Вы находитесь на странице: 1из 4

LA REVOCATORIA DIRECTA DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS

Por Claudia Juliana Arias Rangel

Blanca Judith Martínez Mendoza

Recordando la definición de acto administrativo como la decisión voluntaria y unilateral

de una autoridad del Estado, o de un particular autorizado por éste, en ejercicio de función

pública, capaz de producir efectos jurídicos, además que es una institución dirigida a

producir seguridad jurídica en las relaciones entre la administración y los administrados,

dotada de una estabilidad y fijeza desconocidas en el derecho privado (Huerta, 2008).

Partiendo de la premisa de que los actos administrativos son irrevocables por cuanto uno

de sus atributos es la estabilidad o inmodificabilidad, predicable de la autoridad

administrativa que los expide, técnica y jurídicamente hablando no se puede afirmar la

revocatoria directa de éstos, por cuanto la administración, siendo la parte dominante

frente a sus administrados, no puede sorprender al afectado, cambiando de un momento

a otro sus decisiones.

Estos actos administrativos que son netamente de carácter legal le brindan al ciudadano

seguridad jurídica y confianza frente a la administración, quiero ello decir, seguridad en

el sentido que al ser expedidos por una autoridad administrativa están revestidos de

legalidad, pero la Corte Constitucional en varios pronunciamientos se ha referido a la

inmutabilidad de los actos precisamente cuando se están violando derechos adquiridos

de los ciudadanos que no permite que sean revocados directamente por la entidad que
los profirió1. Posiciones como la anterior son las que no le permite a la administración

revocar sus propios actos administrativos precisamente para proteger una serie de

principios constituciones que se verían afectados.

Lo anterior en atención a que si bien la revocatoria de los actos administrativos

teóricamente está instituida en la ley como una facultad y un deber cuando se den unas

determinadas causales que se fundan en la legalidad y la conveniencia, es decir que

causen un agravio injusto o se afecte el interés general, la administración por sí sola no

puede revocar su propio acto pues debe contar con el consentimiento del particular que

es el titular del efecto jurídico que crea el acto administrativo que es objeto de revocatoria,

por cuanto si no se cuenta con ese consentimiento previo, expreso y escrito del titular se

vulnerarían los principios de la seguridad jurídica y la buena fe en la actividad

administrativa2.

En ese orden, podemos hablar de una herramienta bilateral, porque la administración no

puede actuar sola, debe contar con el consentimiento cualificado del titular del derecho

que se vería afectado con la revocatoria del acto administrativo y estaría en contravía de

1 Sabido es, que la mutabilidad o inmutabilidad de los actos administrativos, ha sido aceptada por la doctrina, teniendo
en cuenta, el sujeto a quien están dirigidos. Es así, que en los actos administrativos de carácter general, tendientes a
producir efectos a todo el conglomerado social, o a una parte de él, son esencialmente revocables por parte de la
administración, una vez se realice la valoración de las circunstancias precisas, para que la administración proceda a
revocar sus propios actos. No sucede lo mismo con los actos de contenido particular y concreto, que crean situaciones
y producen efectos individualmente considerados, los cuales no pueden ser revocados por la administración, sin el
consentimiento expreso del destinatario de esa decisión, según lo dispone el artículo 73 del C.C.A., el cual preceptúa
que para que tal revocación proceda, se debe contar con la autorización expresa y escrita de su titular. Y ello se
entiende, en aras de preservar la seguridad jurídica de los asociados, como quiera, que las autoridades no pueden
disponer de los derechos adquiridos por los ciudadanos, sin que medie una decisión judicial, o que se cuente con la
autorización expresa de la persona de la cual se solicita dicha autorización, en los términos establecidos en la ley.
(Sentencia T 720 de 1998).
2 La decisión unilateral del ente público toma de sorpresa al afectado, introduce un pernicioso factor de inseguridad y

desconfianza en la actividad administrativa, quebranta el principio de la buena fe y delata indebido aprovechamiento


del poder que ejerce, sobre la base de la debilidad del administrado. (Sentencia T 246 de 1996).
la misma definición de acto administrativo como una manifestación voluntaria y unilateral

de una autoridad estatal, por ende estaríamos en presencia de una facultad de la

Administración, pero no en términos absolutos3, porque debe contar con unos requisitos

anteriores y sin falta señalados en la ley.

Si bien es cierto en nuestro ordenamiento administrativo está consagrada la revocatoria

directa frente a los actos administrativos de contenido particular expedidos por la

administración, siempre y cuando se tenga el consentimiento expreso del titular, de lo

contrario se deberá acudir a la jurisdicción para lograr la revocatoria del mismo, de este

modo se está dejando de lado la autonomía de la administración para trasladársela al

juez quien será en últimas quien decida sobre su ilegalidad.

Es claro entonces frente a nuestro ordenamiento administrativo que no es posible que la

administración revoque sus propios actos de contenido particular si no existe el

consentimiento expreso de su titular, situación que nuestro legislador previo de manera

inequívoca.

Con respecto a lo anterior se considera que las autoridades administrativas cuentan con

profesionales del derecho que están en capacidad de estudiar desde el ámbito

constitucional la afectación de cualquier derecho que podría verse afectado en caso de

una equivocación de la administración frente a los actos de contenido particular, y no

3Como lo expresa el profesor Fausto Huerta (2008) “se descarta, entonces, que la Administración tenga una facultad
absoluta para revocar los Actos Administrativos que ella misma ha producido, por cuanto, esta facultad ha de cumplir
con los requisitos previos y sine quanon, en tratándose de los actos de carácter particular y concreto, en los términos
en que se ha venido explicando”.
trasladar esta función al juez, pues quien más que la misma autoridad que profirió el acto,

conoce mejor los hechos que dieron origen al mismo, quienes estaría en capacidad de

decidirlo y velar por la seguridad jurídica del mismo y de esta forma asegurar un

verdadero Estado Social de Derecho.

Las entidades administrativas cuentan con oficinas jurídicas que deberían ser reforzadas

con personal idóneo y con ciertos requisitos específicos precisamente para atender esta

clase de situaciones frente a los actos administrativos de carácter particular, sin tener que

acudir al juez administrativo. Lo anterior si tenemos en cuenta que con el Código General

del Proceso se le dieron funciones jurisdiccionales a varias autoridades administrativas,

facultad que debería extenderse a todas con el fin de poder decidir sobre la ilegalidad de

los actos de contenido particular así no se cuente con el consentimiento de su titular y ya

como última instancia si recurrir a la Jurisdicción.

Вам также может понравиться