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CARTA A JUAN

CONSEJOS A UN ESTUDIANTE DE ARQUITECTURA


(1ª. Parte)
Arq. Fernando Bárbara Zetina

Muy estimado Juan:

Aunque hace ya tiempo que recibí tu carta, en la que me dices que decidiste estudiar
Arquitectura, y que ya has empezado a dar tus primeros pasos dentro del fascinante
mundo del diseño, es hasta ahora que me he podido sentar a escribirte, pues bien
sabes que no me gusta hacerlo a la ligera, y menos, dada la importancia del tema que
en ella me tratas. Me pides mi consejo basándote en lo que tu llamas “mi experiencia”,
para que te aclare un sin número de cosas, conceptos, procesos, etc. Creo que me
sobreestimas, pues para muchas de ellas no tengo respuesta que darte, o si la tengo,
es muy “mi respuesta”, quizá demasiado personal, y estoy seguro, además como
sucede casi siempre entre arquitectos, que muchos no comparten mi manera de
pensar.
Son tantas las cosas que quieres que te resuelva, y me las planteas en una forma tan
desordenada, que voy a tratar de seguir una secuencia, que, aunque quizá tampoco
sea muy ordenada, si creo que te aclarará mis puntos de vista.

Empiezas diciéndome que escogiste la carrera de Arquitectura y que quieres saber si


hiciste bien, pues son estas muy seguro de “a que le tiras” y si estas en “la onda
correcta”, como tu dices.
Creo que la Arquitectura es una actividad, no hablaremos por el momento sobre si es
arte, ciencia o técnica pues su concepto o significado mismos ha ido evolucionando con
el tiempo, que requiere de una natural habilidad, disposición, en pocas palabras, de
vocación. Muchos creen, y sus padres así se lo han hecho saber, que porque de niños
les gustaba jugar con dados y hacían unas casitas muy bonitas; o cuando iban a la
playa hacían unos fantásticos castillos de arena, o porque dibujaban más o menos bien,
o iluminaban con cierta gracia sus cuentos de “Pinocho” o del “Superman”, eran ellos
factores decisivos e indicativos de una segura vocación de arquitecto.
No creo que sea así de fácil. Sí pienso, que tienes una imaginación despierta –no
calenturienta-; un gran sentido común –que desgraciadamente es el menos común de
los sentidos-; un espíritu creativo manifestado en los diferentes órdenes de la vida y
aprecias la belleza en todas, o en algunas de sus manifestaciones artísticas. Sí vas por
el camino correcto.
Te harán falta las matemáticas, una cierta afición por el humanismo, y digo así, porque
si tienes la suerte de tener buenos maestros, ellos harán que se despierten en ti
múltiples inquietudes filosóficas, en otras palabras, ansias de conocer al hombre; al del
pasado, a través de la Filosofía, la Historia y la Literatura. Hombres como Platón,
Aristóteles, o un Tomás de Aquino, por mencionarte algunos. Algún día reconocerás
que el conocimiento del hombre le es básico al arquitecto, dado que a él será al que el
arquitecto sirva, y aunque ese arquitecto no sirva, el estudio del hombre le hará ser más
hombre, y adquirir la necesaria madurez en la vida, para obtener un profundo

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conocimiento y una auténtica comprensión de sus semejantes; obviamente, deberás
también conocer al hombre del presente, y si Dios te dio un poco más de inteligencia
que a la mayoría, podrás imaginarte y predecir al hombre del futuro, pero dentro de
todas esos hombres, los del pasado, los del presente y los del futuro, el que siempre te
debe interesar por conocer a fondo, eres tu mismo, y cuando esto lo logres, llevarás ya
recorrido un buen trecho del camino.
También necesitas una cierta habilidad para el dibujo, y no te preocupes si no es
mucha, pues siempre ha habido grandes arquitectos que no han sido grandes
dibujantes. El dibujo, y fíjate bien en esto, es para el arquitecto solo un medio de
expresión, de comunicación, es uno de los medios, quizá el más usual, para trasmitir
sus ideas a los demás; es un medio gráfico de representación, para que sea posible
llevar sus ideas a la realidad, ejecutándolas y construyéndolas.
Cuando esos dibujos, fabulosos, buenos o medianamente aceptables, son hechos
realidad, son materializados, es cuando se empieza a hacer arquitectura, mientras las
ideas están o quedan en papel, son solo eso, dibujos y papel, mas no arquitectura.
Te ejemplificaré eso Juan, para aclarártelo un poco más. Los indios, las gentes
primitivas de ayer y hoy, han hecho y hacen sus casas, sus chozas, sus centros
comunales, basándose solo en su experiencia, en las ya construidas con anterioridad, y
lo más seguro es que las hayan hechos sin planos, quizá solo trazando con una vara
sobre el terreno lo que iban a hacer, ellos hacían y hacen arquitectura, contrariamente a
todos aquellos que tienen increíbles proyectos, maravillosamente dibujados, guardados
en cajones o en rollos.
Creeme Juan, la arquitectura ni se guarda, ni se enrolla; se construye y se vive; se
edifica, se hace realidad, lo otro es soñar a un precio muy alto y no pasarán todos esos
grandes proyectos de ser tan solo grandes sueños.

Me preguntas ¿qué es la Arquitectura?, ¡Vaya pregunta! Son muchas las gentes que la
han querido definir y nadie está conforma con las diferentes definiciones, pues
independientemente de la opinión personal y de los diversos criterios, existe el factor
tiempo que va haciendo que una palabra vaya cambiando su significado, unas a través
de los siglos, otras de los años y quizás algunas de los días. Trataré de decirte
solamente y espero que me comprendas, que la Arquitectura es crear espacios bellos, y
adecuados para lo que fueron creados, ya sean interiores o exteriores, hará que sean
vividos plenamente por el hombre. No se si ya caí también en lo que tanto tu criticas: el
lenguaje y vocabulario de tus maestros, que no saben ser sencillos en su forma de
expresarse y siempre recurren a “palabrotas ininteligibles” y cuando las pronuncias
dices que se les llena la boca de sapiencia que creen que ello los coloca en un nivel
superior sobre los demás; se que so es un vicio y cada época tiene sus expresiones
propias al igual que cada profesión.
Así por ejemplo cuando oía a mi amigo Fernando, que estudió medicina, decir
“cefalalgia” para decir que tienen dolor de cabeza, o “narcolepsia postprandial” para
decir que tiene flojera después de comer, “astenia” en vez de decir cansancio, se rasca
porque tiene “prurito” en vez de comezón y cuando se acuesta se pone en posición
“decúbito dorsal”. No me queda más que morirme de risa, pero de cualquier forma,
nosotros los profanos en medicina, entre más “palabrejas” nos suelte el médico
creemos que más sabe.

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Igualmente en Arquitectura, cuando oímos palabras o expresiones como “contexto”,
estratificación del espacio, áptico, diagrama centrípeto, rol, parámetro, etc., estamos
tratando quizás también de impresionar a los demás.
Dices que el maestro “simplemente los está queriendo apantallar” pero creo que si tú ya
has leído bastante, tu vocabulario también será amplio y si dominas la semántica eso
ya no será difícil; de cualquier forma sí te doy la razón de que hemos abusado de ello.

Me dices de tus maestros que no sabes como juzgarlos, si por lo que se que son, por
sus obras o por lo que dicen. Yo tuve la suerte de haber conocido y tratado, y sido
alumno inclusive, de muchos de los grandes arquitectos de nuestro siglo y por favor no
lo tomes como pretensión de mi parte, pues creo estarte hablando con toda sinceridad.
Y, podría yo agregar, que puedes tener grandes maestros y no aprenderles nada, por
falta de capacidad. Si te puedo asegurar que no necesariamente los grandes
arquitectos son buenos maestros, e igualmente te podría decir, que es muy frecuente
que los buenos maestros, no sean muy buenos arquitectos. Normalmente casi todos los
maestros tratamos de enseñar y tratamos de hacerlo lo mejor posible, aunque muchas
veces nuestra falta de capacidad o de vocación, nos dejan tan solo en la categoría de
personas cumplidas y empeñosas en nuestro trabajo, pero sabemos que estamos muy
lejos de ser “maestros” y te lo pongo así entre comillas.
La vida me ha enseñado, que todos tenemos algo que aprender de cualquier otro
hombre y la sabiduría consiste en poderle captar a cada uno su parte positiva es por
ello que te aconsejo que pases por la vida tratando de aprender de todos; en unos su
sabiduría, en otros su bondad o tenacidad, agudeza o simpatía, en otros el sentido
humano, etc. Creo Juan, que todos tienen algo que dar. Por ello, te aconsejo que nunca
seas duro en tus juicios hacia los maestros, pues creo que en casi todos los casos,
caerías en una falta de caridad hacia tu prójimo, virtud que ojalá llegues a poseer, pues
del aprecio de tu prójimo depende tu propia felicidad.

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