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La disciplina escolar y el enfoque preventivo

Por Gemma Alsina Masmitjà

Bullying, Convivencia, Disciplina, Manual de convivencia

MAGISTERIO

La disciplina escolar tiene una serie de características que la definen. En primer lugar,

aparece la dependencia del contexto, que se desarrolla en un contexto determinado, el

escolar, en el cual se llevan a cabo el desarrollo de los procesos instruccionales o de

enseñanza-aprendizaje. También se caracteriza por la funcionalidad instrumental, que es el

instrumento para conseguir el orden necesario para funcionar en el aula. “Disciplinar” a los

alumnos no es en sí mismo un objetivo educativo, pero para educarlo hacen falta unas

condiciones y es aquí donde la disciplina acontece un instrumento indispensable. Así

mismo, tiene un valor socializador, dado que tiene propósitos de socialización entre los

alumnos y entre estos y el profesor, razón por la cual se tiene que llevar a cabo de manera

positiva. Finalmente, se caracteriza por ser interactiva: la situación instruccional es

interactiva (profesores-aprendizajes-alumnos), por lo tanto, la disciplina no depende

únicamente de lo que hace y de las decisiones tomadas por el profesor, sino que es

necesario un clima de aula favorable para que la disciplina consiga sus propósitos.

Componentes fundamentales del enfoque preventivo

A pesar de que más adelante incidiremos en este tema, nos parece interesante comentar, en

este apartado, los componentes que facilitan un enfoque preventivo, dada su relevancia en

todo planteamiento disciplinario. Analizarlos brevemente nos permitirá entender la


complejidad asociada con el tema y, a la vez, las múltiples facetas desde las cuales

debemos afrontarlo. La comunicación en el aula se refiere, tanto a la eficacia comunicativa

como a la comunicación de las normas establecidas, sin olvidar el valor de la comunicación

no verbal.

En cuanto a la eficacia comunicativa, hay que destacar que la comunicación es una de las

piezas claves de la funcionalidad y el éxito de las instrucciones. Lo importante en la escuela

no es que todos intercambien mensajes y opiniones sobre cualquier aspecto, sino que todos

tengan oportunidad de dar a conocer lo que, teniendo en cuenta el rol que desarrolla cada

cual, resulte una aportación significativa para los demás, contribuyendo así a la mejora de

los aprendizajes. Por otro lado, el conjunto de normas y procedimientos con los que se

pretende mantener el orden en la escuela y el aula tiene que ser conocido por todos los

miembros de la comunidad. No se puede confiar en que el alumno ya “imaginará” que el

respeto a sus compañeros y al profesor es lógico, o que debe guardar silencio para que los

demás puedan hablar. Hay que comunicárselo, que no es el mismo que decírselo, de forma

que aseguremos su conocimiento, su comprensión y las implicaciones de su puesta en

práctica.

Los profesores y alumnos intercambian a menudo mensajes no verbales, los cuales actúan

reforzando lo expresado verbalmente, sustituyéndolo o a veces contradiciéndolo, y es que la

comunicación es un proceso multinivel. De hecho, el lenguaje verbal, a pesar de la enorme

riqueza que representa en el ámbito comunicativo, posee también importantes limitaciones,

buena prueba de ello es que al ser humano le es muy difícil expresarse de manera única y

exclusiva con palabras.


El clima emocional del aula ya hemos dicho que constituye la plataforma sobre la cual

desarrollar la disciplina escolar. Si la base “falla”, también la “empresa” quebrará.

El clima de clase no “pertenece” a nadie, sino que se construye entre todos; es muy

importante un entorno en el cual se respire confianza y estímulo, que a la vez sea receptivo,

pero firme y capaz de ofrecer modelos de interacción positiva entre las personas.

Uno de los temas que mejor sintetiza las implicaciones entre comunicación, clima

emocional y disciplina es el juego de expectativas que tiene lugar en el aula. Es bastante

conocido el estudio de Rosenthal y Jakobson (1968), según el cual el supuesto efecto que

las expectativas que los profesores poseen de sus alumnos ejercen un impacto de tal

magnitud sobre estos alumnos que llega a condicionar su desarrollo, en el sentido de

acomodarse a las expectativas generadas. Pero no podemos olvidar que este efecto no es

unidireccional, del profesor hacia el alumno, sino que también las expectativas de los

alumnos influyen en el comportamiento del profesor.

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