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Universidad C.L.E.A.

Materia: Apoyo Internacional

Evaluación rápida de necesidades


Inmediatamente después de que se presenta un desastre, las actividades de
evaluación de las necesidades que enfrenta la población deben formar parte de la
atención integral que las autoridades nacionales encargadas estén dándole a la situación
general.
La atención integral debe estar bajo la dirección de un órgano nacional único. Esta
instancia debe, de preferencia, estar integrada con anterioridad a la presentación de un
evento, y contar con personal capacitado, con experiencia e instrumentos adecuados y
probados para la labor que deberá desarrollar durante la emergencia. La prontitud con
que se establezcan estas necesidades inmediatas definirá la velocidad de la respuesta.
La calidad de la evaluación definirá la efectividad de las acciones. En estos casos, ser
eficientes implica ser oportunos y resolutivos. La experiencia en la mayoría de países, es
que estas evaluaciones no se hacen, o por lo menos no en forma adecuada. Esto crea un
desorden en la atención de la situación, que redunda en insatisfacción de los afectados, de
los donantes y en agravamiento de las secuelas del evento.
Sucede con frecuencia que se permite el ingreso de donaciones tanto internas como
del extranjero que no son necesarias. También el hecho de que se retarda la respuesta que
las comunidades están esperando y necesitando en las primeras horas. Muchas veces se
complica tanto la situación, que aún transcurridas varias horas después del evento, las
poblaciones no han recibido la ayuda necesaria.

Principios Básicos Para una evaluación efectiva

1. La evaluación debe ser realizada en las primeras horas que siguen al evento, en
forma ordenada y bien coordinada.
2. La información debe incluir tres áreas principales:
a) Sobre la calidad de vida del damnificado: determinar cuál es la región geográfica
afectada; su población; las áreas de acceso; medios de transporte; sistemas de
comunicación; disponibilidad de servicios básicos (agua, luz, comunicación,
instalaciones sanitarias, viviendas, refugios); disponibilidad de alimentos.
b) Sobre el alcance de los daños: determinar el número de muertos; número de
heridos; número de desaparecidos; número de desplazados y su ubicación;
situación y capacidad de las instalaciones de salud; las necesidades urgentes y los
recursos humanos y materiales con que se cuenta en la zona.
c) Sobre los peligros secundarios para la salud de la población: identificar cuáles
podrían ser las posibles amenazas que tenga la salud de la población . Esta
información no se requerirá en forma tan inmediata como los dos puntos
anteriores.

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3. Mantener informada a toda la población sobre los cambios que se vayan


presentando en la situación.
4. Mantener informada a la comunidad internacional y a los posibles donantes sobre
los diferentes aspectos que se presenten.
5. Organizar adecuadamente la recepción de donaciones y adquisición de recursos
necesarios.

¿Qué hacer?

1. En los primeros días, la recolección de la información debe ser simultánea a la


provisión de socorros.
2. Utilizar información cierta, de acceso fácil y resumida de preferencia en cuadros,
gráficos, mapas.
3. Ser muy específicos a la hora de promover la donación de los recursos que hagan
falta para el mejor manejo de la situación.
4. Para la recolección de la información se pueden utilizar las siguientes fuentes:
observación, que puede ser por tierra o por aire, si se cuenta con los recursos; de la
comunidad, personal de socorro, prensa, etc.; y de informes previos existentes.
5. Mantener un sistema de información ágil, para la comunidad nacional e
internacional.
6. Suministrar los datos recolectados a los cuerpos de socorro, y al personal
encargado de recolección de donativos.

¿Qué hay que evitar?

1. Suministrar los datos recolectados a los cuerpos de socorro, y al personal


encargado de recolección de donativos.
2. Promover o secundar las solicitudes o donaciones internacionales de insumos que
no estén en la lista de necesidades que fuera preparada por el equipo respectivo.
3. Caer en la tentación de hacer informes que exageren la magnitud de los daños, y
por ende, de las necesidades reales.
4. Esconder, manipular o alterar los datos recolectados.

Después de un desastre, se debe:

Consultar con los coordinadores de desastres en el sector salud de cada país, para
obtener información acerca de las necesidades sanitarias después del desastre. En cada

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país de América Latina y el Caribe hay un coordinador designado para casos de desastre en
el sector salud. Después de un desastre, este coordinador hará una evaluación, en
cooperación con la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la
Salud (OPM/OMS) y las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) interesadas, para
determinar cuáles son las necesidades en materias de salud. No se debe empezar a juntar
suministros de ayuda mientras no se posea esta información.
Siempre que sea posible, donar el dinero en efectivo o brindar crédito directamente
a las autoridades nacionales de salud o a las agencias internacionales, o bien canalizarlo a
través de agencias privadas bien establecidas. La mayoría de los suministros que se
necesitan después de un desastre pueden adquirirse localmente o en los países vecinos. El
dinero en efectivo también puede emplearse para restablecer las condiciones de atención
de salud al nivel anterior al desastre, así como para remplazar los recursos nacionales que
se desviaron de los programas esenciales y fueron utilizados para la emergencia.
Ayudar a los países durante las etapas de preparación, rehabilitación y
reconstrucción.
Desafortunadamente, en raras ocasiones los desastres despiertan el interés
periodístico una vez que la fase de emergencia inmediata ha terminado. No obstante,
después de un desastre, el país afectado agota gran parte de sus recursos financieros y
materiales, por lo que, más tarde, necesitará aún más ayuda internacional para llevar a
cabo las reparaciones y la reconstrucción.
Coordinar los esfuerzos de los equipos de evaluación independientes o de las
misiones de investigación con sus contrapartes del país afectado y con otras agencias.

No fomentar el envío de:

1. Ropa usada, zapatos, etc. En la mayoría de los casos, la comunidad local


proporciona más que suficiente como para satisfacer la demanda. Es más económico,
conveniente y sanitario adquirir estos artículos localmente que enviar prendas usadas.
Remitir las donaciones de esta clase de asistencia a las casas de caridad o a las agencias
voluntarias locales.
2. Alimentos caseros, lo mismo para los productos alimenticios. Un desastre
probablemente no causará escasez alimenticia a nivel nacional en América Latina y el
Caribe, aunque los medios de comunicación internacionales destaquen ciertos problemas
locales de distribución.
3. Medicamentos de todo tipo: estos artículos son, tanto desde el punto de vista
médico, como del legal, inapropiados. Los productos farmacéuticos ocupan espacio
necesario, desviando la atención del personal médico de otras tareas más urgentes, para
clasificarlos y etiquetarlos.
4. Sangre y derivados sanguíneos: no se necesita tanta sangre como la gente
imagina. Usualmente, los donantes de sangre del país afectado cubren las necesidades de
las víctimas. Además, este tipo de donación no es apropiada porque requiere controles de

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calidad y de seguridad, tales como la refrigeración o el examen selectivo para la detección


del VIH.
5. Médicos, personal asistente o equipos: los servicios locales de salud pueden
prestar la atención médica de emergencia necesaria a las víctimas del desastre, debido a
que la mayoría de los países tienen una cantidad relativamente alta de médicos. En caso
de necesitarse ayuda internacional, los países vecinos se encuentran en mejor posición
para prestarla en las primeras 24 horas. Las excepciones son los especialistas de alto nivel
que han sido solicitados específicamente por el Ministerio de Salud. A los médicos o al
personal asistente extranjero que ni saben el idioma ni conocen las condiciones locales se
les debe exhortar a quedarse en sus países.
6. Hospitales de campo, unidades médicas modulares: hay que tener en cuenta que
esta clase de equipos solo están justificados cuando satisfacen las necesidades a medio
plazo; no deberían aceptarse a menos que sean parte de una donación. Las
especificaciones de los equipos, tales como peso, volumen, y costos de envío e instalación
deben entregarse al Ministerio de Salud para que puedan decidir si serán, o no, de
utilidad.

Obtener mayor información sobre donaciones de:

1. Equipo médico usado: deben proporcionarse especificaciones. Si el valor del


equipo lo justifica, un técnico del país donante o de una agencia internacional como la
OPS/OMS o la Cruz Roja puede organizar una inspección antes de enviarlo.
2. Equipo nuevo: cuando se consideran estas donaciones, hay que tener en cuenta el
costo de envío por avión y la disponibilidad de repuestos. La mayoría de los fabricantes
están dispuestos a esperar varios días para permitir que los países consulten con el
Ministerio correspondiente.
3. Tiendas de campaña: muchos países poseen una gran cantidad de tiendas de
campaña de fabricación nacional. Los fondos que los donantes están dispuestos a gastar
para adquirir y enviar por avión estas tiendas de campaña podrían aprovecharse mejor
comprando materiales de reconstrucción en el país donde ha ocurrido el desastre.
4. Vacunas: por lo general, ni se necesitan ni se aprueban por el Ministerio de Salud.
Se debe controlar la presentación, las dosis, la fecha de expiración e informar al Ministerio
de Salud, o consultar con la OPS/OMS.

Referencias:

Pan American Health Organization. Departamento de Emergencias en salud. (s.f.) Recuperado


de: http://www.paho.org/disasters/index.php?option=com_content&view=article&id=744:rapid-
needs-assessment&Itemid=800&lang=es

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