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Lo primero que hay que tener en cuenta es que una auditoría de certificación no es
un examen ni una inspección. La auditoría de certificación, al igual que la auditoría
interna es una herramienta de mejora y como tal debe contemplarse. En una
auditoría podemos obtener información importante de aspectos que pueden
mejorarse. Es cierto que un auditor no debe dar directrices de cómo se debe hacer
algo porque sería hacer una labor de consultoría, lo cual está estrictamente
prohibido por ENAC, además, podría entrar en contradicciones con otros auditores,
lo que a la larga ocasionaría problemas. Todos los auditores deberíamos pedir lo
mismo y tener el mismo criterio, pero aunque se intenta con reuniones de
homologación de criterios, etc. la realidad es que somos humanos y al ser las
normas interpretables cada uno tenemos nuestros puntos de vista.
Pero aunque sea cierto que el auditor no debe asesorar, también es cierto que
durante las auditorías normalmente se encuentran desviaciones y posibles
oportunidades de mejora, las cuales comunicará a la empresa auditada y será
esta quien debe estudiar la mejor forma de solucionarlas y sacar partido a esta
información.
También quiero destacar antes de entrar en el tema del comportamiento ante las
auditorías de certificación que un sistema de gestión se debería tener implantado
por convencimiento propio y por tanto tenerlo bien implantado y que se vea como
algo útil, no simplemente como el medio de conseguir un certificado tras el cual no
existe nada real. Todos sabemos que los sistemas implantados en las empresas no
son perfectos y no siempre cumplen 100% con los requisitos de la norma ya sea
porque consideramos que un aspecto concreto no nos aporta nada, por falta de
recursos, … Aun así, sin cumplir al 100% los sistemas pueden y deben ser útiles
para la empresa.
Teniendo en cuenta esto hay una serie de puntos que creo que son importantes
sobre el comportamiento del auditado para conseguir que la auditoría no sea una
situación en la que estemos tensos y que sea algo desagradable. A continuación
expongo una serie de ellos. Todos ellos son “de cajón”, pero tras muchos años
dedicándome a esto, como consultor y auditor sigo encontrándomelos casi a diario.
Esta lista por supuesto no es exhaustiva y a muchos que lo lean se les ocurrirán
otros.
No 1 MENTIR AL AUDITOR
Los auditores sabemos perfectamente que en muchas ocasiones nos mienten. Si,
si, lo sabemos, pero el problema es que no podemos decir nada salvo que tengamos
evidencias objetivas de ello, porque de lo contrario daría lugar a enfrentamientos
que no acabarían en nada bueno. Pero ojo, cuando notamos que nos están
mintiendo eso nos hace estar más alerta para poder demostrar esa mentira y puede
hacer que seamos algo más “pijoteros” y lo miremos todo con lupa. Aunque una
auditoría se basa en evidencias objetivas, existe también una parte de “confianza”
que si se ve defraudada puede hacernos la auditoría menos llevadera.
Con el auditor se debe ser honesto y decir lo que realmente es. Esto no significa
que se lo pongamos todo en bandeja y le digamos todos los aspectos en los que
fallamos, pero una vez que se ha detectado algo intentar ocultarlo no suele dar buen
resultado.
También debemos evitar dentro de lo posible pérdidas de tiempo por atender emails,
llamadas, etc. Si hay cosas urgentes por supuesto hay que atenderlas, pero todo lo
que pueda esperar mejor dejarlo para otro momento. Y ¡¡¡por Dios!!!. Silenciar el
Whatsapp. Me parece nefasta la impresión que se da si cada vez que suena el
whatsapp estamos abriendo el móvil para leerlo, aparte de ser una falta de respeto
(y esto lo digo tanto aplicado al auditado como al auditor, que de todo hay).
El auditor puede ser simpático y caernos bien, pero en ningún caso es nuestro
amigo (ojo, tampoco nuestro enemigo) y todo lo que digamos durante la comida “off
the record” él se lo va guardando y hará que le surjan preguntas que de otro modo
quizá no se le hubiesen ocurrido. Dejemos que el auditor se gane el sueldo, no le
regalemos las preguntas.
5º NO TRATAR DE LUCIRSE:
7º NO NEGAR LO INNEGABLE:
Cuando un auditor detecta una desviación y nos lo comunica lo normal es que tenga
evidencias objetivas de esa desviación. Nosotros podemos intentar explicarlo o
suavizarlo un poco, pero es absurdo encabezonarse en discutir lo que es
indiscutible.
Bueno, seguro que se os ocurren más puntos a tener en cuenta, si es así si queréis
dejad un comentario. Si os ha gustado el artículo hacedme el favor de compartirlo
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