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Universidad Mariano Gálvez

Criminología y Política Criminal

Cátedra: “Derechos Humanos”

Catedrático: Lic. MARIA DEL ROSARIO VALENZUELA BONILLA.

Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles,


inhumanas o degradantes.

Nombre del Alumno: Grecia Carlota Romero Melgar

Número de Registro Académico: 5054-08-17842

CUI: 1593 72356 0602

Septiembre, 2019
Introducción

El presente artículo pretende abordar algunas de las cuestiones esenciales


relacionadas con la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes, adoptada por la Asamblea General de la Naciones Unidas
el 10 de diciembre de 1984 (a partir de ahora denominada Convención), y
particularmente su trascendencia en el ámbito de protección de determinados derechos
humanos. Se extiende, no obstante, al análisis desde una perspectiva histórica y
conceptual de la tortura, tópicos desarrollados de forma breve, y un ineludible tema: la
situación actual del tratamiento y práctica de la tortura al calor de los conflictos bélicos
desatados por las potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos, en la
llamada "cruzada contra el terrorismo". El reconocimiento y protección de los derechos
humanos, conquistas logradas tras siglos de cruentos enfrentamientos del hombre a los
distintos regímenes de explotación por él mismo creados, vuelven a ponerse en un
estado de fragilidad, ante la nueva amenaza que consiste en instrumentar y legalizar
los más monstruosos tratos contra la persona y la dignidad humanas, en pro de una
pretendida seguridad nacional o estado de guerra, prácticas que ponen en peligro la
credibilidad y efectividad de las normas internacionales ratificadas por cientos de
Estados en aras de proteger a las personas de la tortura y otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes. Es por tanto, responsabilidad de todos sumarnos al
enfrentamiento contra la actitud de los máximos violadores del Derecho Internacional, y
ponderar el valor de estos instrumentos protectores de los más elementales derechos
humanos. "La Tortura es una violación seria de los derechos humanos, y estrictamente
condenada por el derecho internacional, particularmente por la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, artículo 5, el cual afirma que "Nadie será sujeto a tortura o a
cualquier otro tratamiento degradante, inhumano o castigo."

Para asegurar la protección de todas las personas ante estos abusos, las Naciones
Unidas ha desarrollado por muchos años algunos estándares universalmente
aplicables. La Convención para la eliminación de la Tortura... fue adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1984, junto con
muchas otras Convenciones, Declaraciones y Resoluciones adoptadas por la
comunidad internacional, dicha Convención claramente señala que no hay excepción
para la prohibición contra la tortura...

La Convención... no solamente especifica que los Estados signatarios prohibirán la


tortura en sus legislaciones nacionales, pero también denota explícitamente que no
existe una orden superior o circunstancia excepcional para invocar la justificación de
los actos de tortura.
Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes, Adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea
General en su resolución 39/46, de 10 de diciembre de 1984. Entrada en vigor: 26 de
junio de 1987, de conformidad con el artículo 27 (1). Considero que antes de iniciar el
análisis de la Convención debe realizarse un breve recorrido por la historia y el
fundamento de la tortura y otros tratos, que sin tener esa denominación oficial, sin
dudas eran muestra de la crueldad y el carácter inhumano de quienes lo practicaban.
En expresa referencia a las sociedades divididas en clases, con la presencia del
Estado como ente de poder y coacción en la sociedad, se hace alusión a que la tortura
se practicaba en la antigua Grecia y que fue llevada a varias de sus legislaciones por
los romanos.

Señala OCHOA DEL RÍO que "en la más antigua ley romana, como en la griega, solo
los esclavos podían ser torturados, y solo cuando habían sido acusados de un crimen.
Posteriormente también pudieron ser torturados como testigos pero con severas
restricciones. Originalmente, solo una acusación criminal contra un esclavo podía
requerir su testimonio, pero en el siglo II los esclavos pudieron ser torturados también
en casos pecuniarios. Más tarde se sumarían los hombres libres y hasta los
honestaros, estos últimos en casos de traición y otros crímenes relevantes.

Opina MACAGNO: "de esta manera la conocieron los pueblos orientales y americanos.
Los griegos la denominaron "basanos" y su uso era aconsejado por Aristóteles quien la
incluía dentro de las formas probatorias. La aplicación del "tormentum" o "quaestio" por
los romanos era similar a la de los helenos habiendo sido legislada en el Digesto.La
tortura poseía una finalidad primordialmente probatoria o averiguatoria.

En la Edad Media se retoma la tortura como uno de los métodos más empleados en los
procesos judiciales que se identificaron en esta etapa con el procedimiento penal
inquisitorio, que había sustituido ya hacia los siglos XII y XIII el tradicionalmente
empleado procedimiento acusatorio.

Este nuevo procedimiento pretendía "salvar el alma del reo", a través de la confesión
de sus pecados, aunque realmente la crueldad con que se practicaban los métodos
para obtener tal confesión se asemejaban a las ordalías y la venganza de sangre
típicos de las sociedades germanas, amén de la existencia de otras figuras como el
juramento y la tregua de Dios que caracterizaron estos procedimientos en la etapa
medieval. Los tratos crueles infligidos al reo debían procurar, como se ha dicho, su
declaración, que de suceder, en definitiva, serviría de fundamento de la sentencia
condenatoria. Mas, si el acusado era capaz de resistir tales torturas se consideraba
"purgado" el pecado y se le liberaba. La lista de tratos crueles e inhumanos a que
fueron sometidos los prisioneros durante el Medioevo es inmensa[3]Entre ellos el potro
de tortura, el tormento de la rata, el método del agua, la rueda o el cepo. En cada uno
se ponía de manifiesto la crueldad con que eran tratados, y la "sangre fría" de
verdugos, jueces y hasta eclesiásticos que participan durante la ejecución del proceso.

Con el advenimiento de la Ilustración comienza un proceso de enfrentamiento a tales


prácticas, que tuvo entre muchos de sus protagonistas a BECCARIA y VERRI, y otra
gran pléyade de penalistas y sociólogos. Ya hacia los siglos XVIII y XIX, la abolición de
la tortura era una realidad en la mayoría de los Estados modernos. Sin embargo, con el
siglo XX nuevas manifestaciones impulsaron la resurrección de la tortura y de otros
tratos y penas crueles, inhumanos y degradantes, condicionados, como afirman
algunos expertos, básicamente por la aparición de los Estados totalitarios, que
preferiría circunscribir a los Estados fascistas, y las necesidades derivadas de las
guerras modernas, en aras de obtener "indagaciones rápidas, fiables y efectivas". En el
siglo en que vivimos se impone como condición primaria la conocida amenaza
terrorista, de la cual abordaremos en algunos de sus detalles y consecuencias en
epígrafes posteriores. Se impone, no obstante, un breve bosquejo conceptual acerca
de la tortura, y por extensión, en algunos casos, de otros tratos crueles e inhumanos.

De esta manera repasaremos conceptos y autores de las distintas etapas del desarrollo
de la sociedad, y por antonomasia del Estado y el Derecho. ULPIANO, por ejemplo,
señala que por "quæstio (tortura) hay que entender el tormento y el sufrimiento del
cuerpo con el fin de obtener la verdad". Este pronunciamiento corresponde al siglo III
d.C. En plena Edad Media, siglo XIII opinaba AZO: "La tortura es la búsqueda de la
verdad mediante el tormento", y BOCER apuntaba que "La tortura es el interrogatorio
mediante el tormento del cuerpo, respecto a un delito que se sabe que ha sido
cometido, ordenado legítimamente por un juez con el fin de obtener la verdad", cuatro
siglos después. En el siglo XX dice el historiador LANGBEIN que "cuando se habla de
tortura judicial, nos referimos al uso de la coacción física por funcionarios del Estado
con el fin de obtener pruebas para los procesos judiciales", mientras HEATH entiende
por tortura "la imposición de un sufrimiento corporal o la amenaza de inflingirlo
inmediatamente, cuando esta imposición o amenaza se propone obtener información, o
es inherente a los medios empleados para obtener información o pruebas forenses, y el
motivo es de índole militar, civil o eclesiástica.

Órgano de vigilancia

El Comité Contra la Tortura (CAT, por sus siglas en inglés), es el órgano compuesto
por 10 expertos independientes que supervisa la aplicación de la Convención contra la
tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes por sus Estados
Partes. Supervisar la prevención de la tortura y otras penas o castigos crueles,
inhumanos o degradantes.

Un órgano de vigilancia La Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas


Crueles, Inhumanos o Degradantes fue adoptada el 10 de diciembre de 1984 por la
Asamblea General de las Naciones Unidas. Su texto, que consta de 33 artículos y al
que se han adherido o que han ratificado 58 Estados al 1? de enero de 1992, entró en
vigor el 26 de junio de 1987. En virtud del artículo 17 de la Convención se creó el
Comité contra la Tortura, que entró en funciones el 1 de enero de 1988. El Comité está
compuesto de diez expertos de gran integridad moral y reconocida competencia en
materia de derechos humanos. Los expertos, que deben ser nacionales de los Estados
Partes, son elegidos por éstos en votación secreta. Su mandato dura cuatro años y
puede renovarse. En los anexos se presentan la composición actual del Comité y la
lista de los Estados Partes. El Comité viene a ser un nuevo órgano de las Naciones
Unidas encargado especialmente de la vigilancia de un instrumento multilateral de
protección contra la tortura y otras sevicias. La Convención enuncia numerosas
obligaciones que tienen por objeto reforzar la salvaguardia de los derechos humanos y
las libertades fundamentales y a la vez otorga al Comité contra la Tortura amplias
facultades de examen e investigación que han de garantizar su eficacia práctica. En su
primera reunión, celebrada en Ginebra en abril de 1988, los miembros del Comité
contra la Tortura en particular adoptaron el reglamento y determinaron los métodos de
trabajo del Comité según lo dispuesto en la Convención.

Funcionamiento del Comité El Comité celebra normalmente dos períodos de sesiones


ordinarios cada año. También se puede convocar a períodos de sesiones
extraordinarios por decisión del Comité, a solicitud de la mayoría de los miembros del
Comité o a petición de un Estado Parte en la Convención. El Comité elige entre sus
miembros un Presidente, tres Vicepresidentes y un Relator. La Mesa así constituida
asume un mandato de dos años, que puede renovarse. El Comité puede invitar a los
organismos especializados, organismos de las Naciones Unidas interesados,
organizaciones intergubernamentales regionales y organizaciones no gubernamentales
reconocidas como entidades consultivas por el Consejo Económico y Social a que le
presenten información, documentos y declaraciones por escrito relacionados con las
actividades del Comité en virtud de la Convención. Presenta a los Estados Partes y a la
Asamblea General de las Naciones Unidas un informe anual sobre sus actividades. Los
gastos ocasionados por las actividades del Comité corren por cuenta de los Estados
Partes y se distribuyen entre ellos en proporción a sus contribuciones al presupuesto
de las Naciones Unidas. La parte correspondiente a un solo Estado no puede exceder
del 25% del total de los gastos.

Informes de los Estados Partes Presentación de los informes por los Estados Partes De
conformidad con el artículo 19 de la Convención, los Estados Partes presentan al
Comité, por conducto del Secretario General de las Naciones Unidas, informes sobre
las medidas que han adoptado para dar efecto a los compromisos contraídos en virtud
de la Convención. Deben presentar el primer informe dentro del plazo del año siguiente
a la entrada en vigor de la Convención para el Estado interesado. A partir de entonces
los Estados Partes presentan informes suplementarios cada cuatro años sobre toda
nueva disposición adoptada. Además, el Comité puede solicitar otros informes y datos.
En cada período de sesiones el Secretario General de las Naciones Unidas notifica al
Comité todos los casos en que no se ha cumplido la obligación de presentar informes.
El Comité puede transmitir entonces a los Estados Partes interesados el recordatorio
correspondiente. Para la elaboración de los informes el Comité preparó unas pautas
generales con indicaciones precisas sobre la forma y el contenido de la información
que debían presentar a fin de que el Comité tuviera un cuadro completo de la situación
de cada Estado Parte. Examen de los informes por el Comité El Comité invita a los
representantes de los Estados Partes a asistir a las sesiones en que se examinan sus
respectivos informes. También puede comunicar a un Estado Parte al que haya
decidido solicitar informaciones suplementarias que puede autorizar a su representante
a estar presente en una sesión determinada. Este representante debe estar en
condiciones de responder a las preguntas que le haga el Comité y de aclarar
determinados aspectos de los informes ya presentados por su país. Después del
examen de cada informe, el Comité puede de conformidad con el párrafo 3 del artículo
19 de la Convención, formular los comentarios generales acerca del informe que
considere apropiados. Puede en particular señalar si le parece que el Estado de que se
trata no ha cumplido determinadas obligaciones contraídas en virtud de la Convención.
Los comentarios del Comité son comunicados al Estado Parte interesado, que puede a
su vez presentar sus propias observaciones. Al finalizar su séptimo período de
sesiones, en noviembre de 1991, el Comité había examinado unos cuarenta nformes.
Facultades de investigación del Comité En virtud del artículo 20 de la Convención, el
Comité es competente para recibir informaciones e iniciar investigaciones sobre las
denuncias de que se practica sistemáticamente la tortura en algún Estado Parte. El
procedimiento previsto en el artículo 20 de la Convención está caracterizado por dos
elementos: el carácter confidencial y la búsqueda de la cooperación de los Estados
Partes interesados. La competencia que se atribuye al Comité en virtud de este artículo
es facultativa. Es decir, en el momento de ratificar la Convención o de adherirse a ella,
un Estado puede declarar que no reconoce esa competencia. En este caso, mientras
no se retire esa reserva, el Comité no puede ejercer las facultades previstas en el
artículo 20 en lo que respecta a ese Estado Parte. Reunión de información Respecto de
todos los Estados que han aceptado el procedimiento a que se refiere el artículo 20, el
Comité está facultado para recibir información sobre la práctica de la tortura. Si
considera que la información recibida es fidedigna y parece indicar con fundamento que
la tortura se practica sistemáticamente en el territorio de un Estado Parte, el Comité
invita a ese Estado a cooperar en el examen de la información y a presentar sus
observaciones al respecto. Asimismo puede solicitar información adicional a los
representantes de ese Estado, a organizaciones gubernamentales y no
gubernamentales así como a particulares con el objeto de obtener nuevos elementos
de juicio. Procedimiento de investigación Si a su juicio la información obtenida lo
justificar, el Comité puede designar a uno o más de sus miembros para que realicen
una investigación confidencial. En este caso, invita al Estado Parte de que se trate a
cooperar en la investigación. Con este objeto puede pedirle que designe a un
representante para que se reúna con los miembros encargados de la investigación y
les facilite la información que estimen necesaria. La investigación también puede
comprender, con el consentimiento del Estado Parte, una misión visitadora de los
miembros investigadores a su territorio en la cual éstos tengan la posibilidad de oír
testimonios. Los miembros encargados de la investigación presentan sus conclusiones
al Comité, que las transmite con sus propias observaciones o sugerencias al Estado
Parte interesado. Se invita a este último a informar al Comité de las medidas que
adopte en respuesta a las observaciones recibidas. Una vez concluida la labor de
investigación y previa consulta con el Estado Parte interesado, el Comité puede incluir
una descripción sumaria de los resultados de la investigación en su informe anual.
Unicamente en este caso los trabajos del Comité se dan a conocer públicamente. De
otro modo todos los trabajos y documentos pertinentes a las funciones del Comité en
virtud del artículo 20 son confidenciales. Denuncias entre Estados La aplicación con
respecto a los Estados Partes del procedimiento descrito en el artículo 21 de la
Convención está supeditada a que los Estados reconozcan la competencia del Comité
en esta materia. El Comité puede recibir y examinar una comunicación en que un
Estado Parte sostenga que otro Estado Parte no cumple las obligaciones que le impone
la Convención siempre que los Estados hayan hecho la declaración prevista en el
artículo 21. Los Estados recurren al Comité El procedimiento comprende dos fases. Si
un Estado Parte estima que otro Estado Parte no cumple una de sus disposiciones de
la Convención, primero puede señalar el asunto a la atención de este Estado mediante
una comunicación escrita. El Estado que recibe la comunicación debe proporcionar,
igualmente por escrito y en un plazo de tres meses, las explicaciones que sean
nedesarias para aclarar el asunto. Si los Estados Partes no llegar a resolver el asunto
entre ambos, cualquiera de ellos puede someterlo al Comité, que invariablemente
celebra sus sesiones a puerta cerrada. Para que el Comité pueda examinar un asunto
es preciso que se hayan agotado todos los recursos de la jurisdicción interna del
Estado acusado de incumplimiento, salvo cuando la tramitación de los mencionados
recursos se prolongue injustificadamente o no sea probable que con ellos obtenga
reparación la víctima de la violación. Solución amistosa del asunto Si se reúnen estas
condiciones, el Comité procura llegar a una solución amistosa del asunto basada en el
respeto de las obligaciones previstas por la Convención, poniendo sus buenos oficios a
disposición de los Estados Partes interesados y designando, según proceda, una
comisión especial de conciliación. En esta fase, el Comité puede pedir a los Estados
Partes toda la información pertinente y éstos a su vez pueden presentar sus
observaciones verbalmente o por escrito y enviar representantes suyos a las sesiones
en que el Comité examina el caso. Dentro de los 12 meses siguientes el Comité debe
presentar un informe con una breve exposición de los hechos y de la solución
alcanzada, si se ha llegado a una solución amistosa; de lo contrario, debe exponer
únicamente los hechos más las observaciones formuladas por los Estados interesados.
El informe se transmite enseguida, por intermedio del Secretario General de las
Naciones Unidas, a los Estados Partes interesados. Denuncias de particulares Al igual
que otros instrumentos internacionales de derechos humanos, la Convención contra la
Tortura reconoce a los particulares, en determinadas circunstancias, el derecho de
denunciar ante el Comité la transgresión por un Estado Parte de una o más de sus
disposiciones. Para que el Comité pueda recibir y examinar las comunicaciones de
particulares contra Estados Partes, los Estados de que se trate deben haber
reconocido expresamente su competencia en esta materia. Las sesiones en que el
Comité examina las denuncias de particulares se celebran siempre a puerta cerrada.
Características

La Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o


Degradantes, fue adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea
General en su Resolución 39/46, de 10 de diciembre de 1984, entrando en vigor, de
conformidad con su artículo 27.1 el 26 de junio de 1987. Esta Convención se inspira
básicamente en lo que postula la Carta de Naciones Unidas, en su artículo 55, en
cuanto a la intención de promover el respeto universal y la observancia de los derechos
humanos y las libertades fundamentales, así como en el artículo 5 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos y el artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, que proclaman que nadie será sometido a tortura ni a tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes. Parte además del antecedente que constituyó la
Declaración sobre la Protección de Todas las Personas contra la Tortura y Otros Tratos
o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, aprobada por la Asamblea General de
Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1975, y particularmente se sustenta en lo que en
su parte inicial consagra como el deseo de "hacer más eficaz la lucha contra la tortura y
otros tratos o penas crueles, inhumanos en todo el mundo".

Está constituida por 33 artículos, distribuidos en tres partes. En la primera de ellas se


detiene en la definición de la tortura, la exigibilidad de instrumentación de las
legislaciones internas contra esta práctica, haciendo expresa prohibición de prevalencia
para su ejercicio de algunas circunstancias excepcionales tales como estado de guerra
o amenaza de guerra, inestabilidad política interna o cualquier otra emergencia pública,
y las observaciones generales para su aplicación , partiendo de la idea de que será en
todo momento entendida la tortura como delito de acuerdo a las leyes penales de los
Estados partes de la Convención.

En la segunda parte se implementa la creación de un Comité contra la Tortura[7]al cual


todos los Estados partes deben presentar informes periódicos sobre la manera en que
se realizan los derechos humanos protegidos por esta Convención[8]Posteriormente se
recogen las cuestiones esenciales de procedimiento y competencias de dicho Comité.
En la tercera parte se declaran las posibilidades de ratificación o adhesión de la
presente Convención por los Estados, así como otros elementos particulares, entre
ellos el establecimiento de la vía judicial para la solución de conflictos en caso en que
no prospere la negociación inter partes o el arbitraje, cuestiones sobre los idiomas
auténticos del texto de la Convención, fecha de entrada en vigor y lo relacionado con
las firmas, adhesiones y ratificaciones de la misma.

La Convención entiende por tortura, en su artículo 1:


"todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos
graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero
información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se
sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por
cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o
sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de
funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. No se
considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de
sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a éstas."

Como puede apreciarse, el concepto ha de extenderse a otros tratos o penas que van
estrechamente ligadas al propósito mismo de la tortura, y que con muy poca distinción
trascienden miles de años desde que el hombre realizó por primera vez estas prácticas
crueles e inhumanas.

Para comprender la coincidencia de los conceptos de tortura y los de tratos o penas


crueles, inhumanos o degradantes, el catedrático español Javier PÉREZ ROYO brinda
algunos elementos, con los que comulgo plenamente, entre ellos, el hecho de que en
ambos casos se infligen padecimientos físicos y/o psíquicos, se hacen además de una
manera vejatoria y persiguen el objetivo de anular la voluntad de la víctima y obligarla a
hacer lo que de otra manera no haría.
El espíritu de la Convención también va a tono con la realidad histórica que se impone.
Para muchos, esta norma internacional ya llegaba cuando se cerraba un capítulo
cruento para la historia de la humanidad, en plenitud de la guerra fría, y que había
tenido su principal escenario en América Latina, con los regímenes dictatoriales bien
conocidos, y en pleno auge de un conjunto de macabras operaciones secretas
destinadas a acabar con todo indicio de progreso y democracia en nuestro hemisferio,
a costa del sacrificio y el abuso contra la persona de miles de luchadores y militantes
de izquierda. Sin embargo, persistían algunas dictaduras, y las horrendas prácticas,
como citaremos posteriormente a manera de ejemplo, traspasaban las fronteras de
América y se realizaban en múltiples países de distintas áreas geográficas.

No obstante, para poder aquilatar el alcance de la Convención, además de las citadas


normas inspiradoras, que recoge en su parte inicial expresamente el texto de este
instrumento, quisiera hacer alusión a otras normas que regulan de alguna manera la
prohibición de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Una
de ellas son las llamadas Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos, adoptadas
por el Primer Congreso de Naciones Unidas para la Prevención del Delito y
Tratamiento del Delincuente, en fecha de 30 de agosto de 1955 y aprobadas por el
Consejo Económico y Social de Naciones Unidas el 31 de julio de 1957. El artículo 31
de estas Reglas señala que "las penas corporales, encierro en celda oscura, así como
toda sanción cruel, inhumana o degradante quedarán completamente prohibidas como
sanciones disciplinarias". Los artículos 32 y 33 también se pronuncian sobre este
particular.

El Protocolo Adicional II a los Convenios de Ginebra, sobre la protección de las


víctimas de conflictos armados no internacionales, de 1977 y ratificado por Cuba en
junio de 1999, señala en uno de sus apartados relativos al Trato humano (PII.4), en
cuanto a las garantías fundamentales que: "Todas las personas que no participen
directamente en las hostilidades serán tratadas con humanidad en toda circunstancia.
Estén o no privadas de libertad, se puntualiza que tienen derecho a que se respeten en
su persona, su honor, sus convicciones y prácticas religiosas", prohibiéndose
expresamente:

a) Los atentados contra la vida, la salud y la integridad física o mental, en particular:

i. El homicidio;

ii. La tortura;

iii. Las penas corporales;

iv. Las mutilaciones;

b) Los atentados contra la dignidad personal, en especial humillante y degradante.

E incluso, la amenaza con cometer estos actos.

En 2002, la Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos, emitió


la Resolución 2002/2[13] que demuestra la clara preocupación por el tratamiento
actual del tema de la tortura, a través de un conjunto de hechos ligados a la lucha
contra el terrorismo, y que orientan a un conjunto de Estados a la flagrante práctica de
esta conducta prohibida y repudiada por la comunidad internacional, y protagonizada
por algunos de los propios Estados partes de la Convención. Algunos de los hechos
más representativos de este fenómeno, serán abordados, como se ha anunciado, más
adelante. Por último, y aun cuando quedan un conjunto de normas que por cuestiones
razonables de espacio no pueden ser analizadas en este artículo, quisiera referirme al
Programa de 12 Puntos para la Prevención de la Tortura, adoptado por Amnistía
Internacional en octubre de 1983, que muestra un conjunto de medidas para evitar a
toda costa la práctica de la tortura y otros tratos igualmente crueles e inhumanos,
partiendo del hecho de que "la tortura es una violación fundamental de los derechos
humanos, condenada por la Asamblea General de la Naciones Unidas, como ofensa a
la dignidad humana y prohibidas por las legislaciones nacionales y por el derecho
internacional".

Estos puntos, básicamente, son:

1. Condena oficial de la tortura,

2. Límites a la detención en regímenes de incomunicación,

3. Eliminación de las detenciones secretas,

4. Salvaguardas durante el período de detención e interrogatorios, (incluyendo


inspecciones, exámenes de reglamentos para la detención e interrogatorios,
separación de las autoridades encargadas de realizar uno y otro proceso, etc.)

5. Investigación independiente de los informes sobre torturas,

6. Invalidez legal de declaraciones obtenidas con tortura,

7. Prohibición legislativa de la tortura,

8. Enjuiciamiento de presuntos torturadores,

9. procedimientos de capacitación a funcionarios relacionados con la detención e


interrogatorios,

10. Compensación y rehabilitación de las víctimas de torturas,

11. Reacción internacional,


12. Ratificación de instrumentos internacionales que protegen a las personas contra la
tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.

Las intenciones de esta organización son loables, pero la práctica ha demostrado y


sigue demostrando que muchos de esos puntos aún continúan siendo solo
aspiraciones.

Derechos Instituidos

Con toda intención se ha afirmado la existencia de un Derecho Internacional de los


Derechos Humanos. Dentro de las particularidades de sus normas está el hecho de
poseer un carácter ius cogen y de ser en su mayoría normas self-executing, con lo que
se garantizaría una protección más efectiva de los derechos humanos y su
incorporación inmediata a los ordenamientos jurídicos internos de los Estados
signatarios, salvándose en muchos espacios la contradicción entre Derecho nacional y
Derecho internacional, que en algunos casos impone ciertas trabas en el proceso de
conversión de este último al ámbito jurídico nacional.

Por otra parte, respecto al reconocimiento y protección de los derechos humanos,


existen innumerables referencias, y múltiples estudios que abarcan desde su origen,
naturaleza, tipologías, hasta la propia tutela internacional. Por tanto, trataré
explícitamente de abordar algunos de los derechos que protege la Convención aquí
analizada.

Independientemente que los derechos humanos posean un origen discutido y se


debatan entre corrientes iusnaturalistas que los sitúan como resultado de la propia
naturaleza del ser humano, y otras positivistas que recurren a su reconocimiento y
tutela legal, por parte del Estado, o quienes incluso comparten ambas posturas, lo
cierto es que su diseño conceptual y sus criterios de clasificación parten de la
concepción liberal. De esta manera, estos derechos han ido situándose en el tiempo a
partir de generaciones, que van desde los primeros derechos individuales reconocidos
al calor de las revoluciones burguesas, entre ellos el derecho de propiedad, y un amplio
conjunto de libertades civiles y políticas, pasando luego por derechos socio-
económicos y culturales, como resultado del tránsito del Estado Social de Derecho y de
la extensión del campo socialista, hasta la consagración de derechos
medioambientales, de carácter colectivo, pudiéndose hablar incluso de nuevas
generaciones, que apuestan por la protección efectiva de los derechos genéticos,
informáticos, de homosexuales, entre otros.

Si tomamos como referencia la clasificación que nos comenta la profesora GÓMEZ


SÁNCHEZ partiendo de PÉREZ TREMPS, la Convención, protege, por su contenido
material, derechos de ámbito personal, referidos a la naturaleza misma del hombre,
entre ellos la integridad física y moral, así como derechos de la esfera privada, como el
derecho al honor. Estos derechos por su naturaleza intrínseca son asimismo derechos
de libertad, o como señalan otros autores, derechos de abstención, pues el Estado
debe procurar protegerlos, absteniéndose tanto este como el resto de los sujetos en la
sociedad, de impulsar actos que atenten contra el desarrollo efectivo de los mismos, lo
que hace patente que estamos hablando además de derechos de carácter individual.

Sobre esta base pude coincidirse en que la protección que procura la Convención va
especialmente destinada a estos derechos, que pueden concretarse en la integridad
física, psíquica y moral, el derecho al honor, y básicamente a lo que trataremos
respecto a la dignidad humana como máxima aspiración, como elemento de conjunción
de todos los derechos humanos.

PÉREZ ROYO aclara que la mención propia de la tortura y de los tratos inhumanos y
degradantes podría resultar hasta superflua, en la medida en que su prohibición está
implícita en el propio reconocimiento de los derechos mencionados ut supra por lo que
el derecho a la integridad física y moral, particularmente, no solo protege frente a la
tortura y de los tratos inhumanos y degradantes, sino "frente a cualquier intervención
sobre el cuerpo o el espíritu no consentida, que suponga una lesión o menoscabo en
los mismos". No obstante, queda claro que el espíritu de la Convención se concentra
en proteger este derecho, prioritariamente.

Respecto a la protección del derecho al honor, parece advertirse en muchas de las


prácticas prohibidas por la Convención que este puede ser lacerado. Para comprender
el por qué, baste revisar lo que el Tribunal Constitucional español pronuncia en su
sentencia 85/1992: "(el derecho al honor) un derecho fundamental (…) que derivado de
la dignidad de la persona, confiere a su titular el derecho a no ser escarnecido o
humillado ante uno mismo o ante los demás…".

En consecuencia más allá de las presuntas restricciones de este derecho a la fama o la


propia estimación considero que se trata de un atentado contra la dignidad humana,
por lo que en un primer plano habría de reconocerle a la Convención un papel efectivo
en su tutela, y por otro lado, habría que admitir la necesidad de recurrir al menos a un
breve análisis de la dignidad, ese concepto especialmente reconocido y protegido en
múltiples normas tanto internas como internacionales.

Dignidad sería, "el valor de cada persona, el respeto mínimo a su condición de ser
humano, respeto que impide que su vida o su integridad sea sustituida por otro valor
social.

En resumen, trata de proteger esta trascendental norma de Derecho internacional


elementales derechos individuales, que reflejan el respeto a la persona en sí. Esto
también va en consonancia con el carácter ya expresado de la normas protectoras de
los derecho humanos de ser ius cogens y autoaplicativas. Un ejemplo de esto lo ofrece
el catedrático DE VERGOTTINI, cuando analiza la realidad del Convenio Europeo de
Derechos Humanos (CEDH), así como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos de 1966, en cuanto a la previsión de que los Estados parte puedan adoptar
medidas derogatorias en materia de derechos humanos cuando determinadas
situaciones excepcionales lo exijan, al comentar que en razón a lo dispuesto por el
CEDH "la derogación de las garantías de los derechos previstos por el convenio no
puede referirse al derecho a la vida, a la prohibición de torturas y tratos inhumanos y
degradantes, a la prohibición de reducción a la esclavitud…", entre otros[17]

Pero todos sabemos que la necesidad de seguridad, como afirma este profesor, ha
asumido un "papel prioritario" ante las amenazas terroristas y las nuevas escaladas
bélicas, que presuponen una justificación, en su máxima amplitud, del recurso de la
fuerza, en detrimento de los ordenamientos jurídicos y de sus normas protectoras,
especialmente en materia de derechos humanos. Por ello, pretendo finalizar este
artículo con un necesario análisis de algunos de los aspectos actuales que ponen en
grave peligro el interés protector de muchas normas internacionales, y particularmente
la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes, y que informan que más allá de su indiscutible trascendencia aún queda
mucho camino por andar para lograr su verdadera e indubitada efectividad.
Estados partes que se comprometieron a su cumplimiento

ESTADOS PARTES: Afganistán, Albania, Alemania, Antigua y Barbuda, Arabia


Saudita, Argelia, Argentina, Armenia, Australia, Austria, Azerbaiyán, Belarus, Bahréin,
Bangladesh, Bélgica, Belice, Benín, Bolivia, Bosnia y Herzegovina, Botswana, Brasil,
Bulgaria, Burkina Fasso, Burundi, Cabo Verde, Camboya, Camerún, Canadá, Chad,
Chile, China, Chipre, Colombia, Corea del Sur, Costa de Marfil, Costa Rica, Croacia,
Cuba, Dinamarca, Djibuti, Ecuador, Egipto, El Salvador, Eslovaquia, Eslovenia,
España, Estados Unidos, Estonia, Etiopia, Federación de Rusia, Filipinas, Finlandia,
Francia, Gabón, Georgia, Ghana, Grecia, Guatemala, Guinea, Guinea Bissau, Guinea
Ecuatorial, Guyana, Honduras, Hungría, Indonesia, Irlanda, Islandia, Israel, Italia,
Japón, Jordania, Kazajstán, Kenia, Kirguistán, Kuwait, Letonia, Lesoto, Líbano, Libia,
Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Macedonia, Malawi, Mali, Malta, Marruecos,
Mauricio, México, Moldava, Mónaco, Mongolia, Mozambique, Namibia, Nepal, Níger,
Nigeria, Noruega, Nueva Zelandia, Países Bajos, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia,
Portugal, Qatar, Reino Unido, República Checa, República democrática del Congo,
Rumania, Santa Sede, San Vicente y las granadinas, Senegal, Seychelles, Sierra
leona, Somalia, Sri Lanka, Sudáfrica, Suecia, Suiza, Tayikistán, Togo, Túnez,
Turkmenistán, Turquía, Ucrania, Uganda, Uruguay, Uzbekistán, Venezuela, Yemen,
Yugoslavia, Zambia.
Que derechos se cumplen y cuales no se cumplen en Guatemala

El tema de la tortura pareciera un tema lejano, remoto o simplemente inconcebible en


la sociedad moderna. Guatemala ha enfrentado numerosos casos de impunidad que
acarrea desde el conflicto armado interno acaecido en el país, pudiendo evidenciar
violaciones a los Derechos Humanos bajo términos como “limpieza social” que amparó
los tratos crueles, inhumanos o degradantes. Lo anterior, sin tomar una postura
sociopolítica, sino refiriéndose expresamente a las violaciones en materia de derechos
humanos. Sin lugar a duda, se vuelve innegable que la tortura sigue siendo una
práctica de amplio uso, que en la actualidad rebasa la capacidad de respuesta de las
entidades competentes . Para establecer un común acuerdo sobre el tema en cuestión,
cabe considerar lo que la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes define como tortura: “todo acto por el cual se inflija
intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o
mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de
castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de
intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en
cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infringidos
por un funcionario público y otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a
instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia” . Existen numerosas
definiciones contempladas en la doctrina y en otros instrumentos internacionales, sin
embargo; se coloca la que antecede con el fin de iniciar el análisis desde una base
común. La tortura, entonces, es un medio de agresión al funcionamiento psicológico y
social de la víctima, el torturador es provocado por una aspiración no solamente a
incapacitar de manera psicológica a sus víctimas, sino atacar la personalidad de las
mismas, teniendo un doble objetivo: el físico y el mental. El bien jurídico tutelado
consiste en la integridad física y moral de la persona, sin embargo; este delito es
pluriofensivo, debido a que lesiona, además del bien jurídico tutelado, otros que
concurren también, como el derecho a la integridad psíquica, el derecho al bienestar
personal, el derecho a no padecer sensaciones de dolor o sufrimiento y el derecho a la
propia imagen. Habiendo abordado brevemente el tema de la tortura, cabe indagar en
la conceptualización de los tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes. A
diferencia de la tortura como tal, los tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes
no son objeto de una definición precisa en la Convención contra la Tortura y otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de la Asamblea General de las
Naciones Unidas, ni en otro instrumento de derechos humanos, generando así cierta
incertidumbre para distinguir el momento en que se está en presencia de otras formas
de malos tratos o al momento en que se está en presencia de actos de tortura. Cabe
mencionar que el artículo 5 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar
la Tortura establece que la existencia de estado de guerra, amenaza de guerra, estado
de emergencia, disturbios internos u otro tipo de emergencias no puede ser invocado
para justificar la perpetración de actos que puedan ser calificados de tortura. Asimismo,
en Cantoral Benavides, la Corte estableció que, independientemente de si ciertos actos
son constitutivos de tortura, de tratos crueles, inhumanos o degradantes o de ambas
cosas, corresponde dejar claro que... son comportamientos estrictamente prohibidos
por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos . Existen varios derechos
fundamentales y figuras jurídicas que convergen en la protección contra la tortura y
otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, dentro de los cuales pueden
mencionarse: la privación de la libertad que abarca figuras constitucionales como: la
detención legal, la notificación de la causa de detención, los derechos del detenido y el
interrogatorio a detenidos o presos. El Código Penal de Guatemala también regula
algunos temas relacionados como la pena de prisión, pena de arresto y la privación de
libertad de la mujer contemplada en los artículos 44, 45 y 46 del mismo cuerpo
normativo. Tanto en la Constitución Política de la República de Guatemala como en el
Código Penal de Guatemala, se observa que siempre existe una responsabilidad
directa del Estado y una protección a los detenidos o reclusos, que impide la aplicación
de la tortura y tratos crueles a los mismos, siendo el Estado el único facultado para
poder privar la libertad y sancionar al individuo, una vez se hayan superado las etapas
correspondientes del proceso penal, garantizando los derechos de los detenidos y
reclusos. A manera más detallada, cabe referirse estrictamente a la protección
constitucional de los privados de libertad. Es obligación del Estado velar porque los
derechos fundamentales y humanos se respeten pues, si bien es cierto que las
personas detenidas o privadas de libertad ven afectado su derecho de locomoción en
forma temporal, esto no implica que se les restrinjan los derechos fundamentales. Para
referirse a los derechos humanos y fundamentales que garantiza la Constitución
Política de la República de Guatemala en los centros penitenciarios, es necesario
establecer que los derechos fundamentales son aquellos que son inherentes a la
persona, y que la Constitución Política, como Carta Magna y norma suprema del
ordenamiento jurídico guatemalteco, reconoce y garantiza para los habitantes de la
nación, y como objeto de la investigación, se brinda especial atención a las personas
privadas de libertad que se encuentren recluidas en los centros penitenciarios del país.
Dentro de estos derechos pueden mencionarse: a) El derecho a la vida como base
esencial para la realización de todos los demás derechos consagrados en el texto
constitucional. Este derecho se regula en los artículos 1, 2 y 3 de la Constitución
Política de la República de Guatemala, con especial responsabilidad del Estado de
Guatemala para salvaguardar la vida de todos los habitantes de la República. b) El
derecho a la integridad personal concebido como la misión del Estado de proteger y
salvaguardar el bienestar de su población. Respecto a las personas privadas de
libertad, la Constitución Política contempla una serie de normas específicas para su
resguardo. Sobresale el artículo 6 que establece que toda persona privada de libertad
debe ser puesta a disposición de la autoridad judicial dentro de las seis horas
siguientes a partir de su arresto. c) El derecho a la dignidad humana se plasma en la
obligación del Estado de proteger los derechos del hombre, como individuo, y a la
familia, el derecho a la seguridad y desarrollo integral de la persona. El artículo 19 del
cuerpo constitucional establece una serie de normas mínimas que deben cumplir en los
veintitrés centros penitenciarios indicando que deben tratarse a los detenidos como
seres humanos, no pudiendo infringírseles acciones denigrantes. d) El derecho de
defensa es un derecho primordial ya que, a través del ejercicio de éste, garantiza el
debido proceso en todas sus etapas, desde la aprehensión hasta que se dicte
sentencia. El mismo se plasma en el artículo 12 de la Constitución Política. Consiste en
la observancia por parte del órgano jurisdiccional, del fiel cumplimiento a todas las
normas relativas a la tramitación del proceso y el derecho de las partes de obtener un
pronunciamiento que concluya el proceso judicial. e) Otro derecho aplicable es el
derecho de petición consagrado en el artículo 28 constitucional que regula la facultad y
derecho de las personas a dirigir peticiones a la autoridad, ya sea individual o
colectivamente, estableciendo la obligación del órgano o ente ante el cual se formule la
solicitud de resolver, favorablemente o denegando la pretensión dentro del plazo que la
ley establece. Este derecho es relevante en el caso de peticiones de los reclusos. f) El
derecho a la salud es un derecho fundamental e inviolable para cualquier persona y,
con singular razón, a las personas privadas de libertad, en cuyo caso, la
responsabilidad directa recae en el Estado, debiendo brindarle los medios necesarios
para que tengan acceso a consultas médicas, tratamientos y cualquier otra forma de
cuidado de su salud. Cabe hacer énfasis en que, el hecho de estar en la condición de
recluso, no significa perder derechos o vivir en condiciones infrahumanas. g) El
derecho a la educación es un tema clave en la sociedad en general y también lo es al
analizar a la población reclusa. Este tema es delicado, especialmente en la materia de
adolescentes en conflicto con la ley penal, pues el Estado es el responsable de velar
por la educación de los mismos, así también, de la población reclusa en general para
su futura reinserción a la sociedad al momento de cumplir su condena. h) Ante esta
lista, cabe considerar como último, el derecho al trabajo regulado en el artículo 101 del
cuerpo constitucional. Resalta este artículo constitucional debido a que el trabajo figura
como medio de sostenimiento económico para las personas, entre éstas también los
reclusos. Los artículos anteriormente listados figuran como derechos mínimos, más no
únicos, que amparan a la población carcelaria del país y, especialmente, los que
figuran en las literales g) y h) son objeto de análisis pues deben interpretarse a la luz
del artículo 19 de la Constitución Política de la República de Guatemala, pues el
Sistema Penitenciario tiene como finalidad la readaptación social y la reeducación de
los reclusos.
Conclusiones

1. Según lo expuesto se puede concluir que: a nivel internacional, es evidente la


práctica de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes
en contra de las personas, no pudiendo escapar de dicha práctica el Estado de
Guatemala.

2. No obstante, la realidad política, económica y social de Guatemala, y


principalmente el deterioro y deficiencia del Sistema Penitenciario, lo hace un
país donde aún se cometen delitos de tortura y la práctica de otros tratos o
penas crueles inhumanos o degradantes, tanto por agentes públicos y
particulares, a nivel individual y crimen organizado.

3. A pesar que Guatemala ya cuenta con el la estructura jurídica, elemento


indispensable mas no suficiente, el sistema penitenciario actual, es decir, la
realidad carcelaria, hace inviable e imposible que la misma sea aplicable en su
totalidad. Como se exponía en el segundo apartado, es necesario una reforma
del sistema penitenciario para que las normas jurídicas con las que se cuentan,
sean aplicables.
Egrafía

https://unis.edu.gt/wp-content/uploads/2018/08/Arti%CC%81culo-4-Ana%CC%81lisisAplicabilidad-
Mecanismo.pdf

https://www.monografias.com/trabajos94/elementos-trascendentales-convencion-tortura-y-otros-
tratos/elementos-trascendentales-convencion-tortura-y-otros-tratos.shtml

https://www.ohchr.org/Documents/ProfessionalInterest/cat_SP.pdf

http://pdhre.org/conventionsum/torsum-sp.html
Anexo
ANEXO II
COMUNICADO DEL CASO EJECUCIONES
EXTRAJUDICIALES Y TORTURA (plan
gavilán).
El 29 de octubre de 2018 la Fiscalía Especial contra la Impunidad del Ministerio Público, con el
apoyo de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, develó el caso
conocido como: “Ejecuciones Extrajudiciales y Tortura”. En esa fecha se realizaron 14
allanamientos y se ejecutaron cuatro de cinco órdenes de captura emitidas por el Juzgado
Mayor Riesgo A. Un sindicado, quien servía como Viceministro de Gobernación, permanece
fugado. El caso se encuentra actualmente en audiencia de primera declaración. La investigación
evidenció ejecuciones extrajudiciales y torturas cometidas por una estructura criminal paralela
que operaba desde el Ministerio de Gobernación durante el período del 2004 a 2007.

Contexto:

En 2005 se fugaron 19 privados de libertad de la cárcel “El Infiernito”. Las autoridades del
Ministerio de Gobernación pusieron entonces en marcha el llamado Plan Gavilán con el
objetivo de recapturar a los prófugos. La estructura criminal utilizó la infraestructura y recursos
del Estado para ubicar a los fugados. Una vez ubicados, grupos armados ilegales del Ministerio
de Gobernación y la PNC ejecutaban a los detenidos. Algunos de los que no fueron ejecutados
fueron víctimas de torturas. De esta manera la estructura, que operaba en el Ministerio de
Gobernación y en la Policía Nacional Civil, cometió graves violaciones al debido proceso y a los
derechos humanos de las personas quienes, estando ya bajo su custodia, fueron ejecutadas
extrajudicialmente o torturados. Miembros de esa estructura fueron investigados y juzgados en
2013 por hechos diferentes. En esta oportunidad, la investigación se refiere a 7 hechos
nuevos que no han sido juzgados en tribunales nacionales o extranjeros. Esto es: víctimas
nuevas ejecutadas en fechas y lugares diferentes.

En el marco de este caso, el 29 de octubre el Juzgado de Mayor Riesgo A emitió orden de


captura contra el Viceministro de Gobernación Kamilo José Rivera Gálvez, nombrado en enero
de 2018 como responsable del área de seguridad. El Sr. Rivera es señalado de cometer
ejecuciones extrajudiciales cuando servía como miembro del Comando Antisecuestros de la
PNC en el año 2005. El Sr. Rivera escapó el día de los operativos y se encuentra prófugo,
habiendo sido declarado en rebeldía por el Tribunal. El mismo día de su fuga, el Viceministro
presentó su carta de dimisión.

Entre los capturados se encuentra también el ex Ministro de Gobernación Carlos Roberto


Vielman (2004 – 2007), quien presuntamente encabezó la estructura y participó directamente
en actos de tortura, según el testimonio directo de algunas de las víctimas.

El alto perfil de las personas vinculadas a proceso ha desatado una fuerte campaña de
descalificación y desinformación contra la labor de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad del
Ministerio Público y la CICIG. Ante informaciones que no se ajustan a la realidad o son
tendenciosas, la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala-CICIG- se permite
informar:

Alegaciones:

Con respecto al respeto del principio non bis in ídem

Los ilícitos que están siendo señalados corresponden a hechos nuevos y distintos a los
presentados en casos anteriores. Se trata, en concreto, de 7 presuntos actos delictivos (3
ejecuciones extra judiciales y 4 torturas), acciones que no han sido ventiladas ni imputadas en
tribunales nacionales o extranjeros con anterioridad. Por lo tanto, no hay violación al principio
procesal que refiere que nadie debe ser perseguido penalmente más de una vez por el mismo
hecho (non bis in idem, Artículo 17 del Código procesal Penal).

Contrariamente a lo que se ha señalado, al Sr. Carlos Vielmann no se le imputa la pertenencia a


la estructura criminal que operaba en el Ministerio de Gobernación (asociación ilícita) dado
que en la época de los sucesos no estaba en vigor la Ley de Delincuencia Organizada. Lo que se
le imputan son delitos específicos de tortura y ejecuciones extrajudiciales, que no han sido
juzgados con anterioridad.
Los hechos juzgados por la Audiencia Nacional de España, en el caso del imputado Carlos
Roberto Vielmann Montes, refieren a otros eventos, ocurridos en tiempo y lugar diverso,
relativos a ejecuciones extrajudiciales de víctimas distintas de las que ahora le están siendo
imputadas, tal como se detalla a continuación:

Imputaciones de ejecuciones extrajudiciales anteriores Víctimas ejecutadas extrajudicialmente


en Guatemala y en España (Que se les imputan a los sindicados actualmente en
Caso Ejecuciones Extrajudiciales y Torturas)

 Edwin Santacruz Rodríguez (“Río Hondo”) 3 de  Hugo Humberto Ruiz Fuentes 14 de noviembre
noviembre 2005 de 2005

 Julián Morales Blanco y José María Maldonado  Douglas Sadiel Arauz Palacios 20 de diciembre
Sosa (“Las Cuevas”) 1 de diciembre de 2005 de 2005

 José Abraham Tiniguar Guevara (Pavón) 25 de  Adonis Asael Murillo 20 de diciembre de 2005
septiembre de 2006

 Mario Misael Castillo (Pavón) 25 de septiembre


Personas torturadas, imputadas a los sindicados en la
de 2006
actualidad
 Jorge Eduardo Batres Pinto (Pavón) 25 de
septiembre de 2006
 Marco Tulio López y López 23 de octubre 2005
 Luis Alfonso Zepeda González (Pavón) 25 de
septiembre de 2006  Luis Humberto Arana Sarceño 23 de octubre
2005
 Carlos René Barrientos Vásquez (Pavón) 25 de
septiembre de 2006  Julio Oswaldo García Palacios 19 de noviembre
de 2006
 Gustavo Adolfo Correa Sánchez (Pavón) 25 de
septiembre de 2006  Isaías López Castillo 25 de octubre de 2005

 Erick Estuardo Mayorga Guerra (Pavón) 25 de


septiembre de 2006

De la calidad de la evidencia.

Han circulado fuertes críticas a algunos testigos privados de libertad, cuestionando su


credibilidad y por ende la solidez de la investigación.

La evidencia en el caso incluye más de cincuenta declaraciones testimoniales de ciudadanas y


ciudadanos guatemaltecos que fueron testigos de los hechos, algunos de ellos porque
estuvieron presentes en el lugar de la comisión de los mismos y otros que tuvieron
conocimiento de los hechos por razón del cargo que desempeñaban en ese momento, como
policías nacionales civiles y funcionarios del Organismo Judicial, entre otros. Cada uno de estos
ciudadanos ha dado su testimonio con valentía y con el único propósito de colaborar con la
verdad y la justicia.

Además de las declaraciones testimoniales presentadas, tanto las realizadas en la sede del
Ministerio Público como aquellas brindadas ante juez competente en calidad de anticipo de
prueba, existen documentos oficiales que ratifican lo manifestado por testigos, así como
pericias científicas que fortalecen la hipótesis del caso.

De los más de 50 testimonios, 4 son de privados de libertad. Estos testigos han hablado
únicamente sobre los hechos de torturas de las que fueron víctimas directas. Sus testimonios
no servirán como evidencia en materia de ejecuciones extrajudiciales. Esas cuatro
personas siguen cumpliendo su condena en calidad de detenidos y en ningún momento han
sido favorecidos o han recibido beneficio penitenciario o de cualquier otra índole. No son
colaboradores eficaces ni tendrán reducción de pena alguna por su testimoni

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