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Tribunal: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Santa Fe, sala I(CCivyComSantaFe)(SalaI)
Fecha: 30/04/2019
Partes: Legajo de Copia Asociación Mutual de Ayuda Entre Asociados y Adherentes del Club Atlético Maria
Juana c. Banco Credicoop Cooperativo Limitado s/ medidas autosatisfactivas
Publicado en: SJA 28/08/2019, 28/08/2019, 81
Cita Online: AR/JUR/10447/2019
Hechos:
Una entidad bancaria formuló recurso de apelación en contra de la resolución por la que el a quo le ordenó,
en forma cautelar, mantener abierta la cuenta corriente de una asociación mutual. Fundó su agravio en que la
decisión de cierre fue tomada con sustento en la normativa legal y la inexistencia de conducta abusiva de su
parte. La Alzada hizo lugar al recurso.
Sumarios:
1 . En un contrato de duración indeterminada como es el de cuenta corriente bancaria, el principio es que
cualquiera de los contratantes tiene derecho a rescindir el contrato unilateralmente y sin causa, primando la
autonomía de la voluntad –art. 958 del Cód. Civ. y Com.–, sin que dé lugar a sanción mientras la ejecución sea
de buena fe –art. 961–, y tal ejercicio sea regular –art. 10 del Cód. Civ. y Com.–, por más que la otra parte
contratante resulte perjudicada por la ruptura.
Texto Completo:
2ª Instancia. Santa Fe, abril 30 de 2019.
1ª ¿Es nula la resolución apelada? 2ª ¿Es ella justa? 3ª En su caso, ¿qué pronunciamiento corresponde
dictarse?
1ª cuestión. — El doctor Alonso dijo:
Respecto de los recursos de nulidad deducidos, cabe decir que, si bien han sido sostenidos en forma
autónoma en esta sede, las críticas que contiene el memorial pueden obtener suficiente respuesta en el
tratamiento que —a continuación— se realizará de los recursos de apelación que también se han interpuesto.
Por lo demás, no advirtiendo irregularidades procesales ni vicios en el procedimiento que justifiquen un
pronunciamiento de oficio, corresponde rechazar los recursos de nulidad intentados.
Así voto.
El doctor Fabiano dijo:
Iguales razones en parecidos términos y votó, por lo tanto, en igual sentido.
El doctor Drago dijo:
Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente concordantes de dos jueces, de
conformidad al art. 26 de la Ley 10.160 y a la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, me
abstengo de emitir opinión.
2ª cuestión. — El doctor Alonso dijo:
I. Antecedentes
I.1. Mediante providencia de fecha 20/01/2016 (v. fs. 88), la Sra. jueza de feria revocó el decreto de fecha
13/01/2016 dictado por el anterior juez de feria —quien había desestimado el pedido cautelar de no innovar de
la actora por no concurrir “el recaudo de verosimilitud en el derecho atento los principios contractuales en
juego”— (fs. 53). Ordenó al demandado abstenerse de cerrar las cuentas corrientes de titularidad de la actora, no
innovar en relación con toda la vinculación bancaria existente, y en caso de que se hubiese producido el cierre,
que se procediera a su apertura, todo ello por el plazo de 90 días.
Contra esta, el demandado —por apoderada— dedujo recurso de revocatoria y nulidad y apelación en
subsidio (v. fs. 107/110).
Terminada la feria y recibido el expediente en el juzgado del epígrafe (fs. 93), mediante decreto de fecha
19/02/2016 (v. fs. 114), el Sr. juez titular del mismo decidió disponer la sustanciación del recurso intentado por
el cautelado, y, pese a ello —simultáneamente—, intimarla a cumplimentar con el oficio por ella recepcionado
en fecha 27/01/2016 (cfr., fs. 96), por el cual se le comunicara la medida cautelar despachada.
Nuevamente, se alzó la accionada interponiendo contra dicho proveído recurso de revocatoria y nulidad y
apelación en subsidio (v. fs. 120/121). Ello obtuvo el proveído “pasen los autos a resolución” de fecha
11/03/2016.
En ese estadio, es decir, estando ambos recursos aún sin resolver, el Sr. juez a quo dispuso, a pedido de la
actora (fs. 125 y vto.), una nueva intimación. Esta fue despachada, bajo apercibimientos de astreintes, en fecha
06/05/2016 (v. fs. 126). Seguidamente, la entidad bancaria solicitó se resuelvan sus recursos pendientes de
resolución (fs. 126 vto.) y seguidamente se opuso a la procedencia de la aplicación de las sanciones
conminatorias, reiterando el planteo de imposibilidad de cumplimiento y dedujo recurso de apelación en
subsidio (v. fs. 128/129 vto.). Se dispuso traslado a la accionante (fs. 130).
I.2. Mediante sentencia de fecha 08/08/2016 (v. fs. 142/146 vto.), el Sr. juez a quo, considerando los
recursos interpuestos a fs. 107/110 y 120/121 y el planteo de fs. 128/129 vto., resolvió: reconducir el proceso
como medida autosatisfactiva, rechazar los recursos de reposición deducidos, conceder —en relación y con
efecto devolutivo— los de apelación interpuestos de manera subsidiaria y ordenar la inmediata reapertura de la
cuenta corriente objeto de la causa, extendiendo el plazo originariamente otorgado a 180 días y a justificar su
cumplimiento en el plazo de tres días, bajo apercibimientos de astreintes —fijados a fs. 126—, todo con costas a
la accionada perdidosa.
Para así decidir, hizo propios los argumentos brindados por su par del Juzgado de Primera Instancia de
Distrito en lo Civil y Comercial de la 11ma. nominación del mismo asiento judicial, en la causa “Mutual del
Club Atlético Juventud Unida c. HSBC Bank Argentina SA s/ medidas cautelares y preparatorias” —cuya copia
obra agregada a fs. 11/16—. Agregó que el banco remitió en fecha 05/01/2016 una carta documento
manifestando su decisión, siendo contestada por la Asociación actora en 07/01/2016 “expresando motivos
suficientes para evitar su cierre” (cfr., fs. 146). También explicó que, desde la concesión de la medida, la
accionada había comenzado “una ardua tarea de interposición de recursos y revocatorias en pos de esquivar y/o
eludir la orden judicial que implica lisa y llanamente un ejercicio abusivo del derecho y desobediencia judicial
inaceptable” (cfr., fs. 146), citando un fallo de esta Sala con distinta integración parcial.
II. Agravios
Radicados los autos en esta sede (v. fs. 185), se le corrió traslado a la apelante para expresar agravios (v. fs.
188), quien levantó dicha carga procesal mediante pieza que luce agregada a fs. 190/193, a cuyos términos cabe
remitirse, brevitatis causae.
III. Contestación de agravios
Corrido el traslado para contestar los agravios expresados (fs. 194), la actora cumplimentó mediante glosado
a fs. 196/199. Firme el llamamiento de autos (v. fs. 200/202 vto.), quedaron los presentes en estado de ser
resueltos.
IV. Análisis
En su memorial de agravios, el recurrente alegó que, si bien es cierto que la Ley de Entidades Mutuales
obliga a estas a depositar sus fondos en entidades bancarias, en modo alguno exige una cuenta corriente. Señaló
que no resulta ser la única operación que le permite a la asociación cumplir con sus fines mutualistas (fs. 190,
primer agravio). Indicó que el magistrado omitió considerar la aplicación de las previsiones del art. 1404 del
Cód. Civ. y Comercial, sin siquiera haber reparado en el contrato celebrado (fs. 190 y vto., segundo agravio).
Indicó que el obrar del banco no podía calificarse como irrazonable, arbitrario ni abusivo, pues justamente el
derecho a cerrar la cuenta es, por definición legal, unilateral e incausado, propio de las contrataciones
continuadas, sin que le quepa la obligación de dar explicaciones de cuáles son las razones por las que clausura la
cuenta. Se agravió porque el sentenciante no atendió a la imposibilidad que se verificaba en torno al
cumplimiento del fallo, en tanto subrayó que no podía “reabrir” la cuenta corriente resuelta en los términos
contractuales y legales aplicables al caso. En tal sentido, postuló que tal medida no resulta prevista por la
normativa vigente ni autorizada por la entidad de contralor y superintendencia, el Banco Central de la República
Argentina (fs. 190 vto./191, tercer y cuarto agravio). Finalmente, realizó consideraciones respecto de la
protección constitucional a la libertad de contratación (fs. 191/192vto.).
Así resumidas las críticas vertidas por el recurrente, corresponde ingresar en el tratamiento de los remedios
procesales intentados.
IV.1. Sobre el recurso deducido contra la providencia de fecha 20/01/2016 (v. fs. 88)
Primeramente, resulta oportuno recordar que los autos se iniciaron con el objeto de obtener una medida
cautelar de “prohibición de innovar” (cfr., “Objeto: Prohibición de innovar” —fs. 46— y “IX. Petitorio”, punto
c, fs. 51 vto.), aunque en el petitorio se solicitara que, de haberse materializado el cierre, se procediera a la
reapertura de la cuenta corriente bancaria.
Respecto de la medida originariamente ambicionada, debe recordarse que tal “petición cautelar constituye
una actividad preventiva que, enmarcada en una objetiva posibilidad de frustración, riesgo o estado de peligro a
partir de la base de un razonable orden de probabilidades acerca de la existencia del derecho que invoca el
peticionante, anticipa los efectos de la decisión de fondo, ordenando la conservación o mantenimiento del estado
de cosas existente o, a veces, la innovación de este según sea la naturaleza de los hechos sometidos a
juzgamiento[] (cfr. De Lázzari, Eduardo, "Medidas cautelares", Edit. Platense, 1997, T. I, p. 6)” (del
considerando 2.a en: Cám. Nac. Apel. Com., Sala F, 01/03/2018, “Kicer SA c. Banco de Galicia y Buenos Aires
SA s/ amparo”, LA LEY, 2018D104 LLO AR/JUR/ 228/2018). Es claro así que lo inicialmente peticionado
en autos, —insistimos— como medida cautelar, no constituía un fin en sí mismo, debiendo interpretarse que se
vinculaba con el reconocimiento de un derecho ulterior, cuyo resultado práctico tendía a asegurar
preventivamente.
Cabe entonces traer a colación que, partiendo de la premisa de que “todo lo cautelar es urgente, pero no todo
lo urgente es cautelar”, surgieron otros procedimientos abreviados, más amplios que los cautelares, entre los que
se incluyen las “medidas autosatisfactivas”, concebidas como “un requerimiento 'urgente' formulado al órgano
jurisdiccional por los justiciables que se agota —de ahí lo de autosatisfactiva— con su despacho favorable, no
siendo, entonces, necesaria la iniciación de una ulterior acción principal para evitar su caducidad o decaimiento”
(Jorge W. Peyrano, “Los nuevos ejes de la reforma procesal civil: La medida autosatisfactiva”, ED, 1691345;
“Régimen de las medidas autosatisfactivas. Nuevas propuestas”, en: Medidas Autosatisfactivas, Santa Fe,
Rubinzal Culzoni, 1999, p. 27).
Es decir, como medidas tendientes a la tutela urgente de un derecho evidente, las medidas autosatisfactivas
se orientan a permitir la obtención ante —precisamente— la evidencia de un derecho, lo que a través de
cualquier otro proceso y más allá de la celeridad de este, implicaría una carga pesada capaz incluso de
incrementar el daño o el riesgo para la peticionante. Por ello, la referida evidencia torna oportuna la decisión
respecto de la medida. Y esto así permitiendo que, cumpliéndose con tales extremos, sea lo peticionado
despachado inaudita pars. Al respecto, se ha señalado que la medida autosatisfactiva fundamentación
convencional en “los conceptos de tutela judicial efectiva y en la garantía de que la prestación judicial
correspondiente se acordará dentro de un plazo razonable” (Jorge W. Peyrano, “Causas principales de la
génesis, difusión y ecos legislativos de la medida autosatisfactiva”, Jorge W. Peyrano (dir.) María Carolina
Eguren (Coor.) Medidas autosatisfactivas. T. I. Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2014, p. 46).
Estas medidas autosatisfactivas, a diferencia de las medidas cautelares ordinarias, no son instrumentales ni
provisoria, sino, contrariamente, autónomas y definitivas. Por ello, su despacho requiere una evidencia, fuerte
probabilidad o interés tutelable cierto y manifiesto. El “peligro en la demora” se traduce en que la tutela
inmediata sea imprescindible, frustrándose, en caso contrario, el derecho invocado (v. Mabel De Los Santos,
“Medida autosatisfactiva y medida cautelar (Semejanzas y diferencias entre ambos institutos procesales)”, en:
Revista de Derecho Procesal, N° 1, Santa Fe, Rubinzal Culzoni, p. 47).
Con tal marco teórico, debe recordarse que el Sr. juez a quo dispuso, en la resolución que deniega los dos
recursos de revocatoria interpuestos y concede los de apelación —en relación y con efectos devolutivo—
(fechado 08/08/2016, fs. 146vto.) la “conversión en medida autosatisfactiva”, modificándose incluso su carátula
(cfr., fs. 142 y 149). Más allá del escrito presentado por la accionada a fs. 147 y vto., la recusación con causa del
juez a quo y su resolución rechazándola (fs. 172/173) por esta Sala con otra integración parcial (cfr., fs. 201 y
216) y lo mencionado en esta última resolución en el punto 3.3. (v. fs. 173), debe resaltarse que esta conversión
no ha sido objeto de recursos por las partes. En efecto, no ha sido recurrida por la actora, ni ha sido objeto de
agravio por el demandado apelante.
Entonces, atento encontrarse firme la reconducción del proceso como medida “autosatisfactiva”, resulta
necesario indagar si la pretensión hoy reconducida efectivamente reúne los requisitos señalados supra,
correspondiendo analizar la cuestión de fondo ventilada en autos. Conforme ello, debe resaltarse que la
reconducción consentida hace perder similitud al supuesto a resolver en el caso de marras —en tanto el
pronunciamiento a dictar pone fin al caso por tratarse de una medida autosatisfactiva—, con lo resuelto con
carácter de medida cautelar en los autos “Asociación Mutual Juan Mantovani de Ayuda entre Asociados y
Adherentes del Club Tiro Federal San Justo (Sta. Fe) y otros c. Banco Macro SA s/ medidas cautelares y
preparatorias” (véase en particular los claros términos del considerando 7 de la misma resolución fechada
27/07/2016, con el N° 159, F° 420, T. 18; como así también el considerando 5 de la resolución dictada en los
mismos autos, fechada 21/09/2016, con el N° 237, F° 170, T. 19, donde se rechazó el recurso de
inconstitucionalidad, sosteniendo “que el recurso deducido intenta [...] impugnar un pronunciamiento que no
[revestía] el carácter de sentencia definitiva”), por esta Sala con distinta integración parcial, cuya copia
acompañara la actora (fs. 136/140) y a la que citara el sentenciante (cfr., fs. 146 in fine y vto.).
IV.1.a. Sentado ello, es preciso recordar que, entre sus notas caracterizantes, el contrato de cuenta corriente
bancaria es un contrato intuitivo personae, por lo que el Banco debe considerar las cualidades personales del
cliente, debiendo —entre otras cosas— requerir informes y constatar si el solicitante no se encuentra incluido en
las inhibiciones pertinentes y siendo, por tanto, no susceptible de cesión por el cuentacorrentista (cfr., por todos,
Raymundo L. Fernández Osvaldo R. Gómez Leo, Osvaldo R. Tratado teórico práctico de derecho comercial,
T. IIID. Buenos Aires, Depalma, 1991, p. 166).
Asimismo, es un contrato de duración que regula los derechos y obligaciones del banco y su cliente por
tiempo indeterminado. Por ello, está destinado a normar las relaciones negociales que eventualmente tengan las
partes durante su vida, fungiendo como nexo de coordinación funcional entre distintas relaciones jurídicas
individuales.
De lo dicho se desprende que, si bien el contrato no tiene un plazo para su extinción, ello no lo identifica con
la infinitud o perpetuidad, pudiendo ambas partes rescindirlo. En tal sentido, la unilateralidad de la rescisión
puede verse como la natural contrapartida de la ejecución continuada por tiempo indeterminado.
Es que, si bien el legislador no se opone a la existencia de relaciones comerciales duraderas, tampoco
favorece la perpetuidad contractual, ni “objetiva” —esto es, la sujeción temporalmente indefinida de un bien a la
voluntad de quien no es su propietario—, ni “subjetiva” —es decir, la sujeción de una persona a otra—. Este
último aspecto —relevante para el sub judice—, permite proteger la libertad contractual, en su faz de
autodeterminación, en tanto podría afectársela de considerar a la perpetuidad una “condición que afecta de modo
grave las libertades de la persona” (art. 344 del Cód. Civ. y Comercial).
Para cumplir con tales finalidades, el legislador ha recurrido a la fijación de plazos máximos —v.gr. en el
contrato de locación— y al reconocimiento del derecho de rescindir unilateralmente y sin causa en los contratos
de duración indeterminada. Por ello, “no cabe admitir [...] la vinculación indefinida [...] forzosa, sin más
argumento que el pacto que inicialmente celebraron las partes. No basta, entonces, el consentimiento inicial,
sino que es necesario que se renueve, no con una manifestación positiva, sino con la ausencia de una negativa:
la voluntad rescisoria” (Andrés Sánchez Herrero, Tratado de Derecho Civil y Comercial. Contratos. Parte
General, 2da. ed. T. IV. Buenos Aires, LA LEY, 2018, p. 1122). Es decir, cualquiera de los contratantes tiene
derecho a rescindir unilateralmente y de modo incausado un contrato de este último tipo, aun cuando no
existiera una norma positiva general que lo admitiera expresamente, ello interpretado bajo la regla de la buena fe
contractual. Esto no es más que seguir los argumentos del precedente “Automóviles Saavedra” (Corte Suprema
de Justicia de la Nación, 04/08/1988, “Automóviles Saavedra S.A.C.I.F v. Fiat Argentina S.A.C.I.F.”. Fallos:
311:1337).
Ahora bien, sí existen normas que admiten este derecho rescisorio con relación a varios contratos en
particular, las que construyen un régimen general que puede aplicarse a supuestos no previstos. En este sentido,
el autor citado, pero en la primera edición de la misma obra, ha sostenido que “[p]artiendo de esta pluralidad de
normas es posible elaborar o identificar un régimen general de la rescisión unilateral aplicable a todos los
contratos de duración indeterminada. Este régimen se compone de las normas que regulan el funcionamiento de
la rescisión unilateral en general —previstas, fundamentalmente, en el capítulo 13 del título II del libro tercero
del Cód. Civ. y Comercial— y de las reglas que, por analogía iuris, se obtengan a partir de los diversos artículos
que regulan este modo extintivo respecto de supuestos específicos referidos a contratos de duración
indeterminada” (v. Andrés Sánchez Herrero, Tratado de Derecho Civil y Comercial. Contratos. Parte General,
1ra. ed. T. IV. Buenos Aires, LA LEY, 2016, p. 880/881).
En estos supuestos, el principio es que cualquiera de los contratantes tiene derecho a rescindir el contrato
unilateralmente y sin causa, primando la autonomía de la voluntad (art. 958 del Cód. Civ. y Comercial).
Mientras la ejecución sea de buena fe (arts. 961 del Cód. Civ. y Comercial, y también art. 9 del mismo
ordenamiento), mientras tal ejercicio sea regular (art. 10 del Cód. Civ. y Comercial), no dará lugar a sanción.
Entonces, quien así rescinde no debe indemnizar a la otra parte contratante, por más que a ésta perjudique la
ruptura. Sólo por excepción a la regla, cuando medie ejercicio abusivo o contrario a la buena fe de la facultad
rescisoria, ocurrirá que el rescindente —abusivo— quedará obligado a indemnizar a la contraparte, en la medida
en que concurran los demás presupuestos de la responsabilidad civil, o podrán disponerse judicialmente lo
necesario para evitar los efectos del acto abusivo (art. 10 Cód. Civ. y Comercial).
En otros términos, la exigencia de que la facultad rescisoria deba ser ejercida de buena fe —como cualquier
otra facultad— no implica que no pueda rescindirse el contrato. Por ello, se ha dicho que “[e]s cierto que el
contratante que no rescinde puede tener interés en que prosiga la relación contractual, pero este interés no se
encuentra tutelado jurídicamente. Lo que sí cabe requerir, en cambio, es que el rescindente ejerza su derecho de
la manera menos lesiva que sea posible respecto del otro contratante” (v. Michele Klein, El desistimiento
unilateral del contrato. Madrid, Civitas, 1997, p. 158, citado por Andrés Sánchez Herrero, op.cit., 1ra. ed., p.
884).
IV.1.b. Particularmente respecto del contrato de cuenta corriente, el art. 1404 inc. a del Cód. Civ. y
Comercial —y antes, el art. 792 del Cód. de Comercial, lo que implica que la accionante ha contratado
conociendo o debiendo conocer la existencia de la facultad legalmente conferida a los bancos— establece que le
asiste a cualquiera de las partes la facultad de rescindir el vínculo, mediante notificación fehaciente con
anticipación de 10 días. Es que “la potestad de resolver el cierre de una cuenta corriente bancaria constituye una
materia en la que prima la libertad de contratación” (Máximo J. Bomchil, “La autonomía de la voluntad en el
contrato de cuenta corriente”. LA LEY 2016C, 517 LLO AR/DOC/1613/2016, punto II), como facultad
derivada de la autonomía de la voluntad que rige en materia contractual, recepcionado en el art. 958 del Cód.
Civ. y Comercial (idem).
Así lo han interpretado numerosos precedentes jurisprudenciales. Se ha dicho que “[n]inguna norma legal
impone al Banco [...] mantener abiertas las tres cuentas corrientes bancarias de las que es titular la concursada.
Por el contrario, dichas cuentas se rigen por las disposiciones que específicamente regulan la materia (art. 791 y
ss., CCom.). Entre otras, el art. 792 de ese cuerpo legal, que prevé que ‘la cuenta corriente bancaria puede
cerrarse cuando lo exija el banco o el cliente, previo aviso con 10 días de anticipación, salvo convención en
contrario’. Así, con la única limitación derivada de esa regla jurídica —y las reglamentaciones consecuentes de
ella—, el cierre de una cuenta corriente bancaria constituye materia en la que prima la libertad de contratación
(arg. CN 14, y 17, y reglas conc.). Si nada convinieron los cocontratantes sobre el cierre de las cuentas
corrientes bancarias (nada invocaron en el caso sobre la materia), cabrá estar a lo establecido por el art. 792
CCom. y su reglamentación” (del considerando 2.a. en igual sentido: CNCom., Sala D, 11/09/2001, “Antonio
Espósito SA s/ concurso preventivo s/ incidente de reposición promovido por el Banco de la Provincia de
Buenos Aires”. LA LEY 2002A, 431 DJ 20013, 1187 IMP 2002A, 1258 ED, 196, 376 LLO
AR/JUR/1398/2001.
En igual sentido, se ha sostenido que “con la única limitación derivada de la necesidad de efectuar el aviso
previsto en el art. 792 del Cód. de Comercio, el cierre de una cuenta corriente bancaria constituye materia en la
que prima la libertad de contratación. Así, como línea de principio y so pretexto de cautela no es aceptable la
interferencia en las relaciones particulares que impongan obligaciones indeseables a un cocontratante” (del
considerando 2.2 en: Cám. Nac. Apel. Com., sala F, 29/05/2014, “Viñas del Lago SA c. Banco de Galicia y
Buenos Aires SA s/ medida precautoria”, LA LEY, 2014E132 con nota de Marcos Mazzinghi DJ
03/09/2014, 70 LLO AR/JUR/25608/2014). En idéntico sentido, se ha resuelto que, “en principio, la apertura o
cierre de una cuenta corriente viene dada en el marco de una relación contractual donde prima la libertad de los
contrayentes (art. 792 del Cód. de Comercio y art. 1197 del Cód. Civil), resultando improcedente la
interferencia de los jueces para conminar a una de las partes a mantener un vínculo indeseado” (considerando 2
en: CNCom., Sala E, 04/03/2011, “Miguel Ángel Gallego y Asociados SA s/ concurso preventivo s/ incidente
de apelación”. DJ 20/07/2011, 72 DJ 14/12/2011, 17 con nota de Oscar Eduardo Vázquez y Gabriel De Las
Morenas LLO AR/JUR/14933/2011). Ello obedece a que “la cuenta corriente bancaria es un contrato de
ejecución continuada que requiere la permanencia de la voluntad contractual, pero que no obliga a mantener las
relaciones si tal voluntad falta. De modo que el banco puede considerar, en un momento determinado, que no es
conveniente mantener esa relación contractual y, en tal caso, puede dar por terminado el contrato,
comunicándolo al cliente” (Carlos G. Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Buenos Aires, Ed.
Depalma, 1986, p. 138).
Al respecto, no puede perderse de vista que, en los contratos bancarios, “la confiabilidad deviene
imprescindible, tanto para la entidad financiera como para el cliente, puesto que ambos deciden hacia el futuro,
confiando en que los créditos otorgados serán cancelados y que los depósitos serán restituidos, a sus respectivos
vencimientos” (Eduardo A. Barreira Delfino, Incidencias del Código Civil y Comercial. Contratos bancarios.
Buenos Aires, Hammurabi, 2015, p. 90). A ello se suma el hecho de que la actividad bancaria es objeto de
numerosa regulación estatal, lo que se proyecta en el hecho de que el banco deba evaluar regularmente la
conservación de las cualidades por su cliente.
Y si bien es cierto que el plazo legal puede resultar ajustado, no menos cierto es que cuando el legislador o
la justicia “opera[n] sobre continuos temporales es inevitable un ‘corte’ o, más precisamente, un
‘fraccionamiento’" (del considerando 5.d.1.2. del voto del Dr. Cuartero —al que adhirieron los Dres. Aberti y
Arecha—, en: CNCom., sala D, 28/04/1988, “TriBiFer Soc. de hecho v. Columba SA”. JA, 1989II443 LLO
70028309).
Bajo tales premisas y en el marco del principio de la libre contratación y la disponibilidad en materia
contractual, el otorgamiento de la medida —reconducida— importaría la subsistencia del contrato en contra de
la manifestación expresa de voluntad rescisoria de una de las partes, a quien se le impondría por esta vía y
compulsivamente el cumplimiento de obligaciones a su cargo.
En tal inteligencia, no corresponde como principio ordenar a las entidades bancarias el mantener abiertas
cuentas corrientes, pues, con la limitación derivada de la necesidad de efectuar el aviso previsto en el art. 1404
del Cód. Civ. y Comercial —la buena fe y el ejercicio regular de su derecho, todo lo cual analizaremos
seguidamente—, el cierre de una cuenta corriente bancaria constituye materia en la que prima la libertad de
contratación (v. considerando 2.b en: Cám. Nac. Apel. Com., Sala F, “Kicer SA”, —cit.—).
IV.1.c. En consonancia con ello, sólo la ejecución carente de buena fe (arts. 961 del Cód. Civ. y Comercial,
y también art. 9 del mismo ordenamiento) o el ejercicio abusivo de tal facultad se encuentra prohibido (art. 10
del Cód. Civ. y Comercial).
Recordemos que el art. 10 del Cód. Civ. y Comercial —y antes, el art. 1071 del Cód. Civil— establece que
“la ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraría los fines del
ordenamiento jurídico o el que excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres”.
El texto legal refleja aquello de que hay abuso “cuando se ejerce el derecho contrariando el objeto de su
institución, a su espíritu y a su finalidad; cuando se lo desvía del destino para el cual ha sido creado'” (Bomchil,
op.cit., punto III, citando a: Jorge J. Llambías, Tratado de Derecho Civil. Parte General, T. II, 19ena. Edición,
Abeledo Perrot, Bs. As., 2011, p. 163/164).
De allí que el ejercicio de un derecho deba ajustarse a los fines a los que respondió su reconocimiento y a
sus previsiones legales.
Sin duda, el abuso del derecho opera “como principio regulador de los derechos subjetivos que extiende su
influencia a todo el orden jurídico” (Jorge Joaquín Llambías, Tratado de Derecho Civil. Parte General, T. II.
23ra. de. Actualizada por Patricio J. Raffo Benegas. Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2010, p. 163).
Concretamente, en el Código Civil y Comercial, el abuso del derecho es un principio general que cambia “la
tonalidad valorativa de todo el sistema” (Ricardo L. Lorenzetti Elena Highton de Nolasco Aída Kemelmjer
de Carlucci, Fundamentos del Anteproyecto del Código Civil y Comercial de la Nación, punto 6.3). Pero no
puede olvidarse que “el esquema fundado en el abuso del derecho no ha de ser utilizado en forma
indiscriminada, extrayendo de él la consecuencia de que siempre que el acreedor exige el cumplimiento exacto
de lo pactado —aunque ello implique cierto desmedro en la conmutatividad inicial propia del contrato— incurre
en tal ejercicio antifuncional” (del considerando 4 del voto del vocal Molteni —al que adhiere el vocal Jorge
Alterini— en: CNCom, Sala B, 07/04/1987, “Spada de Makintach, Susana c. Tonelli, Carlos”, LA LEY 1989A
414 con nota de Jorge A. Mayo DJ 19891, 608 LA LEY P 1990, 409 LLO AR/JUR/1146/1987).
Entonces, atento que “[e]l ejercicio de un derecho es irregular precisamente cuando la relatividad en
concreto indica que no debe ser protegido, porque estamos en presencia de una antijuridicidad circunstanciada”
(Jorge Horacio Alterini, “Relatividad de los derechos en concreto. Antijuridicidad circunstanciada. Quid del
llamado abuso del derecho”. LA LEY 2014C, 1012 Sup. Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales
de Bs. As. 03/06/2014 LA LEY 07/06/2018, 9 LA LEY 2018C, 892 LLO AR/DOC/1361/2014, punto
XVII), la consideración de abusiva del ejercicio de un derecho es un remedio excepcional, recayendo la carga de
probarlo sobre quien procura que se declare el obrar abusivo, y siendo su interpretación restrictiva (Julio Conte
Grand, “Derecho y ley”, en Sánchez Herrero —director—, op.cit., T. I, 2da. ed., p. 112).
En otros términos, siendo de aplicación restrictiva, debe recurrirse a ella sólo cuando aparezca manifiesto el
antifuncionalismo del acto, ya que, de lo contrario, se afectaría el principio de autorregulación contractual sin
que medien razones para hacerlo (CNCom., Sala B, 18/10/1991, “Tecnocom San Luis SA c. El Cobre SA”, LA
LEY 1993A563 sumario en: LLO cita: 2/3188).
IV.1.d. En consecuencia, si bien en principio, el cierre por decisión unilateral del banco de una cuenta
corriente, cumplido el plazo de preaviso contemplado normativamente, no constituye un supuesto de ejercicio
abusivo de los derechos, corresponde indagar si, en el sub examine, se encuentra el mismo configurado.
IV.1.d.i. De las constancias —no controvertidas— de la causa, surge que el Banco Credicoop Coop. Ltdo.
envió dos cartas documento —una referida a la cuenta corriente ... y otra a la ...— ambas en fecha 05/01/2016,
comunicando que “a los diez [...] días corridos de recibida la presente” y “por decisión del Banco”,
“proceder[ía] al cierre de su cuenta” (v. fs. 37/38). El día 15/01/2016, los funcionarios de la Mutual actora
acompañaron los cheques sin utilizar correspondientes a ambas cuentas (v. fs. 59/60) y se labró el acta de
destrucción de chequeras (v. fs. 61), todo ello, antes de que la actora interpusiese el recurso de reposición con
apelación en subsidio contra el decreto de fecha 13/01/2016 —fs. 53— que le había denegado la medida
cautelar solicitada (cfr., fs. 84/87).
Amén de las consideraciones que pudieran efectuarse en relación con el plazo establecido, debe entenderse
que el legislador consideró que, de acuerdo con las particularidades de esta relación contractual y su especial
naturaleza, el plazo era un término que permitía al perjudicado paliar las consecuencias derivadas del cierre,
tendiendo a posibilitar la reestructuración de su actividad.
Así, debe interpretarse que la exigencia temporal ha sido respetada, habiendo comunicado el Banco
accionado las circunstancias concernientes al cierre de las cuentas corrientes bancarias de la actora.
IV.1.d.ii. Asimismo, si bien es cierto que no expresó otros motivos que la “decisión del banco” (v. fs. 41),
no pasa desapercibido que la norma legal aplicable no lo exige. En efecto, el inc. a del art. 1404 del Cód. Civ. y
Comercial, canon que toma el supuesto de la decisión unilateral, no requiere la indicación de una causa para la
rescisión, con lo que excluye del debate a la causa. Más aún, los siguientes incisos se dedican a establecer
supuestos de cierre con causa, incluyendo la referencia a las “causales” que puedan surgir de la reglamentación
o convención (cfr. inc. d).
IV.1.d.iii. Sentado lo anterior, era carga de la accionate acreditar la abusividad que invocaba.
Y al respecto, debe decirse que, en la especie, no se advierte la abusividad invocada por la accionante, ni ella
se encuentra demostrada, ni puede inferirse o presumirse de la documental acompañada. En realidad, de los
autos se extrae la percepción del ejercicio de una facultad expresamente otorgada por el ordenamiento jurídico,
orientada a poner a resguardo sus intereses, y sin que se evidencie la abusividad o ausencia de buena fe en tal
ejercicio que —insistimos— debió ser acreditada. Concretamente, los indudables esfuerzos argumentativos de la
accionante alcanzan para explicar su perspectiva, más no para tener por acreditada la conducta abusiva.
Así, habrá de notarse que la accionante no ha acreditado —ni sumariamente— que medie imposibilidad de
acudir a otra institución bancaria —máxime cuando invoca la existencia de otra en la misma localidad (v. pto.
IV.g. del escrito de fs. 46/52)— para efectuar las operaciones que —según expresa— se verían afectadas por el
cierre de las cuentas corrientes en ciernes. Y aun cuando puedan comprenderse las dificultades que describe (ver
en particular, punto IV.b a fs. 47), no ha acreditado porqué, existiendo al presente —por ejemplo— servicios de
home banking con sistemas de transferencias desde cajas de ahorro y pudiendo depositarse cheques en ellas por
los asociados, tales sistemas imposibilitarían la operatoria de sus actividades. Tampoco surge probado en autos
un volumen concreto de operatoria que, por su cantidad, generase tales dificultades y no pudiera ser atendido
por los medios antes señalados, no existiendo constancia de cuál era el volumen de operatoria de cada una de las
cuentas cerradas fuera de la cantidad de formularios de cheques devueltos sin utilizar (19 de cheques comunes y
37 de pago diferido, destruidos en total, conforme actas de fs. 59 y 60) —monto que por sí y aislado como
indicio, no alcanza a generar convicción—. Finalmente, también debe repararse que el art. 28 de la ley 20.321,
no dispone la obligación de depositar los fondos sociales en cuentas corrientes bancarias, sino que sólo refiere al
deber de hacerlo “en entidades bancarias”, por lo que, siendo que la accionada decidió cerrar dos cuentas
corrientes (cfr. fs. 37, 38, 39 y 41), tampoco puede asumirse sin más que su operatoria fuese imposible de
realizar a través de una caja de ahorro.
Entonces, cabe concluir que la accionante no satisfizo el imperativo de levantar la carga que le incumbía.
Por lo que, recordando que “se ha impuesto como principio que debe hacerse un uso restrictivo del instituto,
debiendo la conducta abusiva ser claramente acreditada (conf. Kemelmajer de Carlucci en Belluscio, op. y loc.
cits., p. 54 N° 4), quedando en cabeza de quien invoca en su favor la figura de la carga de la prueba de los
requisitos respectivos (conf. Kemelmajer de Carlucci en Belluscio, op. y loc. cits., p. 64, N° 7; Carranza,
"Abuso del derecho", JA, 19693680, N° 7)” (del considerando del voto del vocal Calatayud —al que adhieren
los restantes vocales— en: CNCiv., Sala E, 21/03/1995, “Siniawski, Alejandro R. c. Constructora Galante SA”,
LA LEY 1995E266 con nota de Marcelo Urbano Salerno DJ 19961, 230 LLO AR/JUR/1678/1995), debe
concluirse que la accionante no levantó tal carga, circunscribiendo su reclamo a la alegación de la existencia de
un “accionar totalmente arbitrario y abusivo” de la entidad demandada (v. pto. IV. de la pieza inaugural de fs.
46/52).
En tal contexto, no se observa que, al ejercer el derecho a cerrar las cuentas corrientes, el banco accionado
hubiese contrariado el objeto, espíritu y finalidad de la norma que le concede dicha facultad, ni tampoco que
hubiese desviado su destino o infringido el deber de obrar de mala fe o abusado de su posición. Por el contrario,
utilizó la prerrogativa conforme la finalidad para la cual fue prevista, esto es, no obligar a ninguna parte a
mantener sine die la vigencia de un contrato en contra de su voluntad expresa.
Si bien las exigencias que deben observar las asociaciones mutuales no son desconocidas (cfr. art. 28 de la
Ley N° 20.321), lo cierto es que tal circunstancia fáctica no basta para imponer a una entidad financiera que
reabra una cuenta corriente cerrada, cuando ello resulta materia de libre disponibilidad para los contratantes.
Adoptar una solución contraria implicaría establecer una obligación de contratar incompatible con la libertad
que, en la materia, garantiza nuestra Carta Magna, en sus arts. 14, 17 y cc.
IV.2. Así las cosas, por aplicación del principio de razonabilidad —que tiende a preservar el valor justicia
en el contenido de todo acto de poder e incluso de los particulares, y exige que el medio escogido para alcanzar
un fin válido guarde proporción y aptitudes suficientes con ese fin (v. Germán Bidart Campos, Tratado
Elemental de Derecho Constitucional Argentino, T. 1. Buenos Aires, Ediar, 1995, p. 362)—, las críticas
expuestas por el recurrente ostentan andamiaje fácticojurídico suficiente para tornar procedente el remedio
procesal en estudio.
IV.2. Sin perjuicio de la solución que se propone, cabe formular una aclaración —a modo de obiter dictum
—. La accionada bregó por la revocación de la providencia que ordenara la —entonces— medida cautelar luego
fuerte probabilidad del derecho invocado” que implicó a la aludida reconversión del proceso.
El doctor Drago dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir opinión.
3ª cuestión. — Los doctores Alonso y Fabiano dijeron:
Sucesivamente que, de acuerdo con las consideraciones precedentes, cuanto corresponde es rechazar los
recursos de nulidad y hacer lugar a los de apelación, ambos deducidos en subsidio por la apoderada de la
accionada contra las providencias de fecha 20/01/2016 (v. fs. 88) y 19/02/2016 (v. fs. 114), y, en consecuencia,
revocar estas, disponiendo el rechazo de la medida ambicionada por la parte actora, así como la intimación
cursada, con costas en ambas instancias, a la vencida, conforme el criterio objetivo de la derrota (v. art. 251 del
Cód. Proc. Civ. y Comercial).
El doctor Drago dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir opinión.
Por todo lo expuesto, la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Santa Fe,
resuelve: 1) Rechazar los recursos de nulidad y hacer lugar a los de apelación, ambos deducidos en subsidio por
la apoderada de la accionada contra las providencias de fecha 20/01/2016 (v. fs. 88) y 19/02/2016 (v. fs. 114) y,
en consecuencia, revocar estas, disponiendo el rechazo de la medida ambicionada por la parte actora, así como
la intimación cursada, con costas —en ambas instancias, a la vencida—, conforme el criterio objetivo de la
derrota (v. art. 251 del Cód. Proc. Civ. y Comercial).
2) Los honorarios de Alzada se liquidarán en la proporción establecida en el artículo 19 de la ley 6767,
modificada por la Ley 12.851, oportunidad en que se correrá vista a la Caja Forense. Insértese, hágase saber,
bajen. Concluido el acuerdo, firmaron los Señores Jueces de Cámara por ante mí, que certifico. — Daniel F.
Alonso. — Abraham L. Vargas. — Aidilio G. Fabiano (ampliación de fundamentos). — Armando L. Drago (en
abstención).