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La guerra sin nombre

Cap. Archibald H. Maule Ramsay

Britons Publishing Company

Londres
1952

Reimpreso 1956, 1977. Otras reimpresiones en Australia y otras partes, algunas veces con
modificaciones.

Internet
AAARGH
2009

TEXTO COMPLETO SIMILAR AL DE LA EDICIÓN IMPRESA


Sobre el autor:

El capitán Archibald Maule Ramsay fue educado en Eton y en el Royal Military


College, Sandhurst. Sirvió en el segundo batallón de guardias Coldstream en la
Primera guerra mundial hasta que fue severamente lesionado en 1916, quedando
desde entonces en el cuartel general de regimiento, en la Oficina de guerra, y en la
misión de guerra británica en París hasta el fin de la guerra.

Desde 1920 fue miembro de la Guardia escocesa de Su Majestad.

En 1931 fue electo como miembro del parlamento por Midlothian y Peeblesshire.

Fue detenido bajo la regulación 18B el 23 de mayo de 1940 y encerrado en la prisión


de Brixton sin juicio ni cargos hasta el 26 de septiembre de 1944. A la mañana
siguiente de su liberación se presentó a ocupar su lugar en la Cámara de los comunes
y ahí permaneció hasta el fin de esa legislatura en 1945.

2
LA GUERRA SIN NOMBRE

Esta es la historia que la gente pensó que jamás se escribiría en nuestra época, la
verdadera historia de los sucesos que desencadenaron la Segunda guerra mundial,
contada por alguien que disfrutó de la amistad y confianza de Mr. Neville
Chamberlain durante los cruciales meses que transcurrieron entre el acuerdo de
Múnich y septiembre de 1939.

Desde hace tiempo ha existido una prohibición tácita contra los libros que tratan de la
que el capitán Ramsay denomina La guerra sin nombre, el conflicto que se ha venido
desarrollando tras bastidores a lo largo de los siglos y del cual muy pocos son
conscientes. Los editores de La guerra sin nombre piensan que esta publicación, más
que cualquier otro intento anterior, puede ayudar a romper esa conspiración del
silencio. Este trabajo es el resultado de las experiencias personales de un personaje
público que en el cumplimiento de su deber ha experimentado de primera mano la
existencia de una conspiración que dura ya varios siglos en contra de Inglaterra,
Europa y la Cristiandad entera.

La guerra sin nombre revela el insospechado enlace que une todas las revoluciones
principales de Europa, desde la época de Carlos I [de Inglaterra] hasta el fracasado
intento contra España en 1936. Muestra cómo todas ellas tuvieron una raíz común en
su inspiración, diseño y abastecimiento. Las revoluciones y la Guerra mundial de
1939 se estudian como distintas fases de un mismo plan maestro.

Después de una breve revisión de las fuerzas que están detrás de la declaración de
guerra y de los arrestos por todo el mundo contra aquellos que se oponen a ella, el
autor describe la maquinaria de la Internacional revolucionaria, la maquinaria que
aún hoy continúa con su plan de obtener un poder mundial supranacional, el viejo
sueño mesiánico del judaísmo internacional.

El autor cree que sin el apoyo involuntario de judíos y gentiles la maquinaria


terminará destruyéndose a sí misma y aporta sugerencias para lograr que esto suceda.

3
Los cristianos dicen…

El capitán Ramsay, un caballero cristiano de coraje inigualable, creía que la guerra


contra Alemania no estaba concebida para favorecer los intereses de Inglaterra, sino
que sólo podía ayudar a cumplir el plan de expansión del comunismo y del poder judío.
Por haber advertido a sus compatriotas de estas fuerzas fue encerrado en prisión cuatro
años, sin mediar juicio alguno, con tan absurdas “razones” que aquellos que las
concibieron no se atrevieron a someterlas a un juez.

Truth

Durante años el capitán Ramsay fue miembro del Parlamento británico. Su libro es un
análisis de la guerra judeosionista contra la civilización cristiana.

The Cross and The Flag

Los judíos dicen…

No hay límite para la depravación humana, el capitán Maule Ramsay […] parece haber
hecho un tremendo esfuerzo para sobrepasar estos límites.

The Jewish Chronicle

La publicación de tal libro en este momento subraya la urgente necesidad de una ley
que estipule como crimen el pregonar el odio racial o publicar libelos en contra de
grupos sociales.

The Daily Worker

4
CONTENIDO

Prólogo……………………………………………………………… 7
1. La Revolución inglesa…………………………………………... 9
2. La Revolución francesa…………………………………………. 16
3. La Revolución rusa……………………………………………… 28
4. Desarrollo de la técnica revolucionaria…………………………. 32
5. Alemania le pone el cascabel al gato……………………………. 36
6. 1933: Judea declara la guerra a Alemania………………………. 40
7. El bombardeo de civiles pone fin a “la Guerra estúpida”………. 47
8. Dunquerque y después de Dunquerque…………………………. 50
9. Construyendo el futuro………………………………………….. 52
10.El papel del presidente Roosevelt……………………………….. 54
11.La regulación 18B………………………………………………. 58
12.¿Quién se atreve?........................................................................... 61
Epílogo……………………………………………………………… 65
DECLARACIÓN…………………………………………………… 69
PARTICULARES…………………………………………………... 80
Apéndice 1………………………………………………………….. 88
Apéndice 2………………………………………………………….. 91
Apéndice 3………………………………………………………….. 92
Apéndice 4………………………………………………………….. 94
Apéndice 5………………………………………………………….. 95

5
Este libro está dedicado a la memoria de los patriotas
que en 1215 firmaron la Carta Magna en Runnymede
y la de aquellos que en Arbroath firmaron la Declaración
de Independencia en 1320. 27 de julio de 1952.

6
PRÓLOGO

Eduardo I expulsó a los judíos de Inglaterra por sus múltiples delitos, que ponían en
peligro el bienestar de su reino y de sus súbditos, los cuales delitos se describen en
gran parte dentro de los Estatutos de judería1 aprobados por el parlamento en 1290,
acción en la cual desempeñaron un papel preponderante los comunes.

El rey de Francia hizo lo propio poco después y así lo hicieron también otros
gobernantes de la Europa cristiana. Tan difícil se volvió la situación para los judíos
en Europa que escribieron un llamado de auxilio urgente al Sanedrín, por aquel
entonces localizado en Constantinopla.

Este llamado iba firmado por Chemor, rabino de Arlés, en Provenza, con fecha del 13
de enero de 1489. La respuesta llegó en noviembre de ese año, llevando por firma:
“V.S.S. V.F.F. Príncipe de los judíos”. En ella se aconsejaba a los judíos europeos
que adoptaran la táctica del Caballo de Troya, haciendo de sus hijos sacerdotes
cristianos, abogados, doctores, etc. y trabajando para destruir las estructuras cristianas
desde dentro.

La primera consecuencia notable de este consejo ocurrió en España bajo el reinado de


Fernando e Isabel. Muchos judíos se bautizaron pero siguieron siendo judíos en
secreto y en secreto trabajaban para destruir a la Iglesia católica en España.

La amenaza llegó a ser tan grave que tuvo que instituirse el tribunal de la Inquisición
para limpiar el país de estos conspiradores. Otra vez, los judíos eran obligados a
realizar un éxodo de un país más de cuya hospitalidad habían abusado.

Viajando hacia el este, estos judíos se incorporaron a otras comunidades judías de


Europa. Un número considerable huyó a Holanda y a Suiza.

Desde ese momento ambos países se volvieron centros activos de la intriga judía. Sin
embargo, la judería siempre ha necesitado adherirse a una nación que sea poderosa en
el mar.

Gran Bretaña, recién unificada bajo Jacobo I, era una potencia naval en ciernes, que
empezaba a navegar hasta todos los rincones del mundo recién descubierto. Aquí,
además, existía un maravilloso ambiente propicio para su criticismo destructivo, pues

1
Ver el Apéndice 1 de este libro.

7
aunque se trataba de un reino cristiano, la nación estaba divida entre protestantes y
católicos.

Muy pronto pusieron en marcha una campaña para explotar esta división y avivar el
odio entre ambas comunidades. Su éxito puede juzgarse por el hecho de que uno de
los primeros actos de gobierno de su creatura Oliverio Cromwell –después de haber
ejecutado al rey, según lo planeado– fue el de permitir a los judíos libre acceso a
Inglaterra una vez más.

8
1

LA REVOLUCIÓN INGLESA

“Estaba escrito que la inglesa sería la primera de una serie de revoluciones, que no ha
terminado todavía”.

Con estas crípticas palabras comienza la biografía de Carlos I [de Inglaterra] escrita
en 1851 por Isaac Disraeli, el padre de Benjamin Earl de Beaconsfield. Gran parte de
la información contenida en esta obra de extraordinaria precisión fue recopilada por
el autor en los archivos de Melchior Salom –diplomático francés en Inglaterra
durante este periodo.

Se abre el telón y el escenario nos muestra por un lado el reino británico cimentado
en la Cristiandad y en sus antiguas tradiciones –que mantienen unidas bajo un mismo
vínculo a la monarquía, la Iglesia, el Estado, la nobleza y al pueblo– y por otro lado
las ominosas maquinaciones del calvinismo.

Calvino llegó a Ginebra desde Francia, donde su nombre se escribía Cauin2


–posiblemente un intento de pronunciación de Cohen en francés. Él fue el
responsable de organizar a numerosos oradores revolucionarios, varios de los cuales
tuvieron como destino Inglaterra o Escocia. Así se asentaron los cimientos de la
revolución bajo una cloaca de fervor religioso.

A ambos lados del Tweed, estos demagogos sustituyeron toda religión por una
observancia estricta del sabath. Para usar las palabras del propio Isaac Disraeli: “la
nación estaba ferozmente dividida entre seguidores y violadores del sabath”.
“Calvino –afirma Disraeli– conceptuaba el sabath como un precepto judío, reservado
para el pueblo sagrado”. Continúa diciendo que los calvinistas tenían el país bajo su
poder: “parecía que la religión consistía principalmente en los rigores del sabath y
que el senado británico se había convertido en una compañía de rabinos hebreos”. Y
luego dice: “En 1650, después de la ejecución del rey, se pasó una ley que penaba la
violación del sabath”.

2
La Catholic Gazzette de febrero de 1936 reporta que en una reunión de la B’nai B’rith en París se
afirmó que Calvino era de ascendencia judía.

9
Buckingham, Strafford y Laud fueron las tres figuras principales que desde el
principio cerraron filas con el rey. Eran hombres en cuya lealtad para con su rey,
patria y tradiciones podía Carlos confiar.

Buckingham, el gran amigo del rey Jacobo I y de aquellos que habían salvado su vida
en tiempos de la conspiración de Gowrie (de ominosas conexiones cabalísticas), fue
asesinado en los primeros años del reinado de Carlos, bajo misteriosas circunstancias.

Strafford, que inicialmente había estado inclinado a unirse a la facción opositora,


luego la abandonó y se convirtió en un baluarte y devoto partidario del rey.

La facción opositora se fue haciendo cada vez más hostil a Carlos y bajo la dirección
de Pym decidió despojar a Strafford de su fuero. Escribe Disraeli que “el rey
consideraba a esta facción como su enemiga”, y agrega que la cabeza de esta facción
era Earl de Bedford. Según señala el eminente historiador católico Walsh, la familia
de este hombre había sido fundada durante la época de los Tudor por un comerciante
de vinos judío llamado Roussel.

Con el juicio y la ejecución de Strafford salieron a la luz los poderes que empujaban
la creciente conspiración calvinista (o cohenista), así como cuál era su principal
objetivo: la ciudad de Londres.

En ese entonces empezaron a aparecer turbas armadas de “operativos” (el equivalente


medieval de los obreros actuales, sin duda) rondando la ciudad. Veamos una cita de
Disraeli:
Se decía que eran unos diez mil… con armas para la guerra. Era una milicia para la
insurrección en cualquier época del año y se podía confiar en ella para cualquier obra
de destrucción a un precio muy barato… mientras avanzaban con dagas sobre la ciudad,
era obvio que esta explosión había sido preparada desde hace tiempo.

Definitivamente así fue. Cuando Strafford aún no había sido ejecutado, a nadie le
pasaba por la mente la idea de una guerra civil, a nadie excepto a aquellos que tras
bambalinas la preparaban.

Estas turbas armadas de “trabajadores” intimidaban a quien se interpusiera en su


camino, incluyendo, en momentos críticos, a las cámaras del Parlamento y al Palacio.
Era exactamente el mismo método que luego emplearían las “Bandas sagradas” y los
“Marseillais” durante la Revolución francesa.

10
Isaac Disraeli establece otros paralelos entre la situación inglesa y la Revolución
francesa, por ejemplo cuando habla de la prensa: “ya sin ninguna restricción”, así
como de la proliferación de los panfletos revolucionarios: “desde 1640 hasta 1660
aparecieron cerca de 30,000”. Y después: “la colección de panfletos de la Revolución
francesa es tan abundante como la de la época de Carlos I [de Inglaterra]”.

Y continúa:
Cualquiera que fuera la mano que movía los hilos tras bambalinas… podía elaborar una
lista de 59 miembros de la cámara de los comunes, etiquetándolos con el odioso título
de ‘estrafordianos’ o traidores a la patria.

¿Y de quién era esa mano? Pero Disraeli –que tanto sabía– discretamente cubre ahora
el asunto con un velo y nos deja a nosotros el trabajo de completar su revelación. Para
hacerlo recurriremos a otras obras como la Enciclopedia judía o el libro de Sombart
Los judíos y el capitalismo moderno, entre otros. En ellos aprenderemos que
Cromwell, figura principal de la revolución, estaba estrechamente relacionado con
poderosos financistas judíos holandeses y recibía cuantiosas sumas de Manasseh Ben
Israel, mientras que “el Gran judío” Fernández Carvajal era el principal proveedor del
nuevo ejército.

En Los judíos de Inglaterra leemos:


Con 1643 llegó un gran contingente de judíos a Inglaterra, que se reunía en la casa
del embajador portugués De Souza, quien era marrano (judío secreto). El más
prominente de ellos era Fernández Carvajal, gran financista y proveedor del
ejército.

En enero del año anterior, el intento de arrestar a cinco de sus miembros había
desatado la violencia de las armadas turbas de “operativos”. Se lanzaron panfletos
revolucionarios para la ocasión “cantando el ominoso cántico revolucionario de ‘A
tus tiendas, oh Israel’”, afirma Disraeli. El rey y la familia real partieron poco
después al Palacio Whitehall. Los cinco acusados, junto con las turbas, fueron
recibidos triunfalmente de regreso en Westminster. La mesa estaba puesta para la
llegada de Carvajal y sus judíos y para la aparición de Cromwell, su creatura.

Cambio de escena. La guerra civil ha iniciado. Es el año de 1647. Naseby ha sido


ganada y perdida. El rey es prácticamente un prisionero, aunque oficialmente es
huésped de honor en la Casa Holmby.

11
Según una carta publicada el 3 de septiembre de 1921 en Plain English3:
Los sabios han existido durante más tiempo del que se sospecha. Mi amigo, el señor
L.D. van Velckert, de Amsterdam, me ha enviado recientemente una carta que contiene
un par de extractos de la sinagoga de Mulheim. El volumen que los contiene se perdió
durante las guerras napoleónicas y llegó recientemente a manos del señor Van Velckert.
Está escrito en alemán y contiene fragmentos de las cartas enviadas y recibidas por las
autoridades de la sinagoga de Mulheim. El primer fragmento es de una carta recibida,
del 16 de junio de 1647.

De O.C. (Oliverio Cromwell), por Ebenezer Pratt.

A cambio del apoyo financiero promoverá la aceptación de judíos en Inglaterra: sin


embargo esto será imposible mientras Carlos viva.

Carlos no puede ser ejecutado sin juicio, para lo cual no existen en este momento las
condiciones apropiadas. Aconseja por tanto que Carlos sea asesinado, pero no quiere
tener nada que ver con este negocio y estaría dispuesto a ayudar en su fuga.

En respuesta se mandó lo siguiente:

12 de julio de 1647.

A O.C. por E. Pratt.

Daremos ayuda financiera tan pronto Carlos sea depuesto y los judíos admitidos. Lo
del asesinato es muy peligroso. Debe darse a Carlos la oportunidad de escapar: su
recaptura posibilitaría su enjuiciamiento y ejecución. El apoyo será generoso, pero es
inútil discutir los términos hasta que dé inicio el juicio.

A la luz de esta información todos los movimientos posteriores de los regicidas se


siguen con toda claridad. El 4 de junio de 1647, Cornet Joyce, por órdenes secretas
del mismísimo Cromwell y –según Disraeli– a escondidas incluso de Fairfax –que
era el General en jefe– bajó a Casa Holmby con 500 soldados revolucionarios
escogidos y se apoderó del rey. Dice Disraeli que:
El plan fue concebido el 30 de mayo en una reunión secreta en casa de Cromwell,
aunque este más tarde aparentó que se realizó sin su presencia.

Esta acción coincidió con un repentino cambio en el ejército: la llegada de los


“Niveladores” y los “Racionalistas”. Sus doctrinas eran las mismas que las de los
revolucionarios franceses; eran, de hecho, iguales a lo que hoy conocemos como

3
Revista semanal publicada por North British Publishing Co. y editada por el difunto Lord Alfred
Douglas.

12
comunismo. Estos fueron los regicidas que cuatro veces “purgaron” el Parlamento,
hasta que quedaron solo 50 miembros, simpatizantes de los comunistas, que más
tarde serían conocidos como The Rump.

Regresemos a la carta del 12 de junio de 1647 en la que la sinagoga de Mulheim


sugiere que se utilice un intento de fuga como pretexto para la ejecución del rey. Esto
se cumplió el 12 de noviembre de ese mismo año. Hollis y Ludlow consideran la
fuga como una estratagema de Cromwell. Isaac Disraeli dice:
Historiadores contemporáneos han concluido que el rey, desde los días de su
deportación en Holmby hasta su escape a la isla de Wight, estaba bajo el influjo de
Cromwell.

No hace falta agregar mucho más. Cromwell había cumplido al pie de la letra las
órdenes de la sinagoga y sólo faltaba la farsa del juicio.

Por algún tiempo continuaron las maniobras, ya que la Cámara de los comunes,
incluso en su condición parcialmente “purgada” estaba a favor de llegar a un acuerdo
con el rey. El 5 de diciembre de 1648 la cámara sesionó durante toda la noche y
finalmente acordó que “las concesiones del rey son satisfactorias para llegar a un
acuerdo”.

Evidentemente, si se hubiera llegado a ese acuerdo, Cromwell no habría recibido


inmensas cantidades de dinero de los judíos, así que dio un nuevo golpe. Bajo sus
instrucciones, la noche del 6 de diciembre, el coronel Pryde llevó a cabo la última y
más famosa de sus “purgas” de la Cámara de los comunes, conocida como la “Purga
de Pryde”. El 4 de enero, los pocos que quedaban –de los 50 miembros comunistas–
se invistieron a sí mismos con “suprema autoridad”.

El 9 de enero se proclamó un tribunal de justicia para enjuiciar al rey. Dos tercios de


sus miembros eran Niveladores del ejército.

Algernon Sidney advirtió a Cromwell: “Primero: el rey no puede ser enjuiciado por
ningún tribunal. Segundo: este tribunal no puede enjuiciar a nadie”. Así lo describe
Hugh Ross en su obra Carlos y Cromwell, y agrega como toque final que “no pudo
encontrarse a ningún abogado inglés que formulara la acusación, que finalmente fue
confiada un extranjero acomodaticio: Isaac Dorislau”.

13
No hace falta agregar que Isaac Dorislau era exactamente el mismo tipo de extranjero
que Carvajal y Manasseh Ben Israel y los otros financistas que compraron a su
“protector” con dinero tinto en sangre.

A pesar de las fuertes protestas del subcomité del Consejo de Estado, que declaró que
serían una grave amenaza para el Estado y para la religión, se permitió a los judíos
entrar a Inglaterra una vez más. Quizá fue gracias a las protestas del Consejo que la
ley de expulsión nunca se derogó oficialmente.

“La Revolución inglesa bajo Carlos I –escribe Isaac Disraeli– fue diferente a todas
las anteriores… a partir de entonces empiezan a sucederse en la historia las distintas
fases de la Revolución”. Muchas otras seguirían la misma línea, principalmente la
francesa. En 1897 cayó en manos de gentiles una importante pista de estos
misteriosos sucesos, llamada Los Protocolos de los Sabios de Sión. En este
documento se puede leer la siguiente afirmación: “Recordemos la Revolución
francesa, cuyos preparativos secretos son bien conocidos por nosotros, pues se trata
de nuestra obra”. [Protocolo 3, 14] Los Sabios podrían haber completado aún más el
pasaje escribiendo “recordemos las revoluciones británica y francesa”.

Sin embargo, el problema de subyugar a ambos reinos de la isla aún no estaba


resuelto. Escocia era monárquica antes que nada y había proclamado rey a Carlos II.
Los ejércitos de Cromwell –ayudado por sus simpatizantes de Ginebra– marcharon
sobre Escocia y repartieron la barbarie judaica a diestra y siniestra, pero Escocia
seguía llamando rey a Carlos II. El rey había aceptado la forma presbiteriana de
cristianismo para Escocia y lenta pero inexorablemente la opinión pública inglesa fue
pareciéndose a la escocesa. Finalmente, a la muerte de Cromwell, toda Gran Bretaña
celebró la restauración del trono de Inglaterra.

En 1660 regresó Carlos II, pero el reino al que llegaba era muy distinto al reino del
que partió siendo niño. Los enemigos de la realeza estaban ahora encumbrados dentro
de su reino y el siguiente golpe se dio tan pronto estuvo todo listo para reanudar la
propaganda contra el papado, dividiendo una vez más a las personas que se
consideraban parte de la Iglesia de Cristo. El ataque consistió en poner las finanzas de
ambos reinos bajo el control y en las manos de judíos.

Está claro que Carlos no tenía conciencia del problema judío: ni de sus planes, ni de
la amenaza que representaban para sus pueblos. La sabiduría y experiencia de
Eduardo I se había perdido luego de siglos de estar a salvo del virus judío.

14
Tras subir al trono Jacobo II la crisis no se hizo esperar. Pronto inició la más
inescrupulosa campaña de propaganda panfletaria contra él, y no es de sorprender que
muchos de los más viles escritos hubieran sido impresos en Holanda. Este país era la
cueva donde abiertamente se refugiaban los peores rufianes y ahí se fraguaba mucho
de lo que por aquel entonces ocurría en toda Europa.

Al rey le llegaron rumores de que su propio cuñado se había unido a quienes


conspiraban en su contra, pero él no quiso creerlo y se rehusó a realizar acción alguna
hasta el momento en que supo que la expedición en su contra había comenzado.

John Churchill, primer duque de Marlborough, era el personaje principal de entre los
que traicionaron a Jacobo en este momento crucial. Es interesante leer en la
Enciclopedia judía que por muchos años este duque recibió nada menos que 6,000
libras al año del judío holandés Solomon Medina.

El verdadero objetivo de la “Revolución gloriosa” se consiguió unos años después, en


1694, cuando el rey aprobó la creación del Banco de Inglaterra y se instituyó la deuda
nacional. Esta acción entregó la facultad de acuñar dinero a un comité anónimo,
convirtió al oro en la base de toda riqueza y permitió a los prestamistas
internacionales asegurar sus préstamos con los impuestos del país, en lugar de tener
que depender de la incertidumbre de sobornar a un gobernante, que era antes toda la
seguridad que podían obtener.

Desde ese momento se puso en marcha la maquinaria económica que eventualmente


redujo toda riqueza a los ficticios términos del oro –que estaba bajo control judío– y
exprimió la vida de la tierra –la verdadera riqueza–, que era un derecho de
nacimiento de todo británico.

Poco después, Escocia fue obligada a aceptar la unión política y económica con
Inglaterra, a pesar de las protestas de todos y cada uno de sus condados. Los
principales objetivos de la unión eran suprimir la acuñación de moneda en Escocia y
obligarla a responsabilizarse ella también de la deuda nacional. Las garras del
prestamista estrangulaban ya toda Bretaña. El único peligro era que tarde o temprano
los miembros del nuevo parlamento conjunto se rebelaran contra esta situación como
habían hecho sus antecesores.

Para sortear esta eventualidad, por lo tanto, se creó el sistema de partidos, frustrando
así toda auténtica reacción nacional y permitiendo a quienes movían los hilos dividir
y vencer, al usar el nuevo poder financiero para asegurarse de que fueran siempre sus

15
hombres y sus políticas los que estuvieran en el gobierno, gracias al suficiente apoyo
de los periódicos, panfletos y bancos.

Pronto, el oro se convirtió en la base de los préstamos, que representaban diez veces
la suma depositada. En otras palabras, 100 libras en oro serían legalmente la
seguridad para un préstamo de 1000 libras; al 3%, 100 libras de oro podían ganar 30
libras al año, sin otra molestia que la de hacer unas cuantas anotaciones en los libros.

El dueño de 100 libras de tierra, en cambio, debía trabajar cada hora para ganar quizá
un 4%. El desenlace de este proceso era cuestión de tiempo. Los prestamistas se
volvieron millonarios mientras se arruinaban dueños y trabajadores de la tierra,
ingleses y escoceses.

El proceso ha continuado inexorablemente hasta nuestros días, cuando está ya


prácticamente completo, aunque ha sido hipócritamente ocultado por una ingeniosa
propaganda para ayudar al pobre mientras se fastidia al rico. En realidad no se trata
de eso, sino de arruinar a las clases poseedoras de tierra –líderes entre los gentiles–
que así han sido suplantadas por los financistas judíos y sus compinches.

LA REVOLUCIÓN FRANCESA

La Revolución francesa de 1789 es el evento más importante en la historia de Europa


desde la caída de Roma y representa la aparición de un nuevo fenómeno ante el
mundo.

Nunca antes una turba había aparentemente organizado una revolución exitosa contra
todas las demás clases del Estado, bajo eslóganes rimbombantes pero sin sentido y
mediante métodos que no tenían absolutamente nada que ver con los principios
encumbrados por sus propios eslóganes. Nunca antes una sección de una nación
cualquiera había conquistado a las otras secciones, mucho menos arrasado con todo
vestigio de vida nacional y de tradición, desde el rey hasta la religión, pasando por los
nobles, el clero, la constitución, la bandera, el calendario, los nombres de lugares y la
acuñación de moneda.

Tal fenómeno merece la mayor atención, sobre todo en vista de que se ha repetido
idénticamente en muchos otros países.

16
Examinando los hechos llegaremos a un descubrimiento esencial: que la Revolución
no fue obra de los franceses para mejorar Francia. Fue obra de extranjeros cuyo
objetivo era destruir todo lo que Francia había sido hasta entonces.

Sacamos esta conclusión por las alusiones a “extranjeros” encumbrados en los


Consejos revolucionarios, mencionados no solo por Sir Walter Scott, sino por el
mismo Robespierre.

Tenemos los nombres de muchos de ellos y está claro que no eran británicos, ni
alemanes, ni italianos, ni de cualquier otra nacionalidad… eran, por supuesto, judíos.

Echemos un vistazo a lo que dicen los propios judíos sobre el hecho:


Recuerden la Revolución francesa, a la cual nosotros pusimos el nombre de grandiosa.
Los secretos de su preparación nos son bien conocidos, pues fue obra nuestra.
Los Protocolos de los Sabios de Sión – No.7

Fuimos los primeros en lanzar el grito entre las masas con las palabras ‘libertad,
igualdad y fraternidad’. Los estúpidos gentiles nos secundaron y con ello se cargaron el
bienestar del mundo. Los gentiles fueron tan estúpidos que no pudieron ver que en la
naturaleza no hay igualdad y que no puede haber libertad (es decir, libertad tal y como
la entienden socialistas y comunistas).
Los Protocolos de los Sabios de Sión – No.1

Sabiendo esto, encontraremos que tenemos la clave maestra para entender los
intrincados sucesos de la Revolución francesa. La confusa película de personajes y
eventos que nos han presentado los libros de historia, de pronto se convierte en un
drama humano bien conectado.

Cuando empezamos a establecer paralelos entre la Francia de 1789, la Inglaterra de


1640, la Rusia de 1917, la Alemania y Hungría de 1918-19, la España de 1936, nos
damos cuenta que el drama realmente nos atrapa.

“La Revolución es un golpe dado a un paralítico” y sin embargo, es obvio que para
prepararlo fue necesario una inmensa organización y vastos recursos, así como una
dosis extraordinaria de intriga y secreto.

Es increíble cómo la gente supone que “las turbas” o que “el pueblo” realizó una
operación tan complicada y costosa. Ningún error puede ser más peligroso, porque el
resultado es la total incapacidad para reconocer el verdadero significado de los
eventos o el origen y el objetivo del movimiento revolucionario. El proceso de

17
organización de una revolución es: 1) infligir la parálisis, y 2) dar el o los golpes. En
la primera parte del proceso es esencial la discreción. Sus signos externos son la
deuda, publicidad incontrolada y la existencia de organizaciones secretas
influenciadas por extranjeros dentro del Estado condenado a muerte.

La deuda, particularmente la externa, es el primer eslabón. A través de ella se


soborna a los hombres en puestos importantes y se introducen en la política los
poderes e influencias extranjeras. Cuando se tiene el control de la deuda se controla
rápidamente toda forma de publicidad y actividad política, así como a las industrias.
La mesa está puesta para el golpe revolucionario. El brazo derecho de la finanza
estableció la parálisis y es el brazo izquierdo revolucionario el encargado de dar la
puñalada final. La corrupción moral facilita todo el proceso.

Para 1780 la parálisis financiera había llegado a Francia. Los grandes financistas del
mundo estaban bien establecidos. “Poseían tan gran proporción de las reservas de oro
y plata del mundo que tenían a la mayor parte de Europa en deuda, principalmente a
Francia”, escribe McNair Wilson en su Vida de Napoleón y continúa en la página 38:
Había ocurrido un cambio fundamental en la estructura económica de Europa ya que su
base había dejado de ser la riqueza y ahora era la deuda. En la vieja Europa la riqueza
se medía en tierras, campos, ganado y minerales, pero ahora se introducía un nuevo
estándar, una forma de dinero a la que se le dio el título de “crédito”.

Las deudas del reino francés, aunque importantes, no eran de ninguna forma
impagables, excepto en términos de oro. Si los consejeros del rey hubieran decidido
emitir dinero respaldado por las tierras y la verdadera riqueza de Francia, la posición
habría sido fácilmente enderezada. Pero la situación fue firmemente controlada por
un financista tras otro, ninguno de los cuales iba a romper con el sistema impuesto
por los usureros internacionales.

Ante tanta debilidad o villanía, las cadenas de la usura solo podían apretarse cada vez
más, pues las deudas estaban en términos de oro y plata, ninguno de los cuales estaba
Francia en condiciones de producir.

¿Quiénes eran los potentados de esta nueva maquinaria de la deuda, estos


manipuladores del oro y plata que habían tenido éxito en voltear de cabeza las
finanzas de Europa reemplazando la riqueza real por millones y millones de
préstamos usurarios?

18
La desaparecida Lady Queenborough, en su importante obra Teocracia oculta nos da
algunos nombres, fundamentándose en el trabajo de 1894 del judío Bernard Lazare
El antisemitismo. Desde Londres nos da los nombres de Benjamín Goldsmid y su
hermano Abraham Goldsmid, su socio Moses Mocatta y su sobrino Sir Moses
Montifiore como los principales financiadores de la Revolución francesa, junto con
Daniel Itsig de Berlín y su yerno David Friedlander y Herz Cerfbeer de Alsacia.

Esto nos recuerda al número 20 de Los Protocolos de los Sabios de Sión:


El patrón oro ha sido la ruina de los Estados que lo han adoptado, porque no es capaz
de satisfacer la demanda de dinero, mucho menos cuando nosotros hemos sacado de la
circulación tanto oro como podemos.

Y otra vez:
Los préstamos son como la espada de Damocles que pende sobre las cabezas de los
gobernantes que acuden a nosotros suplicantes.

No hay palabras que mejor describan lo que estaba ocurriendo entonces en


Francia. Sir Walter Scott en su Vida de Napoleón describe así la situación:
Los financistas utilizaron al gobierno tal como los manirrotos son utilizados por los
prestamistas usureros, que alimentan su extravagancia con una mano mientras con la
otra van sacando de sus arruinadas fortunas las más irracionales recompensas. Por una
larga sucesión de préstamos ruinosos y las varias garantías otorgadas para obtenerlos,
las finanzas de Francia estaban totalmente desquiciadas.

El ministro de finanzas del rey Luis XVI en estos años de creciente confusión era
Necker, un “suizo” de origen alemán, de quien McNair Wilson escribe:
Necker había sido impuesto al Tesoro del rey como representante del sistema de deuda,
y como tal le rendía tributo al mencionado sistema.

Es fácil imaginar qué clase de política le dictó a Necker el sistema, y cuando a esto
agregamos el hecho de que sus antecedentes eran los de un arriesgado e
inescrupuloso especulador, podemos entender perfectamente por qué las finanzas de
Francia empeoraron rápidamente bajo su cuidado, de forma que luego de cuatro años
de sus manipulaciones el pobre gobierno del rey había contraído una nueva deuda
–todavía mayor que la anterior– de 170 millones de libras.

19
Para 1730 la masonería había sido introducida en Francia desde Inglaterra. Para 1771
había ganado tanta popularidad que Felipe4, duque de Chartres (después duque de
Orleans), se convirtió en Gran maestro. En los primeros días este tipo de masonería
era muy inocente, tanto en cuanto a sus políticas como en cuanto a sus miembros,
pero finalmente los acontecimientos probaron que los espíritus que la gobernaban
eran crueles, inescrupulosos y sanguinarios.

El duque de Orleans no era de estos últimos. Aunque era un hombre extravagante,


vano, ambicioso, libertino y sin principios, él no tenía otro objetivo más que
destronar al rey y establecer una monarquía democrática consigo mismo como
monarca. Debido, además, a su corta inteligencia, se trataba del hombre ideal para
acaudillar la primera y más moderada fase de la Revolución. No fue más que
instrumento viviente de hombres que probablemente apenas conocía y que muy
pronto lo enviaron a la guillotina una vez que había cumplido su papel.

El marqués de Mirabeau, que lo sucedió como líder de la Revolución, era muy


parecido a él. Era un hombre bastante más hábil que Orleans, pero tan libertino que
opacaba a todos los de su clase y fue encarcelado más de una vez a instancias de su
propio padre.

Se sabe que él fue financiado por Moses Mendelssohn, jefe de los Illuminati, y que
era más cercano a la señora judía Herz que el propio marido de ella. No solo fue un
líder de la masonería francesa sino que introdujo el iluminismo a Francia.

El iluminismo era una sociedad secreta revolucionaria que estaba detrás de la


masonería. Los Illuminati penetraron en todas las logias del Gran oriente y estaban
respaldados y organizados por judíos cabalistas. Es interesante notar que tanto el
duque de Orleans como Talleyrand fueron iniciados en el iluminismo por Mirabeau,
poco después de que este último lo había introducido a Francia desde Frankfurt,
donde en 1782 se había establecido su cuartel general bajo el mando de Adam
Weishaupt.

4
Luis Felipe II de Orleans era miembro de la rama menor de la Casa Borbón, dinastía reinante en
Francia. Partidario de la Revolución francesa, fue conocido por los revolucionarios como Felipe
Igualdad. Murió guillotinado en 1793. Su hijo Luis Felipe I llegó a ser rey de los franceses después de la
revolución de julio de 1830. Resultante de su carrera, el término orleanismo llegó a designar en
Francia al movimiento a favor de la monarquía constitucional.

20
En 1785 ocurrió un suceso extrañísimo, que pareciera ser como la última advertencia
del Cielo para Francia y Europa en contra de las potencias del mal. Un mensajero de
los Illuminati fue destrozado por un rayo en Ratisbona. La policía encontró en su
cadáver los papeles con los planes de una revolución mundial. El gobierno bávaro
hizo registrar el cuartel general de los Illuminati y encontró muchas otras evidencias.
Se informó a las autoridades francesas, pero el proceso de parálisis estaba ya muy
avanzado y nada se hizo.

Para 1789 había más de dos mil logias en Francia afiliadas al Gran oriente,
instrumento directo de la Revolución internacional, y sus adeptos sumaban más de
100,000.

Así tenemos al iluminismo judío bajo Moses Mendelssohn y al iluminismo masónico


bajo Weishaupt instalados como directores de una fuerte organización secreta que
cubría toda Francia. Bajo los Illuminati trabajaba el Gran oriente de la masonería y
bajo ésta operó la masonería azul o nacional, hasta que de la noche a la mañana fue
convertida en el Gran oriente de la masonería por Felipe de Orleans en 1773. Poco
sabía Igualdad de los poderes satánicos que estaba invocando, pues en efecto, se
trataba de poderes satánicos. El nombre Lucifer significa “portador de luz” e
Illuminati eran aquellos iluminados por esta luz.

Para cuando se reunieron los Estados generales en Versalles el 5 de mayo de 1789, la


parálisis del ejecutivo a causa de las organizaciones secretas era completa, y en los
casos de la opinión pública y la publicidad estaba muy avanzada.

Así fue como lograron lo que lograron.

Para 1780 el ingreso del de Orleans de 800,000 libras, gracias a su juego vicioso y
sus extravagancias, estaba totalmente hipotecado a los prestamistas. En 1781 firmó
papeles donde cedía su palacio, sus tierras y su casa en el Palais Royal a sus
acreedores, con poderes para formar ahí un centro político, de impresión de
panfletos, de apuestas, lecturas, burdeles, licorerías, teatros, galerías de arte, deporte
y otros muchos usos que subsecuentemente tomaron la forma de toda variedad de
bribonería. Los amos financieros de Igualdad utilizaron su nombre y publicidad para
instalar un colosal organismo para propaganda y corrupción que apelaba a los más
bajos instintos de la naturaleza humana y atrajo a grandes masas unidas por la
suciedad, difamación e ideales revolucionarios de la prensa. Como escribe Scudder
en Un príncipe de la sangre:

21
Le dio más quehacer a la policía que todos los otros sectores de la ciudad. Es
interesante notar que el administrador instalado por los acreedores en el Palais Royal
fue Laclos, un aventurero político de origen extranjero, autor de Liaisons Dangereuses
y otras obras pornográficas, que se decía “había estudiado la política del amor por su
amor a la política”.

Esta constante fuente de corrupción y propaganda destructiva estaba relacionada con


una serie de ataques personales de la naturaleza más vil e inescrupulosa contra
cualquier personaje público que los jacobinos pensaran que les estorbaba. Este
proceso se conoció como “L’infamie”.

María Antonieta misma fue uno de los blancos principales de esta forma de ataque
típicamente judía. Ninguna mentira era demasiado vil para adjudicársela, pues al ser
ella más inteligente, atenta y vigorosa que el débil e indolente Luis, representaba un
importante obstáculo para la Revolución. Además, ella había recibido sinnúmero de
advertencias en contra de la masonería de parte de su hermana en Austria y no cabe
duda que para entonces estaba ya más despierta que cuando escribió a su hermana en
años anteriores:
Creo que por lo que respecta a Francia no debes preocuparte mucho por la masonería.
Aquí está muy lejos de tener el significado que podrá tener en otras partes de Europa.
Aquí es todo muy abierto y uno lo sabe todo. Así, ¿cómo puede haber peligro? Uno
podría preocuparse si se tratara de una sociedad política secreta. Pero por el contrario,
el gobierno permite que se expanda y no es más que aquello que aparenta, una
asociación cuyos objetivos no son otros que la unión y la caridad. Uno cena, canta,
habla, lo cual ha hecho decir al rey que gente que bebe y canta no puede ser sospechosa
de estar organizando complots. Tampoco es una asociación de ateos, pues todos tienen
a Dios en la boca. Son muy caritativos. Ellos se encargan de los hijos de sus miembros
pobres o muertos; dan las dotes de sus hijas. ¿Qué daño puede haber en todo ello?

Efectivamente, ningún daño habría si no fuera porque estos objetivos no son más que
la máscara que oculta otros oscuros designios. Sin duda los agentes de Weishaupt y
Mendelssohn pasaron el reporte de esta carta a sus amos y podemos imaginarnos que
estos se atacarían de la risa y llenos de satisfacción se frotarían las manos, manos que
estaban ansiosas por destruir la vida misma de Francia y de su reina y que llegada la
hora darían la señal para convertir la conspiración secreta en las masacres de
septiembre, los baños de sangre y la guillotina.

Para empeorar la imagen de la reina mediante su campaña de calumnias, elaboraron


un fraude acorde con los tiempos, precisamente cuando los financistas y los

22
especuladores de granos deliberadamente habían creado condiciones infames de
pobreza y hambre en París.

En medio de aquel ambiente, un agente jacobino ordenó un collar de diamantes a los


joyeros de la corte en nombre de la reina. La pobre reina no supo nada de esto hasta
que los joyeros le llevaron el collar presionándola para que lo aceptara, mientras que
ella, naturalmente, afirmaba no saber nada del asunto e insistía en que le parecía de
muy mal gusto ordenar tal cosa cuando Francia se encontraba en tan pésimas
condiciones financieras. Las imprentas del Palais Royal, sin embargo, se encargaron
de difundir el asunto, acusando a la reina con toda clase de críticas. La prensa fabricó
todavía un escándalo más. Una prostituta de Palais Royal se disfrazó de la reina y
mediante una carta falsificada se preparó un encuentro con el cardenal Príncipe de
Rohan a la media noche en el Palais Royal, suponiendo éste que la reina querría
consultarlo para el asunto del collar. No es necesario decir que este acontecimiento
fue inmediatamente reportado por la prensa y los panfletos, que iniciaron una nueva
campaña con las groserías más sucias que puedan imaginarse. El que movía los hilos
tras el telón era Caliostro, alias Joseph Balsamo, judío de Palermo, doctor del arte
cabalístico y miembro de los Illuminati, dentro de los cuales había sido iniciado por
Weishaupt en Frankfurt en 1774. Cuando el collar había servido finalmente su
propósito, fue enviado a Londres, donde el judío Eliason se quedó con la mayoría de
las piedras.

Muchas otras personas decentes que resistían la influencia de los clubes jacobinos
fueron blanco de ataques muy similares. Después de ocho años de esta labor, se
completó el proceso de parálisis mediante la publicidad.

Por lo tanto, para 1789, cuando los financistas obligaron al rey a convocar a los
Estados generales, la primera parte del plan revolucionario (es decir la parálisis) se
había cumplido.

Solo restaba dar el golpe o la serie de golpes que despojaran a Francia de su trono, su
iglesia, su constitución, sus nobles, su clero, su aristocracia, su burguesía, sus
tradiciones y su cultura; dejando en su lugar –después que la guillotina consumara la
labor– meros ciudadanos bajo una dictadura financiera extranjera.

A partir de 1789 se sucedieron una serie de actos revolucionarios, cada cual más
violento que el anterior, cada uno exigiendo nuevas demandas bajo nuevos líderes
revolucionarios. A su debido tiempo, cada uno de estos líderes –marionetas de los

23
verdaderos poderes detrás de la revolución– fue hecho a un lado y su cabeza rodó a
la cesta para unirse a las de las víctimas de ayer.

Felipe Igualdad, duque de Orleans, fue utilizado para preparar el camino a la


Revolución, para proteger con su nombre e influencias al club revolucionario en su
infancia, para popularizar la masonería y el Palais Royal, y para patrocinar actos
como la marcha de las mujeres a Versalles. Las “mujeres” en aquella ocasión eran en
su mayoría hombres disfrazados.

D’Orleans creía que la turba asesinaría al rey y a la reina y que él mismo sería
proclamado rey democrático. Los verdaderos cerebros de la marcha, sin embargo,
tenían otras cosas en mente. Un objetivo importante era llevar a la familia real a
París, donde estarían fuera de la protección del ejército y a merced del poder de la
Comuna o Consejo de París, dentro de la cual los jacobinos hacían y deshacían a su
antojo.

Siguieron utilizando a Igualdad hasta el día de la votación sobre la vida del rey,
momento en el que coronó su sórdida carrera abriendo la votación con un voto a
favor de la pena de muerte para su primo. A partir de entonces, sus amos ya no tenían
ninguna necesidad de sus servicios y muy pronto siguió a su primo a la guillotina,
execrado por todas las clases sociales.

Mirabeau jugó un rol parecido al de Igualdad. Había querido que la revolución


terminara con la coronación del propio Luis como monarca democrático y figurar él
mismo como su consejero. En ningún momento pretendió que se cometiera violencia
alguna contra la persona del rey. Por el contrario, en los últimos días antes de morir
envenenado misteriosamente, dirigió todos sus esfuerzos a sacar al rey de París y
ponerlo bajo la vigilancia de los leales generales que aún comandaban su ejército. Él
fue el último de los moderados y monárquicos en ser puesto fuera de combate por el
Club jacobino de París, ese foco revolucionario sediento de sangre que se había
materializado a partir de los clubes secretos del Oriente masónico y de los Illuminati.

Fue la voz de Mirabeau, fuerte y clara, la que mantuvo en jaque la ira fanática de los
asesinos que pulularon entonces. No cabe duda que a fin de cuentas llegó a
percatarse de la verdadera naturaleza y la fuerza de la bestia que él mismo se había
empeñado tanto en desencadenar.

En su último intento de salvar a la familia real –sacándola de París– logró, de hecho,


acallar a toda la oposición dentro del Club jacobino. Esa noche murió por una

24
enfermedad súbita y violenta, y, como escribe el autor de El collar de diamantes:
“Luis sabía perfectamente que Mirabeau había sido envenenado”.

Así, como Felipe Igualdad antes y como Danton y Robespierre después que él,
Mirabeau también fue removido del escenario cuando había terminado su papel.
Recordemos el pasaje número 15 de los Protocolos: “Nosotros ejecutamos a los
masones de tal forma que nadie fuera de nuestra hermandad tenga ninguna
sospecha”. Y otra vez: “De esta forma procederemos con estos masones goy que
saben demasiado”.

Como escribe E. Scudder en su Vida de Mirabeau: “Murió justo en el momento en


que la Revolución todavía podía haber sido detenida”.

La figura de Lafayette entra en escena en varias ocasiones importantes durante estas


primeras etapas revolucionarias.

Él fue uno de esos masones de a pié, que navegan sin saber hacerlo, en una nave que
apenas conocen y entre corrientes que le son absolutamente ajenas.

A pesar de que era una figura popular entre las multitudes revolucionarias, él
reprendió severamente varios connatos incipientes de violencia revolucionaria, por
ejemplo durante la marcha de las mujeres a Versalles, durante el ataque a las
Tullerías y en el Campo Marte. Él también quería el establecimiento de una
monarquía democrática y no consentía ninguna amenaza en contra del rey, aunque
proviniera de Igualdad, a quien trató con suma hostilidad durante y después de la
marcha de las mujeres a Versalles, creyendo desde entonces que tenía la intención de
asesinar al rey y usurpar su corona.

Evidentemente se convirtió en un obstáculo para los poderes detrás de la Revolución


y fue enviado a una guerra contra Austria que la Asamblea obligó a Luis a declarar.
En una ocasión se las arregló para regresar a París en su esfuerzo por salvar al rey,
pero una vez más fue enviado a la guerra. Después sucedió la muerte de Mirabeau y
la suerte de Luis estaba echada.

Las salvajes figuras de Danton, Marat, Robespierre y los fanáticos jacobinos


dominaban la escena.

En septiembre de 1792 se perpetraron las terribles “masacres de septiembre”, en las


cuales fueron asesinadas 8,000 personas tan solo en las prisiones de París y muchas
más en el resto del país.

25
Debe anotarse aquí que estas víctimas habían sido arrestadas y mantenidas en prisión
por un tal Manuel, procurador de la Comuna.

26
Es evidente que Sir Walter Scott llegó a comprender en gran medida las influencias
que habían trabajado tras bambalinas. En el segundo volumen de su Vida de
Napoleón escribe:
Lo que la Comuna de París5 –convertida en el Sanedrín de los jacobinos– exigía, era
sangre, por supuesto.

Y otra vez, en la página 56:


El poder de los jacobinos era irresistible en París, donde Robespierre, Danton y Marat
compartían los mejores puestos en la sinagoga.

En ese mismo libro, Sir Walter Scott escribe lo siguiente sobre la Comuna: “Los
principales líderes de la Comuna parecían ser extranjeros”.

Vale la pena llamar la atención sobre algunos de los nombres de estos “extranjeros”.
Estaba Choderlo de Laclos, administrador del Palais Royal, que se decía era de
origen español. Estaba Manuel, el procurador de la Comuna antes mencionado. Fue
él quien empezó el ataque contra la realeza durante la Convención, mismo que
culminaría con las ejecuciones de Luis y María Antonieta. Estaba el pintor David,
miembro principal del Comité de Seguridad Pública que “enjuiciaba” a las víctimas.
Su voz se alzó siempre para pedir la muerte. Sir Walter Scott escribe que este amigo
solía empezar su “sangriento trabajo diario con la frase ‘derramemos más de la
roja’”.

David fue el que inauguró el culto al Ser supremo y organizó “la canalización de esta
odiosa superstición que fue sustituida por cada signo externo de devoción racional”.
(Sir Walter Scott, Vida de Napoleón, Vol. 2)

Estaban Reubel y Gohir, dos de los cinco “directores” que con un Consejo de
ancianos se constituyeron en gobierno después de la caída de Robespierre, siendo
conocidos como el Directorio.

Los términos “directores” y “ancianos” son, por supuesto, típicamente judíos.

Debemos hacer aquí una observación más y es que este importantísimo y revelador
trabajo de Sir Walter Scott en 9 volúmenes es prácticamente desconocido, nunca ha
sido impreso junto con sus otros trabajos y es casi imposible de conseguir.

5
El Consejo del condado de París, equivalente al L.C.C. de Londres.

27
Aquellos familiarizados con la técnica judía apreciarán en todo su significado este
hecho y sabrán la importancia que esto da a la evidencia que Sir Walter Scott nos
presenta acerca de los poderes detrás de la Revolución francesa.

Regresemos a París. Robespierre está solo y aparentemente es el amo de la situación,


pero echemos un vistazo a la Vida de Robespierre que escribe un tal G. Renier como
si tuviera acceso total a los secretos judíos:
Desde abril a julio de 1794 [fecha de la caída de Robespierre] el terror estuvo al
máximo. Nunca se trató de la dictadura de un solo hombre y menos que nadie de
Robespierre. Unos 20 hombres (los comités de Seguridad pública y Seguridad general)
compartían el poder.

El 28 de julio de 1794 Robespierre pronunció un largo discurso frente a la


Convención… una filípica contra los ultraterroristas en la que formuló vagas
acusaciones: “No me atrevo a nombrarlos en este momento y en este lugar. No me
atrevo a rasgar completamente el velo que cubre este profundo misterio de iniquidad.
Pero puedo afirmar positivamente que entre los autores de este complot figuran los
agentes de ese sistema de corrupción y extravagancia, el más poderoso de todos los
medios inventados por los extranjeros para destruir a la República, me refiero a los
impuros apóstoles del ateísmo y de la inmoralidad en la que se basa”.

Renier continúa lleno de satisfacción judía: “[Robespierre] habría podido triunfar


todavía de no haber pronunciado estas palabras”. Con esta frase Renier termina de
poner los puntos sobre las íes a lo que Robespierre había dejado incompleto.

La alusión de Robespierre a los “extranjeros corruptores secretos” se había


aproximado demasiado al límite.

Esa madrugada a las dos, Robespierre fue víctima de un disparo en la quijada y al día
siguiente a primera hora fue llevado a la guillotina.

Recordemos una vez más el protocolo 15: “De esta forma procederemos con los
masones goy que saben demasiado”

Nótese que Abraham Lincoln fue asesinado de forma similar por el judío Booth la
noche que comunicó a su gabinete su intención de financiar en lo futuro a EEUU sin
deuda, de forma similar a como había financiado la Guerra civil, con dinero libre de
deuda conocido como “Greenbacks”.

28
3

LA REVOLUCIÓN RUSA

Monsieur Francois Coty, el conocido fabricante de perfume, escribió en Figaro el 20


de febrero de 1932:
Los subsidios otorgados a los nihilistas durante este periodo [1905-1917] por Jacob
Schiff de Kuhn Loeb & Co., New York, ya no eran actos de generosidad aislada. Una
verdadera organización terrorista rusa había surgido a sus expensas. Había llenado
Rusia de sus emisarios.

Esta creación por parte de los judíos de formaciones terroristas dentro de un país
condenado a la revolución, llámense nihilistas o como en Francia en 1789, “Bandas
sagradas” o “Marseillais” u “operativos” como en la Inglaterra de Carlos I, se nos
revela como el procedimiento estándar. Jacob Schiff también financió a Japón en su
guerra contra Rusia en 1904-5, como podemos ver en la Enciclopedia judía.

El 3 de enero de 1906 el ministro de exteriores ruso proporcionó al zar Nicolás II un


reporte sobre este brote revolucionario que contenía los siguientes párrafos, según
nos lo muestra el American Hebrew del 13 de julio de 1918:
Los acontecimientos que ocurrieron en Rusia en 1905… indican claramente que el
movimiento revolucionario… definitivamente tiene un carácter internacional… los
revolucionarios poseen grandes cantidades de armas importadas y medios financieros
bastante considerables… uno debe concluir que hay organizaciones capitalistas
extranjeras que están interesadas en apoyar nuestro movimiento revolucionario. Si
agregamos a lo anterior el hecho fehacientemente probado de que una parte bastante
considerable del movimiento está formada por judíos… como líderes en otras
organizaciones… siempre son el elemento más belicoso de la revolución… tenemos
derecho a asumir que todo el apoyo antes mencionado al movimiento revolucionario
ruso proviene de los círculos capitalistas judíos”. [Ed. Ha de leerse sionistas
internacionales donde dice judíos]

La conclusión del reporte anterior estaba ciertamente más que justificada. Sería
confirmada por otro documento oficial, aún más importante, escrito en la cúspide del
movimiento revolucionario en 1918.

El reporte fue elaborado por Mr. Oudendyke, representante del gobierno holandés en
San Petesburgo que también se había quedado a cargo de los intereses británicos en
Rusia después de que la embajada de este país fuera destruida por los bolcheviques.

29
Tan importante era este reporte de Mr. Oudendyke para Mr. Dalfour que fue
reproducido en un documento del gobierno británico sobre el bolchevismo, publicado
en abril de 1919 (Russia No. 1), en el cual puede leerse lo siguiente:
Considero que la supresión inmediata del bolchevismo es el principal asunto con el
que se enfrenta el mundo, incluso contando con el de la guerra; y a menos que se
acabe con el bolchevismo, este se expandirá de una forma u otra sobre Europa y
sobre el mundo entero, ya que está organizado y dirigido por judíos, que no tienen
nacionalidad y cuyo objetivo es destruir el orden existente para conseguir sus
propios fines.

Aún más claro es un artículo del 12 de abril de 1919 en un periódico llamado El


Comunista, en Khartov, firmado por M. Cohen:
La gran revolución rusa fue efectivamente lograda por manos judías. No hay judíos en
el Ejército rojo por lo que a infantería se refiere, pero en los comités y en la
organización soviética como comisarios, los judíos están dirigiendo a las masas. El
símbolo de la judería se ha convertido en el símbolo del proletariado ruso, lo cual puede
apreciarse efectivamente en la adopción de la estrella de cinco puntas, que en otros
tiempos fuera el símbolo del sionismo y de la judería.

Mr. Fahey, en su gran trabajo Los gobernantes de Rusia, es más específico,


escribiendo que en 1917 de las 52 personas que tomaron la dirección de Rusia, todos
excepto Lenin eran judíos.

Tan efectiva fue la liquidación de todos los estamentos sociales rusos excepto el
proletariado que desde entonces continúan en las garras judías. El Dr. Fahey nos dice
que en 1935 el Ejecutivo central de la Tercera internacional, que gobernaba Rusia,
“estaba formado por 59 hombres, de los cuales 56 eran judíos. Los otros tres,
incluyendo a Stalin, estaban casados con judías. De los 17 embajadores soviéticos
principales 4 eran judíos”. (Los gobernantes de Rusia, pp. 8-9)

El Rev. George Simons, superintendente de la iglesia episcopal metodista en San


Petersburgo desde 1907 hasta octubre de 1918, compareció ante un comité del
Senado de los EEUU el 12 de febrero de 1919 e hizo entrega de un reporte con todas
sus experiencias personales en Rusia. El Dr. Fahey lo cita:
En diciembre de 1918, de 388 miembros del gobierno revolucionario solo 16 eran
verdaderos rusos; todos los demás eran judíos, con la excepción de un negro de los
EEUU. De los judíos, 265 vienen de la parte baja del lado oriental de Nueva York.

30
Aunque se liquidó a una buena cantidad de judíos durante la llamada “purga de
Moscú”, esto no cambió para nada la situación. Simplemente significó que una
facción judía había triunfado y liquidado a la otra. Jamás ha habido nada parecido a
una revuelta gentil en contra de la dominación judía.

El hecho de que judíos fueran liquidados por las facciones detrás de la cortina de
hierro puede utilizarse para hacer creer al mundo que se trata de revueltas antisemitas
y de vez en cuando se propaga sistemáticamente esta mentira.

A medida que la opinión pública mundial se fue volviendo en contra de la URSS,


judíos importantes empezaron a temer que este sentimiento, combinado con el
conocimiento de que el bolchevismo es judío, pudiera ocasionar reacciones
desagradables en contra de ellos. Alrededor de 1945, por lo tanto, círculos
influyentes judíos organizaron una poderosa campaña, principalmente en EEUU,
para difundir otra vez el cuento de que Rusia se había vuelto contra los judíos.
Olvidaron, por lo visto, comunicarles esta táctica a sus hermanos, pues pronto
surgieron refutaciones bien informadas. Un periódico llamado Bulletin, órgano del
Grupo de discusión de Glasgow, escribió en junio de 1945: “Están esparciendo
semejante patraña: que el crecimiento del antisemitismo en Rusia no es más que
mentiras malintencionadas e invención pura.”

El 1 de febrero de 1949, el Daily Worker publicó un artículo en el que Mr. Parker


daba algunos nombres y cifras de judíos en altos puestos en la URSS, de la cual todo
parece indicar que acababa de regresar, pues escribió: “jamás escuché el más leve
respiro de crítica en contra de esta situación” y más tarde en el mismo artículo “el
antisemitismo acarrearía las mismas consecuencias a un oficial soviético que a un
ciudadano que es llevado a corte por cargos de antisemitismo”.

El 10 de noviembre de 1949, el Daily Worker, ese constante campeón del judaísmo,


publicó un artículo de Mr. D. Kartun titulado “Acabando con el antisemitismo” que
muestra el total control judío detrás de la Cortina de hierro: “en Polonia y en las otras
democracias populares, el antisemitismo de palabra u obra está severamente
castigado”.

Entre 1945 y 1949 hubo una enorme propaganda para convencer a los gentiles de
este lado de la Cortina de hierro de que el antisemitismo proliferaba de aquel lado y
que se estaba expulsando a todos los judíos de los altos puestos. Algunas personas
empezaron a creerlo y fue por eso que en otoño de 1949 me pareció que valía la pena

31
mostrar en una lista todas las posiciones importantes ocupadas por judíos detrás de la
Cortina de hierro. Aquí tenemos un extracto de aquella lista:
RUSIA
Premier Stalin Casado con judía
Vice-Premier Kaganovitch Judío
Ministerio de control estatal Mekhlis Judío
Construcción militar y naval Ginsburg Judío
Ministro del órgano de
Yudin Judío
Cominform
Jefe de propaganda exterior Ilya Eherenburg Judío
Ministro de construcción y
Yudin Judío
maquinaria
Ministro de exteriores Molotoff Casado con judía
POLONIA
Gobernante virtual Jacob Bergman Judío
Fiscal general T. Cyprian Judío
Movimientos juveniles Dr. Braniewsky Judío
HUNGRÍA
Gobernante virtual Mathias Rakosi Judío
RUMANIA
Anna Pauker (después
removida por
Gobernante virtual Judía
“desviacionismo” pero
reemplazada por otro judío)
YUGOSLAVIA
Gobernante virtual Moishe Pyjede Judío

En mayo de 1949, el Daily Worker, que es por supuesto consistente y fervientemente


projudío, publicó un artículo de Mr. A. Rothstein alabando a la URSS y al mismo
tiempo otro artículo similar sobre el paraíso detrás de la Cortina de hierro por Mr.
Sam Aronvitch.

El 10 de noviembre el mismo periódico publicó un artículo en el cual D. Kartun,


escribiendo acerca de las “Democracias populares” y criticando el antisemitismo,
escribó:
Nadie podría ni soñar con hacer discursos antisemitas o escribir un artículo antisemita
en cualquiera de estos países. Si lo hicieran, la sentencia de prisión sería inmediata y
para largo tiempo.

32
En los últimos años nos han llegado nuevas pruebas dramáticas de la vital
interrelación entre los judíos y la URSS. Los juicios canadienses de espionaje, que se
enfocaron en el espionaje atómico para la URSS, culminaron con la condena a Frank
Rosenberg (alias Rose), el judío comunista canadiense miembro del Parlamento, y de
muchos otros judíos de la misma banda en Inglaterra y EEUU, incluyendo: Fuchs,
profesor Weinbaum, Judith Coplon, Harry Gold, David Greenglass, Julius
Rosenberg, Miriam Moskewitz, Abraham Brothanz y Raymond Boyer, quien aunque
fuera gentil de nacimiento, se casó con una judía y –creo yo– adoptó el credo judío.

Finalmente tenemos la huída hacia la URSS con secretos atómicos del también judío
profesor Pontecorvo, quien había estado trabajando en asociación con Fuchs.

Sin duda seguirán llegando historias de que Rusia se ha vuelto antisemita, pero no es
difícil darse cuenta de que las cadenas judías, respaldadas por los más sofisticados
escuadrones de espionaje y asesinato, antes de romperse causarían una convulsión
que sacudiría al mundo entero.

DESARROLLO DE LA TÉCNICA REVOLUCIONARIA

Cuatro revoluciones históricas merecen nuestra atención especial. El estudio y la


comparación de los métodos empleados en ellas nos revelarán por un lado la esencial
similitud entre ellas y por otro un interesante avance en cuanto a su técnica.

Es como si estudiáramos las diferentes etapas en la evolución del rifle moderno a


partir del “Brown Bess” original.

Las revoluciones en cuestión son primero la de Cromwell, después la francesa, en


tercer lugar la rusa y finalmente la española de 1936. Puede probarse que todas ellas
fueron obra de la judería internacional. Las primeras tres fueron exitosas y
terminaron con el asesinato del monarca reinante y el exterminio de sus seguidores.

En cada caso la finanza y la intriga judía son fáciles de rastrear y la primera medida
aprobada por los revolucionarios fue la “emancipación” de los judíos.

Cromwell fue financiado por varios judíos, principalmente Manasseh Ben Israel y “el
Gran judío” Carvajal, proveedor de su ejército.

33
En esta ocasión la influencia judía se limitó a ser financiera y comercial, mientras
que las armas de la propaganda y los medios fueron semi-religiosas, estando todos
los cromwellianos inmersos en el judaísmo del Antiguo Testamento. Algunos como
el general Harrison llevaron su judaísmo al extremo de promover la adopción de la
Ley mosaica como la ley de Inglaterra y la sustitución del sábado por el sabath, en
lugar del domingo cristiano.

Son bien conocidos los absurdos pasajes del Antiguo Testamento que los
revolucionarios adoptaron como nombres, tales como el del sargento Obadiah “ata a
sus reyes con cadenas y a sus nobles con grilletes de acero”.

La revolución de Cromwell tuvo una vida muy corta. El trabajo de destrucción no


había sido suficiente para frustrar la contrarrevolución y la restauración del antiguo
régimen.

Fue necesaria una segunda revolución, la llamada “Gloriosa” de 1689. Esta también
fue financiada por judíos, principalmente Solomon Medina, Suasso, Moses Machado
y otros.

Para la Revolución francesa de 1789 la técnica había mejorado notablemente. Las


sociedades secretas habían infestado Francia en gran escala los años previos. Los
planes de liquidar el antiguo régimen eran para entonces más drásticos. El asesinato
judicial de un rey amable y bien intencionado y de unos cuantos nobles fue sustituido
por los asesinatos en masa en las prisiones y en las casas privadas de toda la nobleza,
el clero, la aristocracia y la burguesía, sin importar el sexo.

El daño causado por Cromwell y la desacración de unas cuantas iglesias por su


momentánea utilización como establos se convirtió en la destrucción general de las
iglesias cristianas y su conversión en baños públicos, burdeles y mercados, la
prohibición de practicar la religión cristiana y hasta de hacer sonar las campanas.

No se permite que se desarrolle una guerra civil. Se aísla al ejército y se separa al rey
secuestrándolo desde el inicio. El control secreto en 1789 es tan poderoso que las
masas francesas liquidan a sus propios líderes naturales, lo cual es en sí mismo un
fenómeno por demás extraño y sospechoso.

Más sospechoso aún es la súbita aparición de poderosas bandas armadas de


pandilleros que marcharon sobre París desde Lyon y Marsella y que ha quedado
registrado que eran evidentemente extranjeros. Aquí tenemos las primeras

34
formaciones de mercenarios extraños y elementos del crimen, imponiendo la
revolución en un país que no es el suyo, idea que sería expandida y perfeccionada en
las Brigadas internacionales que quisieron imponer el marxismo en España 150 años
después.

En el s.XVII Inglaterra no fue desmembrada ni horrendamente dividida en regiones


extrañas, en cambio todas las fronteras históricas internas de la Francia del s.XVIII
fueron eliminadas. Los espléndidos e históricos nombres y títulos de condados,
departamentos y familias fueron borrados y Francia fue dividida en cuadrados
numerados ocupados únicamente por “ciudadanos”. Incluso el calendario fue
sustituido. La bandera nacional de Francia con toda su gloria y sus flores de lis fue
prohibida. En su lugar los franceses recibieron la tricolor, insignia de asesinato y de
rapiña. Sin embargo, este fue el error de los cerebros de la Revolución.

Quizá la tricolor no sea la famosa y honorable bandera de Francia. Puede ser que
estuviese escurriendo sangre de la masacre, del regicidio y la villanía. Puede ser que
apestase a los criminales judíos que la diseñaron e impusieron al pueblo francés, pero
fue proclamada la bandera nacional y en bandera nacional se convirtió. Y con la
bandera nacional surgió un ejército nacional y un líder nacional: Napoleón. No pasó
mucho tiempo antes de que este gran hombre francés se volviera contra los poderes
secretos que hasta entonces controlaban los ejércitos de Francia. Habían planeado
usar estos ejércitos para revolucionar todos los estados europeos, uno después de
otro, para aniquilar el liderazgo y establecer el gobierno de la masa –aparentemente,
pues en realidad es el suyo, por supuesto.

De esta misma forma los judíos de hoy planean utilizar el Ejército rojo. Una política
tal, dirigida por extranjeros de esta calaña, no puede continuar una vez que un
ejército nacional ha entronizado a un auténtico líder nacional. Su apariencia y sus
políticas son diametralmente opuestas. Muy pronto el Primer cónsul retó y venció a
estos extranjeros y a sus marionetas.

Para 1804 Napoleón había descubierto al judío y sus planes que amenazaban a
Francia y restauró sistemáticamente todo lo que la Revolución había arrasado. Desde
este momento el dinero judío financió cada coalición en su contra. Los judíos de hoy
aún se vanaglorian que fuera Rothschild y no Wellington quien derrotó a Napoleón.
Consciente de esto, Hitler, al ocupar París, inmediatamente ordenó una guardia de
honor permanente en la tumba de Napoleón en Les Invalides e hizo traer desde

35
Austria el cuerpo de L’Aiglon (el hijo de Napoleón y María Luisa) para ser
finalmente enterrado en el lugar donde debía estar, junto a su padre.

Cuando examinamos la Revolución rusa encontramos que la técnica es ya más


atrevida y mucho más drástica. En esta ocasión no se permite ninguna bandera
nacional, ni ejército, ni himno. Después que la escoria de la comunidad hubo
aparentemente logrado lo imposible y liquidado a todas las otras clases incluyendo al
kulak (un hombre con tres vacas), es amasada en una fuerza políglota llamada
Ejército rojo. Sobre ellos ondea una bandera roja internacional y su himno es la
Internacional.

La técnica de la Revolución en Rusia fue tan perfecta que hasta hoy ha logrado salvar
al régimen judío de todos los contraataques.

La siguiente revolución importante es la que brotó en España en 1936.


Afortunadamente para Europa fue frustrada por el general Franco y un puñado de
valientes que inmediatamente presentaron batalla a las fuerzas revolucionarias y
lograron aplastarlas luego de una larga lucha.

El logro es aún más meritorio en vista del más reciente desarrollo en la organización
revolucionaria, que fueron las Brigadas internacionales. Estas brigadas estaban
formadas por criminales, aventureros y bribones, la mayoría comunistas, de 52 países
distintos, misteriosamente transportados y organizados en formaciones en España a
solo unas semanas del inicio de las hostilidades, uniformados y armados con armas
que ostentan la estrella judía de cinco puntas. Esta estrella y el símbolo de Salomón
estaban bordados en los uniformes de los oficiales y las hordas comunistas. Yo
mismo los he visto.

Para octubre de 1936 estas Brigadas internacionales estaban ya reunidas en un


número considerable. A pesar de ser indisciplinadas y traicioneras, el mero hecho de
que un ejército político enorme y bien armado interviniera súbitamente apoyando a
un bando en las primeras etapas de una guerra civil, pudo haber inclinado la balanza
antes que los elementos patrióticos pudieran organizarse y crear un ejército
adecuado.

Aunque el público británico fue mantenido en total ignorancia sobre el significado


real de lo que ocurría en España, dos países europeos estuvieron a la altura de la
situación. Alemania e Italia habían probado a su tiempo la amargura de la
Revolución comunista y habían salido victoriosos sobre esta terrible plaga. Sabían

36
quién había financiado y organizado las Brigadas internacionales y con qué siniestro
propósito se había proclamado a Barcelona capital de los Estados Soviéticos de
Europa Occidental. Intervinieron en un momento crítico con la fuerza suficiente para
contrarrestar las Brigadas internacionales y permitir que el pueblo español organizara
su propio ejército que, a final de cuentas, zanjó la cuestión. Zanjar la cuestión es un
decir. El judaísmo internacional había sido vencido pero no descansaría hasta tener
su revancha, hasta que lograra conjuntar todas las armas del mundo en contra de
estos dos países que además de frustrar sus planes en España estaban en vías de
instalar en Europa un sistema económico independiente del oro y de la usura, mismo
que si se permitía que se desarrollara hubiera significado el fin del poder judío para
siempre.

ALEMANIA LE PONE EL CASCABEL AL GATO

La alarma hecha sonar en 1918 por Mr. Oudendyke en su carta a Mr. Belfour,
denunciando al bolchevismo como un plan judío que atraparía a Europa y al mundo
si las potencias europeas no lo combatían conjuntamente no era ninguna exageración.
A finales de ese año la bandera roja ondeaba en la mayoría de las ciudades
importantes de Europa. En Hungría el judío Bela Kun organizó y mantuvo por un
tiempo una sangrienta tiranía similar a la rusa. En Alemania los judíos Liebknecht,
Barth, Scheidemann, Rosa Luxemburg, etc., hicieron un desesperado intento por
hacerse con el poder. Estas y otras convulsiones similares sacudieron Europa, pero
cada país logró frustrar los planes a su manera.

En la mayoría de los países unas cuantas voces se alzaron para exponer la verdadera
naturaleza de estos males. Solo en uno, sin embargo, surgió un grupo y un líder
político que captara en su totalidad el significado de los acontecimientos y percibiera
detrás de las turbas y los pandilleros autóctonos la organización y el poder del
judaísmo internacional. Este líder fue Adolfo Hitler y su grupo el Partido
Nacionalsocialista Obrero Alemán.

Nunca antes en la historia un país no solo había derrotado a la revolución organizada


sino descubierto y enfrentado a los judíos detrás de ella. No debe sorprendernos que
las cloacas judías inundaran con vituperios a estos hombres y a su líder, ni debemos
caer en el error de suponer que la judería no podría adherirse a cualquier mentira con

37
tal de impedir que los hombres honestos investiguen los hechos por sí mismos. Por el
contrario, si alguien valora la libertad y se propone buscar la verdad y defenderla,
tiene el ineludible deber de investigar.

Aceptar acríticamente las mentiras y engaños de una prensa controlada por judíos es
escupir a la verdad. Actuar de una forma tan a la ligera es un pecado contra la luz. En
el caso de Alemania y Hitler la tarea de investigación es muy sencilla. Muchas
autoridades nos dicen que Hitler explica completa y exactamente su punto de vista
sobre estos asuntos vitales en su Mein Kampf. Deliberadamente se han propagado
muchas mentiras acerca de este libro, citando párrafos fuera de contexto,
distorsionando la semántica y haciéndolo decir lo que no dice. Habiendo leído
muchas de estas inescrupulosas diatribas, me sorprendió mucho lo que encontré
cuando leí el libro por mí mismo no hace mucho tiempo.

A partir de muchas conversaciones en las que me ha tocado estar, me he dado cuenta


de que la mayor parte de la gente es tan ignorante como lo era yo respecto a la
verdadera naturaleza de este magnífico libro. Me propongo, por lo tanto, intentar dar
una visión auténtica de su propósito y espíritu presentando algunas citas de sus dos
temas principales: primero la consciencia y denuncia del plan judío para el marxismo
mundial y segundo la admiración y el deseo de amistad con Gran Bretaña.

Escribiendo acerca de los días anteriores a 1914, Hitler dice:


Yo todavía veía al judaísmo como una religión… no tenía ninguna idea de la existencia
de la hostilidad judía deliberada… poco a poco me di cuenta de que la prensa
socialdemócrata estaba preponderantemente controlada por judíos… No existía ningún
periódico en el cual tuvieran algo que ver los judíos que pudiera describirse como
nacional… reuní todos los panfletos socialdemócratas que pude y busqué los nombres
de sus autores: puros judíos.

A medida que fue estudiando estas cuestiones, Hitler empezó a darse cuenta de la
realidad:
También hice un profundo estudio de la relación entre judaísmo y marxismo… El
Estado judío nunca ha tenido fronteras por lo que a espacio se refiere, era ilimitado por
lo que respecta al espacio, pero bien delimitado por su concepción de sí mismo como
raza. Ese pueblo, por lo tanto, ha sido siempre un Estado dentro del Estado… La
doctrina judía del marxismo rechaza el principio aristocrático en la naturaleza… niega
el valor del individuo entre los hombres, combate la importancia de la nacionalidad y la
raza, quitándole así a la humanidad todo su sentido de la existencia.

38
La democracia en occidente es hoy el patrocinador del marxismo, que sería
inconcebible sin la democracia… Si el judío, con la ayuda del credo marxista, conquista
a las naciones del mundo, su corona será la tumba de la raza humana… Así es como hoy
creo que al defenderme en contra de los judíos estoy haciendo la obra del Señor.

A finales de 1918 surgió la Revolución en Alemania, organizada en la retaguardia de


un ejército invicto en el campo de batalla. Respecto a esto Hitler escribió:
En noviembre llegaron marineros exhortándonos a rebelarnos, siendo sus líderes unos
cuantos jóvenes judíos, en una lucha por la “libertad, belleza y dignidad de nuestra vida
nacional”. Ninguno de ellos había pisado el frente jamás.

El verdadero organizador de la Revolución era el judío internacional… La Revolución


no la hicieron las fuerzas de la paz y el orden sino del motín, el robo y el saqueo.

Estaba empezando a aprender y hasta entonces (1919) llegué a comprender las


enseñanzas e intenciones del judío Karl Marx. Solo entonces llegué a comprender El
Capital e igualmente la lucha por la democracia social contra la economía de la nación,
y que su meta es preparar el terreno para la dominación del capital verdaderamente
internacional.

El emperador les ofrecía su mano amiga a los líderes del marxismo… al mismo tiempo
que ellos ya sostenían el puñal con la otra mano… Con el judío no hay negociación, es
únicamente el estricto “o esto, o…”

Después Hitler da más detalles sobre la maquinaria destructora judía.


Por medio de las uniones comerciales que podrían estar salvando a la nación, el judío en
realidad está destruyendo la economía nacional.

Al crear una prensa que está al nivel intelectual del menos educado, la organización
política y laboral obtiene una fuerza de compulsión que le permite preparar a los
estratos más bajos de la nación para las empresas más arriesgadas

La prensa judía… destruye todo lo que podría llamarse la independencia de la nación, la


civilización y la autonomía económica. Ruge especialmente en contra de quienes se
niegan a doblar la rodilla a la dominación judía o cuya capacidad intelectual es
percibida por el judío como una amenaza.

La ignorancia de la masa… y la falta de intuición de nuestra clase alta facilita que las
personas sean atrapadas por la campaña de mentiras judías.

Pero el presente está trabajando para su propia ruina: introduce el sufragio universal,
habla de la igualdad de derechos y no puede dar ninguna razón para sustentar este
pensamiento. A sus ojos, lo material es lo único que recompensa el valor de un hombre,
destruyendo así las bases de la más noble igualdad que pueda existir.

39
Una de las tareas de nuestro movimiento es inaugurar una era en la que se dé al
individuo lo indispensable para vivir, pero también que mantenga el principio de que el
hombre no vive para el disfrute material únicamente.

La vida política de hoy en día ha dado la espalda persistentemente a este principio de la


naturaleza (la calidad)…

La civilización humana no es más que el resultado de la fuerza creativa de la


personalidad dentro de la comunidad como un todo y especialmente de sus líderes… el
principio de dignidad de la mayoría está empezando a envenenar toda la vida y a
romperla de hecho.

Ahora vemos que el marxismo es la forma que toma el intento judío para abolir la
importancia de la personalidad en todos los departamentos de la vida humana y poner en
su lugar una masa de números.

El principio de decisión por las mayorías no ha gobernado la raza humana por siempre,
al contrario, aparece únicamente en breves periodos de la historia y se trata de los
periodos de decadencia de las naciones.

No debemos olvidar que el judío internacional que continúa dominando Rusia no ve en


Alemania un aliado, sino un Estado destinado a sufrir el mismo destino que aquella.

En la última página y prácticamente en el último párrafo del Mi lucha tenemos lo


siguiente:
El partido como tal defiende el cristianismo positivo, pero no se liga a ningún credo en
particular. Combate el espíritu materialista judío dentro y fuera de nosotros mismos.

Buscando ayuda en el resto del mundo para su batalla en contra de la amenaza judía
del bolchevismo, Hitler miraba constantemente hacia el Imperio británico. Siempre
deseó su amistad. Siempre declaró que Gran Bretaña era uno de los principales
baluartes en contra del caos y que sus intereses no eran contrarios sino
complementarios a los alemanes.
No estaba dentro de los intereses de Gran Bretaña, sino de los judíos, el destruir
Alemania… Incluso en Inglaterra hay una lucha constante entre quienes representan los
intereses del Estado británico y quienes representan los de la dictadura mundial judía.

Mientras Inglaterra se desangra manteniendo su posición en el mundo, el judío se


encuentra organizando sus propios medios de conquista… De modo que el judío de hoy
es un rebelde en Inglaterra y la lucha contra la amenaza mundial judía empezará
también ahí.

40
Ningún sacrificio que lograse una alianza con Inglaterra habría sido demasiado. Aunque
significara renunciar a las colonias y a la flota marítima y abstenerse de competir contra
la industria británica.

En los años siguientes expuso estos temas hasta el cansancio: la amenaza judía
marxista y su disposición de ser amigo de Gran Bretaña. Incluso tan tarde como en
Dunquerque, Hitler seguía machacando con esta idea a sus principales generales, para
asombro de estos. Y no sólo eran palabras, como se demostró más tarde cuando,
como nos informa Liddell Hart, salvó al ejército británico de la aniquilación al
ordenar a sus panzer detenerse, informando a sus generales una vez más que para él
el Imperio británico y la Iglesia católica eran baluartes de la paz y el orden que
debían ser protegidos.6

Mi lucha se publicó en octubre de 1933. Antes que hubiera salido de la imprenta, las
compuertas del odio judío contra Hitler y el Tercer Reich ya estaban completamente
abiertas. Todas las personas de habla inglesa del mundo eran engañadas con mentiras,
distorsiones e historias de atrocidades que ahogaban las voces de los pocos que
entendían la situación.

En el revuelo se olvidó el eslogan de Marx que decía que antes de que triunfara el
bolchevismo el Imperio británico debía ser destruido y en cambio se ocultaban las
repetidas declaraciones de Hitler en el sentido de que estaba dispuesto a defender al
Imperio británico si este se lo pedía, de ser necesario incluso mediante las armas.

1933: JUDEA DECLARA LA GUERRA A ALEMANIA

La edición inglesa del Mi lucha estaba aún por imprimirse cuando el judaísmo
declaró la guerra al régimen nacionalsocialista e inició un intenso bloqueo en contra
de Alemania.

La Conferencia internacional de boicot judío se reunió en Holanda en verano de 1933


bajo la presidencia de Mr. Samuel Untermeyer, de los EEUU, quien fue electo
presidente de la Federación Económica Judía Mundial que se formó para combatir la
oposición a los judíos en Alemania. A su regreso a EEUU, Mr. Untermeyer dio un

6
Lidell Hart. El otro lado de la colina, Cap 10

41
discurso por la estación WABC, el texto del cual se imprimió en el New York Times
del 7 de agosto de 1933 y que tengo justo frente a mí. Mr. Untermeyer se refería en
las primeras frases a “la guerra santa por la causa de la humanidad en la que estamos
embarcados” y continuaba desarrollando su tema con gran fuerza, describiendo a los
judíos como los aristócratas del mundo. “Cada uno, judíos y gentiles por igual, que
no se haya enlistado en esta guerra santa debe hacerlo aquí y ahora”. A los judíos que
no se unían a la causa los acusaba llamándolos “traidores a su raza”.

En enero de 1934 Mr. Jabotinsky, fundador de Sionismo revisionista, escribió en


Natcha Retch:
La lucha contra Alemania se ha estado librando durante meses, lo ha hecho cada
comunidad judía, conferencia, organización comercial, cada judío del mundo…
debemos desencadenar una guerra espiritual y material de todo el mundo en contra de
Alemania.

Esta es quizá la más confiada aseveración que se funda en la declaración judía


–según los Protocolos– de que ellos pueden provocar una guerra.

El protocolo 7 dice:
Debemos estar en posición de responder cada acto de oposición de un Estado
provocando una guerra con su vecino. Y si sucede que se oponen conjuntamente a
nosotros, mediante una guerra universal.

Debe recordarse que una copia de estos Protocolos se guardó en el Museo británico
en 1906.

Para 1938 la guerra judía estaba al máximo y a través de su influencia o presión ya


muchas personas y grupos gentiles estaban siendo arrastrados al ojo del huracán.
Varios miembros del Partido socialista británico defendían abiertamente el unirse a
esta guerra fría y el movimiento a favor de la guerra estaba cundiendo en todos los
partidos bajo el liderazgo de los Churchill, Amery, Duff, Cooper y otros. “Hitler no
querrá la guerra, pero se le obligará a aceptarla, no este año, pero más tarde”,
bramaba el judío Emil Ludwig en la edición de junio de Les Aniles, en 1934.

El 3 de junio de 1938 se dio un paso más mediante un artículo que apareció en el


American Hebrew, el semanario oficial del judaísmo norteamericano. Este artículo,
que empezaba por mostrar que Hitler no se había desviado nunca de su doctrina del
Mein Kampf, amenazaba con tomar la más cruel represalia.

42
Se ha vuelto patente que una combinación de Inglaterra, Francia y Rusia tarde o
temprano tocará la marcha triunfante (contra Hitler)… Ya sea de forma planeada o por
accidente, un judío ha llegado a una posición muy importante en cada uno de estos
países. El destino y las vidas de millones descansan en manos no arias… En Francia el
judío importante es Leon Blum… Leon Blum quizá vaya a ser el Moisés que dirija…
Maxim Litvnoff, supervendedor soviético, es el judío que está a la derecha de Stalin, el
pequeño soldado del comunismo… el judío inglés importante es Leslie Hore-Belisha, el
nuevo jefe de Tommy Atkins.

Después, en el mismo artículo, leemos:


Puede suceder que estos tres hijos de Israel conformen la alianza que envíe al exaltado
dictador nazi al infierno. Y cuando se haya disipado el humo de la batalla… el hombre
que tomó la cruz de Cristo en forma de suástica… será enterrado en un hoyo… mientras
el trío de no arios entona un réquiem… una mezcla de La Marsellesa, Dios salve a la
Reina y la Internacional, junto con un orgulloso y agresivo Eili Eili.

Dos puntos del fragmento anterior son dignos de consideración. Primero, se da por
hecho que estos tres judíos no actuarán en ningún momento como otra cosa que no
sea como judíos y que se puede confiar en que ellos guiarán a las masas gentiles a la
ruina en una guerra judía. Segundo: nótese la referencia a “la cruz de Cristo en forma
de suástica” que el judaísmo busca enterrar y que nos revela el odio judío hacia el
cristianismo.

Mientras tanto la presión judía se iba extendiendo al máximo para incitar choques
entre sudetenses, checos, polacos y alemanes. Para septiembre de 1938 el asunto
había llegado a un punto más que desesperado. Mr. Chamberlain mismo voló a
Múnich y logró el acuerdo histórico con Hitler. Parecía que el objetivo del partido de
la guerra se había frustrado y que Europa se salvaba. Rara vez se habían visto escenas
y evidencias de tan espontánea alegría y gratitud como se vieron aquella vez por toda
Gran Bretaña y Europa.

Aquellos que conocían el poder del enemigo, sin embargo, sabían que el trabajo de
Mr. Chamberlain iba a ser seguramente saboteado. Recuerdo haber dicho la misma
tarde de su regreso de Múnich que en menos de una semana cada periódico del país y
los belicosos del parlamento estarían atacando a Mr. Chamberlain por haber
asegurado la paz, sin importar el hecho de que al hacer esto estaban abiertamente
contradiciendo los verdaderos deseos del pueblo. Los hechos probaron que esta
predicción era exacta.

43
En ninguna parte fue tan grande la furia judía como en Moscú. Tengo ante mí un
panfleto diseñado por mí mismo en octubre de 1938. Dice:
¿Se dan cuenta de que Mr. Chamberlain fue quemado en efigie en Moscú tan pronto se
supo que había logrado un acuerdo de paz? Esto nos muestra claramente quién es el que
quiere la guerra y quién seguirá trabajando incansablemente para provocar conflictos
por todo el mundo.7

Habiendo fracasado el intento de provocar una guerra a causa de los Sudetes y


Checoslovaquia, el único otro detonador que quedaba era el corredor polaco, esa
monstruosidad nacida en la nefasta Conferencia de Versalles y denunciada por todos
los hombres honestos, desde el mariscal Foch hasta Arthur Henderson, desde
entonces en adelante.

Aquellos que tienen el poder de ocultar las cosas al público han mantenido en secreto
una característica muy importante de la Conferencia de Versalles, y es que todas las
decisiones importantes las tomaron los “cuatro grandes”: Inglaterra, Francia, Italia y
EEUU, representados respectivamente por Mr. Lloyd George, M. Clemenceau,
Baron Sonino y el presidente Wilson. Eso es lo que se sabe. Lo que no se sabe es que
el secretario de Mr. Lloyd George era el judío Sassoon, de M. Clemenceau era el
judío Mandel Rothschild (conocido ahora como Mandel), Baron Sonino era él mismo
judío y el presidente Wilson tenía al judío Brandeis, el intérprete era otro judío
llamado Mantoux y el consejero militar era otro judío llamado Kish.

Es bien conocido que Mr. Lloyd George y los otros no ponían mucha atención a la
geografía. En cambio, sus secretarios judíos no quitaban el dedo del renglón en este
tema. Estos judíos se reunían cada tarde a las 18:00 y dibujaban en un mapa las
decisiones que al día siguiente tomarían “los cuatro grandes”.

Los resultados fueron desastrosos desde el punto de vista de la gente decente, que
buscaba un tratado honorable cuyos términos, aunque estrictos, fueran al menos
justos y por lo tanto aseguraran una paz duradera.

El mismo Foch denunció en voz alta el tratado, declarando que contenía el germen de
una nueva guerra y aborreciendo particularmente del asunto de Danzig y el famoso
corredor. Arthur Henderson y muchos hombres públicos se unieron en la denuncia,
pero sin resultados.

7
Ver Apéndice 4

44
Desde el punto de vista de quien está planeando una nueva guerra, sin embargo, nada
podía haber ido mejor en este tratado. Este contenía toda clase de injusticias. Además
del corredor y la posesión de Danzig, se dio vida a un Estado bastardo en el que
alemanes, eslovacos, etc. –que juntos eran la mayoría del país–, fueron entregados al
control tiránico de la minoría checa, un elemento que había peleado en contra de los
aliados en 1918.

El diseño de este Estado fue geográficamente tal que estaba perfectamente estilizado
con la forma de un puñal que apuntaba directamente al corazón de Alemania.
Recibió el nombre rimbombante de Checoslovaquia. Toda la vida industrial, desde el
tremendo arsenal Skoda para abajo, estaba controlada por los intereses de la banca
judía y tenemos el testimonio de Lord Winterton en el sentido de que prácticamente
toda la tierra fue hipotecada a judíos (Hansard, octubre 1936). Bajo esta dominación
mesiánica estaban esclavizados enormes sectores de poblaciones que pertenecían a
otros países, condenados a estar sometidos por la fuerza hasta que algún país fuera
tan fuerte como para ayudarles.

Esta eventualidad, en mi opinión, no solo fue visualizada sino que se pusieron todos
los medios para que así ocurriera, dando enormes préstamos a Alemania.8 No se
olvide que mientras los banqueros judíos inundaban de dinero a Alemania, que
reconstruía la Wehrmacht más fuerte que nunca, se lanzó en este país una colosal
campaña por la paz y el desarme. Esto no solo logró que nos desarmáramos sino que
creó una atmósfera en la que Mr. Baldwin tuvo que admitir que no se atrevía a pedir
más armamento aunque sabía que era vital para nuestras fuerzas marítimas, aéreas y
terrestres.

Cualquiera que haya estudiado como yo a las personalidades y los poderes que están
detrás de esta llamada propaganda pacifista no puede tener ninguna duda sobre su
verdadero propósito y financiamiento. Para cualquiera que observe la actitud de la
prensa en ese entonces, y que se dé cuenta de que si esta propaganda de desarme
hubiera sido desagradable para aquellos que dirigen a nuestros servidores públicos ya
habrían lanzado un torrente de invectivas en contra de nuestros pacifistas, esta es una
prueba más de que esta campaña estaba apoyada por el judaísmo internacional, así
como el rearme de Alemania. ¿Pero para qué?, se preguntarán.

8
Todos ellos, por supuesto, anteriores a Hitler.

45
La respuesta es muy simple una vez que se entiende el propósito detrás del plan
judío. “De la última guerra nacieron los Estados Soviéticos de Rusia, de la próxima
nacerán los Estados Soviéticos de Europa”, había sido el pronunciamiento de una
reunión internacional de los partidos comunistas alrededor de 1932. Para hacer
posible la siguiente guerra, por lo tanto, había que balancear una vez más las
potencias, reforzar Alemania y debilitar a Gran Bretaña. Entonces los europeos
podrán pelear a muerte unos contra otros. Se esconde una dramática sorpresa para
ambos bandos. Ninguno es el verdadero ganador. El triunfador es otro ejército muy
distinto. Este ejército es el que recibirá la atención. Durante 25 años será armado en
el máximo secreto. Sus líderes no mostrarán su fuerza hasta que el conflicto esté ya a
la mitad. Nunca antes de que sea ya demasiado tarde se permitirá a los ejércitos
europeos adivinar la existencia de las inmensas fábricas más allá de los Urales o las
colosales proporciones de las hordas altamente mecanizadas que comenzarán la
invasión de Europa bajo la bandera roja del marxismo.

En marzo de 1939 Mr. Chamberlain dio una garantía británica a Polonia a causa de
un falso reporte en el sentido de que Alemania le había dado un ultimátum de 48
horas a Polonia. Tal reporte resultó ser falso. Sin embargo, ya se había dado la
garantía y la decisión de la paz o la guerra ya no estaba en manos de Inglaterra. El
judaísmo era dueño del balón. ¿Podemos dudar que Polonia fuera incitada a ignorar
la nota alemana de marzo que contenía propuestas sumamente razonables para una
solución pacífica al problema del corredor?

Pasaban los meses y Polonia no respondía nada a la nota alemana. Mientras tanto,
con sospechosa frecuencia ocurrían toda clase de insultos y abusos en la frontera
germanopolaca, técnica parecida a la que más tarde presentarían los judíos a los
británicos en Palestina. Día a día el público británico era alimentado con propaganda
de guerra y falsas representaciones de la situación. Finalmente sus mentes se cerraron
a toda petición de justicia con un nuevo eslogan: “no se puede confiar en la palabra
de Hitler”. Con esta mentira se empujó al público británico a tirar a la basura todo
razonamiento y buen juicio, creyéndose toda la propaganda de guerra de la prensa.

Este eslogan se fundaba en una malinterpretación de la palabra de Hitler que después


de cada golpe como el de los Sudetes afirmó en más de una ocasión que después de
esa “ya no haría más demandas”. La malinterpretación consistía en que la prensa
callaba que las demandas a las que Hitler se refería correspondían a esas 5 áreas de
abrumadora mayoría alemana que habían sido arrebatadas a Alemania por el dictado

46
de Versalles: los Sudetes, parte de Checoslovaquia, partes de Polonia, el corredor y
Danzig.

A medida que las tropas alemanas fueron ocupando sucesivamente cada una de las
secciones, creo que es acertado decir que Hitler declaró que no tenía ninguna otra
demanda adicional por hacer. Pero debe quedar muy claro en honor a la justicia que
esto jamás significó que reduciría las demandas que había delineado muy claramente
en tantas ocasiones, es decir, las cinco áreas en cuestión.

Cuando Hitler decía que no haría ninguna demanda adicional, el público británico
fue engañado por la prensa al hacerle creer que Hitler nunca había declarado cuáles
eran sus demandas completas, algunas de las cuales seguían sin satisfacerse. Como
si Hitler nunca hubiera exigido nada más o hubiera abandonado el resto de sus
demandas tan pronto fueron satisfechas algunas. Por lo tanto, cuando se inició el
siguiente conflicto la prensa partió de este malentendido y concluyó que no se podía
confiar en la palabra de Hitler. Para tratar esta situación con honestidad no debemos
caer en esta trampa, necesaria únicamente para quienes desean atizar el fuego de las
causas injustas. Por fortuna tenemos el juicio sereno y desapasionado ni más ni
menos que de Lord Lothian, reciente embajador británico en EEUU. En su último
discurso en Casa Chatham sobre este tema recalcó:
Si el principio de autodeterminación se hubiese aplicado también a favor de Alemania,
tal y como se aplicó en contra de ella, los Sudetes, Checoslovaquia, partes de Polonia, el
corredor polaco y Danzig habrían retornado al Reich.

Esta es una interpretación del caso diametralmente distinta de la que se daba al


público británico en 1939 –y además es la interpretación correcta. No es de extrañar
que estos hechos se le oculten al ciudadano de a pie.

Si el público británico se hubiera dado cuenta de la verdad, de que cada una de estas
demandas de Hitler descansaban sobre las bases de una justicia razonable, el pueblo
de la isla no hubiera aceptado nunca la guerra; y el único objetivo del judaísmo
internacional no era la verdad, ni la justicia, sino la guerra.

47
7

EL BOMBARDEO DE CIVILES PONE FIN


A “LA GUERRA ESTÚPIDA”

Aunque en septiembre de 1939 se declaró el estado de guerra entre Gran Bretaña y


Alemania, pronto fue muy obvio que Alemania no realizaba ninguna acción de guerra
en contra de este país. Esto no era ninguna sorpresa para quien conocía bien todos los
hechos. Hitler había dejado muy claro una y otra vez que él no intentaba atacar ni
dañar en ningún sentido a Gran Bretaña ni al Imperio británico. Con la Línea Sigfrido
bien resguardada y sin ninguna intención alemana de incursionar al occidente de esta,
“la Guerra estúpida”, como llegó a ser llamada, se encontraba estancada y así se
habría quedado de no haber iniciado el bombardeo de poblaciones civiles. Nadie
percibió esto más rápido que los picapleitos projudíos que con sus amigos dentro y
fuera de la Cámara de los comunes muy pronto empezaron a presionar para que se
iniciara esta modalidad de bombardeo en contra de Alemania.

El 14 de enero de 1940, The Sunday Times dio publicidad a una carta anónima en la
que el autor exigía saber por qué no estábamos usando nuestro potencial aéreo “para
incrementar los efectos del bloqueo”. “Escrutador”, en esa misma edición,
comentaba lo siguiente sobre esta carta:
Tal extensión de la ofensiva inevitablemente ocasionará una competencia terrible.
Podría acarrear contra nosotros represalias, que a su vez nosotros deberíamos estar en
condiciones de contestar con nuestras respectivas represalias. Pero el bombardeo de
pueblos industriales con su inevitable pérdida de víctimas civiles sería contrario al
espíritu por lo menos, si ya no a la letra, de las intenciones declaradas por ambos
bandos al inicio de la contienda.

La cita anterior está tomada del libro En defensa de los bombardeos que fue
publicado en 1944 por Mr. J.M. Spaight, C.B., C.B.E., quien fue el principal
secretario asistente del Ministerio del aire durante la guerra. Como su propio título
revela, el libro era un intento para justificar el uso indiscriminado de bombardeos
contra la población civil. En él Mr. Spaight se ufana de que esta clase de bombardeos
“salvaron a la civilización” y nos revela el hecho de que fue Inglaterra la que empezó
esta clase de guerra la tarde misma del día en que Mr. Churchill se convirtió en
Primer Ministro el 11 de mayo de 1940.

48
En la página 64 de este libro, Mr. Spaight nos da más información, que hace este
súbito cambio en la política británica aún más sorprendente, pues menciona que el 2
de septiembre de 1939 los gobiernos británico y francés hicieron una declaración en
el sentido de que “sólo los objetivos estrictamente militares, en el más estrecho de los
sentidos, serían bombardeados”.

Esta declaración, por supuesto, fue hecha en los días en que Mr. Chamberlain era el
Primer ministro y quizás ningún otro hecho podría ejemplificarnos mejor la
diferencia entre su carácter y comportamiento en comparación con el de Mr.
Churchill.

El 27 de enero de 1940, trece días después que apareciera la mencionada carta en The
Sunday Times, The Daily Mail se ocupó de esta cuestión en un editorial que
expresaba el mismo parecer que “Escrutador” en aquella edición, en contra de la
sugerencia de Mr. Amery y otros respecto a que habría que empezar a bombardear
Alemania. Sir Duff Cooper había escrito en el mismo periódico un día antes que
“parecería que existe una especie de acuerdo no escrito entre ambos beligerantes
según el cual no deben bombardearse unos a otros”.

Para ser honesto, en vista de la declaración británica y francesa del 2 de septiembre


de 1939 respecto a que bombardearían “sólo los objetivos estrictamente militares, en
el más estrecho de los sentidos”, la expresión de Sir Duff Cooper “una especie de
acuerdo no escrito” me parece bastante rebuscada.

Dentro de la Cámara de los comunes los picapleitos judíos se iban volviendo más y
más intransigentes, y cada vez más empeñados en sabotear las oportunidades de
convertir “la guerra estúpida” en una paz negociada. Esto a pesar del hecho de que
Gran Bretaña no tenía nada qué ganar y todo qué perder con la guerra total. Los
judíos, por supuesto, tenían todo que perder con una paz que dejara intacto el sistema
monetario alemán libre de oro y su gobierno libre de judíos.

Me parecía cada vez más claro que esta lucha sobre la cuestión del bombardeo de
civiles era crucial y que solo por este método de guerra podían los judíos y sus
aliados cortar el Nudo gordiano de este jaque perpetuo que amenazaba con llevar a
una paz empate e incluso quizá más tarde a una alianza en contra del bolchevismo
judío en Rusia.

49
Por lo tanto, el 15 de febrero de 1940 envié la siguiente pregunta al Primer ministro:
El capitán Ramsay hizo al Primer ministro la siguiente pregunta: si puede asegurar ante
la Cámara que el Gobierno de Su Majestad no accederá a las sugerencias que se le
hacen de abandonar los principios que lo han llevado a denunciar el bombardeo de
poblaciones civiles en España y en cualquier parte, para embarcarse él mismo en
semejantes acciones.

El propio Mr. Chamberlain respondió abiertamente:

Desconozco las sugerencias que menciona mi honorable y galante amigo. La política


del Gobierno de Su Majestad a este respecto fue plenamente delineada por mí mismo en
respuesta a una pregunta del honorable representante de Bishop Auckland (Mr. Dalton)
el pasado 14 de septiembre. Dentro de aquella respuesta dije que sin importar lo que
hagan otras naciones, el Gobierno de Su Majestad jamás recurrirá al ataque deliberado
contra mujeres, niños y otros civiles, con propósitos terroristas. No tengo nada que
agregar a este respecto.

Tanto la pregunta como la respuesta desagradaron visiblemente a los picapleitos, así


que decidí llevar el asunto un paso más allá.

El 21 de febrero hice una pregunta más sobre el tema:


El capitán Ramsey pregunta al Primer Ministro: si está consciente de que los aeroplanos
soviéticos están realizando una campaña de bombardeo de poblaciones civiles y si el
gobierno de Su Majestad ha protestado por esto del mismo modo que se hizo en
circunstancias similares durante la Guerra civil española.

Mr. Butler respondió en nombre del Primer Ministro: Sí señor. Las fuerzas aéreas
soviéticas han perseguido una política de bombardeo indiscriminado, lo cual debe ser
absolutamente condenado. Sin embargo, el gobierno de Su Majestad no ha realizado
ninguna protesta ya que no se ve cómo tal acción pueda conseguir el resultado deseado.

No hay duda de que estos acontecimientos terminaron por decidir a los picapleitos de
que había que deshacerse del Primer ministro, cuya lealtad a una política humana y
justa frustraría inevitablemente sus planes, al ver que Hitler no quería la guerra contra
Inglaterra y que por lo tanto no sería él quien iniciaría el bombardeo de civiles.

La maquinaria de intriga y rebelión en contra Mr. Chamberlain empezó a funcionar.


A final de cuentas se le echó la culpa por el fracaso en Noruega y con este pretexto
los churchilianosocialistas lograron su caída.

Debe recordarse sin embargo que antes de y durante el asunto de Noruega, Mr.
Churchill había sido investido con plenos poderes y responsabilidades por todas las

50
operaciones militares navales y aéreas, y por lo tanto si alguien merecía ser depuesto
por esa repetición de Gallipoli era él.

Sin embargo, no solo no fue él el depuesto, sino que fue aclamado como nuevo
Primer ministro. El hombre que rompería la promesa británica del 2 de septiembre e
iniciaría el bombardeo de civiles alemanes era el hombre de los picapleitos, dueños
de la situación.

Y fue así como se inició el bombardeo de civiles la tarde en que el arquitecto del
fiasco noruego se convirtió en Primer ministro, el 11 de mayo de 1940.

DUNQUERQUE Y DESPUÉS DE DUNQUERQUE

El eminente crítico militar capitán Lidell Hart escribió un libro sobre los
acontecimientos militares de 1939 al 45, el cual se publicó en 1948 con el título El
otro lado de la colina. El capítulo 10, que trata de la invasión alemana de Francia
hasta el día de Dunquerque, lleva un título sugerente: “Cómo Hitler derrotó a Francia
y salvó a Inglaterra”. El contenido del capítulo sorprenderá aún más que el título a
las personas cegadas por la propaganda, pues el autor prueba no solo que Hitler haya
salvado a este país, sino que esto no se debió a ningún factor imprevisto, ni a su
indecisión o estupidez, sino que era un propósito basado en su principio tantas veces
enunciado y fielmente mantenido.

Después de dar detalles de cómo Hitler detuvo abruptamente a las divisiones panzer
el 22 de mayo y las mantuvo inactivas durante unos cuantos días que eran vitales,
hasta que, de hecho, las tropas británicas pudieron escapar de Dunquerque, el capitán
Lidell Hart cita un telegrama de Hitler a Von Kleist:
Las divisiones armadas deben permanecer a un rango medio de artillería de
Dunquerque. Solo se otorga permiso para movimientos de reconocimiento y protección.

El autor nos explica que Von Kleist decidió ignorar esta orden. Citémoslo una vez
más, citando él a su vez al general:
Entonces llegó una orden más terminante: que debía retirarme detrás del canal. Mis
tanques se quedaron ahí esperando durante días.

51
En las siguientes palabras el autor reporta una conversación que ocurrió el 24 de
mayo (dos días después) entre Hitler y el mariscal Von Runstedt, además de otros dos
hombres clave de su equipo:
Entonces, sorprendentemente, él empezó a hablarnos con gran admiración del Imperio
británico, de la necesidad de su existencia, así como de la civilización que Inglaterra
había traído al mundo… comparó al Imperio británico con la Iglesia católica, diciendo
que ambos eran esenciales para la estabilidad del mundo. Dijo que todo lo que quería de
Inglaterra era que esta reconociera la posición alemana dentro del continente. La
devolución de las colonias alemanas era deseable, pero no esencial, e incluso estaría
dispuesto a apoyar a Inglaterra con tropas si ella estuviera en dificultades. Concluyó
diciendo que su meta era hacer la paz con Gran Bretaña sobre bases que fueran
compatibles con el honor británico.

El capitán Lidell Hart comenta sobre lo anterior:


Si el ejército británico hubiera sido capturado en Dunquerque, el pueblo británico se
habría sentido mancillado en su honor con una mancha que habría que lavar. Al dejarlo
escapar, Hitler esperaba reconciliarse con él.

Esta convicción de Hitler fue confirmada con su extraña actitud dilatoria sobre planes
subsecuentes para la invasión de Inglaterra.

“Mostró muy poco interés en estos planes –dice Blumentritt– y no realizó ningún
esfuerzo para apresurar su preparación. Eso era completamente distinto a su
comportamiento habitual. Antes de la invasión de Polonia o de Francia y de Rusia más
tarde, él continuamente estaba apresurándolos, pero en esta ocasión se mantuvo al
margen”

Estos testimonios concuerdan significativamente con todo lo que escribió Hitler sobre
Inglaterra en Mi lucha, y es de destacar la forma en que Hitler siguió su propia “Biblia”
en otros aspectos.

Cualquiera que haya leído Mi lucha apreciará de inmediato la exactitud del anterior
comentario. Si acaso hasta se queda corto. Como he dicho antes, a lo largo de todo el
libro destacan dos temas principales: uno es la detallada delimitación y denuncia de la
maquinaria capitalista revolucionaria judía y el otro es la admiración y deseo de ser
amigo de Inglaterra y de su imperio.

En verdad es una pena que tan poca gente de esta isla haya leído este libro por sí
mismo, y es una tragedia que en cambio se haya tragado totalmente las mentiras
propagandísticas que sobre este tema le sirve la maquinaria publicitaria judía que
opera mediante nuestra prensa y radio. Ojalá que estas personas intentaran conseguir

52
una copia del libro y cuando no puedan hacerlo reflexionen que si en verdad el
contenido del libro confirmara las mentiras que les han dicho sobre el autor, los
poderes que están detrás de la propaganda ya estarían asegurándose de que todos y
cada uno de nosotros tengamos nuestra copia al precio más accesible que fuera
posible.

En cualquier caso, exhorto a mis compatriotas a sopesar verdaderamente los


siguientes hechos indiscutibles:

1. El judío Karl Marx dejó escrito que el bolchevismo nunca podría tener éxito
hasta que el Imperio británico hubiera sido completamente destruido.

2. Hitler escribió que el Imperio británico es un elemento esencial para la


estabilidad en el mundo e incluso se declaró dispuesto a defenderlo con tropas
si tuviera dificultades en cualquier parte del mundo.

A través de una propaganda sin escrúpulos de escala sin precedentes en la historia, a


este país se le hizo creer que debía destruir a quien quería ser su amigo y hasta ofrecía
su vida por defenderlo, al mismo tiempo que se exalta a aquellos que proclamaron
que nuestra destrucción es necesaria para que triunfe su ideología, comprometiendo
nuestro Imperio y nuestra independencia económica mientras tanto.

CONSTRUYENDO EL FUTURO

Si la recién descubierta preocupación de Hitler por preservar el Imperio británico le


ha caído de sorpresa a mucha gente en este país, seguramente será para ellos todo un
escándalo el saber que por lo contrario el presidente Roosevelt fue nuestro gran
enemigo. No solo porque haya sido un procomunista de origen judío sino porque
antes de meter a EEUU en la guerra dejó bien claro que deseaba desmembrar al
Imperio británico.

Su hijo, el coronel Elliot Roosevelt, lo explica perfectamente en su libro Tal como él


lo vio, publicado recientemente en los Estados Unidos.

En las páginas de la 19 a la 28, el coronel Roosevelt nos dice que en agosto de 1941
su padre, habiendo dicho al pueblo norteamericano que iba a unas vacaciones de
pesca, se reunió con Mr. Churchill a bordo de un acorazado en Argentia Bay. Lord

53
Beaverbrook, Sir Edward Cadogan, Lord Cherwell (profesor Lindemann, de dudosa
etnia y nacionalidad) y Mr. Averell Harriman estuvieron presentes también. En la
página 35 cita a su padre diciendo: “después de la guerra… tendrá que haber la mayor
libertad de comercio posible… ninguna barrera artificial”. Mr. Churchill hizo
referencia a los tratados comerciales del Imperio británico y Mr. Roosevelt le
contestó:
Precisamente, me alegra que lo mencione, pues es gracias a esos tratados que los
pueblos de India, África y todo el próximo oriente colonial siguen estando tan atrasados
como están… no puedo creer que podamos pelear en esta lucha contra la esclavitud
fascista y al mismo tiempo nos quedemos de brazos cruzados cuando se trata de liberar
a la gente de todo el mundo de la retrógrada política colonial. La paz –dijo con firmeza
mi padre– no puede incluir ninguna continuación del despotismo.

Esta insolente plática en contra del Imperio británico se volvió tan pronunciada que
en la página 31 el coronel Roosevelt nos explica que Churchill exclamó: “Señor
presidente, creo que usted está intentando deshacerse del Imperio británico”. Y con
mucha razón, pues el presidente acababa de hablar sobre la India, Burma, Egipto,
Palestina, Indochina, Indonesia y todas las colonias africanas, sosteniendo que debían
ser “liberadas”.

En la página 115 el coronel cita a su padre:


No pienses en ningún momento, Elliot, que los norteamericanos estarían muriendo hoy
en el Pacífico, de no ser por la cortedad de miras de los franceses, británicos y
holandeses. ¿Debemos dejarlos que vuelvan a hacer todo otra vez?

Estas no eran todas las razones aducidas para hacer la guerra, por las cuales los
norteamericanos creían estar muriendo, ni tampoco el presidente hizo ninguna
referencia respecto a los pretextos que había dicho a sus paisanos para declarar la
guerra.

A los británicos, que morían en bastante mayor cantidad, se les ha dicho que estaban
muriendo para defender Europa de los perversos planes de Hitler. Ellos no
sospechaban que era su llamado aliado el que planeaba su destrucción.

En la página 116 cita otra vez al presidente:


Cuando hayamos ganado la guerra pondré atención para que EEUU no se vea arrastrado
a ningún plan que ayude al Imperio británico en sus ambiciones imperialistas.

54
Y unas cuantas páginas después:
He intentado dejarle bien claro a Winston y a los demás… que no deben pensar que
entramos nomás para ayudarles a resistir en sus ideas imperialistas arcaicas y
medievales.

Los que cenan con el demonio necesitan una cuchara muy larga. Mr. Churchill, el
constante arquitecto del futuro judío, se encontró haciendo de lugarteniente de un
nuevo arquitecto tan eminente que ni siquiera fingía respetar al Imperio británico.
Karl Marx había denunciado a Europa hacía mucho y en 1941 eran únicamente los
absurdos opositores del judaísmo y el marxismo, como Hitler, quienes deseaban
defender al imperio, pues reconocían en él un baluarte de la civilización cristiana.

Aunque en este libro se muestra una cara de Churchill un poco petulante ante los
pronunciamientos del presidente a favor de liquidar el Imperio británico, esto no le
impidió anunciarse (o denunciarse) a sí mismo más tarde ante la Casa de los comunes
como “el ferviente lugarteniente de Roosevelt”. Churchill no nos explica bajo qué
circunstancias podría el Primer ministro del rey ser ferviente lugarteniente de un
presidente republicano cuyo plan era destruir el imperio de su monarca. En otra
ocasión Mr. Churchill realizó otra declaración igualmente extraña: “es parte de mi
deber –aseguró ante la Cámara de los comunes– presidir la liquidación del Imperio
británico”.

¡Por supuesto que no! Ni tampoco era parte de su deber proclamarse ferviente
lugarteniente de quien hablaba de liquidarlo. Ni tampoco –agregaremos– era su deber
cuando fungía como ministro de defensa, como lugarteniente –aunque al parecer no
muy ferviente– de Mr. Chamberlain, cartearse de la forma que lo hizo con el
presidente Roosevelt a través del código ultrasecreto de la Oficina de Relaciones
Exteriores norteamericana.

10

EL PAPEL DEL PRESIDENTE ROOSEVELT

En mi declaración ante el portavoz y miembros de la Casa de los comunes acerca de


mi detención (ver Apéndice 1) resumí al final de la primera parte las consideraciones
que me llevaron a inspeccionar los papeles secretos de la Embajada de los EEUU en
las últimas semanas del gobierno de Mr. Chamberlain.

55
Las primeras dos consideraciones –de seis en total– son las siguientes:

1. Junto con muchos otros miembros de ambas cámaras del parlamento, era
perfectamente consciente de que entre las agencias, tanto nacionales como
extranjeras, que habían estado activamente involucradas en promover una
animadversión entre Gran Bretaña y Alemania, el judaísmo organizado –por
obvias razones– había jugado un papel preponderante.

2. Yo sabía que Estados Unidos era el cuartel general del judaísmo y por lo tanto su
verdadero centro de actividades.

No fue hasta 1948 que llegó a mis manos evidencia que corroboraba mis sospechas,
de fuentes norteamericanas de primera mano. Cuando esto sucedió, esta obra
auténtica y perfectamente documentada fue muy clara. Me refiero al libro del
profesor Charles Beard, titulado El presidente Roosevelt y la llegada de la guerra
1941, el cual fue publicado por Yale University Press en abril de 1948.

Este libro, que tiene todo el peso de la autoridad de su eminente autor, es nada menos
que una acusación tremenda en contra del presidente Roosevelt por tres asuntos
principalmente.

Primero, porque obtuvo su reelección en base a repetidas promesas de que


mantendría a los EEUU fuera de cualquier guerra europea; segundo, porque incesante
y flagrantemente traicionó no únicamente sus promesas al pueblo norteamericano,
sino todas las leyes de neutralidad; tercero, porque en un determinado momento fue
él quien convirtió esta guerra fría -que había venido dirigiendo- en una guerra en toda
regla, enviando a los japoneses un ultimátum que nadie ignoraba resultaría en una
guerra inmediata.

De las muchas pruebas acerca del primer asunto, cito la siguiente:


En Boston, el 30 de octubre de 1940, él (FDR) fue incluso más enfático, pues declaró:
“Lo he dicho antes, pero debo volver y volver a repetirlo: sus hijos no serán enviados a
pelear guerras en el extranjero”; y el 29 de diciembre: “Por lo tanto, pueden considerar
cualquier rumor de enviar ejércitos a Europa como deliberadamente falso”.

El profesor Beard prueba después que mientras Mr. Roosevelt estaba haciendo estos
discursos, estaba violando flagrantemente todas las leyes internacionales de
neutralidad y exclusivamente para beneficiar a esos que estaban peleando la batalla
del judaísmo. Las dos principales formas de intervención fueron el envío de convoyes

56
de barcos norteamericanos con municiones y abastecimientos para los aliados y la ley
Lend Lease.

Cualquiera que sea nuestra postura acerca de la ayuda de los EEUU mediante estas
dos decisiones de Mr. Roosevelt, nadie puede negar que contradecían sus promesas al
pueblo norteamericano, así como los fundamentos de las leyes internacionales
respecto a la neutralidad.

En el congreso se habló muy claramente respecto a estas acciones del presidente. El


representante U. Burdick, de Dakota del norte, dijo:
Toda nuestra ayuda a Inglaterra puede significar cualquier cosa… venderle
abastecimientos es una cosa… venderle abastecimientos y mandárselos en nuestros
convoyes es otra cosa, estar oficialmente involucrados en la guerra es la última cosa,
consecuencia inevitable de la primera.

El representante Hugh Paterson, de Georgia, declaró: “Es una medida de agresión de


guerra”. El representante Dewey Short, de Missouri, dijo:
No se puede estar medio en la guerra y medio fuera de la guerra… usted puede disfrazar
esta medida como le plazca (la ley Lend Lease), la puede perfumar y maquillar todo lo
que quiera… pero sigue estando podrida y su hedor llega hasta el cielo.

El representante Philip Bennett, de Missouri, declaró:


Esta conclusión es ineludible: el presidente ve con buenos ojos la intervención militar
activa si tal intervención fuera necesaria para derrotar al Eje. Pero el presidente dice que
no enviará a nuestros muchachos a pelear al extranjero. Absurdo, señor representante.
Hoy mismo se construyen lugares para ellos en nuestras naves de transporte, hoy mismo
se están imprimiendo las etiquetas para identificación de los muertos y heridos en la
imprenta de William C. Ballantyne and Co. de Washington.

El profesor Beard prueba el tercer asunto extensamente, mostrando cómo en el


momento indicado el presidente Roosevelt obligó a los japoneses a entrar en guerra
mediante un ultimátum que exigía el cumplimiento instantáneo de ciertos términos
que jamás hubieran sido aceptados por ningún país.
El memorando que el senador Hull, con la aprobación del presidente Roosevelt, envió a
Japón el 26 de noviembre de 1941[…] equivalía a los requerimientos máximos de la
política norteamericana para oriente.

57
No se necesitaba un conocimiento profundo de la historia de Japón, de sus instituciones
y su psicología para darse cuenta que ningún gobierno japonés, liberal o reaccionario,
hubiera podido aceptar esas condiciones.

El agente japonés describió el memorando norteamericano como “ultimátum”. Al


menos esto ya lo sabía el secretario Hull el 26 de noviembre.

Este fue el periodo de máxima intervención antes de la entrada oficial en la guerra,


cuando Roosevelt empezó a enviar muchachos norteamericanos al extranjero
aparentemente sin haber roto el espíritu de sus tantas y tantas promesas.

A medida que la guerra progresaba, la verdadera política y las simpatías del


presidente se fueron revelando. Su traición a Inglaterra y sus aliados fue tan flagrante
como su traición al propio pueblo norteamericano.

Como indica el profesor Beard en la página 576:


Los nobles principios de las cuatro libertades y la Carta del Atlántico fueron ignorados
para efectos prácticos en los acuerdos que acompañaron el desarrollo y que siguieron a
la finalización de la guerra. De la validez de este enunciado puede dar fe el trato que se
dio a los pueblos de Estonia, Lituania, Polonia, Rumania, Yugoslavia, China, Indochina,
Indonesia, Italia, Alemania y otros lugares sobre la Tierra.

Alguna fuerza extraordinaria estaba dirigiendo al presidente de los Estados Unidos en


sus acciones. Vimos en un capítulo anterior que no era la preservación del Imperio
británico, ni del francés, ni del holandés, lo que motivaba al presidente. Por el
contrario, muy pronto advirtió a su fervoroso lugarteniente Churchill que estos serían
liquidados. No era Europa, ni los países europeos, ni sus libertades o derechos, según
la Carta del Atlántico o las Cuatro libertades, lo que lo movía. Sabemos ahora que los
ejércitos británicos y norteamericanos de hecho fueron detenidos por el general Ike
Eisenhower siguiendo los lineamientos de Roosevelt en la Conferencia de Yalta, para
que el Ejército rojo del bolchevismo judío pudiera invadir media Europa y ocupar
Berlín.

Volvamos a citar al profesor Beard:


Como consecuencia de la guerra declarada para derribar el despotismo de Hitler, surgió
otro despotismo aún más poderoso.

58
En conclusión, el profesor Beard resume muchas de las acusaciones en contra del
presidente en 12 asuntos principales y declara:
Si estos hechos quedan impunes y sin sanción por la Administración de asuntos
norteamericanos, entonces la Constitución puede ser nulificada por el presidente y por
los oficiales que han jurado cumplirla. En lugar de un gobierno limitado bajo una ley
suprema, ellos han instituido el gobierno personal y arbitrario –supuestamente el primer
principio del sistema totalitario contra el cual peleamos– mientras que de palabra
alababan el principio del gobierno constitucional.

Cuando reflexionamos sobre el contenido del libro del profesor Beard y lo


consideramos junto con las revelaciones contenidas en Tal como él lo vio del coronel
Roosevelt, surge la pregunta: ¿cuáles fueron los intereses que el presiente Roosevelt
nunca traicionó? Yo solo puedo pensar en una respuesta: los de aquellos que desde el
inicio planearon utilizar el arsenal y el ejército de EEUU en una guerra que
aniquilaría a la Europa que se había liberado del oro y del control revolucionario
judío, pueblo este último que planeó disolver el Imperio británico, apresándolo con
cadenas de deuda imposible de pagar y permitiendo a los Soviets “amenazar Europa
cual coloso”9, en otras palabras, los intereses del judaísmo internacional.

11

LA REGULACIÓN 18B

El 23 de mayo de 1940, la primera noche del gobierno de Mr. Churchill, muchos


súbditos británicos, la gran mayoría de los cuales habían sido funcionarios, fueron
súbitamente arrestados y arrojados a prisión bajo la regulación 18B. Durante algunos
días toda la prensa había conducido una creciente campaña en contra de la supuesta
quinta columna en este país, la cual se dijo que apoyaría a los alemanes cuando éstos
aterrizaran.

Cuán falsa era esta campaña se prueba por el hecho de que nuestro muy competente
Servicio de Inteligencia fue incapaz de proporcionar la más mínima evidencia de tal
conspiración, ni de plan alguno, ni orden al respecto, ni de la complicidad de ninguno
de los hombres que se arrestaron. Si se hubiera presentado esta evidencia aquellos
9
Estas fueron justamente las palabras que utilizó el general Smuts, que agregó otras más por las que
expresaba su aprobación de este hecho. Debe recordarse que el general Smuts fue consejero legal en
jefe de la organización sionista en Sudáfrica.

59
implicados sin duda habrían sido acusados y enjuiciados, y con mucha razón. Pero no
hubo un solo caso de un hombre arrestado por la 18B que fuese enjuiciado como
ciudadano británico.

Se presentaron de hecho cuatro acusaciones en contra de una mujer, esposa de un


distinguido almirante, Mrs. Nichols. Fue llevada ante un juez y un jurado y fue
absuelta de todos los cargos. Esto, sin embargo, no impidió que fuera arrestada al
momento de salir recién absuelta de la corte y fuera encerrada varios años en la
prisión Holloway bajo la regulación 18B.

La regulación 18B fue introducida originalmente para aplicarla a ciertos miembros


del IRA que estaban cometiendo muchos desmanes sin sentido en Londres. Sin esta
regulación, ningún súbdito de Su Majestad podía ser arrestado y mantenido en prisión
por sospechas. Esta práctica se había abandonado hace mucho en este país, excepto
por los cortos periodos de grave conspiración probada, ocasiones en que siempre se
suspende el Habeas Corpus.

La 18B revivió el proceso medieval de arresto por sospechas sin la suspensión del
Habeas Corpus. De hecho se trataba de un sistema de Lettres de Cachet mediante el
cual las personas de la Francia prerrevolucionaria eran enviadas a La Bastilla. Aquí
cabe mencionar que todas esas personas gozaban de convivencia completa con su
familia, podían tener su propia servidumbre, vajilla, sábanas, comida y alimentos
mientras estaban en prisión, un trato muy distinto al que se dio a las personas bajo la
18B, que era indistinguible del de los criminales ordinarios y de hecho peor que el de
cualquier prisionero.

Los desmanes del IRA eran tan arrogantes y aparentemente insignificantes, en una
época en que había muy poca diferencia entre este país y el Estado libre irlandés, que
comencé a hacer ciertas investigaciones. No me sorprendió el descubrir que los
miembros del IRA que cometían estos desmanes se habían enrolado específicamente
para ello, y que prácticamente todos ellos eran militantes comunistas. Sé de muy
buena fuente que el Left Book Club de Dublín había estado muy preocupado por esta
situación y finalmente me dieron la lista de 22 de estos hombres, informándome que
todos ellos eran comunistas. Al recibir esta información hice una queja ante el
Secretario de gobierno y ofrecí proporcionarle toda la información necesaria para que
se encargara de este caso. Me ignoraron. Sin embargo, de estos desmanes inspirados
por el comunismo resultó la regulación 18B. Aunque se utilizó al IRA como excusa,
casi ningún miembro de esta organización fue arrestado por este motivo, y sin

60
embargo se utilizó a su debido tiempo para arrestar y mantener en prisión durante 4 o
5 años, sin acusación, a varios cientos de súbditos británicos cuyo común
denominador era el de oponerse al poder judío en general y particularmente a que
ellos nos metieran en esta guerra por defender sus intereses.

El comunismo está controlado por los judíos. Si el judaísmo marxista necesitaba un


instrumento para asegurar que el parlamento aprobara una regulación como la 18B,
¿qué método más sencillo para lograrlo sin levantar sospechas que arreglar que unos
cuantos miembros comunistas del IRA planten algunas bombas por las estaciones de
Londres?

Cada quién puede tener su opinión en este país y como no puedo aportar pruebas
fehacientes, simplemente digo, como el Secretario de gobierno, que tengo “motivos
razonables para creer” que ésta es la verdadera historia detrás de la regulación 18B.

Cuando se presentó esta cláusula por primera vez ante la cámara, la frase original
decía claramente que el Secretario de gobierno podía detener a británicos de
nacimiento y origen “si él considera” que esta detención era necesaria. Esta
terminología era muy clara. No se preveía ningún tipo de restricción ante la voluntad
del Secretario de gobierno. Se trataba esencial y verdaderamente de un retorno a las
Lettres de Cachet.

La Cámara de los comunes se negó en redondo a aceptar esta cláusula y a delegar sus
poderes de supervisión y sus responsabilidades como guardián de las libertades y
derechos de cada ciudadano, sea trate o no de un ministro.

El gobierno tuvo que retirar la frase y presentar un segundo borrador para que fuera
aprobado unos días después. En la nueva propuesta se hacía una modificación a
petición expresa de la Cámara de los comunes ante la necesidad de salvaguardarnos
de una tiranía arbitraria del ejecutivo.

Las palabras “el Secretario de gobierno considera que” fueron sustituidas por “tiene
un motivo razonable para creer que”. En esta ocasión el portavoz del gobierno
explicó profusamente que la nueva frase proporcionaba la garantía necesaria. Los
miembros del parlamento creyeron que habían impuesto su voluntad y que ellos iban
a ser los jueces de lo que sería o no sería un “motivo razonable” (como se probó en
los debates subsecuentes) y así fue como la cámara engañada aprobó esta cláusula.

61
Dos años después, cuando el consejero de un prisionero por la 18B argumentó ante la
corte en estos términos, ni más ni menos que el Fiscal general en persona sostuvo a
favor del gobierno que las palabras “tiene un motivo razonable para creer que”
significan exactamente lo mismo que “considera que”. Ahí paró la cosa por lo que
respecta a las cortes, aunque se siguió discutiendo y comentando en otros lugares.

Yo mismo fui arrestado bajo esta regulación el 23 de mayo de 1940 y arrojado a la


prisión Brixton, donde permanecí en una celda hasta el 26 de septiembre de 1944, sin
que se me hubieran levantado cargos, recibiendo simplemente una notificación de la
corte en esta segunda fecha diciéndome que la orden para mi detención había sido
“revocada”. Poco después de mi arresto se me entregó un papel con los “particulares”
alegados como razones para mi detención.

Yo les respondí durante todo un día de interrogatorio a cargo del Comité de consejo,
ante quien no tenía derecho de llamar a testigos, sin poder saber quiénes eran mis
acusadores o qué clases de acusaciones habían hecho, además de no poder ser
asistido por un abogado. Estos particulares junto con mis respuestas detalladas a cada
uno de ellos fueron colocados en la Segunda parte de la Primera declaración y
proporcionados a los miembros de la Cámara de los comunes y los encontrarán
ustedes en el Apéndice de este libro. Se basaban en la falsedad de que mi
anticomunismo no era auténtico, sino una tapadera para actividades desleales. La
falsedad de esta acusación se prueba fácilmente por mis diez años de incesante lucha
anticomunista, con discursos tanto en la Cámara de los comunes como fuera de ella.

12

¿QUIÉN SE ATREVE?

La mañana siguiente a mi salida de la prisión Brixton, me dirigí a la Cámara de los


comunes a la hora acostumbrada de las 10:15am, acción que al parecer causó cierta
sorpresa. No faltó mucho para que los judíos y sus amigos fueran tras de mí y tras el
Right Club. Pronto apareció una serie de preguntas provocadoras en la Orden, pero
como a Gallio que, cuando los judíos tomaron a Sosthenes y lo golpearon frente al
juez, “no le importaron ninguna de estas cosas”, así yo tampoco di ninguna señal de
interesarme.

62
Los reporteros estaban tras de mí, esforzándose al máximo por sacarme al menos
algún nombre del “Libro rojo” de la membrecía del Right Club.

Los nombres del “Libro rojo” de miembros del Right Club se mantenían en secreto
con el único objetivo de que no lo supieran los judíos. Esta única razón para la
privacidad fue el deseo expreso de los mismos miembros. Para mí, en lo personal, eso
de mantener los nombres en secreto era una desventaja: facilitaba toda clase de malas
interpretaciones del enemigo; para mí la publicación de los nombres hubiera sido de
gran ayuda. La única razón para este secreto era el bien fundado temor a una
represalia judía de naturaleza grave.

Recuerdo particularmente la conversación con un reportero encargado de cubrir la


Cámara de los comunes. Era un hombre impetuoso, particularmente imprudente. ¿Por
qué no podía darle solo algunos nombres?

–Suponiendo –le dije– que tu nombre estuviera en el Libro rojo y suponiendo que yo
no cumpliese mi promesa de no revelarlo y fuera a comunicárselo a la prensa y
proporcionara la evidencia de que eres miembro de una sociedad que lucha contra la
dominación judía de Gran Bretaña: ¿crees tú que durarías en el periódico más de seis
meses?

–Ni seis minutos –fue su rápida respuesta.

–Exactamente –le dije–. Ahora ya sabes por qué no puedo darte el nombre de ningún
miembro del Right Club. Tú mismo has confirmado sus peores temores.

Muchos cientos de personas se encuentran hoy en esta situación. De hecho, cientos es


únicamente es una expresión, el número debe ser prodigioso. Uno se pregunta
cuántos pueden darse el lujo de arriesgar todo lo que tienen porque se sepa que son
conscientes del yugo judío y están preparados para oponérsele.

Incluso los magnates más ricos e influyentes no se atreven a provocar la ira de la


judería organizada, como lo muestra la anécdota sobre el Daily Mail que relato en las
páginas 6 y 7 de mi declaración. (Ver Declaración)

Esto no ocurre únicamente en Gran Bretaña, sino quizá aún más notablemente en
Estados Unidos, como lo prueban los diarios del difunto Mr. James Forrestal.

Los Diarios de Forrestal fueron publicados por Viking Press en Nueva York, 1951.
Acabo de conocerlos en el momento que este libro va a la imprenta. Fueron escritos

63
por un hombre de integridad elevada, que fue Subsecretario de Marina de los EEUU a
partir de 1940 y Secretario de Defensa de 1947 hasta su renuncia y sospechosa
muerte pocos días después en marzo de 1949.

La revelación más importante que hay en ellos data del 27 de diciembre de 1945
(páginas 121 y 122):
Hoy jugué al golf con Joe Kennedy (Joseph P. Kennedy, que fuera embajador de
Roosevelt en Gran Bretaña en los años anteriores a la guerra). Le pregunté sobre sus
conversaciones con Roosevelt y Neville Chamberlain a partir de 1938. Dijo que la
postura de Chamberlain en 1938 era que Inglaterra no tenía nada que ver en el conflicto
y que no podía arriesgarse a ir a una guerra contra Hitler. La opinión de Kennedy: que
Hitler hubiera peleado contra Rusia sin ningún otro conflicto con Inglaterra de no haber
sido porque Bullitt (William C. Bullitt10, embajador británico en Francia en ese
entonces) urgió a Roosevelt en el verano de 1939 a que enfrentara a los alemanes
respecto a Polonia; ni los franceses ni los británicos hubieran hecho de Polonia un
causus belli de no ser por el acoso constante de Washington. Bullit –dijo– no paraba de
decir a Roosevelt que los alemanes no entrarían a la guerra y Kennedy que lo harían y
que se adueñarían de Europa. Chamberlain –dijo– afirmó que Estados Unidos y los
judíos del mundo habían forzado a Inglaterra a entrar en la guerra. [Énfasis del autor]

Si la información de Mr. Forrestal acerca de cómo se impulsó la guerra necesitaba


alguna confirmación, tenemos los abiertos comentarios de Mr. Oswald Pirow, ex
Ministro de defensa sudafricano, quien declaró en Johannesburgo el 14 de enero de
1952 a Associated Press que “Chamberlain le había dicho que el judaísmo mundial lo
estaba presionando tremendamente para que no se arreglara con Hitler”.

Una segunda revelación muy importante de los Diarios de Forrestal es respecto al


sionismo. Es muy evidente que para diciembre de 1947 Mr. Forrestal estaba cada vez
más preocupado por la intervención de los sionistas en la política norteamericana. Él
registra conversaciones con Mr. Byrnes, con el senador Vandenberg, con el
gobernador Dewey y con otros en el intento de sacar la cuestión palestina del ámbito
de la política de partidos. Para esta fecha parece que ya había hecho muchos
esfuerzos en este sentido.

Los diarios dicen el 3 de febrero de 1948 (páginas 362 y 363):


Hoy me visitó Franklin D. Roosevelt Jr., quien vino en ardiente defensa del Estado
judío en Palestina, diciendo que debíamos apoyar la ‘decisión’ de las Naciones Unidas.

10
De ascendencia judía. [N. del T: Embajador norteamericano en París. Así es, su madre era Horowitz]

64
Yo señalé que Naciones Unidas aún no habían tomado ninguna ‘decisión’, que era
apenas una recomendación de la Asamblea General y que en mi opinión los métodos
que algunas personas externas a la rama ejecutiva del gobierno habían estado
empleando para coaccionar a otras naciones en la Asamblea General eran poco menos
que escandalosos… le dije que yo simplemente estaba dirigiendo mis esfuerzos a
despolitizar el asunto, es decir, a que ambos partidos acordaran no competir por votos
sobre este tema. Él dijo que esto era imposible, que la nación estaba muy comprometida
y que el Partido Demócrata estaba condenado a la derrota si se llegaba a este acuerdo.
Le dije que estaba obligado a repetirle a él lo que le había dicho al senador McGrath en
respuesta a la observación de éste respecto a que si no seguíamos la corriente a los
sionistas perderíamos los estados de Nueva York, Pensilvania y California: que ya era
hora de que alguien pusiera atención en que no fuéramos a perder a los Estados Unidos.

Después de una breve nota del editor del diario, continúan las anotaciones del 3 de
febrero de 1948 (página 364):
Comí con Mr. B.M. Baruch. Después de la comida le hice la misma pregunta. Él me
advirtió que no hiciera nada en este tema en particular y que yo ya había sido
identificado –hasta un punto que era perjudicial para mí– como opositor a la política de
Naciones Unidas en Palestina.

Fue más o menos entonces cuando la prensa desató una campaña sin precedentes de
difamaciones y calumnias en contra de Mr. Forrestal. Tanto le afectó este hecho que
en marzo de 1949 renunció a la Secretaría de Defensa y el día 22 de ese mismo mes
fue encontrado muerto al haber caído desde una ventana muy alta.

65
EPÍLOGO

Debo estar siempre agradecido con tantos miembros que facilitaron mi retorno a la
Cámara con su bienvenida y actitud amigable. Me temo que muchos cuyas acciones
dentro y fuera de la Cámara fueron detectadas sufrieron después represalias laborales
o en la prensa respecto a esto.

Cuando reflexionamos sobre estos hechos que han ocurrido desde los tiempos del rey
Carlos I [de Inglaterra] hasta nuestros días, podemos al fin encontrar un motivo de
satisfacción, si es que se puede usar esta palabra. Y es que por primera vez podemos
ahora rastrear las influencias ocultas que explican esta horrenda desfiguración de la
historia europea.

A la luz de lo que ahora sabemos, podemos reconocer y entender el verdadero


significado de estos terribles acontecimientos. En lugar de simples hechos inconexos,
ahora podemos distinguir el cumplimiento fatal de un plan satánico; y viéndolo y
entendiéndolo estamos en posición para realizar acciones en el futuro que nos
permitan resguardar todos esos valores que amamos y defendemos, y que este plan
claramente busca destruir.

Finalmente podemos empezar a hacer frente a los operadores y autores de este plan,
conociendo su técnica, que hasta ahora había permanecido en secreto. En otras
palabras, habiendo sido advertidos, es nuestra culpa si no nos preparamos.

No olvidemos las palabras del judío Marcus Eli Ravage, quien escribió en la revista
Century Magazine de EEUU, en enero de 1928:
Hemos estado detrás no sólo de la última guerra, sino de todas vuestras guerras y no
sólo de la rusa, sino de todas las revoluciones dignas de mención en vuestra historia.

Tampoco podemos olvidar al profesor Harlod Laski, escribiendo en el New


Statesman and Nation del 11 de enero de 1942:
Pues esta guerra no es en esencia más que una inmensa revolución de la cual la guerra
de 1914, la Revolución rusa y las contrarrevoluciones en el continente no son más que
las fases anteriores.

Ni la advertencia del eminente abogado judío norteamericano Henry Klein, publicada


apenas el año pasado:
Los Protocolos son el plan por el cual unos cuantos judíos que conforman el Sanedrín
pretenden gobernar el mundo destruyendo primero la civilización cristiana. Los

66
Protocolos no solo son auténticos, en mi opinión, sino que se han cumplido casi
totalmente.

En verdad que se han cumplido ampliamente, en gran parte gracias a Mr. Roosevelt y
a su “ardiente lugarteniente”, el “arquitecto del futuro judío”.

En el proceso, sin embargo, Gran Bretaña y su imperio –y lo que es peor, su buen


nombre y honor– han sido hechos polvo.

Como escribió el profesor Beard:


Los nobles principios de las Cuatro libertades y la Carta del Atlántico fueron
prácticamente descartados en los acuerdos que acompañaron el desarrollo y que
siguieron al desenlace de la guerra. De la validez de este enunciado son testigos los
pueblos de Estonia, Liuania, Polonia, Rumania, Yugoslavia, [te faltaron Hungría,
Bulgaria, Ucrania, Bielorrusia, Albania, Armenia, Corea, etc] China, Indochina,
Indonesia, Italia, Alemania y otros lugares del planeta.

Hace poco apareció en la prensa el lamento de Mrs. Chiang Kai Shek llamando a
Gran Bretaña “cobarde” (respecto a China). “Gran Bretaña ha malbaratado el alma de
una nación por unas cuantas monedas de plata”, dijo. Y también: “Un día estas
monedas de plata cobrarán intereses en sangre, sudor y lágrimas británicas en la
batalla por la libertad”. Es como si hablara el mismísimo general Sikorski, ¿no?

En el mismo periódico leí que Mr. Jackson Martindell, presidente del Instituto
Norteamericano de Administración, declaró que “la palabra de un inglés ya no es su
compromiso”. ¿Cuántas veces no he escuchado esto en fuentes árabes desde 1939?
“Odio decirlo –continúa Mr. Martindell– pero Gran Bretaña se ha empobrecido
moralmente tanto como económicamente”.

Este eco se escucha desde Polonia a Palestina y hasta China, y es reiterado por toda
persona judeoconsciente de este país.

No hay que buscarle mucho para encontrar una razón. Nadie puede servir a dos amos,
especialmente cuando los principios e intereses de éstos son tan diametralmente
opuestos como son los del Imperio británico y el Imperio judaico de la URSS.

Desde la caída del gobierno de Mr. Chamberlain, los intereses del imperio judío han
dominado prodigiosamente mientras que los de Gran Bretaña se han eclipsado.

Lo más extraño de todo es que si alguien se atreve a decir la verdad, es acusado de


antisemitismo.

67
Como ha demostrado Mr. Douglas Reed, el término “antisemitismo” es un absurdo y
sugiere que igual podría decirse “antisemolina”.

Los árabes también son semitas y ningún llamado antisemita es antiárabe.

Ni siquiera es correcto decir que sea antijudío. Por el contrario, es bien sabido que
una buena parte de los judíos son ajenos a esta conspiración. El único término que
honestamente pudiera utilizarse para sustituir el de “antisemita” es el de
“judeoconsciente”.

La combinación anti-semita es únicamente una palabra propagandística utilizada para


provocar la estampida del público que no reflexiona y que aparta el tema de su mente
sin examinarlo siquiera: mientras esto se tolere el problema no solo seguirá, sino que
aumentará.

El judeoconsciente sabe que tenemos en Gran Bretaña un Imperio dentro del Imperio,
que a pesar de todas las protestas y el camuflaje, es principalmente y antes que nada
judío y está en completa colaboración con el judaísmo mundial. Si alguien duda de
ello solo necesita leer Unidad en la dispersión, publicado en 1948 por el Congreso
Mundial Judío, donde proclama que el judaísmo es una nación.

No todos los judíos quieren ser arrojados a esta estrecha tiranía social, pero a menos
que este país les proporcione una vía de escape ellos no se atreverán a asumir los
riesgos –altísimos riesgos– de desafiarlo, y por lo tanto se ven obligados a cooperar
hasta cierto punto.

Aún peor, ciertos gentiles –sin ninguna excusa de su parte– apoyan esta fuerza
unificada que a su vez es utilizada para influenciar o controlar a nuestros partidos
políticos, nuestra política interior y exterior, nuestra prensa y vida social.

Hay que denunciar y frustrar a este enemigo común. Un primer paso hacia este
objetivo sería prevenir a los Esaús gentiles para que dejen de colaborar y ejecutar las
órdenes de los Jacobos judíos.

Otro paso sería lograr desmembrar el frente común del judaísmo, separando a los
judíos que no desean seguir los dictados del Congreso Mundial Judío.

Sin embargo lo primero es el deber de informar a la gente de buena voluntad la


verdad sobre este asunto, particularmente acerca de la verdadera anatomía, meta y
métodos del enemigo marxista.

68
Para este fin ofrezco humildemente los contenidos de este libro a todos los
determinados a luchar contra el comunismo.

69
DECLARACIÓN

Del capitán Ramsey de la prisión Brixton

al portavoz y a los miembros del Parlamento

acerca de su detención bajo la regulación de defensa 18B

Todos los particulares que alegaron para mi detención están basados en la acusación
de que mi actitud y actividades anticomunistas, en contra del bolchevismo y del
judaísmo organizado, no son auténticas sino mero camuflaje de acciones
antibritánicas.

En el siguiente memorando, que pudiera ser bastante más amplio, he dado una lista
de hechos que prueban no solo que mi actitud ha sido auténtica, abierta y constante
durante toda mi estancia en la Cámara de los comunes, sino también que en el curso
de mis investigaciones he recolectado pruebas concluyentes para justificar mi actitud,
así como la formación del Right Club, una organización esencialmente patriótica.

Durante toda mi época como representante (desde 1931) he mantenido un ataque


abierto y sin tregua en contra del bolchevismo y sus aliados. De hecho, mi postura
comenzó mucho antes de que entrara a la cámara.

La siguiente información lo demuestra, así como que la formación del Right Club es
el resultado lógico de mi trabajo.

Esta obra abarca tres fases.

La primera data de poco después de la Revolución rusa hasta 1935, cuando yo


suponía que las fuerzas detrás del bolchevismo eran rusas; en la segunda (1935-38) vi
que eran fuerzas internacionales; durante la tercera me di cuenta que eran judías.

1ª Fase

Durante esta fase fue siempre un misterio para mí por qué los rusos gastaron tanto
dinero y tiempo en actividades revolucionarias en Gran Bretaña.

Mi primera acción fue un discurso en la elección que hizo famoso el Daily Mail al
publicar la carta escrita por Zinoviev alias Apfelbaum, haciendo un llamado a la

70
revolución en Gran Bretaña. (Hablé en contra del comunismo en la división
Northwich).

Al ser elegido en 1931 me uní al Comité de comercio ruso, que vigilaba sus
actividades aquí. También me uní al Consejo del movimiento de protesta cristiano,
fundado para protestar por los abusos bolcheviques en contra de los sacerdotes,
monjas e iglesias cristianas. Hansard demuestra que hice muchas preguntas durante
este período, criticando sus actividades en este país.

2ª fase

En esta fase me di cuenta que las fuerzas detrás del bolchevismo no eran rusas sino
internacionales.

Traté de esbozar la composición de ese organismo misterioso, la Komintern, sobre el


cual el gobierno soviético no ejercía ningún control, según las respuestas que dieron a
mis preguntas parlamentarias.

Al final de esta fase progresé lo suficiente en esta imagen mental de la Komintern y


elaboré varias cartas sobre este tema, dirigiéndolas a los clubes rotarios y a otras
sociedades en Londres, Edimburgo y otras ciudades, titulándolas a menudo Alas rojas
sobre Europa.

Esta segunda fase llegó hasta bien entrada la Guerra civil española. Al reconocer
inmediatamente la responsabilidad de la Komintern en el asunto, incluso respecto a la
Brigada internacional, continuamente los ataqué con un montón de preguntas en la
cámara.

La actitud de la prensa nacional británica primero me sorprendió y más tarde me


ayudó a darme cuenta de los verdaderos poderes que respaldaban la Revolución
mundial. La prensa presentó a los enemigos del general Franco como reformadores
liberales y protestantes, en lugar de como los revolucionarios internacionales que
eran.

En el lado rojo todas las prisiones estaban bajo control de la Cheka rusa. McGovern
dejó bien claros los hechos en su panfleto Terror rojo en España.

Entonces yo organizaba desfiles con carteles que exponían la culpa bolchevique en


España, escribía en un periódico llamado The Free Press e hice cuanta propaganda
pude hacer. Unos 80 o 90 miembros del parlamento me apoyaron en estos esfuerzos.

71
En septiembre de 1937 acepté la presidencia del comité del Frente cristiano unido.
Desde entonces se enviaron miles de cartas con mi firma a las personas más
influyentes del reino, informándoles de los hechos en España y urgiéndolos a unirse
en el combate contra el terror rojo ateo que amenazaba a España en ese momento y
después a toda Europa.

Varias sociedades patrióticas empezaron a cooperar conmigo en mi lucha contra el


bolchevismo, incluyendo la Unión nacional ciudadana, la Liga del Imperio británico,
la Liga de restauración de la libertad y la Liga económica. Nos reuníamos
regularmente en la Sala del comité de la Cámara de los comunes.

En mayo de 1936, cuando me opuse a que entraran al país agentes de la Komintern


para asistir al llamado Congreso de ateísmo, fuimos apoyados por la Unión bíblica
británica, la Orden del niño y la Federación mundial británica Israel. Por la
información que me dieron estas sociedades me di cuenta que el Congreso de ateísmo
anterior, realizado en Praga, había logrado unificar el control de las sociedades
librepensadoras nacionales bajo la autoridad del ateísmo militante en Rusia,
convirtiéndose por lo tanto en una sutil pero poderosa arma de la propaganda
bolchevique.

En nuestras reuniones para coordinar la oposición acordamos que aunque quizá


cualquier británico estuviera en su derecho de organizar un congreso sobre lo que se
le ocurra, esta libertad no debería convertirse en una licencia para que los
revolucionarios internacionales desarrollen su plan de destrucción de la vida
religiosa, social y pública de nuestro país.

Por lo tanto, el 28 de junio propuse una ley titulada “LEY DE PROHIBICIÓN DE


BLASFEMIA DE EXTRANJEROS”, para prevenir que extranjeros pudieran asistir a
este congreso o convertirlo en ocasión para distribuir su literatura blasfema.

La ley fue recibida con una votación de 165 a 134. En el grupo de los NO estuvieron
los Rothschild, G.R. Strauss, T. Levy, A.M. Lyons, Sir F. Harris, D.N. Pritt, W.
Gallacher, Dr. Haden Guest y Dr. Summerskill.

En otoño de 1938 me di cuenta que el poder detrás de la Revolución mundial no


consistía únicamente de un vago conjunto de internacionalistas, sino del judaísmo
organizado. El primer documento que me convenció de ello fue de hecho un
documento del Gobierno británico cuya existencia había desconocido hasta entonces.
Esta es una cita textual del reporte recibido por Mr. Balfour el 19 de septiembre de

72
1918, escrito por Mr. Oudendyke, el ministro holandés en Petrogrado, quien se
encargaba en ese momento además de los intereses británicos:
El peligro ahora es tan grande que creo es mi deber llamar la atención del gobierno
británico y de cualquier otro gobierno sobre el hecho de que si no se detiene al
bolchevismo de una vez, toda la civilización mundial será amenazada. Esta no es una
exageración, sino un hecho. Considero que el aniquilamiento inmediato del
bolchevismo es el asunto más importante que enfrenta el mundo, incluso por encima de
la guerra que sigue librándose. A menos que el bolchevismo sea aniquilado, se esparcirá
por Europa y el mundo entero de una forma u otra, ya que está patrocinado y organizado
por los judíos, que no tienen nacionalidad y cuyo único objetivo es destruir el orden
existente para conseguir sus propios intereses. La única forma en que puede hacerse
frente a este peligro es con la actuación conjunta de todas las potencias”.

Tan importante era esta cita que este documento fue retirado inmediatamente y
reemplazado por una edición resumida, en la cual fueron eliminados estos vitales
pasajes. Yo vi los dos documentos –el original y el resumido. El segundo documento
que llamó mi atención fue el folleto titulado Los gobernantes de Rusia, escrito por el
Dr. Dennis Fahey C.S.S.P., con el imprimatur del arzobispo de Dublín, fechado el 26
de marzo de 1938. En el primer párrafo escribe el Dr. Fahey:
En este folleto presento a mis lectores varios documentos serios que demuestran que las
fuerzas que impulsan al bolchevismo son judías y que el bolchevismo no es otra cosa
más que un instrumento en manos de los judíos para establecer su futuro reino
mesiánico.

Entonces el Dr. Fahey presenta una cantidad considerable de evidencia al respecto.


En la página 1 cita el siguiente pasaje de Mr. Hilaire Belloc, tomado de su Weekly del
4 de febrero de 1937:
Por lo que respecta a cualquiera que no sepa que el actual movimiento revolucionario
bolchevique es judío, todo lo que puedo decir es que debe tratarse de alguien que ha
sido hipnotizado por nuestra deplorable prensa.

Otras autoridades citadas en este folleto son el Dr. Homer, D.Sc., el conde Leon de
Poncins en su Contrarrevolución, así como la evidencia presentada ante un comité
del senado de los EEUU por el reverendo George A. Simons, superintendente de la
iglesia metodista episcopaliana en Petrogrado de 1907 a 1918.

En esa ocasión, el reverendo Simons declaró lo siguiente respecto al gobierno


bolchevique en Petrogrado:

73
En diciembre de 1918… bajo la presidencia de un hombre conocido como Apfelbaum
(Zinoviev)… de 388 miembros, solo 16 eran auténticos rusos y el resto (excepto un solo
hombre, que es un negro norteamericano) eran judíos… y 265 de estos judíos que
pertenecen al gobierno de la Comuna del norte son originarios de las partes bajas del
este de Nueva York: ¡265!.

En la página 8 el Dr. Fahey cita algunas cifras que muestran que en el año de 1936:
El Comité central del Partido comunista en Moscú, el núcleo mismo de la Inernacional
comunista, estaba formado por 59 miembros, de los cuales 56 eran judíos y los otros
tres estaban casados con judías…

Stalin, el actual gobernante de Rusia, no es judío, pero tiene por esposa (su segunda) a
la hermana de 21 años de su brazo derecho y probable sucesor, el judío L.M.
Kaganovitch. Todo lo que Stalin hace está bajo la supervisión absoluta de ojos judíos.

Además de estos documentos tengo una gran cantidad de evidencia de las actividades
subversivas judías en Gran Bretaña en forma de organizaciones de todo tipo:
antirreligiosas, antimorales, revolucionarias, además de las que tienen por objetivo
establecer el monopolio judío del sistema financiero e industrial.

Así fue como me convencí del hecho de que las revoluciones rusa y española, así
como las sociedades subversivas británicas, eran parte del mismo plan secretamente
fraguado y controlado por el judaísmo mundial, según las líneas precisas de lo
establecido en los Protocolos de los sabios de Sión, que fueron publicados al terminar
la guerra pasada por The Morning Post, hecho del cual nunca pudo recuperarse este
periódico. Estos protocolos no son ninguna falsificación, y de esto tanto yo como
otras personas podemos proporcionar evidencia que convencerá a cualquier tribunal
imparcial.

En la siguiente reunión de las sociedades patriotas y cristianas me sentí con el deber


de abordar la cuestión judía y muy pronto me di cuenta que era muy controversial.
Con muy pocas excepciones cesó toda cooperación. Me di cuenta de que si algo
habría de hacerse, debía ser a través de un grupo especial que aunque retuviera las
características esenciales del anterior, se diera a la tarea de exponer la amenaza judía
y oponérsele. Entonces fue cuando se me ocurrió la idea del Right Club, aunque su
formación no se concretó hasta después de unos cuantos meses, en mayo de 1939.

A partir del otoño de 1938 invertí muchas horas a la semana hablando de estos temas
con miembros de gobierno y personajes tras bambalinas.

74
La magnitud misma de este tema asustó a muchos. La siguiente respuesta de una de
estas personas en particular es un ejemplo perfecto de esta actitud:
Bueno, todo eso es en verdad muy preocupante, de hecho es terrible: pero ¿qué puede
hacer uno en contra de todo eso? Ahora me iré e intentaré olvidar en lo posible todo este
asunto.

A finales de 1938 me llegó la noticia de que las acciones para el control del Daily
Mail estaban a la venta.

La noticia no me sorprendió, sabiendo el boicot de publicidad que se había puesto en


operación en contra del periódico a causa de dos o tres artículos que a ojos de los
internacionalistas daban una imagen sesgada a favor del general Franco en la Guerra
civil española (en realidad no era más que la verdad).

¿Podría encontrar algún comprador? Me entrevisté con cierta persona pudiente y


patriota. Un amigo mutuo organizó la reunión.

De entrada le expliqué un repaso de las actividades y del poder del judaísmo en


general y de su control secreto de la publicidad en Gran Bretaña en particular, tal
como yo lo veía. Cuando terminé, después de 70 minutos, me expresó que estaba de
acuerdo conmigo en general. Entonces el amigo mutuo y yo intentamos convencerlo
de comprar las mencionadas acciones y “quitar la mordaza a la conspiración del
silencio”. Él respondió: “No me atrevo. Ellos me aplastarían. Si solo se tratara de mí
no me preocuparía, yo me enfrentaría a ellos. Pero muchas de mis acciones son de la
viuda y del huérfano y por su bien debo rechazar la oferta”.

Al expresarle nosotros nuestra sorpresa de que el judaísmo pudiera controlar de tal


forma a un hombre de su capacidad financiera y poder industrial, una figura nacional
tan arraigada, nos dio detalles de ataques del judaísmo en su contra en los años
anteriores. Él se había negado a cumplir ciertas demandas que ellos le habían hecho.
Después de haber ignorado un ultimátum, inició un boicot mundial en su contra, el
cual se hizo efectivo en 24 horas, en cualquier parte del mundo donde tenía agentes u
oficinas. También ocurrieron misteriosos incendios y huelgas repentinas. A final de
cuentas, las pérdidas lo obligaron a ceder. En 24 horas el boicot mundial se había
levantado.

Las mentiras constantes en la prensa acerca de la Guerra civil española habían


impresionado a muchos. Pensaban que prejuicios tan extremos, tan universales y
consistentes, siempre en contra de Franco, indicaban la existencia de algún plan

75
deliberado y aunque se negaban a dar crédito a mi tesis de que los judíos eran quienes
operaban este control y que todo era parte de su plan de dominación mundial, de
cualquier forma muchos sentían que de algún modo había algo muy raro en alguna
parte.

A través de estas conversaciones obtuve el apoyo de miembros de todos los partidos


para la ley que estaba preparando al respecto.

El 13 de diciembre de 1938 propuse la ley titulada ENMIENDA DE LEY DE


COMPAÑÍAS, que hacía obligatorio que las acciones de periódicos y agencias de
noticias estuvieran a nombre de su poseedor y no de prestanombres como se hace
ahora en la mayoría de los casos.

La ley fue acogida con una primera votación de 151 contra 104. En el grupo a favor
estaban miembros de todos los partidos, incluyendo 13 que ahora son miembros del
Right Club (8 de ellos socialistas).

En el grupo contrario estaban Rothschild, Schuster, Shinwell, Cazalet, Gallacher, Sir


A. Sinclair, Gluckstein y Mr. Samuel Storey, quienes se opusieron y bloquearon la
ley.

Entonces inicié la formación de un grupo de carácter similar al de los representantes


de las sociedades cristianas y patriotas, con el cual yo había trabajado hasta que
surgió el asunto del judaísmo, pero esta vez quería que se tratara de un grupo que se
opusiera y los amenazara en el núcleo de sus actividades.

Este grupo se inauguró finalmente en mayo de 1939 y se llamó el Right Club.


Simultáneamente se formó un comité con el doble propósito de coordinar el trabajo
de todas las sociedades patrióticas y de ser un organismo reclutador para el club. Este
grupo se llamó el Comité coordinador.

Mr. Cross era el secretario y el difunto duque de Wellington, presidente de la Liga de


la restauración de la libertad, fue presidente en la mayor parte de las reuniones que
tuvimos. El primer objetivo del Right Club era ilustrar al partido Tory y librarlo del
control judío.

El judaísmo organizado ya estaba para entonces promocionando una guerra mundial.


El fracaso de su Brigada internacional en España, la creciente consciencia de sus
actividades entre la gente y el consecuente riesgo de derrumbe de todos sus planes
hacían que desde su punto de vista la guerra fuera imprescindible.

76
En julio de 1939 me entrevisté con el Primer ministro. Le hablé de la Revolución rusa
y del rol que había jugado en ella el judaísmo; de la Revolución española, preparada
y realizada en términos muy similares por las mismas personas; de las sociedades
subversivas en Gran Bretaña; de la prensa y el control de las noticias. Finalmente
señalé al Primer ministro todo el trabajo oculto que se estaba realizando para
conspirar en su contra, así como contra su política de paz, con el propósito de
precipitar la guerra. Mr. Chamberlain me dijo que acusaciones tan graves requerían
pruebas documentales sustanciales. Yo le dije que reuniría las pruebas para posibilitar
realizar alguna acción al respecto.

El inicio de la guerra permitió a los judíos cubrir sus actividades con la máscara del
patriotismo. Su prensa retrató a todos los que se les oponían como pronazis traidores
a Gran Bretaña. La dificultad de mis acciones estribaba en que mientras quería
advertir al país de las consecuencias de una política influenciada por el judaísmo
internacional, al mismo tiempo no quería crear dificultades para Mr. Chamberlain.

Por tanto se decidió cerrar el Right Club por el momento. El espíritu del club impulsó
naturalmente a los miembros más jóvenes a unirse al ejército, donde sirvieron con
distinción en todos los frentes. Otros, conforme al mismo espíritu, continuaron la
lucha en contra del enemigo interno, no menos formidable que las potencias del Eje y
en cierta forma mucho más peligroso, por sus métodos secretos y porque podía atacar
tanto desde dentro como desde fuera.

Para este fin, tanto yo como otros repartimos a título personal algunos volantes míos
llamados ¿Sabes que…? y ¿Has notado que…?, así como mis versos que empiezan
“Tierra de estupidez y judaísmo” y algunas calcomanías antijudías. Todo esto con la
idea de educar al público lo suficiente para mantener una atmósfera en la que esta
“guerra estúpida” pudiera terminar con una paz honorable.

Ciertamente yo no era un derrotista, como trató de pintarme la propaganda judía. No


éramos nosotros los del Right Club quienes nos absteníamos de luchar en esta guerra,
sino todo lo contrario.

Yo estaba decidido de convencer a Mr. Chamberlain y quizás al “Comité 1922” de la


verdad sobre mí y empecé a reforzar la evidencia documental que ya tenía en mis
manos.

77
Para 1940 ya tenía detalles específicos de 30 sociedades subversivas que trabajaban
en varias líneas corrosivas y revolucionaras y había terminado una tabla muy grande
para mostrar a los principales miembros de cada una.

Sobresalían seis nombres, como una especie de organismo director inter-sociedades:


Prof. H. Laski, Mr. Israel Moses Sieff, Prof. Herman Levy, Mr. Victor Gollancz, Mr.
D.N. Pritt (miembro del Parlamento) y Mr. G.R. Strauss (miembro del Parlamento).

En febrero de 1940, al llegar a Londres, me dieron información de un nuevo grupo


que abogaba por una Unión Federal. La lista de adherentes era impresionante. Podía
haber sido copiada de la lista que yo acababa de terminar. No cabía ninguna duda de
la fuente de este partido. Más tarde, cuando el grupo empezó a tener actividad,
formulé las siguientes preguntas:
El capitán Ramsay preguntó al Primer Ministro si podía él asegurar a la Cámara que la
creación de una Unión Federal de Estados Europeos no era el verdadero objetivo de
las ambiciones de guerra del gobierno de Su Majestad.

Mr. Butler (el 9 de mayo) dio una respuesta ambigua. Ante la cual yo pedí más
información.
Capitán Ramsay: ¿Es mi honorable amigo consciente de que este plan, si se adopta,
provocará hostilidad contra nosotros en casi toda Europa, que lo ve como la formación
de un superestado judeomasónico?11

Mr. Butler: Preferiría dejar la interpretación de este plan a mi honorable amigo.

A partir de ese momento comenzó una virulenta campaña de prensa para suprimir
opiniones y actividades “antisemitas” declarando que el “antisemitismo” era
“pronazi”. Sin miedo a que el secretario se inclinara por esta dirección, que era falsa,
le pregunté el 9 de mayo de 1940:
Capitán Ramsey: ¿Me puede garantizar que tanto en la administración de los actuales
reglamentos como en la revisión de los que se elaboren se hará una distinción entre
antisemitismo y pronazismo?

Sir. J. Anderson: Espero que todas las medidas restrictivas aplicadas a la propaganda
organizada se limiten en la práctica a la mencionada propaganda que se proponga

11
Los Protocolos de los Sabios de Sión dicen claramente que el judaísmo internacional y el Oriente de
la masonería establecerán un régimen tal después de que los Estados gentiles hayan sido debilitados
por guerras y revoluciones.

78
entorpecer el esfuerzo de guerra, y desde este punto de vista no me parece relevante la
distinción que mi honorable y galante amigo desea establecer.

Capitán Ramsay: Aunque agradezco a mi honorable amigo su respuesta, en vista del


hecho de que me parece un poco confundido en este asunto, ¿puede asegurar a la
Cámara que rechaza ser arrastrado a identificar una cosa con la otra como lo hace
nuestra prensa judía?

Sir. J. Anderson: Sin duda alguna no seré arrastrado a nada.

Fue en las últimas semanas del gobierno de Mr. Chamberlain cuando pude observar
algunos papeles de la Embajada de los EEUU en el despacho de Mr. Kent.

Esta era la situación entonces y estas fueron las consideraciones que me llevaron a
inspeccionarlas.

1. Junto con otros muchos miembros de las cámaras del parlamento yo estaba
perfectamente consciente de que entre las agencias nacionales y extranjeras
que se habían esforzado por promover la animadversión entre Gran Bretaña y
Alemania, el judaísmo internacional, por razones obvias, había jugado un papel
preponderante.

2. Yo sabía que Estados Unidos era el cuartel general del judaísmo y por lo tanto
el verdadero centro de su actividad, aunque no pareciera ser así.

3. Yo era consciente de que la unión federal era el complemento en los asuntos


internacionales al esquema de Planeación Política y Económica (P.E.P). El
presidente de P.E.P. es Mr. Israel Moses Sieff, que es también vicepresidente
de la Federación Sionista y Gran Comandante de la Orden de los Macabeos,
diseñada para promover el bolchevismo en la esfera industrial y comercial, y
que debe ser considerada como el superestado que es uno de los principales
objetivos del judaísmo internacional.

4. Yo sabía que los planes para establecer un socialismo marxista bajo control
judío estaban bien avanzados en nuestro país. De sus intenciones no podía
existir ninguna duda.

5. Yo sabía que la táctica del judaísmo internacional consiste siempre en planear


revoluciones en momentos críticos contra cualquier líder nacional que se
oponga a alguna parte importante de sus designios, como había hecho, por

79
ejemplo, Mr. Chamberlain al adherirse a la política del pacifismo y en tal caso
la caída de Mr. Chamberlain significaría la guerra total.

6. Yo recordaba que Mr. Lloyd George había dicho en la Cámara de los comunes
que si éramos arrastrados a una guerra por Polonia sin la ayuda de Rusia,
estaríamos entrando a una trampa. Entramos a la trampa.

Más información acerca de esta fuente, planes y objetivos habría fortalecido el


partido de Mr. Chamberlain y le habría permitido tomar las medidas de precaución
necesarias.

Como miembro del parlamento aún fiel a Mr. Chamberlain consideré que era mi
deber investigar.

Por ahí del 9 o 10 de mayo fui a Escocia a descansar luego de haber visto únicamente
una parte de los documentos, siendo mi intención continuar con la investigación a mi
regreso.

Sin embargo, antes que pudiera terminarla, Mr. Chamberlain había caído y yo fui
arrestado pocos días después en la entrada de mi casa, el día que regresé a Londres, el
23 de mayo de 1940.

Estoy en espera de los particulares que se alegan como razones para mi detención,
para poder comentar sobre ellos.

(Firma) ARCHIBALD RAMSAY

Prisión Brixton, a 23 de agosto de 1943.

80
PARTICULARES ALEGADOS COMO

RAZONES PARA MI DETENCIÓN

A continuación expongo una copia de los particulares que fueron alegados como
motivos razonables para mantenerme detenido durante los últimos tres años.

Se verá que toda la base de cada uno de ellos es que mi oposición al comunismo, al
bolchevismo y al judaísmo internacional es únicamente una tapadera para enmascarar
mis actividades antibritáncias respecto a la guerra.

Cualquiera que esté enterado de lo que acontece en la Cámara de los comunes


conocerá perfectamente las actividades antibolcheviques que mantuve abierta y
constantemente desde 1931, las cuales se convirtieron en antijudías en 1938, cuando
me di cuenta que el bolchevismo era parte integral del plan mundial judío.

Los presentes particulares hacen a un lado estos ocho años de antecedentes y


proceden a fabricar y reiterar un propósito desleal para el cual no ofrecen la más
mínima sustancia de evidencia.

RAZONES PARA LA ORDEN DADA BAJO LA


REGULACIÓN 18B EN EL CASO DEL CAPITÁN
ARCHIBALD MAULE RAMSAY, M.P.

Fue dada la orden bajo la regulación de defensa 18B contra el capitán Archibald
Maule Ramsay, M.P. porque el Secretario de estado tenía motivos razonables para
creer que el mencionado capitán había estado recientemente involucrado en actos
perjudiciales para la seguridad pública o la defensa del reino, o en preparación o
instigación de dichos actos, y por esta razón se juzga necesario ejercer control sobre
él.

PARTICULARES

El mencionado capitán Archibald Maule Ramsay, M.P.

I. En o alrededor del mes de mayo de 1939 formó una organización que llevaba
por nombre “Right Club” que ostensiblemente dirigía sus actividades en contra
de judíos, francmasones y comunistas. Esta organización, en realidad, fue

81
secretamente diseñada para esparcir opiniones subversivas y derrotistas entre la
población de Gran Bretaña, para obstaculizar el esfuerzo bélico de Gran
Bretaña y de este modo poner en peligro la seguridad pública y la defensa del
reino.

II. Además de los verdaderos objetivos de la organización, el mencionado Ramsay


mantuvo los nombres de los miembros en secreto, tomó grandes precauciones
para que el registro de miembros nunca saliera de su control y declaró que
había realizado acciones para engañar a la policía y al departamento de
inteligencia acerca de las verdaderas actividades de la organización. Estas
acciones pretendían mantener ocultos los verdaderos objetivos de la
organización.

III. Frecuentemente expresó su simpatía con la política y metas del gobierno


alemán y hasta llegó a expresar su deseo de cooperar con el gobierno alemán
en la conquista y subsecuente gobierno de Gran Bretaña.

IV. Después de formada la organización se esforzó por introducir a miembros de


ésta a la oficina de asuntos exteriores, la censura, el servicio de inteligencia y
otros departamentos gubernamentales para poder cumplir los verdaderos
objetivos de la organización mencionados en I.

V. Después de iniciada la guerra, se asoció y utilizó a personas para actuar en


contra de los intereses de Gran Bretaña. Entre estas personas están Anna
Wolkoff y Tyler Kent, un oficial empleado de la embajada de los Estados
Unidos de América. Sabiendo las actividades que Wolkoff y Kent realizaban,
él continuó asociado con ellos para utilizar sus actividades en beneficio propio
y del “Right Club”. En particular, sabiendo que Kent había robado importantes
documentos que eran propiedad de la embajada de los Estados Unidos de
América, visitó el piso de Kent en Gloucester Place 47, donde estaban
guardados la mayoría de los mencionados documentos y ahí los inspeccionó
para sus fines particulares. Posteriormente confió al mencionado Kent el
registro secreto de miembros del “Right Club”, organización de la cual Kent se
había convertido en miembro muy importante, con el objetivo de mantener en
secreto la naturaleza de la organización.

VI. Autorizó y permitió a su esposa a actuar en beneficio suyo asociándose y


utilizando a personas conocidas de él para oponerse a los intereses de Gran

82
Bretaña. Entre estas personas estaban Anna Wolkoff, Tyler Kent y Mrs.
Christabel Nicholson.

MI RESPUESTA A CADA UNO DE LOS PARTICULARES


I. La formación del Right Club, como lo demuestra el memorándum adjunto, fue
la consecuencia lógica de muchos años de trabajo en contra del bolchevismo,
realizado tanto dentro como fuera de la Cámara de los comunes y bien
conocido por todos mis colegas políticos desde 1931.

El principal objetivo del Right Club era exhibir y oponerse a las actividades del
judaísmo organizado a la luz de la evidencia que llegó a mis manos en 1938,
alguna parte de la cual se proporciona en el memorándum.

Nuestro principal objetivo era liberar al Partido conservador de la influencia


judía y las características de nuestra membrecía y reuniones concordaban
estrictamente con este objetivo. No existía ningún otro objetivo secreto.

Nuestra esperanza era impedir la guerra, la cual considerábamos era


principalmente causada por la intriga judía con centro en Nueva York. Más
tarde, yo y muchos otros esperábamos convertir la “guerra estúpida” no en una
guerra total sino en una paz honorable y negociada.

Es difícil imaginar a un grupo de personas menos capaces de ser “subversivas”,


como sugiere este particular, y agregar a esta acusación el cargo de ser
“derrotistas” hace que este particular raye en lo ridículo.

II. Al ser los verdaderos objetivos del Right Club los ya declarados y al no existir
ningún otro objetivo, la última parte de este particular es pura ficción.

Había únicamente un aspecto en el que nuestros objetivos diferían de los de la


policía y el departamento de inteligencia y era el de la cuestión judía.

Ni la policía ni el departamento de inteligencia reconocían la amenaza judía.


Ninguno de ellos poseía ningún mecanismo para atajarla ni para ocultar cierta
información a los miembros judíos de su personal.

Si los nombres de los miembros del club hubieran sido puestos a disposición
de cualquiera de estos departamentos habrían caído en manos de sus miembros

83
judíos y de inmediato habrían sido reportados precisamente a aquellos de
quienes los miembros querían mantenerlos en secreto.

III. La última parte de este particular es pura ficción, tan indignante que voy a
tratarla con la seriedad que se merece.

Lord Marley elaboró toda esta ficción en la Cámara de los lores el día después
de mi arresto, insinuando que yo había solicitado ser Gauleiter12 de Escocia.

Mis amigos lo invitaron a repetir esta declaración fuera de la cámara. No hace


falta decir que no lo hizo, pues no existe la más mínima justificación para este
particular ni para ninguna de sus difamaciones.

El término “simpatía por la política y metas del gobierno alemán” es engañoso


hasta rayar en lo deshonesto. Sugiere que había alguna especie de acuerdo. No
existía nada por el estilo.

Nunca he estado en Alemania y además de una breve entrada a la embajada,


jamás he conocido a ningún alemán. Lo poco que aprendí sobre el sistema nazi
no fue de mi agrado.

Nunca he aprobado la idea de formar movimientos afines en Gran Bretaña,


sino todo lo contrario.

Mi opinión era que el Partido unionista, una vez informado, era la institución
mejor posicionada para establecer las necesarias contramedidas al plan judío y
que para hacer esto ni siquiera era necesario recurrir a poderes ajenos a nuestra
Constitución.

En lo general, mis opiniones respecto a las aspiraciones alemanas coincidían


exactamente con las expresadas por Lord Lothian en su discurso en Chatham
House el 29 de junio de 1937, cuando dijo:
Ahora, si el principio de autodeterminación se aplicara en beneficio de
Alemania tan bien como se aplicó en su contra, esto significaría que Austria
volvería a ser parte de Alemania, así como la unión a Alemania de los Sudetes
alemanes, Danzig y posiblemente Memel, así como ciertos ajustes con Polonia
en Silesia y el corredor.

12
Gobernante regional del III Reich.

84
El único aspecto de la política nazi que coincidía con mis opiniones era su
oposición a las disruptivas actividades del judaísmo mundial organizado.
Ningún patriota, ya sea británico, francés, alemán o de cualquier otra
nacionalidad puede abandonar la defensa de su país ante este flagelo, una vez
que ha descubierto su existencia.

Confundir la simpatía por este único punto con simpatía por la política nazi en
su totalidad es deshonesto. Llevar esta falacia hasta el punto de acusarme de
preferir su sistema al nuestro, y de estar preparado para imponer ese sistema
(que desapruebo) a mi país por la fuerza es la máxima infamia.

IV. Otra vez tenemos aquí el cargo absolutamente injustificado de tener propósitos
secretos y desleales, un asunto que ya tratamos en el primer particular y en mi
memorándum.

Respecto al asunto de los miembros del Right Club en oficinas


gubernamentales diré lo siguiente:

Siendo los objetivos del club el difundir lo más rápidamente posible la verdad
respecto al peligro judío, el tiempo siempre fue un asunto vital. Desde el
principio nos encontramos en una carrera en contra de los propagandistas
judíos.

Contrarrestarlos en tantas y tan distintas esferas como fuera posible era por
supuesto el mejor método. Diez miembros en diez esferas distintas difundirían
mejor nuestra información, más rápidamente, que diez miembros en la misma
oficina.

Todo grupo político sigue esta directriz. El método es práctica común en todos
los partidos políticos.

Yo en ningún momento realicé esfuerzo alguno por meter a ningún miembro


en ninguna oficina gubernamental.

Si un miembro tenía dos oportunidades de trabajo, estaba indeciso sobre cuál


tomar y me lo preguntaba, yo le respondía que por lo que al club respecta nos
convenía que entrara en la oficina donde no teníamos representante alguno.

Llegar a las alturas de las oficinas de Relaciones exteriores y Guerra,


significaba, por supuesto, lograr ilustrar a personas influyentes rápidamente.

85
V. En ningún momento de mi vida me he asociado con personas que yo tuviera
conocimiento trabajaran en contra de los intereses de Gran Bretaña. Por el
contrario, todo mi historial prueba que he dedicado más tiempo y esfuerzo que
cualquier otro para luchar en contra de esa clase de personas.

Ciertamente yo no sabía –y sigo sin saberlo– que tanto Mr. Kent como Miss
Wolkoff estuviesen involucrados en actividades calculadas para dañar los
intereses de Gran Bretaña.

Por mi propia experiencia con ambos y las conversaciones que hemos tenido sé
que ambos reconocen en las actividades del judaísmo organizado la fuerza más
perversa de la política y una de las más peligrosas para los intereses de Gran
Bretaña en particular.

Todas sus acciones estuvieron encaminadas a contrarrestar estos poderes y sus


designios y no los intereses de Gran Bretaña.

Por lo que a mí respecta, quisiera agregar enfáticamente, en vista de las


calumnias que han llegado hasta mis oídos, que jamás contemplaría siquiera la
posibilidad de comunicar información a los enemigos.

Teniendo motivos suficientes para creer que las intrigas del judaísmo
internacional a favor de la guerra se manejaban desde Nueva York y sabiendo
que tales actividades pretendían sabotear la política de paz de Mr. Chamberlain
y desembocar en su destitución, era mi deber como miembro del Parlamento
aún leal a Mr. Chamberlain el investigar todo lo que pudiera.

Deposité la lista de nombres del Right Club en el departamento de Mr. Kent


únicamente durante mi ausencia de Londres, porque supe de varias personas
cuyos papeles (respecto a este mismo asunto) fueron saboteados durante su
ausencia.

Como he dicho antes, yo había dado garantía absoluta de que todos los
nombres permanecerían secretos. Si estos nombres hubieran llegado a manos
de la Policía secreta británica, su actitud contraria a la amenaza judía habría
sido conocida precisamente en las oficinas donde a ellos les interesaba pasar
desapercibidos: las judías.

86
El robo de documentos no es nada nuevo en este país, sobre todo cuando se
sospecha que uno posee información acerca de las actividades del judaísmo
organizado.

La casa de Lord Craiginyle fue registrada. Le abrieron cada cajón y revisaron


cada papel, sin robarle nada, en un momento en el que era razonable pensar
que pudiera tener entre sus papeles información sobre estos asuntos.

El jefe de policía de Edimburgo declaró entonces que se trataba de “espionaje


político” y los perpetradores nunca fueron localizados.

(Ver la carta de Lord Craiginyle, fechada el 6 de julio de 1920, titulada


“Edimburgo y la libertad”, publicada en Letters to Isabel.)

VI. No existe verdad alguna en este particular y me propongo tratarlo con la


seriedad que se merece.

No hace falta decir que el Comité consejero del interior no produjo ninguna
evidencia para sostener ninguna de las calumnias contenidas en ninguno de los
particulares anteriores.

CONCLUSIÓN

Hago esta declaración y comentarios sobre los particulares no por mi propio


beneficio, sino para ilustrar al país.

Cuando se llega al punto en que el domicilio de un Lord, cuyos papeles se


sospecha que contienen información relativa a los planes del judaísmo
internacional, es allanado para “espiarlo políticamente”.

Cuando un documento oficial que contiene pasajes vitales acerca del


bolchevismo judío internacional puede ser inmediatamente ocultado y
reimpreso omitiendo tales párrafos vitales.

Cuando un industrial británico puede ser chantajeado por el judaísmo


organizado y forzado a someterse por medio del boicot, huelga y actos de
sabotaje.

Cuando un miembro del Parlamento que se atreve a advertir al país de la


amenaza del judaísmo organizado y sus compinches (la única auténtica quinta

87
columna que existe en este país) es inmediatamente apresado durante tres años
bajo cargos falsos.

Cuando estas cosas ocurren en Gran Bretaña, es seguro que algo está mal.

En el momento en que Gran Bretaña se encuentra enfrascada en una lucha de


vida o muerte no hay lugar para estas actividades y mentiras que he referido.

Mientras nuestros marinos, soldados y pilotos están derrotando a nuestros


enemigos externos, es deber de todo patriota luchar en contra del enemigo
interno.

El Primer ministro en su discurso dijo que él no se había convertido en Primer


ministro del rey para presidir la extinción del Imperio británico.

Existen muchas formas de aniquilar al Imperio británico y el líder que esté


dispuesto a combatir contra todas ellas debe tener el apoyo de todo patriota,
pero creo que quedará patente que el peor obstáculo para ello estriba
precisamente en aquellos poderes que yo y otros miembros del Right Club
hemos estado denunciando y combatiendo.

88
APÉNDICE 1

ESTATUTOS DE JUDERÍA (1275)

Prohibición de la usura judía


Debido a que el rey ha observado grandes males y la bancarrota de hombres
buenos de esta tierra a causa de la usura que los judíos han utilizado en el
pasado y que muchos pecados han ocurrido a pesar de que él y sus ancestros
han recibido mucho beneficio de los judíos en el pasado, sin embargo, por la
Gloria de Dios y el bien común de su pueblo, el Rey ha ordenado y establecido
que de ahora en adelante ningún judío pueda prestar nada con usura, ya sea
tierra, renta o cualquier otra cosa.

Deudas a judíos
Y que los pagos de deudas a los judíos de ahora en adelante no sean tan
severos sino que las tierras y ganados de los cristianos deben permanecer en
sus manos: y que ningún heredero de quien tiene una deuda con judíos está
obligado a pagar al judío ni a ningún otra persona que tenga en su poder la
tierra que originalmente era del deudor.

Valuación de tierras que se toman en pago de deudas a judíos


Y que el alguacil y cualquier otra autoridad que en nombre del Rey otorgue
posesión de ganados a judíos en pago de deudas deben recurrir a la valoración
de estos por parte de hombres justos bajo juramento para que se pague a los
judíos o sus testaferros la cantidad de la deuda. Y si el ganado no es suficiente,
entonces páguese con tierra bajo el mismo juramento en su proporción debida,
de tal suerte que quede muy claro que la deuda queda saldada definitivamente
y que el cristiano puede volver a poseer lo que le quede de tierra, reservando
siempre para el cristiano lo mejor de sus tierras y ganados, así como la casa
principal.

Garantía a los judíos


Y que si cualquier objeto de ahora en adelante se encuentre en posesión de un
judío y cualquier hombre lo demanda se le den al judío todas las garantías que
pueda tener; y si no que responda de tal forma que no resulte con mayor
privilegio que un cristiano.

89
Asentamiento de judíos

Y que todos los judíos pueden asentarse en las ciudades y barrios del Rey
donde les esté permitido.

Su distintivo

Y que cada judío mayor de siete años debe vestir un distintivo que consiste en
dos piezas unidas con un listón amarillo de seis pulgadas de largo y tres de
ancho.

Su impuesto

Y que cada uno mayor de doce años debe pagar tres peniques al año en Pascua
como impuesto al Rey, del cual son súbditos, y que esto es tanto para hombres
como para mujeres.

Propiedad de tierras, etc. de judíos

Y que ningún judío de ahora en adelante debe apoderarse o tomar posesión de


ninguna casa, renta o propiedad de otro, ya sea judío o cristiano, ni enajenarla
de ninguna forma ni cobrar ninguna deuda a ningún cristiano sin una licencia
especial del Rey y hasta que el Rey haya dado la orden.

Privilegios de los judíos

Y como la Santa Iglesia desea que sus vidas sean preservadas, el Rey los toma
bajo su protección y les garantiza su paz y desea que sean preservados a salvo
y defendidos por sus alguaciles y otras autoridades y manda que ninguno debe
hacerles ningún daño en su persona ni en sus propiedades, muebles o
inmuebles y que no deben ser llevados ante ninguna corte que no sea la corte
del Rey de quien son súbditos, y que no deben ninguna obediencia ni servicio
ni renta a nadie excepto al propio Rey y a las autoridades que actúan en su
nombre, salvo las rentas que hasta ahora deban y salvo los derechos de la Santa
Iglesia.

Relaciones entre judíos y cristianos

Y el Rey les garantiza que pueden ganarse la vida honestamente ya sea


mediante su comercio o su trabajo, y que pueden relacionarse con cristianos
para llevar a cabo comercio honesto, comprando y vendiendo. Pero que ningún

90
cristiano por esta causa o ninguna otra se establezca entre ellos. Y el Rey desea
que ninguno de ellos por razón de este comercio sea cargado con ningún
impuesto en las ciudades donde se establezcan, porque solo deben impuestos al
Rey, cuyos súbditos son, y a nadie más que al Rey.

Propiedades de casas, granjas etc.

Aún más, el Rey les garantiza que pueden comprar casas y castillos en las
ciudades donde habitan, para que los tengan en nombre del Rey, salvo las
acostumbradas tarifas para los señores. Y que pueden comprar granjas y tierras
por diez años sin deber ninguna obediencia a cristianos y sin tener que pagar
dotes a ninguna iglesia y que pueden ganarse la vida si no tienen forma de
comerciar o no pueden trabajar y que esta licencia para comprar tierras para
trabajar les durará quince años a partir de ahora.

[Nota del autor: el Parlamento que aprobó este estatuto incluía representantes
de los comunes y este fue probablemente el primer estatuto en cuya
formulación participaron activamente los comunes. Es significativo que la
primera evidencia de los sentimientos y deseos de los comunes se haya
expresado en la forma de los Estatutos de judería, en contra del hecho,
claramente evidente en el escrito, de que el Rey le debía mucho a la actividad
judía, habiéndoles cobrado impuestos regularmente y habiéndoles permitido en
su momento establecerse y mantenerse como pueblo. ]

91
APÉNDICE 2

Los judíos en Gran Bretaña

1215 Magna Carta

1255 Asesinato ritual de San Hugh de Lincoln. Enrique III [de Inglaterra]
ordenó personalmente el juicio por el que fueron ejecutadas 18 personas –todos
judíos.

1275 Se aprueba el Estatuto de judería que confinaba a los judíos a ciertas


áreas, les prohibía la usura y limitaba la propiedad de tierras y contacto con el
pueblo, obligándoles a llevar un distintivo amarillo.

1290 Eduardo I expulsa a los judíos de Inglaterra.

1657 Oliverio Cromwell, quien fuera financiado por Manasseh Ben Israel y
Moses Carvajal, permite a los judíos retornar a Inglaterra, aunque oficialmente
la orden de expulsión jamás fue revocada por el Parlamento.

1689 Los judíos de Amsterdam financian la rebelión en contra del rey Jacobo
II. El jefe de estos –Solomon Medina– llega a Inglaterra detrás de Guillermo
de Orange.

1694 Se funda el “Banco de Inglaterra” y se instituye la deuda interna,


asegurando a los prestamistas judíos la ganancia de intereses por sus préstamos
a costa de los impuestos de de los ingleses. El derecho de imprimir dinero se
transfiere de la Corona a este “Banco de Inglaterra”.

1707 Se obliga a Escocia a aceptar la unión política y económica con


Inglaterra, en contra de la voluntad de cada uno de sus condados y comarcas;
se obliga a Escocia a responsabilizarse por la deuda interna y se suprime la
Casa real de moneda de Edimburgo.

92
APÉNDICE 3

Personalidades opinan sobre los judíos

Séneca, 4 A.C. a 5 D.C.

“Las costumbres de este pueblo son tan fuertes que han podido extenderse por
toda la tierra”

San Justino, 116 D.C.

“Los judíos se encuentran detrás de todas las persecuciones contra cristianos.


Ellos vagan por todo el país esparciendo el odio y minando la fe cristiana”.

Mahoma, 570 D.C.

“Me resulta incomprensible cómo es que desde hace tanto tiempo no han sido
expulsadas estas bestias mortales… ¿son estos judíos alguna otra cosa más que
devoradores de hombres?”

Martín Lutero, 1483 D.C.


“Cómo aman los judíos el libro de Esther, tan a propósito para sus apetitos y
esperanzas asesinas, vengativas y sedientas de sangre. El sol nunca ha brillado
sobre gente tan vengativa y sedienta de sangre, que atesora la idea de asesinar y
estrangular a los demás. Ningún otro hombre es tan avaro como han sido ellos
y como lo seguirán siendo, como podemos ver en su usura. Ellos se consuelan
con la idea de que cuando venga su mesías recogerá todo el oro y la plata sobre
la Tierra y lo repartirá entre ellos”.

Papa Clemente VIII, 1592 D.C.


“Todo el mundo sufre de la usura de los judíos, sus monopolios y engaños.
Ellos han arrastrado a muchas personas desafortunadas a la pobreza,
especialmente a granjeros y gente de la clase trabajadora, a los más pobres”.

Voltaire, 1694 D.C.


“Los judíos no son más que un pueblo bárbaro e ignorante que durante mucho
tiempo ha combinado una avaricia sin límites con la más abominable
superstición y un odio inextinguible en contra de todos los pueblos entre los
cuales son tolerados y a costa de los cuales se han enriquecido”.

93
Napoleón
“Decidí ayudar a los judíos: pero ya no quiero a ninguno de ellos en mi reino.
Efectivamente, he hecho todo lo posible por mostrar mi desprecio por la más
vil de las naciones del mundo”.

Benjamín Franklin, 1789 D.C.


Declaración en la Convención acerca de la inmigración judía:
“Existe un gran peligro para los Estados Unidos de América: se trata del judío.
Caballeros, en cada lugar donde los judíos se han establecido han rebajado el
nivel de honestidad en el comercio. Se han mantenido separados y sin
asimilarse –han creado un Estado dentro del Estado y han querido estrangular
financieramente a la nación, como en el caso de España y Portugal. Por más de
1700 años se han lamentado de su suerte –es decir, de haber sido expulsados de
su patria. Pero caballeros, si el mundo civilizado de hoy les devolviera
Palestina, ellos encontrarían inmediatamente razones para no regresar. ¿Por
qué? Simplemente, porque son vampiros –no pueden vivir entre ellos mismos,
necesitan vivir entre cristianos y otros que no sean de su raza.

Si no se les excluye de los Estados Unidos por medio de la Constitución, en


menos de 100 años llegarán a este país, nos gobernarán y destruirán.
Cambiarán nuestra forma de gobierno por la cual los americanos derramamos
nuestra sangre y sacrificamos nuestra vida, propiedades y libertad personal. Si
no se excluye a los judíos, en 200 años nuestros hijos trabajarán en los campos
para alimentar a los judíos.

Les advierto caballeros, si ustedes no excluyen a los judíos para siempre, serán
maldecidos en sus tumbas por los hijos de sus hijos. Sus ideas no son las de los
americanos, aunque hayan vivido entre nosotros durante diez generaciones. El
leopardo no puede quitarse las manchas. Los judíos son un peligro para esta
tierra y si se les permite entrar pondrán en peligro nuestras instituciones –
deben estar excluidos por la Constitución”.

[Nota de aaargh: hasta donde sabemos esta declaración es apócrifa. Benjamín


Franklin jamás pronunció estas palabras.]

94
APÉNDICE 4

Copia del panfleto diseñado por el autor después del acuerdo de Múnich:

¿Sabía usted que…

MR. CHAMBERLAIN
fue quemado en efigie
en Moscú
tan pronto se supo que había
logrado la paz, lo que
demuestra QUIÉN QUERÍA
LA GUERRA y quién aún
trabaja incansablemente para
provocar conflictos en todo
el mundo?
Publicado por PATRIOTAS CRISTIANOS
MILITANTES, 93 Chancery Lane, W.C. 1
(HOLborn 2137) e impreso por
W.Whitchead, 22 Lisle St, W.C. 2

95
APÉNDICE 5

Reimpreso de Free Britain, junio de 1954

LA MORDAZA OFICIAL

Lord Jowitt, ya sea por un deseo de justicia para el capitán Ramsay o queriendo
ser cuidadoso para no repetir las fabricaciones del pasado, ha admitido en sus
memorias de los juicios de la guerra, publicadas en el London Evening
Standard del 13 de mayo, que los defensores en el asunto de Tyler Kent
actuaron de buena fe.

Lord Jowitt, para poder publicar estas memorias, se ha visto obligado a admitir
algo que ni al capitán Ramsay ni a Anna Wolkoff se les permite declarar en su
propia defensa: habiendo sido declarados los documentos concernientes
Secreto oficial que no pueden divulgar.

Sin embargo, ahora otros son libres de declarar lo que han sabido desde el
principio: que el capitán Ramsay jamás estuvo involucrado en comunicaciones
con los alemanes sino que intentaba comunicarle cierta información al
entonces Primer ministro Chamberlain, la cual el propio Mr. Chamberlain
estaba esperando y que a causa del arresto del capitán Ramsay jamás recibió.

Algo de esta información debe haberle llegado más tarde a Mr. Chamberlain a
través de otras fuentes, pues en los Forestall Diaries se reveló que Mr.
Chamberlain estaba convencido y de hecho así se lo dijo a Mr. Forestall, que
poderosos círculos judíos de Nueva York eran los únicos responsables de las
maniobras para meter a Gran Bretaña a la guerra, cosa que él no había
sospechado mientras fue Primer ministro y de lo cual debió haber sido
informado.

La barrera que se tendió entre Mr. Chamberlain y el capitán Ramsay fue el


encarcelamiento de este y el abuso de la Ley de secretos oficiales, seguido por
la difusión de la completa fabricación del Ministerio de interior acerca de que
el “capitán Archibald Maule Ramsay… había expresado su deseo de cooperar
con el gobierno alemán en la conquista y subsecuente gobierno de Gran
Bretaña”. Más tarde Lord Marley incrementó esta fabricación diciendo en la
Cámara de los lores que él sabía de buena fuente que el capitán Ramsay había
aceptado volverse Gauliter de Escocia bajo la ocupación alemana de Gran

96
Bretaña. Lord Marley no hizo caso de la exigencia que le hicieron los abogados
del capitán Ramsay de repetir estos cargos fuera de la cámara.

Durante 14 años Lord Jowitt debe haber sabido perfectamente que el capitán
Ramsay estaba realizando una investigación para proporcionar a Mr.
Chamberlain la evidencia documental que el primer ministro le exigía para
demostrarle los hechos que previamente le había revelado, y que el arresto del
capitán Ramsay se realizó justamente para impedir que esta evidencia fuera
presentada al Primer ministro. Pero han tenido que pasar todos estos años para
que Lord Jowitt reconociera que el capitán Ramsay es un hombre honesto que
“nunca hubiera realizado ninguna acción que él supiera estaba en contra de los
intereses de su país”.

97
ADVERTENCIA

El lector debe evitar descargar una copia de la versión en inglés de este libro
desde el sitio www.biblebelievers.org.au, donde se encuentra severamente
recortado y censurado.

Nosotros hemos utilizado una copia impresa (sin fecha) a la cual hemos hecho
algunas correcciones leves.

AAARGH

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