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Lapoujade.

“Las tríadas de la tierra”

El plano de consistencia es como un corte de la naturaleza, una visión que permite


captar todo lo imperceptible en ella, todo lo que de lo contrario es recubierto por las
cualidades y las formas visibles sobre el otro plano. Es una sección o una visión en
corte de las multiplicidades moleculares cuando no están todavía ligadas, cuando no
están todavía prisioneras de una materia o de una forma definidas. En este sentido, la
Tierra está siempre por venir puesto que, tan pronto su materia es aprisionada en los
estratos, ella cae fuera del plano.
Por eso la tierra es siempre una nueva tierra. Es un campo de relaciones, un mundo
compuesto de todas las relaciones entre multiplicidades no ligadas. ¿De qué
naturaleza son esas relaciones? Nosotros ya lo sabemos; son las de la disyunción
incluida, llamada de ahora en más “rizoma”. Las multiplicidades que pueblan el plano
son multiplicidades rizomáticas en el sentido de que conectan elementos
heterogéneos sin que dejen de ser heterogéneos puesto que es por su
heterogeneidad respectiva que se conectan. (p. 195)

Está entonces ante todo el plano, el cuerpo sin órganos o la materia intensiva, el
planómeno. Es una visión en corte o una sección de las multiplicidades en el nivel
molecular, en el nivel de sus relaciones más libres, allí donde están menos ligadas,
cuando lo heterogéneo se conecta con lo heterogéneo en tanto que heterogéneo. Ese
plano es Materia. En tanto que materia, posee una realidad física, con sus
magnitudes, sus grados, sus cantidades; pero como se trata de una materia intensiva,
sus magnitudes, sus grados, sus cantidades son inextensas, son “partes de potencia”
que se distinguen intrínsecamente, y no de manera extensiva o extrínseca. En ese
nivel, no hay más que variaciones de intensidad (grados de potencia), singularidades
(cambios de umbrales) y conjunciones de flujos (relaciones diferenciales). El plano es
un flujo material, no informe, sino informal.
Cuanto menos estable es una relación, cuanto menos fija, cuanto más capaz de
transformarse, más consistencia tiene. Según este criterio, se comprende que, de
todas las relaciones posibles, la síntesis disyuntiva incluida es la relación más
consistente en la medida en que hace mantener juntos los términos más
heterogéneos de la manera más inestable. Es entonces con razón que el plano es
llamado plano de consistencia puesto que su materia obedece al principio de la
disyunción incluida. Dicho de otro modo, lo que constituye la consistencia del plano,
es el pasaje de un agenciamiento a otro, la transformación de uno en otro. El plano se
traza entre los agenciamientos, a lo largo de su transformación. (p. 198)

1) Conjunciones de flujos. Se sabe ya que un flujo corta siempre otro, que arrastra
otros, modifica su velocidad o le da un andar, un ritmo diferentes. Lo cual quiere decir
que un flujo se define a continuación por las 2) variaciones por las que no cesa de
pasar, ascensos y descensos, elevaciones y caídas que manifiestan sus grados de
potencia. Finalmente, la conjunción de los flujos es inseparable de emisiones de 3)
singularidades, elementos diferenciales o signos asignificantes (“partículas”) en tanto
producidos por la agitación diferencial metaestable de la materia del plano. (pp. 204-
205)
Si el plano se define por continuums, es porque una multiplicidad está siempre a
caballo sobre dos multiplicidades, una primera a la que envuelve, una segunda que la
envuelve. Una multiplicidad es siempre atraída hacia el límite que la hace volcarse
fuera del agenciamiento que compone, aspirada por otra multiplicidad que compone
con ella un nuevo agenciamiento. Es lo que pasa cuando una multiplicidad llega a la
saturación, cuando está en la imposibilidad de incrementar sus dimensiones sin
cambiar de naturaleza. Hay siempre un atractor, singularidad o elemento anomal,
para desterritorializar una multiplicidad. (pp. 198-199)

Es preciso distinguir el plano (o planómeno) de su “planificación” (o dia-


gramatización). Bajo un aspecto, se puede decir que el plano es producido o trazado
por la máquina abstracta, bajo otro aspecto, se puede decir que la máquina abstracta
distribuye lo que se produce sobre el plano.
Las máquinas abstractas son máquinas por su actividad de distribución. ¿Pero en qué
son abstractas? Si son abstractas, es porque no tienen ningún contenido definido, son
indiferentes al contenido efectivo de lo que distribuyen, aunque, por una parte, lo
determinan. (p. 200)

Todas estas máquinas abstractas singulares son grados de efectuación de “la”


máquina abstracta, aquella que es inmanente al plano de consistencia. Ahora bien,
esta máquina no tiene programa definido, trabaja “tanto sobre la astrofísica como
sobre la microfísica, lo natural como lo artificial”. Distribuye las multiplicidades más
libres, las menos ligadas, de manera “rizomática” y transversal. (p. 200)
Agenciamiento concreto. Si es llamado “concreto”, es precisamente porque efectúa,
en un nivel observable, fenoménico, el programa o el diagrama de tal o cual máquina
abstracta. Máquina y agenciamiento son, si se lo puede decir, las dos mitades de lo
real. El agenciamiento corresponde a un principio empírico en el sentido de que no
tiene su razón en sí mismo, sino en la máquina abstracta que determina sus aspectos
diagramáticos y programáticos. Todos los agenciamientos son organizados,
estructurados, formados.
Los planos y las máquinas abstractas solo pueden ser pensados; nunca pueden ser
observados empíricamente por ellos mismos mientras que los agenciamientos
concretos constituyen todo lo visible y todo lo enunciable de la tierra.
Recíprocamente, jamás los agenciamientos pueden ser comprendidos sin la máquina
abstracta que da razón de su modo de funcionamiento. (p. 202)

Todos los agenciamientos son dobles. Por una parte, los agenciamientos son cuerpos,
cuerpos colectivos, formados, organizados, cuerpo geológico, cuerpo orgánico,
cuerpo político, cuerpo social. Como en Spinoza, todo cuerpo es un cuerpo colectivo,
un cuerpo compuesto de cuerpos. Como en los estoicos, todo cuerpo es una mezcla de
cuerpos, una mezcla de acciones y de pasiones. Por otra parte, y de manera
inseparable, los agenciamientos concretos son regímenes de signos. Así como todo
cuerpo es colectivo (multitud, manada o población), todo régimen de signos es
colectivo (grito, glosolalia, rumor). La naturaleza de estos signos no es de orden
lingüístico, sino pragmático.
Un agenciamiento es entonces siempre doble; a la vez agenciamiento maquínico de
cuerpos y agenciamiento semiótico de signos. No es solamente una concretización o
una efectuación de tal o cual máquina abstracta, sino también una relación a veces
inestable entre dos órdenes realmente distintos: multiplicidad de los cuerpos y
multiplicidad de los signos. (pp. 202-203)

Mil mesetas se presenta como el estudio sistemático de los procesos de estratificación


que actúan en la Naturaleza. Despeja tres estratos principales: un estrato físico-
químico, un estrato orgánico y un estrato antropomórfico (o aloplástico), pero, solo
sobre este último estrato, hay todavía muchos otros estratos.
Hay estratificación desde el momento en que la materia intensiva del plano llega a
distribuirse según un programa definido. Así sobre un estrato, solo son producidos
cuerpos físicos y químicos. Sobre otro, son producidos solo cuerpos vivientes
organizados. Todavía sobre otro estrato, son producidos solo cuerpos sociales, los
cuales producen a su vez otros cuerpos, cuerpos de Estado, cuerpos de funcionarios,
cuerpos de oficios, como otras tantas estratificaciones suplementarias. (pp. 206-207)

Las máquinas abstractas obedecen a una suerte de programa definido. Doble


articulación: 1) operación mediante la cual la interacción de las multiplicidades
moleculares conduce a la formación de una masa o substancia que obedece a un
comportamiento estadístico ordenado. Esta masa constituye un primer grado de
territorialización o una primera forma de territorialidad de la que son excluidas las
moléculas que no entran en ese campo de interacciones. La materia intensiva
deviene una materia, una substancia formada, es decir un conjunto molecular
metaestable. Pero interviene una 2) operación que fija este orden, lo organiza, lo
codifica, lo estabiliza en una forma molar, forma en la cual se actualizan
simultáneamente los compuestos substanciales precedentes. Ya no tratamos con
materias formadas, sino con formas organizadas. Entonces, según los estratos, la
materia compone una estructura molar estable o una estructura molecular
organizada. (p. 207)

Siguiendo una distinción de Hjelmslcv, Deleuze y Guattari llaman “contenido” al


primer tipo de multiplicidad, “expresión” al segundo. Que la primera articulación
concierna al contenido parece evidente puesto que se trata de formar o de ordenar
materias. ¿Pero cómo decir de la segunda articulación que es expresión? Lo que
expresan los cuerpos, es solamente la organización que actualizan, nada más.
Expresar es actualizar la invariancia relativa de una estructura, su independencia
respecto del contenido. (pp. 209-210)

Cada cuerpo organizado canta la invariancia relativa de su organización, pero esta


invariancia varía según los estratos. ¿Qué observamos en efecto cuando se pasa del
estrato geológico al estrato orgánico y de este al estrato antropomorfo? Una
liberación cada vez mayor de la expresión respecto de la territorialidad de los
contenidos.
 Estrato geológico. La expresión permanece inseparable del contenido cuyas
dimensiones o cuya voluminosidad abraza. Así, la estructura de un cristal es la
expresión macroscópica de un orden metaestable microscópico. La expresión es
una amplificación (o inducción) de la estructura.
 Estrato orgánico. La expresión se libera relativamente del contenido de las
materias formadas. Los cuerpos organizados se vuelven capaces de reproducir su
propia estructura, de duplicarla o de replicarla, despegándose así de la
territorialidad, de la voluminosidad del contenido. Se trata siempre de expresar una
invariancia, pero la expresión ya no es amplificación (pasaje de lo micro a lo
macroscópico), es reproducción, duplicación en el seno mismo de lo microscópico.
Se desprende una línea de expresión que consiste, para los organismos, en
reproducir o volver a copiar su estructura.
 Estrato antropomorfo (o “aloplástico”). La nueva forma de expresión —el
lenguaje— se desprende de las substancias formadas, de los contenidos y se
convierte en un código capaz de traducir todo, de repetir todo. El código ya no es
genético, sino lingüístico. Ya no es lineal, sino “sobrelineal”. No solamente una
lengua puede traducir otra lengua, sino que puede representar también todos los
demás estratos, captar sus flujos, sus partículas, sus códigos, pasar de una
substancia a otra. La distinción entre contenido y expresión se distribuye entonces
de un modo completamente distinto. Ya no se trata de distinguir dos órdenes de
magnitud en el seno de una misma cosa (estrato geológico), ni de distinguir dos
clases de moléculas en el seno de un mismo ser (estrato orgánico), se trata de
distinguir dos géneros de seres irreductibles: los cuerpos y los signos. (pp. 210-211)

Sobre lingüística. Se trata ante todo de mostrar que una lengua está siempre tomada
en un agenciamiento concreto, que no puede ser separada de los cuerpos de los que
habla, que es afectada desde el interior por todos los cuerpos sociales exteriores.
Volvemos a encontrar el fenómeno de doble articulación expresión/contenido, que
define a cualquier agenciamiento. Regímenes de signos de un lado, regímenes de
cuerpos del otro. Pero esto es solo un primer aspecto. Luego hay que mostrar cómo el
agenciamiento es él mismo inseparable de un afuera aún más exterior, que trabaja de
manera más profunda la lengua, que la desarticula, que tiende a hacerle perder su
gramática y su sintaxis, en suma que la desterritorializa. Ese afuera está más allá de la
exterioridad de los cuerpos sociales; constituye el límite mismo del lenguaje. Más allá
de la exterioridad, el afuera; más allá del agenciamiento concreto, la máquina
abstracta. (p.219)

La lengua no puede estar cerrada sobre sí misma puesto que está continuamente
afectada desde adentro por lo que pasa en el exterior, en el campo social. Volvemos a
encontrar aquí la doble articulación contenido/expresión propia al sistema de los
estratos. De un lado, los contenidos se ordenan y componen cuerpos sociales, pero del
otro lado las expresiones organizan los cuerpos a través de sus “actos” enunciativos. El
lenguaje no da forma al cuerpo (los cuerpos tienen su propia forma), los transforma
incorporalmente por el sentido que les atribuye. De esta manera, “interviene” sobre
ellos. (p. 220) No solamente el lenguaje codifica, sino que no cesa de desterritorializar
y de reterritorializar los cuerpos sociales. Un signo no es signo de algo, sino ante
todo signo de desterritorialización o de reterritorialización.

Pero esta doble articulación solo constituye una primera dimensión del
agenciamiento que manifiesta su pertenencia a los estratos. ¿Qué pasa en la otra
vertiente? ¿Qué hace la máquina abstracta? ¿No es precisamente ella la que libera el
lenguaje del sistema de los estratos para ponerlo en relación con las potencias
intensivas de la Tierra? ¿Qué relación mantiene el lenguaje con la Tierra o el plano de
consistencia?
Es precisamente lo que constituye la segunda dimensión del agenciamiento, y que lo
vuelve irreductible a cualquier estructura. Hay una exterioridad más radical que la de
los cuerpos sociales, que actúa sin embargo en lo más profundo de la lengua misma.
Estas fuerzas solo pueden ser percibidas si se traza la línea de variación continua de los
enunciados. El enunciado ya no es separable de todas las voces que hace oír en la suya
propia, como una materia propiamente lingüística, una substancia casi musical
inmanente a cualquier enunciado, y de la que cada enunciado es una modulación. Se
alcanzan así variaciones inmanentes a la lengua misma, y todos los casos de “yo
juro” son como los grados de potencia de esa línea de variación continua virtual.
Sucede que esas líneas juegan un rol de “tensor” o de atractor en el sentido en que
justamente tensan la lengua hacia su límite; la desterritorializan. Ya no es, como
precedentemente, el lenguaje que desterritorializa los cuerpos sociales, sino una
materia no-lingüística la que desterritorializa la lengua, la que hace de cada uno un
extranjero en su propia lengua y el inventor de una nueva lengua en la lengua. (pp.
220-222)

Se evalúa la diferencia entre las dos vertientes del agenciamiento. De un lado, una
lengua afectada desde el interior por los cuerpos sociales exteriores y cuerpos sociales
afectados por las consignas de la lengua. Es la vertiente estratificada del
agenciamiento en la que se ejerce plenamente la doble articulación
contenido/expresión. Pero en la otra vertiente, todo tiende a desestratificarse. El
afuera de la lengua ya no remite a la exterioridad de los cuerpos, sino a variaciones
intensivas inmanentes que hacen tender la lengua hacia su límite, como si ella entrara
en un devenir musical.

Así como la lengua tiende a perder su sintaxis y su gramática (expresión) en provecho


de líneas continuas, los cuerpos tienden a perder sus contornos y sus formas
(contenido), a desorganizarse para devenir los grados de potencia de una materia
ideal. Es porque la lengua ya no se relaciona a cuerpos exteriores organizados, sino a
las variaciones intensivas que pasan entre esos cuerpos o a los grados de potencia que
envuelven. (pp. 223-224)

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