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EL QUEHACER UNIVERSITARIO

El hombre, ese animal separado, ese extraño ser viviente que se ha opuesto
a todos los demás, se eleva sobre todos los demás, por sus sueños,
por la intensidad, por el encadenamiento, por la diversidad de sus sueños,
por los efectos extraordinarios que llegan hasta modificar su naturaleza,
sino también la naturaleza misma que lo rodea y que
él procura infatigablemente someter a sus sueños.
PAUL VALERY

Las presentes notas constituyen una reflexión sobre la Universidad,


el sentido de nuestra vida universitaria y la prospectiva de su deber
ser. Esto es, una invitación al espíritu a la acción sobre “un espacio
de la cultura”.

Introduciéndonos en el tema, se hace necesario fijar como premisa


la idea original de Universidad: universal, corporativa, científica y
autónoma. Esta idea, que es imperecedera y supranacional, se sus-
tenta en el carácter unitario del ser humano cuya ramificación par-
ticular siempre está con referencia al todo. En este sentido, ante la
evidencia de la fragmentación del saber operada por el positivismo,
la expresión Universidad debe ser entendida como el retorno de lo
múltiple a lo uno, en una vida orgánica compuesta por las partes
del saber. El fin primero de la Universidad será siempre la búsque-
da de la verdad por la verdad a través del camino de la ciencia.

Mirando estos principios esenciales y válidos universalmente, ca-


bría preguntarnos, en qué medida nosotros coincidimos o nos
Cátedra Universitaria José Gabriel Coley

aproximamos al modelo primigenio, y en qué medida respondemos Pero la Universidad es también voluntad de servicios a la sociedad,
con capacidad de servicio eficiente al entorno social que nos rodea. que implica plantearse los problemas de su entorno. No puede ha-
Toda la sociedad tiene la Universidad que se merece. Por eso es for- ber ruptura entre la Universidad y su contexto social. La Universi-
zoso vivir a la altura de los tiempos. dad debe estar anclada en su momento histórico, avizorado en el
futuro, sin ser una rueda del Estado ni una unidad de servicio que
¿Qué hacer entonces? Formarse. Pero formarse integralmente, solucione los problemas que competen a este; ni un engranaje de la
identificando cuáles deben ser las tareas prioritarias del intelecto, empresa privada porque ella es, ante todo, academia. Es más fruc-
dentro de la autonomía que por principio debe tener toda Universi- tífera la labor de criticar y reflexionar sobre los proyectos y accio-
dad, que debe ser la vocación intelectual de quienes hacen parte de nes de los sectores públicos y privados, que desorientar aún más su
ella, pues este es un espacio para la ciencia y los distintos saberes norte, realizando tareas que a aquellos pertenecen.
particulares que le darán sentido al todo.
Corresponde a los “intelectuales orgánicos” hacer presencia trans-
La Universidad es, de por sí, lo más excelso de la sociedad. Por lo formadora en ese espacio del saber en que nos movemos, tenien-
tanto, si la Universidad aglutina a los mejores espíritus de la época, do siempre presente que la idea de Universidad es una utopía que
debe tener un real sentido histórico para la nación, la región y la hay que pensar con realismo histórico, pero quedándonos siempre
ciudad. Debemos ser los protagonistas de un movimiento telúrico con el sentido primigenio de las Universitas, aunque nunca la reali-
de replanteamiento de programas. Indagar qué alternativas de pro- cemos; pero aproximándonos siempre de manera infinita de la si-
fesionalización se requieren introducir, los programas que se nece- guiente forma:
sitan y cuáles hay que sepultar definitivamente, principiando por
los paralelos. El futuro ya nos llegó. No lo sigamos esperando, pues ya es presen-
te. Inventemos ahora otro futuro, el que seamos capaces de empe-
No obstante, el objetivo de la Universidad no es solo de profesiona- zar a moldear ahora.
lización sino que debe formar entendimiento y voluntad para mol-
dear la juventud que en el futuro nos ha de reemplazar. La Univer-
sidad debe incidir en el mundo afectivo, en el mundo de las emocio-
nes, en el sentido estético de la existencia. Hasta dónde formamos
en eticidad a nuestros futuros dirigentes políticos, lo que no es más
que el currículo oculto. Esto implica que no se puede ser libre en
un medio opresivo, que la ética del ejemplo es determinante y que
se requiere un contradiscurso, respecto a la autoconciencia de si la
idea de Universidad ha de rebelarse contra lo establecido.

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