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CASO CLÍNICO 1:

Un hombre de 44 años, que ya había sido atendido en la clínica de fisioterapia por una
fractura del calcáneo vuelve al mismo terapeuta 3 años más tarde por un nuevo dolor en la
parte media de la espalda. No existía ninguna causa o lesión conocidas en relación con este
dolor. Este hombre había trabajado en la construcción durante 30 años y atribuía sus
síntomas al «desgaste general».

Aunque había hallazgos objetivos que apoyaban una causa musculoesquelética del dolor, el
enfermo también mencionaba síntomas de fatiga, molestias gástricas, insomnio, temblor de
manos y cefaleas. Del periodo de tratamiento anterior, el terapeuta recordaba una historia de
consumo importante de alcohol, tabaco y cafeína (3 paquetes de seis cervezas todas las tardes
después del trabajo, 2 paquetes al día de cigarrillos y 18 o más tazas de café durante las horas
de trabajo).

El terapeuta apuntó a una posible conexión entre los síntomas y el consumo de esas
sustancias, y el paciente estuvo de acuerdo en «tratar de limitarse». Al cabo de 3 semanas,
volvió al trabajo tras una reducción del dolor de espalda de un nivel de 8 a otro de 0-3
(síntomas intermitentes), según el tipo de trabajo que le fuera asignado.

Seis semanas más tarde, el enfermo volvió de nuevo a la consulta con los mismos síntomas
clínicos. En ese momento, vista la edad del paciente, el inicio insidioso, la naturaleza cíclica
de los síntomas y el importante abuso de sustancias tóxicas, el terapeuta le recomendó que
acudiera a un médico de atención primaria para que le hiciera un estudio físico completo. El
tratamiento médico con antiinflamatorios no esteroideos le causaba considerables molestias
gastrointestinales, que persistían después de dejar de tomarlos. Las pruebas médicas
diagnósticas más específicas determinaron la presencia de un carcinoma pancreático. El
pronóstico era malo, y el enfermo murió 6 meses más tarde, tras intensos cuidados médicos.

En este caso, podría considerarse que el terapeuta debería haber enviado su paciente al
médico de inmediato, debido a la historia de abuso de sustancias tóxicas y presencia de
síntomas adicionales. Una exploración más completa durante el primer tratamiento por dolor
de espalda podría haber puesto al descubierto síntomas gastrointestinales adicionales de
alarma (como por ejemplo, melena o diarrea sanguinolenta, además de las molestias
gástricas). El envío más precoz al médico para su exploración hubiera tenido como resultado
un diagnóstico y un tratamiento más precoz del cáncer. Desgraciadamente, estas situaciones
clínicas se presentan a menudo y son muy complejas, por lo que precisan un diagnóstico
diferencial continuo (como sucedió en este caso).
CASO CLÍNICO 2

Un profesor universitario de 66 años de edad consulta al fisioterapeuta porque se ha torcido la


espalda cuando sacaba el cubo de basura. Se queja de síntomas dolorosos y continuos en la parte
inferior de la espalda tres semanas después del incidente. La valoración objetiva es compatible
con una distensión de 4 los músculos paraespinales del lado derecho con disminución general de
la movilidad de la columna lumbar compatible con la edad del paciente. Dado el mecanismo
indicado de la lesión y los resultados de la exploración, compatibles con un problema
musculoesquelético, no se hizo estudio diagnóstico para excluir alguna afección médica. Se
inició un programa de ejercicios en el domicilio del paciente, que constaba de estiramientos y
entrenamiento para devolver su forma física al paciente.

Como el enfermo no apareció el día de su siguiente cita, el fisioterapeuta se puso en contacto con
su familia. El paciente había sido hospitalizado tras haber sufrido un colapso durante su trabajo y
se le había diagnosticado de cáncer del colon. La familia informó de que llevaba 3 años con
trastornos digestivos «de vez en cuando» y dolor en la parte inferior de la espalda, siempre de
forma alternada y simultánea. Murió 6 semanas más tarde.

En este caso, la única señal de alarma que sugería la necesidad de una exploración médica era la
edad del paciente. Sin embargo, el fisioterapeuta debe recordar siempre que incluso cuando
existe una razón clara y verosímil para una lesión determinada, el enfermo puede atribuir
erróneamente sus síntomas a un fenómeno o suceso lógico. Este hombre llevaba tiempo
experimentando síntomas abdominales y dolor referido a la espalda, pero como no se producían
a la vez, no había pensado que pudieran estar relacionados entre sí.
CASO CLÍNICO3

Una mujer obesa de 88 años de edad, con una prótesis total de la rodilla fue enviada a
rehabilitación por pérdida de la movilidad, hinchazón de la articulación y dolor persistente en la
rodilla. A cada sesión iba acompañada por una de sus tres hijas. En un periodo de 2 ó 3 semanas,
las hijas comentaron que su madre había perdido mucho peso. Cuando se le preguntó a ella, dijo
que bahía perdido el apetito y que tenía dificultades para tragar, pero que el ortopeda no le había
evaluado y tratado más que por su dolor de rodilla. Se le aconsejó que acudiera a su médico de
familia para que evaluara estos síntomas de alarma. Y así fue diagnosticada de un cáncer del
esófago. Al saber cuál era la pregunta adecuada y al enviar a la enferma al médico para su
estudio, se consiguió un diagnóstico precoz de la enfermedad
CASO CLÍNICO 4
Un jugador de fútbol de 23 años recibió durante un partido un golpe en el lado izquierdo de su
cuerpo, al caer sobre ese lado con toda la fuerza de su propio peso y la del peso de otro jugador
sobre él. Según dijo, «se me fue el alma» y tuvo que permanecer sentado en el banquillo durante
20 minutos. Luego volvió al juego y terminó el partido. Al día siguiente se despertó con un
intenso dolor en el hombro izquierdo y se acercó a la consulta de un fisioterapeuta que estaba en
el mismo edificio en el que tenía su despacho. La exploración objetiva no mostró nada especial
en cuanto a disfunción del movimiento del hombro, lo que contrastaba con la afirmación del
cliente de que sentía un «dolor constante». Fue tratado de forma sintomática y se le
recomendaron ejercicios de péndulo para mantener la movilidad articular.
Quedó citado con el fisioterapeuta para el día siguiente, pero antes del mediodía sufrió un
colapso mientras trabajaba y fue llevado al servicio de urgencias de un hospital. Se le operó de
urgencia y se le diagnosticó una rotura del bazo.Una lesión semejante hubiera hecho que una
persona adulta cualquiera hubiera ido al médico mucho antes, pero este lesionado estaba en un
estado físico excelente con una gran tolerancia al dolor. E] tratamiento fisioterapéutico no era
apropiado en este caso; dados el antecedente del traumatismo, el inicio brusco de los síntomas, el
dolor en el hombro izquierdo (signo de Kehr) y la persistencia del dolor, sé le debía haber
enviado de inmediato al médico.

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