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ANTROPOLOGíA y CIUDAD

o:
•...
z
CULTURAS URBANAS DE FIN DE SIGLO: LA MIRADA ANTROPOLÓGICA ••
w
Q

Néstor Gorda Canclini

1:-:

Al terminar el siglo XX,la antropolo- capacidad abarcativa resulta más pro-


gía parece una disciplina dispuesta a blemática es la ciudad.
1
abarcarlo todo. Desde hace varias
Hay una manera de valorar el trabajo
décadas trascendió el estudio de pue-
antropológico sobre lo urbano, que
blos campesinos no europeos o no
descartaré en este texto: consistiría
occidentales, en los que se especializó
en reseñar las contribuciones reali-
.•
.<
al comenzar su historia como disci-
plina. Ha desarrollado investigacio-
zadas por la antropología durante su
historia al conocimiento de ciudades
nes sobre las metrópolis, se fue
específicas y a la elaboración de la
ocupando de todo tipo de sociedades com-
teoría urbana. Tres razones me hacen prefe-
plejas, tradicionales ymodernas, de ciudades
rirotro camino. Laprimera es que esta tarea
y redes transnacionales. Autores
enciclopédica, que requiere muchas más
posmodernos muestran incluso que el estilo
páginas que las del presente artículo, ha sido
antropológico de conocer tiene algo peculiar
cumplida por varios libros en las últimas
que revelarnos sobre las formas de multicul-
décadas (Eames y Goode 1973, Hannerz
turalidad que proliferan en la globalización.
1992, Kennyy Kertzer 1983, Signorelli 1996,
Hasta cierto punto, otras disciplinas -como Southall 1973), Ypor volúmenes colectivos
la demografía y la economía- se arriesgan de revistas en varias lenguas (por ejemplo,
también a ser omnipresentes y omnisapien- Ethnologie fran~aise, 1982; La ricerca
tes al querer explicar con un solo paradigma folklorica, 1989; Urban Life, varios núme-
el universo entero. Pero los antropólogos ros; Urban Anthropology, 1991; Revista in-
pretendemos, además, ocuparnos de lomacro ternacional de ciencias sociales, 1996). En el
y lo microsocial, decir al mismo tiempo balance organizado por Kemper y Kratct en
cómo articular conocimientos cuantitativos Urban Anthropology, que abarca casi ex-
y cualitativos. Una de las zonas donde esta clusivamente lo producido en Estados Uni-
dos, se registraban a principios de esta
década 885 antropólogos urbanos, inclu-
Antropólogo y director del progrürT1él de ES1.lldios en
yendo arqueólogos, lingüistas y antropólo-
Cultura Urbnna de 1<1Universidad Autónoma Met.ropo-
Iitana. Ha publicndo veinte libros sobre 0sl.lldios cul- gos físicos; aunque el mismo informe indica
turales, fjlobalización e imaginario urbarlO. FIJe profesor que el 70% de los investigadores son antro-
en [as universidades de Stanford. Austin, Bnrcelona,
pólogos sociales. (Kemper y Kratct, 1991).

::" .

Buenos
(1995)
Aires y Sao PiJulo. Su libro
obtuvo el premio
de l¡¡ Latín American
sobre América Lminü.
lJybrid Culfllms
Ibel'Oéllnericnno
Associ<ltion como mejor
1300k Aw,ll"(l
libro
Esta es una de las razones por la cual restrin-
giré a esta «subdisciplina» el análisis del
presente texto.
97
--

ANTROPOLOGfA y CIUDAD. CULTURAS URBANAS DE FIN DE SIGLO: LA MIRADA ANTROPOLÓGICA

~
o
o
'"~ En segundo lugar, debemos recono- incluso antropólogos más recientes.
o cer que, si bien desde el siglo XIX la Basta pensar en cómo ha cambiado
'c
.;:, bibliografía antropológica ofrece el significado y la importancia de lo ,
muchos estudios sobre ciudades, con urbano desde 1900, cuando sólo cua-
frecuencia cuando los antropólogos tro por ciento de la población mun-
hablan de ellas en verdad estaban dial vivía en ciudades, hasta la
hablando de otra cosa. Aunque se actualidad, en que la mitad de los
ocupen de Luanshya, o Ibadan, de habitantes se hallan urbanizados
Mérida o Sao Paulo, en muchas in- (Gmelch-Zenner, 1996: 188). En cier-
vestigaciones lo principal que se busca ave- tas zonas periféricas que han sido objeto
riguar es cómo se realizan los contactos predilecto de la antigua antropología, como
culturales en una situación colonial o las América Latina, un setenta por ciento de las
migraciones durante la industrialización, personas reside en conglomerados urbanos. 1
cuáles son las condiciones de trabajo o de Como esta expansión de las ciudades se •
consumo, qué queda de las tradiciones bajo debe en buena parte a la migración de cam-
la expansión moderna. pesinos e indígenas, esos conjuntos sociales
a los que clásicamente se dedicaban los
Pese a las tempranas contribuciones de la
antropólogos ahora se encuentran en las
Escuela de Chicago en los años veinte, cuan-
urbes. En ellas se reproducen y cambian sus
do se constituyó la ciudad en objeto especí- tradiciones, se desenvuelven los intercam-
fico de investigación para sociólogos y
bios más complejos de la multietnicidad y la
antropólogos, sólo episódicamente la an-
multiculturalidad.
tropología la tomó como núcleo del análisis
social. Apenas en las tres últimas décadas 10
urbano se convirtió en un campo plenamen- VIEJOS TEMAS EN NUEVOS CONTEXTOS
te legítimo de investigación para esta disci-
plina, con los requisitos que esto supone, o No es casual que unalto número de estudios
sea especialistas de primer nivel que se de antropología urbana se consagre a los
dediquen a explorarlo, reconocimiento ca- emigrantes y a los llamados sectores margi-
bal en planes de estudio de grado y postgrado, nales. Al tratar de conocer estas transfor-
financiamiento para trabajo de campo, re- maciones de los destinatarios habituales de
uniones científicas y revistas especializadas la investigación antropológica, se advirtie-
(Kempery Kratct 1991). ron los nuevos desafíos que las ciudades
contemporáneas colocaban a los conceptos
La tercera motivación para no tratar la y técnicas elaborados por esta disciplina al
confrontación actual de la antropología con estudiar comunidades pequeñas, indígenas
la ciudad bajo el formato de una revisión o campesinas. Debe reconocerse al estilo
histórica, es que los desafíos que implica etnográfico el haber ofrecido aportes cuali-
este trabajo están cambiando notoriamente tativos originales sobre relaciones
en el tiempo de las conurbaciones, la interétnicas e interculturales, que otras dis-
globalización y las integraciones transna- ciplinas subordinan a las visiones
cionales. Loque se entiende por ciudad ypor macrosociales. Sin embargo, las estrategias

98 investigación antropológica es hoy muy dis-


tinto de lo que concibieron Robert Redfield,
de aproximación
inhibieron
de los antropólogos
durante mucho tiempo la cons-
las Escuelas de Chicaao v Manchester. e t.rllrrión rlP Iln;::¡ ;::¡ntrnnnlnl'1í.::l. I I rh:::r.n:::r. n ~t:>.::l.
<1:

el

una visión de conjunto sobre el significado ni siquiera pueden red ucirse a esas caracte-
de la vida en ciudad. Se ha practicado menos rizaciones monofuncionales. Varios auto-
a:
«una antropología de la ciudad que una res sostienen quejustamente lacopresencia 1-
Z
antropología en la ciudad» ... «La ciudad es, de muchas funciones y actividades es algo
<1:
por lo tanto, más el lugar de investi9ación distintivo de la estructura urbana actual
w
que su objeto» (Durham, 1986: 13). De todas (Castells, 1995; Signorelli, 1996). Más aún: e
maneras, esta es una cuestión difícil de resol- esta flexibilidad en el desempeño de varias
ver tanto para la antropología como para funciones se radicaliza en la medida en que
otras disciplinas. ¿Acaso es posible abarcar
con un sólo concepto -€l de cultura urbana-
la diversidad de manifestaciones que la ciu-
dad engendra? ¿Existe realmente un fenó-
meno unificado y distintivo del espacio
la deslocalización de la producción diluye la
correspondencia histórica entre ciertas ciu-
dades y ciertos tipos de producción.
Lancashire no es ya sinónimo mundial de la
industria textil. ni Sheffield y Pittsburgh de
I
urbano, incluso en aglomeraciones tan com- siderurgia. Las manufacturas y los equipos
plejas y heterogéneas como Nueva York, electrónicos más avanzados pueden produ-
Beijing y la ciudad de México, o sería prefe- cirse tanto en las ciudades globales del pri-
rible hablar de varios tipos de cultura dentro mer mundo como en las de Brasil, México y
de la ciudad? En tal caso das delimitaciones el sudeste asiático (Castells 1974, Hall1gg6,
deben hacerse siguiendo criterios de clase Sassen 1991).
social, de organización del espacio ti otros?
La diversidad contenida en una ciudad sue-
Al mismo tiempo, así como las cuestiones le ser resultado de distintas etapas de su
urbanas fueron reconformando el proyecto desarrollo. Milán, México y París hacen
de la antropología, ésta viene mostrando la coexistir por lo menos testimonios de los
fecundidad de sus instrumentos conceptua- siguientes períodos: a) monumentos que
les y metodológicos para encarar aspectos les dan carácter de ciudades históricas con
clave de las ciudades contemporáneas que interés artístico y turístico; b) un desarro-
interesan al conjunto de las ciencias socia- llo industrial que reorganizó -de distinto
les. Vaya referirme a tres: la heterogenei- modo en cada caso- su uso del territorio; y
dad multiculturaJ. la segregación e) una reciente arquitectura transnacional,
intercultural y social, y la desurbanización. posindustrial (de empresas financieras e
informáticas) que ha reordenado la apro-
La heterogeneidad o diversidad sociocultu- piación del espacio, los desplazamientos y
ral, desde siempre tema clave de la antropo- hábitos urbanos, así como la inserción de
logía, aparece hoy como uno de los asuntos dichas ciudades en redes supranacionales.
más «desestructuradores» de la La convivencia de estos diversos
modelización clásica propuesta en períodos en la actualidad genera una
las teorías urbanas. Ladificultad para heterogeneidad multitemporal en la
definir qué se entiende por ciudad que ocurren procesos de hibrida-
deriva, en parte, de la variedad his- ción, conflictos y transacciones in-
tórica de ciudades (industriales y ad- terculturales muy densas (Garela
ministrativas, capitales políticas y Canclini, 1995 a, b).
., ciudades de servicios, ciudades puer-
tos y turísticas). pero esa compleji- Esaheterogeneidad e hibridación pro- 99
dad se agudiza en grandes urbes que vocadas por la contigüidad de cons-
ANTROPOLOGíA YCIUDAD. CULTURAS URBANAS DE FIN DE SIGLO: LA MIRADA ANTROPOLÓGICA
,

g
'"•• trucciones y modos de organizar el diversidad emerja o se expanda. Pero
"
O
espacio iniciados en distintas etapas la «explosión» diferencialista no sólo
'c históricas, se multiplica con la co-
.2. es un proceso real; también se pre-
existencia de emigrantes de zonas senta como ideología urbanística.
diversas del mismo país y de otras Desde los años setenta, las corrien-
sociedades. Estos emii;lrantes incor- tes pos modernas que impactaron a
poran a las grandes ciudades len- la antropología y el urbanismo pro-
guas, comportamientos y estructuras pician la diferencia, la multiplicidad ,
espaciales surgidos en culturas dife- y la descentralización como condi-
rentes. Se observa este proceso con rasgos ciones de una urbanidad democrática. Sin
semejantes en las metrópolis y en los países embargo, esta tendencia debe valorarse de r
<.

periféricos, anulando hasta cierto punto las maneras distintas en las metrópolis y en los
diferencias que el evolucionismo marcaba países periféricos. Ante todo, debemos ha-
en otro tiempo entre ciudades de regiones cer esta distinción por razones político-
desarrolladas y subdesarrolladas. económicas. No es lo mismo el crecimiento
de la autogestión y la pluralidad luego de un
La vecindad de los nativos con muchos
período de planificación, durante el cual se
otros hace explotar las idiosincrasias urba-
reguló la expansión urbana y la satisfacción
nas tradicionales tanto en Lima como en
de necesidades básicas (como en casi todas
Nueva York, en Buenos Aires como en Ber-
las ciudades europeas) que el crecimiento
lín. Elacercamiento súbito, ya veces violen-
caótico de intentos de supervivencia basados
to, entre lo moderno y lo arcaico, entre
en la escasez, la expansión errática, el uso
científicos sociales y pueblos exóticos, nos
depredador del suelo, el agua y el aire (habi-
permite decir que la antropología urbana
tuales en Asia, África y América Latina).
está siendo decisiva para completar la libe-
ración de los antropólogos de la sensación Una segunda distinción tiene que ver con la
de pertenecer a un universo distinto de sus escala. En países que entraron al siglo XX
objetos de estudio; también les permite a con tasas bajas de natalidad, con ciudades
algunos investigadores atenuar la culpa por planificadas y gobiernos democráticos, las
interferir en culturas extrañas y desalienta digresiones, la desviación y la pérdida de
los subterfugios evolucionistas con que se poder de los órdenes totalizadores pueden
trataba de restaurar esa distancia mediante ser parte de una lógica descentralizadora.
una mirada «sabia». Los antropólogos urba- En cambio, en ciudades como Caracas, Lima
nos, aun teniendo diferencias étnicas, de o Sao Paulo la diseminación -generada por
clase o nacionales con nuestros observados, el estallido demográfico, la invasión popu-
estamos expuestos a las mismas o parecidas lar o especulativa del suelo, con formas
influencias socioespaciales, publicitarias y poco democráticas de representación y ad-
televisivas. ministración del espacio urbano- aparece
<
como la multiplicación de un desorden siem- •
Si bien la planificación macrosociai. la
pre a punto de explotar.
estandarización inmobiliaria y vial, y en
general el desarrollo unificado del mercado En el primer tipo de casos el debilitamiento
100 capitalista tienden a hacer de las ciudades
dispositivos de homogenización , esos tres
de las estructuras planificadas puede ser un
avance liberalizador. En tanto, en la mayo-
~
)


factores no impiden que la fuerza de la ría de las ciudélrtAS nA n::tfc::pc:: nprif~rirn<::' h
--
"
ideología descentralizadora logra, a menu- pos mediante muros, rejas y dispositivos
do, sólo reproducir aglomeraciones ingo- electrónicos de seguridad. Estudios antropo-
a:
bernables. que por eso a veces «fomentan» lógicos recientes muestran el peso que tienen ....
"• la perpetuación de un gobierno autoritario y en la construcción de las segregaciones ur- z
centralizado, reticente a que los ciudadanos banas, junto a las barreras físicas, los cam- ••
w
elijan y decidan. Los estudios sobre movi- bios en hábitos y rituales, las obsesivas e
mientos sociales suelen considerar esta des- conversaciones sobre la inseguridad que
estructuración de las ciudades como tienden a polarizar lo bueno y lo malo, a
estímulo para la organización de grupos establecer distancias y muros simbólicos
populares, juveniles, ecologistas, etc. a fin que refuerzan los de carácter físico (Caldeira
de construir alternativas al (des)orden he- 1996).
gemónico. Otros sectores ven la descentra-
lización como agravamiento del caos, En investigaciones sobre los cambios en las
}¡,
expansión de las bandas, terror urbano, prácticas de consumo cultural de la ciudad

acoso sexual, o como simple ocasión para de México registramos un proceso de
que los poderes empresariales y aun las desurbanización, en el sentido en que en los
últimos años disminuye el uso recreativo de
asociaciones de vecinos se apropien de es-
pacios públicos y excluyan o discriminen a los espacios públicos. Esto se debe en parte
a la inseguridad, y también a la tendencia
los demás. "El ejercicio local de la democra-
• impulsada por los medios electrónicos de
cia puede, por lo tanto, producir resultados
antidemocráticos» (Holston y Appadurai, comunicación a preferir la cultura a domi-
cilio llevada hasta los hogares por la radio,
1996: 252).
la televisión y el video en vez de la asistencia
En muchas ciudades africanas, asiáticas y a cines, teatros y espectáculos deportivos
latinoamericanas es evidente que la debili- que requieren atravesar largas distancias y
dad reguladora no aumenta la libertad sino lugares peligrosos de la urbe. Recluirse en la
la inseguridad y la injusticia. La condición casa o salir los fmes de semana de la ciudad
posmoderna suele significar en estos países son algo más que modos de librarse un poco
la exasperación de las contradicciones de la de la violencia. el cansancio y la contamina-
modernidad: la desaparición de lo poco que ción: son formas de declarar que la ciudad es
se había logrado de urbano, el agotamiento incorregible (García Canclini, 1995).
de la vida pública y la búsqueda privada de
alternativas no a un tipo de ciudad sino a la A nivel político, la democratización del go-
vida urbana entendida como tumulto «estre- bierno y la participación de los ciudadanos
sante». El abandono de políticas públicas es quizá lo único que puede revertir parcial-
unificadas, junto al agravamiento del des- mente esta tendencia al enclaustramiento
empleo y la violencia generan -como en lo privado de la mayoría, y contro-
demuestran los estudios de Mike lar la voracidad de los intereses pri-
Davis sobre Los Ángeles y de Teresa vados inmobiliarios, industriales y
P.R.Caldeira sobre Sao Paulo- segre- turísticos que afectan el desarrollo
gación espacial: quienes pueden se equilibrado de las urbes. Pero ¿de
encierran en «enclaves fortificados». qué modo la democratización de las

..
,

En vez de trabajar con los conflictos
que suscita la interculturalidad, se
decisiones públicas y la expansión de
una ciudadanía responsable (Perulli,
1995) permitirían rehabilitar el mun-
'10l
I ,
propicia la separación entre los 9ru-
ANTROPOLOGíA y CIUDAD. CULTURAS URBANAS DE FIN DE SIGLO: LA MIRADA ANTROPOLÓGICA

•Z

~ do público, o sea hacer viable una cómo estudiarla, compartidas por


.¡¡
o intervención mejor repartida de las otras ciencias sociales, exigen re-
'2
.a fuerzas sociales que rehaga el mapa orientar el conjunto de los estudios
de la ciudad, el sentido global de la urbanos. Estos estudios son, por
sociabilidad urbana? De no ocurrir eso mismo, una ocasión propicia
esto, el riesgo es la ingobernabilidad: para examinar las condiciones ac-
que el potenciamiento explosivo de tuales del trabajo inter o transdisci-
las tendencias desintegradoras y plinario, las condiciones teóricas y
destructivas suscite mayor autorita- metodológicas en las que los saberes
rismo y represión. parciales pueden articularse.
Variosestudios de los años noventa ven estos
Una lectura de la historia de las teorías
desafíos de las ciudades grandes y medianas
urbanas, en este siglo, que tomara en cuenta
como una oportunidad para revitalizar la
los cambios ocurridos en las ciudades nos
participación y la organización ciudadanas.
haría verlas como intentos fallidos o insatis- <
Cuando los Estados-nación pierden capaci-
factorios. Más que soluciones o respuestas
dad de movilizar al pueblo, las ciudades
estabilizadas, hallamos una sucesión de
resurgen como escenarios estratégicos para
aproximaciones que dejan muchos proble-
el avance de nuevas formas de ciudadanía
mas irresueltos y tienen serias dificultades
con referentes más «concretos» y maneja-
para prever las transformaciones y adaptar-
bles que los de las abstracciones nacionales.
se a ellas.
Además, los centros urbanos, especialmente
las megalópolis, se constituyen como sopor- Recordemos, por ejemplo, las investigacio-
(
tes de la participación en los flujos nes que han tratado de definir qué son las
transnacionales de bienes, ideas, imágenes y ciudades oponiéndolas a lo rural, o sea con-
personas. Loque se escapa del ejercicio ciu- cibiéndolas como lo que no es el campo. Este
dadano en las decisiones supranacionales enfoque, muy usado en la primera mitad del
pareciera recuperarse, en cierta medida, en ,
siglo, llevó a enfrentar en forma demasiado !
las arenas locales vinculadasa los lugares de
residencia, trabajoyconsumo (Dagnino1994,
tajante el campo como lugar de las relacio-
nes comunitarias, primarias, a la ciudad,
,
Ortiz 1994). Quienes ahora se sienten, más que sería el lugar de las relaciones asociadas
que ciudadanos de una nación, «espectado- de tipo secundario, donde habría mayor
res que votan», reencuentran modos de segmentación de los roles y una multiplici-
reubicar la imaginación (HolstonyAppadurai, dad de pertenencias. En varios países en
1996: 192-195). proceso de industrialización esta tendencia
fue utilizada hasta los años sesenta y setenta.
LA REDEFINICI6N DE LAS CIUDADES Teóricos destacados, como Gino Germani,
desarrollaron este enfoque en estudios so-
,,
En verdad, la antropología no está sola ante bre América Latina, especialmente sobre
la reformulación necesaria de su proyecto Argentina. Este autor hablaba de la ciudad
disciplinario por estos cambios de la multi- como núcleo de la modernidad, el lugar
culturalidad y la segregación, de lo local y lo donde sería posible desprenderse de las re-
102 global, que se manifiestan con particular
fuerza en las grandes urbes. Las incerti-
laciones de pertenencia obligadas, prima-
rias, de los contactos intensos de tipo
dumbres acerca de qué es una ciudad v person,gL f:=tmili;::¡r u h;::¡rri;::d nrnnlnC' na 1"",
••

pequeños pueblos, y pasar al anonimato de de la concentración capitalista. En efecto, la


las relaciones electivas, donde se segmentan ciudad ha propiciado una mayor racionali-
a:
los roles, que él considaraba desde.su parti- zación de la vida social y ha organizado del 1-
Z
cular herencia funcionalista. modo más eficaz, hasta cierta época, la re-
producción de la fuerza de trabajo al concen-
••
w
Entre las muchas críticas que se han hecho trar la producción y el consumo masivos. o
a esta oposición tajante entre lo rural y lo Pero este enfoque económico suele desarro-
urbano, me g~staría recordar que esa dis- llarse dejando fuera los aspectos culturales,
tinción se queda en aspectos exteriores. Es
una diferenciación descriptiva, que no ex-
plica las diferencias estructurales ni tampo-
co las coincidencias frecuentes entre lo que
ocurre en el campo, o en pequeñas pobla-
la experiencia cotidiana del habitar y las
representaciones que los habitantes nos ha-
cemos de las ciudades.

Algunos autores que conceptualizaron las


experiencias y representaciones urbanas,
I
ciones, y lo que ocurre en las ciudades. Por
ejemplo, cómo lo rural está dividido por como Antonio Mela, quien lo hace a partir
conflictos internos a causa de la penetración de la teoría de Jürgen Habermas, señalan
de las ciudades. 0, a la inversa, en las ciuda- dos características que definirían a la ciu-
des africanas, asiáticas y latinoamericanas, dad. Una es la densidad de interacción y la
muchas veces se dice que son ciudades otra es la aceleración del intercambio de
«invadidas» por el campo. Se ve a grupos mensajes. Mela aclara que no son sólo fenó-
familiares circulando aún en carros con menos cuantitativos, pues ambos influyen,
caballos, usos de calles que parecen propios a veces contradictoriamente, sobre la cali-
de campesinos, como si nunca fuera a pasar dad de la vida en la ciudad. El aumento de
un coche, es decir, intersecciones entre lo códigos comunicativo~_ exige adquirir nue-
rural y lo urbano que no pueden compren- vas competencias, específicamente urba-
derse en términos de simple oposición. nas, como lo percibe cualquier emigrante
que llega a la ciudad y se siente desubicado,
Un segundo tipo de definición que tiene tiene dificultades para situarse en la densidad
una larga trayectoria, desde la Escuela de de interacciones y la aceleración de inter-
Chicago, se basa en los criterios geográfi- cambio de mensajes. Cuando se comienza a
co-espaciales. Wirth definía la ciudad como ver esta problemática en los estudios urba-
la localización permanente relativamente nos, con las migraciones de mediados de
extensa y densa de individuos socialmente siglo, se coloca el problema de quiénes pue-
heterogéneos. Una de las principales críti- den usar la ciudad.
cas a esta caracterización geográfico-es-
pacial es que no da cuenta de los Esta línea de análisis, que trata de
procesos históricos y sociales que poner (Mela, 1989) la prOblemática
engendraron las estructuras urba- urbana como una tensión entre ra-
,
, cionalización espacial y expresivi-
nas, la dimensión, la densidad y la
heterogeneidad (Castells 1974). dad, ha llevado a pensar a las
sociedades urbanas en términos
En tercer lugar ha habido criterios lingüísticos. Han sido, sobre todo,
, específicamente económicos para
definir qué es una ciudad, como
los estudios semióticos los que des-
tacaron estas dimensiones, pero tam-
~103
resultado del desarrollo industrial y bién la antropología considera ahora
ANTROPOLOGfA y CIUDAD. CULTURAS URBANAS DE FIN DE SIGLO: LA MIRADA ANTROPOLOGICA

a las ciudades no sólo como un fenómeno multiculturalidad, que desdibujan su senti-


físico, un modo de ocupar el espacio, sino do histórico y contribuyen a poner en crisis
también como lugares donde ocurren fenó- las definiciones con que se pretende abar-
menos expresivos que entran en tensión con carlas.
la racionalización, o con las pretensiones de
racionalizar la vida social. La industrializa- ¿Qué es una megaciudad? Los estudios rea-
ción de la cultura a través de comunicaciones lizados en los últimos años en ciudades
electrónicas ha vuelto más evidente esta di- como Los Ángeles, México y Sao Paulo,
mensión semántica y comunicacional del conducen a reformular la noción habitual en
habitar. la bibliografía especializada, que usa ese
término para referirse a la etapa en la que
Si pretendiéramos arribar a una teoría de una gran concentración urbana integra otras
validez universal sobre lo urbano, debiéra- ciudades próximas y conforma una red de
mos decir que, en cierto modo, todas estas asentamientos interconectados.
teorías son fallidas. No dan una respuesta
Sin duda, esta caracterización espacial es
satisfactoria, ofrecen múltiples aproxima-
aplicable a la capital mexicana (Ward 1991),
ciones de las cuales no podemos prescindir,
que en 1940 tenía 1.644.921 habitantes y
que hoy coexisten como partes de lo vero-
actualmente supera los 17 millones. Sabe-
símil. de lo que nos parece que puede pro-
mos que entre los principales procesos que
porcionar cierto sentido a la vida urbana.
generaron esta expansión se hallan las mi-
Pero la suma de todas estas definiciones no
graciones multitudinarias de otras zonas del
se articula fácilmente, no permite acceder a
país y la incorporación a la zona metropoli-
una definición unitaria, satisfactoria, más o
tana de 27 municipios aledaños.
menos operacional, para seguir investigan-
do las ciudades. Esta incertidumbre acerca Pero en estos mismos cincuenta años en que
de la definición de lo urbano se vuelve aún la mancha urbana se extendió hasta ocupar
más vertiginosa cuando llegamos a las 1500 kms. cuadrados, volviendo impracti-
megaciudades. cable la interacción entre sus partes y evapo-
rando las imagen físicade conjunto, losmedios
de comunicación se expandieron masiva-
,
MEGALÓPOLlS: CRISIS Y RESURGIMIENTO mente, establecieron ydistribuyen imágenes
que reconectan las partes diseminadas. La
Hace sólo medio siglo las megalópolis eran misma política económica de moderniza-
excepciones. En 1950 sólo dos ciudades en ción industrial que desbordó la urbe promo-
el mundo, Nueva Yorky Londres, superaban
los ocho millones de habitantes. En 1970 ya
vióparalelamente nuevas redes audiovisuales .
:
que reorganizan las prácticas de información
había once de tales urbes, cinco de y entretenimiento, y recomponen el
ellas en el llamado tercer mundo, tres sentido de la metrópoli. ¿Qué con-
en América Latinay dos en Asia. Para clusión podemos extraer del hecho
el año 2015, según las proyecciones ya citado: mientras la expansión de-
de las Naciones Unidas, habrá 33 me- mográfica y territorial desalienta a la
gaciudades, 21 de las cuales se halla- mayoria de los habitantes, ubicada en
104 rán en Asia. Estas megalópolis
impresionan tanto por su desaforado
la periferia, para asistir a los cines,
teatros y salones de baile concentra-
crecimiento como por su compleja dos en el centro, la radio y la televi-
:------------------------------------------------
.,-.
. ... , .

~
'".
.
• sión llevan la cultura al 95 por ciento de los en este último aspecto, Castells sigue reco-
hogares? Esta reorganización de las prácti- nociendo ,la importancia de los territorios
a:
cas urbanas sugiere que la caracterización para que los grupos afirmen sus identida- 1-
Z
socioespacial de la megalópolis debe sercom- des, se movilicen a fin de conseguir lo que
demandan y restauren «el poco contra!» y ""
pIetada con una redefinición sociocomuni-
W
cacional, que dé cuenta del papel sentido que logran en el trabajo. «La gente Q

reestructurador de los medios en el desarro- vive en lugares, el poder domina mediante


llo de la ciudad. flujos» (Castells, 1995: 485).

La hipótesis central de esta reconceptuali- Prefiero no hablar de espacio de flujos sino de


zación es que la megalópolis, además de sistema de flujos, porque la noción de espa-
integrar grandes contingentes poblacionales cio corresponde mejor al aspecto físico, y los
conurbándolos física y geográficamente, los flujos, aunque hacen apariciones aquí y allá,
.• conecta con las experiencias macro urbanas actúan la mayor parte del tiempo a través de
redes invisibles. También me incomoda la
a través de las redes de comunicación masi-
"• va. Por supuesto, la conexión mediática de escisión entre los lugares donde la gente vive
y los flujos que la dominan. Pero sin duda son
ciudades medianas y pequeñas, el hecho de
que la oferta televisiva e informática puede inconvenientes menores en el marco de la
recibirse ya en toda su amplitud también en enorme contribución hecha por Castells para
; redefinir el sentido de la ciudad a la luz de las
conjuntos de 10,000 habitantes, evidencia
que esta no es una característica exclusiva nuevas condiciones establecidas por el desa-
de las megaciudades. No obstante, urbes rrollo tecnológico.
des estructuradas por su extraordinaria ex- La bibliografía actual plantea este carácter
pansión territorial y su ubicación estratégi- dual de lo urbano -espacial, y a la vez
ca en redes mundiales, como México, Los comunicacional- en dos sentidos: por una
Ángeles y Sao Paulo, estimulan a pensar en parte, en relación con los sistemas infor-
qué sentido esta multiplicación de enlaces macionales y su impacto en las relaciones
mediáticos adquiere un significado particu- capital-trabajo, que son los objetivos prin-
lar cuando se vincula con una historia de cipales de los estudios de Castells y de otros
. expansión demográfica y espacial, y con una urbanistas recientes (Peter Hall, Saskia
compleja y diseminada oferta cultural pro- Sassen); por otra, en conexión con los
pia de grandes ciudades. nuevos diagramas y usos socioculturales
urbanos generados por las industrias CD-
Algunos investigadores urbanos han exa-
municacionales (García Canclini, Martín
minado este desdoblamiento de las ciuda-
Barbero).
des a propósito de los efectos de las
tecnologías de información sobre las
transformaciones del espacio. Ma- OBJETO y MÉTODO: ¿QUÉ

- ,
nuel Castells habla de «ciudad infor-
macional» y de «espacio de flujos»
DIFERENCIA A LOS
ANTROPÓLOGOS? r-- ....
para designar la manera en que los I
Cabe preguntar qué distingue lo que
usos territoriales pasan a depender
de la circulación de capitales, imáge-
nes, informaciones estratégicas y pro-
dice la antropología de la ciudades de
lo que pueden conocer otras discipli-
[105
\ -
gramas tecnológicos. Pese al énfasis nas como la sociología, el urbanismo
ANTROPOLOGíA y CIUDAD. CULTURAS URBANAS DE FIN DE SIGLO: LA MIRADA ANTROPOLÓGICA

g
N
y la semiótica. Algunos autores sos- ciólogos, que nos precedieron en la
.¡¡
O tienen que la producción antropoló- investigación urbana. Peroni latradi-
.~
.=. gica del saber sigue teniendo su ción de la antropología como disci-
especifidad en la obtención de datos plina ni el carácter, indisolublemente
mediante contacto directo con gru- económico y simbólico, de los proce-
pos pequeños de personas. Recono- sos urbanos justifica que se limite la
cen que el estudiar en ciudades ha exploración antropológica a la di-
modificado la duración del trabajo mensión cultural. El crecimiento de ,
,
de campo, la convivencia constante y las ciudades y el reordena miento (o
cercana con los grupos observados yentre- el desorden) de la vida urbana están asocia-
vistados, y que los nuevos recursos tecnoló- dos a cambios económicos, tecnológicos y
gicos (desde las grabadoras y las fllmadoras simbólicos cuyo entrelazamiento obliga a
portátiles hasta las encuestas sostener el estilo clásico antropológico que
computarizadas) pueden ayudar a conse- considera conjuntamente esas diversas di- .
guir información en escalas más apropia-
das para la vida urbana. Pero afirman que
mensiones de los procesos sociales. Así se •
hace en los años ochenta y noventa en inves-
la observación de campo y la entrevista tigaciones sobre el significado económico y
etnográfica siguen siendo los recursos espe-
cultural de los movimientos sociales urba-
cíficos de la investigación antropológica. A nos y de la condición obrera, de la desindus-
diferencia de la sociología, que construye a
trialización neoliberal, de los mercados
partir de cuadros y estadísticas grandes
informales y las estrategias de sobreviven-
mapas de las estructuras y los comporta-
cia, (Arias 1996, Dagnino 1994, Adler
mientos urbanos, el trabajo antropológico
Lomnitz 1994, Sevilla-Aguilar 1996, Silva
,
j
cualitativo y prolongado facilitaría lectu-
ras densas de las interacciones sociales.
Tellez 1994, Valenzuela 1988). Cito sólo a
autores brasileños y mexicanos, en parte ,
Varios antropólogos señalan que, al dismi- para limitar a algunos ejemplos la vasta
nuir la convivencia del investigador con la bibliografía sobre el tema y porque son los
población que estudia y no compartir plena- dos países latinoamericanos en los que se
mente sus condiciones de existencia (pobre- está trabajando con más consistencia cómo
za, violencia, dificultades para sobrevivir), se combinan aspectos económicos, políti-
existe el riesgo de buscar «en la interacción cos y culturales, al estudiar el significado de
simbólica la identificación con los valores y las formas de residencia en relación con los
aspiraciones de la población que estudia» comportamientos laborales, la vida familiar
(Durham 1986). Esto explicaría la y la condición de género en la participación
sobrestima ción de los aspectos culturales sindical y ciudadana. Desde luego, esta po-
en la vida urbana y del análisis del discurso sición puede hallarse también en antropólo-
o de los procesos simbólicos en mucha gos de las metrópolis, entre ellos algunos de
investigaciones. Sin duda, tanto en los paí- los ya citados.
ses centrales como en los periféricos la Pero, salvo excepciones, dichas investiga-
dedicación de los antropólogos a estudiar ciones son más de antropología en la ciudad
las ciudades fue decisiva para que se preste

106 atención a los aspectos culturales, que ha-


bían sido -y son aún- descuidados en los
que de antropología de la ciudad. En el
conjunto de la disciplina, permanece aún
como horizonte por alcanzar la realización
trabajos de demógrafos, economistas y so- de estudios que interrelacionen lo micro y lo
.•
11;-
--
,~
• macrosocial. lo cualitativo y lo cuantitativo mentación de la ciudad y de sus discursos
, en una teorización integral de las ciudades. suele caer en dos trampas: reproducir en
e a:
Sólo es posible captar la complejidad de lo descripciones monográficas la fragmenta- •...
urbano si se comprenden las experiencias ción urbana sin explicarla o simular que se z
de comunidades, tribus y barrios como la sutura optando por la «explicación» de los ••
W
parte de las estructuras y redes que organi- informantes más débiles. El populismo Q

zan el conjunto de cada ciudad (Holston y metodológico de cierta antropología se vuel-


Appadurai, 1996, Hannerz 1992). ve entonces el aliado «científico» del

Una posición distinta sitúa la diferencia


antropoló9ica no tanto en el objeto como en
el método. Mientras el sociólogo habla de la
ciudad, el antropólogo deja hablar a la ciu-
dad: sus observaciones minuciosas yentre-
populismo político.

No se trata de conceder al antropólogo o al


urbanista que ven la ciudad globalmente un
privilegio epistemú!6gico. El debate
posmoderno sobre los textos antropológicos
I
vistas en profundidad, su modo de estar con llevó a pensar que tampoco los antropólo-
la gente, buscan escuchar lo que la ciudad gos sabemos muy bien de qué estamos ha-
tiene que decir. Esta dedicación a la elo- blando cuando hacemos etnografía. Las
cuencia de los actos comunes ha sido polémicas entre Robert Redfield y Osear
metodológicamente fecunda. Desde el pun- Lewis sobre Tepoztlán, por ejemplo, sugie-
to de vista epistemológico, sin embargo, ren que tal vez no hablaban de la misma
despierta dudas. ¿Qué confianza se le puede ciudad, o que sus obras, además de testimo-
tener a lo que los pobladores dicen acerca de niar «haber estado allí», según la sospecha
cómo viven? ¿Quién habla cuando un sujeto de Clifford Geertz, son intentos de encon-
interpreta su experiencia: el individuo, la trar un lugar entre los que «están aquí», en
familia, el barrio o la clase a los cuales las universidades y los simposios.
pertenece? Ante cualquier problema urba-
no -el transporte, la contaminación o el Estas tres maneras de recuperar las tradi-
comercio ambulante- encontramos tal di- ciones del estudio antropológico -la reivin-
versidad de opiniones y aun de informes que dicación de la etnografía, la inte9ración de
;10 socioeconómico y lo sim'bólico, y el «mé-
es difícil distinguir entre lo real y 10 imagi-
nario (Silva 1992). todo» de dejar expresarse a las teorías «oa-
tivas»- pueden enriquecer la investigación
En pocos lugares se necesitan tanto como en urbana. Pero este estilo de trabajo debe
una gran ciudad las críticas epistemológicas trascender las comunidades locales y par-
al sentido común y al lenguaje ordinario. No ciales pala participar en la re definición de
podemos registrar las divergentes voces de las ciudades y de su lugar en las redes
los informantes sin preguntarnos si transnacionales. No tenemos por qué
saben lo que están diciendo. Precisa- retraernos como antropólogos en la
mente el hecho de haber vivido con ilusoria autonomía de los barrios, o
intensidad una experiencia oscurece de las «comunidades», y callar lo que
las motivaciones inconscientes por nuestra disciplina puede decir sobre
las cuales se actúa, hace recortar los la ciudad en conjunto ¿Por qué no
hechos para construir las versiones
que a cada uno conviene. Un trabajo
reinventar nuestra profesión en l~s
megaciudades en vez de repetir una :107
etnográfico aislado sobre la frag- concepción aldeana de la estructura
ANTROPOLOGíA y CIUDAD. CULTURAS URBANAS DE FIN DE SIGLO: LA MIRADA ANTROPOLÓGICA

oo
N
y los procesos sociales? ¿No es nece- fundamentalistas que hoy se exaspe-
m
"o sario para estudiar apropiadamente ran en las grandes ciudades, sean Los
'E
.=. lo urbano, ocuparse de las nuevas Ángeles o México. Berlín o Lima, ha-
formas de identidad que se organi- cen pensar que los antropólogos no
zan en las redes comunicacionales podemos contentarnos con ser apo-
masivas, en los ritos multidinarios y logistas de la diferencia. Se trata de
en el acceso a los bienes urbanos que imaginar cómo el uso de la informa-
nos hacen participar en «comunida- ción internacional y la simultánea
des» internacionales de consumido- necesidad de pertenencia y arraigo
res? Algunos investigadores estamos local pueden coexistir, sin jerarquías
tratando de demostrar que la antropología discriminatorias, en una multiculturalidad
puede iluminar las nuevas modalidades de demo~rática.
multiculturalidad e interculturalidad que se
generan en los intercambios migratorios Una conclusión de esta redefinición de la
turísticos (Valene 1. Smith, 1989), de co- antropología al trabajar en medio de la
municación y consumo desterritorializados indefinición de las ciudades sería que no es
(Renato Ortiz, 1994, García Canclini 1995a, deseable que los antropólogos repitamos la
b). Dentro de las tendencias homogeniza- tendencia de esta profesión a ocuparse de lo
doras resaltadas por las investigaciones eco- que se va extinguiendo. La tentación se
nómicas y sociológicas, los antropólogos potencia debido a que en las megalópolis se
podemos discernir cómo los grupos con~- multiplican los textos literarios, periodísti-
truyen perfiles peculiares en distintas socie- cos y científicos que hablan del fin de la
dades nacionales, y sobre todo en esos ciudad e.g. Chombart de Louwe 1982. Las
escenarios que son las grandes ciudades. alarmas desatadas por el desbordamiento
demográfico, los embotellamientos auto- ,
En esta perspectiva, lo que mejor distingui-
movilísticos, la contaminación del aire y el
rá a los antropólogos es la antigua preocu-
agua, excitan el lado melancólico de la an-
pación de esta disciplina por lo otro y los
tropología, o sea la propensión a estudiar el
otros. Pero lo otro ya no es lo territorial-
presente añorando las pequeñas comunida-
mente lejano y ajeno, sino la multiculturali-
des premodernas.
dad constitutiva de la ciudad en que
habitamos. Lo otro lo lleva el propio Se trata más bien de discernir entre lo que
antropólogo dentro en tanto participa de efectivamente agoniza en ciudades medias
varias culturas locales y se descentra en las y grandes por el reordenamiento económi-
transnacionales (Augé 1994). Los proble- co, tecnológico y sociocultural -no sólo
mas actuales de una antropología urbana no urbano, sino mundial- y las nuevas formas
consisten sólo en entender cómo concilia la de urbanidad. Laantropología urbana es, en
gente la velocidad de la urbe globalizada este sentido, una de las partes de la discipli-
con el ritmo lento del territorio propio. na con mayores posibilidades de demos-
Nuestra tarea es también explicar cómo la trar que no es sólo capaz de complacerse
aparente mayor comunicación y racionali- en lo fugitivo sino de desentrañar las pro-
dad de la globalización suscita formas nue- mesas y dar elementos para tomar decisio-
108 vas de racismo y exclusión. Las reacciones nes en los dilemas del cambio de siglo.
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