Вы находитесь на странице: 1из 3

El panorama sobre empleos del análisis critico en el campo del derecho es amplio y trae

consigo diversas e interesantes formas de investigación. Debido a esto, la idea del


presente ensayo es y articular una de las perspectivas vistas en clase con un caso en la
normatividad colombiana, reconociendo que el trabajo que iniciará es solo un fragmento
de lo que puede implicar todo un análisis crítico de ..

Una primera observación, bastante obvia, es que las normas son manifestaciones
ideológicas en el sentido de que encarnan justamente modos de concebir y valorar las áreas
de la realidad social que, se supone, aquellas están destinadas a regular. En un sentido
bastante amplio, en todo conjunto normativo que supere un cierto umbral significativo
pueden “leerse” marcas de una determinada concepción polit́ ica, social, económica, etc.

marcas” ideológicas. Sin embargo, esta afirmación merece algunas calificaciones. Nada
asegura que un determinado régimen legal sea exponente de “pureza” ideológica: la textura
abierta de las normas y el origen habitualmente transaccional de la legislación –sea por
efecto del pluralismo político, sea por efecto del pluralismo de intereses que han jugado en
sentidos opuestos detrás de la aprobación de una norma, o de algún otro factor– es más bien
propicio para el surgimiento de valores o modelos en tensión en un mismo conjunto
normativo. Un ejemplo magnificado de este fenómeno es la sucesiva modificación parcial
de un cuerpo normativo –Constitución o Código o ley orgánica, por ejemplo–: es frecuente
que cada nueva modificación incorpore “marcas” ideológicas nuevas a una base normativa
que respondiá a una concepción ideológica distinta, con lo que el efecto de las sucesivas
modificaciones parciales es la de un texto “parchado” por “marcas” ideológicas no siempre
compatibles. A partir de estas observaciones, y sin ánimo de exhaustividad, sugeriré cuatro
situaciones en las que el análisis ideológico puede ser de utilidad.

Constitución del consenso, muy celebrado en los comienzos de su andadura, tal vez deba ser
matizado. No significa ese consenso –que sin duda existió en la aprobación del documento– un
simple acuerdo de miń imos sobre las reglas del juego democrático que dejase las manos libres al
futuro legislador, tampoco la incorporación de contenidos materiales claros y precisos, aun cuando
pudieran ser el fruto de mutuas concesiones, sino que viene a expresar la plasmación de líneas o
principios ideológicos heterogéneos y a veces tendencialmente contradictorios que presentan, sin
embargo, una idéntica pretensión de validez y de conformación de la sociedad. (...) Otras veces (...)
lo que ocurre es que se incorporan normas que resultan coherentes en el nivel abstracto o de la
fundamentación, pero que conducen a eventuales conflictos en el nivel concreto o de la aplicación.

Así (...) las Constituciones suelen estimular las medidas de igualdad sustancial, pero garantizan
también la igualdad jurídica o formal, y es absolutamente evidente que toda polit́ ica orientada en
favor de la primera ha de tropezar con el obstáculo que supone la segunda; se proclama la libertad
de expresión, pero también el derecho al honor, y asimismo es obvio que pueden entrar en conflicto;
la cláusula del Estado social, que comprende distintas directrices de actuación pública,
necesariamente ha de interferir con el modelo constitucional de la economiá de mercado, con el
derecho de propiedad o con la autonomiá de la voluntad y, desde luego, ha de interferir siempre con
las antiguamente indiscutibles prerrogativas del legislador para diseñar la política social y
económica. Y así sucesivamente; tal vez sea exagerar un poco, pero casi podría decirse que no hay
norma sustantiva de la Constitución que no encuentre frente a sí otras normas capaces de
suministrar eventualmente razones para una solución contraria”26.

Un segundo escenario que ofrece un potencial interesante para explorar es el de aquellos


casos en los que la ideologiá expresamente declarada por una norma es frustrada o
dificultada por su regulación. Nuevamente nos enfrentamos con tensiones ideológicas en un
mismo cuerpo normativo, o entre un cuerpo normativo y las normas inferiores que
pretenden reglamentarlo: a la ideología declarada del texto normativo se le opone una
ideologiá no explicitada, pero operativa, que puede identificarse en los dispositivos
normativos aparentemente destinados a especificarlo y ponerlo en funcionamiento.

En otras palabras: la situación ideal-tiṕ ica elegida para delinear el modelo de sindicato
incorporado al texto constitucional de 1978 parece haber elegido rasgos poco comunes en
la situación sindical española de ese período, y se inspiró más bien en la proyección de
rasgos de países con un mayor desarrollo sindical, como Italia y Alemania.

Veamos sucintamente cuáles seriá n los elementos que caracterizarían la versión negativa o
crit́ ica de la ideología. Como he dicho antes, el sustrato de la versión negativa no contiene
variaciones sustantivas con respecto al de la versión “neutra”: en ambos casos, se trata –con
las diferencias de enfoque señaladas– de formas de representar y asignar significado al
mundo, y de sus productos o manifestaciones –esto es, un conjunto de representaciones,
́ bolos, conscientes o inconscientes. La versión
teoriá s, ideas, creencias, valores o sim
negativa, sin embargo, evalúa ese conjunto a partir de la asunción de un parámetro o
referente –que a veces se pretende empírico, y otras veces normativo. La conclusión de esa
evaluación es que el conjunto de representaciones, teoriá s, ideas, creencias, valores o
símbolos supone distorsiones sistemáticas respecto del referente (esta es la variante
“epistemológica” del uso negativo de ideología), que enmascara el interés o el punto de
vista particular de un grupo o clase (se trata de la variante “genética”) o que tiene como
efecto el mantenimiento situaciones de dominio, opresión o injusticia (variante
“funcional”).

El empleo de una concepción negativa de la ideologiá en este campo supone postular bien
los “defectos de construcción” del conjunto normativo con respecto al referente social que
pretendió regular (es decir, una aplicación del enfoque “epistemológico”), bien la
vinculación de esas operaciones con factores sociales, polit́ icos o económicos
determinantes (se trata del enfoque “genético”) –y el develamiento del interés concreto y la
consiguiente falta de “universalidad” o “neutralidad” que subyace a cierto conjunto
normativo–, bien la distorsión, ocultamiento, enmascaramiento, “efecto de congelamiento”
o perpetuación de situaciones de dominación o injusticia que ese conjunto genera (se trata
del enfoque “funcional”).

Con respecto a las normas, aunque autores como Kelsen muestren una aversión visceral a
efectuar sobre ellas consideraciones ideológicas43, lo cierto es que, como ya dije antes, pese
a no tratarse de proposiciones que pretendan describir la realidad, su construcción supone,
entre muchas otras operaciones, la selección de imágenes o situaciones-tipo, la adopción de
decisiones sobre los elementos que constituirán su “trama”, y la cristalización de valores y
opciones polit́ icas –operaciones todas susceptibles de análisis en clave ideológica. El
empleo de una concepción negativa de la ideología en este campo supone postular bien los
“defectos de construcción” del conjunto normativo con respecto al referente social que
pretendió regular (es decir, una aplicación del enfoque “epistemológico”), bien la
vinculación de esas operaciones con factores sociales, polit́ icos o económicos
determinantes (se trata del enfoque “genético”) –y el develamiento del interés concreto y la
consiguiente falta de “universalidad” o “neutralidad” que subyace a cierto conjunto
normativo–, bien la distorsión, ocultamiento, enmascaramiento, “efecto de congelamiento”
o perpetuación de situaciones de dominación o injusticia que ese conjunto genera (se trata
del enfoque “funcional”).

Probablemente uno de los abordajes más tradicionales de análisis ideológico de las normas
esté vinculado con la distinción, debida al realismo jurídico estadounidense, entre el
derecho en los libros y el derecho en acción (law in books/law in action). La ineficacia o
incumplimiento de las normas que establecen, por ejemplo, derechos a grupos
desaventajados creariá un efecto “placebo”, prometiendo discursivamente una protección
que en la realidad se niega. La declamación solemne de derechos y garantías de carácter
universal se agota en el propio acto de enunciación: de los derechos sólo nos queda su
promesa en el papel. Esto convertiría al derecho en un discurso vacío, hipócrita, que
colabora en la representación distorsionada del mundo en la medida en que, por un lado,
promete garantiá s y protecciones que en realidad niega, creando falsas ilusiones de
universalidad, y, por otro lado, oculta el empleo provechoso del derecho por grupos
sociales privilegiados y colabora en el mantenimiento de ese privilegio. Este abordaje ha
sido empleado, por ejemplo, por los estudios de Derecho y Sociedad (Law & Society), la
criminologiá crit́ ica, el feminismo y el movimiento por el “Acceso a la justicia” en campos
tales como el derecho social, el derecho penal, el derecho de familia y el derecho
procesal44.

adoptada frustra en alguna medida el objetivo antidiscriminatorio de la ley

Вам также может понравиться