Вы находитесь на странице: 1из 20

En un ensayo de compresión triaxial, las fuerzas externas que

actúan sobre la probeta pueden definirse según dos


componentes:

a.- La presión isotrópica, definida como la media de las tres


tensiones principales en efectivas, es decir

Dado que σ´2 = σ´3 tendremos

b.- El desviador, que es simplemente

q = σ1 σ3

A partir de los datos de laboratorio es sencillo llegar a


estos parámetros planteando una tabla como la siguiente:

Def σ1 u Δu σ'1 σ'3 p' q A


0 900 600 0 300 300 300 0
1 989 740 140 249 160 190 89 1.57 2 1008
760 160 248 140 176 108 1.48 3 1021 772
172 249 128 168 121 1.42 4 1034 777 177
257 123 168 134 1.32 5 1043 780 180 263
120 168 143 1.26 6 1051 780 180 271 120
170 151 1.19 7 1058 780 180 278 120 173
158 1.14 8 1063 778 178 285 122 176 163
1.09 9 1068 778 178 290 122 178 168 1.06 10
1072 778 178 294 122 179 172 1.03

La primera columna es la deformación. En la siguiente están


los valores de la suma de presión en cola (600 kPa), presión
de consolidación (300 kPa), y desviador, con el formato en
que suelen presentarla muchos laboratorios.
A continuación, en la tercera, están las de lecturas de presión
intersticial, partiendo de la presión en cola. Restándole el
valor constante de esta última, se llega a la de Δu.

La quinta columna se obtiene restando, fila a fila, la tercera


de la segunda, y la sexta restándole al valor constante de
900 kPa los diferentes valores de u, ya que estos 900 kPa se
mantienen invariables durante todo el ensayo.

Las dos siguientes se calculan mediante las fórmulas para p’


y q indicadas al principio, mientras que la última, el
parámetro A de Skempton, no es más que el cociente entre
sobrepresión intersticial (Δu) y desviador (q).

Como todo esto queda algo esotérico, vamos a representarlo


gráficamente en la figura 1.

200

150
Δu

100
3

M = 0.85 1
50
Efectivas
1 Totales

0 50 100 150 200 250 300 350 400


p' (kPa)

Figura 1
Este ya es el plano de tensiones, en el que nos aparecen los
puntos (p’,q) que hemos obtenido para cada deformación de la
probeta de 300 kPa, unidos mediante una curva que va hacia
arriba y a la izquierda, hasta que a partir de un valor de p’
próximo a 165 kPa, cambia a una trayectoria vertical, y
comienza a desplazarse hacia la derecha. Es el momento en que
entra en fluencia, al alcanzar la Línea de Estado Crítico
(LEC), a la que podemos considerar como la envolvente por
encima de la cual no hay estados posibles. Puesto que estamos
en efectivas, es obvio que esta línea pasa por el origen.

La pendiente de la LEC (CSL en la literatura internacional)


se representa convencionalmente como Μ, letra griega Mu
mayúscula, aunque ya nadie se preocupa de ese detalle, y se
escribe como latina normal.

M está relacionada con el ángulo de rozamiento interno en


efectivas por la siguiente expresión:

´ 3M
sin ϕ =
6+M

Dado que, en este caso, M vale 0,85, encontramos un ángulo de


21.9º.

La LEC se dibuja a ojo, desde el origen hasta seguir el trazado


de los puntos de fluencia, o uniendo los puntos de máxima
presión intersticial. En este caso no aparece muy bien
definida esa fluencia, por lo que se ha seguido el segundo
criterio. Para ello se ha incluido en el gráfico, en línea
discontinua, la trayectoria que seguiría un ensayo drenado o
en totales, y que siempre llevará una pendiente de valor 3.
Esta constancia se deduce a partir de las fórmulas
definitorias de p’ y q, y teniendo en cuenta que σ3 permanece
constante.

Es evidente que la separación entre la recta de totales y la


curva de efectivas, medida en la escala de p’, proporciona la
variación de presión intersticial. Y si dividimos estos
intervalos por sus correspondientes ordenadas en q, obtenemos
los valores del parámetro A de Skempton.

Como ejemplo de un caso en el que se sigue el criterio de


fluencia, tenemos el siguiente (figura 2):
200

150

100

50

0
0 100 200 300 400
p´ (kPa)

Figura 2

Todo esto puede parecer complicado a primera vista, pero una


vez automatizado en una hoja de cálculo, y vinculado a un
procesador de gráficos, permite una visión detallada de la
información proporcionada por el ensayo triaxial.
Para comprobarlo vamos a introducirnos, aunque sea muy
superficialmente, en lo que se denomina trayectoria de
tensiones.

Utilizando el ejemplo anterior de la probeta de 300 kPa,


podemos dibujar el siguiente gráfico:

250

M = 0,85

200 φ' = 21,9º

150
D

100

50 A

C
0
B
0 50 100 150 200 250 300 350
p' (kPa)

Figura 3

Con el punto A representamos el estado del suelo a 22 metros


de profundidad, con el nivel freático a 1.5 metros de la
superficie, y un peso específico aparente de 15.2 kN/m3.

En esas condiciones tenemos que σ’1 valdrá 134 kPa, mientras

que σ’3 lo podemos calcular aplicando la fórmula de Jaky, en


el supuesto de que el suelo se encuentre normalmente
consolidado.

σ = σ´ ´31(1 − sin ´ϕ ) = 134 1( − sin .21 9) = 84kPa

Podemos ahora calcular los valores de p’ y q para el estado


inicial, resultando: p’ = 101 kPa

q=50kPa

Al sacarla del tomamuestras podemos estimar, aunque solo sea


como aproximación, que las presiones se anulan, pasando la
muestra al punto B.

Durante el ensayo se la somete a una compresión isótropa de


300 kPa para consolidarla, con desviador nulo, por lo que, al
final del proceso, se encontrará en el punto C.

Por último, al aplicar el desviador hasta rotura, se la lleva


al punto D.

Hemos definido así la trayectoria que ha seguido la muestra


desde su posición in situ hasta el final del ensayo, y aunque
el método de trayectorias de tensiones se utiliza para
problemas más complejos, este esbozo nos ha permitido una toma
de contacto con su fundamento.

Vamos a dar una vuelta de rosca y pasar a algo menos evidente


que lo tratado hasta ahora.
Trabajos experimentales llevados a cabo en las décadas de los
50 y 60 del pasado siglo, demostraron que muestras de suelo
llevadas a la misma consolidación, por ejemplo al punto A de
la figura 4, descargadas hasta B, y cargadas de nuevo bajo
diferentes configuraciones de p’ y q, alcanzaban la fluencia
en unos puntos del plano de tensiones que dibujaban una curva
parecida a una elipse de ecuación

Aquí p’0 es la presión de consolidación y η el cociente entre


q y p’.

Este es el modelo planteado por la escuela de Cambridge (Modelo


Cam Modificado). Hay otros más sofisticados, pero la
simplicidad de la ecuación de la elipse hace que sea este el
utilizado mayoritariamente.

Cualquier incremento positivo de p’ hará que la elipse crezca,


y p’0 se desplace a una nueva posición, más hacia la derecha,
que será la actual carga de preconsolidación, olvidándose la
anterior. Las trayectorias dentro de la elipse son
reversibles, e implican deformaciones que se aproximan a
condiciones elásticas, mientras que aquellas que salen de
ella, agrandándola, son plásticas.
350

300

250

M
200
R 1

150
Q

100 P A

η
50
1
B
0

0 50 100 150 200 250 300 350


p' (kPa) p'0

Figura 4

Volvamos a la figura 4, y supongamos que un elemento de suelo,


en una masa normalmente consolidada, se encuentra a una
profundidad tal que su posición en el plano de tensiones es
A. Si se produce una excavación en superficie, disminuirán
tanto σ´1 como σ´3, pasando al punto B. Podemos decir que en
este momento se crea el espacio interior a la elipse, en el
que el suelo tendrá un comportamiento que conocemos como
sobreconsolidado.

Si sobre esta muestra en B realizamos un triaxial, el suelo


responderá como un material casi elástico, y seguirá una
trayectoria vertical con p’ constante. Esto es poco intuitivo,
pero podemos recordar que la trayectoria drenada o en totales
seguía una recta de pendiente 3, y el parámetro A de Skempton
vale 1/3 para condiciones elásticas, lo que, en presiones
efectivas, nos lleva a esa trayectoria.
Si el desviador es suficientemente elevado, se alcanzará el
punto P, que es límite de la respuesta elástica, y se producirá
la rotura. Como ya muchos habrán interpretado, el punto P
define lo que se conoce como resistencia pico.

En la figura 5 tenemos el ejemplo de una probeta de un suelo


con una preconsolidación próxima a los 250 kPa. Se puede ver
la trayectoria vertical hasta alcanzar la elipse, momento en
que rompe de forma frágil, sin las grandes deformaciones
plásticas de los casos representados en las figura 1 y 2.
150

100

50

0
0 50 100 150
p' (kPa)

Figura 5

Si realizáramos un ensayo de corte directo sobre el suelo


sobreconsolidado, por ejemplo en el estado B (figura 4),
aplicando unos valores de carga vertical de 50, 100 y 200 kPa,
y suponiendo un estado isótropo dentro de la caja de corte,
así como teniendo en cuenta que q es el doble del máximo
cortante, la rotura del suelo se produciría en los puntos P,
Q y R de la figura 6, lo que nos llevaría al siguiente
resultado en el plano de Mohr.
100
c' = 35 kPa
R
φ' = 14º

50 Q
P

0 40 80 120 160 200

σ1 (kPa)

Figura 6

Esto sería lo que obtendríamos en el ensayo de corte directo.


Un gráfico que todos estamos acostumbrados a ver.

Los puntos P y Q se han alcanzado por rotura en el campo


elástico, dentro de la elipse, mientras que al R se ha llegado
mediante fluencia plástica. Es evidente que los procesos
físicos no son comparables, pero sin embargo, los integramos
dentro de un modelo de respuesta unitario que llamamos de
Mohr-Coulomb. Y conviene recordar que la cohesión es un
concepto derivado del estudio de materiales duros, con
resistencia a tracción.

A la vista de lo expuesto, podemos llegar a la conclusión de


que tanto la cohesión como el ángulo de rozamiento interno
obtenidos en el ensayo de corte, dependerán de la posición de
los puntos P, Q y R sobre la elipse y la línea de estado
crítico, ubicación que estará ligada a los valores que
adoptemos para σ´1 en ese ensayo.
Para comprobarlo, realicemos el corte aplicando presiones
verticales de 50, 150 y 250 kPa. El nuevo resultado será:

150
c' = 29 kPa

100 φ' = 16.3º

50

0 100 200 300

σ1 (kPa)

Figura 7

En definitiva, que los valores de c’ y φ’ que nos proporciona


un ensayo de corte directo sobre un suelo sobreconsolidado,
no son parámetros intrínsecos de ese suelo, sino que dependen
de la trayectoria de tensiones que haya seguido, y de las
condiciones que adoptemos para realizar el ensayo. De todas
formas, esto no es nuevo, pues ya lo propuso Skempton en 1964,
por las fechas en que en Cambridge se ocupaban en desarrollar
sus modelos de estados críticos.

En cualquier caso, para la mayoría de los problemas


cotidianos, es suficiente con la aproximación dada por el
corte. Pero hay ocasiones en las que puede ser más rentable
invertir un poco más de dinero en un triaxial, ya que la
información que proporciona creo que ha quedado claramente de
manifiesto.

Y puesto que hemos hablado de trayectoria de tensiones, vamos


a terminar con un ejemplo sencillo, para buscar una aplicación
práctica a todo lo anterior. Se trata de una simplificación
de un problema de ejecución de un terraplén de ocho metros de
altura sobre una capa de suelo blando.

Consideremos un punto del suelo a doce metros de profundidad,


con un φ’ de 30º, equivalente a M = 1.2, y un valor para el
parámetro A de Skempton de 0,6. Por encima tiene una capa con
peso específico aparente de 16.5 kN/m3, con el nivel freático
a 1,5 metros de profundidad, y a la que le suponemos suficiente
resistencia como para soportar las cargas; puede suponerse
que se trata de una zona mejorada con columnas de grava. La
intensidad de la carga vertical a esa profundidad de diez
metros será de 150 kPa.

Asumiendo una distribución de tensiones isótropa, los valores


de σ´1 y σ´3 en el comienzo de la capa blanda por efecto del
peso propio del terreno son

σ´1 = σ´3 = 95 kPa que proporcionan p’ = 95 kPa


q = 0 kPa

Esto corresponde al punto A de la figura 8.


200

C H B
150

F
G

100
E
D

50

A
0
0 50 100 150 200
p' (kPa)

Figura 8

Al aplicar la carga de 150 kPa, y suponiendo condiciones


drenadas, llegaríamos al punto B según
p’B = p’ + 150/3
q B = q + 150

Pero la sobrepresión intersticial generada para ese incremento


del desviador será

Δu = 150 * 0.6 = 90 kPa

que habrá que restarle a p’B, con lo que la trayectoria real


será la de A hasta C. Vemos que es imposible, ya que alcanza
la línea de estado crítico, y entrará en fluencia plástica.
En estas circunstancias podemos plantear la construcción del
terraplén por etapas, con una inicial hasta alcanzar la altura
de cuatro metros, seguida por otras dos hasta seis y ocho
metros. El primer escalón de carga hace que σ´1 se incremente
en 81 kPa, por lo que, siguiendo el mismo procedimiento, el
nuevo estado en una trayectoria drenada llevará hasta E, con
los siguientes valores:
p´E = 122 kPa
q E = 81 kPa

Para este desviador, Δu vale 49 kPa, que al restarlos a p´E


lleva hasta el punto D, próximo a la línea de estado crítico,
pero sin alcanzarla. Si dejamos esta carga parcial durante
tiempo suficiente, la sobrepresión intersticial irá
disipando, hasta que llegamos al punto E, en el que esa
sobrepresión ha desaparecido, y el suelo trabaja en efectivas.

Al aumentar la altura hasta seis metros, el incremento en la


tensión vertical es de 37 kPa, y Δu vale 22 kPa, por lo que
repitiendo el mismo proceso de cálculo, ahora desde E,
llegamos a F, y al disipar Δu se alcanza G. Por último, y
siguiendo idéntico procedimiento, se alcanza el estado final
en B sin que el suelo haya entrado en fluencia plástica.

Como puede apreciarse, es un método sencillo y muy gráfico.


Cierto que no de uso cotidiano, pero muy útil cuando hay que
actuar en zonas con suelos blandos.

En este ejemplo, y para simplificar el modelo, se ha supuesto


que el suelo se encontraba inicialmente en condiciones
hidrostáticas, con σ´1 = σ´3, pero en un caso real ambas
tensiones estarán relacionadas a través de la

Ley de Jaky, tomando σ´3 el valor:

σ´3 = 47,5 kPa


lo que lleva al punto A de la figura 9.
p’A = 63,3 kPa
q A = 47,5 kPa

Al recibir la carga del terraplén, y en condiciones drenadas,


el suelo pasará al nuevo estado en B.
p’B = 113,3 kPa
q B = 197,5 kPa

200 B

150

100

50 A

0
0 50100150200
p'(kPa)

Figura 9

Vemos que es imposible conseguir la estabilidad, por lo que,


en este caso, no sirve de nada la construcción escalonada,
aunque el problema puede resolverse mediante un tratamiento
de mejora del terreno, por ejemplo, con columnas de grava
(figura 10).
10

0
C

-10 A
Zona plástica
-20

Figura 10

El punto que estamos estudiando se encuentra en A, justo bajo


la zona de influencia del tratamiento con columnas de grava,
que lo hemos llevado hasta una profundidad de 12
metros. El terreno dentro de la zona mejorada resiste por las
razones que apuntaremos más adelante, y hace que la zona
plastificada bajo el terraplén no pueda fluir, al estar
limitada, hacia arriba, por la propia capa tratada, y
lateralmente y hacia abajo por los empujes pasivos del terreno
circundante que no ha entrado en rotura. De esta forma es
posible mantener la estabilidad de la obra, aun cuando las
columnas no se apoyen en un substrato resistente. Cierto que
se producirán asientos relativamente importantes en el
terraplén, pero se elimina el riesgo de colapso por
punzonamiento o deslizamiento.

Antes hemos indicado que la zona tratada con columnas era


estable. Veamos ahora por qué.
El punto C de la figura 10 está a cinco metros de profundidad
bajo el eje del terraplén. Con los mismos datos del ejemplo
anterior, y suponiendo que se cumple la condición de Jaky, su
estado inicial será:

σ’01 = 48 kPa

σ’03 = 24 kPa
y en el plano de tensiones:
p’1 = 32 kPa
q 1 = 24 kPa

Es el punto 1 de la figura 11.


150

100 3

50

-50

-100

-150

0 50 100 150 200

p´ (kPa)
Figura 11

Resulta evidente que si se levanta el terraplén sin ningún


tipo de tratamiento, se alcanzará inmediatamente el estado
crítico. Ahora bien, al compactar la grava de las columnas se
produce un empuje lateral sobre el terreno circundante, de
forma que estamos en un proceso de extensión triaxial, en el
que σV se mantiene constante, y σH aumenta. Para evitar
confusiones, utilizamos los subíndices V y H, ya que, desde
un punto de vista formal, σ1 sería ahora la tensión horizontal

y σ3 la vertical.
Medidas realizada en los campos de columnas de la Vega Baja
del Segura, han mostrado que la presión lateral a la
semidistancia entre puntos de inyección, en tratamientos
densos, es del orden de 95-100 kPa, por lo que, tras la
ejecución de la columna, σV seguirá valiendo 48 kPa, pero σH
habrá pasado a 119 kPa, lo que nos lleva al punto 2, cuyas
coordenadas son
p’2 = 95 kPa
q 2 = -71 kPa

En realidad, la trayectoria se aproximará a la línea de puntos,


ya que se generan sobrepresiones intersticiales que se disipan
rápidamente por la proximidad del elemento drenante que es la
columna de grava.

Al levantar el terraplén, la presión inducida a la profundidad


de cinco metros es de 172 kPa, que se suman a σV, manteniéndose

constante σH, por lo que el nuevo estado es el representado


por el punto C, de coordenadas:
p’3 = 153 kPa
q 3 = 101 kPa

Puede verse que, a pesar de la sobrecarga del terraplén, queda


dentro de la zona de estabilidad gracias a la trayectoria
seguida bajo la influencia de la presión horizontal ejercida
por las columnas.

Como puede suponerse, el efecto de las columnas de grava es


bastante más complejo, pero aquí sólo se ha pretendido exponer
la capacidad del método de la trayectoria de tensiones para
abordar problemas geotécnicos aparentemente complicados.

Вам также может понравиться