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PRIMER DOLOR: LA PROFECIA DE SIMEON:

Del Evangelio de San Lucas: “Al presentar al Niño Jesús en el Templo, Simeón los
bendijo y dijo a María su madre: He aquí que éste es puesto para caída y para
levantamiento de muchos en Israel y para señal de contradicción, para que sean
descubiertos los pensamientos de muchos corazones. Y una espada traspasará tu
misma alma”
Oración: Virgen María, por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una
espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús te acompaño en este
dolor. Y por los méritos de esos sufrimientos, haz que me comporte siempre con la
dignidad de los que te reconocen como madre, y sepa imitar tus virtudes; sobre todo
en los momentos en que un dolor o un disgusto se presenten ante mí.

SEGUNDO DOLOR: LA HUIDA A EGIPTO


Del Evangelio de San Mateo; “Después que ellos partieron, he aquí que un ángel del
Señor apareció en sueños a José, diciendo: Levántate; toma al niño y a su madre, y
huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño
para matarlo”. “Entonces José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue
a Egipto. Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que habló
el Señor por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi hijo”
ORACION: Oh Virgen María, por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir
precipitadamente a tan lejanos lugares, pasando grandes penalidades y zozobras, pido
que me fortalezcas cuando me vea lejos de mis seres queridos y de mi hogar. Te pido
por todos los que están en esa dolorosa situación. No permitas que desfallezca en mi fe
y hazme sentir siempre tu maternal presencia.

TERCER DOLOR: LA PÉRDIDA DEL NIÑO JESUS EN EL TEMPLO:


Del Evangelio de San Lucas: “Una vez acabados los días de la fiesta, mientras ellos
volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén; y sus padres no lo supieron. Como no le
encontraron, volvieron a Jerusalén buscándole”.
“Aconteció que después de tres días, le encontraron en el templo, sentado en medio
de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían se
asombraban de su entendimiento y de sus respuestas”
ORACIÓN: Oh Virgen María, por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al
perder a tu Hijo durante tres días, te pido me obtengas la gracia de volver a encontrarlo
cuando de Él me separe por el pecado, la ingratitud o el olvido. Te pido también,
Señora, por todas las madres que han perdido a sus hijos y no los encuentran y por
esos hijos para que vuelvan a su hogar.
CUARTO DOLOR: EL ENCUENTRO CON JESÚS CAMINO AL CALVARIO
Del Evangelio de San Lucas: En la subida al Calvario Jesús encuentra a su madre. Sus
miradas se cruzan, se comprenden. María sabe quién es su Hijo, lo ve sufrir por todos
los hombres, de ayer, de hoy y de mañana. Y sufre también ella.
Uniéndome al dolor que María sintió en esa ocasión, pido fuerzas y gracias para
soportar con paciencia todos los dolores de mi vida, aceptarlos con serenidad, fortaleza
y esperanza, para así mantener siempre encendida en mi alma la luz de la fe y la
confianza en su perpetuo socorro.
ORACIÓN: Oh Virgen María, cuando viste a tu Divino Hijo cargando la Cruz,
comprendiste que Él estaba cargando con nuestros pecados. No pediste que la
abandonara, sino que aceptaste la siguiera llevando, pues sabías que lo hacía con
infinito amor para nuestra redención. En memoria de ese encuentro te pido me
fortalezcas y animes cuando tenga que llevar mi cruz. En ese momento te pido llenes
mi alma de amor, valentía, ánimo y esperanza. Igual favor te pido para mis seres
queridos y para todos los que sufren.

QUINTO DOLOR: JESUS MUERE EN LA CRUZ


Del Evangelio de San Juan: Al pie de la cruz la Virgen María, perfectamente unida a su
Hijo, pudo compartir de modo singular la profundidad del dolor y del amor de su
sacrificio y nadie mejor que Ella puede enseñarnos a amar la cruz.
ORACIÓN: Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad,
cubre mi alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de
Jesús, responda a Su amor y obedezca Su divina voluntad. Quiero, Madre mía, vivir
íntimamente unido a tu Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino
Hijo. Átame a tu Corazón y al Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme
siempre. Amén.

SEXTO DOLOR: MARIA RECIBE EL CUERPO DE JESUS EN SUS BRAZOS


Del Evangelio de San Juan: Nuestra Señora de la Piedad. Es así como el pueblo católico
invoca a María en este momento de la Pasión: “Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo
envolvieron en lienzos, agregándole mezclas de perfumes, según la costumbre de
sepultar que tienen los judíos”.
ORACIÓN: Oh Virgen María, por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al
tener en tus brazos a tu Divino Hijo muerto y lleno de heridas, te pido me hagas
comprender el infinito amor de quién sufrió todos esos tormentos por mi y por todos.
Entender también la dimensión de tu amor, ya que esos tormentos fueron también
tuyos, pues, ¿qué madre no moriría de dolor en ese momento?
Por estas demostraciones del amor divino, y del tuyo como madre, te pido que jamás
la desesperanza, la aflicción o el desánimo invadan mi espíritu. Te pido que me
comuniques algo de la fortaleza que tuviste en ese momento, y que confíe siempre en
tu protección y amparo maternal.
SEPTIMO DOLOR: MARIA DEPOSITA A JESUS EN EL SEPULCRO

Del Evangelio de San Juan: El sepulcro de su Divino Hijo fue el último dolor que María
sintió durante la Pasión: “En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en
el huerto había un sepulcro nuevo, en el cual todavía no se había puesto a nadie. Allí,
pues, por causa del día de la Preparación de los judíos y porque aquel sepulcro estaba
cerca, pusieron a Jesús”
ORACIÓN: Oh Virgen María, llegó el momento de depositar el cuerpo de tu Divino Hijo
en el sepulcro. Se hace noche, la piedra se corre, tu soledad llega a su auge. Todo
estaba consumado y todo parecía terminado. Sin embargo era el momento en que
todo comenzaba, pues en breve rayaría la mañana de la resurrección y volverías a
encontrarte con tu amado Hijo.
Así también, Señora, sepa yo nunca desfallecer cuando todo pareciera haber acabado,
pues para quienes tienen fe y están bajo tu amparo, siempre rayará en su vida, la
mañana de la resurrección. Señora mía, te pido llenes mi alma de esa esperanza
inquebrantable.

INTRODUCCION: Al pie de la cruz la Virgen María, perfectamente unida a su Hijo, pudo


compartir de modo singular la profundidad del dolor y del amor de su sacrifi cio y nadie
mejor que Ella puede enseñarnos a amar la cruz.

A la Virgen de los Dolores encomendamos a los jóvenes y a las familias, a las naciones y
a la humanidad entera.
De modo especial, le pedimos por los enfermos y los que sufren, por las víctimas
inocentes de la injusticia y la violencia, y por los cristianos perseguidos a causa de su fe.
La cruz gloriosa de Cristo sea para todos prenda de esperanza, de rescate y de paz.

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