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EDUCACION ELECTORAL

INTRODUCCION

La educación en apoyo a las elecciones es conocida como "educación electoral", donde el


principal objetivo es el elector. Existen otras áreas de educación necesarias para que las elecciones
sean exitosas, pero éstas pueden ser conducidas por los partidos políticos o por oficiales de la
administración electoral. Sin embargo, la educación al elector es considerada una función distinta
y discreta. Generalmente es identificada como una función de las autoridades electorales y,
ocasionalmente, es encomendada por ellas a compañías privadas y organizaciones de la sociedad
civil. También es promovida por organizaciones que buscan el interés público,
independientemente de cualquier atribución en esta materia de las autoridades electorales.
DESARROLLO

¿Qué es la educación al elector?

En esencia, la educación al elector es una empresa diseñada para asegurar que los electores
estén listos, deseosos y con capacidad de participar en la política electoral. Se asume que esto
incluye conocimiento electoral y confianza en que los procesos electorales son apropiados y
eficaces para elegir los gobiernos y las políticas que beneficiarán al elector individual.
¿Es suficiente la educación al elector para la democracia?

Como se indica en otras secciones de esta área temática, la educación electoral es esencial para
asegurar que los electores puedan ejercer su derecho al voto y expresar su voluntad política a través
del proceso electoral. Si los electores no están preparados o motivados para participar en el proceso
electoral, entonces pueden surgir preguntas acerca de la legitimidad, representatividad y capacidad
de respuesta de los dirigentes elegidos y de las instituciones. Al mismo tiempo, la educación
electoral es una actividad muy especializada. Está dirigida a electores aptos y versa sobre eventos
electorales específicos, así como sobre el proceso electoral en general. Si bien la educación
electoral es un componente necesario del proceso electoral democrático, no es suficiente para la
democracia.

La educación electoral necesita ser complementada con una educación cívica continua a fin de
lograr la participación y la cultura democráticas que derivan de las elecciones periódicas, que son,
de hecho, su razón de ser. La educación cívica emplea una perspectiva más amplia. Se trata más
de ciudadanos que de electores, y resalta la relación entre ciudadanía activa y sociedad
democrática. Se entiende que los ciudadanos deben involucrarse en el proceso político en su rutina
diaria y no solamente durante elecciones (para más información al respecto ver Educación cívica).
Ciertamente, la participación en elecciones y el status de "elector" tienen un peso especial en
países en transición que organizan elecciones para su fundación y donde el derecho al voto se ha
obtenido a través de la lucha social. Sin embargo, a medida que el mundo democrático se dirige
hacia el sufragio universal, la votación es considerada como una de las muchas formas en que los
ciudadanos participan y apoyan la democracia.
Los objetivos de la educación tradicional al elector

La educación tradicional al elector intenta crear un clima de participación informada por parte
de todos los posibles electores en unas próximas elecciones. Adicionalmente, pretende permitirle
a los posibles electores emitir su voto con confianza.

Estos objetivos también pueden ser logrados a través de otras intervenciones, por lo que los
educadores deberían establecer programas que funcionen en concordancia con otras iniciativas que
se ocupen de temas tales como la seguridad del elector, los procedimientos básicos para votar, la
accesibilidad a los sitios de votación y campañas animadas pero no violentas y menos
intimidatorias por parte de los candidatos.

Equilibrar los gastos de los programas de educación al elector de acuerdo a todas las
intervenciones anteriores es muy importante para poder asegurar que los presupuestos no sean
excesivos. Los costos de los programas de educación al elector pueden, y deben, estar basados en
estimaciones de costo por elector. Se puede argumentar, y en efecto se ha hecho en muchas
ocasiones, que las elecciones, aunque sean caras, son más baratas que la guerra o que cualquier
conflicto endémico en la comunidad. Esto es cierto, pero el propósito de las elecciones
democráticas es asegurar que se celebren periódicamente, y esto no se puede hacer siempre de
manera extravagante. Los costos deben ser sopesados cautelosamente y los programas
desarrollados deben ser eficientes y rentables. Algunas veces esto puede significar el reducir los
objetivos a los que necesariamente deben ser alcanzados por el programa para poder llevar a cabo
una elección efectiva.
El momento para la educación electoral

El momento para llevar a cabo la educación electoral puede —o no— ser el mismo que el de
un programa de información para los electores, aunque es probable que se produzcan
simultáneamente en algunas ocasiones. En particular, puede depender de la duración del programa,
de la institución que lo ejecuta, del mandato o de la misión de dicha institución, de los parámetros
del programa, de los tipos de materiales de instrucción que se están desarrollando, y de las
necesidades del grupo o grupos a que se dirige.

En lugares donde no existe una autoridad electoral permanente y donde los recursos son
limitados, un programa de educación electoral sólo puede ser realizado durante el periodo de las
elecciones y en conjunto con actividades de información al elector. En algunos casos, la educación
electoral puede ser iniciada un poco antes que la información a los electores, sobre todo si hay
grandes cambios en el sistema de representación y en el marco legal para las elecciones del país,
donde el sufragio está siendo ampliado y donde hay cambios significativos en la política y en los
procesos electorales. En países donde la democracia está consolidada, hay una autoridad electoral
permanente y suficientes recursos, la educación electoral puede ser, en cambio, una actividad
continua. Dependiendo del mandato de la autoridad electoral y de la misión de algunas
organizaciones de la sociedad civil, la educación electoral puede ser manejada como uno de los
componentes de un programa más amplio de educación cívica.

Si se lleva a cabo como parte del sistema escolar, un breve curso de educación electoral también
puede ser incorporado como parte de un esquema mayor de educación cívica. Este curso puede ser
ofrecido a niños de diversas edades, o tan sólo a aquellos que están cerca de la edad de votar. El
tiempo dedicado a la educación electoral, en este caso, también puede depender de la profundidad
y amplitud del curso en cuestión. Pueden incluirse juegos de rol, simulacros de campañas y
elecciones, y ejercicios de aprendizaje, tanto dentro como fuera del salón de clases. Estas
actividades pueden estar limitadas a una clase en particular o estar incluidas en todas las clases y
en diferentes grados escolares. También puede suceder que haya competencias entre escuelas.
Cuanto más completo y complejo el curso, más tiempo se le tiene de dedicar. Para más información
ver Simulacros.

CONCLUSION

Ayudar a los ciudadanos a entender y participar en las elecciones —más que como
contendientes o seguidores de un determinado competidor (una importante pero poco explotada
forma de educación)— requiere concentrarse en unos cuantos aspectos claves. Estos parecen tener
un significado universal, a pesar de que cada elección tiene sus características especiales.

Los educadores deben tener en cuenta ciertas consideraciones metodológicas, las cuales son
abordadas en Elementos potenciales para un programa. Varios de los elementos de un programa
pueden ser apropiados dependiendo de los recursos disponibles y de los objetivos fijados por la
organización educativa o, de manera alterna, por la organización que patrocina el programa. Las
variaciones metodológicas disponibles demuestran que la educación al elector cae entre dos
conceptos muy precisos: "información al elector" y "educación cívica", a pesar de que el segundo
concepto presenta sus propios dilemas.

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