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Estilos, Prácticas y Paradigmas en la Ciencia

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Sergio F. Martinez
Universidad Nacional Autónoma de México
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En Cuadernos Hispanoamericanos , No. 757-758, España, 2013, pp. 31-44.
ISSN: 0011250X

Estilos, Prácticas y Paradigmas en la ciencia

Sergio F. Martínez
Instituto Investigaciones Filosóficas,
Universidad Nacional Autónoma de México

A mediados del siglo XX los filósofos de la ciencia tuvieron que reconocer que el
devenir histórico de la ciencia no podía dejarse simplemente de lado como un mero
contexto de descubrimiento que era dispensable para la filosofía de la ciencia. Como
lo puso Hacking en un libro muy conocido en 1983:

Los filósofos desde hace mucho tiempo hicieron de la ciencia una momia. Cuando
finalmente la desenvolvieron vieron los restos de un proceso histórico de devenir y
descubrimiento, se crearon para ellos la crisis de la racionalidad. Esto sucedió cerca
de 1960 (Hacking 1983, p.1).

Hacking da la impresión que los filósofos se inventaron un problema. Sin embargo,


no es sólo una crisis en la filosofía de la ciencia. En muchas comunidades de
científicos de la época se habla de crisis y de la necesidad de cambios importantes
en la manera de hacer lo que hacen para avanzar. Hay un cuestionamiento de la
manera tradicional de ver la ciencia, como una empresa unificada por ciertas
normas respecto a lo que constituye el avance del entendimiento en las diferentes
disciplinas científicas. Pero este cuestionamiento no es un cuestionamiento que
proviene de la filosofía (o por lo menos no sólo de la filosofía), proviene también de
individuos o comunidades de científicos que cuestionan la manera tradicional de
entender lo que hacen como parte de una empresa colectiva.
Kuhn, Feyerabend, Toulmin y muchos otros filósofos y científicos en la
posguerra cuestionan la tesis del positivismo lógico según la cual la ciencia es un
conjunto de teorías sobre diferentes temas unidos a través de la columna vertebral

1
2

de un reduccionismo metodológico.1 Todos estos autores apuntan a que las maneras


en las que las diferentes comunidades han llegado a establecer sus métodos
particulares de investigación juegan un papel en el establecimiento de las normas
que guían la investigación científica y en el entendimiento que produce la ciencia.
Kuhn lo pone de manera extrema, nos dice que la ciencia normal se hace a través de
paradigmas. Un paradigma es una manera de hacer ciencia en la que se dejan de
lado discusiones acerca de cuestiones fundamentales para centrarse en desarrollar
y resolver problemas sobre los que hay acuerdos que permiten avances claros. Pero
muchas veces se le identifica también al paradigma con un mero sistema de
creencias. En la medida que la ciencia se concibe como constituida por paradigmas a
la Kuhn, se genera una distinción entre la ciencia normal que se hace a través de los
paradigmas y los cambios bruscos que tienen que darse para que podamos seguir
la historia de la ciencia en donde claramente hay cambios que no encajan con la
descripción de lo que es ciencia normal.
En resumen, si nos tomamos en serio que los paradigmas constituyen sistemas
rígidos de creencias entonces tenemos que dar una caracterización de esa otra
manera de hacer ciencia, el tipo de ciencia que se hace entre paradigmas. Esto
introduce una tensión esencial, una discontinuidad entre la evolución gradual y un
tipo de cambio, que dada la concepción tradicional de racionalidad tiene que
catalogarse de no racional.2 El dilema es pues que se propone que el ejemplo por
excelencia de lo que es una actividad racional, la ciencia, se distingue por cambios
no racionales en momentos que marcan sus avances más significativos. Podemos
llamar a este dilema el dilema de Kuhn.

1 Kuhn 1966, Feyerabend 1970, Toulmin 1972


2 La concepción tradicional de la racionalidad consideraba que la decisión de si una creencia
o teoría eran racionales podía decidirse a partir de una consideración de la evidencia a favor o en
contra de la creencia. Hay dos variantes. El confirmacionismo considera que la aceptación de
teorías es racional cuando la evidencia las hace (probablemente) verdaderas. El falsacionismo que
es racional sostener una creencia hasta que no encontremos predicciones falsas. Ambas teorías
son no historicistas en el sentido que de establecerse que la historia de la ciencia no se ha
desarrollado siguiendo estos cánones el veredicto debería ser que la ciencia es una empresa no
racional, y no que esos criterios de racionalidad no están bien.
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La filosofía de la ciencia está llena de discusiones sobre este punto. Una manera de
tratar de resolver el dilema es hacer ver que Kuhn estaba equivocado, que
históricamente no hay tal diferencia entre períodos de ciencia normal y ciencia
extraordinaria. La sugerencia es que Kuhn mal interpretó la historia de la ciencia.
Por ejemplo se puede cuestionar que incluso los ejemplos más sonados de
paradigma no se abandonaron por la acumulación de anomalías. O pueden darse
razones filosóficas a favor de que la racionalidad de la ciencia no puede modelarse
de la manera como lo presume Kuhn. Popper por ejemplo propone una respuesta
bien conocida en esta dirección. Otra manera de resolver o disolver el dilema ha
sido tratar de mostrar que en realidad hay diferentes tipos de racionalidad en la
ciencia y que el tipo de racionalidad de la ciencia normal es diferente del tipo de
racionalidad que sale a relucir en la ciencia extraordinaria.3 Y otra alternativa es
empezar por aceptar que la ciencia no es una empresa racional en el sentido
tradicional pero que es racional en un sentido que está implícito en su historia4.
Todas estas respuestas asumen por lo general que los paradigmas están bien
definidos como sistemas de creencias. Este supuesto sin embargo es cuestionable.
Los paradigmas no pueden caracterizarse como meros sistemas de creencias,
involucran sistemas tecnológicos, agendas de investigación, y otras maneras de
hacer cosas, que se transmiten de generación en generación a través de prácticas
establecidas. Kuhn muchas veces habla de paradigmas como maneras de hacer las
cosas, pero la diferencia entre esos diferentes sentidos de paradigma se pasa por
alto. Y en particular se pasa por alto que dar cuenta de la importancia de estilos de
razonamiento en la filosofía de la ciencia es mucho más fácil cuando nos fijamos en

3 Godfrey Smith tiene una propuesta en esta direccion en Theory and Reality: An
Introduction to the Philosophy of Science, Chicago U.P 2003.
4 Hay muchas maneras de desarrollar esta idea. Este tipo de propuestas se conoce
usualmente como propuestas historicistas. Lakatos en su famoso trabajo de 1970
“Falsification and the Metholodoly of Scientific Research Programmes” sugiere una
propuesta historicista, así como Laudan en Progress and its Problems (1977). Toulmin en
1967? Propone que la racionalidad de la ciencia no se captura en modelos lógicos de
argumentación sino que requiere entender la estructura pragmática de los
argumentos y la manera como esa estructura evoluciona a través de la historia de la
ciencia (como parte de la evolución de patrones de argumentación pragmáticos).
4

los paradigmas como maneras de hacer cosas en comunidades específicas normadas


por criterios de lo que se considera posible hacer para avanzar nuestro
entendimiento. Es bien conocido que Kuhn encuentra en la literatura psicológica de
su tiempo (y en particular en la psicología Gestalt) inspiración para su
planteamiento. Pero no es meramente inspiración. Kuhn generaliza muchas ideas
promovidas (implícitamente muchas veces) en la psicología que cuestionan la
distinción tajante entre psicología y epistemología que sustenta la visión tradicional
de la ciencia en la filosofía de la ciencia positivista.
Es un hecho que Kuhn ha sido muy mentado en la literatura psicológica de la
tercera parte siglo XX. Sin embargo, como lo pone un historiador de la psicología en
1993 no es fácil de entender porqué los psicólogos se toman tan en serio a Kuhn
dado las “importantes inconsistencias presentes en sus ideas y su uso más bien
informal y no sistemático de la psicología”.5 Parte de la respuesta es sin lugar a
dudas que como hemos dicho arriba, Kuhn es citado la mayor parte de las veces
para apoyar un punto del autor. 6 El discurso de Kuhn es una manera
particularmente atractiva a muchos psicólogos de formular sus ideales para cambios
importantes en las preguntas centrales que guían la disciplina. Por ejemplo, Kuhn
juega un papel importante de apoyo al desarrollo de teorías de cambio conceptual
novedosas (como las teorías de Strike y Posner en los años ochenta).7 Pero esas
teorías no se explican a partir de las ideas de Kuhn. Strike y Posner reconocen la
importancia de Kuhn, Lakatos y Toulmin en apuntar a la importancia de entender a
la ciencia como el resultado de procesos de aprendizaje (que son el producto de
mecanismos psicológicos que es tarea de la psicología desentrañar).
Algo similar sucede en sociología. Las ideas de Kuhn resuenan con propuestas
bastante conocidas entre sociólogos respecto a la importancia de estructuras
similares a los paradigmas de Kuhn. Las teorías de rango medio de Merton no son

5 O’Donohue 1993
6 Coleman and Salamon muestra que el 95% de las citas a Kuhn en psicología son
positivas, usualmente toman a Kuhn para apoyar la tesis del autor.
7 Ver Strike y Posner 1992 para un resumen de la propuesta.
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sólo una fuente de inspiración del concepto de paradigma de Kuhn, sino una de sus
acepciones más importantes (en prácticas científicas específicas).

Así, si bien el concepto Kuhniano de paradigma se entiende de diferentes formas en


diferentes tradiciones de investigación científicas, y los filósofos pueden regodearse
en encontrar diferentes acepciones del término, es claro que su importancia reside
en apuntar, desde diferentes prácticas, a la dificultad de modelar como un cambio
racional el cambio de creencias básicas que es tan distintivo de la ciencia. Por un
lado la estabilidad de esas creencias se considera crucial para articular un
paradigma, y por otro lado esa estabilidad se transforma en resistencia al cambio de
rumbo en las direcciones de la investigación futura. Cómo Kuhn lo reconoce, esta
resistencia es parte importante del hecho que el conocimiento científico, y lo que se
considera su avance, dependen crucialmente de procesos de enseñanza que no
pueden ser cambiados de un día para otro, que tienen una estabilidad ligada con
rasgos cognitivos propios de cualquier práctica cultural. Un concepto productivo de
paradigma en la filosofía de la ciencia tiene que sustentarse (como el mismo Kuhn lo
sugiere en sus últimos escritos) en un entendimiento de la manera como llegamos a
conceptualizar el mundo, pero esto requiere entender la manera como nuestras
prácticas científicas juegan un papel en la organización y selección de los conceptos
considerados relevantes para avanzar el conocimiento a través de su despliegue en
prácticas científicas de maneras novedosas. En otras palabras, requiere entender la
manera como nuestros conceptos, estando como están enraizados en prácticas,
pueden coordinarse o integrarse a criterios epistémicos que apuntan a un avance
del entendimiento científico como un todo.

Una caracterización del concepto de paradigma en el contexto de la discusión


anterior, va a estar muy ligado al poder explicativo del concepto de práctica y de
estilo de razonamiento. Los estilos de razonamiento promueven el atrincheramiento
de normas que se conforman a un estilo a través de generaciones de prácticas. De
esta manera los estilos dan pautas para los cambios de paradigma, cambios que
6

desde ciertas prácticas pueden considerarse radicales o revolucionarios pero desde


otras pueden verse como acumulativos.

Estilos y prácticas. En la psicología cognitiva el término estilo cognitivo o estilo de


razonamiento se usa muchas veces como sinónimo de estilo de pensamiento, y se
refiere a las maneras en las que los individuos piensan un problema, o a las maneras
preferidas (mecanismos psicológicos) en las que se utiliza la información para
resolver un problema. En filosofía de la ciencia el término estilos de pensamiento (o
de razonamiento) busca tener un papel epistémico, y debido al supuesto usual que
lo psicológico y lo epistémico no pueden mezclarse muchas veces se piensa que los
estilos de razonamiento tienen que poder ser caracterizados independientemente
de los mecanismos psicológicos específicos que sustentan los estilos. Desde esta
perspectiva, sin embargo, es difícil llegar a una caracterización provechosa
(epistémicamente hablando) de estilo. Así, una manera de defender la importancia
de los estilos como categoría epistémica relevante puede partir de una defensa de la
ineludible relación entre lo psicológico y lo epistémico. Esta línea de argumentación
la dejamos aquí de lado.
Aquí nos interesa defender la importancia epistémica de estilos argumentando que
es posible identificar históricamente una serie de estilos que claramente tienen un
papel epistémico. Esta es una propuesta muy atractiva si pensamos que de esta
manera nos evitamos entrar en la discusión sobre la relación entre psicología y
epistemología. La propuesta más conocida y desarrollada de este segundo tipo es la
de Ian Hacking. Como veremos, si bien esta propuesta saca a relucir un aspecto
importante del problema, no permite dejar del todo de lado la discusión sobre la
relación entre lo psicológico y lo epistémico. A grandes rasgos sugeriremos como
puede modificarse el concepto de estilo de razonamiento para que esa relación
entre lo psicológico y lo epistémico pueda verse como una relación productiva y
provechosa desde el punto de vista epistémico.
La propuesta de Hacking Ian Hacking retoma y modifica el concepto de
Crombie (Crombie 1994). El objetivo de Crombie y Hacking es utilizar el concepto
de estilo para dar una visión global de la ciencia como un tipo distintivo de empresa
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con un fin epistémico (que puede caracterizarse como acumulación de


conocimiento). Crombie distingue 6 estilos (postulacional, experimental, hipotético,
taxonómico, probabilista e histórico). La idea central es que esos diferentes estilos
son una manifestación colectiva de los diferentes métodos científicos que
caracterizan a una tradición en tanto que inhiben o limitan la consideración de unas
alternativas y promueven otras. Hacking retoma la idea de Crombie pero asocia los
diferentes estilos con la producción de diferentes tipos de ontología distintivos de
los diferentes estilos y agrega un estilo, el estilo de laboratorio. Los estilos para
Hacking son el resultado de interacciones sociales que una vez maduros son
independientes de su historia y generan tipos de conocimiento acumulativo basados
en técnicas de auto-estabilización propias del estilo. 8 Así, conflictos sobre
ontología, sobre los objetos de la investigación cientifica pueden provenir de la
coexistencia de diferentes estilos que se consideran tienen una larga duración, son
objetos y estándares que llegan para quedarse, que una vez establecidos
permanecen. Hacking considera que los estilos se mantienen a través de una
estructura normativa que es auto-validante, lo que hace de los estilos autónomos e
identificables como tales y que permite explicar la persistencia de los estilos a través
del tiempo.9
La tesis de la inconmensurabilidad de Kuhn sugiere que la verdad y la objetividad
son el producto contingente de los diferentes paradigmas, y por lo tanto queda sin
explicar la obvia y distintiva estabilidad de la ciencia como empresa acumulativa.
Hacking puede responder a este problema porque los estilos (y los objetos y
cánones de racionalidad asociados) llegaron para quedarse. No son una moda. A lo
más podemos en el futuro pensar en la necesidad de agregar algún otro estilo, pero
un estilo no substituye a otro.

8Un estudio a fondo de la relación entre estilos y prácticas es Castro Moreno 2012.
9Hacking ha cambiado bastante sus ideas respecto a cómo se entienden los estilos.
El recuento que hago aquí de sus ideas no pretende ser una caracterización justa de
su manera de entenderlos actualmente, pero es un bosquejo de sus ideas que me
parece es fiel a ideas que Hacking ha sostenido y que independientemente de si
Hacking las sostiene o no han sido ideas muy influyentes en la discusión sobre
estilos.
8

El concepto de estilo de Hacking es indudablemente valioso porque apunta a una


manera en la que puede responderse al dilema de Kuhn sin caer en la disyuntiva de
que o bien aceptamos el concepto tradicional de racionalidad y su idea de
investigación científica guiada por normas a-contextuales, o bien tenemos que
defender una posición relativista que compromete la objetividad de la ciencia .
No obstante, considero que hablar de estilos en la ciencia a la manera de Hacking no
es suficiente por varias razones. En primer lugar no parece ser una buena
descripción de la historia de la ciencia. Si bien uno puede aceptar que hay estilos en
la ciencia y que esos estilos son un factor explicativo importante en modelos de
cambio científico, es difícil aceptar que hay esos 6 estilos que Crombie identificó a
partir de supuestos bastante positivistas respecto a lo que es la ciencia y que esos
estilos llegaron para quedarse. Hacking ha sugerido varias veces que pueden haber
otros estilos (en su sentido de estilos), e incluso habló durante muchos años de la
necesidad de incluir un nuevo estilo, el estilo de laboratorio experimental. Una serie
de críticas a la propuesta de Hacking parecen haber inclinado a Hacking a retornar a
la propuesta inicial de Crombie de que no tenemos realmente que pensar que hay
más de 6 estilos, que las novedades deben verse más bien como “cristalizaciones” de
los seis estilos postulados por Crombie. Me parece, sin embargo que en la medida
que se mantiene la idea de que la lista de estilos es fija nos metemos en una camisa
de fuerza que no deja ver importantes ventajas explicativas de los estilos. La única
justificación que parece haber para mantener ese número fijo es que deja muy clara
una respuesta al dilema de Kuhn. Pero si el dilema de Kuhn puede resolverse sin el
supuesto de un número fijo de estilos esa justificación deja de ser operativa.
Bensaude-Vincent en 2009 caracteriza el “estilo de pensamiento de los
químicos” como una manera de formular lo que Hacking llama estilos de
laboratorio. Pero no es claro que la caracterización que hace Bensaude-Vincent
encaja con la caracterización de Hacking de estilo de laboratorio. Si bien Hacking
reconoce que el hacer es importante tanto como el interpretar para entender la
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dinámica de los estilos él piensa que ese hacer es filosóficamente importante en la


medida que entra en la formulación de condiciones de posibilidad de enunciados
que pueden ser verdaderos o falsos. Sin embargo, Bensaude Vincent habla de la
importancia de reconocer como en el laboratorio aprendemos de investigaciones
sobre materiales específicos.
Por lo menos no es obvio que están hablando de estilo de laboratorio en el mismo
sentido. Uno podría pensar que todo se resuelve con reconocer que hay variantes de
estilos, pero entonces, a menos que se parta de un supuesto esencialista que de
alguna forma redirija las variantes a los estilos auto-validantes de los que hablan
Hacking y Crombie, el hablar de variantes de estilos, o cristalizaciones, nos lleva al
problema de tener que discutir cuales podrían ser los criterios de individuación de
estilos y a la vez nos obligaría a tener que abrir una discusión sobre qué se quiere
decir con que los estilos se auto-validan.10

Una manera de entender los estilos de razonamiento es cómo marcos de lo que se


considera plausible o posible en el contexto de investigaciones específicas.11 . Me
parece que esta idea va en la dirección correcta, pero que a diferencia de cómo lo
pone Elwick, los estilos de razonamiento no caracterizan meras condiciones de
posibilidad, sino agendas de investigación posibles. Esas agendas organizan
competencias y colaboraciones específicas, como parte de complejas redes de
recursos disponibles y las orientan al logro de fines. Así, los estilos pueden verse
como el horizonte histórico de esas agendas que sirven de pautas para el avance de
la ciencia.

Voy a concluir ejemplificando a muy grandes rasgos esta noción de estilo de


razonamiento en el contexto del desarrollo de uno de los paradigmas más
importantes en la ciencia del último siglo, el paradigma Darwinista. Hoy en día es
claro que el Darwinismo es un paradigma en más de un sentido del término. La idea
que los seres vivos evolucionan en el sentido que cambian a través de procesos de

10
vease Kush 2010 para un examen minucioso de estos problemas.
11
Ver Ellwick 2012
10

reproducción es una idea vieja. Han habido muchas teorías y muchas discusiones
entre proponentes de las diferentes teorías. El sentido en el que Darwin inicia una
nueva forma de plantear el proceso de la evolución tiene que ver con una manera
diferente de entender procesos de cambio. La idea tradicional en el siglo XIX, de un
autor como Spencer, por ejemplo, era que había una ley general que hacía que la
complejidad de los procesos tienda a aumentar. Darwin cuestiona esta visión
metafísica de la evolución y para distinguirse de ese tipo de caracterización de la
evolución Darwin habla de descendencia con modificación.
Pero Darwin no propuso un modelo de la evolución que venía de la nada, no es
simplemente una idea novedosa que llega para contrastarse con la teoría de Spencer
respecto a la pregunta de qué es la evolución. Darwin recluta resultados y métodos
de investigación de muy diferentes prácticas en la biología de su tiempo, pero
también en la linguística y la psicología, para construir un argumento en favor de
una explicación de la evolución. Pero lo que hace que las ideas de Darwin sean un
paradigma científico son las consecuencias productivas que tiene su propuesta para
temas centrales en muchas tradiciones científicas, y no solo en biología. Por
ejemplo, la teoría de Darwin tiene implicaciones importantes para las ciencias
sociales y su discusión va a ser un tema central en las ciencias sociales desde
entonces.
En una teoría como la de Spencer la evolución se sobreponía a los tipos de cosas y a
los tipos de animales que se tomaran como puntos de partida. La evolución para
Spencer (y la mayoría de sus contemporáneos) es una consecuencia de supuestas
leyes universales que dictan el tipo de cambios que tienen lugar en la naturaleza.
Esta manera de entender la evolución hace que una teoría como la de Spencer sea
compatible con la idea que los seres humanos son diferentes de los otros animales
en un sentido fundamental. Las leyes de la evolución se aplican por aparte a las
formas biológicas y a las formas (organizaciones) sociales. Los seres humanos
pueden haber sido creados en un momento determinado, o surgido de la nada, y
luego las leyes de la evolución explican el desarrollo de las instituciones y el
desarrollo de los lenguajes humanos, y cualquier otro tipo de proceso social. La
teoría de Darwin en la medida que pretendía explicar la diversidad de las formas
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vivientes como el resultado de formas muy básicas de vida que a través de la


historia de la vida estaban sujetas a la selección natural parecía implicar claramente
que los seres humanos eran parte de un mismo proceso. Esta es una consecuencia
diferente e importante que distingue el Darwinismo de otros tipos de explicaciones
de la evolución.

Para ver la importante diferencia que está en juego en la propuesta de Darwin es


importante recordar que Wallace ( co-descubridor con Darwin del mecanismo de la
selección natural) como causa de la evolución ,a diferencia de Darwin deja fuera de
la evolución biológica a los seres humanos. Lo interesante para nosotros es que
Wallace llega a esta conclusión porque se da cuenta, como muchos de los
contemporáneos de Darwin, que la manera como Darwin piensa que la teoría de la
evolución orgánica por selección natural se aplica a los seres humanos tiene
implicaciones racistas, y en particular apunta a la conclusión que los europeos son
una raza más desarrollada que los habitantes de cualquier otra parte del mundo.
Para Wallace esta era una conclusión inaceptable que nos obligaba a ponerle límites
al tipo de explicación ofrecida por Darwin. Como nos dice Wallace: “Puesto que la
selección natural solo podría dar cuenta de un salvaje humano con un cerebro solo
ligeramente superior a un mono deberíamos de rechazar la aplicabilidad de la teoría
de la evolución por selección natural (de la que Wallace es co-descubridor con
Darwin) para dar una explicación de nuestras capacidades cognitivas. Después de
todo- nos dice Wallace- “un salvaje posee una mente apenas inferior a la de un
filósofo” (Wallace1870).

En las ciencias sociales del siglo XX hay un distanciamiento de las implicaciones de


las ideas de Darwin que tiene mucho que ver con el razonamiento de Wallace que lo
lleva a delimitar el alcance del mecanismo de la selección natural. Como Boas lo
deja muy claro a principios del siglo XX, las ideas de Darwin parecían implicar una
noción de progreso que apoyaba una manera de entender la naturaleza humana en
términos de una transición del instinto a la inteligencia que no podía sostenerse en
las ciencias sociales. Todo esta discusión que inicia con un desacuerdo respecto al
12

alcance del mecanismo de la selección natural entre Darwin y Wallace es parte de


una discusión que llega hasta nuestros días.
Lo que espero es claro es que el Darwinismo no es un paradigma en el sentido
simplista de una teoría que se opone a otra, sino en el sentido de una guía para la
investigación ulterior que tiene implicaciones normativas para el tipo de ciencia que
puede o debe hacerse en disciplinas muy diferentes. En la segunda mitad del siglo
XX hay muchas maneras en las que el paradigma Darwiniano empieza a
reproducirse y a diversificarse en las ciencias sociales una vez que la preocupación
de Wallace puede reformularse y dejarse de lado a partir de una lectura del
Darwinismo basado en la preeminencia causal de la genética, un Darwinismo
usualmente referido hoy en día como neodarwinismo.
Un ejemplo famoso de la aplicación del neodarwinismo a las ciencias sociales es la
sociobiología de E.O. Wilson. Según Wilson, el comportamiento social puede
explicarse a partir de la teoría de la evolución de Darwin en la medida que el
comportamiento puede explicarse en términos de la selección de genes. Como en el
caso de la crítica de Wallace a Darwin, varios críticos de la teoría de Wilson han
hecho ver los problemas y las indeseables consecuencias que tendría la adopción de
esta propuesta.
Otro ejemplo de neodarwinismo en las ciencias sociales es el modelo evolucionista
de la cultura de Boyd y Richerson. Este es un modelo teórico desarrollado durante
más de 20 años que trata de mostrar la manera como la teoría de Darwin puede
aplicarse para entender el desarrollo de la cultura (Boyd R. y Richerson 1985) sin
caer en los problemas a los que apuntaba Wallace. Este tipo de modelos están basados
en la idea que el tipo de cambio en prácticas culturales que permite la acumulación
de cultura y su diversificación y especialización (y por lo tanto su evolución) es un
tipo de aprendizaje por observación. Este tipo de aprendizaje se considera que es
cualitativamente diferente de otros mecanismos de transmisión social de
información que son comunes en animales.

Una manera diferente de llevar el neodarwinismo a las ciencias sociales es


promoviendo la idea que el Darwinismo nos da las herramientas teóricas que se
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requieren para poder unificar las ciencias sociales. Herbert Gintis, por ejemplo,
propone que las ciencias sociales son muy defectuosas porque estudian el
comportamiento humano desde perspectivas muy diferentes y no consistentes una
con otra (Gintis 2007). Este estado de cosas-nos dice Gintis- tiene que cambiar, y la
manera como puede y debe cambiar es haciendo ver que una teoría de la evolución
Darwiniana que cubra tanto la genética como la cultura puede ser un marco
integrador para las ciencias sociales. En otros trabajos he criticado estas maneras de
usar entender las implicaciones del Darwinismo para las ciencias sociales y he
hecho ver otras versiones del Darwinismo que llevan a diferentes tipos de
resultados para las ciencias sociales. Sin embargo, aquí lo que me interesa recalcar
es que hablar del paradigma Darwiniano no es hablar de un sistema definido de
creencias o ni siquiera de un núcleo de ideas a partir del cual se construyen modelos
teóricos con poder explicativo, más bien, el paradigma Darwiniano es un marco de
discusión en el cual se plantean propuestas alternativas respecto a cómo mejor
plantearnos el avance de disciplinas particulares en el contexto de discusiones muy
locales pero que expresan valores (relacionados con percepciones de cierto tipo de
crisis en una disciplina por ejemplo) que nos hacen fijar la vista en problemas
filosóficos tales como el problema de qué es avance o progreso científico.
Los paradigmas y los estilos de razonamiento nos ayudan a establecer ese tipo de
relaciones entre problemas y valores locales y problemas y valores filosóficos más
generales.

Bibliografía

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