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Los servicios de protección infantil, salvo en los programas preventivos, actúan después de que
un daño se haya producido, intentando evitar que el daño se repita. La intervención se
produce cuando el daño es infligido por las figuras parentales o tutores del niño.
Evaluación: Se trata de una evaluación acerca de lo que puede ocurrir en un futuro, y no sobre
lo que haya sucedido en el pasado, aunque estos datos se tomen para realizar dicha
valoración.
El énfasis en la actualidad se centra en evitar los errores tipo 1 o falsos positivos, es decir evitar
que el maltrato ocurra, pero este objetivo es muy complicado ya que puede llevar a un
aumento del error tipo 2 o falsos positivos, es decir pronosticar maltrato cuando este no va a
suceder.
Supone una violación de la privacidad y los derechos de la familia del niño, así como
un posible daño al estatus social y la reputación de estos.
Puede crear un ambiente de incertidumbre e intranquilidad en el grupo, que acabe
provocando un estado de crisis desestabilizadora de los involucrados.
Cuando se adopta una medida preventiva de apartar al niño de una familia en la que
no hay desprotección, se produce una decisión equivocada e innecesaria que puede
llevar a un trastorno emocional para los afectados.
Por lo tanto, es necesario actuar con una precaución extrema ya que tan mala praxis
institucional es que un menor desamparado no sea protegido, como separar del entorno a
aquel que no sufre desprotección.
a) No hay consenso en relación con los cuidados mínimos que requiere el niño,
excepto en rasgos generales.
b) No existe la familia modelo ni en los miembros que la componen, ni en sus
valores, normas y conductas.
Evaluación en sí misma: En este sentido debe ponerse atención sobre determinados
aspectos de la evaluación:
2. REQUISITOS DE LA EVALUACIÓN.
Desde una epistemología constructivista, se piensa que los valores personales e ideológicos,
junto con el marco teórico del evaluador, tamizan las observaciones y convierten en un hecho
subjetivo el acto de evaluar. El profesional percibe, selecciona y clasifica los datos activamente
de tal manera que avalen las tesis previamente asumidas, lo que imposibilita la visión aséptica
y neutral.
Con el fin de evitar estas posibles fuentes de error, consideramos que la evaluación debe
cumplir los siguientes requisitos:
A continuación, se presenta los elementos que tenemos que tener en consideración a la hora
de analizar las posibles circunstancias de la desprotección. Estos aspectos tienen que ver con
los siguientes factores:
La gravedad de la situación.
Los objetivos a lograr.
Los recursos necesarios.
INDICADORES DE RIESGO
Factores de riesgo asociados: Son variables que se encuentran asociadas a los ambientes de
maltrato y que facilitan su aparición.
- Vulnerabilidad del niño: Mayor peligro a menor edad (sobre todo inferior a 5 años) o
presencia de déficits físicos o psíquicos.
- Cronicidad de la situación, condiciones evidentes de precariedad e inseguridad de la
violencia.
- Falta de habilidades parentales: Padres adolescentes o desconocimiento de las
necesidades del niño, negativa de los adultos a colaborar.
- Crisis familiares o de pareja: Trastornos psíquicos o déficits intelectuales o
emocionales, también desadaptación social, conducta violenta, abuso de drogas o
alcohol.
Se trata de evaluar aquellos aspectos que reducen o pueden reducir y contrarrestar los
factores de peligro. Los factores protectores que podemos encontrar son:
Indicadores de seguridad que existen en la familia:
1) Cuáles son los requisitos que necesita la familia para alcanzar un nivel de
seguridad razonable.
2) Fuentes de información que nos proporcione la seguridad de que esté bien
atendido.
En función de las características de cada caso, se concretan estos objetivos en indicadores más
específicos. Estos criterios, que se establecen juntamente con los padres de forma que sepan
claramente lo que se espera de ellos.
5. EL RIESGO FUTURO
Riesgo en protección infantil: Consiste en la probabilidad de que un niño que haya sido
maltratado en el pasado, sufra de nuevo un daño en el futuro, así como la probabilidad de
que ese daño sea o no grave.
La evaluación del “nivel de riesgo” es un concepto sobre el que no existe consenso entre
los profesionales. La evaluación y concreción de la probabilidad del peligro futuro surge a
partir de las respuestas a las siguientes cuestiones: