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Prórroga de Jurisdicción

Artículo 18: Cuando se encontrase en peligro la vida de la víctima o su integridad


psíquica o física o la demora en el procedimiento pueda comprometer el éxito de la
investigación, el juez y el fiscal de la causa podrán actuar en ajena jurisdicción territorial,
ordenando a las autoridades de prevención las diligencias que entienda pertinentes,
debiendo comunicar las medidas dispuestas al juez del lugar dentro de un plazo no mayor
de veinticuatro (24) horas.

Se llama jurisdicción a la facultad “poder” que el Estado confiere normativamente a


ciertos órganos propios que crea desde su Constitución política, y estatuye y organiza por
ley, de decidir o dar solución a conflictos sociales conforme a su ley (decir el derecho,
del latín iuris dictio).

Doctrina
“El estudio del territorio de nada sirve si se prescinde del estudio de la ley de competencia
propiamente dicha. Ella, según ya observamos, se corresponde con el aforismo forum
delicti comissi –lugar de comisión del hecho punible incluso por razones constitucionales.
Esta observación sencilla dista, sin embargo, de representar una regla que solucione, los
diferentes casos de manera indudable. Por de pronto, como también se ha visto en este
mismo parágrafo, al estudiar la jurisdicción argentina, pueden diferir el lugar de la acción
o de la omisión en la que consiste el hecho punible, del lugar en el cual se produce el
resultado o el de residencia del bien jurídico atacado o puesto en peligro, expresión que
conduce al domicilio o residencia de su portador, la víctima o el ofendido, como en el
caso de los delitos a distancia.

Pero, además, la misma acción se puede haber levado a cabo u omitido en jurisdicciones
distintas, como cuando, para matar (CP, 79) proporciono a mi víctima, en un viaje
interjurisdiccional, pequeñas proporciones de veneno en cada una de las jurisdicciones
que atravieso, federales o locales, o cuando dejo de asistir, en diferentes jurisdicciones,
locales o federales, a alguien incapaz de valerse por sí mismo a quien yo debo cuidar, he
colocado en situación de desamparo o he incapacitado (CP, 106).

Los casos posibles se vuelven todavía mas complicados cuando, además, provocan en
resultado en otra jurisdicción territorial. El mismo resultado típico puede ocurrir en varias
jurisdicciones. No existe, según mi opinión, una receta certera para dar solución a estos
casos complejos desde el punto de vista de la averiguación de la competencia territorial.

Pero, a la par de tener presente que la competencia de juzgamiento del Estado federal es
excepcional y, por tanto, debe estar perfectamente fundada, la CSN ha desarrollado entre
nosotros la teoría de la ubicuidad, según la cual tanto el lugar de la acción, en la
prohibiciones, o aquél en el cual debió producirse la acción, cuando helecho punible
consiste en un mandato de obrar (omisión punible), como el lugar del resultado, incluso
el eventual en el cual debió producirse el resultado, en caso de tentativa, funda la
competencia territorial; y en esos casos, de competencia territorial alternativa, decide el
lugar que promete mejores resultados para la realización del principio de defensa (mayor
o menor proximidad con el domicilio del imputado o con su familia, o mejor posibilidad
para la intervención de un defensor de confianza) o para la averiguación de la verdad
(proximidad de los elementos de prueba). La ley, sin embargo, parece estimar como mejor
regla subsidiaria otra distinta, relativa a quien previno, esto es, a quien intervino antes (en
primer lugar) en el caso”.

El estándar de esta disposición es claramente más laxo que aquel que faculta al Fiscal a
allanar en estrictos supuestos de necesidad (artículo 227 inciso 5to. CPPN) o a disponer
el comienzo de una intervención telefónica bajo la condición resolutoria de la ulterior
convalidación judicial (artículo 236, tercer párrafo, CPPN).

La razón, es que ha sido concebido para instrumentar no sólo determinados actos de


coerción de naturaleza probatoria, que como tales responden a un numerus clausus y a
determinados requisitos de legalidad y proporcionalidad que deben estar reglamentados
de manera restrictiva por ley; sino también para posibilitar la realización de otros medios
de prueba que no impliquen necesariamente una coerción (ej. declaraciones testimoniales,
inspección del lugar o de cosas), en los que la premura que exige la investigación de estos
hechos, habilite a su realización en un ámbito de competencia territorial ajeno; siempre y
cuando se den por configurados los dos extremos que lo autorizan: “cuando se encontrase
en peligro la vida de la víctima o la demora en el procedimiento pudiese comprometer
seriamente el éxito de la investigación”

Jurisdicción Penal
La jurisdicción penal es la misma facultad de juzgar, referida la porción del orden jurídico
que llamamos derecho penal, cuyas consecuencias son una pena o una medida de
seguridad. La jurisdicción penal, es una expresión de la soberanía estatal en tanto consiste,
básicamente, en imponer penas o medidas de seguridad. Es el uso de la fuerza legitimado
por el propio orden jurídico.

La jurisdicción penal es el poder emanado de la Constitución y acordado a los tribunales


del Poder Judicial para conocer a través de un proceso y con arreglo a sus normas, sobre
la existencia concreta de una hecho delictivo que ha sido motivo de una acusación y
decidir de modo imparcial e independiente sobre la responsabilidad penal de sus
partícipes, actuando la ley penal en el caso concreto, imponiéndoles una pena (o medida
de seguridad), o adoptando a su respecto alguna alternativa no punitiva o absolviéndolos.

Esta noción puede deducirse de las disposiciones de la Constitución que acuerdan al Poder
Judicial el conocimiento y decisión de todas las causas (pleito judicial; proceso criminal)
que versen sobre puntos regidos por ella, por las leyes de la Nación y los tratados con las
naciones extranjeras (art. 116 CN); y reconoce a los tribunales la atribución de aplicar la
ley penal (art. 75 inc. 12 CN) en las condiciones y con los límites previstos en la propia
Constitución y los tratados internacionales incorporados a su nivel. Del concepto unitario
de jurisdicción se ocupa la “Teoría General del Proceso” (Ferreira de de la Rúa; González
de la Vega de Opl)

Las decisiones en que la jurisdicción se expresa tienen como particularidad (que es a la


vez su clave de identificación) la de no ser susceptibles de revisión ni revocación por
ningún otro poder del Estado, salvo algunas contadas excepciones de raíz constitucional
(v. gr., amnistía, indulto). Por eso suele decirse que es soberana.

Defensa y Jurisdicción
El ejercicio válido de la jurisdicción no sólo requiere la excitación del acusador, sino que
exige también el ejercicio pleno del derecho de defensa, que es declarado inviolable por
la Constitución (art. 18) en el proceso (juicio). No se trata en materia penal de una simple
posibilidad; por el contrario, es impuesta en su aspecto técnico, incluso frente al desinterés
o expresa voluntad contraria del imputado, haciéndose cargo de ella el mismo Estado; y
en su aspecto material garantiza el derecho al silencio, e impide el juicio en rebeldía.

Accesible y eficaz
Modernamente se enfatiza en la eficacia de la jurisdicción, que incluye las ideas de
mejores e igualitarias formas de acceso y actuación ante ella para la protección y defensa
de los derechos y de optimización del "servicio de justicia" (art. 114 inc. 6 CN),
proponiéndose modificaciones que apuntan a un mejor aprovechamiento de sus recursos
materiales y humanos, a la horizontalización de la justicia y a la liberación a los jueces de
tareas administrativas (procurando a la vez la centralización y tecnificación de éstas),
a la integración flexible de las salas de los tribunales, etc.

Poder de coerción preventiva


Con el propósito de asegurar que la jurisdicción pueda ejercitarse en plenitud al momento
en que se dicte sentencia definitiva, se le incorporan atribuciones de coerción preventiva.
Estas se expresan en restricciones excepcionales a derechos patrimoniales o personales,
generalmente del imputado, que se imponen durante el proceso para garantizar que los
tribunales puedan conocer la verdad sobre la acusación, aplicar el derecho y hacer cumplir
lo que decidan, sin obstáculos sobre la prueba de los hechos o sobre el desarrollo del
proceso (como ocurriría si el imputado oculta o falsea las pruebas del delito o se fuga,
evitando así el juicio o el cumplimiento de la sentencia). Pero estas atribuciones deben
ejercitarse con un celoso respeto por el principio de inocencia, procurando que no se
manifiesten como penas anticipadas.

Poder de ejecución
Es también parte de aquélla (la jurisdicción) el poder de hacer cumplir, incluso por la
fuerza pública, sus decisiones: Cuando se trata de la sentencia definitiva se lo conoce
como poder de ejecución penal.
Facultad de dirección procesal
Aunque no parecen ser estrictamente jurisdiccionales, se suelen mencionar como tales,
las facultades de dirección del proceso (v. gr., para aceptar o rechazar una prueba) para
que éste pueda desenvolverse con normalidad, que incluyen algunas disciplinarias (v. gr.,
asegurar el orden en la sala de audiencias) que se acuerdan a los tribunales con alcances
variados, según la etapa en que éste se encuentre.

Aspectos
Se destacan como aspectos especiales de la jurisdicción su función garantizadora y su
“valencia política”

Función garantizadora
Es de la esencia de la jurisdicción su función garantizadora de los derechos individuales
comprometidos en el proceso. El no hacer esta precisión ha llevado a que, entre nosotros,
los jueces sean percibidos, primero como funcionarios responsables de la persecución
penal, verdaderos representantes del “interés social” en el “castigo del delito” y, recién
después, como una garantía para los ciudadanos frente a posibles acusaciones infundadas
en los hechos –por no haber podido ser probadas con el grado de convicción y dentro de
los límites exigidos por el sistema constitucional– o arbitrarias en lo jurídico (por no
fundarse realmente en la ley que rige el caso), cuando en realidad deberían ser
reconocidos por cumplir esta última y trascendental función.

Es parte fundamental de esta tarea, el garantizar (controlándola) la observancia de los


derechos esenciales del imputado durante la investigación preliminar (v. gr., necesidad
de las medidas de coerción; fundamento probatorio de la acusación) y el juicio (v. gr., la
recepción de pruebas de descargo), e incluso durante los recursos (v. gr., revocación de
oficio a favor del imputado). También lo es el hacer respetar el libre ejercicio de las
atribuciones que el orden jurídico reconoce al Ministerio Público Fiscal y a los otros
sujetos privados que pueden intervenir (v. gr., querellante; actor civil; tercero civilmente
demandado).

Y, por cierto, ella misma los deberá respetar, evitando cualquier tipo de abuso que pueda
significar un menoscabo injustificado en su desarrollo práctico. Así debe ser el “proceso
regular y legal” del art. 18 CN

Jurisdicción Penal Federal y Común


De acuerdo con nuestro sistema federal de gobierno, los estados provinciales reservan
para sí el poder de juzgar todos los hechos delictivos cometidos dentro de su territorio
(arts. 121 y 122 y 75 inc. 12 CN). Es lo que se conoce como jurisdicción común.
Pero como la integración nacional a través del federalismo determinó la creación de un
Estado Nacional con proyección sobre todo el país para cuidar de su mantenimiento como
tal y las relaciones exteriores, éste debió ser consecuentemente dotado de la potestad de
someter a juzgamiento a los autores de los delitos que atenten contra su seguridad o
soberanía, cualquiera sea el lugar que se hubieren cometido: es la llamada jurisdicción
federal (que sufre en estos días un proceso de reelaboración teórica).

Procedencia y criterios
Ésta se justifica por tres razones principales: lugar, materia y sujeto. Por el lugar (art. 75
inc. 12 y 30 CN) cuando el delito se comete en lugares sometidos a la autoridad absoluta
y exclusiva de la Nación, ya sea fuera de las provincias, o dentro de ellas (v. gr., sede de
la Universidad Nacional); por la materia (art. 116 CN y ley 48) cuando el hecho delictivo
ofenda la soberanía o los intereses generales de la Nación como, por ejemplo, los
atentados contra el sistema representativo, republicano y federal (rebelión, sedición,
traición), los ataques al tráfico interprovincial, o a las rentas de la Nación, etc.; y por la
investidura nacional de los sujetos (art. 116 y 117 CN y ley 48) activo o pasivo del ilícito
penal, como son las autoridades de los poderes públicos de la Nación, los funcionarios
nacionales, diplomáticos y representantes de estados extranjeros.

Competencia Penal
Si bien todos los tribunales de un determinado ordenamiento (provinciales; nacionales)
tienen en ese ámbito el poder jurisdiccional, no todos de ellos pueden intervenir, en
cualquier caso.
Por el contrario, las leyes de organización judicial y procesal pre–establecen cuál es el
órgano jurisdiccional que debe intervenir en cada tipo de caso concreto, lo que opera
como un límite a sus atribuciones, y se presenta en la práctica como una especie de
división del trabajo jurisdiccional entre diferentes tribunales: es la noción de competencia.

Desde una concepción subjetiva, la competencia penal ha sido definida como el poder-
deber de un juez de ejercer la jurisdicción que le es propia, con relación a un determinado
asunto penal. Desde un punto de vista objetivo, es el ámbito legislativo predeterminado
por la ley, dentro del cual el juez puede ejercer la función jurisdiccional.

Como la jurisdicción penal se ejerce por los tribunales que la Constitución y la ley
instituyen, y se extiende al conocimiento de los hechos delictuosos cometidos en el
territorio de la Provincia, excepto los de jurisdicción federal o militar (art. 28 CPP de
Córdoba), es necesario precisar que la competencia de aquellos tribunales es
improrrogable, es decir no hay disponibilidad, no se puede convenir ni elegir por alguna
de las partes, ni por el tribunal. Las normas sobre competencia no son disponibles por
nadie, salvo por ley (v. gr., un juez no puede delegarle su competencia a otro que no la
tiene).

Competencia material
La competencia material es el poder-deber de un juez de conocer y juzgar un determinado
delito debido a la entidad de ese delito. La entidad del delito se refiere a: la edad del
imputado; la naturaleza del delito, la cantidad y calidad de la pena del delito en cuestión;
y la naturaleza de la acción penal ejercitada.
Competencia
Partiendo de la base de que la Jurisdicción es el poder del Estado de juzgar o de ejercer
la función judicial, la competencia es la medida en que ese poder del estado le es dado a
un tribunal determinado.

La competencia es la aplicación práctica de la jurisdicción, porque las reglas de


competencia indican la capacidad de un órgano estatal para ejercer el poder de juzgar. La
razón de ser de estas reglas reside en la cantidad de asuntos que deben tramitar y juzgar
los tribunales, por eso la misión de la competencia es ordenar la jurisdicción.
La distancia, la cantidad de asuntos y la diversidad de la índole de estos lleva a que la
función jurisdiccional, se multiplique a través del ejercicio de diversos órganos, que se
dividen la tarea según criterios de diferente naturaleza.

Esa división funcional se concreta a través de la noción de competencia que fija el ámbito
y modalidades dentro de los cuales cada órgano jurisdiccional ejerce sus facultades, por
lo que puede entenderse como la aptitud del juzgador para el ejercicio de la jurisdicción
en los casos que corresponden. En consecuencia, la competencia delimita la zona de
conocimiento, intervención, decisión y ejecución del juez o tribunal, determinando el
espacio, materia y grado de los asuntos que le incumben.

Dentro de la República Argentina y como consecuencia directa del sistema federal de


gobierno, encontramos la competencia ordinaria, normal o habitual, como facultad no
delegada de las provincias a la Nación y la federal, que es excepcional, limitada y
circunscripta a determinado ámbito territorial, personas y cosas en relación con el Estado
Nacional, y a algunas materias específicas.

La competencia penal tiene características propias que la diferencian de otras


competencias judiciales:
- es improrrogable por simple voluntad de los sujetos de un procedimiento. Es
inalterable: el único parámetro para atribuir competencia a un tribunal es la ley y por
ello se dice también que es absoluta.

El principio del juez natural está vinculado con estos conceptos, porque significa la
imposibilidad de que hechos futuros varíen la radicación de una causa. Las partes
no pueden elegir al Tribunal competente y tampoco un juez puede arrogarse esa
facultad de ser competente solo por una decisión individual.

Competencia Federal
La competencia de la Justicia federal tiene como características principales el ser
una competencia residual o de excepción y limitada en la materia a los casos que
enuncia el 116 de la CN y en los casos de recurso extraordinario del art. 14 Ley Nº
48. (este art. establece los supuestos en que podrá apelarse a la CSJN, luego de que exista
una sentencia definitiva pronunciada por algún Tribunal Superior de provincia). La
competencia federal surge cuando se haya afectado alguna institución federal y en caso
de duda debe estarse a favor de la competencia provincial: La CSJN tiene competencia
originaria y exclusiva para resolver en cuestiones de personas aforadas (embajadores,
ministros y cónsules extranjeros y en las causas en que alguna provincia fuere parte).

La CSJN también entenderá en las cuestiones de competencia que se susciten entre


diferentes tribunales del país que no tengan un órgano superior jerárquico común. Y
también decidirá sobre cuál debe ser el juez competente cuando su intervención sea
indispensable para evitar una efectiva privación de justicia.

Competencia Provincial u Ordinaria


Es la que ejerce cada una de las provincias dentro del ámbito de sus respectivos territorios
al juzgar delitos comunes y las contravenciones o faltas ocurridas dentro de los estados
provinciales.

Así, las provincias han delegado en el Estado Nacional las facultades que el texto
Constitucional consagra, pero reservándose otras, entre las que se encuentra la regulación
de su servicio de justicia y de los procedimientos pertinentes. Claro está, que ello debe
hacerse dentro de los principios fundamentales adoptados por la Nación Argentina, cuales
son el régimen republicano, lo que implica la separación de poderes, y el pleno
reconocimiento de los derechos y garantías individuales.

El artículo 5º de la Constitución Nacional establece que cada provincia dictará su propia


constitución “bajo el sistema representativo republicano” en la que se aseguren los
derechos fundamentales de los habitantes y su “administración de justicia”. El artículo 7º
dispone que los procedimientos judiciales de una provincia gozan de entera fe en las
demás, fijando el artículo 8º que la extradición de criminales es obligación recíproca entre
todas las provincias.

A su vez, el artículo 75º que fija las atribuciones del Congreso de la Nación, en su inciso
12 le otorga la de dictar los códigos generales, entre los que se encuentra el penal, “sin
que tales códigos alteren las jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los
tribunales federales o provinciales, según que las cosas o las personas cayeren bajo sus
respectivas jurisdicciones”.
De ese modo, la competencia provincial es la regla y se ocupa del juzgamiento de los
delitos comunes y contravenciones o faltas dentro de cada provincia.

Competencia Territorial
La territorialidad es la nota característica de la competencia. Es decir, los jueces por regla
son competentes para resolver todas las causas suscitadas en el territorio que la ley les
asigna para el ejercicio de su jurisdicción.

La primera regla es que es competente el juez del lugar de comisión del delito, esto tiene
su base dogmática en el art. 118 de la CN. Para llevar a la práctica esta regla cada
provincia, al dictar las leyes orgánicas del Poder Judicial, han dividido sus territorios
dentro de cuyos límites se atribuye la competencia penal a un juez o grupo de jueces entre
los cuales se reparte a su vez, el conocimiento de las causas. En base a esta distribución
no debe quedar ningún espacio del territorio sin juez.

La finalidad de mejor justicia perseguida por esta distribución territorial de las causas
penales está fundamentada en el acercamiento del tribunal al lugar del hecho para
favorecer la garantía de defensa en juicio y el principio de economía procesal pues
favorece la rápida, sencilla y más económica investigación. El CPP actual contempla
estos aspectos de la competencia en los arts. 27/30; en tanto que el nuevo CPP -próximo
a entrar en vigor- y con redacción similar, lo contempla en los arts. 42/45.

Momento de Comisión del Delito


En principio un delito penal está cometido en el lugar de su consumación definitiva,
cuando ya se realizaron todos los actos previstos por la ley como constitutivos del delito.

Pero no todos los casos se presentan de manera sencilla. Si el delito ha sido tentado, en
ese caso, será competente el juez del lugar donde se cumplió el último acto de ejecución
y si se tratara de un delito continuado (varias acciones típicas autónomas que se
consideran como un solo delito, como una sola acción típica que se prolonga en el tiempo)
será competente el juez del lugar donde cesó de cometerse. Finalmente, si se ignora o
duda en qué lugar se cometió el delito, será competente el juez que primero haya
prevenido. Esta regla se repite en el CPP actual, en el próximo y en el CPP de Nación.

En cualquier estado del proceso el Tribunal que reconozca su incompetencia territorial


deberá remitir la causa al competente, poniendo a disposición a los detenidos si los
hubiere, sin perjuicio de realizar los actos urgentes de la investigación. La declaración de
incompetencia territorial no produce la nulidad de actos cumplidos (esto es así tanto en
los Cód. procesales provinciales -actual y nuevo- como en el de Nación).
Competencia por la Materia

La regla es que la competencia por la materia se determina, en materia penal, teniendo en


cuenta la pena prevista para el delito consumado. Lo mismo ocurre en caso de un delito
en grado de tentativa. Para el caso de que el delito tuviere previsto penas de diferentes
clases: prisión o reclusión, se tendrá en cuenta la cualitativamente más grave (reclusión).
Esta es la regla tanto en el art. 24 del CPP actual, en el art. 41 del CPP nuevo como en el
art. 34 del CPPN.

La determinación de la competencia tiene por finalidad la mejor administración de


justicia, se tiende a fijar la actuación del Estado en el lugar y ambiente del hecho para
facilitar la recolección de las pruebas, el ejercicio de la defensa y asegurar la
investigación y realización de la justicia. De ahí que un hecho que haya ocurrido en
varias jurisdicciones se considere cometido en todas ellas en las que se ha desarrollado
parte de la acción y también donde se verificó el resultado. En ese caso la competencia
se determinará atendiendo a las exigencias planteadas por la economía procesal y la
garantía de defensa de los imputados. La determinación de incompetencia por la materia
procederá en cualquier estado del proceso por parte del tribunal que la advierta, aunque
también la pueden pedir las partes.

El tribunal que la declare porque la advirtió de oficio o a pedido de parte, deberá remitir
las actuaciones al que considere competente poniendo a disposición los detenidos si los
hubiere.

Excepción
Si ya fue fijada la audiencia de debate sin que se haya planteado la excepción, el Tribunal
interviniente deberá juzgar los delitos de competencia de un juez inferior. Si no se
observaron las reglas de la competencia por la materia, pese a que fueron planteadas por
las partes, ello dará lugar a la nulidad de todo lo actuado. Excepción son aquellos actos
definitivos e irreproducibles. Estas reglas son iguales en el CPP actual arts. 25y 26; CPP
nuevo art. 41 y en el CPPN – arts. 35 y 36.

Competencia por Conexidad


Los códigos de procedimientos regulan lo que se conoce como competencia por conexión
y refieren a hipótesis de comisión de varios delitos de algún modo relacionados entre sí,
objetiva o subjetivamente, estableciéndose que resultará competente el juez que
interviene en el delito de mayor gravedad o, cuando no hay al respecto diferencias, el juez
del lugar donde se cometió el primer delito y si ello no puede establecerse intervendrá el
juez que ordenó la detención o el que primero previno. (el que primero que comenzó a
investigar).

En caso de que ninguna de estas reglas pudiere prosperar, se resolverá la competencia


teniendo en cuenta la mejor forma de administrar justicia. Estas reglas también se hayan
reguladas de manera similar, tanto en el CPP actual (arts. 31/33) como en el nuevo (arts.
46/48) y en el CPPN.

Acumulación de Procesos
Para intentar asegurar la coherencia de las resoluciones judiciales, cuando se
presentan casos de conexidad, la ley procesal prescribe la intervención en todos
esos casos de un mismo Juez o Tribunal, para lo cual se dispone la acumulación de
causas, es decir la unificación de la documentación de los actos de investigación y la
realización de un solo juicio. Para ello debe tratarse de delitos ocurridos en una misma
jurisdicción (es decir ocurridos en la misma provincia) y debe tratarse de delitos de acción
pública o dependientes de instancia privada.

Sin embargo, si la unificación de procesos (sea por la cantidad de imputados, sea por la
complejidad o variedad de los hechos, etc.) puede ser un factor de complicación, puede
procederse en el transcurso de la investigación con las actuaciones en trámites separados.
Además, la acumulación de procesos no será dispuesta si con ello se genera un “grave
retardo” para alguna de las causas. Esto hace alusión a los casos en que existe una
investigación muy avanzada respecto de un delito, en tanto existe otra que recién
comienza. Si esto puede influir negativamente en la situación del imputado (por ej. si está
detenido y ello implica demora de la llegada del juicio o si hay varios imputados detenidos
en el proceso que está avanzado y la conexidad se refiere a uno solo de ellos). De todos
modos, aun cuando no se disponga la unificación, como consecuencia de la competencia
por conexidad deberá ser el mismo Juez o Tribunal el que intervenga.

Unificación de Penas
En los casos de excepción a la acumulación de causas, siempre habrá un proceso en el
que se dictará sentencia antes que en otro que, de haber sido acumulados serían resueltos
en una sola sentencia. En estos casos se procederá a la acumulación de las penas y ello lo
hará el Tribunal que dicte la última sentencia y de conformidad con lo establecido en el
art. 58 del CP.

Cuestiones de Competencia
Cuando por alguna razón existen circunstancias que hacen dudosa o controvertida la
competencia de un determinado órgano jurisdiccional sobre un concreto asunto, surgen
las denominadas cuestiones de competencia que son, de modo genérico, aquellas que
llevan a la decisión sobre quien deberá entender en esa causa puntual.

Desde un punto de vista estricto, las cuestiones de competencia son aquellas que surgen
cuando dos órganos jurisdiccionales se declaran en forma simultánea y contradictoria
competentes o incompetentes para la investigación o juzgamiento de un mismo hecho.

El problema puede suscitarse por razones de materia, territorio o cualquiera de los


criterios determinantes de la competencia. Puede darse entre jueces de la jurisdicción
federal y de una provincia, entre los de diferentes provincias o entre los integrantes de
una misma provincia. Asimismo, se presenta de modo positivo cuando dos o más jueces
pretenden conocer del mismo hecho, y de manera negativa, cuando rehúsan su
intervención.

El conflicto surge tanto cuando el juez decide oficiosamente sobre su competencia o


cuando ello es planteado por las partes.

Bibliografía
Maier, Julio, Derecho Procesal Penal, TII, p.458, Ed. Del Puerto, BsAs,
2003

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