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Dónde está Meg Ryan: el corte

de mangas de la "novia de
América" a Hollywood
Reinó en los años noventa, pero ha ido
desapareciendo en los últimos años. El
público no ha consentido que ella
quisiera romper con la imagen de mujer
adorable
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JUAN SANGUINO
13 MAR 2019 - 06:12 ART

Meg Ryan con el también actor Dennis Quaid en una


imagen de los años noventa, cuando era la pareja más
seguida de Hollywood. En vídeo, qué fue de la actriz. Getty
As the World Turns fue una telenovela diaria emitida entre
1956 y 2010. De sus 13.858 capítulos, el más visto fue el de
la boda entre Steve y Betsy. Su historia de amor causó
sensación y los 20 millones de espectadores que asistieron
al enlace siguen siendo la segunda mayor audiencia de un
culebrón en la historia de Estados Unidos. El pueblo había
hablado: le encantaba ver a Meg Ryan (Betsy) enamorarse.
Tanto, que jamás le permitirían hacer otra cosa. Hasta que
ella se cansó. En una entrevista para el New York
Times, la actriz ha definido su ruptura con Hollywood como
“una separación de mutuo acuerdo”. ¿Pero qué ocurrió
exactamente para que el público se divorciase de la "novia
de América"?

Meg Ryan (Connecticut, Estados Unidos, 1961) nunca tuvo


vocación de ser actriz. Recurrió a la publicidad (en
un anuncio de Burger King ya explotaba su aspecto de
chica corriente interpretando a una cajera) para costearse
sus estudios de periodismo y las oportunidades no dejaron
de llegar durante los 30 años siguientes. “Nunca me he
sentido una de esas actrices por naturaleza. Había cierta
música que sabía tocar bien como actriz. Me gustaba, me
divertía, pero la interpretación siempre fue algo que tenía
que resolver”, aclara Ryan a New York Times. Su orgasmo
fingido en una cafetería en Cuando Harry encontró a
Sally (Rob Reiner, 1989) la convirtió en una estrella a pesar
de que, como advertía la revista Fotogramas en 1990, “las
estrellas no tienen el aspecto de Meg Ryan”.

Ella sola puso de moda a las “chicas de al lado” y resucitó


un género, la comedia romántica, que llevaba dos décadas
en coma. Su bautismo como “la novia de América”,
etiqueta acuñada para Mary Pickford en los años 30,
marcaría su carrera para bien (llegó a ser la actriz mejor
pagada del mundo) y para mal (no consintieron que fuese
otra cosa).

Su bautismo como “la novia de América” ha marcado


su carrera para bien (llegó a ser la actriz mejor
pagada del mundo) y para mal (no le han consentido
que sea otra cosa)
“Comprendo que es un cumplido que te describan como
'adorable', pero también siento que se proyectaron en mí
ideas que no tenían nada que ver conmigo. ¿La chica de al
lado? ¿De al lado de qué? Nunca me he sentido una
persona convencional”, reflexionaría años después la
actriz. La taquilla de Algo para recordar (Nora Ephron,
1993) multiplicó por 11 su presupuesto: una ratio similar a
las de Titanic, Los Vengadores o El despertar de la
fuerza. La rentabilidad de las comedias románticas, que
aunque fracasaran en las salas acababan dando beneficios
en el videoclub y la televisión, equiparó por primera vez en
50 años el sueldo, el poder y el protagonismo de las
actrices a los de los actores. Pero también como en los años
30, el estatus de las estrellas requería una fórmula
predecible basada en su producto: Julia Roberts era
indomable, Sandra Bullock era atolondrada, Meg Ryan era
una lunática.

En Algo para recordar se obsesiona con un viudo (Tom


Hanks) tras escuchar su testimonio en un programa de
radio y llega a contratar un detective para encontrarle.
En French Kiss viaja a París para recuperar a su
exnovio (spoiler: se enamoraba de un criminal en el avión).
En Adictos al amor monta un dispositivo de espionaje junto
al exnovio (Matthew Broderick) de la actual novia de su
exnovio para separarlos (spoiler: se enamora de Broderick).
Y en Tienes un e-mail se enamora por Internet porque en
1998 el ciberromance aún resultaba extravagante e
Internet era un lugar feliz, no una plataforma para destruir
la civilización. El público celebraba estos arrebatos
desquiciados porque Meg actuaba en nombre del amor y
porque era, efectivamente, adorable.

Billy Crystal, su compañero en Cuando Harry encontró a


Sally, describía a la actriz como “cualquiera de esas chicas
con las que querías salir en el instituto”. Rosie O'Donnell,
que trabajó con ella en Algo para recordar, aseguraba que
“sientes que podría ser tu mejor amiga, que podrías
contarle tus secretos y que nunca te traicionaría”.
Meg Ryan con Russell Crowe (con quien tuvo una relación) y
con David Bowie en una imagen de 2000. Foto: Getty

Hasta su madre, quien la abandonó a los 15 años y con


quien no tiene relación desde los 30, expresaba su
preocupación ante la adicción a la cocaína de su
entonces marido (el actor Dennis Quaid) desde el
punto de vista de la imagen de marca: “¿Cómo le afectará
eso a la novia de América?”. La madre de Meg dejó a la
familia para tratar de triunfar como actriz y a los pocos
meses se casó con un periodista. El padre de Meg contó
que se sintió sobrepasado por tener que sacar adelante a la
familia él solo. Por eso ella se fue a la universidad y se puso
a trabajar como actriz para pagarse la carrera. A finales de
los 80, Ryan intentó un acercamiento a su madre, pero
Dennis Quaid acudía a los encuentros bajo los efectos de
las sustancias y aquello siempre terminaba mal. La madre
le advirtió de que no se casase con él. Eso irritó a Ryan y
volvió a romper el contacto con ella. Un par de años
después la madre y su marido empezaron a dar entrevistas
contando que su hija era una mujer "fría, rencorosa y
controladora". No se han hablado desde entonces.

Así que el mundo entero asumió que la actriz era como sus
personajes: despistada, hipersensible y tan neurótica como
inofensiva. Durante toda la década de los 90 encajó en este
molde, presumiendo de su matrimonio con Quaid (a quien
conoció en el rodaje de El chip prodigioso) como uno de los
más estables de Hollywood: se casaron el día de San
Valentín de 1991 después de que el actor cumpliese la
condición de desintoxicarse (Quaid recordaría que en los 80
la cocaína estaba incluida en el presupuesto de las
películas), celebraban “fines de semana misteriosos” en los
que uno de los dos preparaba en secreto una escapada
romántica y tuvieron un hijo, Jack, en 1992.

Pero entonces llegó Russell Crowe.

“Comprendo que es un cumplido que te describan


como 'adorable', pero también siento que se
proyectaron ideas en mí que no tenían nada que ver
conmigo. ¿La chica de al lado? ¿De al lado de qué?",
dice la actriz

Durante el rodaje de Prueba de vida (Taylor Hackford,


2000) Crowe y Ryan iniciaron un romance que
culminaría con la separación entre la actriz y Quaid. Lo
cierto es que este llevaba años acostándose con otras
mujeres (el actor reconocería que, tras conocer a Meg
cuando él era una estrella y ella no, “no soportaba ser
invisible” cuando las tornas cambiaron) y la pareja ya
estaba rota cuando Crowe apareció. Sin embargo, mientras
Crowe ganaba un Oscar al año siguiente sin que nadie se
refiriese a él como un destrozahogares, Ryan fue lapidada
mediáticamente: se había dejado llevar por un calentón sin
importarle su matrimonio, su hijo de 8 años o su leg

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