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Y
CIUDADANÍA
Una ética cívica para la vida
en común
Dora E l v ir a G a r c ía G o nzález
Coordinadora
Primera reimpresión
E D IT O R IA L
PO R R Ú A TECNOLÓGICO
AR G ENTIN A 15 DE MONTERREY®
MÉXICO, 2010
P r i m e r a edición, 2008
Copyright O 2010
D o r a E lv ir a G a rc ía G o n z á le z
Derechos reservados
ISBN 978-970-07-7763-4
IM PRESO EN MÉXICO
PRINTED IN MEXICO
ÍN D IC E
Pág.
In t r o d u c c ió n .................................................................................................................. xi
C a p ít u l o 1
C a p ít u l o 2
C ap ít u lo 3
VII
VIII ÍN D IC E
C a p ít u lo 4
E L M AR C O L E G A L D E L E JE R C IC IO
DE LAS P R O F E S IO N E S
C a p ít u lo 5
E L D IS C E R N IM IE N T O DE D IL E M A S É TIC O S
E N LAS P R O F E S IO N E S
C a p ít u l o 6
B i b l i o g r a f í a g e n e r a l .................................................................................................... 165
1 Dora Elvira García y Jorge Traslosheros, Ética, persona y sociedad. Una ética para
la vida, México, Porrúa/Tecnológico de Monterrey, 2007, p. XI.
XI
XII INTR OD UC CIÓN • Dora E lvira García
2 José Luis Aranguren, M oral y sociedad, Madrid, Taurus, 1981, p. 8. Las cursivas
son del autor.
3 José Antonio Pérez Tapias, Educación democrática y ciudadanía intercultural. Cór
doba, Argentina, Secretaría General del II Congreso Nacional de educación; II Interna
cional, 2001, p. 99.
XVI INTR OD UC CIÓN • Dora E lvira García
dad. Una ética para la vida— ha im plicado la conform ación de una civi
lización que se ha puesto al servicio de intereses que, lejos de buscar
una mejora para toda la sociedad integral, responden a la toma de ven
tajas principalmente económicas de grupos y clases dominantes que se
ubican en m edio de relaciones sociales profundamente asimétricas. Y
esta situación además de generar hondas injusticias en lo económ ico y
lo social, también se extiende a otros campos de la realidad social en
donde ha impuesto su racionalidad reduccionista, que todo lo somete a
criterios de utilidad y eficiencia.
De ahí que, para que la educación sea moral y dote de verdadera
formación — en la que se cifre su razón de ser— necesita recuperar un
sentido que transmitir.4 Y ese sentido se podrá reconstruir desde aque
llos elementos comunitariamente participados en donde podemos reen
contrar el sentido de nuestra humanidad compartida, únicamente a tra
vés de la reflexión de carácter ético.
La com plejidad de la vida humana — tan única y tan diversa— ha de
resolverse mediante el pensamiento crítico. Éste, deseable en todo uni
versitario y elemento fundamental en todo proceso educativo, parte de
un com prom iso sin regateos con la búsqueda incansable y honesta de la
verdad, de la justicia, de lo bello, de lo bueno, de lo que es justo. Por
eso, el pensamiento crítico discierne, busca, se compromete, propone y
genera crecim iento de la persona, pues pone en movim iento sus poten
cialidades que son las que nos hacen enriquecernos y crecer en tanto
personas.
Cada uno de los capítulos de este libro expone y problem atiza cues
tiones centrales de la vida de las personas que se desarrollan vitalmente
en el espacio público, e incita a reflexiones que nos han de impulsar a
com prometernos con nosotros mismos y con los demás, y consecuente
mente con la sociedad y el mundo. Después de haber expuesto en Etica,
persona y sociedad la importancia de la ética y las distinciones en torno
a sus diversas acepciones, y al haber postulado com o elemento prim or
dial de lo ético a la persona y planteado las capacidades fundamental
mente éticas del ser humano y su consecuente valor de elegir así com o
haber explicitado la estructura del acto moral, al aclarar lo que es la
ética cívica — al estudiar las cuestiones del universalismo y relativismo,
o las concepciones fundamentales de cóm o está configurado el mundo
humano en tanto plural y en el marco de la explicación de la tolerancia,
en la trascendencia del actuar humano, desde las perspectivas de la ob
jetividad o la subjetividad de las acciones éticas, desde la construcción
de la ciudadanía, o desde el punto de vista del desarrollo que piensa en
4 Ibid., p. 100.
INTRODUCCIÓN • Dora E lvira García XVII
dúo tenía valor en tanto parte de una comunidad. Las aspiraciones per
sonales estaban sometidas al bien de la comunidad y la c o n d u c ta s o c ia l
era una regla que orientaba a los individuos a buscar siempre el bien
común. En contraste, hoy en día, los individuos nos concebimos com o
fines en sí mismos, partículas autosuficientes y aisladas de la vida so
cial, orientadas a la búsqueda de nuestra propia felicidad. De ahí que,
en aras de restituir el tesoro perdido — del que habla Arendt y que en
este caso sería la pérdida del espacio público, en donde se construye el
espacio de lo cívico y lo social com o lugar de edificación humana— ,
nuestra tarea ha de ser repensar la ética cívica. Es preciso que se bus
que el fundamento antropológico en una racionalidad abierta, inclusi
va, razonable que pugne por mantener la cooperación y la participa
ción com o deberes éticos ineludibles. Entonces, la presencia de la ética
en la plaza pública se articula con las tareas individuales/comunes en
marcos intersubjetivos y asociacionistas. Esto conducirá a poder pensar
en la construcción de una ciudadanía cercana a la ciudadanía clásica
con los griegos o los romanos, en donde los bienes públicos habrán de
prevalecer sobre los intereses individuales. La teoría liberal — que surge
en la M odernidad— plantea com o un im perativo el considerar el bien
público pensado ya com o deberes del ciudadano o en cuestiones de ci
vismo que se reciben a cambio de la protección, en el ámbito de lo pú
blico, de sus derechos propiamente cívicos (elecciones, comunicación
de las opiniones, asociaciones). También se protegen los derechos natu
rales tales com o la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a
la opresión. Es importante señalar que la ciudadanía protege a las per
sonas frente a la amenaza del individualismo que los exilia al ámbito de
lo privado, muy al contrario de lo que señalaban los antiguos, quienes
promovían la participación y la virtud cívica, que era la virtud pública.
En ese sentido, el estatus de ser un ciudadano es determinado por la
ley, y aunque el concepto de ciudadanía hace referencia a este estatus,
puede ser desplegado para argumentar que las personas tienen dere
chos com o consecuencia de su posición en una comunidad o en un gru
po político.
La noción de ciudadanía se puede ver com o crucial en las luchas
emancipatorias y de humanización que pugnan por la superación de la
desigualdad, la exclusión social y económica. La ciudadanía basada en
lazos y criterios morales constituye una esperanza, ya que si los ciuda
danos son receptáculo de valores cívicos, seguramente a partir de ellos
el mundo marchará m ejor de lo que lo hace, porque com o ya se ha di
cho mucho, una declaración de derechos implica una declaración de
deberes. Educar para la ciudadanía puede alcanzarse no mediante con
ceptos de carácter teórico, sino sobre todo a través de la acción, a tra
vés de la interacción con la comunidad y sus fuerzas vivas.
INTR O D UCCIÓN • Dora E lvira García XIX
* * *
D o r a E l v ir a G a r c ía
C a p ít u l o 1
E L S E N T ID O D E L TR A B A JO
E N L A S O C IE D A D C O N T E M P O R Á N E A
S o f ía R e d i n g
A lberto C o n stan te
1.1. Contexto m u n d ia l :
p o l ít ic a , e c o n o m ía y s o c ie d a d
1
2 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN C O M Ú N
10 Benjamin R. Barber, “¿Hasta qué punto son democráticas las nuevas tecnologías
de la información?", en Revista de Internet, Derecho y Política, núm. 3, 2006.
11 Manuel Castells, “Empleo, trabajo y sindicatos en la nueva economía global”, en La
Factoría, núm. 1. Barcelona, octubre, 1996. Disponible en: http://www.lafactoria-
web.com/articulos/castell 1.htm
12 Ignacio Ramonet, “Regímenes globalitarios". Disponible en: http://us.geocities.
com/samizdata.geo/ALglobalit.txt
6 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UNA ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA E N C O M Ú N
1.2. E l TRABAJO E N U N A SO C IE D A D DE O R G A N IZ A C IO N E S
el sentim iento de vergüenza que lo acom paña (p ero que, felizm ente, está de
creciendo), se refuerza la explotación de aquellos que corren p eligro de caer
en el desem pleo, los que quedan a m erced de los dueños de los pocos pues
tos de trabajo que quedan .21
El objetivo prim ordial es reducir el desem pleo, que representa enorm es cos
tes para la gente y la sociedad tanto de países industrializados com o en de
sarrollo. Pero esta m edida, por sí sola, no es suficiente.
Muchas personas están em pleadas en trabajos inaceptables, con con d i
ciones laborales pésimas, con baja productividad y bajo coacción. El em pleo
debe poder elegirse librem ente y prop orcion ar ingresos suficientes para sa
tisfacer las necesidades económ icas y fam iliares básicas. Deben respetarse
los derechos y la representación, debe proporcionarse una seguridad básica
a través de una u otra form a de protección social, y deben garantizarse las
condiciones laborales adecuadas. Todos estos elem entos juntos form an lo
que se ha dado a con ocer com o "trabajo decente". Esto no sólo abarca el
em pleo, sino un am plio conjunto de objetivos que reflejan las aspiraciones
generales de hom bres y m ujeres .27
¿Dónde se gestó este mundo que ahora nos parece tan dramático y
tan lleno de contradicciones, en el que el trabajo es la base de sustenta
ción de nuestras vidas, no sólo de nuestros sueños, ideales, deseos, sino
de nuestra propia existencia? En el devenir histórico constatamos que
en los siglos xi y xiii (Baja Edad M edia) se cultivaba la educación caba
lleresca, heredada de la antigua preparación guerrera, tendiente a ejer
citar a los nobles para el poder. La honra y la conducta moralmente co
rrecta eran la gloria del caballero. Desde el punto de vista de la historia
económ ica y social, son los siglos del nacimiento de las comunas y de
las corporaciones de artes y oficios. La burguesía urbana se desarrolla.
Con la aparición de la burguesía a finales de la Edad M edia nacen
nuevos modos de producción que exigen más especialización de la rela
ción entre la ciencia y las operaciones manuales.29 El aprendizaje de la
observación y de la imitación, que había sido la base del conocimiento
práctico y de los trabajos en esa época, de pronto resultó insuficiente.
Sucedió que la realidad exigía nuevas formas de integración al mundo
y ésta sólo se podía establecer mediante una nueva paideia (form ación)
que no era la que se obtenía en las aulas sino en el trabajo y por la
coexistencia entre adultos y adolescentes. Para Manacorda, por ejem
plo, ahí fue donde se em pezó a dibujar el eje temático básico de la edu
cación moderna: "El tema nuevo de un aprendizaje en el cual la ciencia
y el trabajo se encuentran y que tiende a aproximarse y a asemejarse a
la escuela”.30
Para Candelero, en cambio, “El trabajo adquiere connotación pro
pia; El trabajo, en su sentido moderno, nace com o tiempo de trabajo.
En el capitalismo el tiempo es oro. Y la lucha por el control del tiempo
— o la utilización del tiempo com o arma de combate— hizo su apari
ción: El ahorro de tiempo — explica Munford— se convirtió en una par
te importante del ahorro de mano de obra. Los primeros patronos hasta
robaron tiempo a sus obreros haciendo tocar la sirena de la fábrica un
cuarto de hora más temprano por la mañana, o moviendo las maneci
llas del reloj más deprisa a la hora de la comida: donde la ocupación lo
permitía, el obrero a menudo estaba a la recíproca cuando el patrón
había vuelto la espalda”;31 pero al mismo tiempo que la explotación se
manifestaba en sus formas más cruentas, tenemos que el aprendiz par
ticipa con ahínco del trabajo con vistas a dom inar los conocimientos y
las habilidades de la profesión. N o se trataba de una escuela de trabajo,
en realidad, desde entonces (com o hasta ahora) el propio trabajo es la
escuela, es la formación, es ahí, en el taller, en la fábrica, donde el
aprendiz iba llenándose de experiencia para luego llevar a cabo, con
maestría, el mismo oficio. Aquí es claro que el trabajo no se separa de
la función de aprender. La organización de esta nueva form a de trabajo
es el resultado de los cambios surgidos de la casi extinción de los ofi
cios en el campo y de la m igración de los siervos hacia las ciudades en
busca de libertad y de salarios independientes.
Es en la ciudad donde las corporaciones de oficios crecen exponen
cialmente, se expanden y se organizan jurídicam ente, se establecen re
laciones externas con el poder público, con el incipiente m ercado, y
relaciones internas entre los trabajadores, a ejem plo del contrato de
aprendizaje. La figura del trabajador queda dibujada por los maestros,
los socios, los aprendices y los jornaleros asalariados, estos últimos sin
el propósito de aprender el oficio para ejercerlo luego com o maestros.
La actividad de los llamados maestros libres tiene relación con el surgi
economía existe un orden natural que no necesita la intervención del Estado para mejo
rar las condiciones de vida de las personas. En esta corriente de pensamiento económico
se destacó Frangois Quesnay, que definió los principios básicos de esta escuela en Le Ta-
bleau économique (1758), un diagrama en el que explicaba los flujos de dinero y de bienes
que constituyen el núcleo básico de una economía. Resumiendo, podemos decir que los fi
siócratas pensaban que estos flujos eran circulares y se retroalimentaban. La idea más
importante de los fisiócratas es su división de la sociedad en tres clases: una clase pro
ductiva formada por los agricultores, los pescadores y los mineros, que constituían el 50%
de la población; la clase propietaria, o clase estéril, formada por los terratenientes, que
representaban la cuarta parte, y los artesanos, que constituían el resto. Aquí, como en
toda división idealista se escucha el rumor de Platón.
35 Para Adam Smith el comercio existen desde que existe la civilización, pero el capi
talismo como sistema económico no apareció sino hasta el siglo XIII en Europa y fue la
forma en la que se fue sustituyendo al feudalismo. Según Smith, los seres humanos están
marcados por una fuerza a “realizar trueques, cambios e intercambios de unas cosas por
otras”. Este impulso que para Adam Smith es natural hacia el comercio y el intercambio
se acentuó y fomentó por las Cruzadas que se organizaron en Europa occidental desde el
siglo XI hasta el siglo XIII. Asimismo, los grandes viajes y las expediciones que se llevaron
a cabo durante los siglos XV y XVI reforzaron estas tendencias y fomentaron el comercio.
Pero un hecho como el descubrimiento de América y la entrada en Europa de enormes
cantidades de metales preciosos provenientes de aquellas tierras, trastocaron el mundo
en el que habitaba hasta entonces el ciudadano medio. El orden económico resultante de
estos acontecimientos fue un sistema en el que predominó lo comercial o mercantil y
cuyo objetivo principal fue intercambiar bienes y no en producirlos. La importancia de la
producción no se hizo evidente sino hasta la Revolución industrial, en el siglo XIX. Se re
comienda la lectura del libro de Germán Arciniegas, Con América nace la nueva historia.
Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1990.
36 Adam Smith, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las nacio
nes. México, fee, 2003.
EL SENTIDO DEL TRABAJO EN LA SOCIEDAD CO NTEM POR ÁNEA • Reding / Constante 17
37 Pocos años antes de Descartes, Francis Bacon (1561-1626) centra su esfuerzo inte
lectual en la ambiciosa tarea de reorganizar las ciencias. Su obra más importante es No-
vum Organum (1620), el título hace referencia directa al Organum (tratado lógico) de
Aristóteles, e indica de partida, un alejamiento del método tradicional de la investigación
científica de su tiempo, fuertemente basada en la lógica aristotélica. Bacon considera que
el estado del conocimiento de su época no es, ni próspero, ni muy avanzado, por lo que es
tima que se necesita un modo completamente distinto a los anteriores para que el enten
dimiento humano, con ayudas diferentes de las que ha usado hasta entonces, pueda ejer
cer su jurisprudencia sobre las cosas naturales.
38 Al final de la Edad Media se agotó la creencia en las fórmulas tradicionales de es
tudio. El aristotelismo se había implantado y la silogística constituía el instrumento por
excelencia para la discusión, exposición y averiguación, pero no conducía a un verdadero
conocimiento de las cosas. El mundo estaba estructurado por una combinación de la cos
mología de Aristóteles y la fe religiosa. Con el Renacimiento el pensamiento se dirige a
las cosas de manera directa, basándose en sus propios medios, desligándose, en lo posi
ble, de las influencias de la tradición. Pero no es hasta el final de esa época cuando sur
gen dos métodos estructurados para lograr un conocimiento seguro de la naturaleza, el
racionalismo de René Descartes y el empirismo de Francis Bacon.
18 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UNA ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN COM ÚN
1.4. P r o f e s i ó n , e m p l e o y a c t iv id a d :
EL S E N T ID O D E L TRABAJO Y LA A L IE N A C IÓ N
44 Recordemos las palabras de Marx: "Si preguntamos a los obreros qué salario per
ciben, uno nos contestará: ‘Mi burgués me paga un marco por la jom ada de trabajo’; el
otro: 'Yo recibo dos marcos’, etcétera. Según las distintas ramas del trabajo a que perte
nezcan, nos indicarán las distintas cantidades de dinero que los burgueses respectivos les
pagan por la ejecución de una tarea determinada, v. gr., por tejer una vara de lienzo o por
componer un pliego de imprenta. Pero, pese a la diferencia de datos, todos coinciden en
un punto: el salario es la cantidad de dinero que el capitalista paga por un determinado
tiempo de trabajo o por la ejecución de una tarea determinada.
Por tanto, diríase que el apitalista les compra con dinero el trabajo de los obreros.
Éstos le venden por dinero su trabajo. Pero esto no es más que la apariencia. Lo que en
realidad venden los obreros al capitalista por dinero es su fuerza de trabajo. El capitalista
compra esta fuerza de trabajo por un día, una semana, un mes, etcétera. Y, una vez com
prada, la consume, haciendo que los obreros trabajen durante el tiempo estipulado. Con
el mismo dinero con que les compra su fuerza de trabajo, por ejemplo, con los dos mar
cos, el capitalista podría comprar dos libras de azúcar o una determinada cantidad de
otra mercancía cualquiera. Los dos marcos con los que compra dos libras de azúcar son
el precio de las dos libras de azúcar. Los dos marcos con los que compra doce horas de
uso de la fuerza de trabajo son el precio de un trabajo de doce horas. La fuerza de trabajo
es, pues, una mercancía, ni más ni menos que el azúcar. Aquélla se mide con el reloj,
ésta, con la balanza’’. Vúi.:http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/49-trab2.htm
45 Cf. “El trabajo en M arx”. Disponible en: http://www.monografias.com/trabajos30/
trabajo-en-marx/trabajo-en-marx.shtml
22 ÉTICA, PROFESIÓ N Y CIUDADANÍA. UN A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA E N COM ÚN
46 John Dewey fue el filósofo norteamericano más importante de la primera mitad del
siglo XX. Su carrera abarcó la vida de tres generaciones y su voz pudo oírse en medio de
las controversias culturales de los Estados Unidos (y del extranjero) desde el decenio de
1890 hasta su muerte en 1952, cuando tenía casi 92 años. A lo largo de su extensa carre
ra, Dewey desarrolló una filosofía que abogaba por la unidad entre la teoría y la práctica,
unidad que ejemplificaba en su propio quehacer de intelectual y militante político”. Cf.
Robert B. Westbrook http://www.ibe.unesco.org/publications/thinkersPdf/deweys.pdf
47 M. Manacorda, op. cit., p. 319.
48 Ibid., p. 320.
EL SENTIDO DEL TRABAJO EN LA SOCIEDAD CONTEM PO R ÁNEA • Reding / Constante 23
BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA
G o rz, André, Miserias del presente, riqueza de lo posible. B u e n o s A ir e s , P a i d ó s ,
1998.
G o r z , André, Metamorfosis del trabajo: búsqueda del sentido: crítica de la razón
económica. Buenos Aires, Sistema, 1995.
C a s t e l l s , Manuel, La era de la información. 3. Fin de milenio. Madrid, Alianza,
1999.
H o p e n h a y n , Martin, Repensar el trabajo. Historia, profusión y perspectivas de un
concepto. Buenos Aires, Norma, 2001.
C a p ít u l o 2
LA S P R O F E S IO N E S C O M O F E N Ó M E N O S O C IA L
R a fa e l M. D e G a s p e r ín G a s p e r ín
Susan a M. P a tin o G o n z á le z
IN T R O D U C C IÓ N
29
30 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UNA ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN C O M Ú N
2 .1 . L a s P R O F E S IO N E S D E SD E LA PERSPECTIVA H ISTÓRICA
Son muchos los días que [m e] he pasado horas de trabajo con científicos,
para luego salir p or la noche a reunirm e con colegas literatos. Y, viviendo
entre dichos grupos, se me fue planteando el problem a que desde mucho
antes de con fiarlo al papel había bautizado en mi fuero interno con el nom
bre de "las dos culturas”. [Se trata de] dos grupos polarm ente antitéticos:
los intelectuales literarios en un polo, y en el otro los científicos. Entre am
bos polos, un abism o de incom prensión mutua; algunas veces (especialm en
te entre los jóven es) hostilidad y desagrado, pero más que nada falta de en
tendim iento recíproco. Los científicos creen que los intelectuales literarios
carecen por com pleto de visión anticipadora, que viven singularm ente de
sentendidos de sus herm anos los hombres, que son en un profundo sentido
anti-intelectuales, anhelosos de reducir tanto el arte com o el pensam iento al
m om ento existencial. Cuando los no científicos oyen hablar de científicos
que no han leído nunca una obra im portante de la literatura, sueltan una ri
sita entre burlona y com pasiva. Los desestiman com o especialistas ignoran
tes. Una o dos veces me he visto provocado y he preguntado [a los no cientí
ficos] cuántos de ellos eran capaces de enunciar el Segundo Prin cipio de la
Term odinám ica. La respuesta fue glacial; fue también negativa. Y sin em
bargo lo que les preguntaba es más o menos el equivalente cien tífico de
"¿H a leído usted alguna obra de Shakespeare?"11
10 Ch. P. Snow, Las dos culturas y un segundo enfoque. Madrid, Alianza, 1987, p. 14.
11 Charles Percy Snow (1905-1980) fue un físico y escritor inglés. Las dos culturas es
una conferencia que dictó en 1959 para lamentar el severo distanciamiento entre los “in
telectuales literarios” y los “científicos". Su publicación causó un intenso debate que, aun
que ha ido cambiando de matiz, sigue abierto hoy en día.
36 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UN A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN COM ÚN
medicina de las artes liberales, por no ser necesarias para los seres in
corpóreos.12
El trivium queda entonces compuesto por tres rutas o caminos: la
gramática, la dialéctica y la retórica. La prim era dedicada al fortaleci
miento del uso de la lengua, la segunda al pensamiento correcto, y la
tercera al arte de la expresión verbal, es decir, a saber hablar de tal
modo que se logre persuadir. Por su parte el cuadrivium queda com
puesto por otras cuatro rutas o caminos: la aritmética, la geometría, la
música y la astronomía. La primera se dedicaba al estudio del número,
la segunda al estudio del espacio, ambas en estado puro. La música se
dedicaba también al número, pero en movimiento, dado que la música
se define com o el arte de com binar — matemáticamente— los sonidos y
el tiempo. El cuarto camino, la astronomía estudia el espacio en m ovi
miento.
Bernardo de Chartres, a comienzos del siglo XII, fue uno de los repre
sentantes más importantes de lo que se denominaba como “las escuelas
catedralicias” que hasta el siglo XIII se constituyeron com o las fuentes
originarias de las escuelas y el clero a través de los manuscritos conser
vados o procedentes de sus bibliotecas. La mayoría de la inform ación
era documental, indirecta, escasa y fragmentada, sin embargo dio pie
para la construcción de la estructura curricular que aquellos tiempos. A
finales del siglo XIII nacen los cabildos catedralicios que van a regular
la figura del magíster scolatnm . Así en el siglo XIi los estudiantes euro
peos se trasladaban de una ciudad a otra para estudiar con los maes
tros de quienes querían aprender y pasaban de magíster en magíster.13
Bajo esta figura y algunas normatividades hacia los aprendices, la
formación que se encontraba en la mayoría de los monasterios inicia su
cambio a lo que será conocido en los siglos posteriores com o la Univer
sidad. S itio que responderá a la urgente necesidad de encontrar un lu
gar común desde donde el aprendiz pudiera aprender a profesar su voca
ción. Ejemplo de ello será la famosa frase de Bernardo de Chartres
representante de la conciencia de los hombres de su tiempo quien refi
riéndose al pensamiento de los griegos en especial al de Aristóteles
menciona: “Somos unos enanos encaramados en los hombros de unos
gigantes. Así vemos más lejos que ellos, no porque nuestra mirada sea
más aguda o nuestra estatura más alta, sino porque ellos nos llevan en
cima y nos elevan sobre su altura gigantesca".14
12 Cf. C. O. Suárez, “¿Están separadas las ciencias y las letras?” Recuperado en no
viembre de 2007. http://www.pliegosdeopinion.net/pdo3/articulos/separadas.pdf
13 Cf. J. Le Goff, Los intelectuales de la Edad Media. Barcelona, Gedisa, 1996.
14 En "Europa Occidental el nacimiento de las universidades". Libro digital recupera
do en noviembre de 2007, p. 33. Http://iris.cnice.mec.es/kairos/temas/Tiempos/tiempos2_
0202.html
LAS PROFESIONES COMO F E N Ó M E N O SOCIAL • Gasperín Gasperín / Patino González 37
2.2. L a D I M E N S I Ó N ÉTI CA Y S O C I A L D E L AS P R O F E S I O N E S
17 Algunas de las ideas que se expresan en este apartado fueron originalmente formu
ladas y redactadas para formar parte del Código de Ética de la Comunidad ITESM
(2000). Hacemos mención de este documento pues consideramos que su versión completa
puede servir a los fines que se proponen en este apartado del texto. Véase: http://www.
mty.itesm.mx/nuestrocampus/etica/home.html
18 Fernando Savater, “La necesidad de la ética”, en E l contenido de la felicidad. M a
drid, El País/Aguilar, 1994. p. 69.
40 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VID A EN C O M Ú N
2 .3 . C o m p e t e n c i a s é t ic a s y r e c u r s o s m o r a l e s
D E L PR O F E SIO N A L
2.4. La r e s p o n s iv id a d é t ic a e n el marco d e la s p r o f e s io n e s
Por supuesto que soy el guardián de mi herm ano; y soy y seré una persona
m oral m ientras no pida una razón especial para serlo. Ya sea que lo admita
o no, soy el guardián de mi herm ano porque el bienestar de mi herm ano de
pende en lo que yo haga o deje de hacer. Y soy una persona m oral porque
recon ozco esa dependencia y acepto la responsabilidad que le sigue. Al m o
m ento en que cuestiono esa dependencia, y dem ando com o Caín lo hizo,
que se me den razones p or las cuales a m í me debe im portar, renuncio a mi
responsabilidad y no soy más un ser m oral. La dependencia de mi herm ano
es lo que me hace un ser ético. D ependencia y ética van juntas y juntas
caen.29
28 Ibid., p. 4.
29 La cita original está en inglés y es así: "O f course I am my brother’s keeper; and I
am and remain a moral person as long as I do not ask for a special reason to be one.
Whether I admit it of not, I am my brother’s keeper because my brother’s well-being de-
pends on what I do or refrain form doing. And I am a moral person because I recognize
that dependence and accept the responsibility that follows. The moment I question that
dependence, and demand as Cain did to be given reasons why I should care, I renounce
my responsibility and am no longer a moral self. My brother’s dependence is what makes
me an ethical being. Dependence and ethics stand together and together they fall”. Z.
Bauman, The Individualized Society. U.K., Cambridge, Blackwell, 2001, p. 72.
LAS PROFESIONES COMO F E N Ó M E N O SOCIAL • Gasperín Gasperín / Patiño González 47
30 Cabe mencionar que nos referimos aquí a cualquier tipo de violencia: desde las
formas más sutiles y disimuladas hasta sus expresiones más burdas y extremas. En otras
palabras estamos hablando tanto de la violencia de "cuello blanco” que se ejerce desde
posiciones privilegiadas de poder haciendo uso de los recursos legales que sirven para so
laparla, como de la violencia que aparece en la página roja porque implica derramamien
to de sangre. Dicho de otro modo, violencia es cualquier forma de actuación que hace del
otro una víctima. En este sentido la indiferencia, así como cierto tipo de omisiones, pue
den también caer en la categoría de acciones violentas contra el otro.
48 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN COM ÚN
B IB L IO G R A F ÍA R E C O M E N D A D A
T E M A S B Á S IC O S D E L E J E R C IC IO P R O F E S IO N A L
M a r in a G o n z á l e z M a r t ín e z
A l b e r t o H e r n á n d e z B a q u e ir o
IN TR O D U C C IÓ N
3.1. A u t o r i d a d , po d e r e in f l u e n c ia
EN EL EJERCICIO DE LA P R O FESIÓ N
3.2. D e b e r e s y derechos d e l p r o f e s io n a l
mos dos tipos de clasificaciones. Por una parte, distingamos entre bie
nes materiales y bienes inmateriales. Los primeros son aquellos que po
demos ver concretados en cosas, por ejemplo, el dinero, una casa, un
coche, alimento, vestido, etcétera. Los segundos no están concretados
en ningún objeto pero que son asimismo deseados, por ejemplo, el tiem
po del que hablábamos, la seguridad, la democracia, el amor, la educa
ción, etcétera. Todos los seres humanos estamos com p u estos, ta n to p o r
elementos materiales com o por elementos inmateriales, tenemos una
corporeidad que demanda alimento, vivienda, vestido, medicamentos
para conservar la salud, etcétera Pero también estamos compuestos por
elementos que nos constituyen y que no son materiales: somos seres
esencialmente emocionales, necesitados de pertenencia y afecto, de se
guridad, poseemos inteligencia y deseos de superación. Por lo anterior,
es imposible decir que sólo con las necesidades básicas estamos satisfe
chos, incluso tampoco podemos decir que no nos interesan los bienes
materiales, pues éstos son indispensables para subsistir.
Por otra parte, en el contexto del ejercicio de la profesión, debemos
recordar que tanto los bienes materiales, com o los inmateriales pueden
analizarse desde otra clasificación. Así tenemos los bienes internos a la
profesión que son aquellos resultado del ejercicio de la misma, por
ejemplo, y siguiendo con el caso de la medicina, el bien interno sería
conservar o restablecer la salud. En el caso de los bienes internos de la
profesión, entre más se crece en ello, m ejor es para todos, es decir, en
tre más salud se consigue es m ejor para la práctica médica y para la so
ciedad en general.
Pero, com o hemos visto, las prácticas profesionales están constitui
das socialmente de tal manera que acarrean además bienes extemos a
ellas. Por ejemplo, el ejercicio de la profesión puede traer consigo po
der, fama, dinero, com petencia entre sujetos, etcétera. En el caso de los
bienes externos, entre más tiene un sujeto, menos queda para los de
más, es decir, entre más poder, fama o dinero obtiene un médico, me
nos queda para los demás.
En la práctica profesional, la producción de los bienes internos a la
profesión no sólo es algo deseado por el profesional, sino que al ser su
profesión un producto social, este bien es a su vez un deber. El profe
sional tiene el deber de producir el bien que su área de conocimiento
domina, así com o tiene el deber de responder por su saber. Pero el ejer
cicio de la profesión también implica derecho, com o el derecho a ser
remunerado y reconocido por el buen desempeño de acuerdo a los cá
nones que la misma práctica institucionalizada establece. ¿Cómo saber
cuál es el equilibrio preferible entre los bienes internos y los bienes ex
ternos? Encontramos entonces criterios éticos para las prácticas profe
sionales.
TEMAS BÁSICOS D EL EJERCICIO PROFESIONAL • González / Hernández 57
3.3. D i g n i f i c a c i ó n d e l a p r o f e s i ó n
3.4. I dea d e la é t ic a p r o f e s i o n a l :
lo s p r in c ip io s é t ic o s d e l a s p r o f e s io n e s
la convivencia, tales com o “no está perm itido que alguno se apropie
para sí los bienes que ya han sido legítimamente adjudicados a otro,
mediante cualquier form a de violen cia” . Esta es una propuesta de un
contenido normativo cuya utilidad práctica se puede entender más o
menos fácilmente en función del sentido común. Por ahora no proble-
maticemos la expresión "sentido com ún”. Observemos la sentencia
puesta entre comillas. Parece que su intención es razonable y que pone
una regla que evitará conflictos en los casos en que sea respetada.
Podríamos poner otra serie de propuestas a manera de reglas de
convivencia del mismo corte. Se podrían referir al respeto de las cosas,
la fama, la seguridad y otros bienes y prerrogativas de los demás m iem
bros de la comunidad. Eso está bien, pero no bastaría con reglas de ese
tipo para tener una convivencia humana. También podríamos desear
muchas otras cosas de los demás, fuera de la regla básica de que no nos
perjudiquen. De los demás no sólo esperamos la observancia de una se
rie de reglas de no-agresión, sino que de todos ellos esperamos algunas
cosas, que nos den, nos compartan, nos comuniquen; que colaboren,
que coincidan, que cooperen y otras acciones de ese tipo. Claro que no
con todos de la misma manera, pero sí esperamos acciones diferentes
de distintas personas según su grado de cercanía o afinidad con noso
tros, pues “los demás” son de muy diferentes clases, desde com petido
res y rivales hasta amigos y amigas, familiares, compañeros y colegas,
enamorado(a)s y otras relaciones de variada intensidad. Y luego una
gran multitud de personas con las que casi no tenemos una relación,
desde completos desconocidos hasta vecinos, compatriotas, etcétera
Con estas diferentes clases de personas las reglas de la convivencia son
diferentes. Con quienes son muy cercanos, por el afecto, la colabora
ción o alguna otra relación, quizá ni siquiera pensamos en términos de
reglas sino de otra clase de contenidos morales. Aunque se puede decir
que hay una “ley” de amar cada uno a sus padres, parece más bien raro
en nuestra sociedad hablar en esos términos. El cariño no se impone,
sino que lo vivim os com o algo que nace espontáneamente y que en mu
chos casos es un valor importante en la definición vital de las personas.
Entonces la ética no consiste solamente en poner reglas que nos perm i
tan vivir unos junto a otros sin hacernos daño, sino también en el des
cubrimiento o, incluso, en la creación de metas, valores y convicciones
que podemos com partir o disfrutar en compañía de los demás. N o de
todos, sino de algunos según las relaciones que tengamos establecidas
con ellos.
El razonamiento anterior nos servirá para ir entrando en la idea de
la ética profesional. Lo que estamos diciendo es que la búsqueda ética
cuando se aplica a la circunstancia de la profesión, consiste en el des
cubrimiento tanto de las reglas mínimas de la convivencia que perm i
62 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UN A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN C O M Ú N
ten que estemos juntos sin hacernos daño, o en este caso que ejerzamos
una determinada ocupación que constituye nuestro trabajo, com o la
creación de significados o contenidos morales compartidos, precisa
mente porque tenemos esa ocupación laboral que llamamos cada uno
nuestra profesión. De tal suerte, aunque debemos ofrecer una idea de lo
que entendemos por profesión, no será esto tan determinante com o la
intención de que a través de ese ejercicio o trabajo es com o concreta
mos nuestra condición de seres humanos que buscan lo que es m ejor en
su vida concreta.
Mencionemos un par de aproximaciones a la idea de profesión. Las
variantes que pueden hallarse tendrán importancia desde los puntos de
vista sociológico, antropológico o económico. Pero por ahora no discu
tiremos esas dimensiones sino sólo en la medida que estamos buscando
acercarnos a la dimensión ética. Una definición ofrecida por el filósofo
y sociólogo Max W eber nos dice que la profesión es “la actividad espe
cializada y permanente de un hombre que normalmente, constituye
para él una fuente de ingresos y, por tanto, un fundamento económ ico
seguro de su existencia” (La ética protestante y el espíritu del capitalis
m o). Puede observarse en esa definición que no incluye elementos valo-
rativos. N o nos dice de entrada que algunas ocupaciones son válidas
com o profesiones y otras no, por ejemplo, no nos explica que tales ocu
paciones deban ser conform e a la ley. Ése es un punto crítico que discu
tiremos más adelante. En la noción que acabamos de presentar simple
mente se ofrece una descripción sociológica que nos remite a una
dimensión importante: la profesión normalmente constituye para uno el
fundamento de su existencia, porque a través de ella se obtienen los sa-
tisfactores necesarios para la vida. Por otra parte, se trata de una activi
dad permanente y especializada. Es decir, una persona que de vez en
cuando se ocupa en pescar con periodos intermitentes en que no lo
hace, difícilmente podría llamarse un pescador, cuando más será un
amateur. Asimismo, si no se trata de una ocupación que requiere cierto
nivel de destreza para alcanzar cierto desempeño o ciertos resultados,
por encima de lo que cualquier persona podría hacer, tampoco podría
decir que esa ocupación podría constituirse en una profesión.6
Desde luego podríamos pensar en algunas ocupaciones que requie
ren el desarrollo de un cierto grado de destreza por encima de lo que
cualquiera podría hacer sin entrenamiento, y que son también ocupa
ciones más o menos permanentes de algunas personas, y que además
les proveen recursos, usualmente en dinero, para la subsistencia, pero
que retan el sentido común moral para definirse com o profesiones. Son
los casos de personas que se dedican a actividades delictivas: ladrones,
estafadores, tahúres... ¿podrían ser llamados profesionales? Necesita
remos introducir nuevos criterios para responder de manera más con
sistente.
Hay que recurrir nuevamente a la experiencia cotidiana y preguntar
qué decimos cuando aplicamos a alguna persona el término “profesio
nal”. Por ejemplo, “ Diego es un carpintero muy profesional. Aunque no
ha hecho estudios universitarios es muy responsable, es muy ‘bien he
cho’ y cobra lo justo por su trabajo”. Esta frase podría ser parte de una
conversación común y corriente. En ella podríamos advertir que al cali
ficar a ese artesano se desliga la idea de profesión de la escolaridad for
mal. N o hace falta tener un título universitario para ser un profesional.
Por otra parte, la palabra evoca algunos contenidos que tienen una
fuerte carga valorativa, com o "ser responsable”, “ser justo”, “hacer bien
las cosas”, y otras parecidas. En suma, la aplicación del adjetivo “profe
sional” a una persona en particular no deriva solamente de la descrip
ción de cualidades técnicas observables, sino que implica una valoración
por parte de quien la adjudica de una serie de atributos que pertenecen
al orden moral.
Incluso en un contexto que desafía al sentido común moral podemos
form ar una expresión com o esta: "se trata de un ladrón de bancos muy
profesional”, ¿a qué se podría estar refiriendo? Posiblemente a la des
treza de ese ladrón para burlar los sistemas de seguridad, o para calcu
lar minuciosamente hasta los últimos detalles de un plan de acción, o la
contención para no usar más violencia de la estrictamente necesaria
para conseguir su objetivo, etcétera. En esos ejemplos, referimos a al
guna cualidad de orden personal que a pesar de estar ubicada en el
contexto de una finalidad que no puede aprobarse moralmente, sin em
bargo, por sí misma, puede despertar algún grado de reconocimiento.
Hay alguna cosa, que por sí misma podría considerarse una cualidad,
que se asocia con la idea de profesión y que despierta algún reconoci
miento, asimismo, remite a la idea de profesionalismo. Este parece te
ner siempre una carga de valor positivo, incluso cuando se presenta
sólo parcialmente en el desempeño de las personas. Desde luego, no es
suficiente que un animal tenga pelo para que sea un gato. El que una
persona posea una destreza, cualquiera que ésta sea, no basta por sí
misma para calificar al todo de la acción de esa persona. Podrá tener
algo de profesional, pero a menos que tenga también las otras caracte
rísticas esenciales (que iremos presentando), no puede decirse de cual
quier ocupación que sea una profesión, y de cualquier persona que se
dedica a ella que sea un profesional, sino que nos hace falta el profesio
nalismo, que consistirá en una manera particular de ejercer una profe
sión.
64 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UNA ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN CO M ÚN
3 .5. P r i n c i p i o s d e é t ic a p r o f e s io n a l
Más que definir cada uno de los términos, el Inform e Belmont desta
ca las aplicaciones de cada uno de los principios que enuncia. En el
caso particular del principio de respeto a las personas, éste sugiere tra
tarlas com o sujetos autónomos, capaces de tomar decisiones por sí mis
mas. Consiste en ser consecuente con la convicción de que todo ser hu
mano está dotado de libertad, que tiene capacidad de conocer y
entender los problemas y es capaz de tomar decisiones para la supera
TEMAS BÁSICOS DEL EJERCICIO PRO FESIONAL • González / Hernández 67
[... en prim er lugar, todo proyecto[ ...debe estar precedido p or una ponde
ración cuidadosa de los riesgos predecibles para cualquier organism o y el
am biente [... Daño físico, p sicológico o m oral. Resulta inaceptable un p ro
yecto cuando se presuma posibilidad de riesgos que no pueden ser asumidos
a la luz del conocim iento existente. Y m antener prudente proporción entre
riesgo im plícito probable y el ben eficio para el sujeto de la intervención.
Otros bienes sociales que son también muy sensibles a problem áti
cas com o la salud, que queda apuntada, son la educación, la cultura, el
medio ambiente sano, la paz. Como puede verse, estos bienes conllevan
una llamada a la actuación ética de los profesionales de la comunica
ción, los educadores, los creadores artísticos, los políticos, los empresa
rios, entre otros.
Los códigos de ética son instrumentos que com pilan en un solo lu
gar un conjunto de normas de ética profesional. Insistimos en el térm i
no “ético” porque lo más común es que tratemos con códigos de leyes,
que corresponden al campo del derecho y no al de la moral. Así que lo
prim ero que hay que tener presente es las deferencias, importantísimas,
entre el derecho y la moral. A manera de síntesis diremos que las dife
rencias entre los dos derivan de la capacidad coactiva que se atribuye a
las normas jurídicas, la cual no está en las normas morales. Si no cum
plimos con la ley, nos ponemos en situación de ser forzados a acatarla
por la autoridad política. En cambio, el no cumplir con las normas pu
ramente morales no nos pone a disposición de esa misma autoridad,
porque com o sociedad no le reconocemos facultad de intervenir para
obligarnos a actuar. Consideramos que la autoridad moral está de algu
na forma circunscrita a la conciencia moral, sea la propia individual o
alguna forma de conciencia moral supra-individual, com o ocurre con la
autoridad moral dentro de un grupo humano. Eso significa que las nor
mas morales son de adhesión voluntaria.
Sin embargo, los códigos morales son instrumentos o artefactos po
sitivos, son documentos redactados y publicados por alguien que tiene
alguna form a de autoridad (no política) que le hace competente en ese
campo y ante ciertas personas. Com o ejem plo podríamos poner el de
una creencia religiosa que conlleva una determinada manera de ver la
vida, con unas valoraciones particulares, de la cual pueden derivarse
ciertas reglas de actuación que son articuladas y expresadas por quie
nes detentan la autoridad para tales efectos dentro de ese grupo. Los in
tegrantes del grupo siguen o no esas normas voluntaria o libremente,
en cuanto desean form ar parte de esa congregación. Los castigos que
puedan derivarse de la violación de las normas de ese grupo particular
también serán aceptados voluntariamente, y de ninguna form a podrían
invadir los ámbitos propios de la autoridad política, que es el reino ju rí
dico. Esto no quiere decir que sólo sea derecho lo que se expresa en
forma de leyes publicadas o positivas dentro de un sistema de derecho
escrito com o ocurre en M éxico y otros países. Puede haber otras fuen
tes de derecho, com o la costumbre y la jurisprudencia, tal com o ocurre
TEMAS BÁSICOS D EL EJERCICIO PROFESIONAL • González / Hernández 73
en los países anglosajones. Pero en los dos casos la norma jurídica está
respaldada por el poder político. En cambio no lo está la norma moral,
considerada por sí misma.
Otra situación se da cuando hay una coincidencia entre normas m o
rales y normas jurídicas. Hay bienes que son originariamente morales,
pero que son considerados tan importantes por la sociedad que, por así
decir, ella extiende su protección en form a de leyes que los respalden.
Robar, tratar con crueldad, herir o esclavizar a una persona son accio
nes morales tan indeseables que las sociedades establecen leyes que las
proscriben.
¿Quién es una autoridad moral en un campo determinado? La res
puesta casi depende del campo de acción. Hay ámbitos que están de
suyo muy formalizados y cuentan con procedimientos para decir quién
habla por el grupo. Una asociación profesional o un grem io pueden for
mar comités de ética a los que se reconoce la autoridad y el encargo de
definir los criterios orientadores para todos los integrantes del grupo.
Lo mismo puede ocurrir con algunas iglesias, con las empresas priva
das o con las escuelas. En cambio hay ámbitos en que tales procedi
mientos no existen, aunque nos referimos a ellos incluso en las leyes,
com o pasa con la “moral dom inante” en una sociedad cosmopolita y
plural. En México, por ejemplo, hay disposiciones legales que se refie
ren a que las conductas en espacios públicos no deben ser "contrarias a
la m oral”, com o si se tratara de algo suficientemente definido por el
sentido común. Cuando lo común es que esté muy poco definida.
Así que en este momento conviene reconocer que los códigos de éti
ca son instrumentos convencionales establecidos por el interés de un
grupo en particular para orientar las acciones morales de sus integran
tes en un determinado sentido, el cual es valorado com o el más desea
ble en función de los bienes perseguidos y los valores que inspiran a ese
grupo. Son instrumentos positivos, o sea publicados por la autoridad
que en cada grupo está investida con la autoridad para hacerlo. Id eal
mente contendrían criterios para orientar la acción más que para con
trolarla (el control es más propio de la norma coercitiva, esto es jurídica).
Tales criterios serán siempre prácticos y adecuados a las situaciones
particulares de su propio campo de aplicación. De otro modo no serían
incorrectos, sino redundantes, pues de muy poco sirve una norma que
prescribe hacer el bien, en general, pero no ilustra lo particular, en qué
consiste hacer el bien para el ginecólogo en su consulta, para el aboga
do que debe defender a un delincuente, para el ingeniero que debe
construir viviendas de interés social, para el investigador que debe sa
crificar animales de laboratorio, y así en la infinidad de las situaciones
dilemáticas que pueden presentarse en el ejercicio de una profesión en
particular.
74 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UN A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN COM ÚN
7 Einar Mam burg, “The behavioural effects of corporate ethical codes: empirical fin-
dings and discussion’ , en Business Ethics, vol. 9, núm. 3, 2002.
8 La idea fue presentada para el servicio público como "infraestructura ética” por la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. La ética en el servicio pú
blico. Madrid, 1995. Una adaptación a otro tipo de organizaciones en A. Hernández,
"Estructura ética y cultura organizacional: ¿formalización o compromiso?”, en Alejandro
Monsiváis, Políticas de transparencia: ciudadanía y rendición de cuentas. México, IFAI,
2005.
78 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN CO M ÚN
todos los afectados por el código, facilita el sentido de com prom iso que
pueden sentir respecto a él. Un cód igo impuesto difícilm ente será
adoptado por los individuos. Comunicar el código es otra actividad im
portante, aunque insuficiente. La comunicación debería entenderse bi-
direccionalmente, no sólo com o inform ación unidireccional. Es conve
niente que el código tenga una persona, moral o física, que se haga
cargo de su seguimiento, actualización y promoción. Asimismo, apren
der a usar e interpretar los principios de un código, requiere una activi
dad de estudio o formativa. Incorporar principios éticos a la propia
vida necesita convencimiento, no puede imponerse por la fuerza. Sí es
posible m odificar las conductas por la fuerza, pero eso no es el camino
de la ética. El camino ético es el de la educación, la formación, la con
vicción y la autonomía. Así llegamos al umbral de nuevos temas: ¿cómo
se puede m ejorar el desempeño ético de las empresas más allá del dis
curso?, ¿cómo se puede form ar éticamente al adulto?
B IB L IO G R A F ÍA R E C O M E N D A D A
E L M A R C O L E G A L D E L E J E R C IC IO
D E L A S P R O F E S IO N E S
Ju a n R a m í r e z M a r ín
4 .1 .1 . Unión Europea
79
80 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN C O M Ú N
trezas intelectuales, para educar a las élites. Boecio, el "último romano, el primer escolás
tico", en un intento por transmitir la civilización clásica, permaneció en el reino de los
ostrogodos para enseñarles los rudimentos del quadrivium. Las siete artes liberales que se
enseñaban en la antigüedad comprendían dos grupos de estudios: el trivium y el quadri
vium.
El trivium, (lat. “tres vías o caminos”) agrupaba las disciplinas literarias (relacionadas
con la elocuencia): Gramática (lengua) lengua, la ciencia del uso correcto de la lengua,
ayuda a hablar; Dialéctica, la ciencia del pensamiento correcto, ayuda a buscar la verdad;
Retórica, la ciencia de la expresión, enseña a “colorear” las palabras.
El quadrivium (lat. “cuatro caminos”), agrupaba las disciplinas científicas: Aritmética,
enseña a hacer números; geometría, enseña a calcular; astronomía, enseña a cultivar el
estudio de los astros; música, enseña a producir notas.
En la Edad Media, las artes liberales conformaban la parte central del currículo de
las universidades. , consejero intelectual de Carlomagno, las adoptó como base de la re
forma escolar durante el periodo del Renacimiento carolingio. Del siglo vi en adelante, el
sistema medieval de estudios académicos corresponderá con el esquema doble del trivium
y quadrivium, que se conoce a veces como “educación clásica", y que llega hasta los siglos
Xll y x ii i. Con la aparición de las Humanidades y la Ciencia en la Ilustración, el significa
do de “artes liberales" se extendió hasta abarcar ambas. Actualmente, el concepto, utiliza
do más extensamente como profesiones liberales comprende el ejercicio profesional que
requiere formación universitaria.
EL MARCO LEGAL D EL EJERCICIO DE LAS P ROFESIO NES • Ramírez M arín 81
abrirá expedientes de infracción para los estados que bien no han trans
puesto la directiva o que no lo han hecho completamente, com o es el
caso español.
Desde el punto de vista migratorio, el problema principal de este re
traso es que un profesional legalmente establecido en su país ( u e ) pue
de prestar servicios en otro estado miembro sin ningún otro requisito.
No obstante, para poder asumir las exigencias que marca la directiva
habría de haber com pletado el proceso de transposición (artículo 9).2
Respecto a las plataformas comunes (artículo 15), opción prevista
por la directiva para compensar, en form a de criterios de cualificacio-
nes, las diferencias entre los requisitos de form ación existentes en los
distintos estados miembros en relación con una profesión determinada,
se trata sólo de una opción que presenta la Comisión Europea y com o
tal, solo habrá de recurrirse a ella en caso de necesidad. De alguna for
ma, la opción de las “plataformas comunes" sería una ampliación a es
cala comunitaria de la facultad autorreguladora de las profesiones.
En España, por ejemplo, los Colegios Profesionales son organizacio
nes previstas en el artículo 36 de la Constitución, dentro de la sección
2a De los derechos y los deberes de los ciudadanos frente al derecho de
asociación que viene recogido en el artículo 22 de la Constitución y que
se ubica dentro de la sección I a De los derechos fundamentales y de las
libertades públicas. La propia ubicación de ambos derechos en la Cons
titución define las características que van a distinguir un tipo de organi
zación de otra. En la creación de un colegio profesional, además, inter
vienen los parlamentos estatales o autonómicos, según el colegio del
que se trate. De ahí que la fuerza legal que crea y sustenta un colegio
profesional sea sólida y requiera de una serie de mecanismos garantes
del derecho y del cumplimiento del deber que todo profesional, en tanto
que tal, adquiere. Además, los colegios profesionales tienen un mandato
legal que les convierten en instituciones semipúblicas (por delegación
del Estado) o semiprivadas.
Funciones de los Consejos Generales y Superiores. Siguiendo el
ejemplo de España, los Consejos Generales y Superiores y los Colegios
de ámbito nacional ordenan el ejercicio de las profesiones. Ambas es
tructuras, junto a los Colegios territoriales, representan en exclusiva a
las profesiones liberales y defienden los intereses profesionales de los
colegiados, todo ello sin perjuicio de la com petencia de la Administra
ción Pública por razón de la relación funcionarial y de las específicas
de la Organización Sindical en materia de relaciones laborales. Desde
ese punto de vista, los Colegios Profesionales vertebran económica, so
Cabe recordar que el Tratado Trilateral de Libre Com ercio entre Ca
nadá, EUA y M éxico (T L C A N ) contiene dos capítulos relacionados con los
servicios profesionales: el XII "com ercio transfronterizo de servicios" y
el xvi “entrada temporal de personas de negocios”. Se negoció que a los
proveedores de servicios profesionales de cualquiera de los tres países
de dicho Tratado “se les otorgue trato nacional y de nación más favore
cida y que se procure elim inar gradualmente las restricciones cuantita
tivas que cada país, estado o provincia establezcan, facilitando la m ovi
lidad profesional” .
También el artículo 1210 del Tratado obliga a cada uno de los tres
países a que en un plazo de dos años, elimine todo requisito de nacio
nalidad o residencia permanente, presentado en un listado, que mantu
viera para el otorgam iento de licencias o certificados a prestadores de
servicios de los otros dos países. (Este plazo venció el 1 de enero de
1996, pero no ha habido avances sustanciales).3
De esta manera, para que un profesionista preste sus servicios en
cualquiera de los países firmantes del TLC, debería bastar con que el
país donde ejercerá le otorgue una licencia o permiso, lo que requiere
del reconocim iento de sus títulos profesionales (lo que se encuentra en
proceso de acuerdo). Recuérdese que hasta ahora sólo se han otorgado
licencias temporales de ejercicio trinacional en arquitectura e ingenie
ría civil, y no ha sido sencillo que todas las profesiones en negociación
3 Véase Javier Mendoza Rojas, “Las profesiones en México ante el tic a dos años de
su vigencia”, en Revista U2000, Crónica de la Educación Superior, p.10, año vi, núm. 149.
México, 27 de noviembre.
EL MARCO LEGAL D EL EJERCICIO DE LAS P RO FESIONES • Ramírez M arín 85
4.2. M a r c o l e g a l d e las p r o f e s io n e s e n M é x ic o
4.3. R e s p o n s a b i l i d a d e s c iv il e s y p e n a l e s
ver las cosas al estado en que se encontraban antes del evento dañino y
reestablecer el equilibrio que ha desaparecido entre los miembros del
grupo, es decir, tiene un claro sentido patrimonialista. Por estas razo
nes, la sanción de la responsabilidad civil es, en principio, indemnizato-
ria, y no represiva.
Por su parte, la responsabilidad penal es la sujeción de una persona
que vulnera un deber de conducta impuesto por el Derecho penal al de
ber de afrontar las consecuencias que señala la ley. Dichas consecuen
cias se imponen a la persona cuando se le encuentra culpable de haber
com etido un delito o haber sido cóm plice de éste.
La responsabilidad penal la impone el Estado, a través de los siste
mas coactivos del derecho y consiste en una pena que busca castigar al
delincuente, evitar que repita su ilegal acción e intentar su reinserción
para evitar que vuelva a delinquir.
Puede ser común, cuando el delito com etido es realizado por cual
quier individuo (robar, matar) o especial, cuando el delito es com etido
por un funcionario público, aprovechando su condición.
La responsabilidad penal no busca resarcir o compensar a la vícti
ma del delito, aunque existe una responsabilidad civil independiente
(de la penal) y derivada del acto delictivo. Sería un tipo de responsabili
dad civil extracontractual, por producir, sin derecho, un acto lesivo
para otra persona.
Es importante distinguir la responsabilidad civil de la responsabili
dad penal, ya que esta última tiene por finalidad designar a la persona
que deberá responder por los daños o perjuicios causados a la sociedad
en su totalidad, no sólo a un individuo en particular.
Para la responsabilidad penal los daños o perjuicios tienen un carác
ter social, pues son considerados com o atentados contra el orden públi
co lo suficientemente graves com o para ser fuertemente reprobados y
ser erigidos en infracciones. Las sanciones penales tienen una función
esencialmente punitiva y represiva, y sólo buscan la prevención de ma
nera accesoria (ya sea a través de la intimidación y la disuasión, o a tra
vés de la rehabilitación del culpable, de su reeducación y de su reinser
ción social).
En ocasiones dichos conceptos se confunden, sobre todo en el dere
cho anglosajón, dado que ambas responsabilidades pueden llevar a
obligaciones pecuniarias. Sin embargo, existen varias diferencias, com o
ya vimos:
• Su finalidad es distinta: La responsabilidad penal sanciona, y la ci
vil repara un daño.
• La cantidad de la cuantía a pagar se calcula con diferentes m edi
das: Una multa (responsabilidad penal) estará basada principal
92 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UNA ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN C O M Ú N
6 Artículo 250. Se sancionará con prisión de uno a seis años y multa de cien a tres
cientos días a quien:
i. Sin ser funcionario público, se atribuya ese carácter y ejerza alguna de las funcio
nes de tal.
ii. Sin tener título profesional o autorización para ejercer alguna profesión reglamen
tada, expedidas por autoridades u organismos legalmente capacitados para ello, confor
me a las disposiciones reglamentarias del artículo 5 constitucional.
a) Se atribuya el carácter del profesionista.
b) Realice actos propios de una actividad profesional, con excepción de lo previsto en
el 3er. párrafo del artículo 26 de la Ley Reglamentaria de los artículos 4o. y 5o.
Constitucionales.
c) Ofrezca públicamente sus servicios como profesionista.
d) Use un título o autorización para ejercer alguna actividad profesional sin tener de
recho a ello.
e) Con objeto de lucrar, se una a profesionistas legalmente autorizados con fines de
ejercicio profesional o administre alguna asociación profesional.
iii. Al extranjero que ejerza una profesión reglamentada sin tener autorización de au
toridad competente o después de vencido el plazo que aquella le hubiere concedido.
iv. Usare credenciales de servidor público, condecoraciones, uniformes, grados jerár
quicos, divisas, insignias o siglas a las que no tenga derecho. Podrá aumentarse la pena
hasta la mitad de su duración y cuantía, cuando sean de uso exclusivo de las Fuerzas
Armadas Mexicanas o de alguna corporación policial.
EL MARCO LEGAL DEL EJERCICIO DE LAS P ROFESIONES • Ramírez M arín 93
4.4. L a l e y d e p r o f e s io n e s e n M é x ic o
4 . 5 . L O S C O L E G IO S O A G R U P A C IO N E S DE P R O F E S IO N A L E S
(artículo 48). Cada Colegio se dará sus propios estatutos, sin contrave
nir esta Ley (artículo 49).
El artículo 50 señala: Los Colegios de Profesionistas [ s í c [sic tendrán
los siguientes propósitos:
a) Vigilancia del ejercicio profesional con objeto de que se realice
dentro del más alto plano legal y moral.
b) Prom over la expedición de leyes, reglamentos y sus reformas, re
lativos al ejercicio profesional.
c ) Auxiliar a la Administración Pública con capacidad para prom o
ver lo conducente a la m oralización de la misma.
d) Denunciar a la SEP o a las autoridades penales las violaciones a la
presente Ley.
e) Proponer los aranceles profesionales.
f ) Servir de árbitro en los conflictos entre profesionales o entre éstos
y sus clientes, cuando acuerden someterse los mismos a dicho
arbitraje.
g ) Fomentar la cultura y las relaciones con los colegios similares del
país o extranjeros.
h) Prestar la más amplia colaboración al Poder Público com o cuer
pos consultores.
i) Representar a sus miembros o asociados ante la DGP.
j) Formular los estatutos del Colegio depositando un ejem plar en la
propia Dirección.
k) Colaborar en la elaboración de los planes de estudios profesiona
les.
I) Hacerse representar en los congresos relativos al ejercicio profe
sional.
m ) Form ar lista de sus miembros por especialidades, para llevar el
turno conform e al cual deberá prestarse el servicio social.
n) Anotar anualmente los trabajos desempeñados por los profesiona
les en el servicio social.
o) Form ar listas de peritos profesionales, por especialidades, que se
rán las únicas que sirvan oficialmente.
p ) Velar porque los puestos públicos en que se requieran conoci
mientos propios de determinada profesión estén desempeñados
por los técnicos respectivos con título legalmente expedido y debi
damente registrado.
q ) Expulsar de su seno, por el voto de ? partes de sus miembros, a
los que ejecuten actos que desprestigien o deshonren a la profe
sión. Será requisito en todo caso el oír al interesado y darle plena
oportunidad de rendir las pruebas que estime conveniente, en la
forma que lo determinen los estatutos o reglamentos del Colegio.
r) Establecer y aplicar sanciones contra los profesionistas que falta
EL MARCO LEGAL DEL EJERCICIO DE LAS P R O F ESIO NE S • Ramírez M arín 99
positiva, natural o divina— se dirige al bien común, ijanto lom as distingue además dos
especies de justicia: distributiva y conmutativa. La justicia distributiva implica una obliga-
102 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UN A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN CO M ÚN
9 La definición clásica de justicia desarrollada por santo Tomás es dar a cada uno lo
suyo. La justicia siempre se dirige hacia el bien de otro, hacia el bien común. El término
de justicia general reafirma la aplicabilidad universal de la justicia hacia el bien común.
La justicia legal se aplica específicamente a la esfera de la ley, ya que cada ley legítima
— positiva, natural o divina— se dirige al bien común. Santo Tomás distingue además dos
especies de justicia: distributiva y conmutativa. La justicia distributiva implica una obliga
ción de distribuir los bienes proporcionalmente de acuerdo a la contribución de cada per
sona. La justicia conmutativa gobierna las relaciones entre las personas. Depende de la
igualdad básica de las partes de un acuerdo. La habilidad de intercambiar libre y abierta
mente es un factor importante en la distribución justa de los bienes de la sociedad. La jus
ticia conmutativa se atribuye a la actividad mercantil y a los contratos, pero fundamental
mente se dirige a la salvaguarda de los derechos de propiedad, que reconoce los deberes
de pagar deudas y cumplir con las obligaciones libremente contratadas. Ambas justicias
son entonces, dos especies distintas de justicia que se aplican en instancias particulares.
La justicia distributiva es posible sólo sobre la base de la justicia conmutativa. Por lo que
se asegura que la justicia conmutativa es no sólo fundamental, sino anterior a la justicia
distributiva.
106 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UN A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN CO M ÚN
sirve com o cauce a un progreso moral, sea que lo recoja, sea que lo
propicie.
Entre las fuentes más notables de que haya reform a jurídica, esto es,
las razones verdaderas o supuestas; evidentes o subterráneas, de que
haya cambios jurídicos, están:
• La evolución de la vida en sociedad, que acarrea el desarrollo de
las instituciones jurídicas, una form a de vida codificada.
• La crisis, esto es la insuficiencia, impertinencia o inconsecuencia
de la norma en su labor característica: conducción de las relacio
nes sociales y solución de los conflictos; administradora de la paz
y la contienda.
• La innovación, técnica, la ilusión reformadora, la imitación lógica
o extralógica.
10 Todo régimen internacional para la defensa de los derechos del hombre gira en
torno a un dogma: la dignidad humana, que ciertamente no constituye, en primer grado,
una afirmación jurídica, sino ética, aunque posea consecuencias inmediatas de naturaleza
jurídica.
108 ÉTICA, PROFESIÓ N Y CIU DADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN C O M Ú N
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
C onstitución P o lítica de los Estados Unidos M exicanos. Versión en línea:
www.diputados.gob.mx
G a r c í a R a m í r e z , Sergio, coord., Los valores en el derecho mexicano. Una aproxi
m ación. México, FC E/UNA M , 1997, pp. V II-X V III.
Ley Reglamentaria del Articulo 5o. Constitucional, Relativo al Ejercicio de las
Profesiones en el Distrito Federal. Versión en línea: www.diputados.gob.mx
C a p ít u l o 5
E L D IS C E R N IM IE N T O DE D IL E M A S É T IC O S
E N LA S P R O F E S IO N E S
Para muchos, pareciera que vivim os en una época en la que nos encon
tramos rodeados de una gran incertidumbre moral y práctica. A pesar
de que la mayoría de nosotros creemos que podemos identificar instin
tivamente cuando algo es considerado com o moral o éticamente malo,
por ejemplo, el abuso a niños, a menudo dudamos de nuestra habilidad
o legitimidad para asegurar que un acto com o ése es absolutamente
malo. El decir que es absolutamente malo im plicaría que es malo para
cualquier persona, en cualquier circunstancia sin importar la época. La
respuesta más común con la que nos encontramos es algo parecido a
"para mí, es algo malo, pero cada quien puede juzgar com o quiera”, o
“¿quién soy yo para decir qué es lo que los demás deben o no deben de
hacer?” Oraciones com o éstas traen consigo un espectro de subjetivi
dad. Esto significa que afirm ar que algo es bueno o malo resulta más
un asunto de opinión personal y no existe form a alguna en la que poda
mos establecer un juicio sobre lo que podría considerarse com o correc
to o incorrecto para cualquier acción o evento. La vida cotidiana pone
al descubierto una serie de situaciones que llaman nuestra atención por
considerar que no tiene una solución definitiva e inapelable; por el con
trario, pareciera que dichas situaciones pueden ser defendidas o recha
zadas de acuerdo a la perspectiva que se tenga, y al final, pareciera que
un fantasma acecha nuestras vidas: el fantasma del subjetivismo. Este
tiene com o máxima principal el que no importa qué defiendas o cóm o
lo defiendas, al final cada quién puede pensar lo que le plazca; esto
hace que todo parezca, en palabras de Kundera, estar cínicamente per
donado desde antes dado que no hay form a de establecer un criterio so
bre lo bueno y lo malo, lo que debe o no debe hacerse, lo justo y lo
injusto.
Podemos definir al subjetivismo com o una postura moral que cabe
109
110 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA E N C O M Ú N
pueda decir que hay soluciones que sean infaliblemente — e irrem edia
blemente— válidas, hay una gran diferencia. Muchas de las soluciones
se encuentran tomando en cuenta características particulares de cada
situación, en donde interviene la forma en com o cada situación es inter
pretada a partir de sí misma, el contexto en el que se desenvuelve, y
la reflexión crítica que cada individuo hace de dicha situación. Vale la
pena señalar que un m odelo que podría ayudar a este propósito es el
expuesto por Martha Nussbaum en E l cu ltivo de la humanidad: una de
fensa clásica de la reforma en la educación liberal. Nussbaum se ha mos
trado escéptica a los reduccionismos1 propios de la sociedad contem po
ránea y ha optado por tratar de crear un m odelo educativo que no
enseñe al alumno una cátedra, sino que lo guíe en un aprendizaje del
que él mismo es también partícipe y responsable; esto con base en una
combinación de conocimientos de filosofía, economía, historia y litera
tura que motiven al estudiante a desarrollar su propio pensamiento. De
acuerdo con esta autora, la m ejor educación es aquella capaz de dotar
a la persona con la capacidad de escoger por sí mismo su propio m ode
lo de vida, lo que exige una capacidad de cuestionar y contrastar las di
ferentes alternativas que se le presentan a través de una razón crítica
que nos ayude a explicar y justificar el por qué de nuestras acciones y
decisiones.2
Asimismo, nuestra propuesta también retoma elementos de la her
menéutica analógica propuesta por M auricio Beuchot. La hermenéuti
ca analógica es un modelo de interpretación y entendimiento que nos
ayuda a acercarnos a ciertas situaciones sin caer en las trampas de un
universalismo rígido o bien, de un relativismo rampante. Creemos que
para vivir, debe haber algo más que sólo seguir una serie de reglas o
bien, renegar de cualquier tipo de guía que se tenga. N o necesitamos
descartar la noción de certidumbre o de verdad por tem or a imponer a
los otros nuestras ideas y/o pensamientos. La hermenéutica analógica
nos ofrece un camino, o metodología, que se sitúa entre ambos extre
mos con lo que comúnmente nos encontramos. Lo que Beuchot nos
propone es el rescatar las similitudes entre distintas perspectivas sin
que nos veamos rebasados por ellas. La idea es no caer en una imposi
ción de un solo punto de vista, ni tampoco en un diálogo de sordos en
donde todas las respuestas sean igualmente válidas.
Así, lo que nos proponemos es mostrar cóm o acercarse a una pro
blemática ética, tomando en cuenta ciertos elementos al momento de
tomar las decisiones, para que cada persona sea quien defina su propia
decisión, siendo consciente de los com promisos y responsabilidades
que dicha decisión implica. N o obstante, antes de pasar a un análisis
sobre la m etodología y las propuestas sobre com o tomar una decisión
dentro de una problemática ética consideramos importante dar un pri
mer paso para definir lo que entendemos por dilema ético.
5.1. A M ANERA DE IN TR O D U C C IÓ N ,
¿QUÉ ES UN DILEMA ÉTICO?
tarme al trabajo vestida de esa manera y las consecuencias que nos pu
diera traer. Ahora, si bien el hecho de escoger nuestra vestimenta cada
día no representa mayor disyuntiva por lo que no podríamos definir
que la elección de nuestra vestimenta com o dilema ético, ¿o sí? Quizá
pensando en una oficina dentro de alguna empresa radicada en la Ciu
dad de M éxico a principios del siglo XXI, el dilema sobre com o vestirse
no representa ningún problema ético; pero quizá, si pensamos en una
comunidad de Estados Unidos, en donde uno decide si vestirse o no con
una túnica blanca y una especia de som brero en form a de pico con sólo
dos orificios en la zona de los ojos. Lo que marca la diferencia entre
una y otra elección radica en las consecuencias que representa cada
uno de los atuendos. Mientras que el prim ero es la descripción de un
modo de vestir hasta cierto punto formal y común dentro de una ofici
na, el otro representa un icono ligado al Ku Klux Klan, una organiza
ción racista que surge alrededor de 1860 en Estados Unidos en contra
de la población negra y que abogaba por la supremacía de la raza blan
ca,5 el hecho de usar esta vestimenta blanca con su sombrero en forma
de punta, implica una identificación con una serie de principios y valo
res que van acordes con una ideología o visión, que encaminan nuestro
actuar y que nos hacen responsables de nuestras acciones y las conse
cuencias que estas mismas traen consigo; asimismo, también crean una
serie de compromisos que deben cumplirse por detentar esa visión.
Si bien, en ambas situaciones se habla de elegir ¿qué es lo que real
mente hace la diferencia entre una y otra?, el calificar a un dilema de
ético quizá requeriría de una reflexión en torno a este adjetivo. El adje
tivo de la ética no es un acompañante más en la frase, sino que dota de
una cualidad especial al dilema en el que nos encontramos inmersos.
N o obstante, vale la pena detenerse en este punto para aclarar que no
toda acción justificada puede considerarse ética por el hecho de que
para alguien sea válido. La ética responde a la pregunta de ¿cómo he
5 The Ku Klux Klan (KKK) fue una sociedad secreta conocida por cometer diferentes
actos de terrorismo y violencia, como la quema de crucifijos gigantes frente a las casas de
las personas que ellos quería intimidar; también perpetuaban “juicios” en los que lincha
ban y colgaban a personas negras, mujeres y niños, así como a cualquier persona (ya fue
ra de color, blanca o alguna otra raza) que tratara de proteger a sus víctimas. Más tarde,
también se dieron a conocer por aterrorizar a las comunidades judías. El KKK no se ha
dado a conocer, únicamente, por sus actividades racistas contra la gente negra, sino tam
bién por su antisemitismo y su intolerancia a todo aquellas personas que no son blancas y
cristianas. Por esta razón, el llegar vestido al trabajo con la indumentaria propia del KKK
podría ser, por lo menos, de mal gusto debido a la noción que el común de las personas
miembro de determinada sociedad puedan llegar a tener; incluso puede llegar a ser po
tencialmente amenazador o profundamente ofensivo para aquellas personas que hayan
tenido algún tipo de experiencia cercana con este grupo.
ÉTICA, PROFESIÓ N Y CIUDADANÍA. UN A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN COM ÚN
mos de vivir?, o dicho de otro modo ¿cuál es el m ejor tipo de vida posi
ble?, con base en las respuestas a estas preguntas es com o se va deli
neando los valores que dan sentido a una vida. Ahora bien, esta
reflexión debe abarcar distintas dimensiones; cuando pensamos en
aquel ideal de bienestar o felicidad que vale la pena vivirse, es una re
flexión que empieza en un sentido individual, pero también incluye a
los otros con los que convivimos, tanto en nuestro círculo cercano de
relaciones — amigos y familiares— com o en nuestras relaciones dentro
de una comunidad de la que somos parte y en la nos desenvolvemos.
Así, la ética busca el respeto a ciertos principios mínimos que permiten
la convivencia entre las personas, com o lo es el principio de dignidad
que hace referencia a que todas las personas son igualmente valiosas
sin importar género, raza, idioma, origen, etcétera. En el ejem plo ante
rior, las personas afiliadas al Ku Klux Klan creen tener una justifica
ción para lo que piensan y lo que hacen, sin em bargo su justificación no
incluye un respeto por la dignidad de las personas, por el contrario, pi
sotean la dignidad de un grupo de personas creyendo en la supremacía
aria. Luego entonces, la reflexión ética y la toma de decisión que la
acompaña, debe estar consciente de las implicaciones que dicha deci
sión trae consigo no sólo con respecto a mi mismo, sino también a las
personas que me rodean y la sociedad en la que convive. Esto hace que
cuando hablemos de ética, un punto importante a resaltar es también la
responsabilidad, pues no debo ver únicamente por mi bienestar indivi
dual, sino también por el bienestar de los otros. Cuando hablamos de
un dilema ético, o de una problemática ética hablamos de una situación
en donde el bienestar de las personas, sus derechos y/o sus obligaciones
se cuestionan; en cierto sentido, el estar frente a un dilema ético requiere
preguntarse sobre qué es m ejor hacer, qué está bien, qué está mal, qué
debe o no hacerse, es justo o injusto, etcétera. Los juicios éticos no nos
describen una situación, sino que dan una visión sobre lo que está bien
y lo que no, lo que debe o no debe hacerse, con base en valores y princi
pios que cada uno de nosotros considera importantes y que de alguna
manera nos dan un sentido sobre cóm o actuar.
Algo que es importante resaltar es que dentro de la reflexión ética
no existe una respuesta correcta a todas las preguntas; dentro de una
problemática ética, la objetividad se alcanza mediante el pasar, poco a
poco, de una reflexión en un sentido individual a una reflexión que in
cluya a más personas e incluso, una reflexión en torno a la humanidad.
Esta característica de la reflexión ética permite que se incorporen no
sólo mis experiencias particulares, sino también las experiencias de las
otras personas en mi reflexión. Esto hace que la reflexión en torno a di
lemas éticos presente ciertos retos; en prim era instancia está la acepta
ción de que no existe una verdad absoluta que pueda ser presentada
EL DISC ER NIM IE NTO DE DILEM AS ÉTICOS EN LAS P ROFESIO NES • Cepeda / Shea 1 15
6 Cf. R. M. Haré, "A moral argument”, en James Rachels, Ethical Tehory 1. Gran
Bretaña, Oxford University Press, 1998. pp. 51-57.
116 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN C O M Ú N
/ . •
118 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN C O M Ú N
5.3. U n a p r o p u e s t a m e t o d o l ó g ic a c o m o p u n t o d e p a r t id a
12 Cuando hablamos de roles sociales, nos referimos a las diferentes maneras en que
nosotros nos vemos a nosotros mismos y con las cuales nos percibimos a nosotros mis
EL D ISC ER NIM IE NTO DE DILEM AS ÉTICOS EN LAS P ROFESIO NES • Cepeda / Shea 121
mos y cómo la gente nos percibe. Usualmente, cada uno de estos roles trae consigo cier
tas expectativas u obligaciones morales. Por ejemplo, si una mujer es madre, esposa y
contadora, cada uno de estos roles influye en la manera que toma sus decisiones y los jui
cios que hace para llegar a dichas decisiones. Como veremos brevemente, algunas veces
nuestros roles sociales entran en conflicto o nos ponen en una disyuntiva moral que hace
que tomar una decisión moral se vuelva más complejo.
122 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN CO M ÚN
Con el fin de clarificar un poco a lo que nos referimos con este pri
mer paso, consideremos el siguiente caso:13
13 Este caso es una adaptación de: "1993-1996 Sample Cases” del sitio en línea del
Intercollegiate Ethics Bowl auspiciado por el Insituto de Tecnología de Illinois (Illinois
Institute of Technology), http://ethics.iit.edu/eb/1993samplecases.html (revisada 29 de fe
brero, 2008).
EL DISC ER NIM IE NTO DE DILEM AS ÉTICOS EN LAS PROFESIONES • Cepeda / Shea 123
mundo ni nuestros intereses los únicos que importan, sino que somos
parte de algo más.14
Para ilustrar a qué nos referimos en este cuarto paso vamos a hacer
lo con otro ejemplo: Paola es científica, católica y está embarazada.
Cada uno de estos roles sociales, junto con las relaciones que implican,
trae consigo un demanda moral que puede llegar a chocar entre sí. Por
ejemplo, le pueden pedir a Paola que participe en un experimento usan
do células embrionarias humanas. Puede ser el caso de Paola que com o
científica visualice y com prenda la importancia médica que este tipo de
investigaciones puede tener al momento de generar resultados benéfi
cos (una cura para el Alzheimer, o una cura para algún tipo de cáncer);
por otra parte, los valores y principios propios de su religión o su esta
tus com o mujer embarazada pueden interferir y entrar en conflicto con
sus valores y principios com o científica investigadora.
Hay que tener en mente que las personas tienen sus razones para
aceptar que ciertas obligaciones por parte de algunos roles sociales o
determinados tipos de relaciones sean parte de su vida. Lo que significa
que aceptar un rol a ciegas sin una reflexión previa no es lo más recor
dable, porque ese acción en específico trae consigo una responsabili
dad. Para tomar una decisión, cualquiera que ésta sea, es importante
saber cuáles son las razones que justifican el que tomemos dicha deci
sión; dentro de un proceso para la toma de decisiones éticas, esta parte
es de suma relevancia porque determina si hay un conflicto entre las
obligaciones de una determinada acción y las normas que lo rodean, o
bien, si hay otro tipo de compromisos morales que no son fáciles de
identificar a primera vista; en este sentido, aquellas categorías en don
de entran en juego valores morales, fundamentales deben ser analiza
das con más cuidado para poder llegar a una solución del conflicto. Así,
en la situación de Diego, debemos tomar en cuenta que, com o ingenie
ro, no puede ignorar una situación de inseguridad laboral de estas pro
porciones, con el fin de asegurar un trabajo.
Qué tanto profundicemos en una reflexión ética depende, en gran
parte, de lo detallado que hagamos nuestro análisis. Comúnmente, en
un nivel más general, hacemos una reflexión moral ya sea en términos
de minim izar ciertos riesgos, valores o personas, o bajo una visión de
conformidad a ciertas reglas o derechos moralmente fundamentales, o
bien, valorando una serie de actitudes morales y virtudes. Más adelante,
en este capítulo, discutiremos algunos de los principios que comúnmen-
Paso cinco: determinar qué debe hacerse, a partir de todas las conside
raciones antes hechas.
El proceso para determ inar qué es lo que se encuentra éticamente
en riesgo, algunas veces arroja también la conclusión de cuáles son las
alternativas éticamente más aceptables. Otras veces, las cosas se com
plican debido a los diferentes valores, reglas, normas sociales, etcétera,
que entran en juego y que favorecen determinada acción. En este pun
to, al optar por una determinada acción también se está eligiendo el
conjunto de valores, reglas, normas, etcétera, que dicha acción implica.
La situación de Diego es delicada porque, com o ya se menciono¿hay
una cuestión de prioridad de valores cuando consideramos que esTTa"^
vida de los trabajadores lo que está en juego y que choca con el interés
de Diego de asegurar su trabajo en Acmé Plastics. Por lo tanto, Diego
está moralmente obligado a hablar con Francisco del asunto. Los inge
nieros tienen una obligación profesional que no se enfoca únicamente a
considerar la seguridad en general, sino también que, com o corolario
de esa valoración, el velar por la seguridad dentro de las condiciones de
trabajo. Luego entonces, Diego debe tomar la acción apropiada. En este
caso, el alertar a su supervisor inmediato superior sobre el riesgo que
corren sus compañeros de trabajo cae dentro de esta búsqueda por la
128 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UNA ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN C O M Ú N
Paso seis: después de haber decidido lo que debe hacerse, elegir un cur
so de la acción
Dentro de este m odelo para la toma de decisiones éticas, el escoger
una acción es diferente a juzgar la misma acción, puesto que, una vez
que hemos juzgado qué acción debe hacerse y cuál no, aún así cabe la
posibilidad de que podamos preferir no seguir determinada acción. De
hecho, elegir actuar - o no actuar - de determinada forma, indepen
dientemente de lo que uno juzgue com o moralmente apropiado, requie
re de establecer un curso de la acción. De ahí que esto se vuelva un
paso distintivo en el proceso. Así, el término de decisión, en este m ode
lo, implica ambos momentos, el hecho de juzgar una acción y elegir eje
cutar dicha acción..
5.4. La DIFICULTA D DE LA ’ SO LU C IÓ N .
U N A R E FLEX IÓ N ÉTICA SO BR E CADA SITUA CIÓ N
Y LOS VALOR ES E N CO NFLICTO
cual todo sea permitido. No obstante, el mismo Desjardins hace referencia a que, aun cuan
do sea expresado de distintas maneras, hay ciertas valoraciones comunes a todas las cul
turas. Cf. Jaseph Desjardins, An introduction to business ethics. N ew York, M acGraw Hill,
2003, pp. 15-20.
132 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UN A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN COM ÚN
5 .5 . D o c u m e n t a c ió n de la r e a l id a d
17 En este caso podem os hablar de dos películas que ilustran también esta situación.
Tal es el caso de Una acción civil, del d irector Steven Zaillan, y de Erin Brokovich, del d i
rector Steven Soderbergh. Ambas películas muestran dos casos en los que una com pañía
está contam inando el m edio am biente causando un gran riesgo para la población que la
rodea y el bienestar de la comunidad.
EL DISC ER NIM IE NTO DE DILEM AS ÉTICOS EN LAS PROFESIONES • Cepeda / Shea 133
5.6. D if e r e n t e s e n f o q u e s s o b r e la t o m a d e d e c is io n e s
DENTR O DE LOS D IL E M A S É T IC O S 18
18 Este es un resumen sobre los enfoques desarrollados por David T. Ozar en su texto
Five Approaches to M oral-Ethical Decision-Making, del Centro de Ética y Justicia Social
de la Universidad de Loyola en Chicago.
134 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UN A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN CO M ÚN
19 Una película que refleja esta problemática es el dilema propuesto por el director
Alejandro Amenazar en la cinta M ar adentro, la cual está basada en la vida real de Ramón
Sanpedro.
136 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN CO M ÚN
20 De hecho, éste es uno de los dilemas a los que se enfrentan los derechos humanos
hoy en día.
EL DISC ER NIM IE NTO DE DILEM AS ÉTICOS EN LAS P ROFESIO NES • Cepeda / Shea 137
Por último, hay una reflexión que atraviesa la columna toral del tex
to y que, a pesar de ser una propuesta que no se expuso con detalle
dentro del mismo, es parte del espíritu que está atrás de la reflexión y
las ideas vertidas aquí. Nos referimos a la propuesta de Martha Nuss-
baum y Mauricio Beuchot, dos autores que buscan la forma en cóm o li
diar con las disyuntivas éticas, teniendo en cuenta que no se propone
una imposición dogmática de una form a de vida sino un descubrimien
to personal sobre lo que debe o no debe hacerse, sin dejar de tomar en
cuenta aquellos principios universalizables y su relación con las condi
ciones circunstanciales de cada persona. N o ahondamos en esta pro
puesta, dado el énfasis puesto en la ética de las profesiones propia del
presente libro, en su conjunto, sin embargo, exhortamos al lector a pro
fundizar sobre dicha propuesta com o parte de una actitud frente a cual
quier dilema ético.
B IB L IO G R A F ÍA R E C O M E N D A D A
Hill, 2003.
N ussbaum , Martha, Cultivating humanity. EUA, H arvard University Press, 1997.
C a p ít u l o 6
É T IC A C ÍV IC A E N L A V ID A P R O F E S IO N A L
M artha B. O c h m a n n I k a n o w i c z
D o r a E l v ir a G a r c ía
6.1. L a é t ic a d e l o s c iu d a d a n o s
1 Cf. Dora Elvira García y Jorge Traslosheros, Ética persona y sociedad. México, Po-
rrúa/Tecnológico de Monterrey, 2007, pp. XV-XXIII.
139
140 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VID A EN C O M Ú N
2 Idem.
ÉTICA CÍVICA EN LA VIDA PROFESIONAL • Ochmann / García 141
3 Daniel Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo. Madrid, Alianza, 1997.
4 Q. Skinner, “Las paradojas de la libertad política", en Félix Ovejero, José Luis M ar
tí, Roberto Gargarella, comps., Nuevas ideas republicanas. Barcelona, Paidós, 2004; Phi
lip Petit, Republicanismo, una teoría sobre la libertad y el gobierno. Barcelona, Paidós,
1999. Véase de este libro la “Introducción”, pp. 17-31 y el cap. 3 “La no dominación como
ideal político", pp. 113-148.
ÉTICA CÍVICA EN LA VIDA PROFESIONAL • Ochm ann / García 143
6.2. ÉT ICA C IU D A D A N A Y R E S P O N S A B IL ID A D P R O F ES IO NA L
6.3. C o n s id e r a c io n e s t e ó r ic a s
SO BR E LOS M O D E L O S DE PARTICIPACIÓN C IU D A D A N A
5 Peter H. Shuck, "Liberal Citizenship”, en: Engin F. Isin y Bryan S. Tumer, eds.,
Handbook o f Citizenship Studies. Reino Unido, SAGE Publications, 2002, pp. 131-144.
144 ÉTICA. PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UNA ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA E N C O M Ú N
igualdad, que va más allá del estatus legal. Las abismales diferencias
socioeconómicas — características de la mayoría de las sociedades con
temporáneas— provocan la polarización y el conflicto que aniquila la
posibilidad de los acuerdos políticos. De ahí que una de las virtudes re
publicanas es la solidaridad cívica, que orienta a los ciudadanos a cons
truir una sociedad sin disparidades sustanciales en el bienestar y en las
oportunidades.
El m odelo republicano de la ciudadanía comúnmente es asociado
con la exigencia de asumir com o esenciales los deberes políticos de la
democracia: no solamente votar, sino también ocupar puestos y funcio
nes públicas; no sólo elegir, sino también debatir y construir las alter
nativas. En este sentido, frecuentemente se com prende el m odelo repu
blicano com o una ciudadanía activa. Sin embargo, en cuanto a las
virtudes cívicas, el republicanismo enfatiza la postura pasiva y activa a
la vez, en palabras de Aristóteles la virtud ciudadana es saber mandar y
obedecer al mismo tiempo. El ejercicio del poder en la democracia exi
ge la capacidad de equilibrar estas dos funciones: del gobernante y del
súbdito, la única forma de asegurar el funcionamiento pacífico de la de
mocracia. La segunda virtud fundamental del republicanismo es la ca
pacidad de sobreponerse a las inclinaciones y preferencias personales.
Esta virtud, com o hemos visto, permite deliberar sobre el bien común,
pero en el sentido más inmediato previene los vicios políticos de la co
rrupción, el nepotismo, el patrimonialismo o el clientelismo.
El modelo liberal de la ciudadanía es frecuentemente presentado
com o una antítesis del republicanismo. Algunos encuentran sus oríge
nes en Roma antigua y su elaborado sistema jurídico, que concedía a
los ciudadanos de Roma un estatus privilegiado, al que los no romanos
no tenían acceso. En esta interpretación, la ciudadanía liberal sería de
finida por el estatus legal y un conjunto de derechos, cuyo objetivo es
proteger gustos y preferencias individuales. La actividad política no se
ría un deber de los ciudadanos, sino de un Estado eficiente, capaz de
agregar las demandas individuales y atender eficientemente las prefe
rencias personales. El ciudadano es presentado a veces com o un cliente
de bienes públicos. La actividad pública es vista com o un mal necesa
rio, si implica un costo, debe ofrecer también algún beneficio. De ahí
que los ciudadanos se asimilen a los votantes, que expresen sus prefe
rencias y exijan que el Estado las satisfaga. Esta imagen privatizada del
ciudadano simplifica dramáticamente la ética cívica liberal. Para enten
der el liberalismo vale la pena reflexionar sobre sus orígenes y su me
moria histórica, que Judith Shklar9 sintetiza en el concepto del liberalis
9 Judith Shklar, “El liberalismo del miedo”, en Nancy L. Rosenblum, dir.. E l libera
lismo y la vida moral. Buenos Aires, Nueva Visión, 1993, pp. 25-42.
ÉTICA CÍVICA EN LA VIDA PROFESIONAL • Ochmann / García 147
Decim os “nunca m ás”, pero en algún lugar alguien está siendo torturado
justo en este instante, y el m ied o agudo se ha co n vertid o nuevam ente en
la form a más com ún de control social. A esto debe agregarse el h orror de la
guerra m oderna com o recordatorio. El liberalismo del miedo es una res
puesta a estas realidades innegables, y en consecuencia se concentra en el
control de los daños. Dada la inevitabilidad de esa desigualdad de poder m i
litar, policial y persuasivo llam ada gobierno, evidentem ente siem pre hay
mucho que temer. Y, de ese modo, se puede sentir menos inclinación a cele
brar las bendiciones de la libertad que a considerar los peligros de la tiranía
y la guerra que la amenazan. Para este liberalism o las unidades básicas de
la vida política no son las personas razonadoras o reflexivas, ni am igos y
enem igos, ni ciudadanos-soldados patrióticos, ni litigantes vigorosos, sino
los débiles y los poderosos. Y la libertad que desea garantizar es la libertad
contra el abuso de poder y la intim idación a los indefensos a los que invita
esta d iferen cia.10
10 Ibid., p. 31.
11 Ibid., p. 36.
12 William A. Galston, Liberal Purposes. Goods, Virtues, and Diversity in the Liberal
State. Cambridge, Cambridge University Press, 1992.
148 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN COM ÚN
Aspiram os a una sociedad que no sea únicam ente sociedad civil sino que
llegue a ser una buena sociedad. Entendiendo que una buena sociedad es
aquella en la que las personas se tratan mutuamente com o fines en sí mis
mas y no com o meros instrumentos; com o totalidades personales y no com o
fragmentos; com o m iem bros de una com unidad, unidos por los lazos de
afecto y com prom iso mutuo, y no sólo com o em pleados, com erciantes, con
sumidores o, incluso, conciudadanos. [...] Cuando cream os vínculos recí
procos con la fam ilia, los am igos o los m iem bros de la com unidad damos
vida al principio básico de la buena sociedad. Valores com o el amor, la leal
tad, el cuidado de los demás o el de la com unidad encuentran sus raíces
aquí. P or el contrario, cuando nos dedicam os a hacer contactos socio-profe-
sionales p or m otivos centrados en la utilidad y no por sí mismos, abandona
mos este ám bito.14
14 Amitai Etzioni, La tercera vía hacia una buena sociedad. Propuestas desde el com u
nitarismo. Trad. de José Antonio Ruiz San Román. Madrid, Mínima Trotta, p. 16 (cursivas
nuestras)
15 Karol Edward Soltan, “Civic Competence, Attractiveness, and Maturity", en Step-
hen L. Elkin y Karol Edward Soltan, eds., Citizen competence and democratic institu-
tions. University Park, Pa. Pennsylvania State University, pp. 17-37.
150 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN CO M ÚN
6.4. É t ic a c iu d a d a n a e n l a s r e l a c i o n e s f a m il ia r e s
La importancia del ámbito privado va, sin embargo, más allá del
ejemplo, y se reafirm a porque existe un espacio com partido de obliga
ciones que nos corresponden com o ciudadanos y simplemente com o
personas responsables. Pensemos en el problema ecológico y el sinfín
de acciones que realizamos cotidianamente y que implican el uso de re
cursos com o agua o electricidad, o la generación de la basura. En este
caso, la formación ciudadana no depende tanto de la acción misma,
sino de la motivación que está detrás de ésta. Como ejemplo, analice
mos el problema de la separación de basura. Ante la indiferencia de los
ciudadanos, muchas autoridades municipales decidieron recurrir a me
didas coercitivas: si la basura no está separada, no se recoge. Las reac
ciones de los vecinos se podrían clasificar en tres posturas: a) lo hago
porque me lo exigen, no me interesa por qué las autoridades me lo pi
den; b) es el colmo, ahora resulta que yo debo hacer el trabajo de los
pepenadores, para qué pago impuestos; y c ) qué bueno, finalmente esta
mos haciendo algo al respecto, tanto el gobierno com o los vecinos. Evi
dentemente, las dos primeras no corresponden a la lógica cívica. La
primera implica una pasividad, el obedecer a las autoridades sin eva
luar las decisiones y las exigencias que nos afectan com o ciudadanos.
La segunda refleja una actitud extremadamente individualista, que, en
el fondo, considera que los derechos se compran, y también es posible
com prar la exención de las obligaciones. Los jóvenes asimilan estas ac
titudes y construyen un patrón moral que aplicarán después a otras si
tuaciones particulares: pagar un soborno para no hacer el servicio m ili
tar, plagiar o com prar una tarea, evadir los impuestos, dar mordida al
policía. La tercera actitud no solamente refleja la aceptación de los de
beres ciudadanos, sino también abre la oportunidad para discutir la
gravedad del problema de basura, investigar otras formas de contribuir
a su solución, ver el panorama más am plio que nuestra casa o colonia.
Es enseñar que incluso una pequeña acción individual, multiplicada
por cada día de nuestra vida y por miles de millones de seres humanos
que habitamos nuestra Tierra, tiene un im pacto enorm e sobre el en
torno, no solamente el ecológico, sino también el político. Es hacernos
responsables, reflexivos y proactivos, es decir, formarnos com o ciuda
danos.
Finalmente, un aspecto de enorme relevancia es la contribución que
puede hacer la familia en la prom oción de los valores fundamentales de
la ciudadanía democrática: la igualdad y la libertad. La distinción clási
ca de los poderes nos ofrece un marco interesante para esta reflexión.
Como señalamos en los planteamientos iniciales, Aristóteles estableció
la diferencia entre los poderes paternal, despótico y político. Para el fi
lósofo griego, únicamente las relaciones entre los ciudadanos eran defi
nidas por las relaciones políticas del poder, basadas en el reconocí-
ÉTICA CÍVICA EN LA VIDA PROFESIONAL • Ochmann / García 153
6.5. C iu d a d a n ía y c o n s u m o
16 Adela Cortina, Para una ética del consumo. Barcelona, Taurus, 2003.
17 Benjamín R. Barber, Un lugar para todos. Cóm o fortalecer la democracia y la socie
dad civil, Barcelona, Paidós, 2000, p. 80.
ÉTICA CÍVICA EN LA VIDA PROFESIONAL • Ochmann / García 155
M e acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquél? [...]M ien tras tanto nos
m odernizábam os, incorporábam os a nuestra habla térm inos que prim ero
habían sonado com o pochism os en las películas de Tin Tan y luego insensi-
22 José Emilio Pacheco, Las batallas en el desierto. México, ERA, pp. 9, 11-12.
158 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN COM ÚN
6 .6 . I m p e r a t i v o s c í v i c o s : l a r e s p o n s a b i l i d a d
Y E L C O M PR O M ISO SOCIALES
to— no tiene la libertad para hacer muchas cosas que podría realizar
com o un humano responsable para sí y para otros. “La responsabilidad
requiere libertad”23 — com o afirma este autor y prem io Nobel de econo
mía— y la libertad no puede quedarse en el único nivel de la libertad
negativa de la que habla Isaiah Berlin, sino que ha de formularse en los
términos de la libertad colectiva que demanda que su logro no puede
alcanzarse al precio de la de los demás. De ese modo, es inaceptable
que unos ciudadanos prosperen a costa del hambre y del sufrimiento de
otros, mostrándonos que no basta con una mera ausencia de coerción,
sino que es preciso impulsar un verdadero ejercicio de la ciudadanía
responsable.
Un recurso ético para la posibilidad de alcanzar una ciudadanía res
ponsable además de la necesaria reflexividad crítica, es esta posibilidad
— ya apuntada— de “ponerse en el lugar de los otros”. Gadamer señala
que "si uno se desplaza, por ejem plo a la situación de otro hombre, uno
le comprenderá, esto es, se hará consciente de su alteridad, de su indi
vidualidad irreductible, precisamente porque es uno el que se desplaza
a su situación”.24 Ese desplazarse no es — continúa— ni empatia ni su
misión bajo los patrones del otro, es un ascenso "hacia una generalidad
superior” que rebasa las particularidades propias y de ese otro. Y esa
generalidad superior significa el acercamiento a los perfiles humanos
que pensamos son debidos, podríamos decir que es la humanización de
la misma ciudadanía. Con esta posibilidad de “ponerse en el lugar de
los otros” es que se abren los horizontes entre las personas, porque en
tal concepto de horizonte se expresa la panorámica más amplia que
debe alcanzarse para com prender a los demás.25 Esto significa mirarse
con el otro sin apartar la mirada de sí mismo, por ello, “comprender es
siempre el proceso de fusión de esos presuntos [horizontes para s í mis
m os]".26
Una manera de “ponernos en el lugar de los demás” es a través de la
elección de la solidaridad com o modo de ser, y este modo es la opción
ética en la que el conflicto entre personas entiende y reconoce que
— com o dice Ortega y Gasset— “él es él y el otro; y si no salva al otro,
no se salva él.” Esta solidaridad entendida com o reciprocidad mediada,
es reflexiva y promueve el estar juntos solidariamente. En la sociedad
estamos juntos, y a la vez somos diferentes, de modo que el postulado
de la pluralidad ciudadana se inscribe — com o dice Raúl Fornet-Betan-
28 Adela Cortina señala que "a partir de esta pregunta dos historias empiezan a na
rrarse, dos historias muy diferentes entre sí, ninguna de las cuales puede dejar de ser
contada. Una de ellas, la más moderna, se relata en el Leviatán de Thomas Hobbes, la
otra es la continuación del relato del Antiguo Testamento. Adela Cortina, Alianza y con
trato. Política, ética y religión. Madrid, Trotta, 2001, p.17.
29 Ibid., p. 19.
30 Ibid., p. 20.
31 Idem. Las cursivas son de la autora.
32 Hannah Arendt, Hombres en tiempos de oscuridad. Barcelona, Gedisa, 2001.
162 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. UNA ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN COM ÚN
defiende la fe de que juntos podemos hacer las cosas mejores. En ese sen
tido, el optimismo es una virtud p a s iv a , y la e s p e r a n z a es una v irtu d ac
tiva que requiere de un enorme coraje, esta última, virtud de los héroes
griegos que requiere de enorme fuerza espiritual y de un contenido con
ceptual importante que nace de la creencia de que las fuentes de la ac
ción están en nosotros mismos.33
Para dar cabida al pensamiento esperanzador es obligada la presen
cia de un espacio público y común, y ese es el espacio de lo político. En
ese espacio hace su aparición la esfera de la libertad y de la felicidad.
En este sentido, se busca reivindicar al género humano con la espe
ranza y a través de algunas propuestas de humanización. Entre éstas
encontramos la comunidad, el diálogo, el discurso, la acción y la liber
tad. Así es com o "humanizamos aquello que está sucediendo en el mun
do y en nosotros mismos por el mero hecho de hablar sobre ello y
mientras los hacemos aprendemos a ser humanos (es la) [...] disposi
ción a com partir el mundo con otros hombres”.34 Este intento de espe
ranza impulsa la em ergencia del daimon, el espíritu guardián que nos
acompaña siempre, de manera que, así es com o se sostiene una signifi
cación más profunda de lo que es la vida política, de la vida con los
otros, sobre todo, porque ese espacio es también un ámbito espiritual, y
al que los romanos llamaron humanitas. Esta humanización se adquie
re únicamente con los demás, en el espacio com partido en la polis o la
civitas, no en la soledad, y quienes penetran en ella: "se reconocen en
tre sí, pues son entonces ‘com o destellos que brillan a un resplandor
más luminoso, que decaen a la invisibilidad, que se alternan y están en
constante movimiento. Los destellos se ven mutuamente, y cada uno
luce con mayor brillantez por ver a los otros’ y por esperar ser visto por
ellos”.35
Y no sólo ser vistos por ellos sino considerados en las acciones co
munes que es preciso realizar en el espacio publico que nos construye y
nos forma com o verdaderos ciudadanos.
33 C om o lo apunta Arendt a través de su obras. Cf. H. Arendt, Between Past and Futu-
re, Eight Excercises in Politica l Thought. USA., Penguin Books, 1993. (En español Entre el
pasado y el futuro. Prefacio: la brecha entre el pasado y el futuro. Barcelona, Península,
1996); H. Arendt, De la historia a la acción. Barcelona, Paidós, 1999; H. Arendt, La condi
ción humana. Barcelona, Paidós, 1998.
34 H. Arendt. Hombres en tiempos de oscuridad, p. 35.
35 Ibid., p. 88.
ÉTICA CÍVICA EN LA VIDA PROFESIONAL • Ochmann / García 163
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c o r t in a ,
SOFÍA REDING
ALBERTO CONSTANTE
171
172 ÉTICA, PROFESIÓN Y CIUDADANÍA. U N A ÉTICA CÍVICA PARA LA VIDA EN CO M ÚN
SHANNON SHEA
C u id a d o de edición:
J u a n C a r l o s H. V er a