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La Madurez ética en el Desempeño del Trabajador Publico

Cristian Max Custodio Loyola

El presente ensayo busca sustentar la alta importancia de la madurez ética en el

desempeño del trabajador municipal, para ello debemos entender que cuando hablamos del

desempeño en la organización, debemos desarrollarlo bajo el marco de los programas que

puedan desempeñar estos, es donde ahí donde tomamos lo que Carol Weiss (1998)

señalaba, que la evaluación es la medición sistemática de la operación o impacto de un

programa o política pública, comparada con estándares implícitos o explícitos en orden a

contribuir a su mejoramiento.

El buen desempeño de la persona dentro del contexto ético, individual o hasta su

conjunto como sociedad, no permite que ésta sea excluida de cualquier actuación de la vida,

ya que en ocasiones pudiera pensarse solamente en lo económico tratando de obtener el

máximo de utilidades sin tener en cuenta el aspecto ético, lo cual además de ser no decente

ni honrado, al final no traería saldos positivos para la organización en su entorno. Ya que la

ética como parte de la vida social y como reflejo del ser social es una dimensión de toda la

actividad humana, esto no sólo debe constituir el placer individual de alcanzar nuestro

propósito, sino debe ser una necesidad, de todos, por todos y para que todos los individuos

de manera objetiva y real sean mejores seres humanos.

Actualmente en las entidades gubernamentales, se ha propuesto enfrentar los nuevos

desafíos que la sociedad propone día a día, mediante el refuerzo de la lógica gerencial que

busca alcanzar eficacia y eficiencia. Asegurar la constante optimización del uso de los

recursos públicos en la producción y distribución de bienes públicos como respuesta a las

exigencias de más servicios, menos impuestos, más eficacia, más eficiencia, más equidad y

más calidad. Garantizar que el proceso de producción de bienes y servicios públicos,


incluidas las fases de asignación y distribución, así ́como las medidas para mejorar la

productividad, sea transparente, equitativo y controlable. (Franciskovic, 2013).

Sin embargo, lo que la sociedad percibe es contrario a esto, pues la corrupción que en

el pasado solo se mencionaba como algo superficial, y que acostumbrados a ello, no se hacía

nada para eliminarla, ha cambiado y actualmente se nota el gran trabajo que se está realizando

para detectar el problema antes de que se haga más difícil de acabarla, es por esto que en el

año 2013, la Secretaría de Gestión Pública de la Presidencia del Consejo de Ministros, creó

la “Política Nacional de Modernización de la Gestión Pública”, en la cual, la propuesta

central de la gestión pública del Perú es la gestión orientada en el resultado, a fin de promover

en el País una Administración Pública eficiente, enfocada en resultados y que rinda cuentas

a los ciudadanos.

Sin embargo el tema del desempeño cobra una importancia mayor en la medida que

a diferencia del sector privado los parámetros para identificar el cumplimiento de resultados

requiere construir medidas explicitas de lo que se considera un buen desempeño. Las

instituciones públicas o privadas, no cuentan con un sistema que pueda medir este

cumplimiento de objetivos mensuales, lo que sí tienen las instituciones privadas a través de

los beneficios o pérdidas de su gestión. En efecto, la justificación de la existencia pública de

esa entidad gubernamental, está dada por un mandato legal, que la faculta a realizar dicha

producción de bienes y servicios.

Es ahí cuando empezamos hablar de una madurez ética, la cual debemos entenderla

como un proceso por el cual las personas van creciendo en su formación como seres

humanos, proceso por el cual la persona es cada vez más única y capaz de actuar, de

manera que pueda tomar decisiones o elegir de acuerdo con una serie de valores morales,
pero todo esto no sería posible si es que no podemos tener una referencia ética total mente

clara.

Albert Einstein decía que “La madurez comienza a manifestarse cuando sentimos

que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos”. Y no estaba

lejos de la realidad, pues el hombre cuando actúa lo hace como una unidad consciente,

voluntaria, libre y responsable, pero el modo de actuar ha de estar regulado por una serie de

valores que le dan la cohesión y la coherencia necesaria para que el proceso de madurez sea

ascendente y no vaya degradándose.

Es por esto que cuando nos cuestionamos que es lo que pasa en américa latina,

cuando vemos que en la encuestas, una de las regiones del mundo que tiene mayores

índices de corrupción, es la nuestra, la cual la entendemos como la utilización del poder y

los recursos públicos o privados para beneficio personal o de un grupo (Emmerich, 2004).

Por otra parte podemos buscar el mejoramiento al cual se aspira va de la mano de

los valores que podamos tener cuando realizamos nuestro trabajo, Según opinan García y

Dolan (1997), los valores éticos son estructuras, del pensamiento que se mantienen pre

configurados en el cerebro humano; identificados como, honestidad, lealtad, solidaridad,

responsabilidad, respeto de los derechos humanos, entre otros. Estos valores se practican en

relación con las demás personas, y al incorporarlos, si no se traducen en conductas

consecuentes tienden a generar sentimientos de culpabilidad o, al menos, de malestar

consigo mismo.

Sin embargo a diferencia del sector privado, las instituciones públicas enfrentan un

conjunto de dificultades para precisar e identificar claramente el tema del mandato que se

entiende como lo que se debe producir, los usuarios y los parámetros con los cuales se

juzgará el buen o mal desempeño.


Entre las dificultades más relevantes podemos mencionar, Ambigüedad de los

objetivos que tienen que cumplir los organismos públicos; La escasa precisión de los

productos relevantes o estratégicos; No existe claridad de quiénes deben responder por los

resultados.

Dado algunas de las dificultades que se presentan actualmente en la gestión

gubernamental, la ética podemos definirla como el código de conducta que en el servicio

público es una declaración en la que se definen las actitudes esperadas por parte de los

servidores públicos. Debemos señalar además que estos principios éticos son aplicables en

su ámbito laboral y esto abarca también un compendio de valores y antivalores así como

una lista de responsabilidades y obligaciones jurídicas. Ya sean de carácter legal o

administrativo, los códigos desempeñan un papel orientador y de control al establecer las

restricciones de comportamiento.

Es por eso cuando vemos en conjunto la ética y a el desempeño, lo vemos como la

base fundamental para alcanzar el éxito en los negocios y en este caso es conveniente

mencionar lo que Enrique de Mulder-Duclós y José María Ortiz-Ibarz (2001) decía,

“quienes ratifican que en los tiempos de hoy la ética surge como el mejor navegador de los

comportamientos correctos en las relaciones de convivencia para transitar por un mundo

globalizado y plantear relaciones mercantiles atractivas que permitan apuntarle al ganar-

ganar como el mejor camino para alcanzar el crecimiento socioeconómico colectivo”.

De esta manera, el trabajador del sector público debe entender que el trabajo que

realiza esta bajo este enfoque, de ganar colectivamente y se debe considerar que si estos

cambios se están haciendo más evidentes en el mundo de los negocios en estos últimos

años; visto de otra forma podemos decir que se ha pasado de enfocarnos en la producción y

la calidad individual del proceso organizacional, al dominio del cliente como ser único, en
donde involucras a la calidad percibida de manera colectiva; se puede ver con mayor

claridad la importancia de la ética, como el camino correcto para ganar mercados y poner

una nueva base en el futuro (Senger, 2007).

Cuando se habla de equidad y enfrentándolo con lo que se llama “cambios

positivos”, cuya sociedad pide, Patricia Debeljuh (2009) nos dice que, “la ética tiene

variedad de especificaciones; esto permite hablar de ética individual, familiar, profesional,

social y empresarial, entre otras, y que su significado se ajusta a las distintas exigencias

derivadas de su aplicación a los diferentes ámbitos de actuación humana”.

Es por esto que cuando hablamos de La ética en el sector público, no difiere de la

ética en general y más por el contrario, la ética de la empresa trae consigo la aplicación

correcta de todos los principios, para que quienes laboran en los diversos sectores del

estado, ya sean sectores económicos, financieros y/o estructurales, adquieran los hábitos

operativos correctos y de esta manera les facilite alcanzar la felicidad, meta última de

cualquier persona; esto nos deja un mensaje claro, y podemos inferir que persona actúa

conforme a una conducta ética, siempre y cuando esta elija hacer las cosas bien y de

manera coherente, en el medio donde él se desempeñe.

Entendiendo como la ética está ligada al desempeño, nos lleva a recomendar

algunos puntos clave, para que de esta forma podamos tener un buen desempeño como

trabajador dentro del sector público, es por esto que uno debe apoyarse en las cualidades

que son parámetros que uno va ganado en su experiencia, y es tal como lo dice Reyes

(2000), “existen cualidades que influyen en el desempeño laboral del empleado dentro de la

empresa. Estas cualidades, conocidas técnicamente con el nombre de características,

pueden dividirse en dos grandes grupos: objetivas y subjetivas. Las objetivas son las que

admiten una cuantificación directa, comprobable por medio de los registros o estadísticas
llevadas en la empresa como lo son puntualidad, asistencia, cantidad de trabajo realizado,

entre otros”.

Entendamos que las subjetivas son aquellas que no admiten una cuantificación

directa y precisa, sino exclusivamente una apreciación subjetiva, sólo en forma indirecta

puede medirse o ponderarse, como el sentido de responsabilidad, honradez, lealtad,

cooperativismo, iniciativa, confiabilidad, entre otros.

Entonces, de lo considerado por el autor antes mencionado, estas características

vistas como objetivas y subjetivas deben ser tomadas en cuenta cuando se trata de medir el

desempeño del empleado, por cuanto muchos aspectos que se ven, son tangibles, así como

medibles, y se convierten en indicadores, conformado por diversas dimensiones como antes

se mencionó, debe tomarse en cuenta sus dimensiones intelectuales, por lo conocido acerca

de las funciones y tareas a realizar según lo establece el cargo que ocupa.

Es por ello, que los siguientes indicadores de desempeño van a ser que el trabajador

pueda llevar un trabajo ético en el ámbito Público:

- Disponibilidad para el trabajo. De acuerdo Sherman, Bohlander y Shell

(1999), “es la actitud de un individuo para efectuar un trabajo de principio a fin con

resultados visibles”.

- Cooperativismo. Según Murray et. al. (1996), “es la creencia en la

capacidad de trabajar y hacer que los demás trabajen, colaborando unos con otros,

participando en la formación de equipos con propósitos comunes a la empresa”.

- Responsabilidad. Para Gamargo y Rojas (1998), “es el extra y toque

personal que el hombre manifiesta en el cumplimiento de sus tareas”.

- Iniciativa. Para Murray et al (1996), “es la predisposición para emprender

acciones, mejorar resultados y crear oportunidades, con originalidad”.


- Calidad. En opinión de Tapscott y Caston (1996), “se refiere a las nociones

de consistencia, productividad, motivación, compromiso y medición del desempeño del

empleado”.

- Cantidad. Según Robbins (1999), “es el volumen de producción y

contribución que aporta un individuo en sus tareas laborales para el desarrollo de su

organización”.

De esta manera podemos decir que, siguiendo estos indicadores y sobre todo

cumpliéndolos podremos identificar y mejorar todos los aspectos éticos que se relacionan

con el desempeño laboral de los empleados del estado, ya que esto podrá ayudarnos a

constatar la relación positiva entre la honestidad, democracia, sinceridad, lealtad,

solidaridad, confianza y respeto, lo cual evidencia el logro de la hipótesis propuesta para la

presente investigación.

El proceso de lectura sobre este tema en particular ha permitido entender que, si hay

una relación positiva entre la madurez ética y el desempeño laboral, del personal que labora

en una municipalidad, esto quiere decir, que mientras más se practique los valores antes

mencionados, entre todos los trabajadores que laboran en las comunas, junto a la sociedad,

se puede lograr una mayor disposición para el trabajo, y de esta manera se alcance los

objetivos del estado mayor.


Referencias

Debeljuh, Patricia (2009). Ética empresarial: en el núcleo de la estrategia corporativa.

Buenos Aires: Editorial Cengage.

Diego, Oscar, 2007, “Los códigos éticos en el marco de las administraciones públicas:

valores para un buen gobierno”, Revista de las Cortes Generales, (65), 123-154.

Emmerich, Gustavo E., 2004, “Transparencia, rendición de cuentas, responsabilidad

gubernamental y participación ciudadana”, Polis: Investigación y Análisis

Sociopolítico y Psicosocial, 2(4), 67-90.

Gamargo, R. & Rojas, J. (1998). Docencia y Valores. Caracas. Fondo Editorial de la

Universidad Pedagógica Experimental Libertados (UPEL).

García, S. & Dolan, S. (1997). La Dirección por Valores. España: Editorial

McGraw–Hill de España, SAU.

Franciskovic, J. (2013). Retos de la Gestión Pública: presupuesto por resultados y

rendición de cuentas.

Mallo, Carlos; Kaplan, Robert S.; Meljem, Sylvia & Giménez, Carlos M. (2002).

Contabilidad de costos y estratégica de gestión. Madrid: Prentice Hall

Mulder-Duclós, Enrique de & Ortiz-Ibarz, José María (2001). Ética para seguir creciendo

Cuando la globalización se ha instalado en la empresa. Madrid: Prentice Hall.

Murray, M., Cubero, J. & Fernández, G. (1996). Las Competencias: Clave para una

Gestión Integrada de Recursos Humanos. España: Editorial Deusto.

Robbins, S. (1999). Comportamiento Organizacional y Práctica. México: Prentice Hall.

Senger, Harro von (2007). 36 estratagemas para directivos. Barcelona: Ediciones Deusto.

Sherman, Bohlamber & Shell (1999). Administración de Recursos Humanos. España:

Internacional Thomson.
Topscott, D. & Caston, A. (1996). Cambios de Paradigmas Empresariales. México:

McGraw–Hill.

Weiss, Carol (1998), Evaluation: Methods for Studying Programs and Policies. New

Jersey: Prentice Hall.

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