Вы находитесь на странице: 1из 4

El conflicto colombiano

El conflicto interno colombiano es estrictamente político-social y económico. Las confrontaciones


recurrentes entre diversos sectores u organizaciones sociales están siempre relacionadas con
reclamaciones de derechos incumplidos u objetivos sociales fallidos o frustrados.

Colombia es la única nación del hemisferio que lleva más de medio siglo en guerra contra una
guerrilla a la que no ha podido vencer, ni vencerá por medio de las armas.

Se trata de una guerrilla cuya motivación originaria fue la defensa del derecho a la propiedad de la
tierra y al trabajo, pero que en las últimas décadas, a consecuencia de la penetración y auge del
narcotráfico, perdió su norte sociopolítico, pero que, mientras haya lenidad institucional e
irresponsabilidad política y social, dispondrá de apoyos suficientes para mantener su accionar y
sus efectos.

¿Por qué? Porque es la consecuencia directa de un conflicto social y político cuyas causas no se
han removido y menos, superado.

Por ejemplo, el uso y propiedad de la tierra. No ha sido posible desarrollar una reforma agraria
integral. Es imprescindible. El 0,4 de propietarios poseen el 52 por ciento de las mejores tierras,
con predios de más de 500 hectáreas, mientras el 20 por ciento de propietarios solo dispone del
35 por ciento de la tierra titulada y no son de la mejor calidad; 993.000 propietarios son dueños de
predios menores de 3 hectáreas. Entre 1960 y el 2010, los latifundios pasaron de 0,4 por ciento a
1,6 por ciento. Incluye el período de la carnicería ejecutada por criminales al servicio de los
narcoparapolíticos para realizar una contrarreforma agraria, con los efectos socioeconómicos
presentes.

Según la Comisión Interamericana de Juristas, desde el 2002 hasta el 2007 hubo 1.259 denuncias
de desaparición forzada de dirigentes campesinos, simpatizantes de izquierda, defensores de
derechos humanos, sindicalistas y estudiantes. Asfaddes registró 1.362 desaparecidos en el 2002 y
1.189 en el 2003. Cerca de 68.000 desapariciones y crímenes de lesa humanidad, cometidos desde
la expedición de la Ley de Justicia y Paz, denuncia la revista 'Criminalidad 50 años', de la Policía
Nacional.

Hay más de 4 millones de desplazados internos. Más de 6 millones de hectáreas robadas. El


Gobierno y la justicia, hasta hoy, nada concreto han hecho para identificar a todos los
responsables (no son solo los narcoparacos armados; hay burócratas y empresarios impunes),
condenarlos y devolver a las víctimas lo que les corresponde.

La desigualdad, la pobreza, la miseria, el desempleo y la violencia no ceden. Mientras el índice


Gini medio latinoamericano es del 0,50, el de Colombia es de 0,58.

En cifras reales: más del 50 por ciento de la población está por debajo de la línea de pobreza, con
ingreso diario inferior a dos dólares. Más del 60 por ciento de la población apta para trabajar está
desempleada o en la informalidad. Al menos el 40 por ciento de la población tiene algún nivel de
desnutrición.
Son aristas de la matriz del conflicto, que deben revocarse y superarse para poder comenzar
construir paz y desarrollo con equidad.

El presidente Santos anunció el compromiso del Gobierno para avanzar en la solución del
conflicto. Hay incipientes decisiones. La ley de víctimas y restitución de tierras, junto con el marco
legal para la paz, son un buen principio si se desarrollan y aplican en profundidad, imparcial y
oportunamente.

Es un desafío gigantesco por la complejidad de intereses en juego y el inocultable poder político-


económico de quienes deben devolver las tierras robadas y el laberinto jurídico vigente, la
corrupción administrativa y los enemigos del proyecto y del Gobierno, visibles y agazapados, en la
empresa privada y en la alta burocracia.

El presidente Santos y el Gobierno en general deben ser conscientes de la complejidad del


problema, del origen y causas que lo alimentan y la realidad político-económica y cultural,
estructuradas desde los tiempos de la conquista y la colonia y mantenidas hasta nuestros días.

La solución del conflicto no depende de la capitulación de ninguna de las partes. Exige superar las
causas que lo originan y sustentan. Sin superar el conflicto no puede haber paz real. La paz se
construye, no se decreta.

Negociar y superar las causas del conflicto exige ceder. Para los usufructuarios del poder político y
económico colombiano, ceder es perder poder y riqueza. Ahí está la clave. El dominio y
preservación del poder y la riqueza, como hasta hoy, impiden superar el conflicto.

Para construir los cimientos de una Colombia civilizada, con paz y justicia social, se requiere que
toda la sociedad sea consciente y reconozca las causas del conflicto, y un gobierno sensato y
responsable que sea capaz de asumir las responsabilidades que demanda construir democracia
con equidad social. No bastan leyes y buenas intenciones. Se necesita un acuerdo nacional, que
involucre la remoción de tanta bajeza, egoísmo y mezquindad de políticos, gobernantes y dueños
del poder económico.

Marcos Silva Martínez

Tomado de la página: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-12074450


Conflicto social y político

El régimen y la extrema derecha, practican sistemáticamente el engaño a las mayorías, en el


ejercicio del poder.

Y es lo que se percibe con el incumplimiento temprano de los acuerdos, para la solución del
conflicto social y político colombiano.

Bajo las condiciones de anarquía institucional, desgobierno, inequidad social, impunidad y


corrupción, que dominan la vida nacional, la superación del conflicto exige responsabilidades,
imposible de encontrarlas entre quienes detentan el poder económico y político.

Los partidos se corrompieron hasta la médula y se transformaron en empresas comercializadoras


de votos, burocracia y contratos. Las ideas y principios filosóficos que deben soportar a los
partidos políticos, fueron sustituidos por el cálculo mezquino, proyectado sobre la explotación de
lo público, para beneficio exclusivo de unos pocos.

Es perverso y condenable que haya quienes traten de utilizar la negociación con fines
electorales-politiqueros. El conflicto colombiano, es de esencia socio-económico.

Para que los acuerdos que fundamentan la negociación, tenga sentido político-pactico, deben
contener el compromiso, de parte del gobierno y del régimen que representa, de remover todas
las causas que lo hicieron posible.

Colombia es el país más inequitativo del continente. Está entre los de mayor corrupción, en el
planeta. La mayor percepción de corrupción, se concentra en la institucionalidad, supuestamente
creada para garantizar los derechos y proteger la vida y honra de los ciudadanos.

La institucionalidad y en particular la Rama Judicial, son acreedores de la mayor percepción de


corrupción, en Colombia. Los hechos lo corroboran.
El secuestro, el desplazamiento interno, la desaparición forzada, los falsos positivos, la pobreza y
miseria de la mayoría de colombianos, la expatriación y exclusión política, el cáncer de la
narcoparapolítica, la corrupción, la inseguridad ciudadana, tipifican el conflicto interno. Y es esto
lo que se debe resolver.

El surgimiento de la insurgencia; FARC, M19, EPL, ERP, entre otras, es imputable, directamente a la
irresponsabilidad política y social de los gobiernos del Régimen. Son consecuencia de negar y no
ejercer democracia plena, como ordena la Constitución y la ley.

El engaño sistemático a las mayorías, inoculó escepticismo e indiferencia por lo público y por los
legítimos derechos ciudadanos.

Si el pueblo fuera consciente de la gravedad del conflicto, ya se habría revelado contra el gobierno
y el régimen, para exigir la superación de las causas del conflicto.

Es pertinente desenmascarar a los enemigos declarados y encubiertos de las negociaciones del


conflicto. Son todos de la recalcitrante derecha y ultraderecha liberal-conservadora-terrateniente,
a quienes nada les importa las precarias condiciones de vida de las mayorías, condenadas a la
pobreza y la miseria.

La superación del conflicto, exige reforma agraria, urbana y educativa integrales. Garantía de
trabajo digno con remuneración justa. Son los desafíos básicos del conflicto. ¿Será posible que el
régimen permita removerlos y superarlos?

Tomado de la página: https://www.lanacion.com.co/2017/08/05/conflicto-social-politico/

Вам также может понравиться