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Transformar desde el cuidado

El cuidado. Esa práctica históricamente relegada a las mujeres como rol obligatorio, que así mismo
ha sido estratégicamente invisibilizada. Esa posibilidad de acompañar, nutrir, fortalecernos a
nosotras mismas y a las otras personas. Esa capacidad de re-conocer al otro u otra, desde sus
miedos, fragilidades, vulnerabilidades y sabiamente acompañar.

Reconocemos el cuidado como un camino posible para reestructurar nuestras relaciones


humanas, salvarlas del dañino afán capitalista por mercantilizarlas e individualizarlas.

Creemos en la ética del cuidado, como una real práctica de transformación que parta desde lo más
estructural de nuestras vidas.

El monstruo capitalista ha sabido adentrarse en nuestras vidas, cuerpos y territorios. Nuestra


gente y comunidades ha encontrado diversos caminos para hacerle frente, y aquí nos hemos
venido a encontrar; luchadoras y luchadores de todos los pensamientos, territorios, formas,
colores. Nos hemos encontrado bajo la permanente necesidad de enfrentar ese monstruo que
crece y se alimenta de todo lo que encuentra a su paso.

Una de sus estrategias ha sido mercantilizar nuestras relaciones y vínculos con las otra speronas y
con nosotras mismas, lo cual se configura como uno de sus cimientos mas importantes. Redicur
nuestras relaciones a meras cuestiones económicas, afectar nuestras identidades para volvernos
dependientes al mercado, individualizarnos bajo discursos mismos de cuidado, mostrar a la tierra
y a los otros seres con que convivimos como simple materia prima, patologizar nuestros sentires y
emocionalidades, instaurar la propiedad en nuestras relaciones, y en favor de ello, las violencias…
Estas y muchas otras estrategias de las que se ha servido para instaurarse y mantenerse
frívolamente en nosotros, son las que ha que decidimos acabar. Y lo decidimos con el corazón,
sintiéndonos como comunidad, redicalizando la empatía hacia todo ser qe haga parte de nuestro
entorno, desaprendiendo desde adentro nuestras formas de realcionarnos con las otras,
reconociendo el amor como posibilidad práctica y real de transformación.

crear espacios donde hablemos de nuestros dolores y alegrías; de nuestros miedos


para asumirlos como retos; de nuestros sueños y esperanzas para asumirlas como metas.

con nuestras acciones cotidianas también nos anulamos a nosotras mismas.

ambiente de mayor confianza con la intención de poder dialogar desde las violencias y las marcas
que han habitado nuestros cuerpos, partiendo desde la experiencia
Afinidades, empatías, afectos, cuidados radicales.
La protesta más anti-capitalista es cuidar a otres y cuidarse a une misme. Adoptar la práctica
históricamente femenina, y por tanto invisible, de cuidar, atender, nutrir. Tomarse en serio las
vulnerabilidades, fragilidades y precariedades de cada une; y apoyarlas, honrarlas, empoderarlas.
Protegernos, promulgar y practicar comunidad. Una afinidad Radical una socializaci{on
interdependiente. Políticas del cuidado.

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