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“EL HOMBRE GRIEGO”

RESUMEN

El presente libro versa sobre la concepción del autor respecto a la idea que
actualmente tenemos sobre el hombre Griego; pero no como un ser unifacético, sino a
todas las versiones que podemos tener sobre él: como guerrero, filósofo, político, el simple
hombre griego de familia, el oyente, el hombre en el pleno sentido de la palabra, conforme
con el ideal griego de la realización del ser humano.

Este texto da una especial importancia a la visión con la cual debemos acercarnos a
nuestro objeto de estudio, a fin de contextualizarlo adecuadamente y así poder entender de
manera correcta el porqué y para que de su forma de ser y del desarrollo de su cultura. Es
así que para el presente estudio es de suma importancia saber la importancia que reviste
la visión y la audición del hombre griego para su entendimiento y concepción de la realidad
particular en la cual se desarrollan.

En relación con esto último, debemos de estar conscientes de que la concepción


griega del mundo y del ser no podemos verla de la misma forma ni entender del todo con
los ojos del hombre del siglo XX, ya que cada uno se desarrolla bajo condiciones distintas,
en un contexto que limita, o amplia su espectro visual y de entendimiento y lo hace ir hacia
un rumbo diferente y entender las cosas conforme a sus condiciones particulares. Como lo
refiere Francois Hartog, “el hombre de los derechos no puede ser el hombre de la ciudad
antigua”, refiriéndose precisamente a lo que se mencionaba.

SOBRE LOS DIOSES

Es sabido que los dioses son para los griegos el centro de su desarrollo personal y
cultural; pero, ¿que representa la divinidad para el hombre griego y en donde se sitúa este
frente a él? En la actualidad la concepción que tienen las diferentes culturas es de tipo
monoteísta, es decir, su adoración a lo divino es hacia un solo ente, un solo ser, creador de
todo lo visible y lo invisible, omnipresente, omnipotente, omnisciente, rodeado de todo un
aparato que le da vida, fuerza y sustento, basando su culto en dogmas que son impuestos
a sus adeptos por medio de sus diferentes centros de culto y sus representantes. Estos
dioses son seres perfectos incapaces de caer en tentaciones mundanas, ya que para sus
adeptos, son seres o entes perfectos. Contradictoriamente los dioses de la actualidad son
ajenos a un mundo que depende cada día más de ellos.

Las numerosas divinidades griegas no poseían estas cualidades sobrenaturales,


toda vez que no se trata de dioses eternos ni perfectos, puesto que son seres que de
alguna forma han nacido y son parte de este mundo, con virtudes y defectos. Al igual que
los hombres, los dioses griegos forman parte del cosmos, pero siempre situándose por
encima de ellos; es decir, entre el mundo de los seres humanos y el de los dioses no existe
un corte radical. La comprensión del mundo y la búsqueda de lo divino constituyen dos
actitudes que en algún momento nos pueden llegar a un mismo sitio o confundirse uno con
el otro.
Es importante mencionar que a pesar de esa concepción de relativa igualdad por ser
parte de un mismo cosmos, el hombre griego, bajo ningún concepto pretende siquiera
igualarse a ellos, existe una diferencia muy clara entre unos y los otros. Tan es así que el
griego no puede esperar de los dioses ni pedírselos, que le conceda cualquier forma de
inmortalidad de la que ellos disfrutan.

La idea de cualquier tipo de inmortalidad humana era algo fuera de los deseos de
los griegos, salvo a aquello a lo que en algún momento se refirió Sócrates al mencionar en
el dialogo “Fedón”, lo referente a la inmortalidad del alma, pero, esta alma inmortal a la que
se refiere Sócrates no es un alma humana, sino mas bien a lo que el llama un Daimón, es
decir se trata de una divinidad extraviada entre los humanos que en algún momento
volverá a con los dioses; es así, que como ya se mencionó, los hombres y los dioses
habitan el mismo mundo, pero en diferentes niveles, un mundo necesariamente
jerarquizado. La religiosidad del hombre griego lo hace que mas allá de que se aísle de
este, busque la forma de ser parte de esa armonio o perfección espiritual y estética, para
sentirse cada vez mas parte y ser digno de estar en el.

El hombre griego está ligado a sus dioses desde el mismo momento de su


nacimiento; el simple hecho de nacer ya obliga al griego a pensar en la existencia de la
divinidad y por tanto a “agradecer” de alguna manera o soldar esa deuda con los dioses,
mediante la realización de los ritos tradicionales en su honor, mismos que los dioses se
encuentran en todo su derecho de exigir. En el momento que se da el contacto entre los
dioses y sus adeptos, el culto transporta a los humanos, o los acerca a al mundo de los
dioses, dotándolos de grandeza, belleza, generosidad y dicha.

Los griegos dependen de la divinidad, ya que para ellos nada sucede en el mundo
sin el consentimiento de estos, por lo que la realización de los ritos y el culto a los dioses
se constituye como una obligación porque es importante en todo momento estar bien con
ellos, ya que nunca sabrán en qué momento requerirán de sus “servicios”. Cumpliendo con
sus deberes y honrando a sus dioses el hombre griego garantizaba contar con la
protección del ser divino.

Es así que en Grecia no existía un ámbito religioso que agrupe instituciones y/o
conductas normalizadas o debidamente establecidas a las cuales el hombre debía
apegarse estrictamente. Lo religioso se encontraba debidamente entremezclado en cada
uno de los actos que realizaba el Griego en su día a día, lo mismo en la vida privada de
cada uno de ellos, como en las actividades sociales que realizaban. Por lo que para los
griegos no existe Iglesia, ni clero ni dogma alguno.

Al griego en ningún momento se le ponía en una situación de tener que creer o no


creer o incluso de elegir entre un dios y otro, toda vez que existía la libertad de elegir a que
dios rendir culto e incluso la forma y lugar en que debía hacerlo. Esto no implica que el
griego se pudiera aislar de su convivencia con los dioses, toda vez que el culto a ellos era
parte de su cultura, por lo que de decidir no participar de ello lo aislaba necesariamente de
la sociedad, dejando de ser lo que es.
LA NATURALEZA

La naturaleza o phýsis se le considera una fuerza sobrenatural animada y viva que


permite el crecimiento de los seres vivos y permite que estos puedan desplazarse, siendo
esta también quien permite el movimiento de los astros celestes. Para Tales todos los
seres animados e incluso los inanimados participan de la psykhé que es el alma. De esta
manera el termino phýsis tiene una connotación física y el termino psykhé, se refiere mas a
la cuestión espiritual. Por su animación y vida la naturaleza se concibe más cerca de lo
divino.

Para Aristóteles, la naturaleza es propiamente un daimón y como la naturaleza del


hombre, su alma es un daimón, entre lo divino, lo físico y lo humano existe un parentesco,
una relación de connaturalidad.

El kosmos, como se definió al universo a partir del siglo VI, es considerado algo
bello, similar a la altura de los dioses y como tal se encuentra debidamente ordenado y
regulado, solo así podría contar con ese funcionamiento tan perfecto y armónico. El mundo
es concebido como algo maravilloso, único, una preciosa obra de arte cuya perfección se
encontraba a la altura de ser un regalo para los dioses. El hombre contempla, adora al
mundo como un ser vivo, del cual el mismo forma parte. La esencia del hombre es estar en
el mundo.

Para el hombre griego, el mundo no es solo la parte exterior, las cosas, lo material
sino el conjunto de todo ello y lo espiritual, no existe una separación entre lo físico y lo
espiritual, existe una relación entre estos conceptos porque todo está atado entre si y no
existe barrera alguna que los separe.

En la cultura griega el hecho de ver es la parte trascendental del hombre ya que de


la visión y de la forma en que percibimos el universo es el modo en el cual nosotros
adquirimos el conocimiento del mismo. Esto es porque la forma en que nosotros
interpretamos el mundo es a través de la visión. Para los griegos la la visión es posible solo
en la medida en que pueda existir cierta comunión entre el observador y el objeto que es
observado, ya que para poder ver la esencia de lo observado es necesario que exista
afinidad entre ambos.

A través de la vista se transmite la esencia de lo observado; para el griego por


medio de la visión trasportamos la esencia delo observado, sus sentimientos, sus
pasiones, sus miedos, es decir, el estado emocional de lo observado. La mirada cuando
alcanza al objeto le transmite lo que con su mirada experimenta quien ejercita la vista. Es
así, que si la vista es afectada por el objeto, este también es afectado por quien observa.

Los griegos estaban plenamente conscientes de que existe una naturaleza humana
que nos diferencia de los demás seres animados, inanimados e incluso de los dioses y
parte de su conocimiento se centro en el estudio de estas diferencias. Pese a lo anterior,
sabían que el hombre y su pensamiento no dejan de ser parte de este mundo.

Este nivel de conciencia del hombre griego lo llevaba a saber su posición en el


universo y saber que no podía en forma alguna tratar de igualarse con los dioses y saber
de su calidad de ser mortal.
Platón al situar el alma en el centro de su concepción de la identidad de cada uno,
no expresa la singularidad del ser; el alma esta mas allá de nosotros, puesto que su
función es la de liberarnos de esa particularidad de ser humano, para integrarnos al orden
cósmico y divino.

Para los griegos, en una sociedad competitiva, la valoración del individuo coincide
con su valoración social. Deshonrado es aquel que no haya sabido hacer pagar el ultraje a
su honra que le haya hecho por cualquier motivo algún adversario, porque implica la
pérdida de su prestigio de su valor como ser humano y sin el sería excluido de la sociedad
y deshonrado por ella.

Es así que en Grecia el individuo ocupa un lugar dentro de la civilización, a través


del cual logra la prolongación de su vida intelectual y artística, que lo lleva a buscar una
mejor valoración social que sus antecesores y que sus vecinos.

Para el griego la muerte no consiste simplemente en dejar de existir; para ellos morir
es irse de este mundo sin dejar algo que los haga permanecer en el recuerdo de la
sociedad. De esta forma para ellos, se aseguraba la vida eterna aquel que aun siendo
joven alcanzaba la gloria atreves de la muerte en el combate, luchando por sus principios y
convicciones, por su pueblo, por su gente. Solo así alcanzaban una muerte honrosa y la
vida eterna en el recuerdo de su pueblo.

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