Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Otros gestos diplomáticos, como el pedido de perdón al Rey de España por parte
del presidente por la Independencia Nacional, o el pedido de perdón a los
empresarios españoles por la nacionalización de YPF, formulado por el ministro
de economía Prat Gay, marcan un claro perfil de desinterés, casi vergüenza, por
defender el interés nacional, y una preocupación obsesiva por agradar al
“mundo” (las potencias occidentales) y a los “mercados” (las multinacionales y
las finanzas globales).
Pero no son solamente evidentes simpatías en el plano de las ideas, sino una
sistemática acción gubernamental que apunta a la creación de una realidad
semicolonial.
Conjuntamente con esto, se estableció que los conflictos con todos los intereses
extranjeros se dirimen en el exterior, en los tribunales norteamericanos y en el
CIADI del Banco Mundial.
Por si faltara algo, la OMC, que regula el comercio internacional desde 1995,
tiene cada vez mayor poder para imponer sanciones y castigos a los países que
osan proteger sus mercados internos y tratar de promover su propio desarrollo.
La derecha neoliberal local, que no ha logrado formular un modelo económico
viable y estable para el país en sus dos intentos previos, ha implantado
mecanismos que vinculan sistemáticamente la economía nacional al mundo,
que nos atan permanentemente a intereses externos (que a su vez respaldan a
los intereses locales asociados).
Lo que se logra con eso es que los cambios internos que se quieran hacer para
revertir el subdesarrollo choquen con fortísimos poderes externos, con
capacidad de lobby y presión formidables. Finalmente, son las grandes
potencias las que defienden y hacen de garantes de que los hechos consumados
producidos por la clase dominante local se vuelvan “inamovibles”.
Es por eso que gusta tanto en los círculos neoliberales el ejemplo del Perú: en
las últimas décadas se sucedieron gobiernos “tecnocráticos”,
“socialdemócratas”, “nacionalistas”, “neoliberales”, pero son todos neoliberales
en lo económico y por lo tanto en lo social, sometidos a la dinámica y los
intereses de la gran minería transnacional. No hay democracia en el sentido
profundo de la palabra. No es democracia de “baja intensidad”, sino el cadáver
momificado de la democracia.
Se crean así las condiciones para que esas mayorías, en algún momento de su
maduración política, decidan cambiar el rumbo de su historia, lo que implica
necesariamente retomar los atributos que definen y caracterizan la soberanía
nacional.
Tarea que no será sencilla, y que se vería muy favorecida por la coordinación y
la solidaridad con otros pueblos y experiencias de nuestra región, y también por
los cambios democráticos e igualitarios que ya se han empezado a reclamar en
los propios centros del poder global.