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Aproximaciones a la historia
político-intelectual latinoamericana*
Elías José Palti**
S
egún señala François-Xa-
vier Guerra, la escritura de
la historia en América Lati-
na ha sido concebida “más
que como una actividad universi-
taria, como un acto político en el
sentido etimológico de la palabra:
el del ciudadano defendiendo su
polis, narrando la epopeya de los
héroes que la fundaron” (Guerra,
1989: 595). Esto sería particu-
larmente cierto para el caso de
la historia de las ideas políticas.
Sólo en los últimos veinte años
ésta lograría librarse de la presión
de demandas externas y extrañas a
su ámbito particular. La creciente
profesionalización del medio
historiográfico, combinada con
el malestar generalizado respecto
de la vieja tradición de historia de
“ideas”, dará lugar así a la prolife-
ración de lo que, especialmente
en México, se llaman “estudios
revisionistas”, que buscan superar ricanas nos terminará revelando en América Latina,1 fue, sí, quien
los relatos maniqueístas propios problemas que remiten al nivel fijó sus pautas metodológicas
de aquella tradición. Por deba- de sus premisas metodológicas fundamentales —las que, apenas
jo de esta contienda manifiesta pero que todavía comparten, en lo modificadas, subsisten hasta hoy,
referida a los contenidos ideo- esencial, sus contendientes. En fin, tiñendo incluso las perspectivas
lógicos subyace, no obstante, un según veremos, el revisionismo de sus propios críticos. En su obra
desplazamiento aun más funda- necesitaría hoy, a su vez, también clásica, El positivismo en México
mental de orden epistemológico. ser revisado. (1943), abordó sistemáticamente
Más que cuestionar el contenido por primera vez la problemática
de las narrativas histórico-intelec- LA EMERGENCIA DE LA particular que la escritura de la
tuales tradicionales, de lo que se HISTORIA DE IDEAS historia de ideas plantea en la “pe-
trata es de interrogar críticamente LATINOAMERICANAS riferia” de Occidente (esto es, en
los supuestos en que las mismas regiones cuyas culturas tienen un
V
se fundan. Y ello nos conduce eamos primero brevemen- carácter “derivativo”, según se las
necesariamente más allá de los te cómo se instituyó la denomina desde entonces); más
confines estrictos de la historia “historia de ideas” como concretamente, cuál es el sentido
intelectual local, nos obliga a disciplina académica. El punto y el objeto de analizar la obra de
confrontar aquellas cuestiones de referencia ineludible aquí es pensadores que, según se admite, no
más generales de índole teórico- el mexicano Leopoldo Zea. Si realizaron ninguna contribución a
metodológica en torno a las cuales bien sería exagerado afirmar que la historia de ideas en general; qué
se debate hoy la disciplina. Aquí él “inventó” la historia de ideas tipos de enfoques se requieren para
encontramos también el límite *Este texto es un extracto de un trabajo mayor titulado “Introducción: Ideas, teleologismo y revisio-
de la llamada “escuela revisionis- nismo en la historia político-intelectual latinoamericana”, Acerca de los lenguajes políticos en el siglo XIX
ta”. El intento de reformular las latinoamericano (Sus nudos conceptuales), Buenos Aires, Siglo XXI (en prensa).
**Universidad Nacional de Quilmes, Argentina.
pautas sentadas por la tradición 1
Obras como A filosofía no Brasil (1876) de Silvio Romero o La evolución de las ideas argentinas (1918)
de historia de “ideas” latinoame- de José Ingenieros así lo atestiguan.
tornar relevante su estudio.2 las ideas europeas cuando fueron a condiciones históricas y epistemo-
Esta perspectiva abriría las transplantadas a esta región. lógicas precisas. Convertido en una
puertas a una reconfiguración Encontramos aquí finalmente suerte de presupuesto impensado,
fundamental del campo. Des- definido el diseño básico de la cuya validez resultaría inmediata-
engañados ya de la posibilidad aproximación fundada en el esque- mente obvia, aquello que consti-
de que el pensamiento latino- ma de “modelos” y “desviaciones” tuye su fundamento metodológico
americano ocupase un lugar en que aún hoy domina a la disciplina. escaparía a toda tematización.
la historia universal de las ideas, Ésta resulta, pues, de un intento
que la marginalidad cultural de la de historización de las ideas, del LOS ORÍGENES DEL
región fuera algo meramente cir- afán de arrancar de su abstracción REVISIONISMO HISTÓRICO
cunstancial, Zea y su generación se las categorías genéricas en que la
E
verían obligados a problematizar y disciplina se funda para situarlas l punto de partida de las
redefinir los enfoques precedentes en su contexto particular de enun- nuevas corrientes revisionis-
que veían a ésta como “la lucha ciación. Así considerado, esto es, tas de la historia político-in-
de un conjunto de ideas contra en sus premisas fundamentales, telectual mexicana, en particular, y
otro conjunto de ideas”. “En una el proyecto de Zea no resulta tan latinoamericana, en general, suele
interpretación de este tipo”, decía sencillo de refutar. Uno de los situarse en la obra de Charles Hale.
Zea, “salen sobrando México y problemas en él es que no siempre Según señala uno de sus cultores
todos los positivistas mexica- sería posible distinguir los “aspec- más notorios, Fernando Escalante
nos, los cuales no vendrían a ser tos metodológicos” de su modelo Gonzalbo: “Antes de que [Hale] se
sino pobres intérpretes de una interpretativo de sus “aspectos entrometiera, podíamos contarnos
doctrina a la cual no han hecho substantivos” —para decirlo en las un cuento delicioso, conmovedor:
aportaciones dignas de la atención palabras de Hale (1971)—, mucho aquí habíamos tenido —desde
universal” (Zea, 1943, I: 35). Pero, peor resguardados ante la crítica. La siempre— una hermosa y heroica
por otro lado, según señala, si las articulación de la historia de ideas tradición de liberales: que eran de-
hubiera, descubrirlas tampoco como disciplina particular estuvo mócratas, que eran nacionalistas,
sería relevante para comprender en México íntimamente asociada que eran republicanos, que eran
la cultura local. “El hecho de ser al surgimiento del movimiento revolucionarios y hasta zapatistas
positivistas mexicanos los que de lo mexicano, y su empresa que- (y eran buenos); una tradición
hiciesen alguna aportación no daría atada desde entonces a la opuesta, con patriótico empeño,
pasaría de ser un mero incidente. búsqueda del “ser nacional” (que a la de una minoría de conserva-
Estas aportaciones bien pudieron subsecuentemente se expande para dores: monárquicos, autoritarios,
haberlas hecho hombres de otros comprender a la del “ser latinoame- extranjerizantes, positivistas (que
países” (Zea, 1943, I: 17). En de- ricano” en su conjunto). Existe, sin eran muy malos)” (Escalante,
finitiva, no es de su vínculo con embargo, una segunda razón que 1991: 14). El propio Hale ha se-
el “reino de lo eternamente váli- llevó a oscurecer los aportes de ñalado reiteradamente como su
do” sino “de su relación con una Zea; una menos obvia pero mucho principal contribución el haber
circunstancia llamada México” más importante. El esquema de arrancado a la historiografía de
(Zea, 1943, I: 17) que la historia “modelos” y “desviaciones” pronto ideas local del plano ideológico
de ideas local toma su sentido. pasó a formar parte del sentido co- subjetivo (del que, según afirma-
Lo verdaderamente relevante no mún de los historiadores de ideas ba, él, en tanto que extranjero,
son ya las posibles “aportaciones” latinoamericanas, y ello ocultaría no participaba) para resituarla
mexicanas (y latinoamericanas) al el hecho de que la búsqueda de en el suelo firme de la historia
pensamiento en general sino, por las “refracciones locales” no es un objetiva.
el contrario, sus “yerros”; en fin, el objeto natural sino el resultado de Como surge de la afirmación de
tipo de refracciones que sufrieron un esfuerzo teórico que respondió Escalante, Hale enderezará su críti-
ca, en realidad, hacia aquel costado
2
Esta problemática, sin embargo, se vería desplazada en su pensamiento en el mismo momento que, que, como vimos, fue el más erráti-
justamente, abraza las doctrinas llamadas “dependentistas”. En efecto, en los años sesenta se produce co en el enfoque de Zea, su “aspecto
un giro en el pensamiento de Zea del cual el solo título de su obra escrita en 1969 es ya ilustrativo:
La filosofía americana como filosofía sin más. Para un excelente estudio de las diversas fases por las que sustantivo”: una visión ideológica
atraviesa su concepto histórico, véase Medin (1992). y maniquea articulada sobre la
L
a pregunta que la historia de rales debería ella misma volverse
“ideas” plantea, sin embar- objeto de escrutinio.9 Más allá 7
“Debemos ver a América Latina en sus propios
términos, en su propio contexto histórico”,
go, es, más bien, cómo no de su contenido particular (que demanda Wiarda (1982: 353), “debemos dejar
hablar de la “cultura local”, cómo siempre varía con las circunstan- de lado los prejuicios y el etnocentrismo, las
no referir las ideas en América cias históricas), lo cierto es que tal actitudes de superioridad que tan a menudo
determinan la percepciones, especialmente en
Latina a algún supuesto substrato referencia a la cultura local viene la sociedad política norteamericana, de otros
cultural que explique el sistema de a llenar una exigencia conceptual países cuyas tradiciones son peculiares”.
sus “desviaciones” y “distorsiones en la disciplina, ocupa un casille-
8
A pesar de sus denuncias de los “prejuicios
de los académicos norteamericanos” (o quizá,
locales”. La “escuela culturalista”, ro en una determinada grilla precisamente por ello), los cultores del enfo-
como tal, ha sido, en verdad, late- teórica. Las “particularidades lati- que “culturalista” se encuentran a tal punto
tan mal protegidos ante los estereotipos que,
ral en los estudios latinoamerica- noamericanas” funcionan como en su intento por comprender la “peculiaridad
latinoamericana”, Morse llega a dar crédito in-
cluso a los dislates de Lord Keysserling, como,
Poca es la distancia entre caracterizar como por ejemplo, su definición de la gana como el
“principio original” que informa la cultura
“espíritu” lo que se concibe como “esencia”. Y latinoamericana (véase Morse, 1982: 120).
E
para situar las contradicciones que n los años en que Hale pu- parece, tienen cierta claridad
observa en el pensamiento liberal blicaba Mexican Liberalism in respecto de qué es, por ejemplo,
mexicano en un contexto más the Age of Mora comenzaba el “liberalismo lockiano” son los
amplio, mantiene, sin embargo, las justamente en Estados Unidos, historiadores de ideas latinoa-
antinomias propias de la historia con The Ideological Origins of the mericanos, puesto que entre los
de “ideas”, ahora inscriptas en el American Revolution (1967) de Ber- especialistas no hay ya ningún con-
seno de la misma tradición liberal. nard Bailyn (1992), la demolición senso al respecto (Dunn, 1995). Lo
Todo aquello que hasta enton- del modelo propuesto por Hartz. cierto es que tales complicaciones
ces se vio como decididamente Analizando la panfletería del pe- resultan inasimilables para la his-
antiliberal, una “peculiaridad ríodo revolucionario, Bailyn des- toria de ideas local, dado que, en
latinoamericana” (el centralismo, cubrió la presencia determinante tal caso, todo el esquema de los
el autoritarismo, el organicismo) en él de un universo conceptual “modelos” y las “desviaciones”
pasa ahora a integrar la defini- que remitía a una tradición de se derrumbaría. Éste presupone
ción de un liberalismo que no es pensamiento muy distinta a la sistemas de pensamiento (“tipos
desarrollo histórico-intelectual en J. Z. Vázquez (coord.), Recepción y Morse, R. (1989), New World Soundings. Cul-
local, los debates aquí producidos transformación del liberalismo en México. ture and Ideology in the Americas, Baltimore,
podrían cobrar efectivamente un Homenaje al profesor Charles A. Hale, The Johns Hopkins University Press.
sentido sustantivo, esto es, dejar de México, El Colegio de México. Morse, R. (1982), “Toward a Theory of
aparecer como resultados de puros Guerra, F. X. (1992), “La política moderna en el Spa-nish American Government”,
malentendidos y suscitar cues- mundo hispánico: apuntes para unos años en H. Wiarda, (comp.), Politics and
tiones de orden conceptual cuya cruciales (1808-1809)”, en R. Ávila Palafox, Social Change. The Distinct Tradition,
relevancia exceda incluso el marco C. Martínez Assad y J. Meyer (coords.), Massachusetts, University of Massa-
estrictamente local. En fin, de lo Las formas y las políticas del dominio agrario. chusetts Press.
que se trata aquí es de explorar ese Homenaje a François Chevalier, Guadalajara, Morse, R. (1964), “The Heritage of Latin
mucho más complejo entramado Universidad de Guadalajara. America”, en L. Hartz (comp.), The
conceptual que se nos descubre Guerra, F. X. (1989), “El olvidado siglo Founding of New Societies, Studies in the
una vez que logramos trascender XIX”, en V. Vázquez de Prada e I. Olabar- History of the United States, Latin Amer-
las limitaciones de los enfoques ri, (comps.), Balance de la historiografía ica, South Africa, Canada, and Australia,
centrados exclusivamente en la sobre Iberoamérica (1945-1988). Actas Nueva York, Harvest/HBJ.
superficie textual de los discursos de las IV Conversaciones Internaciona- O’Gorman, E. (1977), México. El trauma de
(las ideas). El mismo nos revelará les de Historia, Pamplona, Universidad su historia, México, UNAM.
un sentido a los antagonismos de Navarra. O’Gorman, E. (1969), La supervivencia
que entonces produjeron que no Hale, C. A. (1989), “Political and Social política novohispana. Reflexiones sobre el
podrían ya llanamente atribuirse Ideas in Latin America, 1870-1930”, monarquismo mexicano, México, Funda-
a ciertas supuestas patologías de la en L. Bethell (comp.), The Cambridge ción Cultural Condumex.
sociedad y la cultura locales, a las History of Latin America. From c.1870 to Pocock, J. G. A. (1991), Virtue, Commerce
distorsiones que habrían sufrido 1930, vol. IV, Cambridge, Cambridge and History, Cambridge, Cambridge
los tipos ideales en su intento de University Press. University Press.
aplicación a la realidad local, sino Hale, C. A. (1971), “The History of Ideas: Pocock, J. G. A. (1989), Politics, Language,
que harían eventualmente mani- Substantive and Methodological Aspects and Time. Essays on Political Thought
fiestas contradicciones y problemas of the Thought of Leopoldo Zea”, Journal and History, Chicago, The University of
inherentes a los propios tipos of Latin American Studies, 3, 1. Chicago Press.
ideales, minando esa apariencia de Hale, C. A. (1968), Mexican liberalism in the Pocock, J. G. (1975), The Machiavellian Mo-
naturalidad y perfecta racionalidad Age of Mora, New Haven. ment. Florentine Political Thought and the
con que hoy se nos presentan. Halperín Donghi, T. (1987), “En el trasfondo Atlantic Republican Tradition, Princeton,
de la novela de dictadores: la dictadura Princeton University Press.
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