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ORGANISMOS TRANSGÉNICOS, ¿LOBOS DISFRAZADOS DE

OVEJAS?

María Isidora Hald F.


Estudiante de Derecho
Los organismos transgénicos, según el ingeniero agrónomo Alberto Illán
Oviedo “son aquellos que mediante técnicas de la ingeniería genética, se altera su
carga cromosómica añadiendo generalmente uno o más genes de origen externo
(transgenes)”.
De esa forma, aquellos genes externos le propician ciertas ventajas a la
especie intervenida versus la especie original. Haciéndolas resistentes a los
cambios climáticos, a las plagas y aumentando incluso su producción o tiempo de
cosecha disminuyendo costos, entre otras cosas.
Si bien es cierto, existen especies que resisten a las anteriores condiciones. Lo
que suele hacerse es que se utiliza la carga genética del que resiste para
intervenir aquella especie que no.
El ejemplo que utiliza el autor para explicar esto, es que si se quiere obtener
plantas de tomates resistentes a heladas, se buscará el gen que le permita hacer
eso posible a través de diversas pruebas de laboratorio.
Pero ¿Cómo este tipo de ciencia llega a utilizarse en el mundo?

Según P. Galindo, asociado del Grupo Autogestionado de Consumo (GAK)


del Colectivo Agroecológico Cefares (CAES), después de la segunda Guerra
Mundial, la modernización de la agricultura y la alimentación se aceleró, y luego
extendió a nivel mundial, gracias a la llamada Revolución Verde. Que buscaba
ponerle término al hambre mundial, desarrollar la industria agrícola a través de la
implementación de la tecnología, aumentar la producción a toda costa, luchar
contra las plagas o los cambios climáticos, entre otras cosas. Y junto con esta
revolución, también vino el desarrollo de la ingeniería genética, el medio para
hacer todos esas metas posibles.
Los transgénicos permitieron aumentar la producción de manera
considerable y a su vez disminuir los costos de producción. Lo cual, para el
ingeniero agrónomo Alberto Illán Oviedo, trajo consigo consecuencias positivas, al
igual que negativas.
La intervención genética permitió que zonas improductivas pudieran ser
usadas para la explotación, que el rendimiento aumente, ya sea en su producción,
o en la resistencia a factores negativos o mejorando la planta, que exista un
aumento en la calidad de los productos intervenidos y que se diera la posibilidad
de domesticar nuevas especies que antes no se podían aprovechar.
Pero estos logros, en comparación a los problemas generados, desde el
punto de vista humano y ambiental, han opacado lo bueno.

Dentro de los riegos encontramos varios.


Los transgénicos han sido creados con el fin de combatir las plagas o
enfermedades, y provocaron efecto contrario, se generaron resistencias que
llevaron a agentes patógenos y plagas desconocidas a ser más resistentes aun,
con efectos altamente negativos, tanto en cultivos como en especies salvajes no
intervenidas.
Otros riesgos se generan, cuando la descendencia de la planta transgénica
se dispersa incontroladamente o transfiere el transgén a otras especies no
intervenidas. Otras veces pasa que el transgén genera proteínas tóxicas para el
ser humano o bien para la tierra de cultivo.

Lo cual queda comprobado, con estudios realizados por científicos de la


Universidad Michigan State, que pudieron verificar en sus laboratorios que plantas
resistentes a ciertos virus al ser intervenidas pueden mutar, y a veces de manera
virulenta, lo que llega a generar plagas desconocidas.
Existen también otras investigaciones y evidencias comprobadas en
laboratorios, que indican que los organismos genéticamente modificados (OGM)
programados para producir su propio pesticida, provocaron resistencia en malas
hierbas, lo que lleva a la utilización de otros pesticidas a futuro, cada vez más
fuertes.
Otros investigadores de Oregón comprobaron y documentaron que un
organismo transgénico llamado Klebsiella planticola, mata los nutrientes
esenciales del suelo que facilita la fijación biológica del nitrógeno del aire.
A esto se le suma un estudio de la Universidad de Cornell, que confirmó
que el maíz modificado con Bt (Bacillus thuringiensis, transgénico que produce
proteína de origen bacteriano), envenenó a mariposas en estado larvario además
de producir un potencial peligro de insectos que resisten a ciertos agroquímicos
capaces de destruir la biodiversidad de las plantas silvestres.

Y sigue sumando. Maíz comercializado por la empresa internacional


Monsanto, y utilizado en Chile, generó grandes daños a los cultivos de maíz en el
país.
En los primeros años de utilización, todo parecía marchar bien, pero
pasados los diez años, la utilización de pesticidas e insecticidas aumentó en gran
medida, por la resistencia que generaron los insectos que fueron destruyendo las
cosechas.
Dadas estas graves condiciones, Monsanto recomendó a los agricultores
volver al sistema tradicional y terminar con el cultivo de maíz transgénico, ya que
esa sería la solución para terminar con la proliferación de las plagas.
Pero debido a los altos precios que el maíz alcanza en el mercado, los
agricultores están obligados a no escuchar, y seguir utilizando el organismo
transgénico, lo que trae como resultado más plagas.

Es un hecho que los organismos genéticamente modificados son


perjudiciales para el medioambiente, pero ahora es clave mencionar los problemas
que a generado en el ser humano, los cuales, no son menores.
El 19 de mayo de 2009, la Academia Estadounidense de Medicina
Ambiental (AAEM) hizo un llamado a la comunidad y a los médicos para evitar el
consumo de alimentos genéticamente modificados, ya que estudios realizados en
animales, arrojaron que tales alimentos a largo plazo provocan infertilidad,
problemas inmunológicos, envejecimiento acelerado, regulación de la insulina,
cambios en el sistema gastrointestinal, como cambios en el hígado, riñones y
bazo.
El biólogo David Shubert del instituto Salk, realizó un experimento en ratas,
que consistió en alimentarlas con soya genéticamente modificada y los resultados
fueron concluyentes. La mayoría de sus crías murieron en tres semanas, las que
vivieron nacieron muy pequeñas y posteriormente tuvieron problemas para quedar
preñadas.
Cuando se alimentó a machos, sus testículos cambiaron del normal rosado
a un tono azul oscuro, su esperma se mostró alterada, y los embriones de los
ratones padres, que también fueron alimentados con transgénicos sufrieron
alteraciones muy importantes en su ADN.

Estudios que se vieron rectificados cuando en los Estados Unidos, 24


agricultores aproximadamente informaron que miles de cerdos quedaron estériles
luego de consumir variados tipos de maíz transgénico, al igual que vacas y toros
cuando se les alimentó con el mismo maíz.

Pero claro que estos estudios para personas pro-transgénicos o para los
gobiernos no significan mucho, dada la poca o casi nula investigación que se tiene
de los riesgos que causan los transgénicos en humanos, vale decir, experimentos
realizados en humanos.
Pero no hay que tener mala memoria. A los pocos años de mundializados
los transgénicos, a fines de 1980 una epidemia se desató en Estados Unidos que
no fue sino hasta cuatro años después que se puedo identificar de donde provino.
Un producto de la ingeniería transgénica llamado L-triptofáno. El cual
provocó un cambio único y medible en la sangre, dejando a aproximadamente 100
estadounidenses muertos y a unas 5.000 a 10.000 personas enfermas y
permanentemente discapacitadas.

Según la Academia estadounidense de Medicina Ambiental, el problema es


que de existir más problemas relacionados con los transgénicos, no se podría
determinar la causa, dado que las enfermedades toman un largo tiempo en
desarrollarse, pudiendo atribuirles otras causantes, ya que los alimentos
transgénicos no han sido probados de manera adecuada. Y solo queda relacionar.
Después de la introducción a gran escala de los cultivos transgénicos en
1996, pasados nueve años, la incidencia de personas con múltiples enfermedades
crónicas aumentó del 7% al 13%, según un estudio realizado por Kathryn Anne
Paez, que forma parte del Instituto Americano de Investigación.

Dicho esto, queda mencionar, que existen personas que se limitan a dar
soluciones y hacen un llamado a las personas a no creer que los organismos
genéticamente modificados son altamente perjudiciales, tachando a las personas
que prefieren alimentos naturales de ignorantes.
Tal es el caso de Alberto Illán Oviedo al decir: “El etiquetado no deja de ser
una medida entorpecedora que no aporta ninguna información al consumidor
final, pues lo único que tiene claro es que el producto en sí posee OGM pero que
no sabe qué tipo ni qué supone para su salud”…
Además plantea que: “los problemas que denuncian determinados grupos o
profesionales en relación con los organismos transgénicos son, cuanto menos,
discutibles”. Y fundamenta su opinión aludiendo a que las investigaciones
realizadas en laboratorios no se dan las condiciones naturales necesarias.
Plantea que las consecuencias negativas serían perfectamente controlables
si los productos se manejaran de manera adecuada, si las autoridades sanitarias
se pronunciaran y si existiera un etiquetado para informar al comprador de los
componentes del producto (con el fin de evitar alergias).
El ingeniero agrónomo llama a no creer en “las visiones apocalípticas de
grupos ecologistas”, ya que los beneficios que pueden alcanzar los transgénicos
son mucho mayores que los daños.

Ahora solo queda elegir. Elegir en qué creer. Es un hecho que los alimentos
transgénicos están provocando daños en la salud de las personas y en el medio
ambiente, pero parece ser que nada puede hacerse contra ello.
Actualmente casi el 45% de la producción mundial de soja, el 20% del
algodón y el 11% del maíz esta genéticamente modificada y en el año 2002 se
cultivaron 58.700.000 millones de hectáreas de OGM, un 12% más que en el
2001.

La globalización del mundo trajo consigo muchas ventajas y cosas


positivas, pero los transgénicos ¿serán una de ellas?
Lo que dice Alberto Illán Oviedo no deja de ser cierto. Es verdad que si las
empresas productoras de transgénicos y las autoridades sanitarias se
comprometieran más en la investigación y efectos de las especies intervenidas,
las consecuencias negativas no tendrían por qué existir. A menos que la
naturaleza se pronunciara y arrojara que es incompatible con la modificación de su
ADN concluyendo con la ingeniería genética.
Solo queda esperar que algún grupo de científicos averigüe la situación
antes de que sea muy tarde, para no terminar como los estadounidenses de 1980
o como las ratas de laboratorio.
BIBLIOGRAFÍA:
*Los transgénicos (I): origen y problemática. Alberto Illán Oviedo. Ingeniero
agrónomo. Liberalismo.org
*Los transgénicos (II): vieja guerra comercial. Alberto Illán Oviedo. Ingeniero
agrónomo. Liberalismo.org
*Los transgénicos (III): temor al mutante. Alberto Illán Oviedo. Ingeniero agrónomo.
Liberalismo.org
*Globalización de la agricultura y la alimentación y sus consecuencias. Resistencia
social antiglobalización desde la agroecología y el consumo responsable. P.
Galindo. Parte del GAK (Grupo Autogestionado de Consumo) de CAES (Colectivo
agroecológico Cefares).
*Los beneficios del maíz transgénico de Monsanto desaparecen. The Clinic
Online. 25 de mayo de 2013.
*Evite los alimentos modificados genéticamente. Jeffrey M. Smith. Autor de
“Genetic Roulette – The Documented Health Risks of Genetically Engineered
Foods”. Basado en estudios de la Academia Estadounidense de Medicina
Ambiental (AAEM).
*Kathryn Anne Paez, autora de “Rising Out-Of-Pocket Spending For Chronic
Conditions: A Ten-Year Trend”.
*Transgénicos: efectos en la Salud, el Ambiente y la Sociedad. Una Reflexión
Bioética. Úrsula Oswald Spring. Revista Digital Universitaria. 01 de enero de 2001.

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