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Conforme al art.

117,3 de la Constitución: El ejercicio de la potestad


jurisdiccional en todo tipo de procesos, juzgando y haciendo
ejecutar lo juzgado, corresponde exclusivamente a los Juzgados y
Tribunales determinados por las leyes, según las normas de
competencia y procedimiento que las mismas establezcan.

En el ejercicio de la potestad jurisdiccional los Juzgados y


Tribunales no tienen ninguna otra dependencia que no sea la ley y
desde el punto de vista funcional, los Jueces y Magistrados que
integran el Poder Judicial, gozan de un estatuto jurídico conformado
por los principios de independencia, inamovilidad, responsabilidad y
sometimiento tan sólo al imperio de la ley, conforme al art. 117,1
CE.

Los Jueces gozan del mayor grado de imparcialidad (véase


principio de imparcialidad) y neutralidad en su función, previsto en el
Ordenamiento Jurídico. La actividad de la Administración, si bien
está asimismo sometida al principio de legalidad, ve reducida su
neutralidad, en atención a la dirección política asumida en ejecución
del interés general que se determine en cada momento.

El contenido de la potestad jurisdiccional consiste en juzgar y hacer


ejecutar lo juzgado. Juzgar en situaciones de lesión o
desconocimiento de derechos o intereses legítimos, en supuestos
de derechos o intereses legítimos en conflicto declarado o puestos
en peligro ante la manifestación de una controversia inter partes,
que es el ámbito propio de la jurisdicción contenciosa y juzgar
también, con todas las garantías de la tutela judicial efectiva del art.
24,2 CE, en aquellos supuestos que, en el marco de la Jurisdicción
Voluntaria, afectan a la tutela y garantía de los derechos o intereses
legítimos de menores o incapaces, en actuaciones con carácter
cautelar o preventivo, o en conflicto declarado, o excepcionalmente,
incluso, en supuestos de lesión de derechos de estos colectivos de
personas, como sucede cuando la intervención judicial obedece a
un ejercicio inadecuado de la potestad de guarda de menores o
incapaces o a una deficiente administración de sus bienes, en los
que se prevé, la adopción de medidas a instancia de la persona
afectada, cualquier pariente, así como del Ministerio Fiscal o de
oficio por parte del Juez, conforme a los arts. 158 y 167 del Código
Civil.

Cabría afirmar, en definitiva, que la potestad jurisdiccional tiene una


naturaleza heterocompositiva, que excede el marco de la resolución
de conflictos a través de un proceso contencioso. El Juez juzga en
supuestos de jurisdicción contenciosa, y lo hace de forma
contradictoria, aunque en determinados supuestos la contradicción
o el conflicto no se de en el curso de la tramitación, o bien porque el
interés sea de una sola de las partes, o no se manifieste, como
sucede en las denominadas sentencias sin oposición, o no se de,
como en los casos de allanamiento procesal o rebeldía o, como así
suele ocurrir, en la ejecución procesal. Pero el Juez también juzga
cuando en el marco de la Jurisdicción Voluntaria conoce de asuntos
en que están en juego intereses de menores o incapaces, como la
autorización para la esterilización de un incapaz con grave trastorno
psíquico, la autorización para la intromisión legítima en el honor,
intimidad o propia imagen del menor o incapaz, la autorización para
el tratamiento o para un periodo de observación no voluntario de
persona con enfermedad psíquica, la autorización o aprobación del
reconocimiento de filiación extramatrimonial de menores o
incapaces, las medidas adoptadas en caso de restitución de
menores en casos de secuestro internacional etc., en los que la
contradicción, oposición o controversia, en su caso, debe ser
ventilada en el curso de la sustanciación del procedimiento
voluntario.

En todos los supuestos y otros análogos de naturaleza voluntaria,


así como sucede en los asuntos de naturaleza contenciosa, la labor
de enjuiciamiento consistirá en la subsunción de los hechos en las
normas sustantivas y procesales que se consideren aplicables, la
admisión y valoración de los medios de prueba que se presenten o
se practiquen de oficio, la interpretación de las normas jurídicas que
se consideren aplicables y la formulación de una resolución de
oficio sobre el fondo de la cuestión, fundada sobre las pretensiones
de las partes o de los interesados o afectados, previa la tramitación
del correspondiente procedimiento o proceso, en el que la
sustanciación de la contradicción se resuelva de forma
contradictoria, con todas las garantías propias de la tutela judicial
efectiva.

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