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Decir Adiós es ¿Crecer?

En la vida llega un momento cuando la zona de comodidad empieza a incomodar y es allí


donde las decisiones toman un papel protagónico.
Renunciar a un trabajo, cambiar de carrera, terminar una relación de amistad o noviazgo,
salir de una sociedad o negocio y dejar de hacer algo que ya era un hábito, despedir a un
ser querido, aceptar una pérdida significativa… ¿Será momento de decir adiós? ¿Creceré o
me estancaré?
En la Biblia los casos de este tipo de decisiones existen desde el Génesis. Noé dijo adiós a
sus amigos y conocidos para construir un arca con su familia. Jacob se apartó de su familia
para crear la suya. Jesús se retiró en soledad durante 40 días para tener comunión especial
con Dios y Pablo tuvo que separarse de Bernabé, uno de sus mejores amigos, para compartir
el Evangelio a más personas. Jesucristo recuerda que en el campo del matrimonio “el
hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer” … y los casos bíblicos abundan.
Sin embargo, el asunto va más allá de decir adiós y ya. Dios pone oportunidades en la vida
de las personas, pero son ellas quienes deben tomar la decisión de aceptar el reto o
simplemente dejarlo pasar. Es como la lectura de un libro, hay que ir cerrando capítulos con
el fin de comprender toda la obra y así entender el final. No es cuestión de despedirse sino
de cerrar los ciclos de la vida.
Cerrando ciclos
Todo en la vida está conformado por ciclos, no en vano el apóstol Pablo expresa en 1
Corintios 13:11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba
como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño.
Los ciclos son momentos y etapas que nos ayudan a crecer, madurar y razonar acerca de
nuestra vida. Cada uno de ellos tiene sus propios problemas, reflexiones y metas cumplidas,
como está escrito en Mateo 6:34 Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá
sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas. Es necesario superarlos para seguir en
el proceso de aprender todos los días algo nuevo y así encontrar nuevos retos para la vida.
Pablo, el gran apóstol del cristianismo, es un gran ejemplo. Empezó su vida persiguiendo
cristianos hasta encontrarse con Jesús en el camino de Damasco, hecho que le abriría un
nuevo ciclo ministerial: compartir el evangelio a los no judíos. ¿Qué habría pasado si Pablo
se hubiera quedado persiguiendo cristianos?
Otro de los grandes íconos del cierre de ciclos es José, hijo de Jacob. Su vida como el hijo
preferido de papá era estupenda hasta cuando sus hermanos lo vendieron como esclavo.
En Egipto, su rectitud lo llevó a pasar años en prisión codeándose con lo peor del mundo
antiguo hasta que, finalmente, tuvo su etapa de restauración para luego convertirse en el
segundo al mando de todo Egipto. ¿Qué habría sucedido si José no hubiera cerrado estos
ciclos de dolor y sufrimiento?
Muchas veces las etapas que deben atravesar y cerrar no son fáciles de cruzar y, por el
contrario, como lo describe una popular canción, “los caminos de la vida no son como yo
pensaba, como los imaginaba, no son como yo creía. Los caminos de la vida son muy difíciles
de andarlos, difícil de caminarlos, yo no encuentro la salida”.
David Hormachea, pastor y autor cristiano, en su artículo titulado “Cómo dejar de mirar el
futuro con la nuca” expresa muy bien este concepto: “mirar el futuro con la nuca es estar
contento o atrapado en el presente por pensar tanto en el pasado. Quedarse satisfecho en
el presente es no tener visión. Sin visión nadie siente necesidad de evaluar lo que hace, ni se
siente incómodo con sus logros. Sin evaluación, no es posible planificar. Sin planificación es
imposible proyectarse y sin proyección usted vivirá sin cumplir el propósito maravilloso por
el cual Dios lo dejó en este mundo. Él tiene preparada cosas grandes y maravillosas para
nosotros. Aunque usted anhele grandes metas con todo su corazón, es imposible lograrlas
sin oración y acción”.
Es hora de decir adiós
Un adiós siempre va a doler, pero puede doler mucho más si no se realiza. Muchas veces
las oportunidades que Dios envía no vienen con todos los letreros puestos indicando que
es bueno para usted. Así lo explica Jesús en Mateo 25:44 cuando a través de una parábola
concluye: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como forastero, o necesitado
de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos? Él les responderá: “Les aseguro que
todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí.”
Recuerde que las oportunidades solo llegan una vez.
Una carrera, un noviazgo, una amistad, un proyecto o una sociedad, cuando esto le impida
avanzar, la mejor decisión que usted pueda tomar es despedirse de ello. Cientos de
personas han empezado la historia de su vida haciendo una cosa y prosperan en otra muy
diferente. La única diferencia que pueden tener con usted, es dejar a un lado ese lastre que
no lo deja avanzar.
Ha escuchado “las malas amistades corrompen las buenas costumbres”, que además de ser
una frase de mamá, allí descansa una gran verdad: las malas amistades no lo dejan avanzar
y, generalmente, arruinan todo por lo que se ha trabajado. Dejar a una persona que no
aporta nada a su caminar diario, no lo hará ni malo ni bueno pero sí lo ayudará a mejorar.
Cabe recordar que la decisión de decir adiós debe ir acompañada de un profundo análisis
de la situación, persona o lugar del cual se piensa despedir. Cerrar un ciclo debe tener una
reflexión pre y post acerca del proyecto de vida que Dios tiene para usted y de los objetivos
para cumplir con ese propósito. Renunciar a un puesto de trabajo o terminar una relación
de muchos años, son decisiones muy delicadas que se deben analizar con lupa para no
equivocarse.
La decisión de cerrar una etapa no depende solo de usted sino también de Dios, una cosa
es ver una parte del camino y otra muy diferente es ver toda la vía. Cuando la decisión esté
clara tenga en cuenta que para cerrar el ciclo debe hacerlo bien y no regularmente, es como
un libro, para entender la historia del segundo capítulo se debió antes concluir el primero
hasta la última letra. La idea de finalizar las etapas es deshacernos de ataduras del pasado
para avanzar, por tal motivo hágalo de forma clara, honesta, sin ofender y con mucha
prudencia, no se le olvide que no hay nada mejor que dejar las puertas abiertas.
Para concluir, y como lo expone la Sagrada Escritura en 1 Corintios 3:5-7 Después de todo,
¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes
llegaron a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno. Yo sembré, Apolos regó, pero
Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino sólo
Dios, quien es el que hace crecer”. Las personas, situaciones y experiencias ocurren y se van
de nuestra vida con un propósito, por eso despedir los ciclos es necesario para el
crecimiento personal y espiritual del individuo. Si tienes que decir adiós, hazlo. Tu eres el
único que puede tomar la decisión de crecer o quedarse estancado en la zona de
comodidad.

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