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Introducción a la

técnica, la ciencia y
la tecnología.

Grupo 12
Ashley Jeanine Mejia 2018319096
Prof. Amilkar Mora
Reporte de Audiovisual Segunda Unidad

Antes del siglo XVIII Inglaterra y su población sustentaba su economía en la tierra, en


donde el comercio era muy primitivo y de corto alcance. Sin embargo, no tenían previsto lo
que iba a pasar en menos de 50 años, cuando grandes mentes en sinergia comenzaran una
revolución que desplazarían al trabajador de la tierra a convertirse en un obrero en fábricas
monumentales en la industria urbana. La era preindustrial es identificada como una era del
desorden, en donde el estanco de la economía era prominente, los campesinos dependían de
sus señores, y estos a su vez padecían de muchas enfermedades a causa de tratamientos
médicos primitivos.
El inicio de un proceso proyectual comienza con la investigación del problema a resolver, y
ciertamente los individuos de la Europa antigua tenían una complicación: El transporte.
Cuando se observaba un indicio de comercio, éste era limitado por que no se podía
transportar los pesados recursos del campo y la mina. Tomando el pensamiento y las ideas
desaliñadas de grandes inventores, se determina que el transporte necesitaba una severa
transformación, se comienza por mejorar los frenos de un carruaje, abrir paso a mejores
carreteras, hasta elaborar maquinas sin utilizar caballos. La máquina de vapor y el
ferrocarril despierta a una revolución que era inevitable y que además impulsó la economía
a esparcirse por regiones más lejanas, es el principio del intercambio comercial que deja un
paso más cerca del progreso; ahora solo se necesita de un “empuje” para ampliar el
mercado y el comercio a nuevas oportunidades. Pero no iba a ser fácil, porque el individuo
fue criado en un burgo cuya administración era inexistente, por lo tanto, el desarrollo y
comercio era desconocido.
“En efecto, el incremento de la vida urbana transformó condiciones generales de la
producción: se incrementaron las vías de comunicación, se organizaron los procesos de
trabajo, se abrieron brechas en la estructura política feudal” (Zamora, pág. 75)
Ciertamente el ferrocarril, los canales y el desarrollo de la infraestructura constituyen un
paso muy grande a la industrialización, sin embargo, aún faltaba un eslabón en la cadena de
la modernización: la producción. Comienza en la antigüedad con el descubrimiento de la
materia prima, la posesión de la tierra representaba el poder. Más adelante, la invención de
las maquinarias impulsa a mejorar una economía donde no solamente se buscaba subsistir,
sino generar riqueza, los pequeños comercios paulatinamente se iban convirtiendo en
grandes fábricas. Un ejemplo muy grande es el rápido crecimiento de la industria textil,
causada por maquinas que realizaban el trabajo de cincuenta hombres. Los restos de un
sistema feudal quedaban estancados en el pasado cuando los campesinos emigraban a las
grandes ciudades por la demanda de mano de obra, surgen los primeros indicios del
capitalismo y la producción en masa.
Era cuestión de tiempo para que Inglaterra, la potencia en crecimiento, fuera noticia en
otros países. Estados Unidos fue uno de los primeros en tomar inspiración y recrear las
maquinas que impulsaban el avance en esta potencia en desarrollo. Comenzando con la
máquina del vapor y el ferrocarril, luego con las maquinas textiles y telares mecánicos,
experimentando un gran crecimiento en su industria. Asimismo, estos mecanismos no solo
fueron copiados, sino que fueron mejorados, se inventaron nuevas máquinas más agiles,
que impulsarían nuevas formas de tecnología, medios de comunicación, transporte,
recreación. También involucraba puestos de trabajo novedosos para los campesinos y
artesanos, la oferta de empleo no disminuía, se transformaba. Crece el comercio y la
comunicación entre países, causando intercambio de bienes para beneficio mutuo, esto, a su
vez, se convierte en una montaña rusa de acuerdos y desacuerdos, que se convertirá en la
lucha por el poder y el manejo del mercado global. El desarrollo de la tecnología no solo
conlleva resultados favorables, asimismo, constituye un avance en la fabricación de armas
para garantizar el dominio de los países industrializados.
Así como la revolución industrial trajo progreso y nuevas formas de economía e
innovación, también trae consecuencias negativas. Comienza con el desacuerdo de ideas
entre lo tradicional y la modernidad, altercados entre la nobleza y la población campesina
(que más tarde llegaría a convertirse en el proletariado) países como Estados Unidos y
Rusia empleaban a los ciervos y la esclavitud como la mano de obra barata, era conveniente
para la economía, pero así como se introduce la tecnología, se introducen la ideología de
libertad, que representaba una desventaja para los señores de la tierra y el sector rural, pero
un beneficio para las relaciones de producción y manufactura en la industria. La era
industrial es perenne, el desarrollo de la tecnología y la industria en otros ámbitos (química,
medicinal, ciencia e investigación) continúa creciendo, pero estos fueron sus inicios que
implementaron una nueva administración, civilizaciones más organizadas, y un desarrollo
urbano en auge.
Bibliografía
Hassid, Jonathan (2003). “En marcha” (“On The Move”), en Wheatley, Patricia. “¿Qué
hizo la Revolución Industrial por nosotros?” (“What The Industrial Revolution Did For
Us”), tercer episodio, serie documental de televisión, presentado por Dan Cruickshank. The
Open University. BBC. Reino Unido.
Dashwood, Robin (2012) “La Era Industrial” (“Age of Industry”), en Taylor, Kathryn. “La
Historia del mundo” (“History of the World”), séptimo episodio, serie documental de
televisión. Coproducción de BBC / Discovery Channel / Open University.
Zamora, Á., (1993), “Del burgo a la industrialización”. En Zamora, Á y Alfaro, M.
(comp.), Dédalo y su estirpe, Cartago, Editorial Tecnológica de Costa Rica. (pp. 71-92)
Escuela de Ciencias Sociales

Lilley, S., (1993), “El progreso tecnológico y la Revolución Industrial 1700-1914”. En


Zamora, Á y Alfaro, M. (comp.), Dédalo y su estirpe, Cartago, Editorial Tecnológica de
Costa Rica. (pp. 93-166).

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