Una definición de la educación se va del extremo propone que la educación
pretende producir modificar y transformar personas. La educación no puede existir sin un otro. Y el docente no puede educar sin un estudiante. Cristian Ferrer marca diversas maneras de hacer algo con nosotros y comprometerse con ellos: hacer las cosas por el otro (como la vocación docente), hacer las cosas para el otro (como la militancia) y hacer las cosas contra los otros (como el liberalismo exacerbado). Pero también está el hacer las cosas con los otros, como lo propone Deleuze.
2. ¿ quién se compromete más? Dos tipos de compromiso
El hecho de que todo se disputen y hablen acerca del compromiso lo vuelve un
problema, y a veces, cuando está en todos lados, se vuelve invisible, como cuando hay paro docente y la gente dice que los perjudicados son los chicos, sin tener en cuenta que también los que paran son perjudicados. Existen dos tipos de compromiso: con los chicos y con el contexto. El compromiso con los chicos: se basa en lo que les falta, lo que no tienen. El docente puede admitir que los chicos lo necesitan y la mejor manera de comprometerse es dar amor, contención, comprensión, etc. Pero eso mostraría una especie de narcisismo por parte de los docentes, ya que harían el trabajo por tener reconocimiento. Al reconocer también que le falta cariño hace que no docentes sean “dadores de todo”. Se vuelve una relación de dependencia donde hay educación solamente si el estudiante depende del docente. Quién quiere comprometerse realmente tiene que conocer a las personas con quienes está comprometiendo, y muchas veces la educación se desvía para la rama de la psicología. Muchas veces, el profesor que sabe es quién sabe acercarse y que le brinda comprensión a los estudiantes, porque de esa manera puede ir construyendo la relación pedagógica. El problema de este tipo de compromiso es que el compromiso con el otro no siempre ayuda, porque éste puede destruir la autoridad o a los agentes mismos. Brindar más atención psicológica que transmisión de contenidos provocaría ausentarse de la enseñanza y suspender el acto educativo. El compromiso con el contexto: implica más conocer el lugar, las condiciones y el tiempo donde viven los chicos para poder dotarlos de competencias y así poder ser ciudadanos críticos. Un docente comprometido sería quien conoce el contexto de vida de los estudiantes, Identifica las necesidades de la gente y del contexto mismo. Desde esta perspectiva, un buen educador sería un poco sociólogo, antropólogo, luchador y con conciencia social. El término contexto predomina tanto que hasta hay materias específicas referidas a él. La duda es un obstáculo porque los hombres de acción no pueden dudar. Muchas de las personas que están comprometidas con el contexto, conocen más acerca de lo que se tiene que hacer en ese entorno y no sobre lo que se tiene que hacer en cuanto los contenidos. Esta visión trae como problema que se establece una relación con el pasado y las tradiciones que quedaron en el olvido. Todo lo que sucede o puede suceder en la sociedad tiene que ser enseñado en las escuelas y éstas deben transformar el presente. Ante cualquier situación que acontezca, se puede invitar a especialistas para que hablen acerca del tema, de forma que la educación se adecua y a lo que sucede en la sociedad. Esta postura no solamente le exige a los docentes que sean un poco psicólogos, sino también que sean luchadores y transformadores de almas. La problemática se encuentra en que, en este caso, se deberían articular los contenidos que se tienen que transmitir con la formación del pensamiento crítico y la creatividad. También hay que tomar conciencia de que no se puede hacer de forma mecánica un pensador crítico, sino que es una construcción.
3. El compromiso con la transmisión, con la obra, y el oficio.
Debe instalarse la idea del compromiso en la enseñanza. Pero este compromiso no
es con el alumno ni con el contexto, sino que es con la enseñanza, con la transmisión, y eso no debe perderse de vista (no viendo la transmisión como la inculcación). También hay que tener en cuenta la diferencia entre el gusto por los niños y el gusto por dar clases, porque si elegimos a la docencia como oficio, tenemos que tener en cuenta que lo principal es la transmisión. Pueden variar cosas en el acto educativo pero lo que no puede no haber es transmisión. También hay que tener en cuenta que lo importante es la debilidad del profesor, porque podemos querer transmitir un conocimiento, pero no sabemos hacia dónde va una enseñanza. Comprometerse con el oficio en clínica que hay que probar y mostrar lo que uno ama y hace. Esta nueva visión implicaría focalizarse en la manera en que uno hace su trabajo. La obra es importante, y en el caso de los docentes que trabajan con los más chicos, es más fácil de ver, porque se puede observar a simple vista su obra con los estudiantes. De esta forma, otra manera de entender el compromiso se relaciona con la gratificación y el reconocimiento que produce la realización. Hay que admitir que uno ama lo que hace y también hay que entender que la gratificación puede ir más allá del reconocimiento, de lo que piensen los otros. El compromiso con los niños y con el contexto nos aleja del oficio y de lo que amamos y por eso nos quita reconocimiento. Alejar a los docentes de lo que aman es condenarlos al olvido. Comprometerse es perseverar en lo que se desea. Y en este caso se desea enseñar.