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2.4. Motivos de la evolucion de la union libre.

El concubinato no es más que una unión de hecho entre un hombre y una mujer,
mediante la cual estos conviven sin estar casados legalmente, lo que implica
que no existe un vínculo matrimonial formalmente establecido.

El Concubinato en la República Dominicana siempre ha sido una realidad social


que ha ameritado de soluciones jurídicas con la finalidad no solo de proteger a
los convivientes sino a la misma familia. Este es uno de los temas en los cuales
la Jurisprudencia Dominicana ha realizado importantes aportes en los últimos
años y la Doctrina, no obstante a que ha sido tímida al abordarlo, en cuanto a
colaboración, no se ha quedado atrás.

además de las contribuciones realizadas por la Jurisprudencia a este tema, se


reconoce que antes de nuestra Constitución del año 2010, el concubinato
también estuvo reconocido en la Carta Magna del año 1963 y también se
encuentra reconocido por el legislador dominicano en diferentes leyes adjetivas
como los son la actual Ley 136-03, que crea el Código para la Protección de los
Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes y el Código de Trabajo de la
República Dominicana.

Por estos motivos es de suma importancia avocarnos al estudio de los motivos


de la evolucion del concubinato, destacando los aspectos que hemos entendido
más relevantes en torno al mismo, sobre todo su configuración jurisprudencial y
consecuencias jurídicas.

Castellanos Pizano en su obra Instituciones de Derecho Civil, al abordar el


origen del concubinato en la República Dominicana nos hace un relato histórico
que nos parece importante señalar cuando indica que: “El concubinato llegó a la
isla con los españoles, para quienes ese tipo de unión constituía una forma
inferior de casamiento, Durante la Edad Media, en efecto, ya se había expandido
con notable éxito en España este patrón conyugal, que por influencia árabe se
denominaba “barraganía”, cuyo antecedente se encuentra en el concubinatus
romano”.

“La barraganía fue tolerada por la Iglesia y reconocida como lícita por el Estado
español, que la acogió en el Código de las Siete Partidas. En ese sentido,
coexistió legalmente en la España castellana de los siglos XIII y XVI, junto al
“matrimonio de bendición”, hasta principios del silo XVI, en que fue oficialmente
prohibida por el Quito Concilio de Letrán. Debemos destacar, por tales motivos,
que el concubinato constituía un hábito profundamente arraigado en el espíritu
del conquistador, por lo que no tardó en convertirse en “la forma usual de unión
entre el peninsular y la indígena, dada la promiscuidad inherente al régimen
poligámico que prevalecía en la vida familiar de los tainos”.

“En la segunda década del siglo XV, al encontrarse los taínos en vías de
extinción, fueron remplazados con esclavos africanos, iniciándose la segunda y
más importante fase en la implantación del concubinato en la isla, pues “la
misma avidez sexual que condujo al español a unirse con las indias hizo que
éste no tuviese reparo alguno en mezclar su sangre con la de la mujer negra”.
Idéntica situación se produjo, “todavía en mayor medida, entre los propios
negros y mulatos, ya fueran esclavos o libre”.

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