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Fe

Hebreos
• Definición de la fe (1, 2)
• Ejemplos de fe (3-40)

Capítulo 11 • Sin fe es imposible


agradarle a Dios (6)
Fe
En Hebreos 11:1, encontramos la
definición que la Biblia da de la fe.
Allí leemos que la fe se centra en dos
cosas que no vemos:
1) “Las cosas que se esperan”,
como pueden ser sucesos que se
ha prometido que ocurrirán,
pero que aún no han tenido
lugar; por ejemplo, el fin de la
maldad y la venida del nuevo
mundo.
2) Realidades que no se
contemplan. En este contexto, la
palabra griega que se traduce
“demostración evidente” se
refiere a una prueba evidente de
una realidad invisible, como la Si nuestra esperanza está viva y
existencia de Jehová, Jesucristo y creemos en las cosas invisibles de las
los ángeles, y las actividades del que nos habla la Biblia, lo
Reino celestial (Heb. 11:3). demostramos con nuestras palabras y
acciones, sin las cuales nuestra fe
estaría incompleta.
Abel
Abel, el segundo hijo de Adán, nos está
hablando hoy. ¿Podemos oírlo? “Pero
¿cómo es posible, si murió hace
muchísimo tiempo?”, quizás piense
usted. Y es verdad, sus restos se
convirtieron en polvo hace casi seis
mil años. Además, la Biblia nos explica
que los muertos “no tienen conciencia
de nada en absoluto” (Ecl. 9:5, 10).
Y no solo eso: en las Escrituras
no aparece ni una sola palabra
pronunciada por Abel. ¿Cómo puede
entonces hablarnos?
Abel
Inspirado por Dios, el apóstol Pablo
dijo lo siguiente sobre Abel: “Por
[medio de] ella, aunque murió,
todavía habla” (lea Hebreos 11:4).
¿Por medio de qué sigue hablando?
Por medio de su fe. Abel fue el primer
ser humano que cultivó esa hermosa
cualidad. Tuvo una fe tan firme y
profunda que su ejemplo ha logrado
superar la prueba del tiempo y
continúa vivo hasta nuestros días.
Si nos esforzamos por imitarlo, será
como si Abel realmente nos estuviera
hablando.
Moisés

Con las decisiones que tomó a lo largo


de su vida, Moisés demostró que tenía fe
en las promesas de Dios (Génesis 22:15-
18). Aunque hubiera podido llevar una
vida cómoda y lujosa en Egipto, prefirió
“ser maltratado con el pueblo de Dios
más bien que disfrutar temporalmente
del pecado” (Hebreos 11:25). ¿Tomó esa
decisión impulsivamente? ¿Se arrepintió
después? No, la Biblia dice que “continuó
constante como si viera a Aquel que es
invisible” (Hebreos 11:27). Él nunca
lamentó las decisiones que su fe le
impulsó a tomar.
Moisés
Incluso cuando el rey de Egipto lo amenazó
de muerte, su fe y su amor le dieron el valor
que necesitaba en esos momentos. Él sabía
que le esperaba un futuro mejor;
seguramente ya lo había visualizado en su
mente (Éx. 10:28, 29).
Moisés
Además, Moisés se esforzó por fortalecer la
fe de quienes lo rodeaban. Tomemos por
ejemplo lo que sucedió cuando los israelitas
parecían acorralados entre el ejército del
faraón y el mar Rojo. Al verse en esa crítica
situación, clamaron aterrorizados a Jehová y
a Moisés. ¿Cuál fue la reacción de Moisés?

Tal vez lo que menos se imaginaba era que


Dios partiría el mar Rojo a fin de que
escaparan cruzándolo sobre suelo seco. Pero
estaba convencido de que Dios haría algo
para protegerlos, y quería transmitir esa
convicción a los demás. En Éxodo 14:13
leemos: “Moisés dijo al pueblo: ‘No tengan
miedo. Estén firmes y vean la salvación de
Jehová, que él ejecutará para ustedes hoy’”.
¿Consiguió fortalecer la fe de los israelitas? Sí,
pues la Biblia indica que Moisés y el pueblo
entero “pasaron por el mar Rojo como en
tierra seca” y que lo hicieron “por fe”
(Hebreos 11:29).
La fe de Moisés lo benefició tanto a él como
a todos los que lo imitaron.
Moisés

¿QUÉ NOS ENSEÑA SU EJEMPLO?


Que debemos tener fe en las promesas de Dios y demostrarla
con las decisiones que tomamos. Una de sus promesas es que
cubrirá nuestras necesidades materiales si lo ponemos a él en
primer lugar en nuestra vida (Mateo 6:33).
No es fácil resistir el espíritu materialista de este mundo; pero
podemos estar seguros de que, si hacemos lo posible por llevar
una vida sencilla y centrada en su servicio, Jehová nos dará lo
que necesitamos. Él nos promete: “De ningún modo te dejaré
y de ningún modo te desampararé” (Hebreos 13:5).
Hebreos 11:32-38

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