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Materia. Cristología
Profesor: Daniel Tomasini
Alumno: Hernán Rojas
El en sí de la revelación
El autor escribe para «demostrar la realidad de Cristo como la realidad más alta e insuperable, id quo maius cogitan
nequit, precisamente porque es la palabra humana de Dios para el mundo; es el humildísimo servicio de Dios, que sa-
tisface más allá de toda medida cualquier objetivo humano; es el amor extremo de Dios en la gloria de su morir, a fin
de que todos, más allá de sí mismos, vivan para él».
para von Balthasar tanto la vía cosmológica como la vía antropológica son interpretaciones reductivas, en cuanto que
asumen el cosmos y la existencia humana como criterios de justificación del cristianismo, el cual, en cambio, tiene en
sí y exhibe de por sí su propia justificación
La vía que sigue Balthasar es la vía del amor. el amor absoluto de Dios es perceptible en sí, y no necesita ser argumen-
tado ni por el cosmos ni por el hombre. En su libro Sólo el amor es creíble (1963) se presenta con claridad esta vía.
Estética teológica
La teología balthasariana se presenta, en sus comienzos, como un intento de integrar la perspectiva lógica (la perspec-
tiva del verum) y la perspectiva ética (la perspectiva del bonum), ampliamente frecuentadas en el curso de la historia
de la teología, con una nueva perspectiva casi descartada, la estética (la perspectiva del pulchrum). Pero el autor aca-
bará recorriendo todo el trazado, desplazándose de la perspectiva estética de Gloria a la perspectiva ética de la Teo-
dramática, para concluir con la perspectiva lógica de la Teológica
La fe cree, pero a la vez ve; no es sólo fides quaerens intellectum, sino también fides quaerens et inveniens intellec-
tum: es búsqueda de inteligencia y da inteligencia; es pistis, que incluye una gnósis (no en sentido herético): fe que
cree y que, creyendo, conoce; es lumen fidei: luz de Dios que brilla en nosotros como luz interior y que, como tal, tie-
ne su propia evidencia subjetiva.
«Frente a lo bello -más aún: propiamente no frente a ello, sino en ello- es todo el hombre el que vibra. Este "encuen-
tra" la belleza no sólo aferrándola, sino experimentándose más bien a sí mismo como aferrado y preso de la mis-
ma»228. En este sentido, la experiencia cristiana es experiencia estética.
Teodramática
«La revelación de Dios -escribe von Balthasar en la introducción a la segunda parte de su trilogía, titulada Teodramá-
tica- no es precisamente un objeto que contemplar, sino que es el actuar de Dios en el mundo y sobre el mundo, y sólo
actuando se puede "comprender"
para la teología cristiana Dios está en su trascendencia por encima del drama, pero a la vez entrando en él y compro-
metiéndose dentro de él.
El teólogo desarrolla algunas ideas con respecto al infierno y la salvación universal.
Materia. Cristología
Profesor: Daniel Tomasini
Alumno: Hernán Rojas
Fe cristiana
¿Qué significa, pues, creer en Dios? Entrar por la fe en
Dios (san Agustín, In lo. Ev. Tract. 29, 6). Y que esto se
realiza en comunidad es algo evidente para los Padres
La sabiduría de la Escritura
El autor enumera una serie de pasajes de la Escritura, denominados "infernalistas" y luego una serie de
pasajes "universalistas". Señala que ningún pasaje le debe quitar a otro su énfasis.
Apokatástasis
La palabra apokatástasis aparece sólo una vez en la Biblia, Hb 3, 21, cuando Pedro está predicando en el
templo y dice a los judíos: «El cielo debe retenerlo hasta que lleguen los tiempos en que todo sea restaura-
do (apokatástasis pantón),
Dos concepciones: una cíclica y una linear. concepción cíclica: la meta es la restauración del comienzo:
Orígenes expresa esta idea en una frase: «semper similis est finis initiis». la línea temporal desde el prin-
cipio hasta Abraham, Moisés, Samuel y todos los profetas hasta Jesús, con el que se da la esperanza cierta
del reino mesiánico como culminación y la llegada de «los tiempos de consuelo» y el cumplimiento de to-
do lo prometido. Ambas concepciones se entretejen.
San Ireneo habla también de una recapitulación (anakephalaiosis) de todo lo malo en el Anticristo al final
de los tiempos, para que «todo el poder del mal reunido pueda ser arrojado en el lago de fuego»
Máximo el Confesor. Su pensamiento es claramente cíclico, pero el Alpha, de donde procede, no es un es-
tado preformacionista del hombre en Dios (cosa que rechaza enérgicamente), sino la idea que Dios tiene
de todo ser y, por tanto, de todo hombre que iba a crear. Desaparece prácticamente el estado paradisíaco,
porque el hombre, tan pronto como fue creado, se aparta de Dios. Así tenemos una historia del mundo li-
near de tipo ireneico, pero Cristo, el hombre-Dios, nos muestra la idea original y nos la concede en el na-
cimiento divino desde el agua y el espíritu, de manera que el camino de la perfección es, desde entonces,
la búsqueda de nuestra idea presente en Dios.
Posibles posturas
Nuestra tarea no debe consistir en el intento de meter, forzándolos, en un sistema especulativo aquellos
pasajes bíblicos que no son reconciliables entre sí, sino en describir las posturas que se han adoptado en la
historia de la teología y en la reflexión sobre el hecho neotestamentario.
Esta primera posición la podemos comprender muy bien desde las palabras de Juan:. «La perfección del
amor en nosotros se muestra en que tenemos confianza en el día del juicio... En el amor no hay temor,
pues el amor perfecto arroja fuera el temor; porque el temor supone castigo, y el que teme no es perfecto
en el amor» (1 Jn 4,17-18).
La segunda postura, defendida también por Orígenes y puesta de manifiesto por H. de Lubac, proviene de
1 Co 2, 9. Si jamás vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado a los que le aman, ¿no habrá que
decir lo mismo de los castigos que se esperan en el más allá?
Mientras que Orígenes nos presenta con sumo cuidado su opinión y rechaza, por ejemplo, enérgicamente
en su carta, escrita en Alejandría a sus amigos, el haber enseñado la salvación del diablo. Su principal ar-
gumento es el de la esencial superioridad de lo bueno sobre lo malo, que esencial e internamente tiene que
ser limitado. El pecador alcanza unos límites en los que ha hecho todo el mal que podía hacer y ya no pue-
de hacer más, así como la noche, cuando ha alcanzado su punto culminante, se transforma en día
Pero aún hay otra postura acerca de la doctrina de la apokatástasis, que se puede comprender desde esta
expresión origenista: El cuerpo místico de Cristo habrá conseguido su completa felicidad sólo cuando él,
el último y peor de los pecadores, se convierta.