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Introducción
1.1. Definición
1.1.1. Conceptualización
1.1.2. Perfil de la víctima y victimario
1.1.3. Factores de riesgo y de protección
1.1.4. Tipos de abuso sexual infantil
1.1.5. Consecuencias del abuso infantil
1.2. Criterios diagnósticos
1.3. Epidemiología
1.3.1. Nacional
1.3.2. Internacional
1.4. Modelos explicativos
1.4.1. Enfoque médico.
1.4.2. Enfoque del trauma
1.4.3. Enfoque cognitivo
1.4.4. Enfoque familiar
3.1. Método
3.1.1. Participante
3.1.2. Instrumentos
3.1.3. Procedimiento
3.2. Resultados
3.3. Discusión
3.4. Conclusión
3.5. Referencias
3.6. Apéndices
3.6.1. Apéndice A:
3.6.2. Apéndice B:
3.6.3. Apéndice C:
INTRODUCCIÓN
….
1.1. Definición
1.1.1. Conceptualización:
El abuso sexual infantil se encuentra encaminado dentro del
maltrato infantil, siendo aquello una de las manifestaciones más
graves. Según la Organización Mundial de la Salud ([OMS], 2016)
el maltrato infantil se define como los abusos y la desatención de
que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos
de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, negligencia y
explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar
un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro
su supervivencia, en el contexto de una relación de
responsabilidad, confianza o poder.
Desarrollamos así al abuso sexual infantil como acciones de
intención sexual infringida por una persona mayor ante la
vulnerabilidad e incapacidad del libre consentimiento de un menor
de edad, el cual por su desarrollo madurativo y cognitivo es incapaz
de involucrarse en tales acciones, es también el uso de la fuerza o
violencia de parte del abusador el cual tiene contenido sexual,
vulnerando así los derechos del niño.
De ello resalta dos conceptos fundadas, por un lado, el
consentimiento y por otro la asimetría. Según Baita y Moreno (2015,
p.26)
“Dar consentimiento implica aceptar, acordar, autorizar a
que se haga algo. Cuando se habla de consentimiento
informado se entiende que quien lo otorga tiene toda la
información necesaria para comprender cabalmente la
naturaleza de aquello que consiente, el alcance y el
propósito de su participación, así como las eventuales
consecuencias o riesgos. El consentimiento da a quien lo
otorga un lugar activo de protagonismo y, supuestamente,
de ejercicio de la propia voluntad. El término consentimiento
no encaja en el contexto del abuso sexual infantil, porque el
niño abusado sexualmente está sometido a la voluntad de
quien abusa de él, voluntad que además se ejerce desde una
posición de autoridad y con diversos niveles de coerción.
Lejos está un niño, niña o adolescente víctima de así de
comprender cabalmente la naturaleza de aquello que
consiente, así como el alcance y el propósito de su
participación. En cuanto a las eventuales consecuencias o
riesgos, incluso antes de poder comprenderlas las teme,
porque siempre involucran una pérdida relacionada con su
propia persona y/o con otras personas cercanas”.
a) Individuales
Factores parentales:
Historia de malos tratos o abandono.
Tener una madre o un padre con historia de abuso sexual
infantil.
Rechazo emocional en la infancia.
Carencia de vinculación afectiva o de cuidado en la
infancia.
Ignorancia sobre las características del desarrollo
evolutivo y sexual del niño y sus necesidades.
Historia de ruptura familiar.
Pobre autoestima.
Falta de capacidad empática.
Pobres habilidades sociales.
Poca tolerancia al estrés.
Problemas psicológicos.
Madre enferma, discapacitada o ausente del hogar.
b) Familiares
Relación padres-hijos:
Desadaptada.
Ciclo ascendente de agresión.
Técnicas de disciplina coercitiva.
Falta de vinculación afectiva.
Relación de pareja:
Conflicto conyugal.
Violencia y agresión en la pareja o hijos no deseados.
Configuración familiar:
Tamaño excesivo familiar.
Familias monoparentales.
c) Socioculturales
Ámbito laboral.
Desempleo.
Pobreza.
Pérdida de rol.
Insatisfacción laboral o tensión en el trabajo.
Factores culturales:
Legitimación de la violencia.
Aceptación del castigo físico.
Actitud hacia la infancia, hacia la mujer y la familia.
Vulneración de los derechos de la infancia.
a) Individuales:
Habilidades interpersonales de comunicación y resolución
de problemas.
Alta autoestima.
Asertividad.
Desarrollo normalizado.
Educación afectiva sexual adecuada.
Apego materno paterno.
b) Familiar
Ambiente familiar sin exposición a violencia.
Experiencia en los cuidados del niño.
Planificación familiar.
Satisfacción personal de los miembros de la familia.
Educación afectiva sexual adecuada en la familia.
Apego materno / paterno al hijo.
Armonía marital.
c) Sociolaboral
Satisfacción laboral.
Acceso a recursos sociales y económicos.
Red de apoyo psicosocial amplia.
d) Social
Políticas igualitarias.
Aplicación adecuada de las penas a los agresores.
Procedimiento penal protector de la víctima.
e) Cultural
Actitud positiva hacia la infancia, la mujer y la paternidad.
Concepción del niño como persona independiente y con
derechos.
La familia como un ámbito social integrado.
Consideración del niño como miembro de la familia, no como
propiedad de los padres.
1.1.4.1. La víctima
Las víctimas de abuso sexual infantil no tienen un perfil
psicológico común, sin embargo, en el libro sobre el abuso
sexual infantil, Baita y Moreno (2015) describe que, si bien
es habitual escuchar “que los niños son seductores, y
provocan a los adultos”, este tipo de argumentos pone en
evidencia un importante nivel de distorsión perceptual y
cognitiva. Desde luego, el tipo de vestimenta “sugerente” o
cierta conducta del niño no sustentan de ninguna manera
que ellos provocan en los adultos tales abusos, puesto que
no presentan una justificación intencional y siendo así no
deja de ser grave.
Ahora bien, las conductas sexualizadas presentes en los
niños, son por lo general consecuencias del abuso sexual
infringido o un desarrollo sexual no adecuado,
presentándose en ellos como una forma de comunicación y
de relación, no siendo responsables de ello. Mientras que
estas respuestas sexualizadas del niño resultan en cierta
medida natural, el abusador aprovecha de estas
circunstancias para someter al niño.
1.1.4.2. El victimario:
Según Baita y Moreno (2015) el victimario puede estar
dentro del contexto familiar, educativo, en contextos
religiosos, por personas conocidas y cercanas o por
personas desconocidas y generalmente esto se ve realizada
por una persona mayor, aunque también denota los casos
de victimarios menores de 18 años, para ello tiene que haber
una diferencia significativa de edad con la víctima.
El comportamiento del abusador sexual es similar a las
diferentes clases de maltrato, y puesto que el abuso sexual
infantil se da mayormente en el contexto del hogar (donde el
niño se debiera sentir seguro y protegido), el abusador
generalmente viene siendo un familiar directo quien acomete
este tipo de acciones, ya que tienen mayor acceso al menor;
y aun así es de preocupación también en los otros contextos
donde el victimario tiene una relación de conocido con su
víctima y por último donde estos no los conocen.
Según Baita y Moreno (2015) no se ha desarrollado un perfil
del abusador, pues los agresores no tienen un perfil
psicológico común, sino algunas características que
podemos resaltar, y que, si bien es cierto en gran parte de
los casos los abusadores son varones adultos de mediana
edad, existe también abusadores menores de 18 años y una
menor escala mujeres que abusan sexualmente.
En primer lugar, existe consenso en términos generales, los
abusadores sexuales no reconocen su responsabilidad en el
hecho, o la minimizan. En algunos casos justifican su
conducta en la poca satisfacción sexual con sus parejas,
recayendo la responsabilidad en un tercero.
El consumo de drogas hace que en muchos casos cometan
estos abusos, pero no es óbice para darlos como tal, esto
también sucede estando sobrios.
Algunas categorías que desarrollan los abusadores,
producto de su accionar es que el abusador repite
experiencias previas de abuso sexual sufrido en la infancia,
existe parafilia sexual, por un componente de personalidad,
trastorno de control de impulsos, entre otros.
Y, por último, para mantener el abuso o esconderlo el
abusador en la mayoría de los casos ejerce la coerción de
carácter emocional o física, o convence al niño de que ha
sido parte responsable.
Si bien el agresor no presenta un perfil determinado, la
Consejería de Servicios Sociales (2000) presentan en la
Tabla 2, un diagrama esquematizando de los motivos del por
qué una persona adulta abusa a un menor:
Tabla 2
Del por qué los adultos abusan de los niños
1.3. Epidemiología
La observación en estos porcentajes epidemiológicos es que se pone en
estadística solamente los casos denunciados, y aunque gran parte queda
en la clandestinidad esto es por varios ejes, uno de ellos es porque
mayormente el abuso sucede dentro del hogar, el tabú referente a la
sexualidad, por el desconocimiento de los padres, el miedo de las
implicaciones que pueda generar una denuncia, sus manifestaciones y los
riesgos que pueda generar.
1.3.1. Nacional
El abuso sexual infantil es un problema de carácter público, que
repercute en el individuo en concreto, en sus familiares y en la
sociedad entera, y que, a pesar de la preocupación constante sobre
este tema, las cifras de abuso sexual infantil siguen creciendo. En
el Observatorio de la Criminalidad del Ministerio Publico de Lima
(citado en Girón, 2015) se recibieron 17, 763 denuncias por el delito
contra la libertad sexual, en todo el país, es decir un promedio de
49 casos por día, siendo 3,796 las denuncias en Lima, dichos
reporten además señalan que el 75% fueron menores de edad y el
34% fueron ultrajados sexualmente en sus domicilios. Con respecto
a la prevalencia Girón (2015) señala que es más frecuente en niñas
y adolescentes, y el rango de edad promedio es entre los 6 y 12
años, el agresor suele ser conocido por la víctima, asimismo afirma
que estudios revelan que en las familias socioeconómicamente
bajos son quienes con más prevalencia cuentan, y con respecto al
lugar donde se acometen estos actos, son generalmente en los
hogares.
1.3.2. Internacional
Referencias
(s.f.).
Anabela, G. (2017). Un caso de abuso sexual infantil. Buenos Aires, Argentina: Universidad de
Palermo. Obtenido de
https://dspace.palermo.edu:8443/bitstream/handle/10226/1912/Gette%2C%20Anabe
la.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Baita, S., & Moreno, P. (2015). Abuso Sexual Infantil. Cuestiones relevantes para su tratamiento
en la justicia. Montevideo, Uruguay: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Consejería de Servicios Sociales. (2000). Atención Abuso Sexual Infantil. Madrid: Instituto
Madrileño Del Menor y la Familia.
Fernández-Oruña, J. C., Gonzáles, J., Sánchez , F., Herrera, D., López, J., Martínez, F., . . .
Gómez, M. (2017). Informe sobre delitos contra la libertad e indeminidad sexual en
España. España: Ministerio del interior.
Quezada, V., Nemo, R., & Luzoro, J. (2006). Abuso Sesual Infantil ¿Cómo conversar con los
niños? Santiago de chile: Universidad Internacional SEK.
Save the children. (2001). Abuso Sexual Infantil. Save the Children.