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Cutting, desde el abordaje Cognitivo

Conductual

El abuso sexual infantil desde la


Restructuración Cognitiva

Del abuso sexual infantil a la


Reestructuración cognitiva
INDICE

Introducción

Capítulo I: Descripción General

1.1. Definición
1.1.1. Conceptualización
1.1.2. Perfil de la víctima y victimario
1.1.3. Factores de riesgo y de protección
1.1.4. Tipos de abuso sexual infantil
1.1.5. Consecuencias del abuso infantil
1.2. Criterios diagnósticos
1.3. Epidemiología
1.3.1. Nacional
1.3.2. Internacional
1.4. Modelos explicativos
1.4.1. Enfoque médico.
1.4.2. Enfoque del trauma
1.4.3. Enfoque cognitivo
1.4.4. Enfoque familiar

Capítulo II: Modelos y Técnicas de Intervención Terapéutica

2.1. Modelos de intervención cognitivo conductual


2.2. Estrategias y técnicas
2.2.1. Psicoeducación
2.2.2. Reestructuración cognitiva
2.2.3. Relajación sistemática
2.2.4. Desensibilización Sistemática
2.2.5. Economía de Fichas
2.2.6. Técnicas de detención y de control del pensamiento

Capítulo III: Estudio de Caso clínico

3.1. Método
3.1.1. Participante
3.1.2. Instrumentos
3.1.3. Procedimiento
3.2. Resultados
3.3. Discusión
3.4. Conclusión

3.5. Referencias
3.6. Apéndices
3.6.1. Apéndice A:
3.6.2. Apéndice B:
3.6.3. Apéndice C:
INTRODUCCIÓN

El abuso sexual infantil se encuentra encaminado dentro del maltrato infantil. Y


si bien, como señala Rodríguez (2003), se han realizado numerosos estudios al
respecto, es importante aclarar que las estadísticas hacen referencia a los pocos
casos que han sido denunciados. Sin embargo, no deja de representar un
importante problema que afecta a la persona en concreta, a las familias y a la
sociedad.

….

El abuso sexual infantil en cualquiera de sus formas es considerado un delito, y


queda en manos de la justicia velar por los derechos de los niños y adolescentes
y a los profesionales de la salud mental garantizar la prevención, promoción e
intervención en todo tipo de abuso y maltrato infantil.
Es así que el presente libro representa la posibilidad de conocer la evolución del
abuso sexual, las consecuencias y el tratamiento para revertir los efectos que
genera, pero sobre todo está inclinado a prevenir los actos de abuso, pues existe
un índice alarmante de víctimas, en los lugar donde generalmente el niño se
debiera sentir y estar protegido, y por las secuelas que genera y que puede durar
toda la vida; porque si se conoce, sabremos cómo actuar y realizar acciones que
busquen la protección, el cuidado y el bienestar del niño y adolescente.
Capítulo I: Descripción General

1.1. Definición
1.1.1. Conceptualización:
El abuso sexual infantil se encuentra encaminado dentro del
maltrato infantil, siendo aquello una de las manifestaciones más
graves. Según la Organización Mundial de la Salud ([OMS], 2016)
el maltrato infantil se define como los abusos y la desatención de
que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos
de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, negligencia y
explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar
un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro
su supervivencia, en el contexto de una relación de
responsabilidad, confianza o poder.
Desarrollamos así al abuso sexual infantil como acciones de
intención sexual infringida por una persona mayor ante la
vulnerabilidad e incapacidad del libre consentimiento de un menor
de edad, el cual por su desarrollo madurativo y cognitivo es incapaz
de involucrarse en tales acciones, es también el uso de la fuerza o
violencia de parte del abusador el cual tiene contenido sexual,
vulnerando así los derechos del niño.
De ello resalta dos conceptos fundadas, por un lado, el
consentimiento y por otro la asimetría. Según Baita y Moreno (2015,
p.26)
“Dar consentimiento implica aceptar, acordar, autorizar a
que se haga algo. Cuando se habla de consentimiento
informado se entiende que quien lo otorga tiene toda la
información necesaria para comprender cabalmente la
naturaleza de aquello que consiente, el alcance y el
propósito de su participación, así como las eventuales
consecuencias o riesgos. El consentimiento da a quien lo
otorga un lugar activo de protagonismo y, supuestamente,
de ejercicio de la propia voluntad. El término consentimiento
no encaja en el contexto del abuso sexual infantil, porque el
niño abusado sexualmente está sometido a la voluntad de
quien abusa de él, voluntad que además se ejerce desde una
posición de autoridad y con diversos niveles de coerción.
Lejos está un niño, niña o adolescente víctima de así de
comprender cabalmente la naturaleza de aquello que
consiente, así como el alcance y el propósito de su
participación. En cuanto a las eventuales consecuencias o
riesgos, incluso antes de poder comprenderlas las teme,
porque siempre involucran una pérdida relacionada con su
propia persona y/o con otras personas cercanas”.

El otro elemento identificado dentro del abuso sexual infantil es el


de la asimetría, y, en consecuencia, la diferencia de edad hace
que podamos visualizar el panorama que nos hemos planteamos,
y sin embargo se puede encontrar tres formas de asimetría en
todo abuso sexual según Ochotorena y Arruabarrena (1996)
“Asimetría de poder, que aparece por diferencia de roles,
jerarquía, fuerza física o diferencia de edad entre la víctima
que presenta un alto grado de vulnerabilidad y dependencia
y el abusador que ejerce una manipulación psicológica sobre
el infante permitiendo que el ofensor controle a la víctima en
esta relación sexual no consensuada. Cuando la relación es
parento-filial se ponen en juego componentes afectivos y
emocionales que son utilizados por el abusador para
acceder a la víctima con más facilidad; asimetría de
conocimientos, el agresor posee un conocimiento más
refinado sobre temas relacionados con la sexualidad como
así también implicaciones de la relación sexual que aún la
víctima no conoce. Sin embargo, que la víctima tenga edad
para estar informada no es garantía en absoluto que
entienda la dinámica abusiva. Por último, la asimetría de
gratificación, donde el adulto tiene como único objetivo
obtener su propia gratificación sexual, aunque intente
generar placer en la víctima, su meta última siempre está
vinculada únicamente a sus propios deseos y necesidades.”
(Citado en Gette, 2017, p. 12).
Aun así, se debe diferenciar las distintas formas de
conceptualización de este fenómeno: el abuso sexual infantil
como cualquier contacto de carácter sexual a un menor, el
maltrato sexual como cualquier contacto sexual con carácter de
agresión y violencia, el exhibicionismo, donde no existe un
contacto sexual, y la explotación sexual, donde el abusador
mantiene una intención económica, y entre otras.
En resumen, el abuso sexual infantil se puede definir en términos
de libre consentimiento y asimetría, y en cualquiera de sus formas
siempre es un delito.

1.1.2. Factores de riesgo y de protección

La importancia de tocar este tema es que facilita una detección e


intervención inmediata al suscitarse cualquier antecedente que
posibilite cualquier forma de abuso y en nuestro caso, el abuso
sexual infantil. Entendiendo que existe ciertos hechos que
precipiten el abuso. Y por otro lado existen también factores de
protección ante ello.

Así podemos enumerar algunos factores de riesgo para el terreno


del abuso sexual infantil. (Save the children, 2001, p.35) así se
clasifica ordenadamente una serie de factores de riesgo:

a) Individuales
Factores parentales:
 Historia de malos tratos o abandono.
 Tener una madre o un padre con historia de abuso sexual
infantil.
 Rechazo emocional en la infancia.
 Carencia de vinculación afectiva o de cuidado en la
infancia.
 Ignorancia sobre las características del desarrollo
evolutivo y sexual del niño y sus necesidades.
 Historia de ruptura familiar.
 Pobre autoestima.
 Falta de capacidad empática.
 Pobres habilidades sociales.
 Poca tolerancia al estrés.
 Problemas psicológicos.
 Madre enferma, discapacitada o ausente del hogar.

Factores relacionados con las características del niño:


 Introvertido.
 Aislado socialmente.
 Problemas de conducta.
 Temperamento difícil.
 Discapacidad física o psíquica.

b) Familiares
Relación padres-hijos:
 Desadaptada.
 Ciclo ascendente de agresión.
 Técnicas de disciplina coercitiva.
 Falta de vinculación afectiva.

Relación de pareja:
 Conflicto conyugal.
 Violencia y agresión en la pareja o hijos no deseados.

Configuración familiar:
 Tamaño excesivo familiar.
 Familias monoparentales.

Aislamiento social de la familia.

c) Socioculturales
Ámbito laboral.
 Desempleo.
 Pobreza.
 Pérdida de rol.
 Insatisfacción laboral o tensión en el trabajo.

Red psicosocial de apoyo:


 Aislamiento.
 Pérdida.
 Alta movilidad
 Escasa integración social.

Factores culturales:
 Legitimación de la violencia.
 Aceptación del castigo físico.
 Actitud hacia la infancia, hacia la mujer y la familia.
 Vulneración de los derechos de la infancia.

Según la misma organización Save the Children (2001, p.33), se


elabora una lista de lista de Factores protectores para el abuso
sexual infantil, en sus diversas categorías.

a) Individuales:
 Habilidades interpersonales de comunicación y resolución
de problemas.
 Alta autoestima.
 Asertividad.
 Desarrollo normalizado.
 Educación afectiva sexual adecuada.
 Apego materno paterno.

b) Familiar
 Ambiente familiar sin exposición a violencia.
 Experiencia en los cuidados del niño.
 Planificación familiar.
 Satisfacción personal de los miembros de la familia.
 Educación afectiva sexual adecuada en la familia.
 Apego materno / paterno al hijo.
 Armonía marital.

c) Sociolaboral
 Satisfacción laboral.
 Acceso a recursos sociales y económicos.
 Red de apoyo psicosocial amplia.

d) Social
 Políticas igualitarias.
 Aplicación adecuada de las penas a los agresores.
 Procedimiento penal protector de la víctima.

e) Cultural
 Actitud positiva hacia la infancia, la mujer y la paternidad.
 Concepción del niño como persona independiente y con
derechos.
 La familia como un ámbito social integrado.
 Consideración del niño como miembro de la familia, no como
propiedad de los padres.

El abuso sexual infantil es el producto de distintos factores, tanto


de riesgo como de protección para que esto se realice. El
conocimiento de ello como profesionales intervenir en la
disminución y eliminación de factores de riesgo y el aumento y
producción de factores de protección.

1.1.3. Tipos de abuso sexual

La categorización de los tipos de abuso sexual es importante para


ver las dimensiones del problema. Según La Consejería de
Servicios Sociales, a través del Instituto Madrileño del Menor y la
Familia (2000) elaboran una división en diferentes dimensiones de
conductas.
En la Tabla 1 se observan los tipos de abuso sexual infantil
realizados en conductas.
Tabla 1
Tipos abusos sexuales que pueden darse en las siguientes
conductas.
1. Violación: penetración en la vagina, ano o
boca, con cualquier objeto.
2. Penetración digital: inserción de un dedo en
la vagina o en el ano.
3. Penetración vaginal o anal con el pene.
Con
4. Penetración vaginal o anal con un objeto.
contacto
5. Caricias.
físico
6. Conductas sexuales con personas del mismo
Conductas sexo.
físicas 7. Contacto genital oral.
8. Involucrar al niño en contactos sexuales con
animales
1. Propuestas verbales de actividad sexual
explicita.
Sin
2. Exhibicionismo.
contacto
3. Obligar a los niños a ver actividades sexuales
físico
de otras personas.
4. Falsas alegaciones.
Explotación 1. Implicar a menores de edad en conductas o actividades
sexual relacionadas con la producción de pornografía.
2. Promover la prostitución infantil.
3. Turismo sexual
Culturales 1. Ablación quirúrgica del clítoris.
2. Casamiento de niños sin su consentimiento
Omisión 1. Consentimiento pasivo.
2. No atender a las necesidades del niño y a su protección
en el área de la sexualidad

1.1.4. Perfil de la víctima y victimario del abuso sexual

1.1.4.1. La víctima
Las víctimas de abuso sexual infantil no tienen un perfil
psicológico común, sin embargo, en el libro sobre el abuso
sexual infantil, Baita y Moreno (2015) describe que, si bien
es habitual escuchar “que los niños son seductores, y
provocan a los adultos”, este tipo de argumentos pone en
evidencia un importante nivel de distorsión perceptual y
cognitiva. Desde luego, el tipo de vestimenta “sugerente” o
cierta conducta del niño no sustentan de ninguna manera
que ellos provocan en los adultos tales abusos, puesto que
no presentan una justificación intencional y siendo así no
deja de ser grave.
Ahora bien, las conductas sexualizadas presentes en los
niños, son por lo general consecuencias del abuso sexual
infringido o un desarrollo sexual no adecuado,
presentándose en ellos como una forma de comunicación y
de relación, no siendo responsables de ello. Mientras que
estas respuestas sexualizadas del niño resultan en cierta
medida natural, el abusador aprovecha de estas
circunstancias para someter al niño.

1.1.4.2. El victimario:
Según Baita y Moreno (2015) el victimario puede estar
dentro del contexto familiar, educativo, en contextos
religiosos, por personas conocidas y cercanas o por
personas desconocidas y generalmente esto se ve realizada
por una persona mayor, aunque también denota los casos
de victimarios menores de 18 años, para ello tiene que haber
una diferencia significativa de edad con la víctima.
El comportamiento del abusador sexual es similar a las
diferentes clases de maltrato, y puesto que el abuso sexual
infantil se da mayormente en el contexto del hogar (donde el
niño se debiera sentir seguro y protegido), el abusador
generalmente viene siendo un familiar directo quien acomete
este tipo de acciones, ya que tienen mayor acceso al menor;
y aun así es de preocupación también en los otros contextos
donde el victimario tiene una relación de conocido con su
víctima y por último donde estos no los conocen.
Según Baita y Moreno (2015) no se ha desarrollado un perfil
del abusador, pues los agresores no tienen un perfil
psicológico común, sino algunas características que
podemos resaltar, y que, si bien es cierto en gran parte de
los casos los abusadores son varones adultos de mediana
edad, existe también abusadores menores de 18 años y una
menor escala mujeres que abusan sexualmente.
En primer lugar, existe consenso en términos generales, los
abusadores sexuales no reconocen su responsabilidad en el
hecho, o la minimizan. En algunos casos justifican su
conducta en la poca satisfacción sexual con sus parejas,
recayendo la responsabilidad en un tercero.
El consumo de drogas hace que en muchos casos cometan
estos abusos, pero no es óbice para darlos como tal, esto
también sucede estando sobrios.
Algunas categorías que desarrollan los abusadores,
producto de su accionar es que el abusador repite
experiencias previas de abuso sexual sufrido en la infancia,
existe parafilia sexual, por un componente de personalidad,
trastorno de control de impulsos, entre otros.
Y, por último, para mantener el abuso o esconderlo el
abusador en la mayoría de los casos ejerce la coerción de
carácter emocional o física, o convence al niño de que ha
sido parte responsable.
Si bien el agresor no presenta un perfil determinado, la
Consejería de Servicios Sociales (2000) presentan en la
Tabla 2, un diagrama esquematizando de los motivos del por
qué una persona adulta abusa a un menor:

Tabla 2
Del por qué los adultos abusan de los niños

1. Encuentran en los niños con falta de


poder, inmadurez y sumisión.
Predisposiciones
2. Los abusadores repiten el abuso que
emocionales y
sufrieron.
psicológicas
3. Socialización de los hombres para
dominar
1. Algunos individuos desarrollan
Excitación excitación sexual con menores por
sexual con los modelos de sus primeras experiencias,
menores anormalidades hormonales, mala
atribución de la excitación, o
socialización a través de pornografía
infantil o anuncios.
1. Los abusadores tienen dificultad en
relacionarse sexualmente con adultos.
Factores que 2. Los abusadores tienen una habilidad
inhiben la social poco adecuada y por eso tiene
relación sexual dificultad en encontrar una pareja adulta.
de adulto a 3. La ansiedad sexual de capacidad los
adulto lleva a buscar una criatura sumisa.
4. Normas represivas sobre la conducta
sexual
1. Impulso desorden
2. Senilidad
3. Dificultad para aprender (deficientes
Desinhibición mentales)
4. Alcohol o drogas
5. Estrés situacional
6. Tolerancia cultural y normas patriarcales
1. Los que abusan pueden estar motivados
por beneficios, como en la producción de
pornografía.
Motivaciones
2. Se ha sugerido que algunos individuos y
específicas
grupos utilizan el abuso sexual infantil en
actividades rituales (satanismo) aunque
faltan pruebas para demostrarlo

1.1.5. Consecuencias del abuso infantil:

Las consecuencias del abuso sexual infantil son muy diversas, y en


algunos casos inciertas. Esto varía de acuerdo a ciertas categorías
e implicaciones. Así podemos considerar la gravedad del abuso
sexual tanto a nivel físico, psicológico y emocional. Según Baita y
Moreno (2015) el impacto traumático varía en función de la edad
del niño, del tipo de vínculo con el agresor, de la existencia o no de
violencia, de la actitud de los padres, de la existencia de otros
problemas familiares, de la duración del abuso, de la frecuencia, de
la intensidad, de la personalidad del niño, de la diferencia de
género, de la implicación en una denuncia entre otros. Incluso son
distintas estas repercusiones a corto, mediano y largo plazo.
También es importante resaltar la participación del ambiente
familiar, el hecho de buscar un apoyo profesional, la pronta y
efectiva medida que puedan tomar.
Las repercusiones que genera el abuso sexual infantil son las
mismas que del estrés postraumático. Siendo importante resalta
que algunos niños no presentan síntomas, y que sin embargo
necesitan un seguimiento profesional.
Según López (2014) de todos los menores que sufren abusos
sexuales, entre el 60 y el 80% se ven afectados a corto plazo en
diferente grado. Entre un 20 y un 30% consiguen continuar su vida
cotidiana sin cambios significativos. Entre el 17% y el 40%
manifiestan síntomas clínicos importantes.
Así podremos enumerar algunas consecuencias del abuso sexual
infantil a corto y largo plazo. Según la fundación Save The Children
(2001, p. 42-44) estos serían:
A corto plazo:
1. Físicas:
 Pesadillas y problemas de sueño.
 Cambio de hábitos de comida.
 Pérdida de control de esfínteres.
2. Conductuales:
 Consumo de drogas y alcohol.
 Fugas.
 Conductas autolesivas o suicidas.
 Hiperactividad.
 Bajada del rendimiento académico.
3. Emocionales:
 Miedo generalizado.
 Agresividad.
 Culpa y vergüenza.
 Aislamiento.
 Ansiedad.
 Depresión, baja autoestima y sentimientos de
estigmatización.
 Rechazo al propio cuerpo.
 Síndrome de stress postraumático.
4. Sexuales:
 Conocimiento sexual precoz o inapropiado de la
edad.
 Masturbación compulsiva.
 Exhibicionismo.
 Problemas de identidad sexual.
5. Sociales:
 Déficit en habilidades sociales.
 Retraimiento social.
 Conductas antisociales.

Y las consecuencias a largo plazo vendrían a ser:


1. Físicas:
 Dolores crónicos generales.
 Hipocondría o trastornos psicosomáticos.
 Alteraciones del sueño y pesadillas recurrentes.
 Problemas gastrointestinales.
 Desórdenes alimentarios, especialmente bulimia.
2. Conductuales:
 Intentos de suicidio.
 Consumo de drogas y alcohol.
 Trastorno disociativo de identidad.
3. Emocionales:
 Depresión.
 Ansiedad.
 Baja autoestima.
 Síndrome de estrés postraumático.
 Dificultad para expresar sentimientos.
4. Sexuales:
 Fobias sexuales.
 Disfunciones sexuales.
 Falta de satisfacción sexual o incapacidad para el
orgasmo.
 Alteraciones de la motivación sexual.
 Mayor probabilidad de entrar en la prostitución.
 Dificultad para establecer relaciones sexuales,
autovalorándose como objeto sexual.
5. Sociales:
 Problemas de relación interpersonal.
 Aislamiento.
 Dificultades de vinculación afectiva con los hijos.
 Mayor probabilidad de sufrir revictimización, como
víctima de violencia por parte de la pareja.

Incluso, hoy en día las neurociencias han demostrado que todas


las formas de violencia y malos tratos en la infancia, incluido el
abuso sexual, tienen consecuencias severas en el desarrollo
infantil (Baita y Moreno, 2015). Así, los casos extremos de estrés
pueden alterar el desarrollo de los sistemas nervioso e inmunitario.
En consecuencia, las personas que han sufrido maltrato en la
infancia corren mayor riesgo de sufrir problemas físicos,
conductuales, emocionales, sexuales y sociales (OMS, 2016).
El entendimiento de estas repercusiones posibilita una adecuada
intervención, considerando que solo la separación del abusador de
la víctima no garantiza que el abuso se interrumpa. Los niños
abusados sexualmente tienen mayor posibilidad de que sufra
cualquier otro tipo de abuso. En el caso de adolescentes, el abuso
se torna de igual gravedad, debido a la inestabilidad emocional que
genera su misma etapa estos abusos provocan limitaciones en su
desarrollo madurativo y de habilidades, pero también Flasog (citado
por Girón, 2015) ha precisado que el embarazo en adolescentes
asociado a víctimas de la violencia sexual es también un problema
grave de salud pública, con importantes secuelas en todo orden,
pero sin embargo no ha recibido suficiente atención, lo que agrava
el problema; y en las personas adultas una posibilidad de
convertirse en abusadores.
Por último, las consecuencias tienen una repercusión aún mayor,
las familias involucradas son parte de ella, la sociedad misma.
Incluso en lo económico laboral de un país, pues genera un alto
costo de inversión en la prevención e intervención efectiva de estos
casos.
1.2. Criterios diagnósticos

1.3. Epidemiología
La observación en estos porcentajes epidemiológicos es que se pone en
estadística solamente los casos denunciados, y aunque gran parte queda
en la clandestinidad esto es por varios ejes, uno de ellos es porque
mayormente el abuso sucede dentro del hogar, el tabú referente a la
sexualidad, por el desconocimiento de los padres, el miedo de las
implicaciones que pueda generar una denuncia, sus manifestaciones y los
riesgos que pueda generar.

1.3.1. Nacional
El abuso sexual infantil es un problema de carácter público, que
repercute en el individuo en concreto, en sus familiares y en la
sociedad entera, y que, a pesar de la preocupación constante sobre
este tema, las cifras de abuso sexual infantil siguen creciendo. En
el Observatorio de la Criminalidad del Ministerio Publico de Lima
(citado en Girón, 2015) se recibieron 17, 763 denuncias por el delito
contra la libertad sexual, en todo el país, es decir un promedio de
49 casos por día, siendo 3,796 las denuncias en Lima, dichos
reporten además señalan que el 75% fueron menores de edad y el
34% fueron ultrajados sexualmente en sus domicilios. Con respecto
a la prevalencia Girón (2015) señala que es más frecuente en niñas
y adolescentes, y el rango de edad promedio es entre los 6 y 12
años, el agresor suele ser conocido por la víctima, asimismo afirma
que estudios revelan que en las familias socioeconómicamente
bajos son quienes con más prevalencia cuentan, y con respecto al
lugar donde se acometen estos actos, son generalmente en los
hogares.

Por otro lado, en el callao se realizó una investigación, de los cuales


Arbulu (2010) refiere que, en una muestra de 525 expedientes
Judiciales en delitos contra la libertad sexual las edades de las
victimas más afectadas tenían entre 14 y 18 años con un 51% y le
sigue el grupo de 11 y 13 años con el 21%. Y que el grupo mas
agraviado en cuestiones de género es del género Femenino con un
94 % y el género Masculino con un 6 %. Estos resultados muestran
una relación con el número de agresores del género masculino con
un 98 % y del género femenino 2 %.

1.3.2. Internacional

En los últimos años, a nivel internacional también los índices de


abuso sexual infantil han ido aumentando, generando
repercusiones alarmantes. En España se ha registrado desde los
años 2012 hasta el 2017 datos anuales y se observa un incremento
evidente, según Fernández, Gonzáles, Sánchez, Herrera, López,
Martínez, Rubio, Gil, Santiago y Gómez (2017) en el 2012 se han
registrado 9 008 hechos conocidos de los informes sobre delitos
contra la libertad e indemnidad sexual, y ya en el 2017 se
incrementó dando como cifra 11 692 casos registrados, de ello se
refleja un gran parte de víctimas menores de 18 años.

Quezada, Neno y Luzoro (2006) señalan que, en Chile, se ha


estimado que alrededor de 1 de cada 10 niños (as) sufre de abuso
sexual y que la edad de mayor riesgo son los niños y niñas entre 7
y 11 años.
Según la Baita y Moreno (2015) En un estudio realizado por la
Universidad de Barcelona en 2009, se estimó que a nivel global un
7,9 % de hombres y un 19,7 % de mujeres habían experimentado
abuso sexual antes de la edad de 18 años. África se ubicó a la
cabeza de la tasa de prevalencia de abuso sexual, con un 34,4 %,
mientras que Europa se encontró en el nivel más bajo, con 9,2 %.
En dicho estudio, el país latinoamericano con mayor tasa de
prevalencia de asi fue Costa Rica (32,2 % de mujeres y 12,8 % de
hombres). Al igual que muchos otros estudios de prevalencia e
incidencia, en este se consideró que la tasa reportada de abusos
sexuales a hombres podría ser mucho mayor de lo que surge en
las estadísticas.
Inglés (1991) (buscar) informa de unos 7590 casos de maltrato a
menores en Cataluña, de los cuáles el 2,8 por cien de los casos
eran de abuso sexual. En Andalucía existen datos provenientes de
los informes de Moreno, Jiménez, Oliva, Palacios y Saldaña (1995)
relativos a la incidencia del abuso sexual infantil durante el año 92.
En esta comunidad, la cifra ascendía a 171 casos, lo que suponía
un 3,6 por cien de los casos de malos tratos detectados. Además,
en un estudio a nivel nacional (Saldaña, Jiménez y Oliva, 1995)
BUSCAR se señalaron 359 casos de abuso 23 sexual infantil, que
suponían un total de 4,2 por cien de los casos de maltratos. El 78,8
por cien de las víctimas eran niñas, y el porcentaje aumentaba
conforme lo hacía la edad de las mimas.

Según Finkelhor (1994, citado en López 2014) hace un balance de


diecinueve investigaciones en Estados Unidos, Canadá e
Inglaterra, considera que aproximadamente un 20% de mujeres y
un 10% de hombres dicen haber sido víctimas de abusos sexuales
en la infancia, antes de cumplir los dieciséis o diecisiete años.

1.4. Modelos explicativos


1.5. Referencias

Organización Mundial de la Salud. (30 de septiembre de 2016). Temas


de salud: Maltrato de menores. Recuperado de:
https://www.who.int/topics/child_abuse/es/

Rodríguez, L. (2003). Intervención interdisciplinaria en casos de abuso


sexual infantil. Universitas Psychologic, 2 (1), 57-70.
Recuperado de:
https://es.slideshare.net/ernest_10000/intervencin-
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Ochotorena, J. y Arruabarena, M. (1996). Manual de protección infantil.


Barcelona: Masson.

López, F. (2014). Los abusos sexuales a menores y otras formas de


maltrato sexual. Madrid: Editorial Síntesis.

Save The Children (2001). Abuso sexual infantil: Manual de formación


para profesionales. Recuperado de
https://www.savethechildren.es/sites/default/files/imce/docs/m
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Girón, R. (2015). Abuso sexual en menores de edad, problema de salud
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Baita, S., & Moreno, P. (2015). Abuso Sexual Infantil. Cuestiones relevantes para su tratamiento
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Madrileño Del Menor y la Familia.

Fernández-Oruña, J. C., Gonzáles, J., Sánchez , F., Herrera, D., López, J., Martínez, F., . . .
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Girón Sánchez, R. (2015). ABUSO SEXUAL EN MENORES DE EDAD, PROBLEMA DE SALUD


PÚBLICA. UNIFE, 61-71.

Quezada, V., Nemo, R., & Luzoro, J. (2006). Abuso Sesual Infantil ¿Cómo conversar con los
niños? Santiago de chile: Universidad Internacional SEK.

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