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corporaciones
como un peligro monstruoso que devasta el equilibrio ambiental entre hombre y
naturaleza, en la sociedad
naturalmente globalizada estas instituciones dispuestas ha pasar por encima de todo por
lucro propio. A alcanzado un nivel tan alto de poder, incluso sobre el estado, que resulta
cada vez imposible detener sus abusos contra la sociedad.
Durante años ha existido el comercio, se trata de algo que inició prácticamente desde los
primeros asentamientos de las civilizaciones. Poco a poco, se expandió y dio origen al
comercio internacional. Sin embargo, las grandes compañías son un fenómeno
relativamente reciente, puesto que son el fruto natural de la economía global. Estas
empresas aprovechan sus operaciones mundiales para establecer estrategias globales: en
vez de confinarse en sus fronteras nacionales, buscan en el mundo ventajas competitivas,
ubicando estratégicamente su manufactura, montajes, ventas y otras funciones para
buscar ventaja en el mercado. Estas enormes compañías son fuente de numerosos retos,
sistemas, leyes y costumbres diferentes, pero además de problemas, estas diferencias
generan oportunidades.
La globalización es un proceso, es decir, está en marcha, no es algo estático sino
dinámico y supone una mayor relación e integración entre las distintas partes del globo y
las múltiples dimensiones incluidas en la vida social, política, económica y ecológica. En
definitiva, se trata de un cambio en todas las sociedades.
A pesar de que es difícil establecer un momento histórico en el que se observen los
primeros indicios claros del surgimiento de las marcas comerciales, podríamos señalar que
el origen de este fenómeno social, cultural, económico y comercial se da por el interés de
productores y comerciantes por lograr que sus productos tuvieran una identidad,
diferenciándolos así de otros similares. Aunque al principio sólo existían sellos que se
ponían en ciertos productos para efectos de control, este evolucionó con el fin de
identificar la procedencia de ciertos bienes, lo cual constituía una especie de respaldo de
calidad, así como un mecanismo proteccionista.
Por otra parte, la cultura ha experimentado una transformación sin precedentes en una
mercancía más que introducir en el mercado. En una cultura de consumo, éste se vuelve
la principal forma de autoafirmación y la más importante fuente de identidad. Todo se
convierte en mercancía y la mínima diferencia entre los productos y la firma del diseñador
puede determinar variaciones abismales en el costo y convertirse en “marcas de clase”
que son accesibles sólo a unos cuantos, volviéndose así referentes de estratificación a la
par de la importancia del dinero como valor central.
Apoyadas por el surgimiento de las nacientes agencias de publicidad, surgen las primeras
marcas, que tenían como objetivo principal asesorar a sus clientes para lograr lealtad a
sus marcas. Con el tiempo, se volvió el consumidor el centro de interés, y se comenzó a
incentivar el deseo intrínseco de obtener mejores estándares de vida y de experimentar el
lujo presentado en otras sociedades, trayendo el florecimiento del consumismo. Existe una
influencia recíproca entre publicidad y la sociedad siempre cambiarte, donde se refleja lo
que tiene valor y significado para ciertos grupos y por otra, propone modelos de
comportamiento, estilos de vida y formas de ser operacionales que invitan a los
consumidores a imitar. Las corporaciones están cada vez menos interesadas en vender
productos, lo que venden son modos de vida e imágenes. El objetivo principal es asociar la
marca a una imagen que signifique prestigio o una vida atractiva.
Con el paso del tiempo, las empresas han ido adquiriendo un nuevo tipo de organización,
la cual consiste en considerar la producción de bienes como algo secundario que pueden
realizar contratistas u otras empresas a un menor costo, haciendo de su actividad
principal, la gestión y promoción de la marca.
El proceso de globalización tiene consecuencias en los distintos ámbitos de la vida, tales
como el económico, político, cultural y ecológico. Es, a la vez, un nuevo paradigma
interpretativo para explicar todos los cambios que acontecen en el momento actual.
El estado como principal institución política está siendo afectado por la globalización, si
bien sigue constituyendo la principal forma de poder político, de gobierno y de
administración en el mundo actual. Las crecientes conexiones económicas y culturales
reducen el poder y la eficacia de los gobiernos de los Estados – nación, que dejan de
poder controlar el flujo de las ideas y de los bienes económicos dentro de sus fronteras y
que además muchos ámbitos tradicionales de responsabilidad del Estado (defensa,
comunicaciones, administración económica, seguridad, etc.) están siendo coordinados en
una base internacional o intergubernamental.
Existen dos factores que contribuyen a esa tendencia: la competencia mundial y la
tecnología de la información. La globalización ha generado más opciones en términos de
suministro y los avances en la tecnología de la información facilitan enormemente la
comunicación con esos proveedores.
Desde hace algunas décadas, los adelantos tecnológicos han permitido a las empresas
dividir los procesos productivos en fases atendiendo a una diversidad de factores como las
normativas ambientales, la fiscalidad y otras ayudas de los gobiernos como la eliminación
de cargas sociales, y las características de la mano de obra entre otras. En relación con
esto los países en vías de desarrollo ofrecen ventajas nítidas para la localización de
actividades, regímenes autoritarios, inexistencia o laxitud de los controles ambientales,
salarios bajos, etc. Así, los trabajadores del sector industrial están también sometidos a la
competencia internacional, y una de las consecuencias más importantes es la inexorable
reducción del Estado de bienestar alcanzado en los países más desarrollados como
prueba de la impotencia de sus gobiernos ante la globalización económica.