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Variables sociales: relaciones entre felicidad, género, matrimonio y nivel

socioeconómico I
Curso: Psicología de la felicidad

Felicidad y género:

Los expertos de la Universidad de Montreal, Canadá, revelaron que el cerebro de los hombres
produce la serotonina en promedio un 52% más que en el de la mujer.

Según comenta el psiquiatra Andrei Novak de la Universidad de California, es probable que el


estrógeno tenga un efecto especial en las mujeres, al estimular los receptores de la serotonina
en el cerebro.

Al contrario. Según concluyeron los investigadores, las células en el cerebro femenino


necesitan más receptores porque sufren un déficit de serotonina, que escasea en el organismo
femenino.

Un estudio conjunto de investigadores de las universidades de California y Cambridge que se


publicará en una revista holandesa asegura que las mujeres son MENOS felices que los
hombres a medida que cumplen años a partir de los 40 años. La investigación, fue elaborada
por Anke Plagnol, de la Universidad de Cambridge, y Richard Easterlin, de la Universidad del
Sur de California.

Según la misma investigación, a los 41 años la satisfacción de felicidad en el terreno financiero


de los hombres supera a la de las mujeres.

A la edad de 48 años es cuando el sentimiento de felicidad en general de los varones supera


al de las mujeres, y a partir de los 64 años se tornan infelices por problemas disfuncionales. A
esta misma edad, las mujeres son más felices sobre todo en el terreno de la vida familiar.

Por el contrario, según el estudio los hombres experimentan su período más triste cuando
son veinteañeros, un momento en que prefieren la vida de solteros a la de casados. Los
hombres jóvenes también están más insatisfechos que las mujeres en el terreno financiero,
sobre todo porque aspiran más que las mujeres.

Los estudiosos especificaron que la felicidad se basa en los pilares de la familia y de las
finanzas.

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El estudio también resalta que hombres y mujeres parten de aspiraciones similares en el
terreno del amor ya que 9 de cada 10 personas de ambos sexos esperan alcanzar la edad
adulta con un matrimonio feliz.

¿La felicidad es influida por el género? o, dicho de otra manera:

¿Quiénes son más felices los hombres o las mujeres?

La media para hombres fue de 17.69 y para mujeres 17.76, el test de Student entre ambas
medias fue t = - 0.136 , valor que carece de significación estadística al nivel de p < .05 . Este
resultados indica que el género es una variable no determinante de la felicidad, o para
decirlo en otros términos:
hombres y mujeres pueden ser igualmente felices.

Las medias obtenidas en la Escala de Diener fueron: solteros M = 16.95; casados M


= 18.38, la media de casados es más elevada que la de solteros, la diferencia
entre ambas medias es significativa a p< .05, según el test de Student.

Es pertinente señalar que en el grupo de casados no encontramos diferencias significativas


entre las medias de felicidad de varones (M = 18.27) y mujeres (18.53). Estos datos nos
conducen a afirmar que lo que determina la felicidad es el estado matrimonial y no el género
de los individuos. Es de presumir que las personas casadas, hombre y mujeres, hayan tenido
en el curso de su vida matrimonial, experiencias afectivas satisfactorias y gratificantes.

Fuente: Material utilizado para curso presencial de Ciencia de la Felicidad

Matrimonio y Felicidad

A menudo, la felicidad es definida como el estado subjetivo de estar bien (subjetive


well-being) o de sentir satisfacción con la vida (Diener, Emmon, Larsen y Griffin, 1985;
Diener, Sandvik, Pavot y Fujita, 1992). Sea cual sea la definición, ciertamente la felicidad
la generan experiencias gratificantes que promueven sentimientos agradables o
emociones positivas que se viven de forma interna.

Son varios los factores que se han relacionado con los niveles de felicidad y que durante años
han sido investigados en muchos trabajos científicos: género, edad, estado matrimonial,
ingreso económico, recursos materiales, etc. El matrimonio ha sido uno de los más
estudiados.

Pico de felicidad cuando uno se casa

Algunos estudios al respecto indican que cuando uno se casa, o al menos tiene una pareja
estable, se produce de forma automática un aumento de la felicidad. Pero ¿qué pasa con

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aquellos que expresan la voluntad explícita de quedarse solos porque sienten que es este el
estado emocional que más les favorece? ¿Podría depender la felicidad de la propia
perspectiva de lo que uno espera del hecho de casarse o vivir en pareja? ¿O tener compañía
funciona por sí sola como elemento crucial para lograr un aumento de la felicidad? ¿Está
destinado a la infelicidad a largo plazo aquél que decide envejecer solo?

En una investigación de mediados del año 2012 llevada a cabo por científicos de la
Universidad de Michigan y publicada en la revista Research in Personality, parecía
confirmarse que el matrimonio podría ayudar a aumentar la felicidad. En el trabajo
analizaron a 30.000 participantes en una encuesta británica de larga duración. La conclusión
es que, si bien las personas casadas no parecen ser necesariamente más felices de lo que
eran cuando eran solteros, el matrimonio sí que parece proteger frente a caídas normales de
la felicidad que se producen durante la vida adulta.

En este trabajo, los especialistas han calificado la felicidad en términos de satisfacción


individual. Este aspecto es más importante de lo que parece, porque en realidad no es más
que la idea de que uno se alinee con sus valores. Cualquier individuo evaluará sus niveles de
satisfacción global con la vida en base a sus valores individuales. Quienes den primacía a la
familia, probablemente valorarán el hecho de estar casados; quienes den primacía a la
carrera profesional, valorarán sus niveles de satisfacción global y felicidad en base a sus
logros en el trabajo.

Existen muchos estudios previos que relacionan matrimonio y felicidad. Algunos antiguos: en
1938, algunos investigadores ya habrían tratado de determinar qué factores hacen que un
matrimonio sea feliz y si las personas casadas eran más felices que los que habían decidido
no casarse. Más recientemente, en enero de 2012, una investigación publicada en la
revista Journal of Marriage and Family reveló que las parejas que cohabitan podría ser tan
felices como sus homólogos casadas. Este estudio fue importante, porque hasta entonces se
habrían estudiado casi en exclusiva los matrimonios.

Sonja Lyubomirsky, una experta en psicología positiva, habla en su libro The How of
Happiness: A New Approach to Getting the Life You Want acerca de una investigación
psicológica en la que se analizó a un total de 25.000 residentes de Alemania Oriental y
Occidental, que fueron encuestados anualmente durante 15 años. De los encuestados, 1.761
se casaron y permanecieron casados, pero la evidencia indica que el matrimonio solo tuvo
un efecto temporal sobre la felicidad, ya que los individuos, en general, se adaptan a sus
circunstancias. Si bien después de la boda se produce un impulso de felicidad que dura unos
2 años, pasado este tiempo se retorna a las líneas base de la felicidad (en el estudio
comentado al inicio este pico comienza a descender pasado el primer año del matrimonio).

En base a estos resultados, salir de su soltería no resolvería exactamente nuestros problemas


de felicidad más que un tiempito. Según el estudio de la Universidad de Michigan, es cierto
que los niveles descienden hasta nivelarse a los previos al matrimonio, pero los felices
esposos están mejor en términos de felicidad que antes de casarse.

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La dificultad de valorar la felicidad

A pesar de que todos estos estudios confluyen en conclusiones parecidas, la realidad es que
valorar la felicidad no es fácil, porque son muchas las variables que podrían estar
desempeñando un papel en la valoración individual de felicidad. Podría ser, por ejemplo,
que por naturaleza la persona tenga una visión positiva del mundo, o que esta persona no
vincule necesariamente la felicidad a la intimidad. Por otro lado, cuando uno disfruta de su
soltería (y los hay), ¿es el matrimonio la solución a la temida soledad a largo plazo?

Según la psicología positiva de Martin Seligman (basada en el bienestar y no en el tratamiento


de las emociones negativas como hace la psicología tradicional), la felicidad podría
construirse en base a tres pilares: vida placentera, vida buena y vida con sentido. Para el
primer pilar, es importante llenar la vida de todos los placeres posibles, y aprender una serie
de métodos para saborearlos y disfrutarlos mejor (compartirlos con los demás, aprender a
describir y recordarlos y tratar de hacer conscientes estos placeres). El segundo nivel, el de
la buena vida, se refiere a lo que Aristóteles llamaba eudaimonia, que ahora llamamos el
estado de flujo. Para conseguir esto la fórmula es conocer las propias virtudes y talentos y
reconstruir la vida para ponerlos en práctica lo más posible. El tercer nivel consistiría en
poner nuestras virtudes y talentos al servicio de alguna causa que sintamos mayores que
nosotros mismos, para darle sentido a todo esto.

Sin duda el matrimonio puede ser una culminación que da sentido a nuestras voluntades
individuales, pero no para todos. La clave, por lo tanto, está en identificar nuestras
voluntades de manera sincera y consciente. ¿Cuántas personas se casan sin en realidad
quererlo?

Fuente

Recuperado de:
http://omicrono.elespanol.com/2013/07/matrimonio-y-felicidad-en-busca-de-lo-que-
realmente-queremos/

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