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Las clases olvidadas en la

revolución cubana

Marcos Winocur
INTRODUCCIÓN

Con la historia contemporánea ocurre que vive el prota-


gonista junto al historiador. Vive físicamente o su recuerdo lo
hace por él. Y el historiador, no decimos el cronista, pertur-
bado por esa presencia, tiende menos a pisar el apagado al-
fombrado de los archivos y más a dejarse aturdir por el griterío
de la calle. De ahí los riesgos de abordar un tema contempo-
ráneo. Y junto a los riesgos la tentación de asumirlos. Pues, en
cuanto el historiador logra poner un poco de silencio en su
cabeza, no cesa de asombrarse: esto y esto otro, y lo de más
allá, ¡tanto y tanto ha quedado sin decirse!
Así vi las cosas desde un comienzo, cuando hace ocho años
emprendí la tesis bajo la dirección de Pierre Vilar. El tema,
no podía ser más contemporáneo: las clases en la revolución
cubana, período de insurrección contra la dictadura, años cin-
cuenta. Cedí, pues, a la tentación y asumí los riesgos. Mi pro-
puesta fue aceptada en el marco de la entonces École Pratique
des Hautes Études de París. Pude así participar del seminario
dictado por Pierre Vilar en aulas siempre colmadas y, en fin,
Cubierta: Alberto Corazón © 1979: Marcos Winocur, Córdoba
(Argentina) © 1979: Editorial Crítica, S. A., calle de la Cruz, 58,
tuve el privilegio de trabajar a su lado durante tres años.
Barcelona-34 ISBN: 84-7423-078-0 Depósito legal: B. 38.922 -1978 El tema escogido era ya Historia. Cualquiera que fuera
Impreso en España 1979. — Gráficas Salva, Casanova, 140, el destino ulterior de la isla de los cubanos, el ciclo
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insurrec-tivo contra la dictadura se había cerrado. Pero
todavía el ruido de armas aturdía. Y esto contó para mi
elección. No se
LAS CLASES OLVIDADAS INTRODUCCIÓN 9

trataba de todas las clases, sino de prestar oídos a las caídas una vida no se cambien, pero la realidad es más rica que toda
en un olvido donde hasta hoy permanecen: burguesía azucarera convicción. «Gris es la teoría, pero verde es el árbol de la
y clase obrera cubanas. Curioso fenómeno. Eran reconocidas vida», había escrito un hombre de letras de los siglos XVIH
antes de los años cincuenta como los dos boxeadores sobre el y XIX, y gustaba repetir un revolucionario del siglo XX. Cada
ring. Y después de los años cincuenta. Una reaparecía fugaz- campana que suena tiene sus razones y de ellas difícilmente
mente para ser expropiada y la otra ponía manos a la construc- nos enteramos sin prestar atención al tañido. Y éste forma
ción del socialismo. Que es como decir: terminada la pelea, el parte de la realidad, aun de aquella destinada a desaparecer.
arbitro levantaba el brazo de la clase obrera declarándola ven- De donde el lector encontrará en las páginas que siguen
cedora. Pero tanto ésta como la burguesía azucarera se eclip- testimonios y evidencias recogidos desde los más diversos án-
saban en los rounds decisivos, librados durante los años cin- gulos. Queremos saber de la situación social de los pobladores
cuenta. ¿Qué había sido de ellas? Y también se trataba de las de la sierra al momento mismo en que deviene teatro de gue-
masas rurales. No desaparecían del escenario histórico pero se rra. Cederemos la palabra tanto a Fidel Castro como a Pedro
las presentaba sin iniciativa social: como despertadas a la revo- A. Barrera Pérez, comandante de operaciones del ejército le
lución más que accediendo a ésta en junción de las propias Fulgencio Batista. Y, contra todo cuanto pudiera suponerse,
necesidades de clase. ¿Qué había pasado? las versiones no son, como sus armas, encontradas.
Fui a averiguarlo sobre el terreno. Una investigación his- Nada han perdido con ello las convicciones. La versión le
tórica tiene en cuenta la bibliografía existente sobre el tema, hechos y situaciones, en cambio, verificada por un examen
pero no se basa en ella. Tanto para la tesis como para este cruzado, ha ganado. No puedo dejar de asociar aquí al pro-
trabajo se ha recurrido a un conjunto de fuentes donde cuen- fesor Ruggiero Romano, a quien permítaseme evocar a través
tan censos, colecciones de publicaciones periódicas, documen- de un recuerdo personal. Tenía en su casa un perro a quien
tos oficiales, crónicas, informes, correspondencia. Y sobre el mucho estimaba, de nombre Orly. Un día en que yo recorría
terreno vi las gentes y el país, las huellas de aquel torbellino los estantes de su biblioteca, reparé en varios libros que trata-
de los recientes años cincuenta, sin dejar de recoger testimo- ban sobre gatos. Le manifesté mi extrañeza y él, que habla
nios directos. Conté en todas las instancias con la mejor volun- puesto su mirada crítica sobre mis trabajos, contestó signifi-
tad del Instituto de Historia de Cuba, dirigido entonces por cativamente: «Hay que conocer al enemigo».
Julio Le Riverend. No he olvidado estas y otras palabras suyas, como tampoco
Y bien, regresé a mi escritorio y a mi máquina de escribir las de Fierre Vilar. Todavía un nombre se asocia a estas pá-
con una bolsa de información a procesar. El relevamiento y ginas, a través de tantas conversaciones e intercambios sobre
fichaje de prensa había sido particularmente ilustrativo. En la problemática latinoamericana, el de Georges Fournial, cuya
fin, la incorporación historio gráfica de clase obrera, burguesía amistad me dispensó generosamente en esos años de trabajo de
azucarera y masas rurales de la sierra replanteaba la proble- tesis en París.
mática de la revolución cubana. En cuanto a la viabilidad metodológica del proyecto, una
Por cierto, no cabe aquí oponer las convicciones que asis- constatación inicial dio su medida. Masas-rurales de la sierra
tan sobre la dirección en que trabaja la Historia. Puede que en y clase obrera están en la isla y en la época estructuralmente
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OLVIDADAS

imbricadas, y ambas reconocen en la tercera, la burguesía azu- cidado teatralmente ante un micrófono de radio al final de una
carera, su explotador. De ahí que sea accesible su tratamiento de sus alocuciones. Había sido el protagonista de la oposición
de conjunto. Quedan fuera otros sectores sociales, notoriamente cívica. Esa muerte exaltaba su memoria.
la pequeña burguesía. Precisamente, sobre ella se ha venido Fidel Castro, 'Raúl Castro y Ernesto Guevara han recono-
insistiendo en la crónica y en la bibliografía al punto de no cido esta filiación pequeñoburguesa y las limitaciones que im-
dejar escuchar al resto. Y, no obstante, queda pendiente su plicaba? Como fuere, un hecho resulta indiscutible: un sector
estudio de clase. Pero en todo caso las urgencias no son las radicalizado de la pequeña burguesía encabezó la revolución
mismas. Hoy debe tenderse a restablecer un equilibrio, ce- cubana en el período. Y naturalmente se ha tendido a destacar
diendo la palabra a quienes permanecían en silencio. su rol. Pero debe repararse en otro hecho no menos
Pues ¿qué ha venido ocurriendo? La pequeña burguesía se indiscuti-do: sin la respuesta positiva del resto del contexto
ha dejado oír no a través de estudios que la traten específica- social, la pequeña burguesía hubiera quedado en camino en
mente, sino en todo cuanto se refiera a la revolución cubana. solitaria y fracasada revuelta. Y de esto poco y nada se ha
En fin, siendo el caso de encontrarse la bibliografía en fase hablado.
polémica cuyo centro lo impone la presencia viva o reciente de Por eso se trata aquí de las otras clases. Esto es, intentar
los protagonistas... se cae, aun sin quererlo, dentro de un de- poner de relieve la actitud y el rol de la clase obrera, las masas
terminado marco de clase. rurales y la burguesía azucarera en el período de los años cin-
Fidel Castro ...no era hace cuarto de siglo el dirigente que cuenta. Cuando, entre el golpe de Estado de Fulgencio Batista
luego se revelara, adhiriendo al socialismo, sino representativo y la caída de su régimen y secuelas, se crean condiciones para
de un movimiento de emancipación nacional, el 26 de Julio. un subsiguiente cambio: las masas reclamando una reforma
Fidel Castro abogado, Raúl Castro estudiante, Ernesto Guevara agraria cuyo comienzo tuvo por escenario la sierra durante la
médico y otros cuadros de primera línea, caídos en la lucha, guerra civil, mientras un ejército de nuevo tipo y el protago-
como Frank País, maestro, y Abel Santamaría, quien ha cur- nista de la oposición armada, Fidel Castro, como así un da
sado estudios, a más de su extracción de tipo burgués, apa- del 26 de Julio y otras corrientes políticas, se colocan a la altu-
recen en ese entonces como hijos de las aulas universitarias y ra de la demanda social sin temer por las consecuencias.
de su entorno. Tal cual en otros países del continente latino-
americano, en ellas se genera una fuerte corriente M. W.
pequeñobur-guesa con tendencia a radicalizarse. Otros cuadros
del 26 de Julio reconocían distinta extracción de clase, pero en
todos se dejaba sentir la impronta de la organización política de
la cual muchos provenían, el Partido Ortodoxo. Representaba
éste la oposición pequeñoburguesa y los jóvenes del 26 de Julio
creían posible la revitalización de sus contenidos en la fidelidad
a la memoria del líder del Partido Ortodoxo, Eddy Chibas.
Éste, en esfuerzo por sacudir la conciencia de las masas, se
1. Marcos Winocur, «L'assaut á la cáseme Moneada», La Nouvelle Cri-
había sui- tique, París (julio 1973).
UN PAÍS DE ROSTRO VUELTO HACIA AFUERA

Gente «muy mansa y muy temerosa, desnuda como dicho


tengo, sin armas y sin ley». Así describe Cristóbal Colón a los
indígenas cuando su arribo a Cuba. Cultivaban la tierra a su
manera. Con un palo puntiagudo abrían un hoyo en el suelo y,
de una en una, dejaban caer en él la semilla. Los descubridores
y acto seguido los conquistadores, motivados por otros
intereses, venían tras la ruta del oro. Pronto se desengañaron.
No era en la isla donde debían buscarlo, sino en el México de
Moctezuma. Pero la tierra cubana era fértil. Y la explotación
agropecuaria fue retomada y reordenada-por mano de quienes
se hicieron propietarios, los llamados hacendados. Cedió en-
tonces la explotación colectiva indígena a la parcelación te-
rrateniente, y el igualitarismo tribal dio paso a diversas for-
mas de sometimiento. Vinieron el caballo y el arado. Y el
hacha de hierro. Cedió la foresta, se levantaron construccio-
nes a la manera europea. Y como los indígenas no resistían
el trabajo forzado, pronto arribaron en su reemplazo negros
africanos traídos en las bodegas de los barcos.
Configúrase así la conquista como una ruptura. Todo el
entonces continente americano puede ser tomado como un
conjunto autónomo y aislado del resto del globo hasta sobre-
venir los hechos del descubrimiento y la conquista. ¿Cuál era
su característica fundamental? El no haber accedido la
población indígena a la sociedad de clases.
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OLVIDADAS AFUERA

Apenas si podrá considerarse a incas y aztecas como en las zonas de alimentación, las epidemias, la guerra, cuando no
transición. Para el resto de las tribus —tal el caso cubano de el desesperado suicidio colectivo.
tainos, siboneyes y guanata-beyes— el estadio social donde La conquista es un hecho de armas encargado por los mer-
corresponde ubicarles es anterior a la sociedad de clases, esto cados del viejo mundo. Una masa de productos urgía por entrar
es, la comunidad primitiva. en circulación. Y el oro, ese comodín que pone toda mercancía
Por el contrario, las naciones coloniales europeas como Es- al alcance de la mano, era requerido al efecto. Vendría al viejo
paña, Portugal e Inglaterra, se desarrollan por la época en plena mundo como botín de la conquista americana. Fueron los mer-
sociedad de clases. Transcurren los tiempos modernos y el cados quienes pusieron audacia, fiebre y codicia en la cabeza
viejo mundo, un pie puesto en el feudalismo y otro en el de descubridores y conquistadores: encontrar el oro tentando
capitalismo, conforma un conjunto históricamente más avan- las rutas que hubiere menester para volcarlo a la circulación
zado que el americano. Y bien, los conquistadores se dan así a partir del viejo mundo, tal fue uno de los imperativos de
con un doble fenómeno: por un lado, una alta disponibilidad los siglos xv y xvi.
de mano de obra y, por otro lado, un desnivel histórico que La colonia aparece como continuidad de la conquista. Pero
presenta al indígena en estado de indefensión. Canoas frente su índole es otra. Jsío es un hecho de armas, sino operado en
a carabelas, arcos y flechas contra armas de fuego... y ello el dominio de la producción. La finalidad es la explotación de
cuando los indígenas despiertan del sopor: considerando a los riquezas extrafrenteras, circunstancia que —ya veremos cómo
conquistadores como enviados de los dioses, les habían abierto en el caso cubano— tipifica el fenómeno. Dícese que la espada
del conquistador fue trocada en instrumento de labranza. Cabe
las puertas.
agregar que éste iba a ser manejado por alguien en cuyas ma-
Como resultado sobrevendrá la reducción del conjunto nos otro lo había depositado. De ese alguien y de este otro nos
americano a subconjunto del conjunto europeo. O, en otras ocuparemos, que es decir de las clases sociales. Van creán-
palabras, el establecimiento del régimen colonial. Y bajo el dose bajo la colonia para proyectarse sobre la república. Y con
signo del trabajo forzado. Es decir, la extrapolación histó- mayor razón si de la isla de los cubanos se trata, considerando
rica: fuera de época se reimplanta la esclavitud como domi- lo tardío del planteo independentista.
nante observándosela en plantaciones, minas y otras labores. Y bien, con el curso de las generaciones el hacendado es-
Va tomando diversas denominaciones y mantos jurídicos; sin pañol pasó a ser padre, luego abuelo. Sus descendientes cada
por ello excluirse otras formas de sometimiento. vez menos se sintieron ligados a una patria lejana y cada vez
Todo esto se aplica a la isla de los cubanos con el agra- más a una tierra a la cual asociaban esfuerzos y ambiciones.
vante de que la ruptura operada por la conquista se da —como Iba creciendo el sentimiento de nacionalidad entre quienes se
en la vecina isla de Santo Domingo —en términos de extermi- constituían en la clase criolla poseedora por excelencia: terra-
nio. De los 80.000 indígenas estimados para 1515 el número tenientes ganaderos y azucareros. Estos últimos eran, además,
de sobrevivientes no supera los 1.350 hacia 1570. Es el resul- propietarios del rudimentario trapiche de molienda de caña y
tado del trabajo forzado, las migraciones y el abandono de luego de los más evolucionados ingenios. Ganado primero,
exportándose como tasajo, azúcar después.
PAIS DE ROSTRO HACIA AFUERA 17
16 LAS CLASES OLVIDADAS

licenciando al buey y la carreta en beneficio del ferrocarril. Y


Desde fines del siglo xviii la isla se convierte en la primera también el esclavo será finalmente despedido para acto
productora mundial. También para la exportación se seguido ser reingresado como asalariado. Cesará entonces la
cosechan tabaco y café. Por su parte, el ganado no importación de negros africanos y serán abiertas de par en
desaparece, pero se irá subordinando: los bueyes serán para par las puertas a la inmigración.
transportar las cañas de azúcar y la carne para nutrir un Un país en vías de remodelación. Pero hasta cierto punto
creciente mercado interno. y tomando un cierto rumbo. Intacta se conserva la institu-
En efecto, de año en año la población registra elevados ción del latifundio así como las relaciones que, teñidas de
incrementos. Que responden, más que a la tasa de crecimiento rasgos feudales, se han trabado entre campesino y señor de la
demográfico, a la inmigración. Había un problema a resolver. tierra. Tampoco se renuevan las técnicas de cultivo. Ciertamen-
La mano de obra. ¿Quién reemplazaría a los indígenas? El te, los ingenios significan una apertura capitalista. Pero este
mercado mundial tomó nuevamente la palabra. Necesitaba el nuevo tipo de desarrollo no es dictado en función de las ne-
azúcar, proveerá la mano de obra. Hacia 1512 se detecta un cesidades del mercado interno, sino de la demanda de ultra-
primer cargamento de esclavos africanos con destino a Cuba. mar, cuyo requerimiento es uno: el azúcar. Y tanto insistir
Lo temprano de la fecha da una idea de la perspectiva de fra- en él la economía de la isla quedará remodelada como de
caso que los indígenas planteaban .ante la empresa esclavista monoproducción.
metropolitana. Será en el siglo xx. Mientras tanto otro país ha dejado
Había dado comienzo el volver a «llenar» la isla. Proceso sentir su presencia, los Estados Unidos. Todavía Cuba es co-
que se extenderá a lo largo de los cuatro siglos que abarca la lonia cuando su comercio con la isla supera en varias veces el
colonia, de más en más a impulso de una economía de planta- de ésta con España. Y las inversiones norteamericanas espe-
ción. Para 1841 se calcula que se ha superado el millón de ha- ran la república. La vecindad con los Estados Unidos sig-
bitantes donde su 43,3 % es de raza de color. Venidos de ul- nará en adelante la vida de la isla amalgamándose con su
tramar, hombres blancos y negros van cubriendo el país de destino azucarero: es con ese rumbo que partirá la mayor parte
occidente a oriente. Unos esclavos, para la plantación. Otros del producto. Ya a fines de siglo podía afirmarse la coinci-
libres, estableciéndose como campesinos en el entorno del la- dencia geográfica con la histórica: la isla se encuentra, luego
tifundio, formando parte de la pequeña burguesía de los cen- de emprender dos guerras por la independencia, tan lejos de
tros poblados, ingresando como asalariados en diversas manu- España como cerca de los Estados Unidos, Y es dentro de esas
facturas o integrándose al sector cada vez más numeroso de nuevas proporciones que se inaugura la república en 1902.
trabajadores manumitidos del ingenio. Y esto último se da a Para conocer su rostro nada mejor que echar un vistazo a
medida que un nuevo hecho conmueve a la colonia en sus la capital, La Habana. Una ciudad de playas privadas y barrios
raíces: la revolución industrial toca las costas de Cuba. residenciales exclusivos. Una ciudad de lujo pero donde el
Corre el siglo xix y los mercados del mundo reclaman más rasgo que le da su fisonomía debe buscarse en otra parte.
azúcar. Y así como antes proveyeran mano de obra esclava, Hotelería y diversiones de todo orden, la última palabra para
ahora aportan tecnología. De la tracción y la fuerza motriz el turista. La Habana no mira hacia dentro, no se ve a sí
animal se pasa a las máquinas. Mientras la caldera a vapor se
instala en la molienda, en el transporte azucarero se va -
2, — WINOCUR
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OLVIDADAS AFUERA

misma como capital de Cuba. La Habana se contempla en el Por la capital había pasado el conquistador —Diego
mar. Es hasta cierto punto natural. Con una economía pen- Velázquez, el primero, fue su fundador en 1515—, luego el
diente de los compradores de fuera, difícilmente se pondrán capitán general al mando de la colonia, más tarde el
los ojos dentro, en un poco y nada significativo mercado inte- presidente de la república nacida en 1902. Bajo la colonia se
rior de consumo. levantó la fortaleza del Morro, sobrevenida la república su
Día tras día La Habana se colma de gentes venidas del lugar lo pasó a ocupar el cuartel Columbia. Es donde se
vecino del norte, y esto contribuye a la fisonomía de sus ciu- concentra la fuerza, de donde invariablemente parten los
dadanos: ¿qué se puede ofrecer al turista de dinero fácil? golpes de estado. De sus cuadros militares surge el por un
Muchas novedades. Desde las playas tropicales a la artesanía cuarto de siglo «hombre fuerte» de Cuba, el sargento
doméstica, desde la gastronomía local a los cuerpos mulatos. Fulgencio Batista.
Y bien, el turismo se erige, luego del rubro exportaciones, en Polo burocrático-militar, puerto, centro de atracción tu-
la gran fuente de divisas, al punto de ser llamado por los rística, la capital tiende de más en más a desprenderse del
cubanos su «segunda zafra». entorno rural. Zafra,' eso ocurre en «otro país» que se des-
Un rostro vuelto hacia fuera con que La Habana responde cubre en cuanto se marcha hacia el oriente. Y, llegados los
por el país. No le venía del siglo xx sino de mucho antes. años cincuenta, también a ese «otro país» pertenecen huelgas
Prácticamente del día de su fundación en el siglo xvi. La y acciones armadas. Envuelta La Habana en rumor de muelles
geografía tenía entonces la palabra porque el hombre aún no y de multitudes de visitantes, separada por los muros del cuar-
había dado la suya. Tomemos el caso de las comunicaciones, tel Columbia, parecía que, salvo la agitación en torno a su
el transporte y el comercio. Todo dependía de encontrar un universidad, nunca le llegarían los ecos de cuanto por enton-
buen puerto natural. Es decir, los muelles se construían donde ces agitaba al pueblo y sacudía la república.
la naturaleza lo consentía. Y bien, como escala hacia el
próximo continente, el mejor emplazamiento se consideró so-
bre el extremo occidental del país. Allí fue levantada La
Habana. Puerto antes que nada, punto de reunión a partir
del siglo xvn de la flota de Indias. Fortaleza contra piratas.
Y ciudad capital, asiento de la autoridad colonial. Que es decir
comerciantes y armadores de barcos, funcionarios, curas y
soldados, marinos y prostitutas. Porque una necesidad lo im-
ponía. El oro de los aztecas debía ser transportado hacia el
centro mundial de la circulación en Europa.
Convocada por el tráfico comercial y por la geografía, allí
se dio cita la demografía. Y La Habana no tardó en asumir
el destino que conservaría con el transcurso de los siglos: polo
burocrá tico-militar.
1. LA BURGUESÍA AZUCARERA

La burguesía cubana se integraba al mercado mundial dán-


dose allí con los competidores que actuaban dentro del área
de la oferta internacional del azúcar. Hecho particularmente
sentido a contar del siglo xix, cuando los valores de exporta-
ción de la isla fueron cobrando peso en relación al total co-
mercializado en el mercado mundial. Pero el siglo xix es to-
davía para los cubanos tiempo de colonia española. Que la
burguesía traducía en estos términos: obstáculos en el acce-
so al mercado mundial. Antes debía pasar el hacendado por
las oficinas recaudadoras del estado colonial, sin contar que,
en la medida que subsistieran trabas al libre comercio, la me-
trópoli española se erigía como intermediario ante el mercado
mundial. Y a su vez esos obstáculos guardaban una significa-
ción precisa: recortar la cuota de la burguesía azucarera en la
apropiación del plustrabajo.
Como se sabe, plustrabajo significa trabajo no retribuido.
En otras palabras, la diferencia entre el valor alcanzado por el
producto en el mercado y el valor del trabajo retribuido como
salario al trabajador libre o como manutención al siervo o
al esclavo.
De la extracción a la realización del plustrabajo, en cada
uno de los dos extremos un personaje se veía importante. El
hacendado, quien se decía: yo produzco; agregando: vendo lo
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OLVIDADAS AZUCARERA

más y lo más caro que puedo. Y la demanda internacional, y quienes se los disputan. Y, entre éstos, reconocen al enemi-
quien se decía: yo encargo el producto; agregando: compro go vulnerable: el imperio español. Traducirán, pues, política-
lo que necesito y cuanto más barato pueda. Naturalmente, es mente: la defensa de esos intereses pasa por la independencia.
el segundo quien imponía las reglas del juego. Contra suyo De ahí que los hacendados asuman el rol dirigente en la guerra
nada podía el hacendado. Le quedaba, eso sí, un recurso: vol- patria estallada en 1868 y que se prolongará hasta 1878.
verse contra los intermediarios con quienes tropezaba en su Ciertamente, no son los únicos. Por su lado la pequeña
camino el plustrabajo. Como vimos, se trataba de la metrópoli burguesía de las ciudades, y en particular sus elementos ilus-
española y también había otros: la iglesia cuyas cargas imposi- trados, había ya por entonces tomado la nueva perspectiva
tivas se agregaban a las del estado colonial; el capital usurario bajo el ejemplo revolucionario del resto del continente y la
cuyos intereses debía, sin contar fletes por transporte ultra- influencia del pensamiento radical de la época. Pero le faltaba
marino y pagos para amortizar las inversiones en bienes de el potencial social y económico necesario para la empresa.
capital, los dos últimos abonados a compañías extranjeras. La Historia aguardaba en Cuba a los hacendados. Vemos aquí
Todos, de una u otra manera, eran competidores del hacen- recorrer los nombres de quienes encabezaron la guerra esta-
dado en la disputa por el plustrabajo que éste extraía a los llada en 1868. Carlos Manuel de Céspedes, el primero en dar
productores directos. el grito de libertad en La Demajagua, quien para la posteridad
El hacendado era, pues, un singular personaje en singular será conocido como el Padre de la Patria; Francisco Vicente
posición. A un costado tenía las masas de explotados, del otro Aguilera, Francisco Maceo Osorio, Pedro Figueredo, Donato
costado contaban sus competidores. Viviendo las alternativas Mármol, Calixto García, Vicente García, Félix Figueredo, Luis
de la colonia no menos le concernían los avatares del mercado Figueredo, Manuel Calvar, Jaime Santiesteban, Julio y
mundial. Y llegado el siglo xix: urgido a mecanizarse y a Beli-sario Grave de Peralta, Ricardo Céspedes, Tomás Estrada
aceptar nuevas relaciones con los campesinos, obligado a con- Palma, Bartolomé Masó y otros. Hacendados, o de alguna
sentir la ampliación del sector de trabajadores libres en el manera conectados a sus intereses, son pioneros y nombres
ingenio cuando aún no ha dejado de ser amo de esclavos... el sobresalientes de aquella guerra.
hacendado se encuentra en el centro de las contradicciones o, Mientras tanto, la burguesía azucarera irá aceptando el
en otras palabras, es el protagonista de la colonia. Lo es en lo punto nodal de la transición social que le ha impuesto el si-
económico y social, y lo será en lo político. glo xix: no más esclavos. Pues ¿quiénes sino ellos formarán
fila en los ejércitos y a qué precio irían a enrolarse sino al de
su emancipación? Y así la abolición del trabajo forzado re-
SIGLO xix: LA EXPANSIÓN AZUCARERA gistra tres aspectos, a saber:
PARA LA APERTURA REPUBLICANA
<z) como consecuencia de la mecanización operada en el
Viviendo la colonia y asomados hacia fuera, los hacenda- ingenio: crecimiento del sector de trabajadores libres en de-
dos están en posición de universalizar su visión y, en esa me- trimento del sector esclavo, proceso in crescendo a lo largo
dida, madurar unaMconciencia de clase. Conocen sus intereses del siglo;
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OLVIDADAS AZUCARERA

b} como urgencia de la coyuntura política a fines de la Nos damos, pues, con un hecho operado en el campo de
década del sesenta en la provincia de Oriente, cuna del mo- las fuerzas de producción, a saber: las innovaciones tecnológi-
vimiento independen tista; cas aplicadas a la molienda del azúcar. Y cómo ese hecho va
c) como acto jurídico que otorga sanción definitiva y uni- a repercutir sobre las relaciones dominantes de producción, de
versal a través de una resolución del gobierno de la colonia en tipo esclavista, y en los acontecimientos políticos. Esclavo por
la década del ochenta. asalariado y sumisión a la colonia por lucha independentista
son cambios correlativos a otros cambios: caldera a vapor en
También extrafronteras el andamiaje esclavista se había lugar de fuerza motriz animal, aparatos de hierro en lugar de
sentido sacudido, comenzando por el tráfico. Ya en 1817 Es- madera y extracción al vacío en lugar de hacerlo a cielo
paña suscribía ante la industrial Inglaterra el compromiso de abierto. Por lo demás, el aumento de productividad hizo cre-
cesar la trata en sus dominios y en 1835 le otorgaba el dere- cer sin pausa a lo largo del siglo los volúmenes de producción,
cho de apresar en alta mar los barcos de bandera española que y con ello se reforzó el peso de la burguesía azucarera en la
contravinieran la prohibición. Claro está, el tráfico proseguía sociedad colonial.
ilegalmente. Pero se hacía difícil y, en consecuencia, caro. Un Mecanizarse fue la voz de orden dada por el mercado mun-
esclavo pasó a valer en precios constantes de $400 en 1840 dial en el siglo xix. Ahora bien, no en toda la isla se acató
a $1000 en 1860. La idea del asalariado se abría paso en la con igual ritmo. En el occidente se habían concentrado las ma-
mente del hacendado. Comprar más manutención del trabaja- yores inversiones en el azúcar, las cuales disponían en conse-
dor forzado durante todo el año llegó a resultar una inversión cuencia de mejores medios para importar la maquinaria. En
más desventajosa que el pago de un salario por los meses de oriente de la isla, en cambio, una más débil concentración de
zafra, la riqueza hacía en la época más lenta y difícil de financiar la
Y con esto se removía el gran obstáculo para emprender nueva tecnología. Agravaban este estado de cosas las deudas
francamente la tarea de liquidar el régimen colonial. Hubo, no que pesaban sobre un buen número de propiedades terrate-
obstante, hacendados de mentalidad conservadora, quienes no nientes de la zona. Y así, en el siglo xix, mientras en las pro-
aceptaron la idea de independencia al precio de la abolición vincias occidentales sobre 760 ingenios había 660 que fun-
cionaban con calderas a vapor, en las provincias centrales y
de la esclavitud. Y salieron al paso con una propuesta anexio-
orientales sólo lo hacían 266 sobre 756.
nista: se trataba, sí, de separarse de España, mas para unirse
La situación tomó entonces un nuevo giro. Dentro de la
a los estados de la confederación sureña, donde regía la escla-
misma clase de los hacendados se generó un campo competi-
vitud. La guerra de secesión acabó con estas ilusiones en 1865.
tivo. Localizado geográficamente, tendía a desplazar de los
En el continente el norte imponía al sur la abolición. Y enton-
mercados a quienes no alcanzaran a tiempo a mecanizarse. La
ces tres años después los hacendados cubanos de mentalidad condición desfavorable en que se colocaba a los orientales pue-
renovadora tomaron la iniciativa. Lanzando por la borda toda de medirse según las siguientes cifras comparativas de rendi-
solución de compromiso, se alzaron en armas contra el poder miento promedio, obtenidas para la molienda de 1860 en
colonial español. Y una de sus primeras medidas fue emanci- tres tipos de ingenios. Dotado de fuerza motriz animal (escla-
par a los negros que se incorporaban a las filas patriotas.
26 LAS CLASES LA BURGUESÍA 27
OLVIDADAS AZUCARERA

va): 11.843 arrobas. Semimecanizado: 41.630 arrobas. Me- Y estaban los orientales obligados a responder al reto de la
canizado: 80.391 arrobas (1 arroba = 11,5 kg). mecanización que uno y otros les arrojaban. No contaban ha-
Como se recordará, el camino de la independencia pasaba cerlo con éxito a partir del capital, insuficiente para reinvertir a
por sacudirse la metrópoli en tanto que competidora. A me- ritmo rápido en importaciones de maquinaria. Ni tampoco po-
dida que avanzaba el proceso de mecanización y cobraban dían recurrir a la superexplotación de la mano de obra escla-
fuerza como clase los hacendados insistentemente se pregun- va, ya en declinación. No quedaba otra alternativa, fueron a
taban: ¿quién hace el negocio, nosotros o la metrópoli? Pero, las armas. De ellas esperaban no sólo deshacerse de metrópoli
claro está, sobre la isla se proyectaba un ejército de ocupación y acreedores, sino hacerse del estado y desde él manejar una
pocas veces visto en los dominios de la corona española, la política de importaciones que anulara la desventaja sufrida en
reserva de un estado imperial que se aferra a una de sus últi- la carrera por la tecnificación.
mas colonias. Nadie dudaba cómo la pregunta sería contestada Fue así que la guerra patria estalló por oriente en 1868. En
y qué alto precio costaría a quienes osaran formularla de ese paso los hacendados de la zona representaban no sólo sus
viva voz. intereses, sino los de la nación entera. Con retraso de medio
Ciertamente, y por lo demás, resultaba irritante mantener siglo, ahora el momento revolucionario se apuraba. Pero, a
un ejército extranjero sobre propio suelo, la esclavitud cedía pesar de prolongarse las hostilidades ; por diez años, no se
como argumento antiindependentista mientras las ilusiones logró ganar en igual medida a la nación entera. En occidente
anexionistas se desvanecían y los hacendados en conjunto los hacendados se mostraron en general reticentes. Finalmente
adquirían mayor peso y conciencia de clase, sin contar el ejem- la relación de fuerzas se inclinó a favor del imperio que
plo de las repúblicas americanas. Todos factores que obraban concentraba sus fuerzas militares y, perdida la guerra para los
en el mismo sentido: acceder a la emancipación y al gobierno cubanos, el dominio colonial continuó vigente.
propio. Pero todavía se vacilaba sobre la ocasión de desenca- No fue muy alentador el recuento para los hacendados
denar la guerra. Y con mayor razón los hacendados occiden- orientales. En lugar de la salida a un conflicto de raíz econó-
tales. Con el logro de la mecanización tenían a la vista la mica, fue la tierra asolada, las familias diezmadas. El senti-
coyuntura de un próspero giro a sus empresas, lo cual de mo- miento independentista continuó vivo. Pero la empresa ya no
mento tendía a hacerles olvidar la pregunta «estructural» de suscitaría entusiasmo entre los hacendados. Y así, cuando años
¿quién hace el negocio, nosotros o la metrópoli? después de una segunda guerra patria tenga lugar, encontrará a
Faltaba algo, algo que irresistiblemente empujara hacia el su cabeza a hombres de muy distinta extracción social, como
encuentro con la Historia. Y fue dado por la perspectiva que se serán el abogado José Martí, el inicialmente sargento Máximo
alzaba ante los hacendados orientales, donde no se excluía Gómez, el mulato arriero de muías Antonio Maceo y otros.
la amenaza de ruina. A la pregunta ¿quién hace el negocio, Mientras tanto no se trataba sólo de España, sino de los
nosotros o la metrópoli? se agregaban para ellos inquietantes Estados Unidos. Geográficamente están a un paso de la isla:
interrogantes: ¿nosotros o los hacendados occidentales?, ¿no- 180 km separan ambas costas. Y económicamente han venido
sotros o los acreedores hipotecarios? Del mercado mundial no reduciendo las distancias. Hacia 1860 el comercio exterior
podían deshacerse ni tampoco de los competidores de su clase. cubano se distribuía como sigue: 62 % a los Estados Unidos,
28 LAS CLASES LA BURGUESÍA 29
OLVIDADAS AZUCARERA

22 % a Inglaterra y 3 % a España (el 13 % restante corres- mentó histórico. José Martí, ya declarada la guerra contra eL
pondía a otros países con quienes no existía tráfico regular). imperio español, no pierde de vista al otro poder y, en carta
Este dominio norteamericano en la posición compradora se postuma e inconclusa fechada dos días antes de morir y con-
explica, pues su industria refinadora de azúcar se abastecía siderada como su testamento político, escribe: «impedir a
en Cuba. Y tiempo después, hacia 1895, se constata en la tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por
isla una considerable inversión de capitales norteamericanos las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más,
del orden de los 50 millones de dólares. Que, por lo demás, sobre nuestras tierras de América».
debe ser vista en perspectiva: veintisiete años después se ha- ¿Qué importancia tenía esta cuestión para el líder cívico?
brán radicado por un monto veinticuatro veces mayor, en el Él mismo lo subraya a renglón seguido: «Cuanto hice hasta
orden de los 1.200 millones de dólares. Y ello significará hoy, y haré, es para eso». De modo que, lejos de tratarse de
para la década del veinte una cifra récord entre los países la- una actitud circunstancial, signaba su vida. Y, para dar más
tinoamericanos. fuerza al concepto, insistía en la misma carta con vehemencia
En efecto, los Estados Unidos vienen actuando de muy inusitada y casi insultante: «impedir que en Cuba se abra,
distinta manera que España. Ésta se reducía a exportar mer- por anexión de los Imperialistas de allá y los españoles, el
cancías, aquéllos han pasado a exportar capitales. Han variado camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos ce-
las formas del expansionismo. De modo que a fines de siglo los gando, de la anexión de nuestros pueblos de América al Nor-
cubanos se dan con una singular variante dentro de las luchas te revuelto y brutal que les desprecia».
independentistas latinoamericanas, resultante de lo avanzado El texto y la vocación que de él trasciende son terminan-
de la época y del vecino que les tocara en suerte. No hay a su tes. No obstante, no era proclamada a voces. Debe repararse
frente un poder, sino dos. Y cada uno viene actuando a su que se trata de una carta privada. Por el contrario, ninguna
manera. denuncia contra el expansionismo norteamericano se encuentra
Han corrido diecisiete años desde el fin de la primera en el documento público más importante de la época, el lla-
guerra patria cuando se inicia la segunda. Corre 1895 y es mamiento a la liberación, conocido como manifiesto de
nuevamente por la provincia de Oriente. Ya no bajo la tutela Monte-cristi. Fue suscrito en 1895 por el general Máximo
de los hacendados, sino contando como dirigentes a hombres Gómez y por José Martí. ¿Por qué la diferencia? Pues bien,
de otra extracción social y otra mentalidad, más bien ligados es el último de los nombrados quien, a renglón seguido de
a los intereses de las masas rurales, clase obrera y pequeña la carta que venimos comentando, se encarga de explicitarlo:
burguesía. Da la impresión de ser esta última el orientador «En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque
ideológico. Sin embargo, a la hora de las negociaciones, los hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de
hacendados harán sentir una presencia que escatimaron en el proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado
curso de esta segunda guerra patria. Y para entonces habrá recias para alcanzar sobre ellas el fin». Está claro: una cuestión
muerto en el campo de batalla José Martí, líder cívico de la de táctica.
independencia. No había razón, mientras fuera posible, de irritar al vecino
Pero su pensamiento refleja la singularidad de aquel mo- del norte. Se trataba más bien de llegar hasta sus corrientes
30 LAS CLASES LA BURGUESÍA 31
OLVIDADAS AZUCARERA

de opinión y ganarlas para la causa de la libertad de Cuba. Y la lucionario todas las fuerzas posibles para obtener una relación
ocasión se presentó con el ofrecimiento de sus columnas que de fuerzas favorable.
el diario norteamericano New York Herald hizo a José Martí. ¿Cuál fue la respuesta de los hacendados? Vimos que los
No era el caso de rehusar la tribuna ni tampoco de revelar una diez años de la primera guerra les había agotado, especialmente
prevención hacia la política expansionista de los Estados a los orientales. Había que regañarlos, venciendo en ellos no
Unidos. sólo una subsecuente tendencia hacia el conformismo, sino
Fue entonces que su pluma —fechando la nota 'el 2 de otras reservas. Esta segunda guerra que los hacendados no
mayo de 1895, bajo su firma y la del jefe militar, general Má- dirigían ¿qué clase de negocio era? Por ejemplo: ¿qué signi-
ximo Gómez— escribió: «Los Estados Unidos, por ejemplo, ficaba esa activa participación de los obreros del tabaco junto
preferirían contribuir a la solidez de la libertad de Cuba, con a José Martí? ¿No sería militarmente más seguro y política-
la amistad sincera a su pueblo independiente que los ama y mente más prudente asumir la tarea independentista bajo la
les abrirá sus licencias todas». Y párrafos más adelante: «estas protección de los Estados Unidos?
legiones de hombres [cubanos] que pelean por lo que pelea-
Contra este renacimiento de la corriente anexionista entre
ron ellos [los norteamericanos] ayer, y marchan sin ayuda a la
los cubanos se levantaba sin vacilaciones José Martí. Pero «en
conquista de la libertad que ha de abrir a los Estados Unidos
silencio ha tenido que ser y como indirectamente» porque, a
la Isla que hoy les cierra el interés español».
la vez, la revolución no podía darse el lujo de prescindir de
Como se advierte, no es únicamente el tono, sino el con-
los hacendados. Y ¿cómo atraerlos a su seno denunciando
cepto. Del 2 al 18 de mayo, fecha esta última de la carta
abiertamente la política anexionista norteamericana cuando los
antes citada, corren apenas dieciséis días de diferencia, vivién-
hacendados estaban tentados de considerarla, si no un bien,
dose siempre las alternativas de la guerra. Y de la nota perio-
dística a la carta, el líder cívico expresa ideas difícilmente un necesario mal menor?
conciliables: al New York Herald abrir la isla a los Estados Tres años después de la muerte de José Martí el anexio-
Unidos, en documento privado cegarles el camino. Difícilmente nismo se imponía. Desde ambas orillas. No únicamente por
conciliables salvo si se las considera a la luz de la misma constituir la materialización de una arrolladura realidad impe-
confesión del autor: «hay cosas que para lograrlas han de rialista, sino facilitada desde la misma isla: «doy a usted la
andar ocultas». seguridad más completa de la cooperación del ejército cubano
¿Por qué ocultas? con las fuerzas militares de los Estados Unidos». Tal el texto
Y aquí, además del señalado efecto extrafrenteras, caemos dirigido al presidente norteamericano con la firma de uno de
en plena problemática de clases. José Martí no echa la expe- aquellos hacendados que se había levantado en armas en 1868,
riencia en saco roto. El proyecto de liberación nacional pasa- Tomás Estrada Palma. Texto que fue ratificado por el Consejo
ba por aquello que la primera guerra independentista no logra- de gobierno (revolucionario) de Cuba el 11 de marzo de 1898.
ra por reticencia de los hacendados occidentales: la unidad de Y, como un eco, el 20 de abril comenzó el bloqueo de la isla
la nación entera contra el ocupante español. De modo que se por la flota de guerra norteamericana. Dos meses antes otro
trataba ahora más que nunca de acumular sobre el polo revo- hecho había contribuido en el mismo sentido: la voladura de
32 LAS CLASES
OLVIDADAS LA BURGUESÍA 33
AZUCARERA
uno de sus barcos anclado en el puerto de La Habana, el
acorazado Maine, quiriendo las formas de un acto jurídico pero dotado de tanto
Tres años hacía que duraba esta segunda guerra imperio como si lo fuera; la mejor garantía de su cumplimiento
hispano-cubana. La intervención del vecino del norte precipitó es que correspondía a una relación de fuerzas dada. Y de
su desenlace en semanas. Y fue este mismo país quien a ahí que su letra, ausente en el papel, haya quedado indeleble-
renglón seguido y de acuerdo con las estipulaciones del mente grabada en el devenir de la sociedad cubana.
Tratado de París (1898), procedió por el término de cuatro Bajo tales condiciones el hacendado continuó siendo el pro-
años a la ocupación de Cuba. Cesada ésta en 1902 quedará tagonista nativo. Como otrora, subordinado extrafrenteras.
vigente la Enmienda Platt, agregada a la Constitución, por la Por cierto que en virtud de otros mecanismos y en otra me-
cual los Estados Unidos se reservaban el derecho de continuar dida: lo que va de colonia a semicolonia y de esclavismo inde-
interviniendo militarmente en la isla. pendiente a capitalismo dependiente. Como semicolonia la
Cerrábase así el capítulo de las luchas independentistas de isla guardó formalmente la independencia política. Pero las
la colonia. Tomadas ambas guerras en conjunto, es notorio que palancas del poder estaban fuera. Y dictaban la fórmula si-
el espíritu heroico de 1868 ha cedido al espíritu de concilia- guiente: monocultivo (del azúcar), más cuota (de ese produc-
ción de 1898. Uno y otro, a la apertura y al cierre, son encar- to), más no-industrialización (diversificada según las
nados por el hacendado. Convencido a la postre que debía necesida-dees del mercado interno y autosuficiente), más tarifas
dejar de ser amo de esclavos, y ese costado de su personalidad aduaneras preferenciales.
vertirlo al capitalismo, lo hizo pactando las condiciones con los ¿Cuál es el desarrollo de la fórmula? Más o menos como
inversionistas norteamericanos, a saber: sigue. Los Estados Unidos, en expansión industrial, necesitan
imperiosamente una ración de azúcar que por el momento su
a] no se dispondrían otras industrias nativas de significa producción doméstica no tiene posibilidades de cubrir. Los
ción que no pertenecieran al rubro azucarero, salvo las ya exis Estados Unidos, en expansión territorial, encuentran al alcan-
tentes destinadas igualmente a la exportación (tabaco, ron); ce de su mano un suelo feraz, Cuba. Conclusión: Cuba puesta
b] el hacendado cubano continuaba como señor terrate a abastecer de azúcar a los Estados Unidos. Vale decir, el mo-
niente e inversor azucarero, compartiendo esta posición con el nocultivo. Tal es el primer paso de la fórmula.
capital norteamericano; En un segundo paso resulta que los Estados Unidos no
c] el capital norteamericano se hacía cargo de las inver necesitan cualquier cantidad de azúcar sino una que, aun re-
siones en servicios públicos, destilerías de petróleo, minería, gistrando incrementos periódicos, sea fija, determinada por su
bancos; y compartiendo con el capital nativo otros rubros capacidad de consumo y la concurrencia de otros abastecedores
(turismo, ganadería). menores. De ahí la necesidad de establecer una cuota: tanto
compran los Estados Unidos y ni un gramo más.
Claro está, no fue un pacto en el sentido usual de la pala- En un tercer paso se concluye que si ld~s cubanos están ab-
bra, resultado de deliberaciones convocadas al efecto y luego sorbidos por la producción azucarera y cuentan con un com-
formalizado sobre un papel. Fue un pacto entre clases, no ad- prador seguro, no tienen tiempo ni tampoco necesidad de -
3, — WINOCUR
34 LAS CLASES OLVIDADAS LA BURGUESÍA AZUCARERA 35
levantar fábricas. A cambio de la dulce mercancía todo lo
manufacturado lo proveen los Estados Unidos, desde el monocultivo, será imposible comprender los problemas bási-
comestible envasado al automóvil. De ahí la cos de su posible desarrollo económico».1
no-industrialización cubana, entendida como unilateralización
azucarera de tecnología y reposición de maquinaria
subordinada al exterior. CARACTERIZACIÓN DE FUENTES
Y, por fin, la competencia de otros abastecedores de bienes
de consumo (manufacturas, etc.) o materias primas (petróleo, Con el tránsito de la colonia a la república iremos a con-
etcétera), que no fueran norteamericanos, quedaba neutrali- centrar la visual sobre los años cincuenta del siglo. Con ello
zada con las tarifas aduaneras preferendales establecidas a fa- no hacemos sino responder al cambio operado en el ritmo his-
vor de los Estados Unidos. Era el cuarto paso y con él la fór- tórico. Éste se acelera llegada la instancia revolucionaria al
mula se cerraba sobre Cuba. punto de cubrir en pocos años las distancias políticamente no
Una vez cubierta la cuota norteamericana la isla quedaba recorridas en siglos. Tal aceleración produce en el historiador
en libertad de realizar ventas a distintos países que concurrían el efecto contrario, obligándole a disminuir el paso.
al mercado mundial. Ahora bien, éste, en principio más elásti- Todavía una cuestión metodológica referida a las fuentes.
co, llegaba a saturarse. En suma, cuota norteamericana más Con frecuencia recurriremos a la consulta directa de la pren-
sa. Tratándose de la burguesía azucarera se utilizará con pre-
mercado mundial conformaban un total al cual en definitiva
ferencia el órgano mensual empresario Cuba Económica y Fi-
debía adecuarse el volumen de la producción azucarera de la
nanciera. Si bien existía en la época otra publicación,
isla. Por su parte, volumen y precios se ligaban estrechamente. Cu-bazucar, vocero de la Asociación Nacional de Hacendados,
Una gran afluencia de azúcar cubano —del primer país pro- la primera, con mayor audacia y claridad que la segunda, fue
ductor— sobre el mercado mundial hacía bajar los precios tanto reflejando la real situación de deterioro. Cuba Económica y
en éste como respecto de la cuota norteamericana. Financiera, revista empresarial sin filiación de entidad alguna,
Cuenta habida de estos aspectos complementarios y del an- cedió sus páginas a la corriente opositora que se abría paso en
tes visto pacto de clases interfronteras, monocultivo más cuota el seno de la burguesía azucarera, mientras los directivos de la
más no-industrialización más tarifas aduaneras preferendales Asociación Nacional de Hacendados, más ligados al compro-
era igual a Cuba. miso con el gobierno, no la dejaron oír hasta los tramos finales
Un organismo consultor de los círculos norteamericanos, el del período.
Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, en informe Cuba Económica y Financiera, como prensa especializada,
contaba con canales propios de venta a través de las suscrip-
preparado sobre el terreno que elevara en 1951 al gobierno de
la isla, pudo así expresarse: «Pocos países dependen de su co-
mercio exterior en tan alto grado como Cuba. En realidad, 1. Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento, Informe sobre
mientras no se tenga idea exacta de la medida en que esa Cuba (Estudios y recomendaciones de una misión económica y técnica,
nación constituye un organismo exportador basado sobre un Francis Adams Truslow, jefe, 1950), Washington, 1951, t. III, libro VIII,
cap. 40, p. 3.
36 LAS CLASES LA BURGUESÍA 37
OLVIDADAS AZUCARERA

dones. Era en ese sentido prototípica. Una prensa «entre nos» Hoy— ha finalmente desaparecido. Una conserva su tradicio-
los hombres de negocios, donde la clase se confiesa. Y cuyas nal rótulo y presentación, la revista Bohemia.
columnas presentan sus intereses y la defensa de éstos en Ahora bien, otro elemento aquí nos interesa. Bajo el ré-
constante primer plano. Distinto ocurre con la «gran prensa», gimen de Fulgencio Batista —que llegó a complacerse a través
orientada por las mismas clases pero con un tercero como des- de su prensa en mostrar fotografías de cadáveres mutilados
tinatario: el hombre de la calle y para quien casi todo se en- por «fallidos actos terroristas» que se sabía eran resultado de
mascara. la tortura— ese prestigio, que hacía a su autodefensa, reco-
Otro caso es el de la revista semanal de actualidades Bo- nocía límites: una gaffe en la información podía ser pretexto
hemia, la de más vasta difusión en la isla y de mayor tiraje en suficiente para que el régimen se decidiera a la clausura per-
la época entre los países del área del Caribe. Llegó en una manente de Bohemia. Y esta situación da aún mayor valor a
edición al récord absoluto de un millón de ejemplares. Un su testimonio. No sólo por la masa de información inestimable
fuerte populismo teñía sus páginas, que en ocasiones le sig- que sus columnas proporcionaban semana a semana, sino en
nificaba un compromiso a favor de reivindicaciones sentidas razón de la amenaza pendiente sobre su cabeza. Ella le impo-
por las masas. De ahí su aceptación y características duales tí- nía un severo control sobre la veracidad de la información y
picas de una actualidad pequeñoburguesa corriente. Bohemia cuidarse de no caer en exageraciones opositoras.
se había plegado al anticomunismo de los años de guerra fría De modo que dos serán los registros de prensa preferente-
y en ello le iban otros réditos: el respaldo de la Sociedad mente escogidos. Para conocer el pensamiento de la burguesía,
In-teramericana de Prensa y muchas voluntades dentro de las Cuba Económica y Financiera. Y para evaluar el desarrollo
esferas norteamericanas. Bohemia permanecía fiel a una tra- de los hechos bajo la dictadura, Bohemia.
dición democrática interna que, en las difíciles condiciones vi-
vidas en la isla durante los años cincuenta, le llevaba a reflejar
hechos que el resto de la prensa comercial silenciaba. Y que SIGLO xx: LA RESTRICCIÓN AZUCARERA
naturalmente contribuía a mantenerle su masa de lectores. De PARA EL EPÍLOGO REPUBLICANO
ahí que sus características duales —populismo, anticomunis-
mo, democratismo— le situaban en un área de protección dada Y bien, la república cubana del siglo xx. De década en dé-
por influyentes amigos y por su prestigio, acumulado en casi cada la burguesía azucarera conoció altibajos. Los buenos
medio siglo de ediciones. años veinte de «la danza de los millones» cuando no se sabía
La medida de ese prestigio puede catarse incluso hoy. Bohemia de restricciones en los mercados. Los malos años treinta cuan-
es, si no el único, uno de los contados rótulos que ha do, a partir de la crisis mundial, los precios cayeron
sobrevivido a los torbellinos de la revolución cubana y que al vertical-mente. Y los años cuarenta de recuperación modesta,
presente continúa editándose en la isla. El resto de la prensa favorecidos por las compras que provocara la segunda gran
—no sólo de los sectores que pasaron a la contrarrevolución, guerra. Era la historia de siempre: no bastaba producir, había
sino del mismo 26 de Julio o del partido de los comunistas, que colocar el azúcar en los mercados. Los buenos años hacían
fueran respectivamente los rotativos Revolución y olvidar la competencia, los malos,la volvían sobre el tapete.
como
38 LAS CLASES LA BURGUESÍA AZUCARERA 39
OLVIDADAS

Dentro de ese último marco desembocamos en nuestro Más que exhaustiva verificación estadística, importa la cita
tiempo corto de la década del cincuenta. Condicionada por la en tanto que muestra de cómo una corriente de alarma por los
necesidad de colocar el azúcar, Cuba oscilaba entre dos polí- efectos de la restricción azucarera buscaba eco en la opinión
ticas: zafras libres, sin limitación, y zafras restringidas por pública. Y en la ocasión se echaba maño al principal órgano
debajo de la capacidad productiva de la isla. La década del de la «gran prensa» de la isla. Si bien las cifras manejadas por
cincuenta experimentó ambas. Libre hasta 1952, la zafra reco- el comentarista lo son de manera incompleta, no por ello sus
lectada ese año batió todos los récords alcanzando los conclusiones son menos rigurosas. Tal se desprende de la com-
7.012.000 de toneladas. 2 Pero este suceso, lejos de aportar pulsa estadística a que hemos sometido los rubros citados y
la riqueza, planteó serios problemas: por primera vez desde otros que hacen al termómetro de la economía de un país.5
1941 la zafra pudo ser sólo parcialmente colocada en un Todos denuncian sensibles bajas acentuadas en los dos años
volumen de 4.859.000 de toneladas.3 Vale decir, el 30,6 % subsiguientes (1954-1955) componiendo el tablero de un de-
de la producción azucarera de 1952 quedó como excedente terioro económico general, sin llegar a la crisis. Y, en fin, se
para ser vendido en años subsiguientes. La consecuencia no agrega el incremento en los niveles de desocupación. De toda
se hizo esperar: vuelta a la política de zafras restringidas a la década, 1955 fue el año de más corta zafra: 69 días. 6
partir de 1953. ¿Qué hacer? La respuesta llegó desde el mundo de los
¿Cómo repercutió este cambio? Catastrófico para la eco- negocios. «Cuba ha de competir o perecer», proclamaba
nomía cubana, calificó un comentarista en el tradicional Diario edito-rialmente y asumiendo el hecho de la superproducción
de la Marina. Y pasaba a enumerar: la contracción se agravó, azucarera registrada, la revista empresarial Cuba Económica y
disminuyó el ingreso nacional, la recaudación fiscal, las expor- Financiera en 1952.7
taciones y las importaciones, que lo hicieron de 517,6 millones Ciertamente, no era la única alternativa. Podía comenzar
a 489 millones, cerrándose el balance de pagos internacional
con déficit; el ingreso azucarero total bajó de 411,5 millones
a 253,9 millones, y los correspondientes a los agricultores de Los precios del azúcar son dados en centavos de pesos cubanos por unidad
144 millones a 125,4 millones; cifras dadas en peso cubano de peso (libra) inglesa.
a la par del dólar.4 5. «Ingreso nacional cubano (1952-1958)», Cuba Económica y Finan
ciera, La Habana, XXXIV, n.° 404 (noviembre 1959), p. 15; Cepero Bo
nilla, op. cit., p. 185; Anuario azucarero de Cuba, 1959; Compilación esta
dística, en M. Gutelman, op. cit., pp. 38-39; «Editoriales. El intercambio
2. Anuario azucarero de Cuba, 1959, en Hugh Thomas, Cuba or cubano-americano», Cuba Económica y Financiera, XXXIII, n.° 386 (mayo
(be 1958), p. 3 Fuentes procesadas en Marcos Winocur, Cuba: sucre, café et
pursuit of jreedom, Eyre and Spottiswoode, Londres, 1971, p. 1564. révolution (tesis del tercer ciclo), Hachette, París, 1975.
3. Instituto Cubano de Estabilización del Azúcar, Compilación 6. «Primer fórum nacional sobre la reforma agraria», séptima
esta sesión
dística, en Michel Gutelman, L'agriculture socialisée a Cuba, Maspero, Pa (5 de julio de 1959), en Antonio Núfiez Jiménez, La ley de reforma agra
rís, 1967, p. 38. ria y su aplicación, Delegación de Gobierno, Capitolio Nacional, La Haba
4. José Antonio Guerra, «La industria azucarera cubana: 1932-1957», na, s.d., p. 7.
Diario de la Marina, La Habana (15 septiembre 1957). Citado en Raúl Ce- 7. «Editoriales. O competimos o perecemos», Cuba Económica y Fi
pero Bonilla, Política azucarera (1952-1958), Editora Futuro, México, s.d., nanciera, XXVII, n.° 318 (septiembre 1952), p. 3.
p. 69. Prólogo firmado por el autor en La Habana, 2 de agosto de 1958.
40 LAS CLASES
OLVIDADAS
LA BURGUESÍA 41
AZUCARERA

por buscarse otras espaldas que soportaran el peso de la mala las compras cubanas de harina norteamericana. La revista em-
hora. Desde hacía un tiempo no se abonaba a los trabajadores
presarial reaccionaba vivamente: si ese punto de vista predo-
azucareros un rubro salarial llamado diferencial, convenido en
minara —decía— nuestro país «tendría que resignarse a ver
la década del cuarenta. Pero ése era el límite...; más allá, frente
"congelada" su economía, de una parte por la limitada cuota
a una clase obrera de reconocidas tradiciones de lucha y que
azucarera norteamericana y la competencia mundial, y de otra
recibía su ración dentro del deterioro económico general, era
para mantener su mercado interno sin carríbio alguno en bene-
no sólo difícil sino peligroso. Incluso se trataba de un límite
precario que la burguesía azucarera no alcanzaría a conservar. ficio de los exportadores extranjeros».10 Conjugando los ver-
El diferencial debió ser restituido, al menos en parte, luego de bos en presente, eso era lo que estaba ocurriendo. Por lo de-
una violenta huelga estallada en vísperas de la zafra de 1956. más, la burguesía azucarera no tenía ningún interés en cambios
Fallaba, pues, la posibilidad entrevista de incrementar en el mercado interno que de contragolpe hicieran peligrar sus
plus-trabajo vía superexplotación y compensar así menores ventas al exterior. De modo que otra de las alternativas, cul-
entradas causadas por la contracción. tivos e industrialización que produjeran sustitución de impor-
taciones, resultaba vetada.
Otra alternativa consistía, como el mundo empresarial lo
No quedaban mayores opciones. La burguesía marchó ha-
manifestara al jefe de estado, en «promover un inmediato de-
cia el planteo de una agresiva competencia en los mercados
sarrollo económico por otros cauces».8 Por otros cauces: sig-
exteriores, a saber: lanzar todo el azúcar capaz de producirse
nificaba incrementar y diversificar los cultivos no azucareros
a la venta. Implicaba un regreso a las zafras libres, con sus
e industrializarse. De ese modo, al tiempo que se creaban fuen-
consiguientes riesgos. Por lo pronto, la caída en los precios.
tes de trabajo, se sustituían importaciones. Ahora bien, los
Pero no se excluía la perspectiva de romper el círculo de los
países compradores lo eran siempre y cuando, por igual valor
compradores tradicionales y, en desafío a la guerra fría de
del azúcar adquirido, fueran vendedores a Cuba. Y si Cuba se
los años cincuenta, intentar el intercambio con los países so-
ponía a producir bienes de consumo sustituyendo importacio-
cialistas u otros en vías de desarrollo. No era una apuesta
nes, no había manera de colocar el azúcar.
fácil, mas no se advertía otro camino: las zafras restringidas
Un ejemplo será ilustrativo. Proviene de la revista empre-
conducían a la asfixia. De todos modos, aclaremos desde ya,
sarial que titula «Nuevos ataques injustos contra Cuba».9 Un no se llegó a rebasar los marcos formulativos, pues antes que
senador norteamericano, Frank Carlson, exhortaba al Con-
nada era preciso —como veremos— mover obstáculos de ín-
greso a reducir la cuota de importación de azúcar cubano adu-
dole política. Y cuando se hizo, derribando la dictadura, fue
ciendo que la isla había anunciado la construcción de dos mo-
tarde: la audacia competitiva de los hacendados había queda-
linos harineros. Según el senador, ello implicaría restricción a
do muy atrás, devorada por el torbellino revolucionario.
Mientras tanto, las zafras restringidas eran bien vistas en
los mercados exteriores. Conducían a la isla a una política
8. «Exposición de las clases económicas al jefe de estado»,
Cuba
Económica y Financiera, XXIX, n.° 343 (octubre 1954), p. 20.
9. «Nuevos ataques injustos contra Cuba», Cuba Económica y Finan 10. Ibid.
ciera, XXXII, n.° 373 (mayo 1957), p. 8.
42 LAS CLASES OLVIDADAS LA BURGUESÍA AZUCARERA 43

pasiva ante los competidores. Unos se destacaban, los cultiva- cuatrienio 1954-1957 respecto al mismo lapso 1951-1953.12
dores de remolacha azucarera (y de caña) norteamericanos. Las críticas arreciaron. Se detectan desde los más diversos
Frente al proveedor número uno impugnaban con renovada ángulos. El III Fórum Nacional Azucarero reunido en la
fuerza de año en año la cuota que su país había asignado a la Universidad de La Habana (1955), que congregara a hacen-
isla. No en balde ya en los años cuarenta un autor clásico cu- dados, colonos (pequeños y medianos cultivadores de caña),
bano había titulado: «De la remolacha enemiga». 11 técnicos y otros representantes.13 La revista de actualidades
Las zafras restringidas significaban, pues, un primer obs- Bohemia M y la empresarial Cuba Económica y Financiera* He
táculo para el intento de una política azucarera expansiva. Un aquí tres ópticas diferentes que se conjugan en la crítica del
segundo obstáculo lo configuraba el Convenio (internacional) Convenio de Londres y, a la vez, de las zafras restringidas:
de Londres, que rigiera entre enero de 1954 y diciembre de un autorizado y específico fórum, un órgano popular y otro
1958. Se trataba de un instrumento regulador, en cuya virtud del mundo de los negocios. Era este último precisamente
la mayoría de los países productores de azúcar acordaron dis- quien resumía la situación: «con zafras cada día más res-
tribuirse una participación en el mercado mundial. Sus de- tringidas, con el aumento ininterrumpido de la producción en
fensores argumentaban que de ese modo se evitaban los efec-
tos nocivos de la competencia y los azares de la demanda y
12. «El convenio azucarero internacional para 1959-1963», Cuba
la oferta incontroladas, todo en vistas a asegurar a cada país Económica y financiera, XXXIII, n.° 393 (diciembre 1958), pp. 31-32. Cf.
la colocación de un volumen mínimo de azúcar e impedir la Ce-pero Bonilla, op. cit., pp. 178-179.
caída de los precios internacionales. 13. Mario del Cueto, «Problemas de la industria básica cubana.
Figuras, trabajos y acuerdos del III Fórum Nacional Azucarero»,
El Convenio de Londres venía así a articularse con las Bohemia, La Habana, XLVII, n.° 51 (18 diciembre 1955), pp. 98-100 y
zafras restringidas. ¿Cuánto azúcar producir? Exactamente 170-172.
(descontando una pequeña porción para el consumo interno) 14. Baldomcro Casas, «Un análisis de la situación azucarera. La
restricción azucarera es un error que nos va a traer desastrosas
la suma de dos volúmenes. Uno, la cantidad fijada en la cuota consecuencias», Bohemia, XLV, n.° 16 (16 abril 1953), pp. 16 y 84-86;
norteamericana. El otro, el tonelaje regulado para los cubanos José Pardo Liada, «Azúcar, politiquería y especulación», Bohemia,
en virtud del Convenio de Londres. En fin, una modesta XLVII, n. 34 (21 agosto 1955), p. 72.
15. Baldomcro Casas Fernández, «Es factible la zafra libre»,
seguridad era el precio de renunciar a la competencia. Ahora Cuba Económica y Financiera, XXX, n. 347 (febrero 1965), pp.41-43;
bien, esta-modesta seguridad no dio los resultados previstos Luis José Abalo, «Ensayos de pronóstico económico. Las necesidades
por los defensores del instrumento internacional. Los y posibilidades futuras de la economía nacional», Cuba Económica y
precios azucareros cayeron en 1954-1955, es decir, no bien financiera, XXX, n.° 353 (agosto 1955), pp. 11-14; Juan de Dios Tejada
Sainz, «Opio para azucareros», Cuba Económica y Financiera, XXX, n.° 352
comenzara a aplicarse. En cuanto a la participación cubana en (julio 1955), pp. 35-36; «Nuevos motivos de inquietud», Cubazúcar, La
el mercado mundial, disminuyó en el 16,8 % del Habana (abril-mayo 1957); «Opiniones azucareras internacionales»,
Cuba Económica y Financiera,, XXXII, n.° 374 (junio 1957), p, 43;
Baldomcro Casas Fernández, Alejandro Suero Falla, Federico Fernández
Casas y Luis Mendoza, firmantes de artículos varios publicados en Cuba
11. Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar,
Económica y Financiera, Bohemia o Prensa Libre, en el mismo sentido
Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1963, cap. «De la remolacha
de oposición a la política azucarera oficial, eran hacendados, propietarios
enemiga», p. 521. Publicado originalmente en 1940.
de uno o varios ingenios.
44 LAS CLASES OLVIDADAS
LA BURGUESÍA AZUCARERA 45
otras áreas, con precios que declinan en todos los mercados y
con el dogal de un convenio azucarero internacional, el mer- zaba en especial una campaña publicitaria: norteamericanos,
cado americano adquiere para nosotros una importancia vital. consumid el mejor, el azúcar norteamericano.17 «No ha dejado
La defensa, por tanto, de este mercado —concluía— es un de sorprender aquí —editorializaba en otra ocasión la revista
imperativo económico y social».16 empresarial— y nada favorablemente, el descubrimiento de
Llama la atención la expresión usada en el último párra- que la ayuda americana está fomentando cultivos de caña en
fo: «La defensa...». ¿Es que la cuota norteamericana estaba varios sitios del hemisferio occidental, Oriente y África, de
amenazada? Pues, si así fuera, ese elemento en el contexto paso que también impulsa las siembras de remolacha en al-
general sería trascendente. En efecto, hemos constatado: gunos países de la zona templada. Y desde que el prominente
azucarero misfer Kemp descorrió ese velo, ante el Sugar
Club de Nueva York días atrás —agregaba la revista empre-
a) un deterioro económico general de la década del cin
cuenta, el cual afectaba incluso a la burguesía; sarial—, en Cuba se comenta el hecho con evidente amar-
gura.» 18
b) la perspectiva de tentar una agresiva política de com
petencia: La burguesía azucarera se sentía desplazada. El tono ofre-
c) dos obstáculos a remover, las zafras restringidas y el ce los matices de una ruptura... se recordará: «Cuba ha de
Convenio de Londres. competir o perecer». ¿Qué se decía desde la otra orilla? Nue-
vamente un senador americano salía a la palestra, sin reparos
Y bien, en razón de c no se ha logrado siquiera ensayar en hacerse oír a través de Bohemia: «así como los cubanos
b a fin de remediar a cuando se advierte un peligro mayor: tienen que defender sus intereses —enfatizaba el represen-
retroceder incluso en las posiciones conquistadas. Y —como tante por Louisiana, Alien J. Ellender—, ¡yo tengo que de-
lo señala a modo de conclusión Cuba Económica y Financie- fender los de mis electores! Yo represento en el Senado ame-
ra— en la más importante, la cuota norteamericana. ricano una vasta zona productora de azúcar de los Estados
Veamos, pues, este último punto. Con alarma, la isla iba Unidos. Y tengo que demandar aquí todo lo que tienda a
registrando las noticias de ultramar. La revista empresarial beneficiarla». Y añadía el senador: «Cuba se ha excedido en
titulaba: «Los remolacheros americanos y la batalla de las cuo- la producción [... ] Los que permitimos producir a vuestro
tas». ¿Por qué batalla y en qué consistía? Veintidós estados país somos nosotros»,19
norteamericanos —daba cuenta la revista empresarial— pa- La última frase, no por insolente, era menos cierta: había
saban a beneficiarse de 343.066,8 hectáreas asignadas por el
Departamento de Agricultura para siembra remolachera, Sobre 17. Juan de Dios Tejada y Sainz, «Los remolacheros
estos estados (que cubren el 67 % del área territorial de los americanos y
la batalla de las cuotas», Cuba Económica y Financiera, XXIX, n.° 344
Estados Unidos y abarcan el 40 % de su población) se lan- (noviembre 1954), p. 45.
18. «Editoriales. El intercambio cubano-americano», art. cit.
16. Juan de Dios Tejada, «La defensa de la cuota azucarera de Cuba 19. Vicente Cubillas, jr., «¡Sensacional! ¡Exclusivo! Habla el enemigo
en los Estados Unidos. Un poco de historia y una pauta», Cuba Económica n. c 1 de Cuba. Los cubanos defienden sus intereses. Yo defiendo los de
y Financiera, XXXIX, n.° 343 (octubre 1954), p. 20. mis electores», Bohemia, XLVII, n.° 10 (6 marzo 1955), pp. 30-32 y 97;
«Azúcar. Cambio de táctica», Bohemia, XLVII, n.° 12 (20 marzo 1955J,
p. 80.
46 LAS CLASES OLVIDADAS LA BURGUESÍA AZUCARERA 47

que pedir permiso al vecino del norte antes de dar luz verde Para un país no industrializado y no diversificado en sus
al azúcar, pues ¿de qué servía producirlo si el principal cliente cultivos, que importaba los bienes de consumo en función de
rehusaba comprarlo? Y éste, por boca del senador, lanzaba a sus ventas de azúcar, convertido éste así en la moneda inter-
los cubanos: señores, os habéis excedido en la producción. Y nacional cubana, ello significaba más bocas que alimentar y
no lo decía en 1952, tras una zafra libre, sino en 1955, en menos que poner en ellas. Para un país cuya fuente de tra-
pleno régimen de restricción azucarera. Pues claro: todavía en- bajo número uno era la zafra, ello representaba más brazos
tonces los cubanos continuaban pagando culpas viejas, colo- disponibles y nada que hacer con ellos. No en balde 1955 ha-
cando en el mercado mundial los excedentes de aquella zafra bía arrojado el saldo de una zafra de sólo 69 días de ocupación
libre de 1952. para la masa obrera, según se consignara, y no muy prósperos
Era así un factor de arrastre, incidiendo como agravante negocios para la burguesía. La producción cayó ese año al
en el trasfondo general: un deterioro económico sobre el cual más bajo nivel de la década, a 4.404.000 toneladas.22
será necesario insistir. Era precisamente luego de esta zafra que se formulaban
La producción de los años cincuenta se encontraba en las declaraciones del senador norteamericano Alien J.
alza respecto de las dos décadas anteriores. Pero nuestros ín- Ellen-der. Por lo demás, las perspectivas futuras no aparecían
dices de comparación no pueden detenerse ahí. Pues, no obs- como alentadoras.
tante la relativa recuperación, el azúcar registraba niveles del
Las perspectivas futuras... con ellas volveremos a la pre-
mismo orden que tres décadas atrás. Si tomamos el sexenio
gunta formulada párrafos atrás, y cuya respuesta venimos in-
de zafras restringidas y lo comparamos con otro de tres déca-
tentando: ¿es que la cuota norteamericana estaba amenaza-
das atrás, obtenemos estos índices. Promedio anual de pro-
da? La trascendencia de la pregunta —recordemos— residía
ducción azucarera 1925-1930: 4.749,8 toneladas. Promedio
en que, bloqueada virtualmente la participación cubana en el
anual de producción azucarera 1953-1958: 4.981,5 tonela-
mercado mundial conforme a lo estipulado en el Convenio
das.20 Como se ve, son cifras del mismo orden. El término de
de Londres, quedaba una esperanza: la cuota norteamericana.
estancamiento aquí no es exagerado. Sólo que, en ese lapso
Pues ella, de tiempo en tiempo, sufría incrementos en fun-
de tres décadas, la población —no obstante haber cesado el
ción del alza en la demanda en los Estados Unidos. Y bien, la
flujo inmigratorio— no había tenido la gentileza de estan-
hora de los esperados incrementos sonó en 1956. Sólo que...
carse y, lejos de ello, había crecido en el orden del 70 %. 21
pero antes aclaremos: para los cubanos, cuota norteamerica-
na significaba los volúmenes que en su virtud tenían asigna-
20. Hugh Thomas, op. cit., pp. 1563-1564. dos y el derecho a conservar íntegra la proporción que había
21. Censo del año 1945. Informe general, P. Fernández y Cía., La
Habana, 1945, p. 811; Fernando González Q. y Jorge Debasa, Cuba:
evaluación y ajuste del censo de 1953 y las estadísticas de nacimiento de
funciones entre 1943 y 1958. Tabla de mortalidad por sexo, 1952-1954, Oficina Nacional de los Censos Demográfico y Electoral, P. Fernández y
Centro Latinoamericano de Demografía, serie C, n.° 124, Santiago de Chile, Cía., La Habana, acuerdo del 22 de agosto de 1955.
junio 1970, p. 29 (tabla de población 1943-1957); Censos de poblado», 22. Anuario azucarero de Cuba, 1959, en Hugh Thomas,
viviendas y electoral. Informe general. 1953, Tribunal Superior Electo ral, op. cit., p. 1564.
48 LA BURGUESÍA 49
LAS CLASES
OLVIDADAS AZUCARERA

determinado esos volúmenes. Esa proporción había llegado a toneladas. Disminución: 6,12 %.24 Vale decir, acusaban ten-
cubrir en una época más del noventa por ciento de la demanda dencias contrarias: la primera en alza, la segunda en baja.
norteamericana, y luego disminuido al 43,20 % que se «Cuba ha de competir o perecer.» Era otra forma de ex-
registraba en 1956. Pero ese año —como decíamos— llegó presar el veredicto dado por el Banco Internacional de Re-
la noticia de nuevos incrementos en la cuota... con una construcción y Fomento en su informe sobre la isla, ya cita-
disminución en la proporción: del 43,20 % se bajaba al do: «Pocos países dependen de su comercio exterior en tan
29,59 %, disposición a regir durante cinco años a contar de alto grado como Cuba». Ese estado era tolerable —y tole-
1957. Vale decir, durante ese período Cuba dejaría de ven- rado— si los negocios se mantenían prósperos. Pero llegados
der un estimado de 2.419,275 toneladas de azúcar que co- los tiempos de las vacas flacas... las voces de los hacendados
rrespondía a la diferencia (13,61 %) que se le había supri - se fueron dejando oír. Una crítica que iba subiendo de tono.
mido. La pérdida o, mejor dicho, lo que se dejaría de ganar Contra la zafra restringida, contra el Convenio de Londres,
en esos cinco años a causa del cercenamiento de la cuota en contra las medidas tomadas en los Estados Unidos. Por la
su proporción dentro del mercado norteamericano, se estimaba apertura de nuevos mercados. Uno de los hacendados se fe-
en unos 240 millones de dólares. 23 licita de las ventas de azúcar (200.000 toneladas) a la Unión
Soviética, operadas en 1955.25 Pero este hecho dentro de la
Estaba la mano de los competidores, ninguna duda cabía:
política oficial aparece como una excepción. Y así las críticas
ellos cubrían lo que a los cubanos se cercenaba. Y muy espe-
van convergiendo hacia el plano político, contra el gobierno
cialmente los dueños de casa, los remolacheros norteameri-
de las zafras restringidas, firmante del Convenio de Londres,
canos quienes —se ha visto— contaban con la defensa de sus
y de la pasividad ante los Estados Unidos: el gobierno de
intereses en el seno mismo del organismo de decisión, el Con-
Fulgencio Batista.
greso de los Estados Unidos.
«Guerra de los dos azúcares», se había complacido en lla-
Nada más significativo que mostrar la evolución compa-
marla ya en los años cuarenta un autor clásico cubano, Fer-
rativa entre la producción remolachera de ese país y sus com-
nando Ortiz. 26 Ahora bien, estos azucareros cubanos de la
pras de azúcar cubano. Tomaremos dos sexenios: el de zafras
caña que entreveían la salida en enfrentar competitivamente
restringidas de los años cincuenta y el que inmediatamente
le antecede, registrando las variaciones porcentuales de uno a los azucareros norteamericanos de la remolacha ¿habían
a otro. acumulado como clase la fuerza necesaria para la empresa?
La respuesta es afirmativa. No cabe, sin embargo, medir esa
Producción remolachera norteamericana 1947-1952: 9.835
millones de toneladas, ídem 1953-1958: 11.952 millones de
toneladas. Aumento: 17,71 %. Ventas azucareras cubanas en 24. Agricultura! siatistics, 1958, Department of Agriculture,
United
el mercado norteamericano (cuota) 1947-1952: 16.810,7 mi- States, Government Printing Office, Washington, 1959, p. 81, cuadro 115;
llones de toneladas, ídem 1953-1958: 15.680,8 millones de Agricultural stalistics, 1966, Department of Agriculture, United
States,
Government Printing Office, Washington, 1966, p. 86, cuadro 126; Com
23. Cepero Bonillo, op. cit., p. 69. pilación estadística, en M. Gutelman, op. cit., p. 38.
25. B. Casas Fernández, «Es factible la zafra libre», art. cit.
26. F. Ortiz, op. cit., p. 94.

4. — WJNOOJR
50 LAS CLASES OLVIDADAS LA BURGUESÍA AZUCARERA 51

fuerza en función de la expansión azucarera. Ello fue válido das bajo el gobierno de Fulgencio Batista. Y a cuya política
en el siglo xix, mas no en el siglo xx, luego que la produc- de zafras restringidas agregaba un nuevo motivo: el reparto
ción se estancara. Otro índice proporciona la respuesta. La inequitativo de los cupos de molienda. Fue así como un sec-
burguesía cubana se había convertido en «expropiadora» de tor de los hacendados, los llamados propietarios de pequeños
los capitales azucareros norteamericanos de la isla. Éstos, y ingenios, levantó su voz para reclamar «igual tratamiento que
otros también de origen extranjero, estuvieron dispuestos a esos intereses [extranjeros, los cuales son] objeto de privi-
vender los ingenios menos tecnificados y rentables, legios».28 Para el propio resguardo llegaron a fundar un Co-
reinvir-tiendo en distintos rubros, como la ganadería. Y así mité Ejecutivo de los Pequeños Ingenios Cubanos, reiterando
nos damos con las siguientes proporciones invertidas: las críticas a la política oficial azucarera y frente a la actitud
no solidaria de la Asociación Nacional de Hacendados.29
a) en 1939 el 55,07 % de la zafra fue producto de ca Otrora, en el siglo pasado, la contradicción entre grandes
pitales norteamericanos y el 22,42 % de capitales cubanos y pequeños hacendados se había localizado geográficamente,
(el 22,51 % restante correspondió a inversores españoles, ca en desventaja para los de oriente. La región desde entonces
nadienses, ingleses, holandeses y franceses); se hubo de recuperar constituyendo un denso polo producti-
b) en 1958 el 62,13 % de la zafra es producto de ca vo. Ya no geográficamente, la contradicción en el seno de la
pitales cubanos y el 36,65 % de capitales clase continuaba vigente sobre idéntica base: la diferencia de
norteamericanos poder económico entre las unidades productoras del azúcar.
(el 1,22 % restante corresponde a inversores españoles y fran Claro está, la situación no puede parangonarse. No se trataba
ceses).27 de la posición asfixiante a que había sido conducido un sector
otrora, ni ahora la coyuntura llevaba a los hacendados a ser
Continuaba siendo patrimonio del capital norteamericano protagonistas. Pero, en su medida, la contradicción interna
poco más de un tercio de las inversiones azucareras existentes de clase obraba sobre la contradicción externa aportando un
en la isla. En un período de expansión «cubanizadora» elemento más para el planteo de una política audazmente com-
coin-cidente con el planteo de una disputa por mercados, uno petitiva.
se focalizaba como el competidor: el capital norteamericano. De esta última contradicción precisamente se trata. El
Cañero en la isla, remolachero en su país de origen, no era
desarrollo capitalista había sido dado a la isla en función de
tra-dicionalmente bien visto en razón de las franquicias
una división internacional del trabajo, particularizado por co-
obtenidas sobre suelo cubano y del privilegio de que gozaba
mercializar la mitad o más de la monoproducción azucarera a
para elegir el espectro de mayor rentabilidad, situaciones
acentua-

27. Anuario azucarero de Cuba, 1958, en Antonio Ñoñez Jiménez,


Geografía de Cuba, Editorial Nacional de Cuba, Editorial Pedagógica, La 28. Tony Delahoza, «No queremos ser víctimas de los poderosos de
Habana, 1965 3 , p. 287; «Primer fórum...», en A. Núñez Jiménez, La ley la industria, afirma Luis de Armas, líder del grupo de ingenios cubanos
de reforma agraria y su aplicación, pp. 15-16. «Evoluciona la propiedad de pequeñas compañías», Bohemia, XLIV, n.° 36 (7 septiembre
de los ingenios», Cuba Económica y Financiera, XXVIII, n.° 331 (oc- 1952), pp. 62-63 y 95.
tubre 1953), p. 19. 29. Ibid.
52 LAS CLASES OLVIDADAS LA BURGUESÍA AZUCARERA 53

un solo país, el vecino del norte. Una relación de tipo bila- romper el status impuesto por el mercado mundial, la bur-
teral pero regida unilateralmente por una de las partes, los guesía azucarera no dejaría, llegado el caso, de defender sus
Estados Unidos vía su Congreso. Con esa situación heredada de posiciones. Dualidad que le otorgaba alta sensibilidad frente
sus antepasados se daban los hacendados. Habían hecho trans- a la coyuntura.
ferencia del poder de decisión, ciertamente. Pero no firmado De ahí que lo irritante no fuera un mero estado de ánimOj
la rendición incondicional. Y, en esa medida, guardaban ca- sino que pesara sobre las decisiones de la clase. Pero veamos
pacidad para generar contradicciones extrafronteras. todavía un poco sobre su estructura y de qué manera lo
¿Qué decía en esencia aquel pacto de clases bajo cuyo sig- dual en la burguesía azucarera cubana era componente de
no había nacido a principios de siglo la república azucarera? arrastre. Cotitular de la monoproducción del país, se erigía
Ustedes —los cubanos— producen; nosotros —los norteame- como máxima expresión nativa de capitalismo monopolista.
ricanos— compramos. Y he aquí lo irritante: mientras la vo- Contra ella la competencia de sus compatriotas se tornaba
luntad azucarera cubana se afirmaba, la voluntad compradora vana. Interfronteras ocupaba así un lugar de privilegio que
norteamericana se debilitaba. Es lo que antes vimos: mientras debía al proyecto del mercado mundial, y que en consecuen-
la burguesía nativa reinvertía en el rubro, el vecino del norte cia agradecía. Extrafronteras, el panorama era otro. A la bur-
venía disminuyendo, de reajuste en reajuste, las proporciones guesía azucarera cubana le era aplicada la misma vara con que
de la cuota asignada a la isla, hasta dar en la quita de 1956. ella medía a sus compatriotas. Como capitalismo dependiente
Era irritante. Y ello ¿qué trascendencia tenía? Todo de- no era admitida a integrarse en igualdad de condiciones al
pende de ubicar el carácter de la clase. No componían los ha- mercado mundial. Y aquí el proyecto no resultaba ya de su
cendados una burguesía nacional (interesada en la evolución agrado.
del mercado interno). Tampoco conformaban una de las lla- Con los buenos tiempos la burguesía azucarera tendía a
madas burguesías compradoras (agentes de negocios del ca- olvidarse de su condición dependiente (se recordará: vía di-
pital extranjero). La burguesía azucarera cubana al promediar recta regulación estatal en el caso norteamericano o en virtud
el siglo se situaba, si se quiere, en un punto intermedio. de la demanda-oferta en otros mercados, la colocación del
Intentaremos sistematizar. Utilizaremos dos combinato- producto se subordinaba a resortes extrafronteras, sin contar
rias que arrojarán una resultante final. Llamaremos a a la bur- la provisión de insumes, maquinaria, petróleo y tecnología
guesía nacional y b a la burguesía compradora. En virtud de sujetos a importación). Con los malos tiempos la burguesía
rasgos coincidentes u opuestos respecto de a y b, la burguesía azucarera llegaba a pensar que de poco valían sus prerrogati-
azucarera cubana se reagrupa en dos combinatorias: vas interfronteras si no marchaban los negocios extrafronteras
y entonces, vivamente tocada por su condición dependiente,
1) a semejanza de a y a diferencia de b contaban sus la clase se volvía contra los competidores del mercado mun-
intereses propios; dial.
2) a semejanza de b y a diferencia de a era dependiente. ¿Hasta qué punto? Ello dependería de cuánto arriesgaba
y de la coyuntura del momento histórico. Si la perspectiva era
Resultante final de las combinatorias 1 y 2: sin pretender arruinarse, no vacilaría en acudir a cualquier medio, inclusive
54 LAS CLASES OLVIDADAS LA BURGUESÍA AZUCARERA 55

el dumping, que es, como se sabe, arma de guerra declarada primeros en manifestarse. La demanda por cambios en la po-
por los mercados. Y en esta audacia los hacendados irían a lítica económica era general e insistente a medida que trans-
reivindicar la memoria de sus bisabuelos de 1868. Si solamente curría el período. Desde la clase obrera hasta los sectores no
se trataba de un recorte de beneficios y la coyuntura no se azucareros de la burguesía, pasando por los demás producto-
presentaba favorable, tal vez la actitud de los hacendados en res o intermediarios, urbanos o rurales, todos tenían su ra-
definitiva fuera conciliadora. Y en esta prudencia reivindicaría ción dentro del deterioro económico. Y a todos concernía ese
la memoria de sus abuelos de 1898. común destino de los cubanos, el azúcar.
De modo que muy variadas actitudes podría llegar a asu- Los propios hacendados recurrían al argumento del des-
mir la burguesía azucarera. Y bien, arribados los años cin- contento general para abonar sus tesis. Veamos un ejemplo.
cuenta, ¿qué situación impresiona dibujarse? De un recorte Un propietario de ingenios, manifestando su disconformidad
de beneficios, ciertamente. Pero que encendía las luces rojas con las zafras restringidas, citaba en su abono la opinión de
de peligro: en medio de las zafras restringidas importaba una diversos sectores sociales del entorno: los colonos (campesi-
amenaza de asfixia. De ello dan cuenta estadísticas antes cita- nos cultivadores en el llano) que le abastecían de caña, los
das y que corresponden a los sexenios 1947-1952 y trabajadores afectos a la maquinaria y los comerciantes de
1953-1958. Los remolacheros norteamericanos estaban a la la jurisdicción.30 Ningún esfuerzo costará encontrar en el resto
ofensiva no sólo por boca de sus representantes en el de la prensa comercial —en la medida en que ésta podía
Congreso de los Estados Unidos, sino en la base: en la expresarse bajo una dictadura— la protesta expresada desde
producción de azúcar. Y venían desplazando a los cañeros el ángulo de los particulares intereses de clase. Había, pues,
cubanos del mercado de su país sin dar muestras de ceder en una presión social generalizada que, desde la base hacia la
la presión competitiva. La mejor prueba la dieron los cúspide de la pirámide, actuaba sobre la burguesía tras la de-
hechos posteriores. Una crisis política (1960) dio ocasión al manda de cambios en la política económica. Una expresión
Congreso de los Estados Unidos para suprimir la cuota de combativa lo había constituido la ya citada huelga general
compras azucareras en Cuba. Y no fue para dejar a los azucarera en vísperas de la zafra de 1956.
ciudadanos norteamericanos reducidos a un menor consumo Pero ambos factores no deben confundirse. Obraba la
del producto, sino para ceder ese inmenso espacio dejado presión social generalizada y obraba la burguesía desde sus
vacante (del orden de los tres millones de toneladas) a los propias contradicciones e intereses de clase. Es así como he-
competidores, comenzando por casa: los remolacheros mos tomado a los hacendados en tres momentos de defini-
norteamericanos. ciones políticas colocados bajo el signo común de una idén-
¿Con qué situación impresiona, pues, que nos damos a tica tarea histórica, la independencia nacional. Nos referimos
medida que avanzan los años cincuenta? No por cierto la as- a la primera y segunda guerras emancipadoras (1868-1878 y
fixia en los términos que se planteaba para los hacendados
orientales en 1868, pero sí como tangible amenaza a corto
plazo. 30. «Opiniones azucareras internacionales. Cuba», Cuba
De ahí que escuchemos las voces, en ocasión airadas, de Económica y Financiera, XXXIII, n.° 384 (marzo 1958), p. 45.
los hacendados. Claro está, no eran los únicos ni fueron los
56 LAS CLASES OLVIDADAS LA BURGUESÍA AZUCARERA 57

1895-1898) y al torbellino revolucionario de los años cin- venía conjugando en ese sentido. Entonces, si algo faltaba, fue
cuenta. Como se expresara, la burguesía perdió la iniciativa dado por la palabra «oficial» de la clase cuando el patriarca
social en el segundo momento. Sin embargo, su actitud en el azucarero, el mayor productor de todos, no sólo de la isla sino
tercer momento no está limitada a dejarse arrastrar por los del orbe entero, salió a la palestra.
acontecimientos, sino que aporta desde el ángulo de sus inte- ¿Quién era? Julio Lobo. En realidad, ya le conocemos.
reses y contradicciones de clase. Y si el torbellino de la guerra Aquel hacendado que vimos páginas atrás argumentar contra
civil apurará sus decisiones, no es menos cierto que ésta la las zafras restringidas en nombre de sus colonos, obreros del
encuentra armada de una voluntad azucarera: en el interior ingenio y comerciantes del entorno, ése era Julio Lobo. Ya
de la isla reinvirtiendo en detrimento del capitalismo extran- en tal actitud aparecía clara la inteligencia de colocar la na-
jero, y en el exterior en actitud de disputa por los mercados. ción, a través de una gama de sus sectores sociales, tras el
Y aun cuando la iniciativa social hubiera escapado de sus hacendado. Corría marzo de 1958. Tras huelgas, brotes in-
manos, mientras los hacendados no veían amenazada su pree- surgentes y lucha armada en la sierra, la guerra civil poco
minente posición monopolista, nada obstaba a utilizar el tor- después sacudirá al país de un extremo al otro. Es hora de
bellino de los años cincuenta como respaldo nacional para dar un paso al frente. Y para esa misma época Julio Lobo
el planteo de una agresiva competencia extrafrenteras. Torbe- hará algo más: salir al encuentro de los remolacheros en casa
llino revolucionario, decíamos. Pero esto se hizo claro des- de éstos.
pués. Mientras tanto, aparecía como torbellino a secas. El New York Herald Tribune, en la época que nos ocupa
La burguesía azucarera no lo temía. Como en tiempos de uno de los más importantes cotidianos norteamericanos, nos
la colonia, el hacendado se veía protagonista. Y en verdad ofrece su semblanza: «En Cuba donde azúcar es todo, y más
continuaba siéndolo. Había hecho slogan de sí mismo a tra- que todo sinónimo de nación, Mr. Lobo es simplemente "Ju-
vés de los mass media, de su «gran prensa», slogan que la calle lio" para los hombres de negocios, los conductores de taxis
repetía e incluso la letra de canciones de moda: sin azúcar y los miles de empleados de sus once ingenios.
no hay país. Como el azúcar tenía dueño... el razonamiento Internacional-mente, es el Rey del Azúcar [... ] para sus
era claro para todos: el azúcar se erigía en destino y la bur- enemigos su existencia se presenta por sí sola como una
guesía en condición para el ser nacional. violación de las restricciones internacionales contra los cariéis.
Nada más cubano que el azúcar, el hacendado su dueño: Mas, tal cual el proverbio de los negocios predica, "busines
nadie más cubano que el hacendado. Todo lo demás pasaba alone is not a crime"»?1
por un monótono mapa: cañas, ingenios, esclavos de ayer u He aquí el trazo de una pluma periodística. Julio Lobo,
obreros de hoy, tierras, ferrocarriles, puertos. De todo el ha- figura patriarcal en la tierra del azúcar. Julio Lobo, el rey,
cendado se sentía poseedor o por lo menos que, dentro de el más poderoso, controvertido y temido internacionalmente.
la isla, servía a sus fines. Sin azúcar no hay país resumía su
filosofía. Y si algo faltaba era sacar la cabeza fuera de la
31. David Steinberg, «Lobo dreams of benefits for Cuba in plan to
isla y decírselo a los remolacheros del vecino del norte. En moderniza sugar milis», New York Herald Tributte (23 marzo 1958), sec-
otras palabras, una actitud de agresiva competencia. Todo se ción 2: Financial-Business, pp. 5-6..
58 LAS CLASES OLVIDADAS LA BURGUESÍA AZUCARERA 59
Pues bien. Esta figura —remarca el mismo comentario perio- presarial para reproducir en sus páginas, añadiendo este co-
dístico— deja el silencio impuesto a sus cuarenta años de mentario: «Precisamente esta es la posición que ha adoptado
vida activa como hombre de negocios, para salir a la pública Cuba Económica y Financiera durante largos años. No es res-
palestra. Poco, en efecto, le hubiera costado publicar una so- tringiendo zafras, ni defendiendo exclusivamente el precio
licitada o un anuncio comercial más, del tamaño y precio que como mejor se sirve a nuestra industria azucarera. Estos dos
fuera. No, esta vez él personalmente concede la entrevista en sistemas son negativos, tanto a corto como a largo plazo,
inusual descarga del peso de su autoridad. Tampoco era cues- pues a menor producción mayor costo por unidad y mayor
tión de hacerlo a través de un diario cubano, sino del New oportunidad damos a otros países para aumentar su capa-
York Herald Tribune. 32 cidad».35
Era, pues, la tribuna dirigida a los norteamericanos. La Hemos seguido la actitud de la burguesía azucarera a
ocasión se prestaba, pues Julio Lobo acababa de adquirir in- tia-vés de manifestaciones recogidas en la prensa del período,
genios azucareros por valor de 24,5 millones de dólares, com- rematando en las declaraciones de Julio Lobo. Declaraciones
prendiendo un ferrocarril, factorías, etc.33 ¿Qué decía el entre- que se expresan con motivo de sus reinversiones azucareras.
vistado? «Debemos modernizarnos o morir.» Otra vez la Es precisamente esta cuestión la que se encuentra en la base,
situación planteada en términos de alternativa dramática. Con necesaria para medir si la burguesía se iba en palabras o si
una variante: «modernizarnos». en principio ya acompañaba de hechos sus manifestaciones de
Ahora bien, todo el mundo sabe lo que en buen romance descontento. Y bien, la actitud asumida por Julio Lobo coin-
significa: bajar los costos. Y bajar los costos es esencialmente cidía con la observada en general en el seno de la clase.
para eso: ganar mercados, desplazar la competencia. «Debemos Cierto que los hacendados habían sido acusados de pre-
modernizarnos o morir» no era, pues, sino otra alternativa ferir prudentes reinversiones en inmuebles en Miami o New
conocida: «competir o perecer». Mas, como se ha señalado, la York, en bonos del gobierno federal norteamericano o bien
tecnificación no proporcionaba grandes posibilidades y, en del atesoramiento de dólares en bancos extranjeros.36 Quizás
realidad, para competir hacía falta otra cosa: decidirse a optaran por ello antes que reinvertir en industrias no azuca-
producir azúcar a capacidad plena y lanzarlo todo al mercado, reras. Pero la tendencia general de las dos últimas décadas
esto es, el sistema de las zafras libres. Es lo que, en otros era expansiva: la «cubanización» de las inversiones extran-
términos, concluía en definitiva Julio Lobo: «Estamos jeras del azúcar al punto de haber triplicado en ese lapso la
firmemente convencidos que del reto al azúcar hoy día puede capacidad productiva. Todo indicaba una voluntad azucarera
responderse con un consumo aumentado, en lugar de una pro- que, arribada la crítica coyuntura de los años cincuenta, mo-
ducción disminuida».34 torizaba una situación competitiva originaria, pasando a un
Tales los párrafos que por su parte elige la revista em- planteo de guerra por los mercados que tenían por destinata-
rios los remolacheros del norte.
32. Ibid.
33. Ibid. 35. «Opiniones azucareras internacionales. Cuba», art. cit., p. 39.
34. Ibid.
36. Informe sobre Cuba, t. I, cap. 4, pp. 9-10 y cap. 24, pp. 22-23.
60 LAS CLASES OLVIDADAS LA BURGUESÍA AZUCARERA 61
37.

Guerra por los mercados. Pero no sólo ésa, la «de los límites en el empleo de la represión, ni el pueblo cejaba en su
azúcares». Otra guerra, en el sentido más propio de la pala- respuesta.
bra, conmovía por entonces al país y se libraba en la provin- Fue entonces cuando la burguesía azucarera prestó aten-
cia de Oriente, en cuyas montañas se hacía fuerte la guerrilla ción. ¿Qué estaba pasando en la isla? ¿Qué significaba todo ese
comandada por Fidel Castro. Curiosamente, en el mismo ejem- ruido de armas? ¿Quién era este Fidel Castro, especie de Robín
plar del New York Herald Tribune donde Julio Lobo había Hood de las montañas de Oriente? Uno que bien pronto podía
lanzado su desafío anti-remolachero, se cronicaba y apreciaba suceder en el gobierno a Fulgencio Batista. Y que tenía la
el estado de la lucha armada. «La "guerra total" comenzará audacia que le faltaba a éste, el hombre de la zafra restringida,
el primero de abril, dicen los rebeldes cubanos dirigidos por de la firma del convenio de Londres, de la pasividad frente a
Fidel Castro. Fue un ultimátum directo a la dictadura del pre- los remolacheros del norte.
sidente Fulgencio Batista. La osada proclama rebelde de "gue- Ahora bien, este Fidel Castro tenía audacia, pero quizá
rra total" —continuaba el rotativo norteamericano— parece demasiada para el gusto de la burguesía. Y ésta, para recon-
a primera vista como destinada a hacer ruido, a la luz de sus siderar políticamente sus posiciones, exigió ciertas garantías.
comparativamente escasas cohortes en las montañas de la Fidel Castro las dio. «Nuestro movimiento 26 de Julio —decía
provincia de Oriente. Sin embargo, se trata de un manifiesto un reportaje publicado en la revista norteamericana Look—
que debe ser tomado en serio en vista del hecho de que los nunca proclamó la nacionalización de las inversiones
rebeldes se han batido tenazmente contra las tropas de Batista, y extranjeras aunque yo, por mis veinte y tantos años, perso-
además de que su espíritu revolucionario parece haber calado nalmente abogué por la nacionalización de los servicios pú-
hondo rápidamente en Cuba.»37 blicos. La nacionalización nunca puede ser tan beneficiosa
No se equivocaba el diario norteamericano. La fuerza de la como una correcta inversión privada, sea criolla o extranjera,
guerrilla instalada en las montañas cubanas no podía medirse que lleve como finalidad la diversificación de nuestra econo-
por el número de sus efectivos, sino por el apoyo creciente con mía. Sé que la revolución —agregaba Fidel Castro— parece
que contaba, por la solidaridad que le llegaba, incluso desde los una medicina amarga a muchos hombres de negocios. Pero
núcleos de la burguesía azucarera, especialmente en la después del primer shock encontrarán que ella les significaba
provincia de Oriente. Y, en cuanto a la población en general, un beneficio, no más recaudadores de impuestos ladrones, no
venía sufriendo no sólo el deterioro de las condiciones más jefes y oficiales del ejército hambrientos de exacciones que
económicas, sino el peso de una dictadura, tal cual el New les chupan la sangre. Nuestra revolución es tanto moral como
York Herald Tribune califica al gobierno de Fulgencio Batista. política.»38
Una mecánica de protesta-represión-protesta iba en ascenso, La nacionalización de las compañías eléctrica y telefónica,
cobraba las formas más agudas, pues la dictadura no conocía propiedad de capitales norteamericanos, había sido pro

38.

37. «Cuba rebel threat», New York Herald Tribune (23 marzo 1958), 38. Fidel Castro, «Inside Cuba's Revolución», reportaje de Andrew St.
sección 2: Politics-Financial, p. 2. George, Look (4 febrero 1958), pp. 24-30,
62 LAS CLASES OLVIDADAS LA BURGUESÍA AZUCARERA 63
39.

puesta por Fidel Castro en 1953 cuando pronunciara su ta del repliegue programático y de la voluntad unitaria. Como
ale¬gato frente a los magistrados que lo juzgaban por el telón de fondo, ya sabemos: la «guerra de los dos azúcares» y
asalto al cuartel Moneada, alegato conocido como La la guerra civil en fase de agudo y decisivo enfrentamiento en
historia me absolverá. Por esos años —tanto en 1953 la Sierra Maestra.
como en 1958— Fidel Castro no había adherido al No sin vicisitudes se arribó al que se bautizara como Pac¬to
socialismo. No forzaba las cosas cuando en lugar de de Caracas, fechado el 20 de julio de 1958.w Permanecerá
nacionalizaciones colocaba como programa honradez vigente hasta la caída del régimen y, no obstante ausencias
administrativa y, por encima de todo, voluntad de que pueden destacarse entre los firmantes, constituye el
tranquilizar a los capitales, fueran nacionales o documento fundamental de unidad de las fuerzas de
extranjeros. Y ésta no era una declaración aislada, sino oposición. Junto a Fidel Castro figuraban connotados
típica de esa hora.39 Cuando, en los primeros meses de representantes de corrientes políticas tradicionales como
1958, Fidel Castro tiene ocasión de expresarse Carlos Prío Socarras —el presidente depuesto por el golpe de
repetidamente en la prensa norteamericana y, a través de estado de 1952— y personalidades sin partido como José
ella, llegar tanto a la opinión pública del vecino país Miró Cardona. Nombres vinculados a las altas esferas de
como a los sectores empresariales de la isla. Éstos negocios que operaban en la isla, contaban en el momento de
accedían a esa prensa en razón de encontrarse vedado requerirse amplitud en el movimiento antidictatorial.41 El
expresarse localmente, dada la censura que en Cuba se Pacto de Caracas convocaba a la nación entera, con expresa
abate en 1958. mención de los hacendados.
Era un momento histórico donde la revolución advertía la ¿Cómo respondieron éstos en conjunto? Un proceso cuyos
proximidad del enfrentamiento militar decisivo y, con éste, la rasgos sobresalientes se ha intentado dibujar a lo largo de la
necesidad de acumular en un polo todas las fuerzas sociales década culminaba. De más en más la burguesía azucarera fue
capaces de cerrar paso o, cuando menos, restar apoyo a la
traduciendo las expectativas económicas en definición
dictadura. O, dicho en otras palabras, aislar al enemigo. Era,
pues, un momento de necesario repliegue programático.
política. Y ésta fue apurada por un hecho que súbitamente
Difícilmente los hacendados se plegarían —o declararían una tornó dramática la situación. En diciembre de 1958 la guerra
neutralidad objetivamente favorable a la revolución— a quien civil se extendía desde la Sierra Maestra en oriente hacia el
pregonara nacionalizaciones. Y, así, el paso siguiente a las centro del país, por cuya causa no podía darse comienzo a la-
declaraciones por la prensa —tanto las de Julio Lobo como las
de Fidel Castro— es la firma de un pacto donde queda
concretado el frente político antibatistiano. Su texto da cuen-
40.

39. Fidel Castro, «Why we fight», Coronel, Chicago (febrero 1958), pp. 40. El Pacto de Caracas reclamaba explícitamente la unión de obreros,
80-87; «Inside Cuba's Revolution», art. cit.; «Castro on eve of his big bid», Life estudiantes, miembros de las profesiones liberales, comerciantes, industriales,
(14 abril 1958), pp. 26-27; «Cuba this man Castro», Time (14 abril 1958), colonos, campesinos y hacendados. Texto incluido en La Revolución Cubana,
pp. 35-36; Fidel Castro, La Revolución Cubana, recopilación de Gregorio Selser, «Documento de unión de las fuerzas oposicionistas», páginas 152-155.
Palestra, Buenos Aires, 1960, «Cuestionario de Jules Dubois», pp. 147-151 (el
41. Fidel Castro, Discurso pronunciado por el primer ministro del gobierno
revolucionario (1-2 de diciembre de 1961), Comisión de Solidaridad con la
cuestionario corresponde a 1958) Revolución Cubana de la República Argentina, Buenos Aires, s.d. Edición cubana
en Obra revolucionaria.
LAS CLASES OLVIDADAS
64

zafra. Ésta en peligro, la burguesía azucarera en bloque aventó


toda duda: que cayera Fulgencio Batista. Desde luego, el
compromiso se remontaba a meses atrás, cuando la firma del
Pacto de Caracas.
Dejemos que dos de sus partidarios, quienes ocuparon
altos cargos en el gobierno, nos hagan el relato de esas sema-
nas finales de 1958 en el marco de la Asociación Nacional de
Hacendados. Con cierta amarga ironía, explican: «Se discutía
con inusitado patriotismo si debía o no exigírsele al presi- 2. LA CLASE OBRERA
dente Batista que renunciara. Se describía la situación y se
planeaba la forma de ubicarse mejor junto a la revolución con
frases como éstas: "Señores, la revolución es un hecho. No Si el hacendado del ingenio y del cañaveral había madu-
debemos permanecer alejados de quienes están llamados a es- rado su proceso autoconsciente de clase desde aquella ubica-
calar el poder". Algunos [hacendados], más listos, descu- ción privilegiada que le permitía universalizar la visión, a su
brían que desde hacía rato estaban en contacto con el 26 de hora tuvo la réplica. También el obrero del ingenio y del ca-
Julio. Otros, los más comprometidos con el gobierno, se jus- ñaveral —y de otras ramas de la producción— fue accedien-
tificaban con un: "No vamos a conspirar contra Batista, sólo do a ese punto, bien que por otros medios: no por el reparto
a proteger nuestros intereses que son los de la nación"». 42 del plustr abajo, sino a partir de una toma de conciencia: que
Fulgencio Batista... en tal trance puede pensarse que ya ese era también su trabajo, sólo que no retribuido.
nadie estaba dispuesto a brindarle apoyo. Pocos días antes De ahí a comprender que su suerte es compartida con
de su caída, sin embargo, el senador norteamericano Alien todos los productores directos del mundo, no había sino un
J. Ellender, de visita a La Habana, declaró a la prensa paso. Y el paso fue dado. El obrero cubano universalizó a su
que él estaba decididamente a favor de Fulgencio Batista y turno la visión y la contrastó con la del hacendado. Sin azú-
en contra de Fidel Castro, llamando a este último «bandido».43 car no hay país, había éste hecho slogan y lo repetía, en el
Como se recordará, el senador era el defensor de los intereses curso de discusiones laborales, por boca del presidente de su
de sus representados, los remolacheros norteamericanos... Asociación Nacional. «Sí, pero sin obreros no hay azúcar», fue
la réplica del dirigente proletario cubano Jesús Menéndez.
En otras palabras, la huelga. La clase obrera reivindicaba
salir del indiferenciado panorama en que, junto a máquinas y
tierras, le había colocado la burguesía azucarera y rescataba
su personalidad de productor directo: sin sus brazos, sin su
42. Jorge García Montes y Antonio Alonso Avila, Historia del Par fuerza de trabajo, ni una caña se tumbaba, ni un gramo se
tido Comunista de Cuba, Ediciones Universal, Miami, 1970, pp. 546-547. molía. Por eso, la huelga: en su virtud los términos se inver-
43. «Enemigo público n.° 1 de Cuba», Bohemia, LI, n.° 10 (8 mar
zo 1959), p. 19. tían: sin azúcar no hay país y sin obreros no hay azúcar. Lue-

5. — WINOCUR
66 LAS CLASES LA CLASE 67
OLVIDADAS OBRERA

go, sin obreros no hay país. Y si de éste venían proclamán- de trabajadores tomó cuerpo, adhiriendo a las posiciones de
dose sus dueños los hacendados, el siglo xx vio, ya en las la III internacional.
primeras décadas, cómo el proletariado cubano cuestionaba ese Dentro de ese contexto se destaca la huelga general po-
título de propiedad heredado de épocas de la colonia. lítica que, articulada con un pronunciamiento cívico-militar,
Ahora bien, mientras el grueso de la clase obrera descien- derribó la dictadura de Gerardo Machado y, luego de algunas
de en línea directa de la masa de esclavos del ingenio y del alternativas de transición, dio paso a un gobierno de nuevo
cañaveral, una rama del árbol creció en forma autónoma. Nos tipo, hechos que tuvieron lugar en la segunda mitad de 1933,
referimos a los trabajadores del tabaco. Su cultivo y manu- Fue éste uno de los malos años que siguieron a la crisis mun-
factura fue conocido en la colonia, compitiendo con éxito y dial. La producción azucarera descendió de zafras anuales
adquiriendo renombre en los mercados del mundo. A diferen- entre cuatro y cinco millones de toneladas —1925-1930-— a
cia del azúcar, no conoció en general asentamiento latifun- una del orden de los tres millones de toneladas en 1931 para
dista, sino a través de pequeños y medianos propietarios, lla- pasar a otras entre dos y dos y medio millones de toneladas
mados vegueros. Y no empleó mano de obra esclava, sino anuales en 1932-1936. Y ni que hablar de los precios donde
libre. A mediados del siglo pasado, cuando el trabajo forzado la caída fue vertical, registrándose los más bajos del siglo.
todavía se prolongaba en el azúcar, se contaban 15.000 asa- Como ocurriera luego en los años cincuenta, ello no dejó
lariados armadores de cigarros en Cuba. de repercutir en los planos social y político, creándose un
Allí se ganaron voluntades para la segunda guerra momento histórico revolucionario. Vale decir que, si hasta
ahora tomábamos 1868-1878, 1895-1898 y 1952-1959, nada
inde-pendentista, bajo el influjo de José Martí. Fue éste quien,
obsta a intercalar completando: 1868-1878, 1895-1898,
reiterando alusiones a silencio y unidad, al ayer del primer in-
1933-1934 y 1952-1959.
tento emancipador y al presente y futuro de nueva propuesta La huelga general política de 1933 —que, desatada en
donde contaba la clase obrera, se expresara a fines de siglo: agosto, fuera del tiempo de zafra, desplazó su centro a los
«Lo que hacemos el silencio lo sabe. Pero eso es lo que de- trabajadores del transporte— mostró la fuerza que. en el seno
bemos hacer todos juntos, los de mañana y los de ayer, los de la sociedad había cobrado la clase obrera. Como resultado
convencidos de siempre y los que se vayan convenciendo, los del movimiento popular asumió un gobierno nacionalista de
que se preparan y los que rematan, los trabajadores del libro izquierda, presidido por Raúl San Martín y orientado por su
y los trabajadores del tabaco: ¡juntos, pues, de una vez, para ministro Antonio Guiteras. Este gobierno intentó desatar al-
hoy y para el porvenir, todos los trabajadores!». gunos nudos de la dependencia, audacia que dio con su caída
Advino la república. La clase obrera fue creciendo en en enero de 1934.
número y organización, al tiempo que adquiría variada expe- De donde el momento histórico revolucionario, abierto
riencia. Movimientos reivindicativos o de carácter en 1933, se cierra en 1934. Todavía la isla bajo la sombra
insurrecti-vo, huelga política o accionar legal, solidaridad y de la Enmienda Platt, los acontecimientos se suceden bajo
coordinación con los pobladores rurales en sus demandas por presión: ¿intervendrán los norteamericanos como en ocasio-
la tierra, la gimnasia fue rica y reconoce pocas pausas. Una nes anteriores? No lo hacen militarmente, pero sí a través de
central única
68 LAS CLASES LA CLASE 69
OLVIDADAS OBRERA

la misión de Summer Welles (y su continuador Jefferson Gerardo Machado y comprobada la eficacia del golpe de esta-
Caf-fery). El dictador Gerardo Machado, incapaz de do, la Enmienda Platt fue derogada en 1934. Nuevos meca-
«reacomodar» el país luego del shock azucarero, tiene los días nismos políticos se ponían en funcionamiento. La Habana era
contados. Está, pues, en el orden del día la cuestión de su sede de una misión militar norteamericana y en Guantánamo,
relevo. Para resolverla sin que la relación provincia de Oriente, estaba instalada una base naval donde
cubano-norteamericana resultara afectada en sus pautas regía el principio de extraterritorialidad a favor de los Esta-
tradicionales, Summer Welles llega a la isla en mayo de 1933. dos Unidos. Pero la pieza fundamental de los nuevos meca-
Los documentos de la época —sus memorándums de nismos políticos era el golpe de estado.
entrevistas, gestiones ante el entonces sargento Fulgencio Cuando se prendían las luces rojas de peligro, el gobierno
Batista y toda una intensa actividad desarrollada dentro de la civil era derribado. Ocurrió en 1934. Y también cuando
vida cubana— trascendieron en su momento y más tarde
amenazaban encenderse, como en 1952. El golpe es aquí pre-
fueron oficialmente publicados en buena parte, según la ley
norteamericana, por el Departamento de Estado. ventivo. Impide las elecciones convocadas para ese año e
En medio de este ajetreo, con barcos de guerra de los instaura la dictadura militar que habrá de consagrar un cli-
Estados Unidos a la vista de La Habana, crece el movimiento ma de violencia desde antes desatado. De la década del cua-
popular. Derroca al dictador Gerardo Machado y en un se- renta a la del cincuenta las formas democráticas se venían
gundo paso —no obstante las presiones— consagra al citado deteriorando en coincidencia con la evolución de la situación
gobierno nacionalista de izquierda. Por una vez el movimiento internacional. Cuando,, entre 1946 y 1949, la guerra fría se
popular conmueve La Habana. La ciudad pasa a ser centro echaba a andar por el mundo y sus pasos tocaban costas cu-
de los acontecimientos. Pero el polo burocrático-militar no banas.
tardaría en operar el cierre. Por factores que no entramos aquí Precedido por el asesinato del portuario Aracelio Iglesias,
a analizar, son las presiones de extrafronteras quienes en el 20 de enero de 1948 se produjo el crimen de Jesús
definitiva se imponen. Es cuando aparece en escena como Me-néndez. Negro, comunista como el anterior nombrado,
«hombre fuerte» Fulgencio Batista. Consuma un golpe de dirigente de los trabajadores del azúcar, su desplazamiento de
estado derribando al gobierno nacionalista de izquierda en
la conducción gremial resultaba difícil de operar, salvo elimi-
1934.
nación física. Y tal ocurrió ese día sobre el andén de la esta-
Cuartel Columbia mediante, fue la primera vez. Con igual
ción ferroviaria de Manzanillo, provincia de Oriente. Al co-
procedimiento se hará luego con el gobierno en 1952. Transcu-
rridas menos de dos décadas, la memoria de los cubanos con- nocerse la noticia —cuenta en sus memorias Francisco García,
servaría fresco .el recuerdo de la experiencia vivida: shock un obrero del ingenio azucarero— «fue la rabia mal conte-
azucarero, golpe de Fulgencio Batista. La combinación de los nida: salté de la locomotora, no quise creer, di un puntapié
años treinta se reedita en los años cincuenta. Y ello contri- a un montón de cañas»; y luego fue el recuerdo: cuando el
buye —en todos los niveles sociales— a desconfiar de la re- compañero asesinado había escuchado de boca del presidente
ceta de amarga medicina. de la Asociación Nacional de Hacendados aquello de sin azú-
Mientras tanto, una vez reglada la cuestión del relevo de
LA CLASE OBRERA 71
70 LAS CLASES OLVIDADAS

car no hay paiSj y dado por respuesta: «sí, pero sin obreros zar a toda la oposición. Y en cuanto al plano internacional,
no hay azúcar».1 Fulgencio Batista no fue menos coherente: sellando su ali-
La guerra fría tocaba costas cubanas. Una primera medi- neación con los Estados Unidos en la guerra fría, rompió re-
da: reprimir el movimiento obrero, de excepcionales tradicio- laciones con la Unión Soviética.
nes de lucha en el Caribe. Pero la guerra fría no venía sola, ¿Cómo reaccionó el pueblo cubano frente a la dictadura?
sino al encuentro de algo que le esperaba en tierra: crujía la Conocido es el desenlace: tras años de luchas dio por tierra
estructura económica cubana tras el shock de las zafras res- con Fulgencio Batista y ello significó cubrir un momento his-
tringidas. tórico decisivo para los destinos de la nación. Pero el 10 de
A esta cita es convocado Fulgencio Batista. Es el «hom- marzo de 1952 no podía en rigor hablarse de oposición al
bre fuerte», capaz de administrar guerra fría y shock. Con los golpe de estado. Ciertamente, el país se sintió conmovido y
tanques en la calle, concurre en la madrugada del 10 de marzo hubo pronunciamientos, como el de la Universidad. Pero no
de 1952. No tardará en conocerse su decisión de restringir la se fue mucho más allá. Pocos salieron a la calle. Y no tar-
producción azucarera y de inmediato es bienvenido por la daban en regresar desalentados a sus casas. De modo tal que
guerra fría. Francis L. McCarthy, gerente de la agencia los niveles declarativos de la protesta fueron escasamente
norteamericana de noticias United Press, se expresa con cla- traspuestos. No hubo masiva movilización y, faltando la uni-
ridad días después del golpe: «el problema del comunismo o dad necesaria para cerrar el paso a los golpistas, éstos se im-
la democracia tendrá que ser solucionado algún día en el campo pusieron con facilidad. Por lo demás, el gobierno civil se ha-
de batalla».2 ¿Cómo se entendían por entonces estas palabras? bía desmoronado sin ofrecer resistencia y la corriente liberal
Para muchos el «algún día» no sonaba lejano. Casi se mayoritaria (Partido Ortodoxo) tampoco fue capaz de dar
confundía con el presente mismo: estaba en curso la guerra proporcionada respuesta a la asonada militar. Y en cuanto
de Corea. al movimiento obrero, una difícil situación le había llevado
El articulista hacía los elogios de Fulgencio Batista, al a replegarse.
punto de compararlo con Napoleón Bonaparte. Claro que los Vimos la ofensiva desatada contra los trabajadores orga-
elogios no venían solos, sino acompañados de una recomen- nizados en los años de guerra fría. Los sindicatos fueron asal-
dación: a la larga —escribía— si el nuevo mandatario «es tados, cegada su vida democrática, los fondos copados y, pro-
realmente un demócrata, se verá precisado a declarar ilegal tegida por la policía, una burocracia gangsteril se adueñó de
al Partido Comunista en Cuba».3 El consejo fue seguido, y sus direcciones. Y en ese clima fue posible consumar la divi-
más allá. Como es usual en estos casos se acabó por ilegali- sión del movimiento obrero.
Los trabajadores fueron tomados por sorpresa. Años de
luchas reivindicativas legales —favorecidos por la coyuntura
1. Francisco García, Tiempo muerto. Memorias de un trabajador azu internacional de la segunda guerra— se vieron bruscamente
carero, texto abreviado, Instituto del Libro, La Habana, 1969, pp. 81 -83.
2. Francis L, Me Carthy, «Historia de una revolución (Batista: ¿dicta cortados. El movimiento obrero no alcanzó a organizar la re-
dor o demócrata?), 2. a parte», Bohemia (6 abril 1952), pp. 60-61 y 74-75. sistencia. Y ese estado de desarme —que se venía reflejando
3. Ibid.
72 LAS CLASES LA CLASE 73
OLVIDADAS OBRERA

incluso en la formación ideológica de los cuadros— favoreció matones no bastan para evitar las asambleas de los trabaja-
las acciones en su contra y forzó el repliegue. dores y deben saber que gozan de impunidad, que los jueces
A todo esto no fue ajena la situación vivida por los co- cerrarán los ojos o carecerán de pruebas para condenar por-
munistas, quienes tradicionalmente venían ocupando la direc- que la policía jamás las proporcionará. Y a cubrir los costos
ción de los sindicatos. Una polémica a nivel internacional tuvo concurren «fondos especiales» provenientes de las arcas del
lugar a poco de terminar la segunda guerra. Earl Browder, estado. Y bien, producido el golpe de estado, el mujalismo
del Partido Comunista de los Estados Unidos, sostenía que, no se iba a resignar a la orfandad. Incluso le favorecía el
dadas las condiciones creadas por la victoria aliada, no resul- cambio político: en adelante no sólo se apoyaría en la poli-
taba necesario mantener las organizaciones políticas de la cía —como hasta entonces venía sucediendo bajo el gobierno
clase obrera. Dicho en lenguaje de izquierda, se trataba de civil— sino en las bayonetas del general Fulgencio Batista.
una posición «liquidadora». Jacques Duelos, del Partido Co-
munista de Francia, fue el encargado de refutar y en su do-
cumento aludió al Partido Socialista Popular (comunista) de LA ESTRUCTURA DE CLASE
Cuba, afirmando que se encontraba influido por el
browde-rismo. Este último partido —si bien con reservas de
La nueva coyuntura política de los años cincuenta se al-
forma— admitió el error, tal cual quedó expresado a través de
zaba ante la clase obrera. Ella irá dando sus propias respues-
su portavoz Fundamentos.
tas. Pero antes de entrar a considerarlas ¿cómo era el titular
La subsiguiente guerra fría acabó por demostrar la inconsis-
de esas respuestas? O, en otros términos, su estructura de
tencia del browderismo. Pero no es seguro que sus efectos
clase. Difiere de la clásica imagen del proletario europeo. In-
—no obstante la postura autocrítica— hayan sido desterra-
dos del partido de los comunistas cubanos. Pues, ¿qué exigía tentaremos reunir rasgos que cooperen a visualizarla. Para
la hora de los obreros frente a la ofensiva desatada en su proponer, así sea provisionalmente, una clasificación en nive-
contra? Levantar defensas. Y ¿qué inculcaba el browderis- les en el interior de la estructura, se han combinado tres cri-
mo? Precisamente lo contrario: abatir las defensas. terios: Idealización en sentido de lo urbano a lo rural, con-
Fue así como a secretario general de la CTC (Confedera- centración por empresa y grado de especializaron (maquina-
ción de Trabajadores de Cuba) llegó a ser promovido Eusebio ria, etc.).
Mujal, quien vino a dar nombre a la corriente sindical Un primer nivel corresponde al obrero industrial salvo en
gangs-teril: el mujalismo. Éste se imponía y dejaba allanado la rama del azúcar, cuya especificidad demanda se trate apar-
el camino para el golpe de estado. El 10 de marzo de 1952 el te. Típicamente ligado a la maquinaria, de la más alta con-
mujalismo amagó con una huelga general de resistencia, mas centración registrada en la época por establecimiento, se agru-
no pasó del gesto y no tardó en alinearse junto al flamante pa como sigue:
dictador.
No podía ser de otro modo. Es sabido que la burocracia a] en catorce fábricas de ramas varias como textil, ta-
sindical carece de futuro sin el sostén del aparato estatal. Los bacalera y alimentación, reuniendo cada una entre 500 y algo
74 LAS CLASES LA CLASE 75
OLVIDADAS OBRERA

más de 2.000 operarios; 4 industria de la construcción; do- de tipo colectivo (café, etc.), si bien en estas últimas en mu-
mina como propietario la burguesía cubana (no azucarera); cho menor número.
b) servicios públicos como electricidad, teléfonos, trans-
portes; refinerías de petróleo y minas (situadas fuera de radio Una movilización de fuerza de trabajo excepcional, vista
urbano pero cuyo tipo de obrero se asimila al resto); domina una vez por año, tal es la zafra. En el más breve tiempo
como propietario el capital norteamericano. posible deben cortarse las cañas y de inmediato el ingenio
molerlas, a fin de que no pierdan en su concentración de azú-
Un segundo nivel se integra con empleados de comercio car. Prácticamente se recurre a toda la fuerza de trabajo dis-
mayor, administración pública, bancos e infraestructura turís- ponible en un esfuerzo que tiene pendiente al país entero.
tica; repartidos en las ciudades, concentración media y desli- Dentro de los macheteros distinguimos dos sectores. Uno
gados del manejo de maquinaria. está integrado por obreros agrícolas temporeros y el otro sec-
Un tercer nivel cuya característica común es la más baja tor se inserta a partir de una distinta extracción de clase: los
concentración y donde, si se manipulan máquinas, no son del pequeños campesinos. Es el caso, que veremos más adelante,
tipo gran industria. Nos referimos a los asalariados de manu- de los agricultores cafetaleros de la provincia de Oriente.
facturas, comercio menor, talleres de reparación, todos de Obligados por compulsión económica a dejar la parcela para
menos de 500 dependientes por establecimiento; donde se concurrir a vender una parte de su fuerza de trabajo, partici-
cuentan los llamados chinchales —cubanismo usado para sig- paban como asalariados en las recolecciones colectivas. No por
nificar pequeño negocio— cuyo personal se reduce a un par ello perdían la condición originaria de productores individua-
de asalariados. les pero, bien que temporalmente, se integraban en el seno
Un cuarto nivel localizado decididamente en el agro en de la clase obrera.
función de la plantación de base latifundista donde, sin ser Había, pues, el fenómeno de la movilidad horizontal tras
el único, gobierna el cultivo de la caña de azúcar y su apén- trabajo. Penoso deambular entre zafra y zafra, cíclico desem-
dice fabril de la molienda. Aquí se inscriben: pleo llamado «tiempo muerto». Al hombre del «tiempo muer-
to» que nos ocupará especialmente en el oriente del teatro de
a) cien mil proletarios del sector industrial más desarro operaciones militares, se le puede reencontrar una vez que
llado (161 ingenios);
ha dejado atrás los ingenios enmudecidos, en cualesquiera de
b) cuatrocientos mil macheteros que durante tres meses dos extremos: subiendo a la sierra para intentar un cultivo
al año se dan cita en la zafra 5 y además en otras recolecciones propio o esperando sea tiempo de otras recolecciones, o bien
marchando a la ciudad en búsqueda azarosa: trabajador de la
4. Banco de Fomento Agrícola, Industrial y Comercial, relevamiento construcción, vendedor ambulante, sin faltar la mendicidad.
censal de 1954, en Carlos Rafael Rodríguez, «La defensa de la En fin, se trataba de una movilidad horizontal que hacía de
economía correa de transmisión entre clase obrera y pequeño campesi-
cubana», Universidad Popular, segundo ciclo, Defensa de Cuba, La
Ha nado, al punto de confundir sus límites en la base de la pi-
bana, julio 1960, p. 157. rámide social. Fuera de este circuito, gozando de mayor asen-
5. Las estadísticas coinciden en redondear esas cifras para la mano
de obra empleada en la época en la zafra.
76 LA CLASE 77
LAS CLASES
OLVIDADAS OBRERA

tamiento, existían otros tipos de obreros rurales, cómo el peón vista empresarial.6 El deterioro económico trajo malestar social,
de la explotación ganadera. y éste buscó las vías para su expresión, cada vez más explo-
Es así como la movilidad horizontal, nacida de un estado sivas.
de necesidad, ligada a la estructura específica de la clase obre- Con toda su fuerza se hará aquí presente lo que hemos
ra cubana, de por sí agitaba. Verdadero revulsivo en el seno dado en llamar el cuarto nivel dentro de la estructura de la
de las masas, se presentaba como el vehículo para su clase obrera cubana: los trabajadores azucareros, quienes se
radica-lización actuando a favor del «contagio» de la lanzarán a la huelga en diciembre. Eran los más afectados por
ideología de los trabajadores. la reducción de la zafra anterior (enero-marzo de 1955) y, a
Sin pretender otorgarles funcionalidad fuera del ámbito punto de iniciarse una nueva (enero-marzo de 1956), su des-
de este trabajo, quedan consignados rasgos que nos dibujan contento se cristalizó en una reivindicación: un diferencial en
al titular a través de su estructura de clase. Volvemos, pues, función de los precios de venta del azúcar al exterior, reivindi-
a los términos de una pregunta formulada líneas atrás: ¿cómo cación que se integraba al salario, y que había sido conquis-
se fue dando su reacción frente a la nueva coyuntura política? tada en tiempos de Jesús Menéndez. La burguesía azucarera
(y los inversionistas norteamericanos) rehusaban pagar ese di-
ferencial desde hacía cuatro años.
ACCIONAR DE LA CLASE Y COYUNTURA POLÍTICA Meses antes de la zafra, en agosto de 1955, en pleno
«tiempo muerto», suceden choques en el central azucarero
Y bien, se dejaba sentir el deterioro económico. Desde Washington, propiedad de altos funcionarios del gobier-
hacía años la curva de crecimiento demográfico subía por el no, en Manacas. El saldo es de varios heridos, siguiendo una
ascensor mientras que la producción azucarera lo hacía por k inmediata repercusión por la provincia de Las Villas: el 3
escalera. Un paulatino desequilibrio que al correr de la déca- de septiembre una asamblea obrera de asistencia unánime es
da del cincuenta sufre un brusco agravamiento en virtud de disuelta por el ejército a la voz de «¡Tiren abajo y a matar!».
la política adoptada de zafras restringidas. Con ellas se con- El recuento de la crónica lleva a Bohemia a comentar en la
gela la producción azucarera y, en lugar de subir, la vemos misma edición: «Iniciativas de huelga comenzaban a germi-
detenida en un piso, cuando no llegando a descender varios nar».7
escalones. Mientras tanto, la curva demográfica continúa su El ambiente estaba agitado. En el mismo septiembre es-
viaje por ascensor. Incrementado de año en año, el deterioro talla una huelga dentro del segundo nivel: los empleados
económico alcanza su pico en 1955. Como se recordará, se ban-carios. Tuvo la virtud, a más de su significación como
trata de una de las zafras de más corta duración en lo que va lucha, de desenmascarar ante vastos sectores a la dirección
de décadas, significando una disminución de salarios del orden mujalista de la CTC. La actitud entreguista de ésta fue
del 23 %. Y esto —conjugado con oscilaciones de los precios denunciada inclu-
internacionales y estancamiento en el nivel de las exportacio-
nes— repercutió en los ingresos de la población como dan
cuenta, sector por sector, las estadísticas publicadas en la re- 6. «Ingreso nacional cubano (1952-1958)», art. cit.
7. «En Cuba. Azucareros. Palabras en la CTC. "Rigurosamente exac
to"», Bohemia (11 septiembre 1955), pp. 69-71.
78 LAS CLASES LA CLASE 79
OLVIDADAS OBRERA

so por federaciones que hasta entonces le respondían: «No das veces [... ] tránsito paralizado a consecuencia de dos va-
hay justificación —decían dirigentes del gremio de la elec- gones volcados. La población, amedrentada, no salía de sus
tricidad— para que la CTC rebaje la dignidad de los traba- casas [... ] los festejos de fin de año no pudieron celebrar-
jadores llamándoles a romper un movimiento, acto que tiene se [...] cartel en la fachada [de un local sindical, dejado por
la calificación de rompehuelgas». Y los dirigentes telefóni- la policía]: "Se prohibe la entrada a los obreros azucareros"
cos: la CTC se sitúa ¡«como un vehículo que se pliega a la [... ] cortada la luz eléctrica, el ejército acuartelado, obstruida
clase patronal».8 la comunicación con el exterior, las calles desiertas, llenas de
Y a todo esto venía sumándose una creciente moviliza- vidrios, piedras y muebles, el tren paralizado, cerrado el
ción estudiantil. Paros en las casas de estudio (universitarias comercio [... ] fueron obligados a barrer las calles [ tres
y secundarias), enfrentamiento en las calles con la policía, des- con-cejales oficialistas]».9 Estos brochazos de crónica
tacándose un insólito acontecimiento: la represión televisada. corresponden a las poblaciones de Colón, Sagua la Grande,
En efecto, el 4 de diciembre un grupo de estudiantes irrum- Quemado de Güines, Marta Abreu, Santo Domingo,
pió en el campo de juego del estadio del Cerro, en La Habana, Cienfuegos y Placetas, repartidas por diferentes zonas
desplegando un cartel donde se demandaba la libertad de sus azucareras de la isla.
compañeros presos. De inmediato fueron cercados por la poli- Tal, pues, la violencia que en sus formas asume la huelga
cía y apaleados ante los miles de espectadores en el estadio y azucarera. Configurando características insurrectivas, señalá-
a los ojos del país todo, que seguía el match por televisión. bamos otro elemento: la evolución de su contenido, de lo rei-
Y bien, en ese clima se declara la huelga azucarera, en di- vindicativo en dirección a lo político. De tal suerte —consigna
ciembre de 1955. Blas Roca— «las masas no gritaban solamente por el pago del
¿Cuáles fueron sus características y significación dentro diferencial, sino también por la derrota de la tiranía. ¡Abajo el
del proceso? Hemos intentado sintetizar en los puntos que gobierno criminal!, era la consigna repetida por las masas que
siguen. se trababan en lucha por las calles».10 Vale decir: el signo
nuevo (acompañado por las formas de violencia) es esta
1) La huelga concierne al cuarto nivel, el económica y evolución del contenido hacia lo político. No obstante, con-
socialmente más importante, de lejos, en Cuba.
2) Toma características insurrectivas: en las formas de
violencia que adopta y por la evolución de su contenido, de lo 9. José Lorenzo Fuentes, «¡Nos quieren arrebatar el diferencial! di cen
reivindicativo a lo político. Veamos sucintamente el primer los trabajadores azucareros», Bohemia (25 diciembre 1955), pp. 72-73;
elemento, las formas asumidas por la huelga azucarera, según Conrado Rodríguez, «La industria azucarera ha obtenido fabulosas
ganancias», Bohemia (25 diciembre 1955), p. 71; «En Cuba. Obreros. La
lo comenta en la época 'Bohemia: «los huelguistas tomaron lucha por el diferencial», Bohemia (1 enero 1956), pp. 68 y 73-74; José
los ayuntamientos [...] obreros y soldados chocaron repeti- Lorenzo Fuentes, «La huelga azucarera», Bohemia (8 enero 1956), pp.
62-63 y 88; «En Cuba. Obreros. "No quiero ciudades muertas"», Bohemia
(8 enero 1956), pp. 69-70 y 72-74.
8. «En Cuba. Bancarios. "No hemos perdido la guerra..."», Bohemia (18 10. Blas Roca, La Revolución Cubana (VIII Conferencia del Partido
septiembre 1955), pp. 75-76. Socialista Popular de Cuba, informe del 21 de agosto de 1960),
Fundamentos, Buenos Aires, 1961, p. 20.
80 LAS CLASES LA CLASE 81
OLVIDADAS OBRERA

tinuaba predominando lo reivindicativo: al obtenerse la sa- más de la solidaridad estudiantil, llegó a abarcar a otros sec-
tisfacción parcial de la demanda salarial el movimiento cesó. tores: en las zonas'azucareras el pequeño comercio cerró las
3) El cambio en el ánimo de los trabajadores entrañaba su puertas, sacerdotes ofrecieron sus iglesias como refugio a la
incorporación al proceso. Quienes no habían dejado sus persecución policial (dos obreros fueron muertos, uno de ellos
hogares cuando el golpe de estado de Fulgencio Batista —en a culatazos), los profesionales y, en general, la pequeña bur-
1952—, ahora —en 1955— se enfrentaban con la dictadura guesía se adhirió solidariamente al movimiento. Un ejemplo:
y aun desarmados, se hacían dueños de la situación, ocupaban en Sagua la Grande —da cuenta Bohemia— «la iglesia, la
lugares de trabajo y centros poblados, a los que declaraban sociedad Yacht Club, el Casino Español y el Centro de Deta-
«ciudades muertas». 11 Si bien esta línea de acción no era por llistas fueron ocupados militarmente, debido a que las "clases
el momento convergente con la de Fidel Castro, éste valoró vivas" apoyaban sin reservas el movimiento». 14 Se gesta en
la significación de la huelga azucarera cuando —desde su exi- estas acciones la unidad que tres años después —en 1958—
lio en tierras mexicanas, mientras organizaba la expedición será instrumento decisivo para derribar la dictadura.
armada del yate Granma— supo referirse a ella en los si- 5) La recuperación del movimiento obrero no es extraña
guientes términos: «el país estaba convulsionado por la heroi- a los comunistas, quienes venían trabajando clandestinamente
ca rebeldía estudiantil y el formidable movimiento de los en la organización de los Comités pro Defensa de las Deman
obreros azucareros en demanda del diferencial».12 das Obreras y por la Democratización de la CTC. Éstos juga
4) La participación solidaria de otros sectores sociales. ron su rol en diversos movimientos y —destaca Blas Roca—
La FEU (Federación Estudiantil Universitaria) —en conflicto «muy especialmente en la huelga azucarera de
permanente con la dictadura desde sucedido el golpe— con- diciembre
vocó, luego de una serie de paros en las casas de estudio y de 1955».15 Fue ese año en que tales organizaciones realiza
manifestaciones callejeras, a una demostración nacional de ron clandestinamente un congreso nacional dándose una direc
protesta. Consistía en un paro general de actividades (labora- ción a ese nivel y contando con la presencia de alrededor de
les, docentes, profesionales), recabándose el apoyo «no sólo 200 delegados obreros.16
de la masa obrera, sino de la industria, el comercio y la ciu- 6) Las direcciones sindicales muj'alistas fueron desbor
dadanía en general». 13 Este paro es programado para el 14 de dadas por los trabajadores ante quienes fue claro el acuerdo
diciembre, pocos días antes de estallar la huelga azucarera. entre los dueños del azúcar, la dictadura (que inicialmente
Obtuvo un eco relativo. Pero, más allá de sus resultados inme- dictaminara en contra de la petición obrera del diferencial) y
diatos, anticipaba y contribuía a una voluntad unitaria que, a los mujalistas, quienes —comentó Bohemia— «sentían tem
blar la tierra bajo sus pies».17

11. «En Cuba. Obreros. "No quiero ciudades muertas"», art. cit. 14. «En Cuba. Obreros. "No quiero ciudades muertas"», art. cit.
12. Fidel Castro, «El Movimiento 26 de Julio», Bohemia (1 15. Blas Roca, op. di., p. 31.
ju 16. Joaquín Ordoqui, Elementos para la historia del movimiento obre
nio 1956), y reproducido en Fidel Castro, La Revolución Cubana, p. 109. ro en Cuba, Dirección Nacional de Escuelas de Instrucción Revoluciona
13. «En Cuba. Estudiantes. Cinco minutos históricos», Bohemia (25 di ria, La Habana, 1962 3 , pp. 37-38.
ciembre 1955), pp. 64-65.
17. «En Cuba. Obreros. "No .quiero ciudades muertas"», art. cit.

6. — WINOCUR
82 LAS CLASES OLVIDADAS
LA CLASE OBRERA 83
7) El gremio azucarero obtuvo parcialmente la satisfac- tares, con cuya captura se esperaba cortar las comunicaciones
ción del rubro salarial cuya demanda le llevara a la huelga. y obtener las armas por sorpresa a fin de repartirlas de inme-
Ahora bien, la experiencia estaba hecha: las masas podían en- diato entre los civiles. Puede argumentarse que no estaban
frentarse con la dictadura y ésta verse obligada a retroceder. aún creadas las condiciones para emprender la tarea, pero la
Andrés Valdespino, comentarista de Bohemia, pudo entonces operación militar no marginaba las masas, sino que contaba
valorar cómo el régimen «se encontró en una dramática encru- con ellas como su fundamento. En este punto se diferenciaba
cijada ante la rebelión nacional del sector más importante y la empresa encabezada por Fidel Castro de una concepción
numeroso del país. Para un gobierno cuya legitimidad se dis- conspirativa, la cual ya se había hecho presente en el escenario
cute a diario y cuya impopularidad nadie discute, las perspec- de la oposición antidictatorial y sería reiterada después por
tivas de una huelga general no eiran cosa de juego».18 distintos grupos insurrectivos.
Tampoco la elección del punto para iniciar la acción —que
¿Cómo evolucionaba entretanto la coyuntura política? en definitiva debía extenderse a toda la isla— quedó librada
Dado el golpe, un vacío se produjo y caracterizó el campo de al azar. En oriente, como réplica al occidente
Ja oposición. Mientras los partidos burgueses no acertaban a burocrático-mili-tar, se había creado un polo
dar respuesta adecuada al hecho de fuerza que les había arrin- productivo-demográfico de juego institucional más libre. El
conado, los trabajadores y su partido habían sido obligados a centro urbano correspondía a la capital, Santiago. Las
retroceder como resultado del mujalismo. ¿Quiénes —qué tradiciones independentistas prestaban marco histórico,
clase y a través de qué dirigentes— cubrirían ese vacío? ¿Por mientras el valor estratégico estaba dado por la distancia que
qué vías se emprendería el accionar político en el nuevo te- se ponía respecto del cuartel Columbia de La Habana y la
rreno que se planteaba? presencia en Oriente de los desplazamientos militares citados,
Tales cuestiones fueron interrogante al otro día del golpe. los cuales se procuraba copar de entrada. Ya en ese primer
Pero recién entraría a vislumbrarse las respuestas a casi año paso la operación falló. Ninguno de los dos cuarteles cayó en
y medio después, en la madrugada del 26 de julio de 1953. manos de los atacantes. No obstante, la repercusión política
Ese día, luego de minuciosa preparación, algo menos de dos fue de primer orden. Comenzó así a darse respuesta a las
centenares de jóvenes dirigidos por Fidel Castro marcharon al cuestiones que la hora planteaba:
asalto de dos cuarteles emplazados en la provincia de Oriente,
el Moneada en la ciudad de Santiago y el de Bayamo. a) asumían la vanguardia de la lucha antidictatorial
No se trataba de cualquier asalto a cualquier cuartel. La sectores radicalizados de la pequeña burguesía;
operación estaba concebida como el inicio de una insurrección b) se apuntaba una nueva dirección en el campo
popular. Tomaba de blanco inicial a dos emplazamientos mili- opositor, que surgía con Fidel Castro y su movimiento
26 de Julio;
c) se proponía la vía armada como idónea para
18. Andrés Valdespino, «Más allá del diferencial», Bohemia (22 enero enfrentarse con la dictadura.
1956).
Por lo demás, a medida que se conocen los pormenores,
queda a descubierto el grado de la naturaleza represiva del
régimen:
84 LAS CLASES OLVIDADAS LA CLASE OBRERA 85

decenas de prisioneros fueron fusilados luego de tortura tras En trance de cerrarse la tregua que caracterizara el dicta-
los muros del cuartel Moneada a contar de la tarde de ese do de la amnistía, era, en efecto, la continuidad del proceso
mismo 26. Nunca la isla en su medio siglo de vida republicana general de agotamiento de la legalidad vivido bajo Fulgencio
había conocido tamaña descarga represiva. La tarde del 26 Batista. Contra éste se alzaba Fidel Castro y, en las mismas
daba así razón a la madrugada del 26: contra la dictadura declaraciones, agregaba con particular énfasis: «de viajes como
no cabía sino la vía de la insurrección. Y es de tal suerte éste no se regresa, o se regresa con la tiranía descabezada a
como los dos hechos relevantes del lapso 1953-1955 se los pies».19
articulan tras un objetivo común: dar por tierra con el régi- El 2 de diciembre de 1956 el yate Granma toca costas
men. El asalto a los cuarteles Moneada y de Bayamo señalaba cubanas; a su bordo, la expedición mandada por Fidel Castro.
la vía armada a las masas, y la huelga azucarera incorporaba a Ha transcurrido un año y medio desde que éste dejara su pa-
éstas a la resistencia. tria, y durante ese lapso se han venido registrando las luchas
Fue una conjunción de este tipo la que cobró vida casi populares descritas: las huelgas azucarera y bancaria, las mo-
tres años y medio después a partir de la Sierra Maestra de vilizaciones estudiantiles y cívicas. Cabría agregar los comba-
la provincia de Oriente con el arribo del yate Granma, el tes por la tierra, frente a una ola de desalojos rurales desa-
2 de diciembre de 1956. A su bordo venía, y desembarcó en tada precisamente en zonas colindantes al desembarco del
costas cubanas, una expedición compuesta de 82 hombres. Granma. Fidel Castro —de regreso en un momento de ten-
Habían partido de México días antes y al frente marchaba sión en el ánimo de las masas y encarnado en la figura de
nuevamente Fidel Castro. Obradas ciertas rectificaciones tác- oposición a la dictadura— es bien recibido por sus compatrio-
ticas y habiendo madurado las condiciones, se trataba una tas. Tanto en general, cuando se difunde por la isla la noticia
vez más de insurreccionar el oriente. de que el combate armado se ha entablado, como en particu-
Luego de fracasar la operación de asalto a los dos cuar- lar: en ese teatro de operaciones bélicas que fue la Sierra
teles, Fidel Castro había caído prisionero para luego ser juz- Maestra, donde la población rural soldó una alianza militar
gado y condenado a quince años de reclusión. Pero la cárcel con Fidel Castro. ¿Por qué esa alianza? Los pobladores rura-
no pudo retenerlo. Una campaña popular le devolvió, junto les necesitaban defenderse, abatir el brazo armado que los
a otros presos políticos, la libertad. Fue una amnistía que expulsaba de sus tierras y asesinaba. Esto es, las patrullas
caracterizó una breve tregua. Ante la continuidad de un des- enviadas en operaciones por el ejército de la dictadura y de
contento, cuyo tono hacía presagiar nuevos enfrentamientos las cuales se servirían los latifundistas para operar los desa-
protagonizados por las masas, la dictadura no tardó en retornar lojos.
a la represión habitual. Comenzó entonces a temerse por la Y estos pobladores rurales ¿quiénes eran? La respuesta
vida de Fidel Castro, a quien funcionarios del gobierno hacen la dan los pequeños campesinos, cultivadores en la zona del
objeto de provocación. Decide, pues, partir al exilio: «me
marcho de Cuba —declaró en julio de 1955— porque me han
19. «Una carta de Fidel Castro (La Habana, julio 7 de 1955)», en
cerrado todas las puertas de la lucha cívica». Fidel Castro, La sierra y el llano, Casa de las Américas, La Habana,
1969, p. 69.
86 LAS CLASES OLVIDADAS LA CLASE OBRERA 87

café y de otros frutos menores; como así nuevamente el daridad, como antes dirigida la sublevación, por el joven
cuarto nivel de la estructura de la clase obrera. Cuarto nivel Frank País— voluntarios, armas y abastecimientos para la
que dejamos en el llano, lo reencontramos en la sierra, des- guerrilla de la Sierra Maestra.
plegando las características señaladas: movilidad horizontal, Santiago-Sierra Maestra —ligados por la proximidad geo-
interpenetración clasista. Como fruto de este último fenó- gráfica— se constituyen en el eje revolucionario del país a
meno, colocado entre el pequeño campesino y el proletario, se contar de 1957. Bautizada como «Capital de la Rebeldía»,
daba el tipo precarista, así llamado por carecer de todo título Santiago paga caro el honor de ese título: la represión la
o derecho jurídico para asentarse sobre una parcela. toma como blanco. Los crímenes y las torturas de militantes
Este precarista se veía precisado a vender parte de su se suceden. Ya el 4 de enero de 1957 una manifestación de
fuerza de trabajo para poder subsitir. Ya tendremos ocasión mujeres vestidas de negro recorre sus calles, portando en alto
de examinarlo en detalle más adelante. Por ahora señalemos un cartel: «Cesen los asesinatos de nuestros hijos». 20
cómo en el precarista —tipo muy difundido en la provincia Deterioro económico, malestar social: en Santiago, un
de Oriente— vinieron a conjugarse los ya examinados facto- factor agudizaba este último más que en ningún otro punto
res estructurales de movilidad cqn la coyuntura de una nueva de la isla, lo ponía al rojo vivo: la represión.
ola de desalojos rurales, producida en la sierra luego del des- Promediando 1957 los acontecimientos se precipitan.
embarco del yate Granma. Frank País dirige desde la clandestinidad la resistencia. El
De modo que si la clase obrera se había hecho presente 30 de julio su escondite es detectado por la policía, cayendo
en las ciudades y en el llano de los cañaverales, tampoco es- junto a otro compañero. Santiago se siente vivamente heri-
taba ausente de la sierra. Por lo demás, el eco de los movi- da, y la tormenta se desata. Nada será más elocuente que la
mientos reivindicativos de los trabajadores azucareros —y en síntesis cronológica de los hechos sucedidos en esos días,
particular la huelga de 1955— no tardaba en llegar desde el poco y mal conocidos.
llano hasta lo alto de las montañas. Y de éstas descendía Santiago, 31 de julio. Al grito de «¡libertad!», una ma-
ahora otro eco, el de la guerrilla de Fidel Castro. nifestación de mujeres recibe al embajador norteamericano
Una ciudad, antes que ninguna, supo recoger ese eco: Earl Smith, de visita oficial a la ciudad, entregándole una
Santiago de Cuba. Capital de la provincia de Oriente, segunda nota donde se pide cesen los Estados Unidos su apoyo al go-
ciudad de la isla, aglutinaba en su torno un polo opuesto a bierno de Fulgencio Batista.21
La Habana. Hacía unos cuatro años, el asalto del cuartel
Moneada. Santiago había espiado la subsecuente masacre de 21 «Año nuevo. Las madres cubanas. En Cuba», Bohemia (13 enero
prisioneros ocurrida tras los muros del cuartel. Y más tarde 1957), p. 72; Hugh Thomas, op. cit., p. 912.
había presenciado la sublevación de los militantes del 26 de Ju- 22 Carlos M. Castañeda, «El embajador en Santiago (31 de julio de 1957).
lio, el 30 de noviembre de 1956. Tal cual se produjo el sonado incidente ocurrido la víspera de la
imposición de la censura de prensa», Bohemia (2 febrero 1958),
Fallida esta sublevación, se trató de hacer llegar ayuda páginas 64-66.
a los expedicionarios del Granma, desembarcados dos días
después. De Santiago partieron —organizada ahora la soli-
88 LAS CLASES OLVIDADAS LA CLASE OBRERA 89

Santiago, 1-5 de agosto. Vestido con el uniforme color


verde olivo de comandante guerrillero, es sepultado Frank el factor social de los trabajadores».22 Intentando nuevas con-
País junto a su compañero Raúl Pujol. Un cortejo que ocupa clusiones:
catorce cuadras acompaña los féretros. Desde el mediodía del
día primero los comercios mantienen cerradas sus puertas. 1) La lección de las masas. Un hecho era que la
A los soldados que intiman la reapertura —reporta Bohe- guerrilla había prendido en la sierra, y otro no menos
mia— «igual contestación: el portazo en las mismas narices». cierto resultaba que, sin extenderse la insurrección a lo
Ese día —relata Vilma Espín, militante del 26 de Julio— largo de la isla, la dictadura no sería derribada. El instrumento
«ocurrieron cosas insólitas: al paso del cortejo un oficial de clave —se le había visto operar con neto sentido político a
la Marina de Guerra que estaba junto a un jeep se cuadró y partir de Santiago— era la huelga general revolucionaria.
saludó militarmente. Cerca del cementerio había un Como surge de la cita de Ernesto Guevara, ello no pasó
carro (automóvil) microonda patrullero del ejército. Cuando inadvertido para la guerrilla mandada por Fidel Castro.
vieron la multitud que avanzaba [...] huyeron a todo 2) El carácter predominantemente espontáneo de esta
correr». En el cementerio la bandera cubana fue puesta a huelga, que representaba una doble faz. Por un lado,
media asta y la bicolor del 26 de Julio colocada en el evidenciaba hasta qué punto el estado insurrectivo había
mausoleo inde-pendentista. Comienza la huelga general. madurado en el ánimo de las masas: sin consigna reí
Choques armados. Patrullas militares, rompiendo puertas y vindicativa alguna de por medio y sin que la orden fuera
vidrieras, intentan en vano forzar la reapertura. «El hijo del lanzada por movimiento alguno, había estallado la huelga
conocido industrial "Pepín" Bosch —informa Bohemia— fue general en repudio al crimen. La decisión había sido
conducido al cuartel Moneada, como rehén, para garantizar tomada por propia cuenta de las masas, en momentos en que
el funcionamiento de las fábricas de Hatuey y Bacardí.» La los féretros de Frank País y de su compañero desfilaban por
huelga general se extiende por la isla, en particular a las las calles de Santiago, ya entonces una ciudad enlutada. Si
provincias de Oriente, Camagüey y Las Villas. La Habana la huelga azucarera —en 1955— había significado un
no se pliega a la huelga. Las garantías constitucionales cambio respecto de la actitud de las masas cuando el golpe
(formalmente vigentes) son suspendidas y es establecida la de estado —en 1952—, esta huelga general —en 1957—
censura de prensa a fin de evitar que el gobierno marcaba un nuevo avance dentro
—reconocerán luego portavoces oficiales— «se hubiera
desplomado en la primera semana de agosto» (cit.
22. «La muerte de Frank País (30 de julio de 1957)», Bohemia (2 fe-
Humanismo). Por su parte, el periodista norteamericano Jules brero 1958), pp. 60-62; Vilma Espín, «Vilma evoca a Frank País», Revo-
Dubois comentó: «[la agitación y la huelga general] lución, La Habana (1 diciembre 1963); «Un reportaje especial de En
amenazaron su caída». Y Ernesto Guevara: «marcó un Cuba», Bohemia (18-25 enero 1959), p. 5; Ildegar Pérez-Segnini, «Análisis
del informe de Jules Dubois sobre la situación de la prensa en Cuba»,
viraje en toda la estructura del movimiento revolucionario p. 87; Jules Dubois, «La situación de la prensa en Cuba» (informe a la
[... ] Este fenómeno popular sirvió para que nos diésemos Sociedad Interamericana de Prensa, New York, 9 de septiembre de 1957),
cuenta que era necesario incorporar a la lucha por la Humanismo, México, VI, n.° 7 (enero-febrero 1958), p. 67; Ernesto Che
Guevara, «Proyecciones sociales del Ejército Rebelde», en Obras,
liberación de Cuba 1957-1967, Casa de las Américas, La Habana, 1970, t. II, pp. 13-14.
90 LAS CLASES OLVIDADAS LA CLASE OBRERA 91

del mismo proceso: la creación de condiciones subjetivas re- lado las masas pasaban a la acción, mientras por el otro lado
volucionarias. Pero hablábamos de una doble faz, dentro de el régimen daba muestras de debilidad y descomposición in-
su carácter de dominante espontaneidad. En efecto, por el terna: sus mecanismos se atascaban, las medidas represivas
otro lado, virtualmente sin conducción, el movimiento se ago- no surtían efecto. En fin, la correlación de fuerzas se incli-
taba luego de días de resistencia sin que la caída de la dicta- naba contra Fulgencio Batista.
dura fuera propuesta claramente como objetivo.
3) No sólo en razón de su contenido, sino de su exten- Y bien, un nuevo par de hechos —como antes el asalto
sión, se advierte el cambio sobre la huelga de diciembre de al cuartel Moneada y la huelga azucarera (1953-1955)— se
1955 (limitada al sector azucarero).' En esta ocasión, encon-
complementan y concurren a idéntico objetivo, esta vez a un
trándose ya concluida la zafra, el movimiento cubre los cen-
más alto nivel: el desembarco del Granma que replantea la
tros poblados sobre los dos tercios del teritorio del país, abar-
cando parte de los niveles primero, segundo y tercero de la lucha armada en distinto escenario, y la huelga a partir de
clase obrera. Santiago que incorpora a los trabajadores a una lucha cuyo
4) Un rasgo ya observado se confirma y acentúa. Las contenido fundamental no lo constituye lo reivindicativo, sino
masas trabajadoras cuentan con la solidaridad a la par, incluso lo político (1956-1957).
en la iniciativa, de la pequeña burguesía (que cierra sus La revolución irá finalmente a golpear las puertas del
negocios). Y se agregan ahora sectores no azucareros de la reducto de Fulgencio Batista, el cuartel Columbia en La Ha-
burguesía industrial, quienes ve,nían manifestando su bana. Tres huelgas —dos ya examinadas— escalonan ese pro-
oposición al régimen desde tiempo atrás; así, declarada la ceso. Precedido por el conflicto bancario y por una intensa
huelga, presenciamos cómo el hijo de un fuerte y conocido movilización estudiantil, el paro azucarero de diciembre de
industrial de Santiago marcha como rehén del ejército, hasta 1955. Precedida de una escalada del crimen, bajo el impacto
tanto su padre consienta en reabrir sus fábricas. emocional de la muerte de Frank País, la huelga general de
5) El descontento generalizado y la acción revolucionaria agosto de 1957. De la tercera nos toca ahora ocuparnos;
llegan a golpear dentro mismo de las instituciones edificadas dejándose sentir desde antes, es declarada en enero de 1959.
para la salvaguarda de «el orden», que en Cuba se llamaba
Estamos hacia fines de 1958, y ella se encuentra en el
Fulgencio Batista. De ello dan cuenta los episodios
protagonizados por un oficial de marina y luego por los orden del día. El llamado Pacto de Caracas —firmado el
patrulleros del ejército, cuando el sepelio de Frank País. 20 de julio de 1958 y que consagra a nivel político el frente
6) Si la huelga azucarera de diciembre de 1955 antidictatorial— así plantea la estrategia común de lucha:
amenazaba convertirse en un peligro para el régimen, la «derrocar la tiranía mediante la insurrección armada, refor-
huelga general de agosto de 1957 directamente lo constituyó. zando en un plazo mínimo todos los frentes de combate, ar-
De esto dan cuenta portavoces del propio gobierno y mando a los miles de cubanos que estén dispuestos a comba-
testimonios tan insospechados como el del periodista tir por la libertad. Movilización popular de todas las fuerzas
norteamericano Jules Dubois. .Vale decir, los síntomas se obreras, cívicas, profesionales, económicas, para culminar el
hacían claros: por un
92 LAS CLASES OLVIDADAS LA CLASE OBRERA 93

esfuerzo cívico en una gran huelga general, y el bélico en g a — fue aprovechada [...] enseñó a sus dirigentes [del
una acción armada, conjuntamente con todo el país».23 26 de Julio] una verdad preciosa que era, y que es, que la
La huelga general reaparecía. Cuando el 26 de julio de revolución no pertenecía a tal o cual grupo sino que debía
1953, a ella se proyectaba acudir una vez capturados los cuar- ser la obra del pueblo cubano entero».27 De modo que:
teles Moneada y de Bayamo, según lo ha puntualizado Fidel
Castro en el discurso conmemorativo a veinte años de esa a) la huelga general no estuvo ausente de la estrategia
fecha.24 Cuando el 2 de diciembre de 1956, el desembarco guerrillera; entre 1953 y 1958 fue reiteradamente planteada,
del yate Granma y la sublevación de Santiago debían combi- mas sin alcanzar éxito;
narse con la llamada a la huelga general. Fidel Castro lo b) se convinieron rectificaciones dictadas por las expe
había planteado desde tierras mexicanas, antes de hacerse a riencias del llano, particularmente a partir del segundo
la mar: «una insurrección apoyada en una huelga general re- movimiento de huelga (agosto de 1957);
volucionaria que venga de la base».25 c) obradas éstas, y en la medida que se fue fortaleciendo
Cierto es que en ambas ocasiones no estaban aún dadas y prestigiando el Ejército Rebelde como poder militar de 1»
las condiciones para dar ese paso y que, como lo ha puntua- revolución, se hizo posible alcanzar el objetivo de derribar la
lizado Ernesto Guevara, «predominaba una mentalidad que dictadura culminando civilmente con el tercer movimiento de
hasta cierto punto pudiera llamarse subjetivista; confianza huelga (enero de 1959).
ciega en una rápida explosión popular, entusiasmo y fe en
poder liquidar el poderío batistiano por un rápido alzamiento Tuvo lugar una suerte de convergencia catalizador a. La
combinado con huelgas revolucionarias espontáneas y la sub- huelga general llegó a plantearse como exigencia de los he-
siguiente caída del dictador».26 Tampoco ha llegado el momento chos y reencuentro para el Ejército Rebelde. No ya como idea
de lanzar la consigna de paralizar el país cuando el 9 de abril de a priori, sino confrontada en' vivo y alumna de una clase obrera
1958 se intenta en vano, fracasando —explica Ernesto en acción. No sólo como apoyo civil de la actividad militar,
Guevara— «por errores de organización, entre ellos princi- sino en pie de igualdad con ésta, tal cual se deja formulado
palmente la falta de contactos entre las masas obreras y la en el líneas atrás recordado Pacto de Caracas. En fin, que el
dirección, y su equivocada actitud. Pero la experiencia —agre- movimiento de huelga respondiera a la propia dinámica de
clase: menos despertada ésta por un hecho ajeno (asalto al
23. Fidel Castro, La Revolución Cubana, «Documento de unión...», p. Moneada, desembarco del Granma) y más «que venga de la
153. base», según se ha citado y llegara a puntualizar en una oca-
24. Fidel Castro, El pueblo cubano protagonista de la revolución sión Fidel Castro.
(discurso del 26 de julio de 1973), Ateneo, Buenos Aires, 1973, p. 15.
25. Cit. en Rene Depestre, «El asalto al Moneada: revés victorioso Y bien, producida la convergencia cívico-militar a nivel
de la revolución latinoamericana», Casa de las Américas, La Habana, XIV,
n.° 81 (noviembre-diciembre 1973).
26. Ernesto Che Guevara, «Notas para el estudio de la ideología de
27. Ernesto Che Guevara, «Proyecciones sociales...», en Obras, t. U,
la Revolución Cubana», en Obras t. II, p. 95.
p. 14.
94 LAS CLASES OLVIDADAS LA CLASE OBRERA 95

nacional, el tiempo corto precipitó su desenlace. 1958: desde que no es justo que los soldados de la tiranía continúen ho-
diciembre se sabía que no habría zafra. -No sólo la guerra llando con sus botas esas calles que ha bañado tantas veces la
civil, sino su componente de culminación: la actitud del cuarto sangre revolucionaria».28
nivel de la clase obrera era definitiva: no habría zafra con En fin, el país entero se paralizó bajo la consigna de:
Fulgencio Batista, De modo que si —como se viera en otro «¡Todo el poder al Ejército Rebelde!». Y Fidel Castro pudo
capítulo— toda duda se aventó entonces del ánimo de los así, un año después, en su discurso del 18 de noviembre de
hacendados sobre la inconveniencia de seguir sosteniendo a 1959, «afirmarlo con toda la autoridad que nos da el haber
la dictadura, y a ello no fue ajeno el hecho de la zafra en pe- sido actores de aquellas horas decisivas: fue la huelga gene-
ligro, el marco de decisiones lo prestaba la clase obrera: los ral la que destruyó la última maniobra de los enemigos del
macheteros se cruzaban de brazos. pueblo; fue la huelga general la que nos entregó las fortalezas
Y así se llegó a los últimos días de 1958. De la Sierra de la capital de la república; y fue la huelga general la que dio
Maestra habían partido dos expediciones, una al mando de todo el poder a la revolución»?9
Camilo Cienfuegos y la otra de Ernesto Guevara. No obstante Y bien, en el movimiento participan los cuatro niveles
no superar entre ambas los trescientos hombres, llegaron rá- de la clase obrera, cubriendo la totalidad del territorio, inclu-
pidamente al centro de la isla. El país vuelto contra el régi- so La Habana.
men, las masas abrían paso a los efectivos del Ejército Re- Por vez primera los trabajadores se presentan organizati-
belde. Y éste cobraba las victorias sobre los desmoralizados vamente coordinados y respondiendo a una dirección sindical
cuerpos enemigos. El 31 de diciembre por la noche, viendo clandestina unificada. Es un factor que asegura el éxito de la
perdida la situación, Fulgencio Batista abandona la isla no huelga general, y que precisamente estuvo ausente en el fa-
sin antes dejar sucesores. llido intento del 9 de abril de 1958. Las organizaciones que
Una maniobra de palacio sin futuro y que da ocasión a la vienen actuando en desafío al aparato burocrático-mujalista
sierra para convalidar la voluntad ya en marcha del llano, de la CTC, integran finalmente una dirección superior que,
lanzando la consigna d,e la huelga general. Como comandante sin discriminaciones ideológicas, contempla en su seno las co-
así lo hizo Fidel Castro desde su cuartel general de la Sierra rrientes opositoras a Fulgencio Batista. Se trata notoriamente
Maestra, el primero de enero de 1959. En una de sus pro- de los ya mencionados Comités pro Defensa de las Demandas
clamas, dirigida en especial y tributando merecido homenaje Obreras y por la Democratización de la CTC, y del Frente
a la ciudad con la cual se había trabado el eje insurrectivo, así Obrero Nacional —surgido a iniciativa del 26 de Julio—, los
decía: «Santiago de Cuba: ¡contamos con tu apoyo! Desde hoy cuales pasan a constituir el FONU (Frente Obrero Nacional
a las 3:00 de la tarde la ciudad debe quedar totalmente
paralizada. Todo el mundo debe abandonar su trabajo en so-
lidaridad con los combatientes que te van a liberar. Sola- 28. Granma, suplemento dedicado a Radio Rebelde (8 marzo 1973),
mente la planta eléctrica debe continuar laborando para que p. 29.
29. Fidel Castro, discurso del 18 de noviembre de 1959 ante el X Congreso
el pueblo pueda orientarse a través de sus radios. Santiago de de la CTC, en Manual de capacitación cívica, MinFar, La Habana, 1960.
Cuba: repetimos: serás libre porque te lo has ganado y por- El subrayado me pertenece.
CUADRO 2

Objetivo y resultados de los tres grandes movimientos de huelga


habidos en los años cincuenta

Época de Objetivo Resultados mediatos


la huelga Resultado inmediato
Descripción Calificación Sobre la Sobre la Sobre el
del reclamo clase dictadura Ejército Rebelde
obrera

1955 reimplanta- reivindi- deterioro la incorpora a la resistencia —


diciembre ción de positivo cativo- antidictatorial
diferencial (logro laboral
agregado al parcial)
salario

1957 contra la político deterioro la coloca a la ofensiva revaloriza la


agosto represión negativo huelga como
instrumento
político

1959 liquidación político extinción la ubica como protagonista confluye


enero de la dicta- positivo (en grado de la revolución decisivamente
dura y insurreccional) a otorgarle el
secuelas poder

CUADRO 3
Precisiones complementarias respecto de los tres grandes movimientos de
huelga habidos en los años cincuenta
Época de Promotor, del Precedentes Contexto social
Actitud del la huelga movimiento inmediatos
sindicalismo oficialista

1955 Comités pro Defensa huelga bancaria y solidaridad de


desfavorable diciembre Demandas Obreras y agitación la pequeña
Democratización CTC estudiantil burguesía del
entorno

1957 en declarado auge de la solidaridad de la


contra agosto espontáneamente represión pequeña
burguesía;
y, en oriente, de
los sectores
no azucareros
de la burguesía

1959 en FONU victorias del Ejército todas las clases nativas


contra enero Rebelde acuerdan el cese de la
dictadura
CUADRO 1

Descripción de los tres grandes movimientos de huelga


habidos en los años cincuenta
OCUR

Época de Duración Área Gremios Niveles Acatamiento Carácter del


la huelga adheridos intervinientes obrero * conflicto
de la clase
obrera

1955 entre 1 del azúcar cuarto masivo de pacífico


diciembre rural y 2 semanas evoluciona a
formas violentas

1957 6 días huelga primero, masivo, salvo rápidamente


agosto urbana general segundo y occidente adopta formas
tercero violentas

1959 1 semana ** urbana huelga todos masivo violento a


enero y rural general pacífico ***

* No se han obtenido los porcentajes de absentismo laboral correspondiente a los días de huelga.
** Como huelga general debe ser considerada a partir de su declaración el primero de enero. No obstante, el
movimiento es un hecho a medida que avanza diciembre; desde entonces se ha ido dejand o de trabajar en distintas
zonas y la zafra, que debía comenzar ese mes, no lo ha hecho.
*** Evolución marcada por la suerte corrida por el régimen y la marcha del Ejército Rebelde. Mientras la
huelga se combina con la insurrección general contra la dictadura, es violenta. Producido el derrumbe
batistia-ao y la otupación militar del territorio por el Ejército Rebelde, se torna de apoyo a éste, y pacífica.
96 LAS CLASES OLVIDADAS LA CLASE OBRERA

Unido). Y éste cumple su rol en la huelga general de enero


de 1959. 23. Fidel Castro, La Revolución Cubana, «Documento de unión...», p.
153.
Podemos ahora recapitular los tres grandes movimientos 24. Fidel Castro, El pueblo cubano protagonista de la revolución
que se dan en el período, agrupados según los tres siguientes (discurso del 26 de julio de 1973), Ateneo, Buenos Aires, 1973, p. 15.
25. Cit. en Rene Depestre, «El asalto al Moneada: revés victorioso de
cuadros: 1) elementos para su descripción; 2) objetivo y re- la revolución latinoamericana», Casa de las Américas, La Habana, XIV, n.°
sultados; 3) precisiones complementarias. 81 (noviembre-diciembre 1973).
Ernesto Che Guevara, «Notas para el estudio de la ideología de la
Revolución Cubana», en Obras t. II, p. 95.
El balance de los tres cuadros quizá pudiera compendiarse
advirtiendo dos o tres casilleros del último nivel: una
huelga insurreccional que logra su objetivo. Con ese desen-
lace todo el resto puede que parezca obvio. Históricamente,
sin embargo, interesa la constatación de los resultados en
tanto que eslabón de un proceso. Y, no obstante que un rá-
pido recorrido por el último nivel de los tres cuadros basta
para advertir el grado óptimo, recién cuando entramos a la
comparación inter-niveles nos alcanza la idea de cómo se ac-
cedió a ese grado a través de un proceso.
Y cuyo signo es la progresividad. Un movimiento aporta
y avanza cualitativamente sobre aquel que cronológicamente
le precede. De tal modo, la optimización es fruto de «pedir
prestado» a quien antes se exigió para llegar hasta donde las
condiciones se lo permitían. Que el Ejército Rebelde aparezca
en el último casillero de la columna cuatro del tercer cuadro
es elocuente. Los movimientos de huelga parecen estar espe-
rando el peso de su presencia para jugar la carta decisiva. In-
cluso se diría que tienen dificultad en contenerse, desbordán-
dose en la espontaneidad registrada en el segundo nivel de
los cuadros, tras ser azuzadas las masas por el auge de la
represión. Y a la vez que el Ejército Rebelde aparezca en el
señalado último casillero es elocuente en otro sentido. Indica
cómo no se hace esperar en vano: actuará en el momento
óptimo, aquel que recolecta los aportes anteriores, notoria-
mente el de los casilleros primero y segundo de la columna
cuatro del segundo cuadro: deterioro. Ha sido sembrado con
100 LAS CLASES OLVIDADAS

profundidad por las dos primeras huelgas al punto de fructi-


ficar en el corazón de la dictadura, dentro de sus institutos
militares. Allí la semilla crece, cobra vida propia y toma nom-
bre: desmoralización. Y de ésta se servirá a su hora el Ejér-
cito Rebelde.
Intégrase así una relación que tentados estamos de llamar
dialéctica. El accionar del Ejército Rebelde es precedente —y
tal figura en el cuadro— del tercer movimiento de huelga. 3. LAS MASAS RURALES
Y su victoria es a la vez consecuente de aquel factor de de-
terioro en la medida en que ha sido francamente acusado por
el enemigo. Estructura de clase y período de tiempo corto (1952-1959)
Fácil es continuar interrelacionando entre sí los casilleros. continuarán ocupándonos, ahora respecto de las masas rura-
Hay veces en que, sin dejar la misma columna, se establece les. Una cuestión inicial de terminología. Venimos enume-
una suma: rural más urbana igual a rural y urbana. Otras rando: burguesía azucarera, clase obrera, masas rurales. De
veces se trata de corregir un factor en cuanto tiene de nega- las dos primeras nadie duda en cuanto a su carácter. La ter-
tivo y así nos damos con una resta: huelga política menos cera, en cambio, parece desafinar: ¿por qué masas a la par de
espontaneidad igual a huelga política y organizada. Tal re- clases? Aquí el término de masas debe entenderse no exclu-
sulta el pensamiento de Fidel Castro cuando desde la Sierra yeme sino ampliamente comprensivo del concepto de clase, en
Maestra señalaba: «la huelga espontánea que siguió al asesi- razón de la gama abarcada: el pequeño campesino en variada
nato de nuestro compañero Frank País no venció a la tiranía, y compleja tipología, casos fronterizos como el denominado
pero señaló el camino a la huelga organizada».30 precarista y, en fin, el poblador rural cayendo dentro del cir-
Así, pues, los caminos que en el período fueron llevando cuito sierra-llano, esto es, una compartida condición de obre-
al «rojo vivo» de que hablara el recordado Frank País. No ro agrícola, como se adelantara en el capítulo anterior.
advinieron por generación espontánea, sino por acumulación Nos circunscribimos desde luego a una región, la que fue
de fuerzas. Allí donde cada acción de masas contaba, donde teatro primigenio de la lucha armada, las montañas de orien-
cada experiencia quedaba registrada, donde condiciones fa- te. Y se excluye del concepto de masas rurales a campesinos
vorables y voluntad de crearlas eran integradas en una: se medios y ricos, así como a latifundistas. En cambio, se hará
hacía lo que había que hacer. hincapié en los signos específicos y distintivos de la zona en.
función de los hechos acaecidos a partir del desembarco del
Granma. A los conceptos asociativos de campesino-proletario,
rural-urbano, sierra-llano, se agregarán otros:
30. Fidel Castro, discurso desde la Sierra Maestra difundido por latifundio-mini-fundio, supervivencias feudales-despegue
Radio Rebelde los días 18-19 agosto de 1958, en Nuevo curso de ins- capitalista; y las múltiples relaciones del nuevo poder militar
trucción revolucionaria, n.° 3, FAR, La Habana, 1966, p. 115. —guerrilla
102 LAS CLASES OLVIDADAS 103
LAS MASAS RURALES

primero, Ejército Rebelde después— con distintos factores de Este último dato será significativo. Como vimos, por
orden sociohistórico o político: pauperismo, movilidad hori- oriente de la isla desembarcó la expedición armada de 82
zontal, desalojos masivos, tradiciones agrarias, bandolerismo, hombres que arribó a bordo del yate Granma, en 1956. No
represión. ¿Cómo se interactuaban? ¿Influyeron estos factores era concebible que ese grupo fuera a derrocar la dictadura. De
sobre el desarrollo del poder militar? En fin, el concepto de modo que el porvenir militar dependía:
masas rurales tiene que ver con todo eso, otorgando un
tratamiento específico de clase que resulta difícil de rotular,
sin provocar equívocos, bajo el clásico término de campesi- a) en una primera instancia de la respuesta de los po
nado. bladores de la zona y esto, en términos de producción, que
ría decir café;
Y bien, hemos hablado del azúcar y hecho referencia al ta-
b) de la respuesta más general que en una segunda ins
baco. Toca su turno al café. También cultivo de plantación, a
su hora conoció de la mano de obra forzada. Tuvo un marca- tancia diera la isla toda y esto, en términos de producción,
do incremento en la producción a contar de comienzos del quería decir azúcar.
siglo xix, cuando el arribo a la isla de cultivadores blancos
que huían de la rebelión de esclavos estallada en la vecina Parte del contenido de los dos puntos, en particular el
Haití. Su fase manufacturera reconoce un tratamiento más segundo, ha sido ya visto al abordarse el comportamiento de
simple que el tabaco o el azúcar, agotándose en el secado de la burguesía azucarera y de los trabajadores. Mientras tanto,
los granos. nos ocupa el punto a: la geográficamente localizada, en la
El café se asentó en Cuba sobre diversos tipos de propie- zona oriental, primera instancia del café (y de otras recolec-
dad: pequeños y medianos campesinos, campesinos ricos y la- ciones menores) donde un personaje veremos destacarse: el
tifundistas. Sobre predios de estos últimos se fueron dando pequeño campesino.
varias modalidades de arrendamiento de parcelas. Conforme Pues, ¿quiénes habitaban la zona de desembarco del yate
las categorías establecidas en las dos leyes de reforma agraria Granma} Pregunta que, en términos de producción, se formu-
(17 de mayo de 1959 y 4 de octubre de 1963) se considera la así: ¿quiénes cultivaban y quiénes recogían el café? Y cu-
en general pequeño campesino a quien posea una parcela de yas respuestas esclarecerán esta cuestión: la integración do-
menos de 25 hectáreas; campesino medio, 25-67 hectáreas; y minante en sus filas y el abastecimiento del Ejército Rebelde
campesino rico 67-402 hectáreas; de ahí en adelante se esti- en la Sierra Maestra de la provincia de Oriente.
ma que existe propiedad latifundista. Como el azúcar y el «El que quiera conocer otro país, sin ir al extranjero,
tabaco, aun cuando en menor medida, significaba el café que vaya a Oriente; que se vaya a las montañas de Oriente
tra-dicionalmente un producto para la exportación. Y,
concentrada sobre una zona, la producción nacional en un 88 %
correspondía, según censo de 1946, a la provincia de de la producción cafetalera nacional, correspondiendo a doce jurisdiccio-
Oriente.1 nes municipales —entre ellas El Cobre en plena Sierra Maestra— de la
provincia de Oriente (Memoria del censo agrícola nacional, 1946, P. Fer-
nández y Cía., La Habana, 1951, p. 191).
1. Cifra indicada como promedio. Para el año 1945 se indica el 90,7 %
104 LAS CLASES OLVIDADAS LAS MASASRURALES 105

[... ] Que monte en una muía pequeña y de cascos firmes y una extensión de 26,8 hectáreas.3 ¿Y qué ocurría? De los da-
se adentre por Jos montes donde la luz es poca a las tres de tos proporcionados por la misma entidad, surge que el pro-
la tarde y los ríos, de precipitado correr, se deslizan claros medio por parcela cultivada no sobrepasaba el tercio del míni-
por el fondo de los barrancos, con las aguas frías como si mo vital. La tierra se presentaba así como de baja rentabilidad,
vinieran del monte. Allí encontrará no sólo una naturaleza influyendo además —según informa el Banco Internacional de
distinta, sino también costumbres diferentes y hasta hombres Reconstrucción y Fomento—4 el atraso en los métodos de
con sentido diverso de la vida.» 2 Así describía la región cultivo: insuficiente empleo de abonos, operación de secado
Pablo de la Torriente-Brau, un periodista que en los años de los granos sobre barro —lo cual incidía negativamente
treinta recorrió los parajes tras un reportaje sobre las luchas en la calidad—, ausencia total de arados de discos, tractores
campesinas que por entonces se dieron en el llamado Realengo u otra maquinaria, realizándose las labores agrícolas en for-
18. ma manual.
Allí en ese «otro país», se instalaban miles de A todo esto debía sumarse todavía el fenómeno de la
caficulto-res. Zonas montañosas de difícil acceso, recorridas a erosión. Y, en la base misma de la economía de plantación,
lomo de mulo. Esta particular conformación del terreno y el el latifundismo acaparaba las mejores tierras. Provocábase así
señalado vehículo animal hacían lentas y difíciles las por un lado el éxodo de los pequeños campesinos hacia es-
comunicaciones y el transporte de cargas. Además, pacios marginales de abrupta fisonomía y, por el otro lado,
significaban una incidencia particular sobre el caficultor: le aparejaba su apiñamiento (alta concentración demográfica) so-
obligaban a dedicar parte de la tierra al pastoreo, lo cual bre un excedente no acaparado de tierras que fueran media-
reducía su área de explotación y le incrementaba los costos. namente aptas para los cultivos.
Y era indispensable, so pena de verse imposibilitado de De modo que una serie de elementos se reunían en la
concurrir a los secaderos y luego a los centros de base:
almacenamiento. Había caficultores que se veían forzados
—por lo reducido de la parcela o por carecer de fondos para a) áreas de explotación del café por debajo del mínimo
adquirir ganado mular— a recurrir al alquiler de los animales, considerado rentable;
llegado el momento del transporte de los granos, lo cual les b) difícil comunicación y transporte;
resultaba más oneroso aún. c) necesidad de ganado mular;
Ahora bien, no era precisamente la tierra lo que sobraba ¿) dedicación de parte de la parcela a pastoreo o alqui-
en la zona (Sierra Maestra de la provincia de Oriente). Según ler de las bestias;
la Asociación Nacional de Caficultores, presente en el Primer e) asentamiento de los pequeños productores sobre tie-
Fórum Nacional de la Reforma Agraria (La Habana, 1959), rras marginales o sobre dominios del latifundista;
el mínimo rentable para la explotación de café comprendía

3. «Primer fórum...», en A. Núñez Jiménez, op. cit., sesiones


2. Pablo de la Torriente-Brau, Realengo 18 (y Mella, Rubén y
Machado), Nuevo Mundo, La Habana, 1962, p. 67. de y 9 de julio, p. 6.
4. Informe sobre Cuba, t. III, cap. 44, p. 10.
106 LAS CLASES OLVIDADAS LAS MASAS RURALES 107

/) erosión; 2) Según el campesino:


g) métodos atrasados de cultivo.
a) fuera propietario de la plantación y de los instrumen
Una serie de elementos de base determinaba así que en tos de trabajo (incluido el ganado mular);
la zona los pequeños caficultores constituyeran una masa em- b) detentara sólo el usufructo de la plantación pertene
pobrecida. Nótese cómo la extensión tope considerada en ge- ciendo ésta en propiedad al arrendador, el cual, o un tercero,
neral para la parcela de un pequeño campesino (25 hectáreas) proporcionan al campesino arrendatario los instrumentos de
coincide virtualmente con el mínimo rentable para la explota- trabajo.
ción del café (26,8 hectáreas). Pero ¿qué venía a resultar?
Que la masa de los pequeños caficultores no excedía el tercio 3) Según el campesino:
de tales extensiones. a) fuera propietario de la cosecha íntegra;
Contra el empobrecimiento, por salir de él y capitalizarse, b) entregara parte de ésta como pago en especie de
luchaba este campesino. ¿Con qué resultados? Se verá en se- arrendamiento.
guida. Antes debemos tocar el régimen de trabajo y propie-
dad bajo el cual se desenvolvía, cuyas combinatorias arrojan 4) Según el campesino:
las tipologías campesinas del medio.
a) realizara el mantenimiento del cafetal y la recolec-
ción exclusivamente mediante su trabajo y el de su familia;
QUIÉNES CONVOCAN
b} empleara mano de obra asalariada temporera para la
recolección.
Diferentes situaciones podían presentarse para el pequeño
(y, en ocasiones, para el medio) caficultor. Las combinatorias de estas situaciones entre sí arrojan los
diferentes casos observados en la zona. Tomemos uno de
1) Según el campesino fuera: los económicamente más favorables que podían presentarse,
y que surge de la combinatoria la-2a-3a-4b: en función de 4¿>
a] propietario de la parcela; (empleo de mano de obra asalariada para la recolección), el
b] arrendatario; campesino se sitúa en extractor directo o primario de
c] precarista: sin título alguno que legitimara su pre plus-trabajo. Otros casos, económicamente menos favorables,
sencia y proporcionara amparo jurídico, ocupante de tierras son los siguientes. La combinatoria \b-2b-3bAa o bien le
de propiedad del estado, de latifundistas o de campesinos ri (precarista consensual)-2¿-3¿-4<2: en función de 3¿> (entrega
cos; en unos casos consensualmente, en otros como «usurpa de parte de la cosecha como pago del arrendamiento), el arren-
dores». dador, generalmente latifundista, extrae plustrabajo como renta
en especie.
La combinatoria la-2a-3a-4a: en función de los cuatro ele-
108 LAS CLASES OLVIDADAS
LAS MASAS RURALES 109
mentos, propietario y productor directo se confunden en la
personalidad del campesino y, en consecuencia, en la fase a) a través del arrendamiento;
productiva no hay apropiación de plustrabajo. La combina- b) a través de las compañías comercializadoras;
toria \b-2b-l)bAb: en función de 3¿> (entrega de parte de la c) y, todavía, cerrando el circuito, a través de la tienda
cosecha como pago en especie del arrendamiento) y de 4h (em- de raya o de ramos generales (igualmente controlada por el
pleo de mano de obra asalariada) el campesino en fase pro- latifundista) donde el caficultor debía proveerse de todo —des
ductiva es, a la vez, extractor y objeto de plustrabajo. de alimentos a útiles de labranza— a los precios fijados por
Naturalmente, estas combinatorias no eran las únicas, pero la tienda que, dado lo aislado del medio, actuaba virtualmen-
se contaban entre las frecuentes. Hacían al régimen bajo el te sin competencia.
cual el caficultor desarrollaba su producción. Deben a la vez
relacionarse con la fase subsiguiente, la circulación. En ésta Es posible que algún caficultor intentara escapar a este
hemos distinguido una primera instancia, el recorrido a lomo circuito de índole económica. Había entonces un remedio a
de muía hasta los secaderos y centros de almacenamiento. mano, el estado lo proporcionaba: la guardia rural. Era, por
Y luego dos instancias más se agregan: una segunda (todavía lo demás, una de las formas de retribuir los servicios presta-
dentro de los límites del país) y una tercera (donde intervenía dos por el estado. Un día la guardia rural «se alzaba con un
el mercado exterior) completando ambas la fase de la circu- puerquito» del campesino o bien —en caso de reincidencia—
lación. le quemaba el bohío, llevándose esta vez consigo todo lo que
Detengámonos en la segunda instancia. Otros agentes ha- podía. Si la guardia rural no era suficiente, el latifundista crea-
cen aquí su aparición. Pues en todos los casos, cualesquiera ba su propio aparato represivo, encarnado en la figura del
que sean las combinatorias elegidas, los pequeños cultivado- mayoral, a quien más adelante veremos en acción.
res del café caían bajo una común dependencia inherente a Había, además, la institución del endeudamiento. La tien-
la segunda instancia. Llegado el café (o, en su caso, el maíz, da no rehusaba en general la entrega de mercancías. Pero de-
cultivado en surcos paralelos, u otros frutos menores como jaba atado al campesino con una deuda de día en día crecien-
frijoles, plátano, o los tubérculos malanga, yuca y boniato) a te y que podía ser exigible compulsivamente —guardia rural
los centros de almacenamiento, una compañía de por medio y sin pasar por autoridad judicial urbana— en
comercializa-dora los adquiría a los productores, haciendo de cualquier momento. Era, pues, un nuevo motivo de inseguri-
intermediaria entre éstos y el mercado. Naturalmente, al serle dad, de cercenamiento de su libertad individual —pues colo-
vedado el acceso por sí al mercado, el productor quedaba a caba al campesino a merced de un tercero— y, llegado el caso,
merced de la compañía comercializadora... que por lo general de efectivo despojo. El mismo mecanismo funcionaba a favor
era controlada por el latifundista. del latifundista, pues éste con frecuencia se constituía en
De modo que la apropiación del plustrabajo se daba a acreedor del campesino por alquiler de tierras, de instrumen-
favor del latifundista por diferentes vías: tos de labranza o ganado mular, o bien en concepto de prés-
tamos en dinero o en especie.
Párrafos atrás, al tratar de los elementos de base, obser-
vamos que los pequeños campesinos eran tanto centrífuga-
LAS MASAS RURALES
111
110 LAS CLASES OLVIDAD'AS

mente lanzados sobre tierras marginales, como centrípetamente mentó, una parte de la fuerza de trabajo empleada por el pe-
concentrados sobre parcelas que fueran medianamente aptas queño campesino durante los primeros cuatro o cinco años,
para el cultivo. Entre los primeros predominaban los dejaba luego de amortizarse en capital a su. favor y pasaba,
propietarios o los precaristas «usurpadores» de predios del como plustrabajo, a manos del latifundista. Pues éste, a par-
estado. Entre los segundos predominaban los arrendatarios tir de un momento dado, a más de las rentas en especie que
sobre tierras del latifundista. Y estos últimos eran, en la zona hubiera percibido como precio del arrendamiento, se hacía con
de sierra que nos ocupa, una numerosa capa sobre la cual un cafetal que agregaba a los de su plena propiedad y usu-
—en tanto que objeto directo de plustrabajo y en tanto que fructo.
asentados sobre una plataforma algo más favorable en razón Desde ya este tipo de modalidades creaban en fase pro-
de la calidad de la tierra— se ejercía un control específico: el ductiva un estado de dependencia del arrendatario hacia el
contrato de arrendamiento. arrendador. Quedaba así neutralizada la ventaja relativa —y
Predominaba el llamado de colonato, donde no sólo la revertida ésta a favor del latifundista— de que hubiera par-
parcela alquilada era de propiedad del latifundista, sino tam- tido el pequeño campesino al contar con tierras medianamente
bién la plantación, con cuyo producto (cosecha), en propor- aptas para el cultivo. En fin, una dependencia que se continúa
ción de una tercera parte a un 40 %, se abonaba el precio del y refuerza en cuanto examinemos otras cláusulas, frecuentes
arrendamiento. ¿Qué significaba este hecho de mantener el en los contratos en cuestión.
latifundista la propiedad sobre la plantación? Le relevaba de Por ejemplo los que el administrador Juan Barquilla, a
toda indemnización al pequeño campesino llegado el día de su nombre de la finca «La Fermina», hacía firmar a los campe-
partida por extinción o rescisión del contrato. Y, en efecto, sinos arrendatarios en el barrio rural de Florida Blanca, tér-
este tipo de cláusulas se encuentra virtualmente en todo con- mino municipal de Alto Songo. En su artículo 9: «El día en
trato de colonato (también usual en algunas modalidades de que el colono dejase enyerbar su plaza o fuese perjudicial a
aparcería). la finca por cualquier concepto, será despedido de ella sin que
Por lo demás, como se ha visto, regía el pago en especie. tenga derecho a reclamación alguna». En el artículo 14: «Al
El tenedor de la tierra conservaba sólo una parte de lo cose- colono que se le descubra un hurto de frutos en la finca, será
chado, otorgando el resto en pago del alquiler. Este tipo de expulsado inmediatamente de la hacienda, sin que tenga de-
operaciones restringía la circulación monetaria y reducía la rechos a ninguna reclamación en plantíos ni mejoras que haya
posibilidad de transacción comercial para el campesino tene- hecho».
dor de la tierra. En el barrio rural de Guama, término municipal de El
El caso del caficultor era particularmente significativo. Un Cobre: «Estipulación C. Como precio del arrendamiento, pa-
cafetal insume de cuatro a cinco años de trabajos y cuidados gará el arrendatario a The Cuba Development Co., el 40 %
hasta que la planta comienza a dar frutos (la cual prolongará del café que se produzca anualmente en la porción de terre-
su vida fértil por veinte o treinta años más). Pero si el con- no arrendado. El café será entregado seco, sano y limpio, li-
trato se firmaba por diez años, o menos, o bien, si se trataba bre de todo costo para la Compañía arrendadora y no tendrá
de un precarista que podía ser desalojado en cualquier mo- más del 12% de granos negros [...] Estipulación J. El
LAS CLASES OLVIDADAS
112
pesino veíase privado, en definitiva, de su libertad. Pero no
arrendatario no podrá extraer ningún fruto o producto de cualquier manera, sino de una específica: atado a la tie-
del terreno arrendado por otro medio que no sea
rra. Por la serie de factores que hemos venido explicitando,
precisamente las embarcaciones que designe el
donde uno de ellos resalta: la imposibilidad de acceder por
administrador de la Compañía arrendataria. La compañía
tendrá derecho preferente de opción para la compra de toda sí (y competitivamente) al mercado.
clase de productos y frutos provenientes del lote arrendado». Pues aquí el nudo de la cuestión no reside tanto en la
En Loma del Gato, término municipal de Alto Songo, fase productiva como en la de circulación. El campesino era
contrato impreso para uso de Lucinda Guibert, viuda de explotado a la par del asalariado, mas —en tanto que pro-
Du-mois, de la finca-cafetal «La Josefina»; «Apartado 3. Para ductor individual— por otros medios: reduciéndole toda po-
mantener el mayor orden posible en la finca, queda termi- sibilidad de realizar por sí el producto en mercancía.
nantemente prohibido promover discusiones políticas o de Por lo demás, los controles económicos se establecían con
ningún género en la misma». Y por donde quiera una cláu- precisión: entre el mínimo con que se retribuía al campesino
sula común e invariable: «Se rescinde este contrato sin que el su producto, que debía permitirle sobrevivir, y un tope,
colono tenga derecho alguno a reclamar indemnización, ni por donde no sólo iba la ganancia de quien se apropiaba del plus-
siembras, ni por plantas, ni por frutos [... ] quedando la co- trabajo, sino un freno a la capitalización del campesino. Como
lonia bajo el dominio del dueño de la finca». 5 mejor podía, éste sobrevivía sobre una parcela. Una serie de
La interpretación de estas cláusulas es obvia. De parte elementos de base, antes vistos, no proporcionaban la mejor
de los latifundistas del café había la clara voluntad de consa- plataforma para el iake-off. Pero no era todo. Sobrevolaba la
grar contractualmente la dependencia del pequeño productor plataforma un conjunto de factores, de específica funcionali-
arrendatario. dad, aplastando contra ella al campesino. No sólo el
He aquí cómo se venían sumando factores: falta de me- despegue era difícil, sino que estaba vedado.
dios, atraso tecnológico, lo inaccesible del terreno —aquí la Vimos recién de qué factores se trataba: bloqueo del
geografía todavía manda—, la tienda de raya, la no disponi- mercado, represión anexa, contratos, todo lo cual, en conjun-
to, configuraba la atadura a la tierra. Y había más aún. Como
bilidad de dinero más el endeudamiento, y finalmente rema-
consecuencia de la existencia de esta masa de pequeños cam-
tar con la circulación de mercancías controlada por otras ma-
pesinos y de su apiñamiento se daba el fenómeno del
nos. Cada factor.-por su lado contribuía a cercar al campesino
mini-fundismo. Sabido es que éste no es sino la otra cara,
y su suma decretaba la dependencia.
opuesta y a la vez necesaria, del latifundismo. Pues, en
Todo ello formaba parte de un sistema de apropiación
verdad, nada se comprende si no se parte del hecho primario:
del plustrabajo y de represión anexa, tan organizado como el
la economía de la isla, de plantación. Y esto, en términos de
mejor, no obstante la dispersión de los cultivadores. El cam- organización social del trabajo, se traducía en deformación
llevada a los límites: a la altísima' concentración de mano de
5. César Vilar, «Sobre el problema del café en Cuba», Fundamentos,
obra requerida durante las semanas de zafra se oponía, de
La Habana, IX, n.° 93 (noviembre 1949), pp. 1021-1022. inmediato, terminada ésta, un altísimo grado de desocupación
y de dispersión
8. — WINOCUR
114 LAS CLASES
OLVIDADAS
LAS MASAS 115
RURALES

de esa misma mano de obra. El país entero, surcado de inge- El capital, se encuentra reproducido en el Anti-Dühring, de
nios de un extremo al otro, vivía la deformación crónica. Engels. Y, como es sabido, este último sometió, antes de re-
Y no había vuelta que darle: el «azucarero del mundo» debía mitirlo a la imprenta, el manuscrito íntegro a su amigo y
estar provisto para abastecer el mercado exterior. Pero ¿cómo maestro, quien, además, escribió para el Anti-Dühring uno
hacer para que cientos de miles de voluntades se reunieran
de los capítulos referidos a la economía política. No hay, pues,
un día y otro día se mandaran a mudar? Una de las respues-
riesgos de traicionar el contexto original en la extracción del
tas la proporcionaba el cultivo de tipo minifundista.
párrafo: citamos a un Marx autorizado por Marx.
Queremos decir: objeto de una alta fragmentación en el El texto expresa cómo, para la generación del capital, es
reparto de la explotación de la tierra, aun cuando no necesa-
necesario dar «con el obrero libre, libre en un doble sentido,
riamente a título de propiedad. Por el contrario, más fre-
pues de una parte ha de poder disponer libremente de su
cuente era encontrar al pequeño campesino abonando de un
fuerza de trabajo como de su propia mercancía, y, de otra
tercio al 40 % de su cosecha como precio del arrendamiento
de una parcela sobre tierras de propiedad de latifundistas parte, no ha de tener otras mercancías que ofrecer en venta;
(que podían abarcar varios miles de hectáreas) o de campe- ha de hallarse, pues, suelto, escotero y libre de todos los
sinos ricos. Tal es, pues, el alcance que damos a la expresión objetos necesarios para realizar por cuenta propia su fuerza
cultivo minifundista. Y a partir de cuyo concepto se irán con- de trabajo».
figurando las relaciones de producción vigentes en la zona que ¿Qué surge de contrastar la personalidad social del pe-
nos ocupa, la Sierra Maestra. queño campesino dentro de este modelo teórico? Que el culti-
vador minifundista:
¿Qué tipo de vínculo se traba entre el gran propietario
de plantación y el asalariado temporero? Si se trata de un
a) tiene otras mercancías distintas a su fuerza de tra
obrero agrícola, la pregunta no admite vacilaciones: de tipo
capitalista. Pero ¿y si se trata de un pequeño campesino? bajo para ofrecer en venta: las obtenidas sobre su parcela;
b) en ningún supuesto dispone libremente de su fuerza
Pues, en efecto, el cultivador minifundista ingresaba con
frecuencia en el contingente multitudinario que abatía el caña- de trabajo en el sentido de ponerla, como propia mercancía,
veral. En virtud de qué mecanismos allí era atraído, lo vere- a disposición del capitalista: la índole de su condición social
mos en seguida. Antes queremos examinar, a la luz de la —productor individual— excluye la venta de su fuerza de
personalidad social del pequeño campesino, de qué manera trabajo;
jugaba sobre su condición originaria el hecho de incorporarse c) no obstante, el latifundista le obliga a la venta de su
como asalariado a la zafra. fuerza de trabajo mediante la compulsión económica: el ejér
cito de reserva se integra con la mano de obra del cultivador
Y aquí nos topamos con la necesidad de contrastar un
minifundista;
modelo teórico del capitalismo con aquella realidad, y ver en d) el pequeño campesino es, pues, forzado a un servi
qué medida se corresponden. En El capital ha abundado al cio personal (enmascarado tras la retribución de un salario)
respecto Marx. Tomaremos un párrafo que al autor no dis- que se presta en época de recolección sobre las tierras del
gustaba se citara, pues, además de figurar originariamente en latifundista.
116 LAS CLASES LAS MASAS 117
OLVIDADAS RURALES

Explicitemos un tanto la figura que aquí surge, y cuyos te los cultivos propios. Partía, así, el campesino: arrojado por
contornos se rematan en el último punto, retomando el ele- una necesidad y tras una ilusión, la de capitalizarse. La pri-
mento salario. Pagado al campesino, es retribución al corte (o mera acabará devorando la segunda, pues antes que nada está
transporte, etc.) de caña en zafra (o en otras recolecciones de el subsistir. Y al año siguiente será el recomenzar.
temporada). Una doble faz se muestra. Por un lado, produce El salario es, aplicado a la personalidad integral del pe-
el desnivel sin el cual la compulsión económica no actúa. No queño campesino cultivador minifundista, la otra cara de la
basta que el pequeño campesino sobreviva a duras penas so- compulsión económica. Las luchas obreras habían logrado su
bre la parcela. Es necesario, además, que la retribución sala- incremento a través del tiempo, mas sin romper el esquema
rial mejore esa situación para decidirlo (a él o a sus hijos) a original; y, llegados los años cincuenta, el deterioro económi-
abandonar temporalmente sus propios cultivos en períodos co general hacía el resto.
de relativa inactividad (que no coincidan con la cosecha sobre ¿Qué había, pues, en el fondo de una relación de este
la parcela y, en efecto, por ejemplo, zafra y recolección cafe- tipo? Un servicio personal. La compulsión económica actúa
talera se escalonan en el calendario, una entre diciembre y aquí con la misma fuerza que la sanción jurídica que hace,
marzo, la otra por agosto). bajo un sistema feudal clásico, ocurrir a prestar un servicio
Favorecía precisamente esta situación el hecho de que un personal un número determinado de días a la semana sobre
pequeño cultivador de café en la Sierra Maestra —zona que las tierras del señor. Aquí se trata de un número determinado
en especial nos ocupa—, disponiendo de un par de hectáreas de días al año, los que dura la recolección. Pero —se objetará
o incluso de sólo fracción de hectárea, necesitaba de la fuer- aún— el siervo los prestaba gratuitamente, en cambio el culti-
za de trabajo de sus hijos únicamente en época de recolección. vador minifundista cubano recibe en pago un salario. Y bien,
Para el resto (mantenimiento del modesto cafetal) se bas - por esos motivos la relación se encuentra enmascarada: si
taba el jefe de familia. ¿Qué hacían, pues, sus hijos? Mar- tomada bajo el más estricto lente, aislando las semanas de
chaban a la zafra, caían en el circuito ambulatorio sierra-llano.
recolección, aparece como capitalista. Pero esa visión es par-
Doble faz muestra el salario temporero. Por un lado, se-
cialmente engañosa. El campesino posee una personalidad que
ñalábamos, crea el desnivel necesario para que la compul-
no se agota en ese lapso.
sión económica actúe en particular sobre el excedente de
mano de obra en el seno de la familia del pequeño cultivador. Pues, separadamente, es ambas cosas: productor indepen-
Y, por el otro lado, el salario temporero nunca debía asumir diente y asalariado. Mas, unitariamente ¿qué aspecto domi-
una entidad tal que permitiera iniciar un proceso de capitali- na en su personalidad? Asalariado contra su voluntad y por
zación al pequeño campesino. Pues, en ese caso, no tendría escaso término, productor independiente en permanente frus-
necesidad de interrumpir el asentamiento sobre la parcela, aca- tración, ninguno de los dos extremos de las relaciones de
bando por desertar del ejército (de mano de obra) de reserva. producción capitalistas logra atraparle: le vemos ¿espedido
Lo cual no obstaba para que, si en los hechos estaba bloquea- de la recolección ajena y, sin embargo, reincidir en ella con
do el (ake-off capitalista, fuera conveniente guardar la ima- la voluntad de querer, él, a su turno, emerger como un capi-
gen: significaba un acicate accesorio para dejar temporalmen- talista del agro, pesos de la zafra mediante. Y, año a año, le
LAS CLASES OLVIDADAS LAS MASAS RURALES
vemos no poder realizar su proyecto, pues las trabas de tipo Pues bien, ¿qué hereda la república de su antecesora la
feudal se lo niegan una y otra vez. colonia? Las estructuras de tipo feudal que el capitalismo
El testimonio de Fidel Castro viene a colación, dando monoproductor pone a su servicio Tarea que se venía cum-
cuenta de esa situación sobre el teatro mismo de la guerra, pliendo desde que las relacione? de producción esclavistas
en la Sierra Maestra. «Nosotros pensamos —dice refiriéndo- comenzaron a desagregarse y dar lugar al desarrollo de un
se al pequeño caficultor de las faldas de la montaña— que sector de trabajadores libres a partir del ingenio.
aquél era un tipo de trabajador verdaderamente heroico. Ahora bien, la liquidación de las relaciones de produc-
¿Cómo trabajaba? Trabajaba en el llano quince días, reunía ción esclavistas varió la problemática, pues ya no se trataba
quince o veinte pesos, compraba sal, un poco de manteca, re- de un sector de trabajadores asalariados libres, sino de la
gresaba a las lomas; y así, durante años.» 6 masa que accedía a esa condición. Pues, por un lado, no era
Hemos hecho referencia a trabas de tipo feudal. ¿Cuáles viable generalizar lo que hasta entonces se dosificaba: el de-
eran? Recapitulando, señalemos fundamentalmente dos: salojo rural (como fuente número uno de proletarización); y,
por el otro lado, la masa de trabajadores forzados había que-
a] la atadura a la tierra en función del bloqueo impues dado librada a su suerte. Nacía el tiempo muerto y el terra-
to por el latifundismo a la libre circulación de mercancías; teniente quedaba relevado de proveer a la manutención de los
b] un servicio personal prestado sobre las tierras del esclavos durante todo el año. Inevitablemente parte de esta
latifundista. masa tendería a instalarse sobre una parcela. Otro debía ser,
pues, el mecanismo que condujera la mano de obra hacia la
Y, así, el concepto de supervivencias feudales se impone. zafra (y hacia otras recolecciones sobre latifundios), y luego
Claro está, en nuestro caso histórico la alternativa no la despidiera con un «hasta la próxima».
consiste en feudalismo o no-feudalismo, sino: feudalismo mori- Fue, en efecto, el mecanismo que venimos explicando, en cuyo
gerado por la instancia histórica que lo niega, el capitalismo. interior juega la relación latifundio-minifundio. Hemos visto
Desde Hegel en adelante, y muy particularmente desde que así al pequeño campesino (o a integrantes de su familia)
Engels refutó a Dühring, se sabe que la negación no entraña marchar a la recolección sobre predios del terrateniente: a
la destrucción de su opuesto. Ella destruye una parte de aque- partir de una condición feudal heredada, morigerarse ésta, vía
llo que niega (discontinuidad del proceso histórico) y, por un inserción capitalista de semanas de trabajo asalariado. Ahora
tiempo, conserva otra parte (continuidad del proceso histó- bien, la supervivencia feudal connota no sólo:
rico).
a) morigeración, sino
6. Fidel Castro, «Discurso pronunciado...», op. cit. (1-2 de diciembre b) coparticipación y
de 1961). Por su parte, Ernesto Che Guevara: «los campesinos de la c) enmascaramiento,
sierra no tienen animales vacunos y, en general, toda su dieta ha sido
de subsistencia, dependiendo del café para lograr los artículos industriales Coparticipación en la medida en que las relaciones de
que necesitan o algunos comestibles imprescindibles como la sal, que no
existe en la sierra» («Un año de lucha armada», en Obras, t. II, p. 353). producción teñidas por la supervivencia feudal son parte de
120 LAS CLASES OLVIDADAS LAS MASAS RURALES 121

una formación económico-social donde ellas coexisten, inter- Contribuían estas situaciones a crear los fenómenos socia-
penetradas, con otras de tipo capitalista. Y enmascaramiento les del nomadismo (movilidad horizontal) y de la
en el sentido de que los rasgos feudales no se consagran netos proletari-zación (movilidad vertical). Ambos fenómenos se
en el interior de una normatividad jurídica, sino tras una consituían en las coordenadas del precarista. Ocupante sin
compulsión económica donde el salario, en realidad, como se título alguno, se esforzaba por prolongar su paso por tierras
ha relacionado, es un salario-cebo. que no le pertenecían. El desalojo era la constante amenaza
Por lo demás, poco significaba que fuera cobrado en di- que pendía sobre su familia, sobre sus no menos precarios
nero. De momento, satisfechas las necesidades mínimas, el cultivos, recomenzados una y otra vez, sobre su bohío, esa mil
campesino de las montañas de oriente concurría con el circu- veces precaria vivienda. Ciertamente, jugaba la falta de tierras
lante al mercado a por semillas u otros elementos para una in- disponibles, especialmente en la zona cafetalera que fuera el
versión que no iría a rescatarle de su estancamiento. Distinto inicial teatro de operaciones de la guerrilla. Era, además, una
era el caso del llamado colono azucarero, cultivador del llano, zona que ciertas compañías querían desalojar para explotar el
mucho más protegido por la legislación y que desenvolvía su grano por su cuenta.
actividad dentro de otras condiciones. Pero otra era la razón profunda de la permanente situa-
Ahora bien, si lo capitalista no era lo dominante en las ción sufrida por los precaristas. La misma razón que hacía
relaciones de producción en la sierra, a nivel de desarrollo abandonar su parcela al pequeño campesino, la que llevaba a
autoconsciente se dejaba sentir con fuerza. El pequeño cam- deambular al obrero agrícola: era preciso que buena parte de
pesino era tocado por una solidaria corriente interclasista. la población estuviera condicionada por la inseguridad y el
No se encontraba solo a la hora de la zafra. Durante unas pauperismo de modo tal que, llegada la zafra (u otras cose-
semanas cientos de miles de brazos se abatían, sobre la caña. chas sobre latifundios), se precipitara tras un salario.
Zafra cumplida, sólo un reducido contingente contaba con El poblador rural va y viene en función de las migracio-
fuente de trabajo en ingenio, en cañaveral o en distintas ex- nes temporeras de trabajo, no de su voluntad. Se trata, pues,
plotaciones agrícola-ganaderas. Los demás —recordemos— de una movilidad que, lejos de entrañar libertad de desplaza-
caían en el tiempo muerto, forzados nueve meses de muy pre- miento, es hija de la necesidad. Si por el campesino fuera, no
caria actividad. ¿Qué hacían, dónde iban? Partían a levantar iría a la zafra, sino al mercado aportando sus productos. Pero
otras cosechas de temporada en la sierra o en el llano, como esto último le está vedado, mientras que a lo primero está
el café, arroz, cacao u otros frutos menores. O tras ocasionales obligado.
empleos en núcleos urbanos, llegando incluso a La Habana. O Tres tipos sociales. Dos de ellos constituidos por los pe-
bien, y a esto se veían reducidos no pocos, hacerse de una queños campesinos y los obreros agrícolas. Unos a partir de
microparcela cualquiera e intentar una economía de sub- una parcela, otros a partir del trabajo asalariado temporero.
sistencia hasta la próxima zafra. Este desocupado, este hijo Para unos aferrarse a la parcela era lo esencial, y en función
del tiempo muerto, se mal instalaba donde podía, incluso a de ella bajaban al llano. Para los otros no había parcela esta-
la vera de los caminos, en las guardarrayas (franjas dejadas li- ble posible y, zafra concluida, el resto era subsistir hasta la
bres entre una y otra extensión cultivadas). próxima. Inversa era, pues, la dirección que tomaban. Pero,
122 LAS CLASES OLVIDADAS LAS MASAS RURALES 123

bajando o subiendo la sierra, en el mismo camino se cruzaban. QUIÉNES ACUDEN


Compartían un destino, el azúcar, el café. Campesinos pobres
(e incluso medios), obreros agrícolas, a todos llegaba el eco Una muestra elocuente de las fuentes lo constituye el jue-
del cañaveral. Todos pertenecían a la raza de los explotados, go de dos testimonios provenientes de las antípodas. Uno co-
fuera por las compañías comercializadoras de granos y de rresponde al jefe militar del bando rebelde, Fidel Castro, y el
frutos, por el latifundista, por el ingenio. Todos identificaban otro al coronel Pedro A. Barrera Pérez, comandante de opera-
un enemigo común, la guardia rural: con una mano expulsaba ciones (entre enero y agosto de 1957) del ejército de la dic-
a los obreros agrícolas sin trabajo que intentaban una econo- tadura. Uno ha sido publicado por un órgano virulentamente
mía de subsistencia, con la otra «se alzaba con un puerquito» «anticastrista», editado hasta hace unos años en Caracas, Bo-
de la finca del campesino, a quien, si por el momento no iba hemia Libre (como réplica de la Bohemia que continuó pu-
a desalojar, por lo menos hacía objeto de una exacción. blicándose en Cuba), y el otro pertenece a una intervención
Y un tercer tipo social, a mitad de camino entre el pe- radiotelevisada —luego editada por el gobierno— de Fidel
queño campesino y el obrero rural: el precarista del tipo Castro. Las citas irán in extenso a fin de afectar lo menos po-
«usurpador». ¿Qué era? Un documento oficial y libre de apre- sible el sentido de visión de conjunto que proporcionan.
ciaciones de tipo subjetivo como el censo agrícola de 1946, Dice así el coronel Pedro A. Barrera Pérez, refiriéndose al
acotaba: «no existiendo disposición legal que le ampare en momento de desembarco del yate Granma: «En aquellos días
el disfrute de la tierra en que se encuentra». Y no podía —ya estaba en plena efervescencia un viejo problema que jamás
por 1946— dejar de reconocer: «durante los últimos años se tuvo solución, y que se agravaba por momentos. Desde tiem-
ha intensificado el problema social que implica este tipo de po inmemorial todo el vasto territorio de la Sierra Maestra se
tenencia»,7 Insistimos: ¿qué era el precarista? Lo que le de- hallaba dividido entre un pequeño grupo de familias que
jaban ser: un cultivador sujeto a la voluntad de un tercero. tenían la propiedad de fincas de dos y tres mil caballerías
Y, si era desalojado, tendía a proletarizarse. (1 caballería: 13,4 hectáreas). Alrededor de 8.000 km 2 de tierra
De esta situación y, en general, del contexto brindado por feraz, malamente explotada en toda su riqueza, estaba
la sierra de oriente, una variedad de fuentes aporta. Aparte ocupada por más de cuarenta mil habitantes, con un prome-
de relatos y crónicas se cuentan estudios especializados, así dio de cinco por familia, que vivían regidos por sistemas pri-
como la información procesada por el INRA (Instituto Na- mitivos, al extremo que no conocían ni remotamente la civi-
cional de la Reforma Agraria), la prensa de la época (comer- lización imperante en las demás zonas de Cuba.
cial y clandestina), los censos y diversos informes oficiales, »Tradicionalmente la tierra se dividía entre los vastagos
los cuales proporcionan el ángulo de la demografía o de la de cada familia —continúa expresándose el jefe batistiano—,
producción, los debates parlamentarios, los partes de guerra, que ocupaban, sin más trámites, pequeñas parcelas de terre-
proclamas y declaraciones, etc., escapando á este trabajo ha- no donde levantaban su bohío y sembraban aquello que más
cer su relación pormenorizada. fácilmente sirviera para el sustento, como el maíz y la malan-
ga. Ajenos a los litigios legales, permanecían en los predios
7. Memoria del censo agrícola, 1946, p. 93. que ocupaban sin importarles otra cosa que tener hijos y es-
124 LAS CLASES OLVIDADAS LAS MASAS 125
RURALES

perar a que los mismos crecieran para que les sirvieran de factor que desde páginas atrás pesaba como signo de interro-
ayuda en las labores agrícolas, hasta tanto formaran a su vez gación: viviendo tan mal, siendo objeto de tanto abuso, ¿cuál
otras familias, que irían a repetir la ininterrumpida historia. era la reacción del pequeño campesino? Y bien, la respuesta
»Éste era el tipo denominado precarista; pero no eran se hace presente: la lucha armada venía siendo, desde mu-
solamente ellos los que residían en las abruptas regiones de cho antes del desembarco del yate Granma, tradición en la
la Sierra Maestra. También había los pequeños propietarios zona.
—se precisa seguidamente— que mediante préstamos Y en general en la provincia de Oriente. Alguna vez he-
banca-rios obtenían para sus fines los aperos de labranza, mos hecho referencia a Realengo 18. Ocurrió en los años
semillas y equipos necesarios para un mejor rendimiento de las treinta. Quien gobernaba en los años cincuenta, el general
mismas. Existían los llamados mayorales, que con grupos de Fulgencio Batista, había pretendido ya entonces desalojar a
empleados de los terratenientes, cultivaban las tierras y varios miles de pequeños cultivadores asentados en el predio
vivían en los bateyes [tipo de alojamiento rural] con algo más que llevaba por nombre Realengo 18. Movilizó al efecto sus
de comodidades que los precaristas, a los que mantenían a tropas. Y los campesinos lo hicieron por su lado: se armaron
raya, tratando de evitar que extendieran el terreno que y recurrieron a la más vasta solidaridad. Resultado: las tro-
ocupaban. pas, como vinieron, se fueron, sin desalojar.
»Surgían así, de estas luchas —se relata seguidamente—,
Había ocurrido en los años treinta. Pero desde entonces
constantes pugnas entre precaristas, los mayorales y sus hom-
la memoria se renovaba. Cada vez que en la provincia de
bres de confianza, con el resultado de que pereciera unas ve-
Oriente una familia era desalojada, se erguía el ejemplo de los
ces el mayoral o alguno de sus hombres y otras el precarista,
al que quemaban la casa o lo asesinaban». 8 campesinos del Realengo 18: invictos salieron de sucesivas
Aquí interrumpimos el testimonio del coronel Pedro conspiraciones y conservaban sus tierras. Ejemplo que, por
'A. Barrera Pérez para retomarlo más adelante. Como a tra- otra parte, no era aislado: estaban las jornadas de Ventas de
vés de un film, viejos conocidos hemos visto desfilar sobre el Casanova, El Cobre, Las Maboas.
terreno de la Sierra Maestra: ancestral latifundismo, cultivador Una viva tradición de luchas agrarias se recogía en la Sie-
minifundista, atraso en los métodos agrícolas, alta concentra- rra Maestra. El coronel Pedro A. Barrera Pérez señala cómo
ción demográfica, aislamiento, cultivos en zonas abruptas, allí ellas tenían nombre y apellido. «Tanto los precaristas
economía de subsistencia, imágenes del precarista (en procura como los pequeños propietarios —nos informa— tenían lí-
de tierras, su desamparo jurídico, etc.) y del pequeño propie- deres, que utilizaban todos los recursos para vencer a los con-
tario. trarios. Eran hombres de extraordinaria agilidad, valor y re-
Haremos un flash retrospectivo. Ha aparecido un nuevo sistencia, capaces de subir o bajar las más abruptas montañas
con agilidad felina, sostener fieras riñas con sus enemigos y
ejecutar cualquier labor sobresaliente entre los demás. Entre
8. Pedro A. Barrera Pérez, «Por qué el ejército no derrotó a Cas - los líderes precaristas ocupaban primer plano Crescencio Pé-
tro» (versión de) Rodolfo Rodríguez Zaldívar, Bohemia Libre, Caracas
(agosto 1961); cit. en J. García Montes y A. Alonso Ávila, op. cit., rez y dos de sus hijos, Eutimio Guerra y otros. Por los pro-
pp. 553-554.
126 LAS CLASES OLVIDADAS LAS MASAS RURALES 127

pietarios de pequeñas haciendas se destacaba Chichi Mendoza Éste era Crescencio Pérez. La anécdota describe a la vez
con un grupo de hombres de su misma formación.» 9 el respeto que, sin conocerlo personalmente, experimentaba
Por alguna razón la cabeza de Crescendo Pérez —junto a las por Fidel Castro. Así, los contactos mantenidos desde hacía
de Fidel Castro y Raúl Castro— había sido puesta a precio tiempo habían arrojado como resultado su colaboración activa
por el gobierno. Cuando los acontecimientos se precipitan en para el plan inicial del desembarco del Granma. Éste, en
la sierra, Crescencio Pérez sabe de qué se trata: entre efecto, era esperado en determinados lugares de la costa con
dictadura y latifundistas hubo y hay siempre algo más que camiones, gasolina y jeeps. Además, «el día tres [al día si-
coincidencias. Es bajo ella que los latifundistas reinician sus guiente del desembarco] por el mediodía —relata otro enton-
ofensivas, cuando mejor pueden disponer no sólo de sus ma- ces rural, Guillermo García, luego comandante—, se empe-
yorales, sino de la guardia rural y, en la ocasión, del ejército, zó a hacer patrullas en la zona y a reorganizar al campesi-
Si Fidel Castro viene a defenderlos sobre sus parcelas, a cas- nado, avisándoles que si salía gente armada que había que
tigar la mano de los asesinos, reponer a las familias expulsa- prestarle protección [...] En la zona organizamos a toda la
das sobre sus tierras, bienvenido sea. Crescencio Pérez se juventud».11
pondrá a sus órdenes. Incluso para llegar lo más lejos posi- La cita no pudo tener lugar como estaba previsto, pues el
ble, a derribar al dictador Fulgencio Batista. Que por lo de- ejército batistiano sorprendió a los 82 hombres mandados por
más ya él se había levantado hacía veinte afíos contra aquel Fidel Castro, quienes se habían visto obligados a desembar-
otro dictador que supieron tirar abajo, Gerardo Machado. car en otro paraje que el convenido, y los diezmó.
Todo esto hizo que el 26 de Julio, encabezado por Fidel Pero los rurales de la sierra necesitaban de Fidel Castro.
Castro, estuviera desde tiempo atrás en contacto con rurales Y dieron con él y con sus compañeros que aún quedaban en
de la zona, particularmente Crescencio Pérez. Y explica que pie de lucha, les protegieron del ejército que rastreaba toda
para éste el día del desembarco fuera como un día de fiesta. la zona para darles caza. No es exagerado decir que, poniendo
Una colaboradora de Fidel Castro, Celia Sánchez, narra cómo en riesgo sus vidas, salvaron las de aquel grupo de sobrevi-
una madrugada arriba a casa de Crescencio Pérez y le dice: vientes del Granma —apenas más de una docena— que se-
«Crescencio, levántese; Fidel llegó por aquí y usted se tiene rían el embrión del Ejército Rebelde. Y bien, si las puertas
que ir con toda la gente suya a esperar a que llegue, sin de- de los bohíos se abrían para recibir a aquellas gentes de la
cirle nada a nadie». Y el relato continúa: «Crescencio, de lo ciudad —por un tiempo extraño injerto en las montañas—
más apacible, dijo: "Un momento". Fue al cuarto y al rato era en función de esa alianza socio-militar de objetivos muy
salió ¡de punta en blanco! con zapatos bajos, guayabera [ca- precisos, cuyo garante había salido Crescencio Pérez.
misa típica cubana], lacito y un sombrero de fieltro, como si Varias páginas atrás nos preguntábamos sobre el abaste-
hubiéramos estado en una fiesta y no en el campo. Y con su
revólver a la cintura».10
Habana, XI, n.° 1 (marzo 1972), pp. 111-112 y 127; Carlos Franqui,
9. Ibid. El libro de los doce, Instituto del Libro, La Habana, 1967, pp. 56 y 105.
10. Félix Guerra y Froilán Escobar, «Che sierra adentro», Unión, La 11. C. Franqui, op. cit., p. 96.
128 LAS CLASES OLVIDADAS LAS MASAS RURALES 129

cimiento de los efectivos de Fidel Castro, sin cuyo funciona- pesinos mediante. Ni los desalojos ni el crimen eran extra-
miento inútiles resultan las victorias militares. Si el soldado ños en la sierra, recuérdense las declaraciones del coronel Pe-
no tiene resueltos los problemas de alimentación, etc., su fin dro A. Barrera Pérez. Pero ahora todo subía de grado. No
• es previsible. Pero si de guerrilleros se trata —quien debe se trataba de casos individuales, sino de una ola abarcando
reclutar sus compañeros de armas en el medio donde actúa— decenas y decenas de familas. Tampoco se trataba de un cri-
está totalmente excluido procurarse la manutención entrando men aislado, sino de asesinatos en masa. Y no bastaba la
a saco a los productores rurales. Debe, pues, para sobrevivir, mano de los mayorales, se recurría ahora al ejército, aprove-
contar con el apoyo y auxilio de éstos. chando su presencia en la sierra. Pues el pretexto lo brindaba
Hemos visto la plataforma económica y social sobre la la expedición del Granma.
cual se asentaba la población rural de la zona. Hasta qué pun- Pero reintegremos la palabra al oficial de la dictadura.
to le estaba vedado el progreso. Luego intentamos dar las «Cuando el grupo comandado por Fidel Castro era buscado
pautas de su proceso de autoconciencia, que reposaba sobre en la sierra —continúa la narración—, en la que se habían
esa asfixia económica y sobre una original interpenetración dispersado después del ataque de "La Alegría del Pío", al-
clasista. De todo este panorama se infiere que en general es- gunos de los terratenientes se pusieron de acuerdo con deter-
taban dadas las condiciones objetivas para un tipo de lucha minados oficiales designados para la búsqueda y captura de
prolongada. Concurría asimismo una viva tradición y gimna- los invasores fugitivos, a fin de darle un matiz político a la
sia para emprender esa lucha, siempre en función de lo rei- antigua cuestión planteada y obligar a los propietarios a aban-
vindica tivo, esto es, la defensa de la tierra. donar las tierras que ocupaban, bajo la acusación de estar en
Todo esto fue proporcionando un marco, y dentro suyo connivencia con Fidel Castro.
se tendieron las líneas. La cuestión, sin embargo, no se agota »Uno de aquellos oficiales destacados en la región, irres-
en estos términos. Pues hemos hablado de una alianza militar ponsablemente, hizo una incursión por una zona conocida por
entre rurales de la sierra y la expedición de Fidel Castro. "Palma Mocha", en la que había alrededor de cuarenta fami-
Y esto supone una masa de voluntarios (de uniforme para lias precaristas —prosigue el relato— y procedió a quemar las
formar filas y sin uniforme para el abastecimiento, la infor- casas y matar a los cabezas de familia que pudo capturar, con
mación sobre los pasos del enemigo, la comunicación con los el pretexto de que estaban cooperando con los expediciona-
centros urbanos, la guía por terrenos difíciles e inexplorados) rios. Los supervivientes de esa masacre, en su mayoría muje-
dispuestos a dejar el habitual plano civil donde, en cierta res y niños, se refugiaron en dos ranchos miserables en las
medida, las desgracias de siempre tienden a soportarse con cercanías de la playa de "Chivirico". Éste y otros hechos por
resignación. Pero he aquí que los males se vieron súbitamente el estilo propició que los líderes precaristas de la sierra toma-
agravados o, si se quiere, se daban ahora condiciones objetivas ran el acuerdo de entrevistarse con Fidel Castro para brindar-
en particular. le apoyo, a cambio de que los ayudara a vengarse de aquellos
¿De qué se trataba? De una ola de desalojos rurales ins- abusos.
tados por los latifundistas del café y operados por la mano del »Fue así como localizaron al grupo disperso —agrega ia
ejército de la dictadura, asesinatos en masa de pequeños cam- narración— y lo condujeron a la loma llamada "Caracas",
9. — WINOCUR
130 LAS CLASES LAS MASAS 131
OLVIDADAS RURALES

donde después de varias reuniones llegaron a ponerse de »Figúrense: cuando nosotros, subiendo por el río Palma
acuerdo. Surgía de esta manera una nueva fuerza, con el res- Mocha —prosigue el jefe revolucionario—, al amanecer, vi-
paldo de hombres que conocían palmo a palmo el complicado mos una corriente de campesinos, algunos con siete hijos,
escenario montañoso.» 12 cuatro hijos, diez hijos, bajando, y nos topamos con ellos, y
Hasta aquí el coronel del régimen, jefe de operaciones les digo: "¿Por qué bajan?", dicen: "van a bombardear aquí".
militares. Permítasenos ahora agregar, también in extenso, Yo les decía: "es mentira; ¿cómo ustedes van a creer eso, si
el testimonio del jefe del bando revolucionario, Fidel Castro, nadie sabía ayer que nosotros estábamos por aquí, nadie sabía
quien, refiriéndose a los mismos hechos, consigna: «Cuando que íbamos a atacar ese cuartel, que lo atacamos de madru-
llegamos, por la mañana, una caravana enorme de campesinos gada? Esto lo han hecho para hacerles abandonar a ustedes
venía bajando de todo aquello. Eran campesinos que estaban esta región. Regresen otra vez". Y los campesinos, ¡figúren-
como a diez kilómetros del lugar donde se había llevado a se!, cuando nos vieron a nosotros de verdad por allí, que
cabo la acción [toma de un puesto militar en La Plata, Sierra habíamos atacado un cuartel, más creyeron que era cierto que
Maestra, 17 de enero de 1957], no habían sabido nada de lo iban a bombardear aquello.
que había pasado. Cuando nosotros les preguntamos: ¿qué »Muy pocos —agrega Fidel Castro— fueron los que su-
pasó? Desde luego, ya nosotros sabíamos cuál era la causa de bieron [... ] incluso habían aprovechado aquella circunstancia
aquello [...] que un tal cabo Basol había estado por el río de la expedición para desalojar».13
Palma Mocha, diciéndoles a los campesinos que se fueran de Esto ocurría por enero de 1957. Tiempo después —rela-
allí, que iban a bombardear al otro día. tado el hecho por Bohemia— 14 ocurrió el caso de las Maboas.
»Aquella patrulla —precisa seguidamente la narración— En la provincia de Camagüey —vecina a la de Oriente— unos
estaba parando en casa del mayoral de la compañía Viti; había 250 pobladores rurales, integrados por familias completas,
aprovechado la presencia de la expedición que ellos ya daban ocuparon de motu proprio una extensa zona que había sido
por liquidada; nadie sabía que estábamos por allí; sin embargo, objeto de desmonte por parte de King Ranch Co. —capitales
aprovecharon esa circunstancia para desalojar a los campesinos. norteamericanos— y de la Francisco Sugar Co.
Ningún avión había bombardeado ni iba a bombardear, y era Allí se instalaron, montaron guardia, se organizaron y
absurdo ponerse a bombardear unas lomas allí sin más ni elevaron su voz en demanda de justicia por una tierra que
más. Sin embargo, a todos los campesinos, por todo el río de les había sido negada. Pues, en efecto, una pregunta salta a
Palma Mocha hacia arriba, en la falda del Turquino, el cabo les los ojos: ¿de dónde salía toda esa gente? ¿Es concebible que
había dicho que iban a bombardear al otro día, al objeto de
que los campesinos todos abandonaran sus casas; después
iban con una patrulla, quemaban todas las casas y 13. Fidel Castro, «Discurso pronunciado...», op. di. (1-2 diciembre
desalojaban, sencillamente, a los campesinos. 1961); Ernesto Che Guevara, «Combate de La Plata», en Obras, t. I, p.
213.
14. Luis Rolando Cabrera, «En el realengo "Las Maboas". 250
12. «Por qué el ejército...», art. cít. campesinos en pie de lucha por un pedazo de tierra cubana», Bohemia, L,
n.° 9 (2 marzo 1958), pp. 46-48, 113-115 y 128.
132 LAS CLASES LAS MASAS 133
OLVIDADAS RURALES

una población rural asentada regularmente sobre parcelas las cluyendo la aplicación de la pena de muerte, tanto en aquellas
abandone para emprender semejante aventura? zonas como en la Sierra Maestra.17
La respuesta la proporciona uno de los campesinos ocu- Vale decir, con el correr del tiempo, en medio de las con-
pantes, presentado por Bohemia, Elpidio Barrera: «tiene mu- diciones favorables descritas y al calor de sucesivos éxitos en
jer y seis hijos que fluctúan entre los 17 y 7 años, viviendo encuentros militares, la autoridad de la guerrilla se fue afir-
en el camino real en Hato Estero. Trabaja donde encuentra mando en 1957-1958, al punto de establecer áreas de su ex-
y cuando encuentra». Y la revista comenta: «Elpidio es uno clusivo gobierno. Naturalmente, esta situación preocupó al
de tantos. Como él hay cientos y miles».15 régimen, el cual se dio a intensificar la represión. Consciente
de que los efectivos de Fidel Castro se sostenían gracias al
De modo que por un lado había una población flotante y
apoyo prestado por la población rural, fue contra ésta que
sin empleo estable, la población rural del tiempo muerto.
la dictadura ensayó sus golpes.
Y por el otro lado la oferta de tierra era virtualmente nula.
Por eso ocurrían casos como el de Las Maboas. Una fracción ¿Y cuál es el mayor castigo que puede abatirse contra un
desmontada y buena para cultivar era un imán. Y con mayor campesino? Quitarle de las tierras donde se asienta. De modo
fuerza actuaba sí —como en la emergencia— una organización que represión y desalojos rurales iban de la mano y, con ellos,
campesina respaldaba y asumía la responsabilidad por la ocu- el aumento de la población flotante.
pación «ilegal». La represión en la sierra pasa, así, por cuatro momentos.
Venían entonces las luchas por la tierra. Y un fenómeno
1) Luego del desembarco del Granma —entre diciem
colateral: el bandolerismo. Poco antes del arribo del Granma
bre de 1956 y enero de 1957— este hecho es tomado como
a costas cubanas había sido muerto por la guardia rural un
pretexto para desalojar en zonas adyacentes de la Sierra Maes
personaje que por años cometiera asaltos al frente de una
tra. La mano ejecutora es el ejército pero el objetivo no es
banda, de nombre Edesio y apodado «El Rey de la Sierra
de índole militar, sino económico: el despojo de tierras ocu
Maestra». No era un delincuente común sino un típico ban-
padas por campesinos en beneficio de latifundistas, quienes
dido social.16
instigan la represión.
Tampoco se trataba de un hecho aislado. Son frecuentes 2) Advertida por la dictadura la alianza Fidel Castro-
las crónicas dedicadas a un estado de alzamiento armado «por Crescencio Pérez, la represión se dirige contra quienes sean
la libre», rayano en la delincuencia, observado especialmente convictos o sospechosos de brindar ayuda a los guerrilleros.
en las montañas orientales, donde en 1958 se abre el llamado Éstos se encuentran en fase de desplazamiento nómada, pues
Segundo Frente Frank País, que mandara Raúl Castro. Fren- ningún lugar les significa refugio seguro. Y así, deambulando
te a este fenómeno la guerrilla reaccionó con energía, no ex- los guerrilleros y recibiendo el entorno rural golpes represivos

15. Ibid. 134


16. Rubén Castillo-Ramos, «¡Exclusivo! Muerto 17. Ernesto Che Guevara, «Lucha contra el
Edesio, el Rey de la Sierra Maestra», Bohemia, bandidaje», en Obras, t. I, pp. 324-327.
XLVIII, n.° 33 (12 agosto 1956), pp. 52-54 y 87.
134 LAS MASAS RURALES LAS CLASES OLVIDADAS 135

que aquéllos aún no están en condiciones de parar, se extien- del mismo año (1957) y por entonces la ciudad capital de
de un período entre el 17 de enero y el 28 de mayo de 1957. la provincia de Oriente se encontraba ya muy sensibilizada
Fecha la primera del inicial encuentro a que se atreviera la frente a la represión. Apenas un mes después —recuérdese—
guerrilla, el ataque con éxito al puesto, militar de La Plata, será la huelga general con motivo del asesinato de Frank País.
Y la segunda, fecha del asalto —también con resultado posi- Los pobladores rurales refugiados en Santiago fueron recibi-
tivo— contra el pequeño cuartel de El Uvero. La significa- dos solidariamente por las gentes de la ciudad, sin distinción
ción de ambas fechas es la siguiente: la primera da a conocer, de clase. Es entonces cuando los sectores no azucareros de la
dentro del entorno rural, la supervivencia en pie de guerra burguesía santiaguera —dedicados, entre otros, a los rubros
del grupo guerrillero y desata la represión militar; mientras de fabricación de ron y tabaco— se ven enfrentados pública-
que la segunda lo hace saber al país y determina el abandono mente al gobierno a través de un ácido intercambio episto-
por parte del ejército de una considerable zona en las monta- lar entre las instituciones cívicas y el ministro de
ñas, pues ya no se encuentra en condiciones de controlar con Goberna-,ción, Santiago Rey. Mientras aquéllos protestan por
el sistema de puntos fortificados aislados y de patrullas con el auge represivo que se abate sobre la ciudad, el ministro
escaso apoyo logístico. Queda, pues, una zona librada a la acusa a los sectores propietarios de oportunismo, insinuando
autoridad de la guerrilla; cesa su fase nómada y, sobre el área su encubierta complicidad con Fidel Castro.19 En fin, todo
en cuestión, la población rural quedará al abrigo de la repre- contribuye a crear un clima adverso a la ordenada
sión. «reconcentración campesina», que obliga al régimen a levantar
3) Pero ello no quería decir que la dictadura fuera a la medida. Los pobladores rurales regresan a sus tierras y
permanecer de brazos cruzados. ¿Y qué hizo? Administrar viviendas con una nueva experiencia que fortalece su
más represión, en dosis hasta entonces desconocida, abarcan- decisión de resistencia a la dictadura.20
do un más extenso radio y empleando otros medios. No podía 4) De aquí en más el gobierno se verá obligado a considerar
llegar por vía terrestre, ensayó la aérea. Fue así cómo, previo a la guerrilla un hecho militar, y aquélla irá evolucio-
lanzamiento de octavillas ordenando la evacuación de toda la
región sudoriental, ésta fue bombardeada desde el aire con la sierra. Después del Uvero», Bohemia, LIV, n.° 29 (20 julio 1962), pp.
cargas explosivas e incendiarias. Fue entonces el éxodo, calcu- 18-21 y 111.
lando Bohemia en 6.000 los pobladores afectados, quienes 19. «Odisea en la sierra...», art. cit.; y los artículos siguientes de
Bohemia, XLIX, n. 23 (9 junio 1957): «¡Exclusivo! La marcha del hambre
fueron concentrados por el ejército en un paraje situado en frente a las Naciones Unidas», pp. 52-53 y 102; «Documentos para la
las estribaciones de la Sierra Maestra, llamado Minas de historia. Mensaje al presidente Batista de las Instituciones Cívicas de
Buey-cito. Otros contingentes fueron trasladados y alojados Santiago de Cuba», pp. 66-67 y 94; «Telegrama de las instituciones
femeninas de Santiago de Cuba al presidente de la República», p. 67;
en Santiago.18 Todo esto ocurría en los primeros días de «Respaldo del Comité Conjunto de Instituciones Cubanas», p. 67;
junio «Respuesta del Dr. Santiago Rey, ministro de Gobernación, a las
instituciones de Oriente», p. 67.

18. Luis Rolando Cabrera, «Éxodo en la Sierra Maestra. Seis mil Ernesto Che Guevara, «Guerra y población campesina», en Obras,
cubanos dejan sus hogares en doliente caravana», Bohemia, XLIX, n.° 24
(16 junio 1957), pp. 74-77 y 90-91; Rubén Castillo Ramos, «Odisea en
LAS MASAS RURALES 137
136 LAS CLASES OLVIDADAS

nando hasta constituir un cuerpo armado que alcanzará unos la delincuencia conservando como pretexto la motivación so-
300 efectivos para mediados de 1958, y será conocido como cial: que se robaba a los ricos para distribuir entre los po-
Ejército Rebelde. La represión entrará entonces en un nuevo bres.
momento: el régimen no buscará ya imponer el terror entre Y desde luego se venían generando —en buena dosis tam-
la población rural, sino un enfrentamiento decisivo con el bién espontáneamente— las acciones regionales de resistencia
Ejército Rebelde. Éste tendrá lugar en el lapso 25 de en la Sierra Maestra. Pero éstas podían contra los mayorales
mayo-6 de agosto de 1958, teniendo como resultado la y contra la guardia rural: no contra el ejército. Contra él ha-
derrota de las tropas de la dictadura. cía falta un igual, y fue el Ejército Rebelde.

Vimos que Fidel Castro y sus hombres habían golpeado


a las puertas del bohío, y que éstas se hubieron de abrir. Pues
bien, a medida que se dieron desalojos y éxodo de pobladores
rurales, la situación brindó perspectivas de más en más favo-
rables: la guerrilla encontraba a su hombre ya en camino. Por
peor que viva el campesino sobre una parcela, será su asidero
y su esperanza. Difícilmente la cambiará por un fusil. Pero
todo cambia si la tierra falta. Y más aún si la poca de que
ha podido hacerse el rural la pierde de la noche a la mañana.
Toda resignación es entonces proclive a devenir en furia:
quien le ofrezca un fusil le encontrará receptivo.
Ciertamente, estaba de por medio la represión. Pero ésta
había apuntado mal. No eran los campesinos desalojados
—recuérdese el narrado encuentro en Palma Mocha— quienes
esperaban a Fidel Castro, sino Crescendo Pérez. Cuando la
represión reparó en este último y puso precio a su cabeza,
ya era tarde. No sólo había errado el momento, sino dado
razón a Crescencio Pérez y a Fidel Castro: sólo una mano
armada podía contestar los abusos, el desalojo y los crímenes.
He aquí cómo la represión brindó lo que faltaba: una
coyuntura desencadenante. Pauperismo, movilidad, de tiempo
atrás existía una estructura social de por sí favorable, sobre
la cual hemos abundado. De alguna manera, la estructura
generaba espontáneamente movimientos, cuya expresión dege-
nerada —y muy sintomática— era el bandolerismo: caer en
CONCLUSIONES

Julio Lobo, rey, de gesto paternalista, el país es el azúcar


y el azúcar es él. Jesús Menéndez y su réplica: «sin obreros
no hay azúcar». Crescendo Pérez, su revólver a la cintura,
vistiéndose de fiesta para recibir al visitante que le trae la
guerra. Tres personajes que a su hora juegan su rol histórico
y a la vez son prototipos de la clase. De ellos se ha procurado
captar la imagen en un flash, ubicado cada uno en el capítulo
donde se trató de su respectivo sector social: burguesía azu-
carera, proletariado, masas rurales de la sierra. De por vida
consecuentes a su clase, la pintan de cuerpo entero y, por
encima de sus individualidades, corresponden al plano social
de época. Claro está, los protagonistas del plano político son
otros: Fidel Castro y Fulgencio Batista. Les hemos visto «en
acción» y quizás ése sea el mejor retrato. ¿Podría, no obstan-
te, intentarse un flash contraponiendo una figura a la otra?
Por una de esas «astucias» del devenir histórico, ningu-
no de los dos representaba lo que era. Fulgencio Batista, de
origen humilde, llegará a general catapultado, mas su carrera
es la de un sargento; y para más datos mulato en un país donde
se practica la discriminación racial. Fulgencio Batista era
creación y, en tanto que tal, tolerado por el alto mundo de
los negocios de la isla. Pero que jamás le consideró uno de
sus pares, sino el instrumento de gobierno, un «hombre
139
140 LAS CLASES CONCLUSIONES 141
OLVIDADAS

fuerte», con el cuartel Columbia tras suyo, útil y propio para es el levantamiento La Demajagua e inicio de la primera guerra
mancharse las manos. Fidel Castro, de hogar rico, hijo de un por la independencia. La segunda guerra, tras idénticos
propietario terrateniente, va a la capital a estudiar leyes y se objetivos, tampoco alcanzará resultados. Las tareas de libera-
gradúa de abogado; naturalmente, es de raza blanca. El reverso ción nacional, luego de tanto esperar, se cumplirán al prome-
de la medalla. El alto mundo de los negocios no tiene re-• diar este siglo y entonces lo harán aceleradamente. Iniciadas
paros para recibirlo entre los suyos, sólo que con el tiempo se en 1959 luego del derrocamiento de Fulgencio Batista, un año
crearía un inconveniente: los mandatos ordenando la ex- después se ven agotadas. En el poder se encuentra el Ejér-
propiación de ese mundo llevarían la firma de Fidel Castro. cito Rebelde, una coalición de fuerzas políticas donde se des-
Así, la «astucia» del devenir histórico consiste en los papeles taca el 26 de Julio y como primer ministro Fidel Castro. La
trocados. Fulgencio Batista para el rol de ganar la confianza revolución encara entonces otras tareas. Una nueva línea fun-
popular, Fidel Castro para el rol de no despertar la descon- damental de contradicciones se pone en marcha: contra los
fianza del alto mundo de los negocios. explotadores de dentro. También aquí las fechas pueden de-
Fidel Castro, Fulgencio Batista, Julio Lobo, Jesús terminarse con precisión. El 13-14 de octubre de 1960, al
Me-néndez, Crescencio Pérez: figuras de una época, el decretarse la extensión de las nacionalizaciones al capital nativo
trasfondo lo proporciona la república semicolonial cuyos (y dictarse la reforma urbana), la meta pasa a ser el socialismo.
componentes, heredados de la colonia y remodelados, u otros Nuestro trabajo se mueve dentro de la primera línea de
originales, reconocen la contrapartida en el invariable reclamo: contradicciones, considerando que la lucha antibatistiana
por la independencia. Tras ella, cuatro nombres encarnan otros (1952-1959) se inscribe dentro de la empresa de liberación
tantos momentos revolucionarios. Carlos Manuel de Céspedes nacional. Ello y otros aspectos conexos se han tratado de sis-
y luego José Martí, en el siglo pasado, y en el presente tematizar en el cuadro 4.
Antonio Guiteras —década del treinta— y Fidel Castro, Un período de siete años (1952-1959) inserto en casi un
parten todos de una raíz común. Varía el adversario, la tarea siglo (1868-1960). Ubicado su contexto exterior —tanto en
histórica permanece incumplida. Carlos Manuel de Céspedes el precedente cuadro como antes en una clasificación de ele-
se bate contra un imperio al modo antiguo, España. José Martí mentos de semicolonia— nos volvemos hacia su interior. Así
entra en escena sobre la transición misma, cuando dos frentes sea provisionalmente, es posible ensayar una periodízación
se han abierto: el tradicional imperio y el recién llegado política dentro de este período de tiempo corto (cuadro 5).
imperalis-mo al modo moderno, los Estados Unidos. Con
este último se encuentran Antonio Guiteras y luego Fidel
Castro. Con el transcurso del siglo, el paso de un adversario a
otro. Y la consigna permanece siempre invariable: la
emancipación nacional.
Persiguiendo su logro se articula la línea fundamental de
contradicciones: contra los explotadores de fuera. Las fechas
pueden determinarse con precisión. El 24 de octubre de 1868
CUADRO 4 CONCLUSIONES 143 :
El período que abarca la lucha antibatistiana integrado CUADRO 5
dentro de la empresa de liberación nacional,
colonial, los
correlacionados semicolonial,
regímenes república democrática,
por los cuales socialista
pasa la isla: Periodización en el interior del tiempo corto :
• marcada por los hechos políticos .
1868 1868 1868

primera guerra 1.1.1 Del golpe de estado — 10 de marzo de 1952— al asalto al


de independencia 1878 Moneada — 26 de julio de 1953 — : planteo de la insurrección armada
colonia 1895
segunda guerra
de independencia
1.1.2 del asalto al Moneada a la amnistía, mayo (primera quincena)
1898 de 1955: tramo excepcionalmente caracterizado por
1902 LIBERACIÓN liberación un contenido con dominante pacífico;
nacional
1902 antes de la 1.1.3 de la amnistía a la huelga azucarera, diciembre (segunda
toma del poder !! quincena) de 1955: primera expresión de resistencia de masas;
1933
gobierno !j
república nacionalista 1.1.4 De la huelga azucarera al desembarco del Granma -2 de diciembre
semicolonial de izquierda 1.1.4 de la—huelga
de 1956 : inicioazucarera al desembarco
del levantamiento rural endel Granma — 2 de
oriente;
1934 rr'i
¡del desembarco del Granma a la huelga de Frank País,
.;
lucha antibatistiana 1.1.5
1959 1959 1959 agosto (primera semana) de 1957: incorporación de la clase
obrera a la lucha antibatistiana;
1959 1959 í i ¡ti
i : !
', H¡
tareas de 1.1.6 de la huelga de Frank País al Pacto de Caracas y a la derrota
república liberación militar decisiva del régimen, culminada en agosto(primera semana) de 1958;
democrática nacional
después de la 1.1.7 del Pacto de Caracas y la derrota militar decisiva del régimen
toma del poder
1960 1960 a la huelga general revolucionaria y a la entrada del
Ejército Rebelde en La Habana, el 2 de enero de 1959.
1960
144 LAS CLASES OLVIDADAS

El acontecer es rico, la evolución sostenida. Diferentes


vías, distintos escenarios y actores, gradaciones diversas. Una
Q
constante: no hay pausas, o, apenas, entre tramo y tramo,
algo así como un respiro para la subsiguiente adecuación de
tácticas. Hechos políticos que se dan contemporáneamente a
hechos económicos no menos relevantes, producto de las de-
cisiones del estado en materia de política azucarera. Sobre la
base de estos últimos, un nuevo cuadro.

CUADRO 6

Hechos económicos en el interior del tiempo corto

1.2.1 1952. Zafra libre cuyos resultados son excedentes


azucareros a colocarse en años subsiguientes.

1.2.2 1953-1959. Tanto para posibilitar la comercialización de


tales excedentes, como cuenta habida de la oferta
increscendo en el mercado mundial, adopción del régimen
de zafras restringidas. Como instrumento regulador
internacional, Cuba adhiere al Convenio de Londres.
Disminución en la proporción de compras azucareras de los
Estados Unidos a Cuba.

Puede ahora establecerse una correlación a partir de los


hechos económicos. El primer paso será advertir la repercu-
sión de éstos sobre las condiciones económicas generales —ca-
restía y contracción en el consumo, desempleo, etc., su inci-
dencia en el nivel de vida— para, en un segundo paso, cons-
tatar la respuesta de las masas: tanto su evolución anímica
como los hechos políticos que en consecuencia ellas producen.

WINOCUR
146 LAS CLASES OLVIDADAS CONCLUSIONES 147

Dentro de este último panorama se corre el riesgo de perderse. en alza en el mercado mundial, chocando con la zafra gigante
¿Dónde consideramos el punto de partida? En el hecho cubana de 1952 para arrojar el nuevo signo del período: polí-
subsecuente a la superproducción azucarera cubana: las zafras tica de forzada contracción azucarera.
restringidas. El Convenio de Londres es el complemento y la Zafras restringidas... ¿qué son sino una serie de «malas
disminución en la proporción de la cuota norteamericana la cosechas»? Con la diferencia de que no cabe echarle la culpa
gota que derrama la copa. Pero la espina atravesada en la a la naturaleza, con la semejanza de que el mercado mundial
garganta de los cubanos es haber sido forzados a la actuaba sobre la isla con tanto imperio como la naturaleza.
contracción azucarera. Pues ésta es igual a deterioro eco- En suma, el tiempo corto descompensando el proceso en la
nómico y, con él, el descontento. Y bien, para eso es llamado base: la relación entre la isla y el mercado mundial. O, dicho
el «hombre fuerte» Fulgencio Batista. Se ha insistido en que en otras palabras, un tiempo corto que cuestiona el conteni-
su golpe de estado cortó un proceso cívico en ascenso, con- do de la larga duración cubana.
vocadas elecciones generales para el segundo semestre de Fue así en los años treinta cuando, a raíz de la crisis mun-
1952, El golpe se adelanta con ese objetivo, es cierto. Pero dial, precios y volúmenes de producción azucarera cayeron
un proceso de ese tipo se torna peligroso cuando factores verticalmente. Y con ellos la dictadura de Gerardo Machado,
irri-tativos hacen temer por su radicalización. generándose un movimiento popular convergente sobre el
Y de precaverse contra factores de ese tipo se trataba. nuevo gobierno de Raúl Grau San Martín y Antonio
Ni bien conocida la gigantesca zafra libre y sus excedentes in- Guite-ras. Pero entonces el ánimo de las masas pudo ser
vendibles, es el golpe de 10 marzo de 1952. Cuando se sabía, revertido mediante el golpe de estado y el terror. Otras
fuera de toda duda, que los mecanismos del mercado mundial circunstancias históricas gobernaban interfronteras, y
impondrían la contracción azucarera a partir de la próxima extrafrenteras la situación presentaba el reverso: los años
zafra. Cierto que los gobiernos civiles estaban desprestigia- treinta del auge del fascismo, mientras que los años
dos por la corrupción, y ello facilitó la obra de los conjura- cincuenta, tras su derrota, dejan ver más claramente la
dos. Pero Fulgencio Batista viene a otra cosa. Coincidiendo perspectiva de un mundo nuevo y de las nuevas relaciones a
con los requerimientos hemisféricos de la guerra fría, su tarea
trabar con él.
ningún gobierno civil sería capaz de encarar. La tarea de decir
El tiempo corto de las «malas cosechas» reconoce amplios
a los cubanos: resígnense al deterioro que les traerá la con-
entornos. Permítasenos una referencia a modo de ilustración.
tracción azucarera.
Ernest Labrousse —recogiendo la tradición de tes historiado-
De donde este fenómeno sea reivindicado por nosotros res de la revolución francesa de 1789— ha articulado perío-
en el punto de partida: bien que hayamos adelantado una dos donde un tiempo corto, ya dejándose escuchar los aires
periodización entre hechos políticos, de inmediato hemos pa- marselleses, juega el rol de detonante. Allá, en la Francia del
sado a poner de relieve los hechos económicos para contra- anden régime, relaciones de producción caducas se caen a
poner unos a otros. La resultante ha sido un pedazos. Aquí, en la isla azucarera, el trasfondo lo brinda la
redimensiona-miento: a la apertura del tiempo corto no dependencia, también históricamente trasnochada. Y si los
aparece el golpe batistiano, sino un conjunto interactuado de niveles no han llegado a grado de saturación, lo que falta lo
oferta azucarera brindará el elemento sorpresa hecho valer en situación ínter-
148 LAS CLASES OLVIDADAS CONCLUSIONES 149

nacional favorable y frente a un Fulgencio Batista no menos proceso el accionar revolucionario que azuza precisamente en
torpe que Luis XVI. Y llegan, en uno y otro caso, las «malas el sentido de la exasperación. En los años 1957-1958 es
cosechas». Es el detonante. En la campiña francesa raramente cuando el Ejército Rebelde, el 26 de Julio y Fidel Castro lle-
se verá al pueblo ir a rogar en procesión por las lluvias ni en nan definitivamente el vacío producido desde el golpe de
la isla azucarera resignarse al mercado mundial: echará las estado en el campo de la oposición, adquiriendo prestigio y
culpas al poder político que ha dejado llegar las cosas al ex- autoridad. Dejan de ser vistos como un grupo romántico de
tremo de que una serie de «malas cosechas» basta para des- «robins hood» de la sierra, para devenir la contrapartida de la
compensar el proceso de larga duración. dictadura.
No se trata de elaborar una lista de semejanzas y otra de Tenemos, pues, en juego factores que se interrelacionan y,
desemejanzas. Bien sabemos que toda comparación funciona según avanza el proceso en el interior del tiempo corto, mu-
aquí mutatis muiandi. De otra cosa se trata: colocar la gesta tuamente se ceden espació. En la base el mercado mundial y
de los cubanos en el marco de las revoluciones contemporá- el motor que pone en marcha en la isla: las zafras restringi-
neas, sacándola del estereotipo escolar de los barbudos ba- das. Y en la superestructura política marchan al encuentro las
jando de las montañas. Y a ese efecto tanto da tomar la revo- condiciones subjetivas de masa y la voluntad del hombre tra-
lución francesa como cualquier otra del tipo contemporáneo ducida en accionar revolucionario organizado.
donde el climax político es alcanzado a través de mecanismos Ahora bien, a estas consideraciones no se arriba sino a
compartidos. través de una visión ampliada: la que resulta de incorporar
Allá se marchará a la toma de la prisión parisina, aquí al mapa social las clases olvidadas: proletariado y burguesía
será tras el cortejo fúnebre de Frank País... la irritabilidad azucarera; más la consideración en capacidad de decisiones
no cede: sólo lo lograría el terror y no hay quien lo adminis- autónomas de las masas rurales. ¿Y qué viene a resultar?
tre. Cuando —alguien lo subrayó a propósito de la revolu- Pasan a primer plano las propias necesidades, intereses y con-
ción rusa— los de abajo han quebrado la obediencia y los tradicciones de clase como fundamento de las decisiones polí-
de arriba han cesado'en la autoridad. ticas.
Y en ese registro se inscribe el ya comentado cuadro 7. En ese sentido el punto de arranque es común. Cualquie-
Bien que el motor —deterioro económico de las zafras res- ra que sea la clase, invariablemente se trata de lo específico
tringidas— entre en desaceleración en los años 1957-1958, es reí vindicativo, conectado en la emergencia al factor de base
ya tarde: la superestructura manda sobre la base. La dinámica antes relacionado, el deterioro económico de las zafras res-
social ha adquirido un ritmo tal que, de por sí, constituye tringidas. Los obreros exigen mejores salarios, los poblado-
factor generador. Habrá una recuperación económica en tér- res rurales tierra y trabajo, los hacendados se resisten a aceptar
minos relativos en los años indicados, mas sus efectos son un giro recesivo a sus negocios. Así es como, a medida que
nulos sobre el ánimo popular. avanzan los años cincuenta y aun antes de estar ganadas las
Incide en esto el grado alcanzado. Grado superlativo del masas por un estado de exasperación, asistimos a violentos
descontento que es la exasperación y del cual no es fácil ha- movimientos de huelga, ocupaciones de tierras, agresivas
cer regresar a las masas. Y no menos incide a esa altura del actitudes en la disputa por los mercados. Corren los años cin-
150 LAS CLASES OLVIDADAS CONCLUSIONES 153
151

cuenta y tras la agudización de lo reivindicativo van aflorando más allá, la común traducción política: contra la dictadura de
líneas de contradicciones: la clase obrera y las masas rurales Fulgencio Batista.
contra la burguesía azucarera (y contra todo poder terratenien- ¿Quién, sino ella, acabará por aparecer como la respon-
te: los pobladores de la sierra contra los latifundistas del café, sable de los males? Por la mano de su ejército se ha desalo-
etcétera), y ésta contra sus competidores, especialmente los jado y asesinado a los pobladores de la sierra. A su amparo
remolacheros norteamericanos. ha culminado la tarea mujalista, acompañándola también del
Es un cuadro de situación que encuentra a la burguesía crimen. Su política económica sirve al capital extranjero, an-
azucarera tomada entre dos fuegos.' Para cualquiera resulta tes que al nativo. Y, en fin, es el gobierno de las zafras res-
una incómoda posición. A' esta clase corresponde, pues, la de- tringidas sobre quien se concentra la responsabilidad por el
cisión: zafarse pactando con un enemigo. Y así se determina deterioro económico que sufre el país en su conjunto.
su actitud cuando la huelga de 1955. Tiene a mano el estado De ahí que los movimientos comiencen bajo una faz
autocrático (pronunciado a su favor en el pleito salarial) y rei-vindicativa para terminar apuntando sobre la dictadura. Las
de su lado está la dirección sindical mujalista, en posición de grandes huelgas, que sufren tan neta evolución: de una a otra
negociar la entrega del movimiento. No obstante, la burguesía es como decir de lo laboral a lo político, de lo^salarial a lo
azucarera prefiere pactar con los trabajadores. Ha hecho su insurreccional. Los pobladores de la sierra recurriendo a las
elección: plantear el enfrentamiento con el otro enemigo, los armas para recuperar tierras y seguridad, mas no quedando en
remolacheros del norte. Y no excluye de sus planes llegar a ello sino dirigiéndolas en definitiva a derrocar la dictadura.
contar, en su puja extrafromeras, con el apoyo de la nación Y, en su medida, es también la actitud que adoptan los ha-
toda, incluida la clase obrera. Que por su parte —y tal pre- cendados, quienes, luego de contribuir a minar la autoridad
ocupación comparten los pobladores rurales— coinciden sus del gobierno con crecientes críticas a su política económica,
intereses en cuanto preservar la fuente de trabajo; y ésta se acaban en bloque por volver la espalda a Fulgencio Batista.
ciega en la medida en que la restricción opera sobre las zafras. En 1957-1958 hay exasperación y hay compromiso. Una
Es así como, no obstante la agudización de lo reivindica- domina el plano político, el otro gobierna el plano social y,
tivo, las masas se avienen al compromiso. El proletariado desde ambos, otorgan relieve propio al período. La exaspe-
acuerda poner fin a la huelga de 1955 tras la satisfacción ración no es ciega sino consciente y clara en la formulación
parcial de las exigencias salariales. No distinta es la actitud del objetivo: derrocamiento de la dictadura. Y a este último
se somete el compromiso clasista.
de los pobladores de la sierra. Quieren la tierra pero, incluso
Una vez cumplido el objetivo, el postbatistato desobliga-
bajo la protección armada del Ejército Rebelde, aceptan por
rá a los contratantes. Quedarán con las manos libres. Y en-
el momento poner límite a sus exigencias de reforma agraria: tonces se sabrá quién hizo negocio. Si la burguesía azucarera
reposición de los desalojados y expropiación de los latifun- logrando restringir la tarea de liberación nacional a su pleito
distas sólo en caso de tratarse de personeros o cómplices de con los remolacheros norteamericanos. Si las masas rurales
la dictadura. De modo que las líneas de contradicción clasis- accediendo a la tierra a través del instrumento jurídico de la
tas encontrarán en el período su modo coexistente y, un paso reforma agraria. Si la clase obrera obteniendo mejores sala-
152 LAS CLASES OLVIDADAS CONCLUSIONES

ríos y enderezando los acontecimientos hacia la apertura lidad dominante entre los hombres que desembarcaron del
socialista. El tiempo lo diría. Y, en todo supuesto, no Granma, y que consistía en esperar una respuesta casi auto-
sería tiempo perdido: la isla no recordaba, desde épocas del mática de las masas para culminar rápidamente en el derro-
dictador Gerardo Machado, otro gobernante más proclive a
camiento de Fulgencio Batista. Ha sido visto cómo los hechos no
favorecer los intereses extranjeros, represión mediante.
concordaron con este esquema y antes bien otras alternativas
Constituía ya un beneficio el hecho de la salida de Fulgencio
aguardaban, notoriamente las exigencias de lo reivin-dicativo.
Batista. A ese objetivo cada clase aportará a través de
De cómo los hombres venidos de la ciudad rectificaron su punto
mecanismos que le son propios. Con respecto a las masas
de vista originario, el mismo Ernesto Guevara da cuenta en
rurales de la sierra es notorio cómo actúan dinámicamente,
otro texto: «la reforma agraria no fue invento nuestro, fue
contribuyendo a ponerlas en camino. El pauperismo ha
aflojado los lazos con una tierra donde capitalizarse resulta conminación del campesino, quien la impuso a
poco menos que vano intento. Pero este factor, de por sí, no la revolución».1
es de grado suficiente para hacer dejar la parcela con ánimo De este último testimonio las propias necesidades y con-
revulsivo; se adiciona la falta de oferta de tierras en el tradicciones de clase surgen dotadas de la fuerza necesaria
entorno y otros componentes de orden más específico aún para dar actualidad programática y, en consecuencia, trasto-
que irán a interac-tuarse entre sí. Nos referimos a la car la estrategia. Con ello queremos puntualizar las siguientes
movilidad horizontal del circuito sierra-llano, que otorga un cuestiones. Necesidad de las masas rurales: la tierra. Contra-
rasgo nómada. También pesan las tradiciones agrarias, que dicciones: contra los latifundistas que la acaparaban. Y, bien
han familiarizado con el manejo del arma y valorizado a los que ceñidas al compromiso clasista del período, he aquí el
ojos del poblador rural la movilización solidaria para la rol de las contradicciones: imponen —retomamos el término
defensa de la tierra, más de una vez librada con éxito. El usado por Ernesta Guevara— la reforma agraria. Y quienes
bandolerismo, variante degenerada, no por eso dejando de llegaron a la sierra para levantar en armas a sus pobladores
contribuir como desagregante del conformismo. Y, por fin, la se dan con que éstos no serán tanto despertados a la revolu-
gota que desborda la copa: los desalojos y la represión ción como los guerrilleros a la realidad social: no habrá derro-
masivos, coincidentes con el desembarco camiento de la dictadura sin antes atender a los intereses de
del Granma. clase.
Convergen estos factores dentro de un proceso general de Claro está, las citas recién traídas corresponden a una
proletarización, y coyunturalmente colocan al poblador rural época en que su autor aún no se planteaba la revolución con-
en la situación límite: reaccionará de más en más favorable- tinental. A este propósito permítasenos una aclaración. El es-
mente a la convocatoria de la guerrilla. Y lo hará en defensa tudioso —o simplemente el hombre que ha vivido los acon-
propia: antes convencido por su estado de necesidad que por tecimientos políticos latinoamericanos que van de los años
la proclama de los hombres venidos de la ciudad. Éstos así sesenta a los setenta— podrá encontrar citas de diferente con-
acaban por comprenderlo.
De ello rinden testimonio ciertas reflexiones de Ernesto 1. Ernesto Che Guevara, «Proyecciones sociales...», en Obras, t.
Guevara. Como se recordará, nos advierte sobre una menta- II,
p. 18 (texto abreviado).
154 LAS CLASES OLVIDADAS CONCLUSIONES 155

tenido a las aquí traídas. Su manejo no es simple —en gene- queño campesino quedaba expuesto al «contagio» de la ideo-
ral se trata de juicios emitidos postperíodo— y debe distin- logía proletaria, pasando sin transición a absorber una pers-
guirse si las dicta el pasado o un cierto presente. Pues la pectiva radicalizada: los «crescencios pérez» no vacilarían en
regla es una: verificar los dichos con los hechos, las interpre- medios para lo reivindicativo ni les asustaría que su logro
taciones con la Historia. pudiera conducir más lejos de tierra y trabajo a secas.
Las sierras orientales tienen, y transmiten de padres a hi- En fin, si de calibrar el rol de la clase obrera se trata, lo
jos, circuitos propios, marcados por los tipos de producción primero a tomar en cuenta es esto: no se circunscribía su
imperantes. Con ellos se dieron los hombres venidos a bordo presencia a las empresas típicamente manufactureras de la
del Granma. Una senda conduce de la sierra al llano y otra ciudad y a los ingenios del llano sino que, en su medida, se
del llano a la ciudad. El llano está en la encrucijada de la dejaba sentir en la sierra. Y lo segundo a considerar hace a
zafra. De ella el pequeño campesino no regresa a la sierra tal su actividad específica en el período: de una a otra huelga
cual vino. Vuelve con elementos que en su ánimo contribu- pasó a gobernar el llano. Hasta el momento en que el Ejér-
yen a morigerar lo que son los típicos individualismos de su cito Rebelde entra en La Habana, ningún movimiento llega
clase y el aferrarse a la propiedad privada de la tierra, sin a tener la importancia y cubrir el país a la manera de sus gran-
otra perspectiva que capitalizarse. Que, por lo demás, era des huelgas. El recuento de fechas habla de por sí. 1955,
para el pequeño campesino de la sierra bastante ilusorio, y 1957, 1959: bajo dictadura y mujalismo un paro masivo
la prueba es que al año siguiente lo tendremos de regreso a cada dos años (en realidad es menos: cada año y medio).
la zafra o a la recolección de café en predio ajeno. En fin, un Y bien, se ha intentado poner de relieve el rol de la clase
circuito que pone a las masas rurales en movimiento y donde obrera en el período. Conforme lo dejara enunciado el Pacto
los obreros venidos de la ciudad o residentes en el llano —a de Caracas, el triunfo requería una conjunción de lucha
quienes hemos visto organizarse desde años atrás y actuar sin armada y paralización del país. No habrá derrocamiento de
titubeos en la huelga azucarera de 1955— tiene concertada la dictadura mientras el Ejército Rebelde no baje al llano y la
puntual cita. isla sea ganada de oriente a occidente, de la Sierra Maestra a
Dejarán caer una palabra en los oídos del pequeño cam- La Habana. Y el Ejército Rebelde no tendrá ese camino hasta
pesino y le encontrarán receptivo. Necesitado como fuerza tanto la clase obrera, en el centro de un conjunto de acciones
de trabajo, rechazado de la competencia, es natural que así cívicas y de masa, lo deje expedito.
sea en el hombre de la Sierra Maestra. Pues allí —primigenio Más se visualiza el rol del proletariado en el período en
teatro de guerra, asentamiento del Ejército Rebelde y escena- cuanto el historiador se pregunte por las razones del triunfo
rio luego de batallas decisivas— las relaciones de producción militar. Todo hombre de uniforme sabe qué factor determina
parecían navegar contra la corriente: en lugar de participar la victoria de un bando: la relación de fuerzas. Ahora bien,
del capitalismo llevado a todo lo largo de la isla por el inge- si tomamos el hecho de armas decisivo, aquel que otorga irre-
nio —esa fábrica de azúcar— permanecían sus pobladores versiblemente la primacía al Ejército Rebelde, los primeros
sumergidos en el pozo de las supervivencias feudales, sobre datos son desconcertantes. Nos referimos a la batalla conti-
las cuales nos hemos extendido. En esas condiciones el pe- nuada que se da entre mayo y agosto de 1958 en la Sierra
CONCLUSIONES 157
156 LAS CLASES OLVIDADAS

Maestra, y al número de efectivos que se cuentan de cada se sabe, un soldado en esas condiciones vale por medio, cuarto
lado. Veamos el hecho de armas. Tras el fallido intento de o aún menos de un soldado. Lejos está, pues, la aritmética de
huelga general del 9 de abril, cree llegado su turno Fulgencio «bajo bandera» de aportarnos la realidad. Tras Fulgencio
Batista. Y decide pasar a la ofensiva en un esfuerzo supremo, Batista había muchos menos y tras Fidel Castro muchos más.
movilizando las fuerzas disponibles. Cerca el territorio rebel- Se diría que, entre resta por un lado y suma por el otro, se
de y comienza a avanzar paso a paso. Es el encuentro militar había llegado a una suerte de equilibrio de fuerzas. Lo tes-
decisivo y ambos bandos lo saben. Y bien, al cabo de algo timonia a nuestro entender lo prolongado de la lucha y el
menos de dos meses y medio, los cuerpos armados de la dic- hecho de que en los momentos culminantes los rebeldes lle-
tadura emprenden la retirada. Es la derrota de Fulgencio Ba- garan al extremo de encontrarse sitiados en un área de unos
tista. pocos kilómetros. Cuando, lo expresa Fidel Castro, un error
¿Qué había pasado? Comencemos por destacar los datos y era la derrota. 3 Son evidencias, y en particular la última, '
primarios. ¿Cuántos hombres hay en pie de guerra? 10.000 de un equilibrio de fuerzas. Un bando en relación de supe-
del lado de Fulgencio Batista, 300 del lado de Fidel Castro. rioridad respecto del otro puede consentir errores y conserva
¿Armamento? Malo e insuficiente en el Ejército Rebelde, mo- su capacidad de recuperación. En las condiciones descritas, no
derno en el bando de la dictadura. Por ello decíamos que los era el caso: un punto más de ajuste del cerco significaba el
primeros datos aparecen desconcertantes, al punto que Ernes- aniquilamiento para los rebeldes, mientras que los sitiadores
to Guevara llegó a calificar esa victoria como «increíble». habían llegado al máximo del esfuerzo de que eran ca paces.
Ahora bien, estos datos no pueden ser tomados al pie Claro está, dada una situación de equilibrio, todo factor
de la letra. Lejos están de reflejar la relación de fuerzas. Tras pasa a gravitar y puede decidir la suerte de las acciones. El
Fidel Castro había —lo hemos subrayado— no únicamente fiel de la balanza se inclinará hasta con el peso de una plu-
un ejército uniformado, sino otro no uniformado. El segundo ma. Aquí debe, pues, completarse el recuento. Jugaban a
aprovisionaba al primero, constituía su vasta retaguardia, sus favor de los rebeldes su moral; la situación geográfica que
ojos y oídos a la vanguardia. No estamos en condiciones de brindaban las escarpadas sierras, de difícil accesibilidad; la
estimar su número, pero hacen muchas veces 300. En cambio, acertada conducción político-militar de su jefe; y otros facto-
los 10.000 batistianos son muchos menos. También lo hemos res. Pero el decisivo, que llevó al equilibrio de 300 contra
explicado: estaban desmoralizados al punto de pelear poco 10.000, no se encuentra allí sino en el ca¡mpo de Fulgencio
y mal o, lisa y llanamente, negarse a pelear y desertar, como Batista. Un ejército que pelea mal, o no lo hace y llega su
lo consignan los partes de guerra de ambos bandos. 2 Como tropa a desertar, poco importa el número de los efectivos:
no sirve.

2. «Documentos de la tiranía», anexos del libro Che, Instituto del


Libro, La Habana, 1969, pp. 141-269; Fidel Castro, discurso difundido parten luego de la derrota batistiana desde la Sierra Maestra hacia La Ha-
por Radio Rebelde los días 18-19 de agosto de 1958, en Nuevo curso de bana, confirman ese panorama en el bando de la dictadura. 3. Fidel
instrucción revolucionaria. Los diarios de guerra llevados por Camilo Castro, La Revolución Cubana.
Cienfuegos y Ernesto Guevara en las expediciones que bajo sus mandos
CONCLUSIONES 159
158 LAS CLASES
OLVIDADAS

¿Por qué ese ejército había llegado a tal estado al pro- En cuanto a las acciones militares, ocupa el primer plano
mediar 1958? Hemos señalado la causa: el desgaste produ- el Ejército Rebelde en las montañas de Oriente, No son, sin
cido por un continuo hostigamiento. Allí donde, junto a las embargo, las únicas. La base naval de Cienfuegos se subleva
acciones militares, se inscriben las cívicas que suelen no guar- en operación coordinada de militares y civiles, sin prosperar,
dar la brillante memoria de los hechos de armas. Un día es el pero concurriendo igualmente al desgaste del régimen por hos-
juramento de fe democrática convocado en la colina universi- tigamiento.
taria de La Habana, donde silenciosamente miles de personas Un país, su pueblo —clase obrera, masas rurales, pe-
testimonian su repudio al golpe. Otro día es la demanda de queña burguesía, como sectores sociales más representativos
justicia para los prisioneros políticos, efectuada por doquier por su caudal— va separando de su seno, como si se tratara
y ante los mismos estrados de los tribunales. Tal el caso del de un cuerpo extraño y nocivo, a los institutos represivos del
juicio de quienes fueran capturados luego del desembarco del régimen. Hostigadas permanentemente por un conjunto de
Granma, proceso celebrado en Santiago; y cuyo voto absolu- acciones militares y cívicas, rodeadas por un clima general
torio en disidencia hace célebre al magistrado Manuel de repudio, las tropas batistianas llegan finalmente a la sierra
Urru-tia, al punto de valerle la presidencia de la República a si no vencidas, debilitadas. Van a librar su ofensiva de
la caída de Fulgencio Batista. Mención especial merece la cam- mayo-agosto de 1958 en curiosa posición: a la defensiva. Allí
paña por la amnistía que llegó a aprovechar la coyuntura han sido colocadas. Si son 10.000 que cercan a 300, no es
electoral de la reelección del dictador (votado como candidato menos cierto que 6.000.000 cercan a su vez a los 10.000: el
único, 1954) para exigir de viva voz la libertad de Fidel Castro país está contra el régimen. Cada soldado batistiano acaba por
y demás presos, forzando finalmente la presión de masas las sentirse como el integrante de un ejército de ocupación. Y ese
puertas de las cárceles. estado de cosas afloja su brazo al punto de hacerle bajar el
No escapa a este recuento la constante rebeldía estudian- arma antes de decidirse a jugar su vida.
til, sus manifestaciones recorriendo las calles habaneras, don- Otro es el panorama en el bando rebelde, donde se está
de se inscribe el nombre del líder universitario caído José dispuesto a morir. Falta la moral elemental del soldado en el
Antonio Echeverría; ni tampoco falta cierta actividad de los bando batistiano, salvo en algún cuerpo que mantiene el es-
partidos políticos tradicionales, donde se destaca la persona- píritu de profesionalidad, como la tropa al mando del co-
lidad de Pelayo Cuervo, mandado asesinar. Y el componente mandante José Quevedo. Es ilustrativo recordar el episodio,
de mayor peso: las huelgas, con los movimientos de 1955 y que enmarca el atascamiento definitivo de la ofensiva guber-
notoriamente de 1957, Tampoco se circunscriben las accio- namental de mayo-agosto de 1958. Terminará esta tropa por
nes civiles al ámbito urbano. Hemos dado cuenta de ocupa-
ciones de tierras que ocurren en diversos puntos de la isla
en los años cincuenta, reflejadas a su manera en la prensa.4 Creyendo tener derecho, pretendieron ocupar una finca de propiedad ajena».
Alerta, La Habana (25 julio 1953), pp. 1 y 7; «Consultivo. Los litigios por
tierras. Podrá el Ejecutivo resolver reclamaciones sobre desalojos con car -
4. Aparte del citado caso de Las Maboas, según relatara gos al fondo especial», Alerta (17 julio 1953), pp. 1 y 12; «Municipio de
Bohemia (1958), ver para provincia de Oriente: «Geofagia. Presos 135 San Luis», Diario de Cuba, Santiago (1 febrero 1956); etc.
campesinos.
160 LAS CLASES CONCLUSIONES 161
OLVIDADAS

rendirse luego de un último esfuerzo de combate, llegando a) en las huelgas de 1955 y notoriamente de 1957 como
luego su comandante a ser ganado políticamente por Fidel principal agente del desgaste que, dentro de la continuada
Castro. Y bien, a poco que se examinen las razones del des- contienda civil que se da en el período, corroe el poder ba
enlace militar, se constata: nunca llegaron los abastecimientos tistiano;
y refuerzos que, para salvarse del agotamiento, insistentemente b) dada la específica estructura de clase que la vincula
reclamaba el comandante José Quevedo. ¿Por qué? Las a las masas rurales de oriente, interaccionado con éstas y, en
razones convergen sobre el mismo factor de desmoralización: esa medida, haciéndose presente en la sierra, teatro de la
a esa altura no hay quién en el ejército batistiano ose subir guerra de guerrillas (1956-1958);
a batirse en la sierra por más órdenes que su alto mando im- c) protagonista civil del segundo escenario de lucha ar
parta desde La Habana. mada, el llano, abriendo camino al Ejército Rebelde destino /
Escuetamente se ha relatado una serie de acciones civi- a La Habana (1958);
les de oposición al régimen cumplidas antes de iniciarse las d) en la huelga final (declarada el primero de enero de
batallas militares decisivas. De ahí su valor. No quiere decir 1959) decidida y puesta en marcha desde diciembre funda
que faltaran después, acompañando y afirmando las victorias mentalmente en cuanto a no levantar la zafra, coadyuvando
del Ejército Rebelde. Recordamos a título de ejemplo el boi- a precipitar la elección de los hacendados de desligarse en
cot a las elecciones de noviembre (primera quincena) de 1958. bloque de Fulgencio Batista;
Fulgencio Batista ha designado un candidato a presidente. e) en la misma huelga en el remate de la dictadura y
Pretende crear la impresión de otorgar una salida electoral al secuelas, al dar cumplimiento a una de las dos grandes ver
país. El repudio es masivo, estimándose que alrededor del tientes planteadas dentro de la táctica revolucionaria, según
75 % de los inscritos se abstiene de votar. se acordara en el Pacto de Caracas.
¿Dónde estaba aquella impunidad batistiana de 1952?
Quedaba atrás junto al silencio de las masas que entonces De donde el acceso al poder del Ejército Rebelde encuen-
facilitara el golpe de estado. ¿De dónde venía la debilidad tra al proletariado cubano movilizado, se' diría en pie de
batistiana de 1958? Otra vez de las masas: había cesado su guerra. Lo que ocurre después tiene que ver con ese grado
silencio para exigir en alta voz el final de la dictadura. alcanzado en las condiciones subjetivas de masa. Los momen-
Acción militar, acción civil, una necesitaba de la otra. Y tos históricos subsiguientes plantearán las tareas de liberación
en cuanto a la clase obrera, nos damos con el mismo juego nacional y de paso al socialismo; y la audacia que agotará las
que respecto de las masas rurales. Allí hacía sentir su pre- primeras y la decisión de adoptar el segundo tendrán en la
sencia en el seno de otro sector social, no obstante un esce- clase obrera su protagonista.
nario que le era ajeno: no existía un solo establecimiento Y bien, las clases olvidadas cuya revaloración histórica,
fabril en la sierra. Y aquí tenemos a la clase obrera repercu- decíamos, enriquece el panorama. A modo de conclusiones
tiendo dentro de un enclave más extraño aún: los cuarteles. hemos pasado revista a las masas rurales de la sierra y al
En suma, el proletariado cubano aporta a la revolución en los proletariado cubanos. Queda por considerar la cúspide de la
siguientes frentes: pirámide social, la burguesía azucarera. Por supuesto, su par-
II. —WINOCUR
162 LAS CLASES CONCLUSIONES 163
OLVIDADAS

ticipación en el período se da en distinta medida a las clases se apresta a romper a su favor. Nos referimos a la ofensiva
recién mencionadas y a la que cupo a la pequeña burguesía militar batistiana de mayo-agosto de 1958. En medio de ella,
en sus sectores radicalizados. Para éstos y respecto de masas Fidel Castro no descuida lo político. Siete meses atrás se
rurales y proletario, un rol que puede calificarse de decisivo, permitió romper con representantes de corrientes de partidos
en tanto que el jugado por la burguesía azucarera se ubica tradicionales. Ahora, en situación, si no desesperada, difícil
más bien como de refuerzo. —cercado militarmente y su movimiento 26 de Julio bajo
Ahora bien, la última expresión califica un específico y los efectos del fallido llamamiento a la huelga del 9 de abril—-
complejo espectro de cuyo análisis aquí se trata. Como recor- se recompondrá un acuerdo con políticos, donde figuran con-
dábamos, lo reivindicativo, en función de los intereses de notados hombres de confianza de la burguesía azucarera. Es
clase, no está ausente en los hacendados. Informa y da con- así como se abren consultas y relaciones que epilogarán el
tenido a sus planteos. ¿Qué nos interesa de éstos? Funda- 20 de julio al prestar Fidel Castro su acuerdo al texto, en
mentalmente dentro de dos registros: adelante conocido como Pacto de Caracas.
¿De dónde viene ese nombre? Precisamente, tiene que
a) lo reivindicativo como actitud en defensa propia que ver con lo característico de la situación. Cercado el Ejército
la clase propietaria por excelencia de un país dependiente se Rebelde, difícilmente alguien atravesará las líneas enemigas
ve forzada a asumir frente al mercado mundial; para recoger la firma de Fidel Castro. De modo que éste
b] y en tanto consecuencia sobre el plano político en brinda su conformidad por radio desde su cuartel general en
horas decisivas para la suerte de la nación. la Sierra Maestra, comunicándose con exiliados cubanos resi-
dentes en la capital de Venezuela. Tal conformidad es tenida
Es el punto b quien da realce al punto a e informa para por firma.
qué sirve a en el caso de nuestro país y período. Un pleito Hay también el hecho de la fuerza que otorga la unanimi-
por mercados ¿queda-'en tal o tiene que ver en el destino dad. Tal cual fue relacionado, la actitud de los hacendados
cubano? Hemos adelantado una respuesa afirmativa y cali- se fue desvelando gradualmente. Primero, elementos aislados
brado el grado de la consecuencia política, llamándola de re- hicieron oír su voz de protesta. Luego, una corriente mino-
fuerzo. Una expresión que presupone en un solo enunciado ritaria se compuso en el seno de la burguesía azucarera. Y fi-
una necesidad: sumar en dirección al objeto del momento his- nalmente la clase en bloque, luego que su palabra «oficial»
tórico —el derrocamiento de la dictadura— sin entrar a dis- sea dicha por boca de Julio Lobo, vuelve las espaldas a la
criminar en qué medida y tras cuáles fines el recién venido dictadura. Y bien, a medida que un paso sucede a otro, el
hace su aporte. desgaje de los hacendados cobra un valor adicional: completa
Cuando se está empeñado en una guerra sin cuartel el aislamiento del enemigo. Otorga la unanimidad social al
—aquello de regresar «con la tiranía descabezada a los pies» bando de la revolución. Compone un panorama que permitirá
no era una bravata— difícilmente se dude:' todo lo que suma proclamar Ínter y extrafronteras: el país está contra Ful-
es bienvenido. Máxime si, como vimos, la situación se apre- gencio Batista.
cia llegada a un punto de equilibrio de fuerzas que un bando Y esto último irá cobrando especial relieve a medida del
164 LAS CLASES
CONCLUSIONES 165
OLVIDADAS

transcurso de 1958. Este año no significa el desplome de la


Cuba, sin lograr sus objetivos. Y un tercero, a cargo de mari-
dictadura como un asunto que compete únicamente a los cu-
nes, se registra en 1965 en la República Dominicana. De todos
banos, sino el arribo al punto límite para la decisión de los
estos episodios la responsabilidad fue asumida, aludiendo a
Estados Unidos. ¿Debían intervenir? En la segunda mitad del
año se hizo claro que Fulgencio Batista no ofrecía garantías razones de seguridad hemisférica, por los Estados Unidos.
de estabilidad. En caso de operarse su relevo ¿quién le suce- De modo que la intervención militar extranjera en las
dería? Para el Departamento de Estado cabían dos alternati- áreas del Caribe y Centroamérica no era cosa del pasado y,
vas: dejar que los acontecimientos siguieran su curso o bien llegados los años cincuenta, continuaba pesando en las deci-
intervenir para garantía de que ningún control dejara de siones políticas. Toda empresa debía medir su dosis de auda-
funcionar. Nos referimos a una vasta gama que va desde los cia en estos términos: ¿y si intervienen los Estados Unidos?
económicos —la cuota azucarera y el reguardo de las inver- En cuanto a Cuba, bien que remontando su aparición a fines
siones norteamericanas— a los militares —la misión instala- de siglo, el fantasma había regresado con los recientes años
da en La Habana y la base de Guantánamo—, sin olvidar los treinta. Fue cuando el gobierno nacionalista de izquierda
requerimientos de una política internacional occidentalista. orientado por Antonio Guiteras. A la espera de los aconte-
Y bien, es así cómo la posibilidad de intervenir se baraja en cimientos La Habana vio anclar barcos de guerra de los Es-
el Departamento de Estado y en otras altas esferas guberna- tados Unidos. Tras esa presión y otras canalizadas por la
mentales en esa segunda mitad del año 1958. misión Summer Welles, finalmente el golpe de estado se pro-
La intervención militar norteamericana no es un hecho dujo elevando a la categoría de «hombre fuerte» al sargento
que pueda sorprender. Y menos en esa zona del globo, a Fulgencio Batista.
180 km de las costas de los Estados Unidos. Como referi- Fidel Castro tuvo presente la eventualidad. Mayor era el
mos en el primer capítulo, Theodore Roosevelt protagonizó peligro a medida que la dictadura perdía estabilidad y la
una de las más sonadas, ya en 1898. Desde entonces hubo guerra civil cobraba vigor. Un doble argumento proporciona-
otras en la isla hasta arribados los años treinta. De ahí en ban las circunstancias a los Estados Unidos: restablecer el
adelante la política intervencionista se desplazó hacia los gol- orden en su vecino y asegurar una zafra en nombre de su
pes de estado, como también se indicara. Éstos reemplazaron abastecimiento de azúcar. Si se agregaba un tercer argumento,
a los marines. Pero no del todo. Si por alguna circunstancia el de un ejército de «comunistas» tomando el poder a 180 km
la posibilidad del golpe de estado quedaba bloqueada, no es- de sus costas, mientras la burguesía ponía el grito en el
taba excluido retornar in extremis al viejo método. cielo viéndose al borde de la expropiación... difícilmente se
Fue así cómo en 1954 un cuerpo armado invadió la centro- conciben dudas en la decisión del Departamento de Estado.
americana Guatemala, colaboró eficazmente en el derroca- Pero la situación era otra. La burguesía azucarera tenía
miento del mandatario cuestionado, Jacobo Arbenz, y llevó pendiente su pleito con los remolacheros / norteamericanos y,
al jefe de la expedición, Carlos Castillo Armas, a la presi- encontrándose en fase de expansión, no miraba con buenos
dencia. Otra operación de ese tipo fue intentada en 1961 con ojos al capital extranjero sobre suelo cubano. Y, aun cuando
el cuerpo armado que desembarcó en Bahía de Cochinos en desconfiara, no alcanzó a medir el peligro que significaba el
Ejército Rebelde, dándose por satisfecha con las explicacio-
166 LAS CLASES CONCLUSIONES 167
OLVIDADAS

nes programáticas que ofreció Fidel Castro. En esas condi- ¿Cómo llegó a darse la contingencia? JJna serie de inci-
ciones, advirtiendo el insalvable descrédito de la dictadura, dentes, sucedidos en la segunda mitad del año, involucraron
actuó de distinta manera que sus antepasados de 1898. No a ciudadanos norteamericanos residentes en Cuba, algunos
era la ocasión para ningún reparto ni los hacendados estaban miembros de la dotación de la base de Guantánamo, provin-
en disposición de ello. De modo que no prohijaron la inter- cia de Oriente. Llegan incluso a ser tomados prisioneros por
vención militar del vecino del norte para resolver problemas el Ejército Rebelde, sin conocimiento de Fidel Castro. Ente-
que afectaban a la nación cubana. De ahí la importancia que rado éste, ordena de inmediato les sea devuelta la libertad y
asumen las decisiones políticas de la burguesía azucarera. Pá- garantizada en adelante su seguridad. El hecho es que este
rrafos atrás vimos a ésta como sector social que, restándose incidente, como otros, quiere ser aprovechado por la dicta-
al batistato, arroja la unanimidad opositora. Ahora la encon- dura, arreciando en su propaganda sobre el «comunismo» y
tramos en misión específica, a su medida, como parte inte- «antinorteamericanismo» del Ejército Rebelde y de Fidel
grante del mundo de las relaciones internacionales: contribuir Castro.
a alejar el peligro de intervención. La cuestión toma vuelo en la prensa, y es este último
En diciembre de 1958 las opciones para evitar la catás- quien debe salir al paso de las versiones. Fidel Castro emite
trofe azucarera no eran más que dos: desplazamiento de Ful- un documento donde explica malentendidos y revela manio-
gencio Batista o intervención norteamericana. La burguesía se bras de funcionarios del régimen y del gobierno norteame-
resolvió por la primera de las opciones. De ahí que la revo- ricano destinadas a provocar incidentes o desnaturalizar otros,
lución estuviera interesada objetivamente en desarrollar la a fin de dar pretexto a la intervención. En el mismo docu-
línea de contradicciones extrafronteras, aun al precio de pos- mento se -reafirma la soberanía cubana y se hace constar el
poner las masas parte de sus reivindicaciones. agradecimiento a la gestión de civiles exiliados en los Estados
Así, pues, se entiende la convocatoria que el Pacto de Unidos. Sin nombrarlo, se individualiza entre éstos a un in-
Caracas hace a los hacendados y cómo, entre sus firmantes sospechado occidentalista, el recordado José Miró Cardona.6
junto a Fidel Castro, se encuentren connotados políticos vincu- Tampoco se trata de la única acción en conjunto que se em-
lados a la burguesía azucarera, como el ex-presidente Carlos prendiera en el exterior. Ya con anterioridad civiles exiliados
Prío Socarras y José Miró Cardona.5. Encontrándose ambos en habían contribuido al cese de la ayuda militar norteamericana
1958 exiliados en los Estados Unidos, saldrán de garantes al ejército de la dictadura. Fue éste un golpe que le privó de
del Ejército Rebelde ante el Departamento de Estado. elementos de combate, y tal vez mayor resultó su efecto psi-
cológico: contribuyó a la desmoralización de sus tropas, tal
5. José Miró Cardona será ungido como primer ministro del gobierno
cual en uno de sus libros de memorias lo reconoce Fulgencio
surgido en enero de 1959, luego del triunfo del Ejército Rebelde. Perma - Batista.
necerá en el cargo poco más de un mes, siendo reemplazado por Fidel De todo esto salían garantes los hacendados. No obstaba
Castro. José Miró Cardona, como la mayoría de los firmantes del Pacto de
Caracas, se exiliará luego en los Estados Unidos. Dos años después, en
abril de 1961, aparecerá como cabeza civil de la fracasada expedición de
Bahía de Cochinos, sin llegar a desembarcar en Cuba. 6. Fidel Castro, La Revolución Cubana.
168 LAS CLASES OLVIDADAS CONCLUSIONES 169

en la otra orilla el pleito planteado con los compatriotas CUADRO 8


re-molacheros. ¿Qué le preocupaba en la emergencia al
Grado de participación y época de incorporación de sectores sociales,
gobierno de los Estados Unidos y a su encargado de los que se muestran más activos, al proceso revolucionario
relaciones exteriores, el Departamento de Estado? Más que del período 1952-1959
la suerte particular de los remolacheros —cuyos abogados
defienden sus intereses en el Congreso— le importa la suerte
general del occidentalismo. ¿La disputa entre cañeros cubanos Sector social Época de incorporación Componente Component
decisivo e de
y remolacheros norteamericanos? Un pleito entre refuerzo
núcleos radicalizados
occidentalistas. Por lo demás, la sangre no había llegado al río. 1953
La burguesía azucarera de la vecina isla sigue, pues, siendo
grueso de Xp
asesora de confianza para el Departamento de Estado. Y 1958 e
bien, los hacendados han venido inclinándose hacia el bando la clase q
rebelde para, finalmente, abandonar a la dictadura a su ueña
burguesía
suerte y dejar en libertad de acción a Fidel Castro. Ello
tranquiliza al gobierno de los Estados Unidos y contribuye a clase obrera gradual entre
que su decisión sea por la no-intervención. X
1955 y 1959
En el recuento de estas conclusiones hemos pasado de las
de la sierra
masas rurales y el proletariado a la burguesía azucarera. No en oriente 1956-58
faltamos de advertir, como asimismo respecto de la pequeña X
burguesía, del distinto grado de participación en el acaecer 1958
del período. Valorando sus actitudes, y la de otro grupo so- a nivel
cial de cuya actividad se ha tratado, hemos confeccionado el nacional
siguiente cuadro.
Cabe completar el cuadro 8 con una referencia sobre el núcleos en oriente 195
comportamiento dinámico de los componentes. Claro está, el no azucareros — de la a nivel X
burguesía nacional 7
de refuerzo no sustituye ni desplaza al decisivo, pero
coyun-turalmente puede ponérsele a la par, y tal fue el caso hacendados 1958
antes puntualizado de la burguesía azucarera. individual- descie 1952
Los hacendados cubanos apostaron y perdieron. Jugaron mente _ X
a que el torbellino de los años cincuenta sirviera a sus inte- 1958 en bloque *
reses —«que son los intereses de la nación», como todavía se
decía en vísperas de la caída de Fulgencio Batista— y el
torbellino fue más fuerte, arrastrándolos hacia un juego don- * Como se destacara, incorporación debe entenderse aquí más bien
como apartamiento del batistato, es decir, adopción de una actitud de
de las apuestas serían más altas que sus intereses. La revo- neutralidad que objetivamente era favorable a la revolución.
170 LAS CLASES OLVIDADAS CONCLUSIONES 167

lución dio en 1952-1959 con un impensado aliado y la


burguesía azucarera aceleró la marcha hacia un destino por
entonces más impensado aún. Tumbada la dictadura, el
período cede lugar a los subsiguientes. Otros serán los
objetivos y las contradicciones de clase dominantes a
partir de 1959. No aceptará la burguesía azucarera y
terrateniente pagar el precio de la reforma agraria para ÍNDICE
continuar gozando de apoyo en su disputa por los
mercados. Toda tarea de liberación nacional acabará por
serle irritante y rápidamente será cancelado el compromiso ; Introducción ............................................................. 7
establecido con las masas rurales y la clase obrera,
alistándose la burguesía junto a su reciente adversario, el . Un país de rostro vuelto hacia afuera .
capital extranjero. 13
Pero esta es ya otra historia. Y nuestras notas no van más
allá de un período de la revolución cubana, y no tratan sino 1. La burguesía azucarera ............................................ 21
de las clases olvidadas. Tal vez en adelarite lo sean menos.
Siglo xix: La expansión azucarera para la
Argentina, noviembre de 1977.
apertura republicana 22
Caracterización de fuentes ...................................... 35
Siglo xx: La restricción azucarera para el
epílogo
.-. republicano ......................................... 37

2. La clase obrera ........................................................ 65


La estructura de clase ........................................... 73
Accionar de la clase y coyuntura política 76
3. Las masas rurales ..................................................... 101
Quiénes convocan ................................................... 106
Quiénes acuden ....................................................... 123

Conclusiones . ..................139

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