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051050052012
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Docente:
En algún momento de la vida todo ser humano ha forjado un sueño que ha querido
cumplir con todas sus fuerzas, pero este sueño puede o no llegar a ser una vez
cumplido un fiasco. Una vez realizado deja de ser eso tan anhelado. Los sueños
como anhelos, como la utopía personal de una vida mejor se ven reflejados en la
novela “El tren de Montelíbado” de la escritora Tolimense Luz Stella Rivera
Espinosa. Ella nos muestra que el tren de las oportunidades existe y que pasa cada
50 años, es decir, solo una vez en la vida se puede llegar a subir alguien en él.
En lo que se refiere al uso de la fantasía que hace la autora para escribir sobre un
tren que te lleva al lugar de los sueños, se puede decir que, la puesta en juego de
esta en una novela juvenil, afirma que como cita María Rubio Martín en Fantasía
creadora y componente imaginario en la obra literaria: “Es en la literatura donde
mejor
se cumple, según Freud, la afirmación de que el arte es una actividad encaminada
a mitigar deseos insatisfechos (Freud, 1908).” (p.67) Lo anterior debido tal vez, de
una experiencia que contaba la autora sobre el uso del tren en su novela. Cuenta
que en su niñez pasaba un tren cerca a su casa en Ibagué, y esta y sus amigas se
agachaban a escuchar en el suelo como se acercaba ese tren al cual algún día en
su mente de niña quiso montar. Es la idea de un tren que pasa cada tanto, la que
pudo haber inspirado esta historia o también el hecho de haberse encontrado un
tren abandonado en una ocasión en que salió de paseo con su familia. Hechos
como los anteriores soporta la idea de Freud sobre la literatura. De un modo
similar lo escribió Rainer Maria Rilke: “una obra de arte es buena cuando nace de
la necesidad” (2010). Es así como la literatura cumple la función de satisfacer la
necesidad de decir algo al mundo. En primer lugar, se abordarán los sueños que
tenían los pasajeros más destacados del tren, para seguir con el análisis de la
realización de estos y su desenlace.
El tren de las oportunidades
“Ese tren que está ahí, es el tren que todos hemos esperado. Pasa por este pueblo
cada cincuenta años. Sólo permanece estacionado doce horas.” (Rivera,2011, p.
11). Quién no querría subirse a ese tren, es lo que les sucede a los personajes de
esta obra. Todos son invitados en la estación del tren, pero solo unos cuantos
suben, sea por curiosidad o por creer en el cumplimiento de lo que se les promete.
El primero en ver su sueño cumplido es Plinio, este hombre sueña desde su niñez
con ir al mar y quedarse a vivir ahí por toda su vida. Una vez allí en la playa, con
entrada a un lujoso Hotel y con la mejor compañía, la de su esposa, sucede algo
que él nunca se imaginó, su esposa está asustada y quiere irse cuanto antes, pues
no es normal que esas cosas pasen así no más. Hasta ahí todo se estaba
cumpliendo como él se imaginó, y aunque su esposa decide irse, Plinio no deja
empañar el momento más feliz de su vida. “Del otro lado de la estación, en la franja
de tiempo y espacio en la que Clarisa se negó a permanecer, Plinio decidió
quedarse. Cerró sus ojos, se acomodó entre los cojines y empezó a imaginar su
vida en la playa.” (Rivera, 2011, p. 30) Paradójicamente, Plinio se queda sin su
compañera, pero eso no le impide disfrutar de su sueño cumplido y de los placeres
que le traerán vivir en ese paraíso.
Ahora bien, la historia de Benjamín es la del chico que desea que se le encuentre
una cura a su terrible enfermedad, debe estar con su madre en la capital para una
cita médica, pero en vez de llegar allá, llega al hospital Memorial en New York. Su
madre al percatarse de la situación no lo puede creer “-…Pero no puede ser…no
tiene sentido…como” (Rivera, 2011, p. 60) El chico lleno de esperanza alienta a su
madre a creer en el milagro y es así como se aventuran a entrar al hospital y lograr
que los atiendan para curarlo. Una vez allí, encuentran un mundo diferente con un
idioma que no dominan, no obstante, ese no es impedimento para buscar a los
mejores doctores y hacer que reciban a este chico deseoso de vivir. Finalmente
logran su cometido con muy buenas noticias sobre el avance científico sobre la cura.
“Sentado en la camilla, Benjamín estiró su brazo para que le sacaran la primera
prueba. Cerro sus ojos igual que en el tren de Montelíbano y deseó de todo corazón
que el tratamiento funcionara.” (Rivera, 2011, p. 67) en efecto, el tren de
Montelíbano propicio el milagro que tanto habían esperado la madre y el hijo con
todas sus fuerzas.
Aquel tren de las oportunidades se asemeja un poco al adagio popular que expresa
la idea sobre las mujeres que no se casaron o tuvieron hijos en su juventud “la dejó
el tren” ese tren que para la concepción que tienen algunas personas en la sociedad,
es el de la única oportunidad que tienen para realizarse como mujer. Concepción
social que estigmatiza a las que no se subieron a ese tren. El tren al que en la
canción de Diego Torres “Penélope” la chica se queda esperando que pase el tren
que traerá a su amor. Ese tren que traerá con él, el fin de la espera, que devolverá
su reloj biológico a la normalidad.
“Penélope
Se sienta en un banco del andén
Y espera que llegue el primer tren
Meneando el abanico
Dicen en el pueblo que un caminante paró
Su reloj una tarde de primavera
Adiós, amor mío, no me llores, volveré
Antes que de los sauces caigan las hojas
Piensa en mí, volveré por ti
Pobre infeliz, se paró su reloj infantil
Una tarde plomiza de abril
Cuando se fue su amante” (Torres, 1996).
Por otra parte, al recordar lo que sucede en la Odisea, cuando Ulises llega al fin a
Ítaca, el lugar al que había soñado llegar por tantos años, este se encuentra con un
panorama muy desolador. Su casa se ha hecho albergue de toda clase de
invasores, su mujer se ha visto denigrada a objeto de sorteo y su hijo
menospreciado. Por suerte y ayuda de Atenea quien transforma a Ulises en
mendigo, este logra perpetrar su venganza y consigue retomar el control de su
hogar. En el tren de Montelíbano el personaje de Don Florencio logra al fin después
de esperar por cincuenta años subirse al añorado tren y viajar junto a su esposa y
nietos al lugar que siempre quisieron ir cuando él y su esposa eran jóvenes. Una
vez llegan allá todo es felicidad, hasta que comienzan a darse cuenta que ese lugar
ya no es lo que ellos imaginaron, ya no tienen la vitalidad para disfrutar de aquel
paisaje, su sueño da un giro inesperado y los envuelve en una pesadilla donde los
roban, el panorama se vuelve sombrío y frío, el lugar de sus ensoñaciones ahora es
un basurero. Aunque lo anterior no sucede en todos los casos, si sucede en muchas
ocasiones, los sueños se vuelven pesadillas, la fantasía que los envolvía se
ensombrece y la realidad de un mundo distópico se hace presente.
En conclusión, la obra de Luz Stella Rivera Espinosa, nos transporta sin quererlo al
lugar anhelado, nos invita a fantasear con la realidad, a querer hacer un cambio
sustancial y a montarnos en el tren de las oportunidades. Con la lectura de esta
obra revive en lo profundo del ser la llama que algún día avivamos y llenamos de
fantasía.
Gracias al Tren de Montelíbano muchas personas podrán volver a soñar y creer que
los sueños se pueden cumplir, no siempre como uno quiere, pero de eso se trata,
de creer un poco en cuentos que se hacen reales en la vida. El pacto ficcional se
hace presente y depende de cada quien acéptalo y subirse al tren.
Referencias: