés en Criminología por que
vincula hechos o conductas del pasado -en la forma en que son
juzgados por su contenido "causal"- con motivaciones y hechos o
conductas futuras. A un hecho o conducta pasados, con su
adjetivación de éxito o fracaso le son "'atribuidos" determinados
factores causales, sea por el sujeto protagonista o por quienes lo
observan: tal atribución habrá de intervenir en lo que el sujeto se
espera haga o afronte y tal "predicción" lija motivaciones, metas y
actitudes hacia el futuro.
Tales "atribuciones" se observarían en los niveles intraper
sonal, interpersonal, intergrupal y societal. El contenido de lu turo
de la tesis se advierte claramente desde el título de un en sayo de
Bernard Weiner y Tchia Litman-Adi/es: "Un análisis atribucional,
con valor de expectativa, del desamparo apren dido y la depresión".
Al examinarse la forma en que se percibe y la Im idein la de esta
peculiar forma de percibir en las motivaciones y la nm ducta, los
autores señalan varios tipos de causas atribuidas
254 MARCO A. GONZÁLEZ BERENDIQUE

Kelley señala dos tipos de causas: externas, es decir aquéllas


que se hallan en el ambiente e internas, que dependen de las
características del sujeto (1967).
Kruglanski estima más adecuado aludir a causas endógenas y
exógenas: el matiz apela a medios y fines, ya que las endógenas se
vinculan con las situaciones en que la acción implica un fin en sí
mismo, mientras en las exógenas la acción es mirada como medio
para un fin posterior,
"Un aspecto importante en el mecanismo de atribución lo
consliluye la asignación de causas entre actores y observadores, I.ON
adores tienden a atribuir más a las causas externas, mlenlras que los
observadores enfatizan en las internas". "La atribución de éxito o
fracaso muestra un mecanismo similar. I IOH sujetos tienden a
considerarse más responsables de los éxitos que de los fracasos.
Estos últimos se atribuyen a factores externos (mala suerte,
dificultad en la tarea, etc.). Una interpretación posible es suponer la
existencia de un mecanismo de "defensa del yo" o de mantenimiento
de la autoimagen".157
Más fina es la taxonomía tri-dimensional de Weiner, que
considera el locus de causalidad, la estabilidad y la controla- bilidad
de las causas. "La habilidad, el esfuerzo, el humor y la paciencia, por
ejemplo, son propiedades internas de la persona, mientras que la
dificultad de la tarea, la suerte y los errores del profesor son causas
externas o ambientales". "La habilidad, la dificultad de una tarea y la
paciencia es probable que se perciban como relativamente
fijas/mientras la suerte, el esfuerzo y el humor son más inestables".
"Algunas causas tales como un esfuerzo o el error de un profesor o
un supervisor es probable que se perciban como controlables,
mientras que por ejemplo la habilidad, el humor o la dificultad de la
tarea son causas que escapan al control".158
Tales dimensiones contribuirían a fijar las expectativas de éxito
o fracaso según los juicios que actores u observadores realicen al
formular las atribuciones. En una ilustración dada por

lúhmrdn Sunlnrn " 1’«■ mu luí”, en |n*í' Miguel Sala/.ar y otros, op.cit., nuestra
mtlii 15.“i, KM.
n" tlrrniml Wcinrr, Tcliin l .llmtin Adl/e» " An AltrlbuHonal, Kxpectancy -Value Analy-
N I H oí l.enrutul I añil I tu I ptk}{N. 36 y 3K.
Ul.lIMÜNTOS 1)1! C KIMlNOI.tK.Í A 2W

Weiner y l Jtman-Adiz.es, c*n el otorga míenlo de la libertad ion


didona] jugarán grandemente los juicios atributivos que real i cen
los miembros del tribunal de "parole". Si se estima que el delito fue
cometido básicamente por rasgos de personalidad del sujeto (locus
interno, estabilidad v escasa conlrolabilidml) se negará con
frecuencia el beneficio por estimarse que el HW jeto es un "mal
riesgo de libertad condicional". Si se concluye, en cambio, que
primaron causas ambientales y que éstas me juraron (locus externo,
variabilidad y controlabilidad), el pos luíante será mirado como un
"buen riesgo en libertad condi cional", otorgándose el beneficio.

Si consideramos que "la predicción de la conducta debe ba sarHe


en el significado subjetivo de las causas para el irulivi duo"l!W, la
teoría se advierte sin duda optimista. Si la terapia se aplica a las
posibilidades de cambio en algunas de las di mensiones, sin duda
mejorarán las expectativas de rxilo y ta corrección de la conducta.
Puede pensarse, al ros pee lo, que ante determinado problema -
necesidad económica, perdida de un empleo, etc.- surgirán muchas
"respuestas diferenciales" y que éstas, en gran medida, serán
determinadas por los juicios o alri luiciones causales que el sujeto
formule y por las expectativas que aplique a sus posibles futuros. Es
oportuno recordar en esle aspecto varias teorías criminológicas,
cuales la "Frustración agresión", las "oportunidades diferenciales" y
las "técnicas de neutralización".

j. Abraham Maslow y la Psicología Humanista.


Un importante aporte a la Psicología de las motivaciones, y por
ende a la comprensión de la conducta, es el que entrega la Psicología
"Humanista", en que destacan los nombres de ( W. Allport y, sobre
todo, Abraham Maslow (1908- P170).

Maslow -calificado por algunos como el más grande psico logo


americano después de William James- avanza en sus obras hasta la
Filosofía y la Etica. De sus obras cabe des la car "Keli giones, valores
y experiencias cumbre", "I lacia una Psicología del Ser", "'Motivación
y personalidad" y su obra pósluma, con

M Í I OH Ili'WHliinc "l.n rtlríhuríÁn OUIHII I. Del pmn<mi rognl 11 vi» <t l<t« ............ lita
ciíloeLivtin", Hnro'lmwi, 1U1. 1'nklÓH, iy‘12, pAg. b'l
junto de ensayos publicados bajo el nombre "La personalidad
creadora" (1971).
25h MARCO A. GONZÁLEZ BERENDIQUE

i Maslow expresa que "en la actualidad la psicología está dividida y


desgarrada y se podría decir que, de hecho existen tres (o más)
ciencias o grupos de científicos aislados e incomunicados entre sí.
En primer lugar, está la corriente conductista, Thjetivistn.
mecanicista y positivista. En segundo lugar, el en- amhre de
PsicologíasTjue se originaron con Freud y el psicoanálisis. Y, en
tercer lugar, las gsjcfilügífl^^imanistas o la denominada "Tercera
Fuerza", la confluencia en una sola filosofía de varios grupos
escindidos". Declara, luego, que en Siombre de esta tercera
psicología quiere hablar y dice que ella "abarca a la primera y a la
segunda... lo que contribuye a evitar la tendencia inmadura,
dicotómica y bivalente de ser, por ejemplo, freudiano o anti-
freudiano". Concluye: "Soy freudia- no y soy conductista y soy
humanista; de hecho, estoy trabajando también en lo que muy bien
podría denominarse una cuarta psicología de la trascendencia".160
Su pensamiento holístico lo lleva a criticar a algunos psicólogos
humanistas que se consideran como opuestos al conductismo y al
psicoanálisis, "en lugar de incluir estas psicologías en una estructura
más amplia de orden superior".1'*1
Maslow propone una jerarquía de necesidades. En primer lugar
se hallan las necesidades deficitarias, que indican carencias del
sujeto: tras las necesidades fisiológicas (hambre, sed, sueño), surgen
en segundo término las necesidades psíquicas, que permiten al
sujeto "sentirse sano". Son estas últimas la de seguridad, la de amor
y pertenencia, la de estima (auto-estima, reconocimiento). Por lo
general, existiría cierta secuencia entre las necesidades anteriores,
sin perjuicio de que a veces se altere el orden de aparición: el
hombre podría quedar "anclado" en un nivel si la carencia no es
satisfecha, aunque puede surguir la siguienlr sin total saciedad del
deseo.

Alti rtlitim Mrtfdmv "l


1, 111 .rt peí MIHUÍ Ililmi i i t*fiilni <i'\ llrtri'clniui, KdtrrtH,
1442, pA^s. 21 22,
Mn»li>W llHilt'in
ül.l'MIINTON 1)1! CKIMINOl.OOlA 257

En un nivel superior, para Maslow, aparece la necesidad ile


auto-realización: ella responde no a una carencia, sino a un
imperativo de crecimiento, la auto-realización apunta a meta-
valores, a meta- motivaciones.
f Para Allport y Maslow, las necesidades de crecimiento po seen
''autonomía funcional": el hombre auto-realizado puede soportar
sin sufrimientola ausencia de satisfacción de alguna^ necesidades
de carencia, v. gr. la de seguridad o de éxito o cy

Se cita como ejemplo de la diferencia entre las necesidades por


carencia y las de crecimiento el preciso caso del amor, C'uando éste
se presenta por déficit, se trata simplemente en las palabras de
Maslow- de "un vacío que hay que llenar" que, satisfecho, pierde
capacidad o energía mol iva dora, por no re querir ya nada más. El
otro amor, en cambio, que el autor Ha ma amor-del ser del otro,
amor altruista, nunca se sacia y lien ile siempre a crecer. "El estudio
clínico de las personas mas sanas, aquéllas que han visto saciadas
sus necesidades amoro sas, muestra que, aunque tienen menos
necesidades de recibir amor están mucho más dispuestas a
proporcionarlo. En este Henlido, son personas más amantes".1'’2
has necesidades, en la forma propuesta por el autor, se ha lian
Ínter-relacionadas y adoptan, cual se ha visto, un orden je rárquico,
ascendente.
El camino hacia la auto-realización permite captar el opti
mismo de Maslow: "Esta naturaleza interna... no parece ser in
trínseca, primordial o necesariamente perversa. Eas invenida iles
básicas (vida, inmunidad y seguridad, pertenencia y eleclo, respeto
y autorrespeto, autorealización), las emociones huma ñas básicas y
las potencialidades humanas básicas son, según todas las
apariencias, neutrales, premorales o positivamente buenas. El
ansia de destrucción, el sadismo, la crueldad, la ma lieia, etc.,
parecen hasta ahora no ser de naturaleza inh lime» a, sino más bien
reacciones violentas contra la Irnslrai ion de nuestras necesidades
intrínsecas, emociones y polcin lalldaden Ea ira no es mala en sí
misma, como tampoco lo son el miedo,
lt>
J Alinilinm Mtodow "l!l I MIIII I MV nulo irnll/mld llorín uno l'nli niobio «lid *iu
lloi'ccldiio, knirrtn, IV'/y, |ifln 7fi.
25H MARCO A. GONZÁLEZ BERENDIQUE

la pereza o incluso la ignorancia. Naturalmente estas cosas puedan


llevar -y de hecho llevan- al mal comportamiento, pero no
necesariamente. La naturaleza humana no es, ni mucho menos, tan
mala como se creía ... Puesto que esta naturaleza interna es buena o
neutral y no mala, es mucho más conveniente sacarla a luz y
cultivarla,163
En el estudio de la auto-realización, Maslow fue alentado por la
vida y obra de dos maestros suyos que admirara profundamente:
Ruth Benedict y Max Wertheimer. En ellos percibía buen número de
los rasgos que menciona como características de lOH auto-
realizadores: mejor percepción de la realidad. aceplación del sf, de
los demás y de la naturaleza, espontaneidad, concentración en el
problema y no egocentrismo, autono- fTTía, capacidad para
relaciones mterpersonales profundas, creatividad, mayor facilidad
para las experiencia^ cumbres virtuales momentos de éxtasis ante
sentimientos intensos de amor o goce de la belleza- o de meseta,
experiencias más estables y duraderas que las anteriores y que
suponen formas "más nuevas y profundas de ver y experimentar el
mundo.
En el desarrollo psíquico, que supone avance hacia la sa-
tisfacción de las necesidades "superiores", el sujeto común debe
haber superado las necesidades de carencia: las privaciones
fisiológicas, la inseguridad y la falta de auto-estima en la infancia,
pueden ejercer influencia perturbadora durante toda la vida.
La motivación para el desarrollo, en todo caso, es más débil que
la de la parte inferior de la pirámide y debe afrontar múltiples
obstáculos. Se hallan entre éstos la influencia negativa de las
pasadas experiencias, los hábitos inadecuados (v. gr. el alcohol o las
drogas) que afectan la eficiencia, las presiones de grupo y la
propaganda social, que limitan la autonomía, reducen el juicio
propio o distorsionan las realidades biológicas (v.gr. el anatema a.
los instintos, que serían "esencialmente buenos") y, por último, los
propios mecanismos de defensa del Yo, que distorsionan la realidad.
Al listado habitual de los mecanismos de defensa, Maslow
agrega dos, la "demacran/.ación" y el "complejo de Jonás". La

nt
Mrtuluw "111 luimlun rtithi I HA II/ UI I H " i'll , . 10.
KLÜMIÍNTOH 1MÍ C RIMINOLOGIA 29)

"desacralización" so rofioro al empobrecimiento de mioHlni vida


mediante el rechazo a tratar cualquier cosa con una seriedad r interés
profundos. Hoy en día son pocos los símbolos reliólo sos o culturales
a los que se presta el cuidado y respeto de que alguna vez gozaron. El
"complejo de Jonás" se refiere a un re chazo a tratar de darnos cuenta
de nuestras capacidades tola Ies. Así como Jonás se esforzó para
evitar las responsabilida des de hacerse profeta,, así también mucha
gente teme utilizar su capacidad hasta el máximo; prefiere la
seguridad de los lo gros de nivel promedio que no sean exigentes, en
oposición a las metas verdaderamente ambiciosas que la obligaría a
proyectarse totalmente.164 En dos ejemplos de ello, se menciona a los
alumnos que se contentan con "aprobar" el curso con la nota mínima
y a las mujeres que ven, en el ejercicio de una profesión, una pérdida
de femineidad.
La no satisfacción de las necesidades inferiores da origen a
quejas, también de diferentes niveles: es más alto el nivel de reclamo
contra la falta de reconocimiento o la solidaridad del grupo que la
queja ante la insatisfacción de las necesidades l»a sicas de seguridad.
La no satisfacción de las necesidades superiores -niela-ne-
cesidades- da origen en cambio a meta-quejas. Sería un buen
indicador de normalidad la búsqueda de perfección, justicia, verdad
y belleza, verdaderos meta-valores.
Estos conceptos de Maslow poseen riqueza tanto analítica como
normativa. En el ser humano se advierte, para el autor, no sólo una
motivación hacia el encuentro de cosas o seres que satisfagan sus
carencias, sino una motivación hacia el crecí miento, la búsqueda de
plenitud y la identidad global, líl Imm bre auto-realizado presenta
una serie de características positi vas: percibe bien la realidad, se
halla abierto a las experiem ¡as, es espontáneo y expresivo, es
autónomo e independiente, orí ginal y creativo, exhibe un buen
código moral, tiene gran ca pacidad de amar y es apto para trabar
relaciones interper sonales profundas.

IM
Jnmi'N rndimnn, Holu'rl l'rn^er "TinirtnN ilc In prntuinilliliiil", Mu. h n. I Im ln t Im [mi A lítiw
í.nÜntuttmMicrtiui, pA#,
260 MARCO A. GONZÁLEZ BERENDIQUE

La Psicología Humanista se advierte plena de contenidos valóneos


y de allí sus muy fundadas críticas a instrumentos sociales a veces
bastante vacíos en contenidos "de crecimiento". Maslow escribe así
que "nuestra educación convencional parece bastante enferma", "la
información sin la comprensión humana es como una respuesta sin
pregunta, carece de significado...", "Educación significa aprender a
crecer y en qué dirección, aprender lo que es bueno y lo que es malo,
lo que es deseable e indeseable, aprender qué hay que escoger y qué

lodo ello implica abrir enormente el territorio de la "anormalidad


social" y el continente de las frustraciones, que no pueden limitarse a
la insatisfacción de las necesidades de carencia.
listos conceptos sin duda contribuyen a una mejor comprensión
de la conducta lícita y del comportamiento desviado, lín éste, en una
enorme cantidad de casos se hallará una fuerte ausencia de los "meta-
valores", sea porque el individuo se negó a crecer o porque los
inadecuados instrumentos sociales no estimularon sus reales
capacidades.
k. ^Viktor E. Frankl y la "logoterapia".
Viktor Emil Frankl (1905-1995), es el fundador de la llamada
"tercera escuela de Viena": su "logoterapia" -curación mediante
hallazgo de significado en la existencia- implica mucho más que un
método terapéutico, toda vez que sus postulados generales
contribuyen a la comprensión de fenómenos diversos de la neurosis,
cuales el suicidio, el comportamiento violento, la dependencia de
drogas e incluso diversos tipos de delito.
Frankl es autor de numerosas obras, de las cuales cabe citar en "El
hombre en busca de sentido", calificada por Gordon W. Allport como
"precisa introducción al movimiento psicológico más importante de
nuestro tiempo".166

Ahniliiim Milu111 w "I-rt |u'tmiMiilliliiil t t i'iitloi ri" elI,, pA^ft. 207, 20H, 216, 217.
Vlkltir lí. lJr<mkl " I f l lumilmi I*I< lni«t « itt* «pulido", línrrclorm, Hdilnrial I Jerdrr, 19H9,. l’n'lmlu tío ( MInlnn W Allpoi I,
|>*n MI
ULUMIÍNTOS IJR CKlMINOLOCif A HA

La "logoterapia", como tercera escuela de Viena, opone la


voluntad de sentido a la voluntad de placer subrayada por Freud y
a la voluntad de poder de la Psicología de Adler.
Las dos escuelas anteriores -Freud, Adler- procurarían, se gún
Frankl, dar al individuo un equilibrio interno -Filo, Yo, Super-Yo,
sentimiento de inferioridad versus uno de superioridad- es decir un
estado libre de tensiones. Ello no le parece una imagen verdadera del
hombre porque ser humano "signi fica siempre tratar de alcanzar
más allá de uno mismo -algo distinto de uno mismo-, alcanzar algo o
alguien: un sentido al cual completar u otro ser humano a quien amar.
En otras pa labras, ser humano siempre significa trascender de uno
mismo... Después de todo, el autotrascender constituye la esencia
del existir".167 Este alcanzar "algo o alguien" como sig niñeado del
existir sin duda puede crear un desequilibrio in terno no deseado por
Freud o por Adler pero, cual responde Frankl , "lo que el hombre
realmente necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar
por una meta que le mere/t ,t la pena. Lo que precisa no es eliminar la
tensión a loda cosía, sino sentir la llamada de un sentido potencial
que esta espr rando a que él lo cumpla. Lo que el hombre necesila no
es la "homeostasis", sino lo que yo llamo la "noodinámica", es de cir
la dinámica espiritual dentro de un campo de lensión bipolar en el
cual un polo viene representado por Vi significa do que debe
cumplirse y el otro polo por el hombre que debe cumplirlo".168
La inexistencia de un sentido de la vida daría origen, en el
pensamiento de Frankl, al "vacío existencial", que la sociedad de
consumo crea en innumerables seres y que contribuye, gran demente
a la depresión, al suicidio, al LISO de drogas y que HC advierte, por
ejemplo, en lo que el psiquiatra califica como "neurosis de domingo".
En las palabras del autor austríaco incluso el sufrimiento puede
adquirir un sentido. La tesis es ilustrada no solo con anécdotas de la
clínica -v. gr. la madre de nueve ñiños evler minados en las cámaras de
gases, a cargo de un orlrliiialo en ' Viklítr li, E'rnnkl "(.'nníerenein i*n el Noveno Con^ri'HO Inlei
ln

mii iiuml <le Si tnmilbi 1’íirtn, Septiembre de IBh V.H. I'rnnkl op.eiL, prtu». 104-IOS.
262 MARCO A. GONZÁLEZ BERENDIQUE

Israel- sino con las propias experiencias y observaciones de Frankl


en los campos de concentración de Auschwitz y Dachau.
En tales siniestros recintos nazis, Frankl experimenta, al ^^igual
que sus compañeros, hambre, frío, azotes, miedo, insultos y humillación.
No obstante, en su "huida hacia el interior" advierte que al hombre puede
arrebatársele todo, salvo "la última de las-libertades humanas -la
elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias- para
decidir su propio camino".9 Ante la crueldad extrema, procedía o "con-
vertirse en prisionero" o mantener la dignidad humana, como fruto de
una decisión libre. A un hombre, en circunstancias normales, le son
posibles una vida creadora, activa y una pasiva, de simple goce, en que la
plenitud puede alcanzarse a través de la belleza encontrada en el medio
natural o en el arte. En el campo de concentración -privados todos al
parecer de la creatividad y del goce- algunos podían, sin embargo,
extasiarse ante un crepúsculo. Cual escribe: "todos los aspectos de la vida
son igualmente significativos, de modo que el sufrimiento tiene que serlo
también";10 "por doquier, el hombre se enfrenta

( a su destino y tiene siempre oportunidad de conseguir algo por vía


del sufrimiento".11
Frankl ha reafirmado los anteriores conceptos en sus otros
libros, en ensayos y en conferencias: en Dachau y Auschwitz los
prisioneros con mayor capacidad de sobrevivir eran "los que tenían
una perspectiva de sentido por desarrollar en el futuro".
Otro concepto reiterado muchas veces en su obra es el necesario
correlato libertad-responsabilidad: esta última nos impone el
sentimiento de estar "a cargo del desarrollo del sentido personal, único
y exclusivo de nuestra propia vida... es lo que nos ayuda a sobrevivir, y
es la única posibilidad de / liberarnos de la sensación de falta de
sentido, de salir del va/ cío existencial".12 ’v

9 Frankl -op.eit., filí.


10 Ibidem, píift. 70,
11 Ibidem, 71,
12
EnlreviNli» n Viktur l'irtnkl de Anliine/. "Hl im'ntmje de In Ionoterapia", El
Mereurlo, 70 de Nnviemltie de
IILÜMI'NTOH Olí CRIMINOLOGÍA 2«\

La búsqueda del sentido de la vida -expresa Frankl- es una


fuerza primaria y no una racionalización secundaria de impul sos
instintivos: rechaza así la tesis de algunos -los sentidos y principios
no serían otra cosa que "mecanismos de defensa" y "formaciones y
sublimaciones de las reacciones" -y expresa: "yo no quisiera vivir
simplemente por obra de mis meca ni s mos de defensa ni estaría
dispuesto a morir por mis formado nes de las reacciones".173 En
todo caso, los principios morales no "impulsarían" a determinada
conducta, como los llamados instintos básicos: más bien "tirarían"
de él, ya que ante las me tas finales el hombre conservaría siempre
su libertad para "cumplir un sentido potencial o bien para
perderlo".IM
En tal enfatización de la libertad decisoria, Frankl censura el
"pandeterminismo" freudiano: el hombre, al no hallarse lo talmente
condicionado o "determinado", siempre tendrá capa cidad para
decidir cual será su existencia, es decir podra, en todo caso,
"determinarse a sí mismo", lo que abre enormemen te la posibilidad
de cambios.
Aparece importantef en los planteamientos de Frankl, sy ^
discrepancia_con AhrahaTy> q,.i ^ntv^pln tic
"autorrealización" como meta del esfuerzo humano. Tal oro
posición le parece "narcisista", toda vez que prescinde de la
trascendencia conexa al dedicarse a una causa superior a no sotros
o a una persona diferente: la auto-realización podría o debería-
alcanzarse como efecto secundario, como residíanle a ^través de un
rodeo, mas no percibirse como meta en sí. j
Lo mismo ocurriría con la felicidad, que no debe perse guirse y
que puede surgir como efecto -no buscado de la de voción a una
causa o a una persona. Vv/
Otra idea importante, en los planteamientos de Frankl, es su
crítica a un sistema educativo excesivamente indulgenle; ni padres
ni profesores se atreverían en la actúa lilla ti, a enlren tar a los
jóvenes con valores, ideales o ideas orientadoras por temor de
producir "tensiones en sus sistemas psicológicos". Cual expresa
Frankl en una entrevista: esta "especie de tensión entre la realidad
y el estado ideal de las cosas es exactamente lo que la gente joven
necesita. Los jóvenes necesitan esa ten
1/ 1 Vlklor frankl ■ o[>.ó|., W.
m Vlktor l J rrtnkl nfvell., 100,
2M MARCO A. GONZÁLEZ BERENDIQUE

sión entre lo que las cosas son y lo que deberían ser,., con esta
éxc'éRlVh Indulgencia los jóvenes se ven sumidos en el vacío
existencial".l/r> ' ” "
No procede aquí aludir a las estrategias terapéuticas de la
Ionoterapia, de efecto mucho más duradero -al decir de Frankl- que
las del psicoanálisis.
Sólo cabe terminar este reseña con algunas de las palabras
finales de "El hombre en busca de sentido". .Al enfatizar l'rankl como el
hombre debe decidir, para bien o para mal, cual será "el monumento de
su existencia" está en lo cierto al propugnar una psicología y una
psiquiatría "rehumanizadas", en que la mente no se reduzca al nivel de
simple mecanismo. Al recordar las dolorosas experiencias de Auschwitz
y Dachau, acola el autor que "mientras algunos de nuestros camaradas
actuaban como cerdos otros se comportaban como santos" y enfatiza que
"el hombre tiene dentro de sí ambas potencias; de sus decisiones v no de
sus condiciones den ende cuál ¿e ellas

l/ l ’ liiUrevinld « I Vikhn l'imtkl <lt* imtn \'t¡


l/ n Vlklor l'rmtlt] "lil NtMilidn dt< In vhl.i" < 1 1 , |>Af(. IZH,
ELEMENTOS DE CRIMINOLOGÍA 2í*f>

CAPITULO V

LA ORIENTACION SOCIOLOGICA
EN CRIMINOLOGIA

1. INTRODUCCION.

Las teorías de orientación sociológica en Criminología en mayor


o menor grado acentúan la importancia de los factores y procesos
sociales en la génesis del delito y minusvaloran los componentes
biológicos y psíquicos de la conducta. Tal forma de categorizar
supone por cierto apelar a los aspectos cardinales de determinada
posición teórica y descubrir -en ION pos tulados de compromiso-
cuáles y de qué naturaleza son los tac tores o procesos enfatizados.
En muchas teorías surgidas en este siglo es fácil adverlo la
polaridad sociológica, a veces perceptible en las propias pa labras
del autor: es el caso de la "asociación diferenciar' de Sutherland, v.
gr.
El matiz no es tan claro, en cambio, en las proposiciones multi-
factoriales, en que pueden percibirse:
a. posiciones más o menos eclécticas, a veces combinadas con
un enfoque tipológico que pretende ordenar los (adores biológicos,
psíquicos y sociales;
b. posiciones sólo aparentemente eclécticas, en que subyace
polarización hacia uno de los tres extremos. Es el caso, v. gr., de los
autores reunidos en la escuela positiva italiana. Si bien se atri huye
a Ferri la calidad de precursor de la muIti-íaclorialidad, lité él quien
concibió el nombre de "delincuente nato" y, pese a las discrepancias
entre los autores italianos, domina en ellos, como escuela, un fuerte
determinismo biológico.
Más riesgoso parece polarizar hacia uno de los (res exlrr mos
teorías surgidas en la segunda mitad del présenle siglo La creciente
complejidad de ciertos sistemas leóricos y el a van ce hacia una
integración conceptual, ya precisado, loman dtll cil calificar ciertos
enunciados doctrinarios como "sociológli un" o "psicológicos". La
exposición que sigue permitirá ver lanío la influencia que ciertas
teorías ejercen en olían poderloien, como la evolución hacia una
Criminología Inlegrallva

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