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Universidad Viña del Mar

Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales


Carrera Trabajo Social Vespertino
Problemas Sociales y Exclusion Social

Analisis Academico

Documental “Santas Putas”

Autor
Jonathan Sánchez González

Docente
Nicolás Espina Bocic

Asignatura
Problemas Sociales y Exclusion Social

Fecha de entrega
23 de abril de 2018

Viña del Mar, Chile.


INTRODUCCIÓN

No resulta fácil el auto-limitar este análisis a una esfera meramente académica y

mantenerlo situado en el marco conceptual de un autor especifico, como lo es Eduardo

López-Aranguren. Si bien jamás antes tuve la oportunidad de ver dicho documental, de

buenas a primeras me trajo a la mente la famosa frase de la conocida canción de la

reconocida banda chilena “Los prisioneros”. Como en mi país, el país que dice prometerme

democracia, libertades, igualdad de derechos y todo tipo de “garantías constitucionales”,

seguimos existiendo “ciudadanos de segunda clase, sin privilegios y sin honor”. Es todo eso

y más lo que reflejan los testimonios de todas aquellas familias que vieron mermada su

existencia a manos no solo de un sujeto enfermo y retorcido al violar y matar a sangre fría

al menos 15 niñas, 15 ciudadanas que apenas despegaban de su niñez. Estas familias

también fueron y seguirán siendo cercenadas por un sistema político, económico y social

que entiende y asume que aquellos ciudadanos de a pie que no somos parte de las

preocupaciones del establishment a la hora del desarrollo país, nos vemos relegados y

sentenciados al peligro, la vulnerabilidad, a la subyugación, a la negación y a la privación

de nuestros más fundamentales derechos. Es así como ocurrió en Alto Hospicio entre los

años 98 y 2001, se cometieron violaciones y crímenes bajo la consigna del machismo, la

pobreza, la exclusión, el desempleo, la desinformación, la desprotección social, bajo la

indolencia de autoridades y ministros de gobierno que desde sus posiciones de poder,

reproducen un discurso totalmente desconectado de la realidad y lejano a la verdad.

Evidencia de violencia institucionalizada, misma que se exteriorizo de manera oficial,

volcando la opinión publica hacia una suerte de “etiquetamiento social”, siendo Alto

Hospicio y las victimas de tal horror, degradados y culturalizados como los desviados,
incapaces, a-normados, y marginales, siendo estos últimos los responsables primeros y

últimos de su propia desgracia. Visión que luego se expandió nacionalmente, manipulando

y transformando lo que evidentemente es un problema social, pero con raíces

profundamente políticas, ¿Qué significo para la sociedad lo que sucedió en Alto Hospicio?

¿Un hecho “aislado y meramente policial? Seguiremos reflexionando en torno a ello…

ANÁLISIS CONCEPTUAL – ENFOQUE ESTRUCTURALISTA

Si bien no comparto en su mayoría los postulados del enfoque individualista, así como en

su mayoría tampoco comparto conceptos e interpretaciones del enfoque culturalista, si hay

algunos puntos que me gustaría destacar:

1- Como menciona Manuel Sales y Ferré “La causa del pauperismo hay que buscarla

en la fuente de donde emanan todas las diferenciaciones sociales”. El punto

discutible es ir a la fuente correcta, que no son principalmente los individuos y sus

atributos, defectos y/o genética.

2- Creo que es necesario analizar la pobreza de manera dinámica, permitiéndonos

indagar sobre las causas que empujan a determinados individuos u hogares a caer en

la pobreza y las causas que posibilitan su salida.

3- En esta misma línea, el analizar conceptualmente lo sucedido en Alto Hospicio

concentrándonos en el entendimiento de una pobreza integral, extendida, intensa,

con profundas diferencias, y en su mayoría de larga data, evidentemente que nos

significa una comprensión mucho más amplia de la realidad y de los impactos que

genera la pobreza, que pasan de ser meramente materiales, sino entenderlo como un
estado de privación constante de las necesidades humanas básicas y fundamentales

para la vida.

4- La cultura o sub-cultura de la pobreza se reproduce, pero no de generación en

generación. Sino desde las estructuras de poder que, a nivel societal, desmantelando

el tejido social, descomponiendo la participación efectiva y la inclusión en las

principales instituciones de esta última, transformando este desmantelamiento, en

una forma de vida e ideario que se va internalizando dentro de los procesos de

socialización. Talvez el culturalismo tardo en entenderlo, no obstante, es la manera

indicada de señalar los principales factores responsables “inherentes al individuo”,

contribuyendo a la construcción de un análisis estructuralista de la pobreza en cada

uno de sus niveles (social, comunitario, familiar, individual)

5- Otra definición que es posible rescatar, se encuentra en Galbraith. La “Pobreza

insular”. Esta apunta hacia una pobreza moderna, insular en su carácter. Islas, zonas

rurales míseras, y los suburbios, guetos y favelas de las grandes ciudades, todas

estas se verían caracterizadas bajo una pobreza que esta dada por la presencia de

“fuerzas” que actúan sobre los miembros de la comunidad, restringiendo o privando

de la participación en la vida económica regular.

Pues bien, habiendo refutado algunas ideas, así como también habiendo rescatado algunos

conceptos básicos, se hace necesario ampliar el espectro de análisis hacia una mirada

mucho más concreta. Como nos señala López- Aranguren “Una explicación estructural nos

podrá explicar por qué hay desigualdad en las sociedades económicamente desarrolladas.”

En Alto Hospicio, no vimos precisamente el desarrollo hecho carne, así como tampoco

pudimos ver una sociedad que económicamente les sonreía a todos sus ciudadanos.
Tampoco pudimos apreciar riquezas, ni cualificación, y menos historias familiares llenas de

prosperidad y estabilidad.

Dentro del documental, se pueden recoger algunos de los relatos entregados por los/as

menores de Alto Hospicio, los cuales en sus respuestas dejan plasmada con toda claridad

algunas nociones básicas para la construcción de este análisis:

- Rol del hombre sobre la mujer, quien domina a quien.

- Niños hombres anhelan en el futuro alcanzar posiciones sociales ligadas al poder.

- Las niñas manifiestan una tendencia a roles mas ligados al servicio social.

- Dominación del papá sobre la mamá ante situaciones de desacuerdo, posición que

se ejerce cuando es necesario, por medio de la violencia.

Estos cuatros aspectos no hacen mas que confirmar la normalización de las diferencias

de género, las posiciones que hombres y mujeres han de asumir en la sociedad, que los

menores de Alto Hospicio han internalizado, lo han hecho parte de sus vidas, lo narran

con total naturalidad. Son los niños los que le sacan el velo a una cruda realidad…una

sociedad machista, segregada, violenta y patriarcal, donde la falta de recursos,

oportunidades, carencias educacionales, empleo, la desinformación, y la

marginalización de las menores y sus familias, fueron objeto de la discriminación,

violencia y menosprecio institucional. Parece que ser hija de pobre, vivir en la pampa y

tener un físico acorde a la etapa de desarrollo, es motivo para que inmediatamente

posicionen a la mujer como objeto sexual. Si, así fue, y que si lo llevamos al plano de lo

que nos indica Lopez-Aranguren, la “feminización de la pobreza” es otro de los

términos que cobra todo sentido cuando traemos a colación las palabras del entonces

ministro del Interior del gobierno del Sr. Ricardo Lagos, quien señalaba que “las niñas

abrían abandonado sus hogares de manera voluntaria, por motivos ligados a la


precariedad económica, violencia intrafamiliar, pero no se trataría de desapariciones

forzadas”. Claramente la desigualdad no tiene consecuencias positivas, lo que se ve

acentuado cuando provienes de una clase social con un status que no está dentro de los

idearios discursivos de aquellos que utilizan las cúpulas del poder político-institucional,

y menos aun cuando habitas en tierra de nadie, Alto Hospicio, “El Sótano de Iquique”

(como se le conoce vulgarmente), lugar azotado por la pobreza, la delincuencia, y el

narcotráfico, ciudad donde aproximadamente hasta ese entonces, habitaban 15 mil

personas, sin adecuado resguardo policial, el limite entre la prosperidad de Iquique

tierra de campeones, con el puerto libre de impuestos mas grande América del sur y que

contrasta con precarios campamentos edificados en la aridez del desierto, totalmente

privados del acceso a servicios básicos, lo que constituye a todas luces el fenómeno de

la “exclusión espacial”, y solo con el derecho de ser pobres y discriminados ante la

ciudad mas prospera del norte de Chile, una especie de oasis de la pobreza, lugar donde

a los pobres se los tragaba la tierra, mientras el gobierno de turno y sus instituciones

aseguraban que las menores estarían por ahí, trabajando, aprovechando sus lindos

cuerpos para salir de la pobreza. El estructuralismo radical en este sentido pone énfasis

en lo que E.O. Wright llamó “La pobreza como resultado inherente de las propiedades

del sistema social”, viéndose la pobreza reflejada en el desarrollo del capitalismo

contemporáneo como fenómeno vinculado a la explotación de una clase por sobre la

otra, siendo las “Santas Putas”, aquellas hijas de pobres las que por medio de su cuerpo

como moneda de cambio, salieran a realizar las tareas menos deseables, las mas duras

sucias, y desagradables. Creo que, si nos tocara formular la pregunta acerca de que tanta

información manejaba el gobierno de aquel entonces sobre los habitantes de Alto

Hospicio, en cuanto a datos duros, reales, medibles y comparables, es muy probable que
no existiesen unidades de análisis ni metodologías que generaran información verídica

y ajustada a la realidad. Estaban tan excluidos, pobres, desinformados y olvidados, que

ni línea de pobreza tenían. Ese era el gobierno que cuestionaba la moralidad de la “clase

baja”, que propiciaban su propio riesgo, que exponían sus vidas y su sexualidad por

pertenecer a ese estrato socio-económico que, desde la instalación de los discursos

oficiales, fue totalmente patologizado y etiquetado según sus rasgos, orígenes, formas

de vida, lenguaje, nivel de ingresos, etc. Fue así como las victimas fueron

transformadas en culpables de su suerte, culpables de su exclusión y expulsión del

sistema donde se tranzan bienes y servicios, mercancías e influencias.

Es en este contexto de pobreza, marginalidad y exclusión que comenzaron a

desaparecer mujeres que tenían la esperanza de un mejor porvenir, niñas y mujeres que

incluso fueron enjuiciadas junto a sus padres por las instituciones educacionales,

mismas que procuraban transferir conocimientos, valores y costumbres para un futuro

digno. Pero no, fueron estas mismas instituciones las que se encargaron de lumpenizar a

las menores y sus familias, objetando toda posible sospecha sobre su paradero, y de

paso silenciando el clamor de sus padres y familiares ante la justicia chilena, fundando

el miedo al grito del pobre, como si vivir en la pampa fuese parte de vivir en la barbarie

misma, como si ser pobre y vivir en un campamento asentado en el desierto, fuese

motivo para merecer tal nivel de violencia y castigo. No estaban ubicados en la línea de

los derechos mínimos contemplados por la democracia, citando a Thomas H. Marshall

“Los excluidos son los individuos y grupos que no alcanzan el estatus de ciudadanos,

que no pueden beneficiarse del estatus de ciudadano social sujeto de derechos sociales,

ni civiles, ni políticos, ni sociales” (López-Aranguren, 2005), cumpliéndose así la

exclusión como aquellos “no ciudadanos” con ausencia efectiva de “titularidades y


derechos sociales”, por tanto no eran ciudadanos si su empleo y su renta no cumplía con

el criterio distributivo que separa a los pobres de los nos pobres. Por tanto, mucho mas

que un aspecto económico, las familias de Alto Hospicio fueron victimas de un proceso

sistemático de privación y exclusión, con ausencia de integración cívica, integración

económica, integración social, y de integración interpersonal. Esto nos hace ampliar las

unidades de análisis, entendiendo que dichas privaciones son de carácter procesual,

constituyen una acumulación de privaciones y obstáculos que dificultaron o impidieron

la participación y la vida social de la población en ámbitos de disputa institucional

frente a la cual debían posicionarse con herramientas de conocimiento, educación,

formación, salud y trabajo. Lo que por cierto restringió aún más su acceso a un

adecuado conocimiento e interpretación de lo que ocurría en el transcurso de las

indagaciones.

Hasta aquí no había una intensión si quiera de analizar la pobreza y la exclusión como

fenómenos multidimensionales, no al menos por parte de las “autoridades de gobierno”,

aun habiendo entrando en vigencia desde 1998 los Informes para el Desarrollo Humano

del PNUD ignorándose las diversas dimensiones del contexto en que se encontraban

insertas las familias afectadas. La precariedad de ingresos, educación, acceso a servicios

de salud, falta de agua potable, nulo acceso a políticas de vivienda, son algunas de las

privaciones a las cuales el gobierno a nivel nacional, como a nivel local, en un intento

de poner un punto final al caso Alto Hospicio, entregaron a modo de compensación

“Subsidios habitacionales y pensiones de gracia”, con lo cual plantaron la certeza de la

ineficiencia del Estado, y su total complicidad ante de hechos de tal nivel de violencia,

una muestra mas del cinismo de la democracia chilena, en donde la tortura, las
violaciones y asesinatos siguen estando vigentes, con total amparo y silencio por parte

de los aparatos de seguridad del estado.

Factores estructurales endógenos que Powelson (1998) diría que hay una concentración

del poder, una minoría controla los grandes negocios, la opinión pública, los medios de

prensa escrita, mediática y digital. Las restricciones a la libertad de expresión, la

institución de la censura, la corrupción, el encubrimiento de asesinatos, el soborno y el

chantaje, la legislación imprecisa y de ejecución arbitraria, la casi permanente violencia

de “baja intensidad” (Aranguren, 2005, pág. 142). Una violencia estructural que

condena de manera ininterrumpida a los sectores populares a una pobreza estática, con

una total ausencia de políticas enfocadas orientadas a la tasa de crecimiento de la

población, generando altas tasas de desempleo, ausencia de oportunidades, reducida

esperanza de vida, y la proliferación de extensos suburbios como así lo representa Alto

Hospicio.

Otro de los aspectos necesarios dentro de este análisis está centrado en una de las

características de la pobreza en el mundo, y hago referencia al limitado acceso a la

vivienda que de hecho tienen los pobres ubicados en las periferias de las grandes

ciudades.

Esta “Infraclase” como diría Gunnar Myrdal (1962) para referirse a aquellas familias

progresivamente inempleables, subempleados y carentes de iniciativa de protesta y

reivindicación, segmento de la población cuyas condiciones de vida eran y siguen

siendo desesperadas, no poseen cualificación vendible para el capital y están totalmente

aislados y excluidos de las corrientes institucionales impuestas por el mercado. Esta

Infraclase oprimida en lo económico, en lo social, en lo político y en lo cultural, fueron


en gran parte “prescindibles” para el sistema jurídico y político que aun se mantiene

vigente. Así como el capitalismo racionaliza fuerza de trabajo y las cualificaciones del

obrero asalariado, aquí la justicia racionalizó los derechos, en tanto su posición social

estuviese dentro o fuera del sistema establecido. Por lo tanto, aquí se alude a un

fenómeno que va mucho más allá de la pobreza en los términos que ya hemos revisado,

sino que viene a profundizar la degradación de la “esencia del ser y existir”, en tanto

como ser humano vivo y presente propiamente tal.

Para ir cerrando el capitulo en torno al análisis basado en la pobreza y la exclusión,

junto a algunos conceptos que giran en torno a esta última, queda de manifiesto, según

indican las versiones de las familias de las menores asesinadas, que las autoridades

competentes, estamos hablando del Estado propiamente tal, sus ministerios, y todo el

aparataje jurídico y policial involucrado en el cierre de la investigación una vez

habiendo encarcelado a Julio Pérez Silva, el silencio de gubernamental fue casi

inmediato. No hubieron políticas ni programas de intervención para ir en atención de las

familias afectadas, no hubo programas de reparación, solo un ofertón de subsidios y

pensiones de gracia, no se pensó en el largo plazo en el desarrollo de una política

integral para reinsertar a las mujeres y hombres de familia a modo de superar y

compensar aunque fuese mínimamente el daño causado ante la negligencia y

autoritarismo con que fueron tratadas las víctimas, de ninguna manera modificar lo

ocurrido, sin embargo el que por medio de la creación de un plan de acompañamiento,

reparación y bienestar se procurara desde el mundo político, el no volver a cometer los

mismos errores que en el pasado. Y que por cierto se hiciese, con visión retrospectiva

un análisis de las inequidades, de las resistencias y de los puntos ciegos que desde los

espacios hegemónicos se logren visualizar aquellos intersticios fronterizos que en la


estructuración de nuestros imaginarios sociales hasta ahora no hemos logrado

deconstruir, lo que nos hace justificar de alguna u otra manera, la violencia, el

asesinato, moralizando incluso la feminidad, no pudiendo entenderla como un igual,

sino entendiéndola como una otredad que por el hecho de ser mujeres y pobres son

susceptibles de convertirse en prostitutas, transformados en cómplices sociales de la

muerte, del olvido y del contexto socio-político que aun en chile se mantiene vivo, aun

se mata y se tortura a plena luz del día y en los lugares más insospechados, muros que

por cierto para derribarlos debemos desestructurar(nos) primeramente las barreras

invisibles del poder que nos han sido impuestas, y luego desde ahí derribar aquellas

fronteras hegemónicas visibles que incluso nos hace ver al “agresor, violador y asesino”

como un sujeto “fuera de nosotros”. Pero no, es parte de esta sociedad, y una de las

tantas grietas que se ha ido abriendo bajo los pies de nuestra propia colectividad

humana, frente a lo cual universalmente no hemos logrado abstraernos para lograr

dimensionar nuestras propias fronteras y limitaciones.

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