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Durkheim y el suicidio

Hay dos clases de causas extrasociales a las que se puede atribuir a priori, una
influencia sobre la cifra de los suicidios: son las disposiciones orgánico-psicológicas
y la naturaleza del medio físico. Pudiera ocurrir que en la constitución individual o,
por lo menos, en la constitución de una clase importante de individuos existiera una
tendencia de intensidad variable según las razas, que arrastrase directamente al
hombre al suicidio; por otra parte, el clima, la temperatura, etc., pueden, por la
manera con que obran sobre el organismo, tener los mismos efectos. La hipótesis,
en todo caso, no debe ser rechazada sin discutirla; vamos, pues, a examinar
sucesivamente estos dos órdenes de factores y a investigar si tienen, en efecto, una
parte en el fenómeno que estudiamos y cuál es esa parte.

1. Hay enfermedades cuya cifra anual resulta relativamente constante en una


sociedad determinada, a la vez que varía sensiblemente según los pueblos. Tal
ocurre con la locura. Si se tuviera alguna razón para ver en toda muerte voluntaria
una manifestación de locura, el problema que nos hemos planteado estaba resuelto:
el suicidio no sería más que una afección individual.
2. Esta es la tesis sostenida por numerosos alienistas. Según Esquirol, “el suicidio
ofrece todos los caracteres de la enajenación de las facultades mentales”.
3. “El hombre sólo atenta contra su vida cuando está afectado de delirio, y los
suicidas son alienados”.
4. Partiendo de este principio, concluye el autor que el suicidio, siendo voluntario,
no deberla ser castigado por la ley.
5. Falret y Moreau de Tours se expresan en términos casi idénticos. Es verdad que
el último, en el pasaje mismo en que enuncia la doctrina a que presta su adhesión,
hace una indicación que basta para suponerla sospechosa. “¿El suicidio, dice, debe
ser mirado en todos los casos como el resultado de una enajenación mental? Sin
querer aquí resolver esta difícil cuestión, digamos, en tesis general, que nos
inclinamos instintivamente hacia la afirmativa, cuanto más se profundiza en el
estudio de la locura, cuando se ha adquirido en ella una mayor experiencia, cuando,
en fin, se han visto más alienados”.
6. En 1845, el doctor Bourdin, en un folleto que desde su aparición produjo algún
ruido en el mundo médico, habla sostenido menos mesuradamente la misma
opinión. Esta teoría ha sido defendida de dos maneras distintas. O bien se dice que
el suicidio por sí mismo constituye una entidad morbosa sui géneris, una locura; o
bien, sin hacer de él una especie distinta, se le considera simplemente como un
episodio de una o de varias clases de locura, sin que pueda encontrársele en los
sujetos sanos de espíritu. La primera tesis es la de Bourdin; Esquirol, por el
contrario, es el representante más autorizado de la otra concepción. “Por lo que
precede, dice, se entrevé ya que
el suicidio no es para nosotros más que un fenómeno consecutivo a un gran número
de causas diversas, que se muestra con caracteres muy distintos; este fenómeno
no puede caracterizar una enfermedad. Es por haber hecho del suicidio una
enfermedad sui géneris por lo que se han establecido proposiciones generales
desmentidos por la experiencia”.
7. De estas dos maneras de demostrar el carácter vesánico del suicidio, la segunda
es la menos rigurosa, la que tienen menos valor probatorio en virtud del principio de
que no pueden existir experiencias negativas. Es imposible, en efecto, proceder a
un inventario completo de todos los casos de suicidios para hacer ver en cada uno
de ellos la influencia de la enajenación mental.
No se pueden citar más que ejemplos particulares, que, por numerosos que sean,
no bastan para servir de base a una generalización científica, además de que
aunque no se alegaran ejemplos en contrario, siempre habría posibilidad de hacerlo.
Hay otra prueba, que si pudiéramos suministrarla seria concluyente. Si se llega a
determinar que el suicidio es una locura que tiene sus caracteres propios y su
evolución específica, la cuestión estará resuelta: todo suicida será un loco.
¿Pero existe una locura suicida? La tendencia al suicidio, siendo por naturaleza
especial y definida, al llegar a constituir una variedad de la locura, sólo puede ser
una locura parcial y limitada a un solo acto. Para poder caracterizar un delirio es
preciso que esa locura se refiera únicamente a un solo objeto, pues si tuviera varios
no habría razón para caracterizarla por uno de ellos más que por los demás. En la
terminología tradicional de la patología mental se llaman monomanías a estos
delirios restringidos. El monomaníaco es un enfermo cuya conciencia está perfecta
salvo en un punto; no presenta más que una tara, claramente localizada. Por
ejemplo, tiene por momentos una gana irracional y absurda de beber, de robar, de
injuriar; pero todos sus demás actos, como todos sus restantes pensamientos, son
de una rigurosa corrección; si existe, pues, una locura suicida, no puede ser más
que una monomanía, y en esta forma ha sido frecuentemente clasificada.

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