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OVEJAS?
Pero claro que estos estudios para personas pro-transgénicos o para los
gobiernos no significan mucho, dada la poca o casi nula investigación que se tiene
de los riesgos que causan los transgénicos en humanos, vale decir, experimentos
realizados en humanos.
Pero no hay que tener mala memoria. A los pocos años de mundializados
los transgénicos, a fines de 1980 una epidemia se desató en Estados Unidos que
no fue sino hasta cuatro años después que se puedo identificar de donde provino.
Un producto de la ingeniería transgénica llamado L-triptofáno. El cual
provocó un cambio único y medible en la sangre, dejando a aproximadamente 100
estadounidenses muertos y a unas 5.000 a 10.000 personas enfermas y
permanentemente discapacitadas.
Dicho esto, queda mencionar, que existen personas que se limitan a dar
soluciones y hacen un llamado a las personas a no creer que los organismos
genéticamente modificados son altamente perjudiciales, tachando a las personas
que prefieren alimentos naturales de ignorantes.
Tal es el caso de Alberto Illán Oviedo al decir: “El etiquetado no deja de ser
una medida entorpecedora que no aporta ninguna información al consumidor
final, pues lo único que tiene claro es que el producto en sí posee OGM pero que
no sabe qué tipo ni qué supone para su salud”…
Además plantea que: “los problemas que denuncian determinados grupos o
profesionales en relación con los organismos transgénicos son, cuanto menos,
discutibles”. Y fundamenta su opinión aludiendo a que las investigaciones
realizadas en laboratorios no se dan las condiciones naturales necesarias.
Plantea que las consecuencias negativas serían perfectamente controlables
si los productos se manejaran de manera adecuada, si las autoridades sanitarias
se pronunciaran y si existiera un etiquetado para informar al comprador de los
componentes del producto (con el fin de evitar alergias).
El ingeniero agrónomo llama a no creer en “las visiones apocalípticas de
grupos ecologistas”, ya que los beneficios que pueden alcanzar los transgénicos
son mucho mayores que los daños.
Ahora solo queda elegir. Elegir en qué creer. Es un hecho que los alimentos
transgénicos están provocando daños en la salud de las personas y en el medio
ambiente, pero parece ser que nada puede hacerse contra ello.
Actualmente casi el 45% de la producción mundial de soja, el 20% del
algodón y el 11% del maíz esta genéticamente modificada y en el año 2002 se
cultivaron 58.700.000 millones de hectáreas de OGM, un 12% más que en el
2001.