Вы находитесь на странице: 1из 8

El camino hacia la semicolonia

Por RICARDO ARONSKIND | 1 de agosto de 2017


El rumbo estratégico del gobierno de Cambiemos es convertir a la
Argentina en una semicolonia del capitalismo global. Un territorio más del
espacio de acumulación mundial del capital, con la grave consecuencia
para el presente y futuro del país que implica la reducción a grados
ínfimos de las capacidades del Estado nacional para realizar políticas
públicas que aumenten su desarrollo y autonomía en el orden global. El
modelo de subordinación chileno o peruano es el ejemplo a seguir por la
administración Macri.

Publicado en La Tecl@ Eñe

La palabra semicolonia parece un término arcaico en la actualidad.

Ya casi no quedan colonias en el mundo, las formas de dominación han


cambiado considerablemente y la ideología de la “globalización” se empeña
especialmente en negar las problemáticas nacionales y las asimetrías de poder
brutales en el mundo actual.

En el siglo XX, la palabra se usó para designar un fenómeno político


“intermedio” entre una situación abiertamente colonial, donde un país o
territorio está ocupado y gobernado por una potencia extranjera, y una
situación plenamente soberana, en la que un país tiene plena potestad sobre su
destino político, económico y social.

La semicolonia tendría la particularidad de ser una entidad política


formalmente soberana, pero con tal grado de dependencia y subordinación a
factores externos (naciones, empresas, tratados, organismos multilaterales)
que de hecho no puede ejercer su soberanía y de alguna forma es comandada
por actores extra-territoriales.
Tenemos la impresión que bajo la gestión macrista, el país se encamina hacia
constituirse en una semicolonia del siglo XXI. Se podría argüir que desde 1976
Argentina se encuentra con dificultades para ejercer plenamente su soberanía,
y por lo tanto no hay nada nuevo en su situación. Y que ya antes tenía problemas
de dependencia, y de injerencia externa en sus propios asuntos.

Nuestra hipótesis, en cambio, es que el conjunto de políticas que desarrolla la


actual gestión apunta explícitamente a reducir a grados ínfimos las capacidades
del estado nacional de realizar políticas públicas que aumenten su desarrollo y
autonomía en el orden global.

En definitiva, que luego de la aplicación de las políticas neoliberales de


Cambiemos, en la medida que logren desplegarlas completamente, el cuadro de
situación mostrará una agudización de los grados de dependencia, y severas
restricciones para poder tomar decisiones nacionales de relevancia, sin contar
con el visto bueno de poderes “globales”.

La ideología semicolonial de la cúpula del gobierno:

Una de las primeras (y únicas) alusiones en materia de política internacional


que formuló Mauricio Macri en su campaña presidencial fue la del repudio al
gobierno chavista de Venezuela. En política internacional, esa declaración
constituyó una señal inequívoca de alineamiento con Estados Unidos y un
ofrecimiento de ponerse a su disposición para “lo que guste mandar”. También
Macri declaró su simpatía ideológica con el modelo chileno, presentado por todo
el establishment global como “el” modelo neoliberal que se debe generalizar en
América Latina. Chile no ha podido alejarse demasiado del modelo neoliberal
implantado por la dictadura pinochetista, que además lo ha aislado de la región.

La declarada expectativa en acercarse a la Alianza del Pacífico es otro ejemplo


de la orientación ideológica macrista: se trata de un bloque de países cuyo
principal eje articulador es ser economías periféricas que han firmado tratados
de libre comercio con Estados Unidos, ¡la mayor potencia del planeta! Es difícil
imaginar una situación más desigual y asimétrica, y una asunción tan
permanente del papel de apéndices de la economía norteamericana.

Otros gestos diplomáticos, como el pedido de perdón al Rey de España por parte
del presidente por la Independencia Nacional, o el pedido de perdón a los
empresarios españoles por la nacionalización de YPF, formulado por el ministro
de economía Prat Gay, marcan un claro perfil de desinterés, casi vergüenza, por
defender el interés nacional, y una preocupación obsesiva por agradar al
“mundo” (las potencias occidentales) y a los “mercados” (las multinacionales y
las finanzas globales).

En un plano más conceptual, el sistemático vaciamiento de todas las fechas y


figuras patrias –“Belgrano emprendedor”, la ridícula versión sobre la “angustia”
de los patriotas de la independencia, e incluso el reemplazo de figuras históricas
por animales en los billetes que circulan en el país, marcan la hostilidad
ideológica del gobierno hacia toda referencia a las raíces y la especificidad del
país.

Pero no son solamente evidentes simpatías en el plano de las ideas, sino una
sistemática acción gubernamental que apunta a la creación de una realidad
semicolonial.

Sentando las bases de la semicolonia:

Queremos señalar algunos elementos convergentes que apuntan en una única


dirección: el debilitamiento nacional, la pérdida de capacidades productivas, el
estado impotente.

1. Endeudamiento externo: no hace falta abundar en detalles, Argentina


ha sido el país que más deuda ha emitido en el mundo en 2016, y continúa
a una velocidad asombrosa, tratando de desandar el camino de
desendeudamiento de la gestión Kirchner. No hace falta (¿o quizás sí?)
recordarle a los argentinos los efectos catastróficos del endeudamiento
provocado por la última dictadura sobre el crecimiento, el nivel de vida y
la configuración social del país. Es importante señalar que “la comunidad
financiera internacional” requiere con urgencia países del tipo de
Argentina, que tomen mucha deuda a tasas muy altas, y que finalmente
las paguen ya sea con producción, con activos productivos, o con recursos
naturales. Gobiernos con una perspectiva mínimamente nacional sólo
acuden al endeudamiento con objetivos muy precisos, no para financiar
gasto corriente.
2. El ataque al desarrollo científico y tecnológico nacional: aquí se
observa una política en toda la línea, desde el boicot explícito al
funcionamiento normal de la educación pública mediante el
desfinanciamiento en todos los niveles, el ataque a los docentes, los
recortes en el CONICET, el derrumbe de fondos para los insumos que
requiere la investigación, y el cambio dramático en el uso del sistema
satelital argentino, puesto a disposición de intereses europeos, además
de la detención de las obras en Atucha. No podría ser de otra forma si se
pretende construir una semicolonia: la carencia de conocimientos y
capacidades propias es fundamental para justificar la dependencia
tecnológica estructural y consiguientemente la subordinación a los países
proveedores de dichos insumos.
3. La compra de armas en el exterior: se debatió si ésta se realizaba por
la existencia de alguna hipótesis de conflicto o para utilizarla en la
represión interior. Se debe descartar la primera suposición, ya que no
existe tal hipótesis de conflicto con países vecinos. Sólo continúa un foco
irresuelto que es la ocupación británica de Malvinas, pero el gobierno
macrista ha decidido archivar definitivamente el tema para congraciarse
con el Reino Unido, como no podía ser de otra forma dada su ideología
semicolonial. En cuanto a la represión interna, no se realiza con misiles y
bombarderos, sino con otros materiales que ya están ingresando –se los
puede observar ya en uso- en grandes cantidades. En definitiva, se
compra material bélico porque los vendedores de armas internacionales
necesitan colocar armas en donde puedan. Y el gobierno argentino siente
la necesidad de mostrarles a todos los factores de poder su “buena
voluntad”. Subsidiariamente se satisface un viejo pedido de las Fuerzas
Armadas –el reequipamiento-, a cambio de desmantelar los proyectos
propios de producción para la defensa, que podrían competir con ciertos
productos importados.
4. Importación de costosos sistemas de seguridad: típico de gobierno
subdesarrollado que no se plantea encarar en serio los problemas de
seguridad pública, se está acudiendo al fetiche de la tecnología para
engañar a la población, a los votantes, mostrando que algo se está
haciendo. En este caso, municipios, la CABA, gobiernos provinciales y el
gobierno nacional hacen gala de la adquisición masiva de aparataje
electrónico “de última generación” para reforzar la “seguridad” (o
inseguridad), de la población. Como en paralelo no se hace absolutamente
nada para cambiar drásticamente la calidad de las instituciones públicas
que se deberían ocupar de la problemática, el gasto “tecnológico” –
siempre importado, siempre de proveedores muy definidos- es sólo otro
favor a los amigos externos, totalmente desvinculado de una
preocupación genuina por remover efectivamente el problema que
aqueja a la sociedad. Toda ocasión es buena para comprar bienes
importados, y de paso endeudarse.
5. El modelo australiano: diversas reparticiones del Estado han incluido
en documentos internos el “objetivo” de imitar el modelo económico
australiano. Por supuesto que a oídos de una parte de la población, suena
mejor parecerse a Australia, que a Chile o Perú, que son los dos modelos
reales de la gestión. Pero el argumento australiano es útil para
fundamentar la política de desindustrialización, cosa que efectivamente
ocurrió en el país del Pacífico. Cabe aclarar que tiene 19 millones de
habitantes menos que Argentina, y cuatro veces más recursos mineros, lo
que le ha permitido cambiar su perfil productivo en articulación a la
región más dinámica del planeta, Asia, sin tener graves impactos sociales.
El modelo de desindustrialización macrista no sólo carece de estrategias
de reconversión, sino que reposa fuertemente en el agro-negocio, el
petróleo, el gas y la minería, actividades en general en manos de grandes
capitales o multinacionales y con muy escaso impacto en la estructura
productiva y ocupacional interna. Se trata de un modelo pensado desde
afuera (desde los intereses de las multinacionales que operan en esos
sectores) más que desde las necesidades de 44 millones de habitantes.
Típico de una semicolonia.
6. La emisión de un bono a 100 años: si bien hasta el momento el grueso
de la opinión pública se había mostrado indiferente al gigantesco
endeudamiento que se está provocando al país –sin estrategia alguna de
repago-, sí impresionó en amplios sectores la emisión reciente de un
título público a 100 años, que además incluye un rendimiento exorbitante
del 7,9%. Pero debe observarse especialmente la causa de tal emisión:
fondos de pensión norteamericanos requieren estos bonos de largo plazo,
ya que les permite tener en cartera títulos de largo plazo útiles para su
particular operatoria de pagar pensiones, y en este caso, sumamente
rentables. Así que a través de bancos internacionales, buscan promover
que gobiernos de naciones con voluntad de endeudarse realicen
emisiones de este tipo de deuda. Y allí estuvo el gobierno de Argentina,
ofreciéndoles una emisión de 2.750 millones de dólares, para
congraciarse y eventualmente influir sobre la empresa calificadora
(Morgan Stanley) que estaba por decidir si el país está en la “frontera” o
se transforma en “país emergente”, siempre desde el punto de vista de las
finanzas internacionales. Debemos aclarar que ninguna de estas
actividades tiene vínculo alguno con producir riqueza, sino con obtener
ganancias financieras y especulativas a costa del país.
7. Fracaso diplomático en el G-20: los fallidos encuentros del presidente
argentino con la primera ministra británica, Theresa May y con el
presidente francés Emmanuel Macron, no son casuales, aunque se
atribuyeron a problemas de agenda o de tránsito. El actual gobierno está
mostrando en todos sus contactos internacionales con países centrales,
una voluntad de sumisión que no requiere, por consiguiente, demasiadas
negociaciones. Y en una cumbre internacional donde el tiempo escasea,
dedicar tiempo a sacarse fotos con presidentes de por sí sumisos y que
sólo pretenden minimizar la relevancia internacional de sus países,
puede resultar innecesario para dirigentes que sí tienen objetivos
nacionales.
8. La represión y desalojo en PepsiCo: más allá del repudio que merece el
alineamiento incondicional del gobierno con cualquier causa patronal,
real o ficticia como en este caso, la acción debe ser vista también en su
relación con el proyecto estratégico oficial para el país. El gobierno
argentino quiere informarle, a través de esta acción, a todas las
multinacionales del mundo que aquí, en Argentina, se encuentra un
gobierno para el cual el derecho de propiedad y la libertad empresaria
para hacer lo que quieran en materia laboral, es una prioridad central.
Para el actual gobierno, no cabe duda que entre el sustento de los
trabajadores y trabajadoras argentinos, y la maximización de las
ganancias de una corporación multinacional –incluso importando
productos desde el exterior para que el conflicto no reduzca sus
beneficios- lo segundo es lo relevante. Claramente el criterio semicolonial
vuelve a expresarse con total transparencia.
9. El intento de acuerdo con la Unión Europea hacia fin de 2017: se trata
de otra pieza central para construir una situación cada vez más
irreversible, en materia de subdesarrollo y dependencia. Según
trascendió, el acuerdo que se estaría por firmar –aunque luego deberá
venir la aprobación parlamentaria- entre el Mercosur y la Unión Europea,
es fuertemente lesivo para los intereses nacionales, y sólo beneficioso
para un reducido grupo de exportadores de bienes específicos. La
industria y el mercado interno argentino serían nuevamente las víctimas
sacrificiales del anhelo oficial de “estar en el mundo”. El impacto negativo
sobre vastos sectores productivos locales será presentado como
“inevitable” y como “el precio de estar en el mundo”. No cabe duda que
los europeos, que han negociado con dureza, protegiendo tanto sus
intereses industriales, como agropecuarios y de servicios, le estarán muy
agradecidos al gobierno argentino por ofrecerles un mercado donde
descargar todos los productos que no pueden desagotar por el
estancamiento interno. Argentina, en cambio, está librando una batalla
por su propio destino, conducido por generales que se han rendido de
antemano pero sólo se lo han informado al enemigo.

Los hechos consumados de la clase dominante argentina

Cada ciclo neoliberal generó un grado mayor de dependencia al país: la


dictadura cívico-militar (1976-1983) provocó un endeudamiento externo
enorme y absolutamente estéril desde el punto de visto de la modernización, la
competitividad y el progreso, que aún no hemos podido pagar. Ese
endeudamiento que condicionó estructuralmente a la macroeconomía y a las
políticas económicas nacionales, dio pie durante 23 años a la intervención
sistemática de los organismos financieros internacionales en las definiciones
clave sobre el uso de los recursos públicos.

El ciclo del justicialismo menemista-Alianza (1989-2001), en cambio, aportó un


grave proceso de extranjerización de las grandes empresas locales. El 70% de
las 500 más grandes empresas del país era extranjero al final del ciclo
neoliberal, lo que significaba que:

a) buena parte de lo que hacían los grandes conglomerados locales no se decidía


aquí sino en sus casas matrices, b) que remitían y remiten sistemáticamente
parte de sus utilidades al exterior (al punto de ayudar financieramente a sus
casas matrices en la crisis del 2008, desde los países periféricos), c) se
aprovisionan en sus países de origen de todos los insumos que pueden,
reemplazando producción local por importada, d) están respaldados por sus
respectivos estados en cualquier conflicto con el país. Además de esto, se
extranjerizó profundamente el sistema bancario, con la excusa de que sería más
sólido y confiable para los ahorristas… como éstos pudieron comprobar con el
corralito de 2001.

Conjuntamente con esto, se estableció que los conflictos con todos los intereses
extranjeros se dirimen en el exterior, en los tribunales norteamericanos y en el
CIADI del Banco Mundial.

Por si faltara algo, la OMC, que regula el comercio internacional desde 1995,
tiene cada vez mayor poder para imponer sanciones y castigos a los países que
osan proteger sus mercados internos y tratar de promover su propio desarrollo.
La derecha neoliberal local, que no ha logrado formular un modelo económico
viable y estable para el país en sus dos intentos previos, ha implantado
mecanismos que vinculan sistemáticamente la economía nacional al mundo,
que nos atan permanentemente a intereses externos (que a su vez respaldan a
los intereses locales asociados).

Lo que se logra con eso es que los cambios internos que se quieran hacer para
revertir el subdesarrollo choquen con fortísimos poderes externos, con
capacidad de lobby y presión formidables. Finalmente, son las grandes
potencias las que defienden y hacen de garantes de que los hechos consumados
producidos por la clase dominante local se vuelvan “inamovibles”.

En otros términos: la derecha local, y el macrismo es exactamente eso, busca


que no exista la posibilidad futura de impulsar políticas populares, más allá de
quien gobierne la Argentina.

Es por eso que gusta tanto en los círculos neoliberales el ejemplo del Perú: en
las últimas décadas se sucedieron gobiernos “tecnocráticos”,
“socialdemócratas”, “nacionalistas”, “neoliberales”, pero son todos neoliberales
en lo económico y por lo tanto en lo social, sometidos a la dinámica y los
intereses de la gran minería transnacional. No hay democracia en el sentido
profundo de la palabra. No es democracia de “baja intensidad”, sino el cadáver
momificado de la democracia.

La derecha local, conjuntamente con la derecha brasileña, apuntan a vaciar el


proceso de integración regional, disolviéndolo en múltiples acuerdos de libre
comercio con terceras potencias. No buscan autonomía y proyección propia, no
buscan desplegar toda la potencialidad de nuestra región, sino asociarse en
forma pasiva a los capitales mucho más importantes y dinámicos que existen en
otras regiones.

¿Semicolonia de quien sería la Argentina? El capitalismo actual muestra una


serie de fenómenos novedosos, con un grado extraordinario de
interpenetración y entrecruzamiento de capitales e intereses varios, junto con
la subordinación de los estados de los principales países centrales a sus
respectivos sectores privados. Cada vez, debido a la alambicada estructura
jurídica que usan las corporaciones, es más complejo detectar con claridad
quienes son los dueños finales del capital.Diversos tipos de asociaciones,
paquetes accionarios compartidos, relaciones de complementariedad o de
mutua dependencia, conforman un entramado corporativo global que hoy no
deja observar con claridad el origen de muchas empresas. En cambio, queda
muy claro el credo colectivo de estos intereses: el valor político máximo en la
globalización neoliberal es la libertad del capital para ordenar el mundo de
acuerdo a sus intereses corporativos.
¿Qué imagen surge entonces? Una semicolonia del capitalismo global. Un
territorio más del espacio de acumulación mundial del capital. Globalización,
que notoriamente no tiene instituciones adecuadas para gestionar estas nuevas
realidades transnacionales, porque en realidad no puede siquiera gobernarse a
sí misma, como lo muestran las sucesivas crisis y debacles presenciados en las
últimas décadas. Gobiernos periféricos, que son meros gestores de una lógica
global, a la cual deben obediencia y fidelidad, más allá del destino de sus
poblaciones.

Creemos que ese es el rumbo estratégico del gobierno de Cambiemos.

Sin embargo, un gobierno semicolonial como el que estamos observando, que


busca cristalizar una situación semicolonial permanente, no tiene capacidad
alguna de dar una respuesta mínima a los problemas más elementales de las
mayorías populares, porque precisamente son la causa de muchos de esos
problemas.

Se crean así las condiciones para que esas mayorías, en algún momento de su
maduración política, decidan cambiar el rumbo de su historia, lo que implica
necesariamente retomar los atributos que definen y caracterizan la soberanía
nacional.

Tarea que no será sencilla, y que se vería muy favorecida por la coordinación y
la solidaridad con otros pueblos y experiencias de nuestra región, y también por
los cambios democráticos e igualitarios que ya se han empezado a reclamar en
los propios centros del poder global.

Вам также может понравиться