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Historia de la lengua española.


UNIDAD I: CONTENIDOS PROPEDÉUTICOS
La clasificación de las lenguas y el origen del lenguaje (Ángel Alonso Córtez)
Introducción: los lingüistas han abordado la clasificación de las lenguas tratando de responder a tres cuestiones: la
genealógica, la tipológica y la geográfica o areal. La primera cuestión trata de saber si las lenguas del mundo pueden
clasificarse de acuerdo con el criterio de procedencia, si varias lenguas proceden de otra; la segunda, qué subclase de
lenguas se pueden constituir con los rasgos lingüísticos universales, y la tercera, si ciertos rasgos lingüísticos permiten
agrupar las lenguas en áreas geográficas.
I. La clasificación de las lenguas: 1) el problema de la clasificación de las lenguas. Criterios empleados: El número de
lenguas que actualmente se hablan en el mundo son entre 6000 y 7000. Hay, además, un número indefinido de lenguas
extinguidas. El término lengua en los catálogos de lenguas incluye con frecuencia variedades lingüísticas que propiamente
no son sistemas lingüísticos totalmente diferentes. La lingüística del siglo XIX oponía lengua a dialecto, aunque reconocía
que la lengua y dialecto eran términos relativos. Todas las lenguas presentan tanto rasgos comunes como diferentes.
Unos y otros rasgos permiten clasificar y comparar las lenguas. El espíritu de la clasificación de Linneo (Reino, clase, orden,
familia, género, especie y variedad) influyó en la lingüística comparativa del siglo XIX, pero recibió críticas importantes
por su carácter artificial. Así, Schlegel, que impulsó definitivamente la gramática comparativa, ya emplea el concepto de
familia lingüística para clasificar las lenguas, pero considerando su estructura interna. Schlegel hace la clasificación
distinguiendo, según la estructura de la palabra, dos géneros o tipos de lenguas: las flexivas (las que modifican la palabra
por la flexión, por las alteraciones internas del radical) y las afijantes (que modifican la palabra por la adición de una
palabra propia para expresar la pluralidad, el tiempo, u otro concepto de relación). En las lenguas flexivas distingue: las
analíticas: que restringen el uso del artículo ante sustantivos y el de los pronombres personales ante los verbos, que
suplen con preposiciones las desinencias de los casos, que expresan los grados de comparación del adjetivo con adverbios.
Lenguas donde la palabra no se combina con otros conceptos o lo hace poco. Las sintéticas: las que prescinden de todos
estos medios de circunlocución, la palabra se combina con conceptos de significado concreto mediante marcas (afijos)
que lo indican. Además, propuso que los principios sobre los cuales debería basarse una gramática comparativa es un
árbol genealógico. Humboldt amplió la clasificación de Schlegel en: morfológica y sintáctica. En el género o tipo
morfológico precisa que la flexión es una fusión conceptual, de modo que un afijo es flexivo cuando está subordinado
conceptualmente a la palabra que se afija y que la modificación interna de la palabra puede llegar a alterar los sonidos
enteramente, de modo, que las vocales adquieren un valor simbólico. Esta precisión, permite distinguir una subcategoría,
la flexión simbólica, y, en consecuencia, un subtipo morfológico de lenguas. A su vez, añade tres tipos más a la clasificación
morfológica: aislante (la palabra muestra una ausencia de toda indicación de categoría), aglutinante (añade a la palabra
conceptos auxiliares mediante afijos que la determinan, pero sin llegar a una fusión con la palabra a que se afija: el turco)
e incorporante o polisintética. Con los cuatro tipos: flexivo (sánscrito), aislante (chino), aglutinante (turco) e incorporante
(mohawk) crea una tipología sintáctica tomando como criterio la construcción de la oración a partir de la palabra. Una
conclusión interesante que obtiene Humboldt es que las lenguas presentan una gradación. En un polo está la flexión, en
un intermedio la aglutinación y el aislamiento en el otro polo. Esta gradación presenta un problema, pues no permite
hacer una partición de lenguas en clases disjuntas. Humboldt planteó en 1812 un esquema de cómo formar un sistema
de lenguaje, distinto de una gramática general, siguiendo el ejemplo de Linneo. Este sistema de lenguaje constaría de tres
partes: fonética, morfológica y sintáctica. Pero el sistema de lenguaje proyectado por Humboldt sería una ordenación de
lenguas, no una verdadera clasificación natural, como pretendía. Sería una clasificación artificial como la de Linneo,
porque estaría basada en rasgos aparentes que no permiten relacionar unas lenguas con otras. Así la agrupación de
lenguas (vasco, checo, hausa y georgiano) es un conglomerado, no una clase natural. Tampoco pueden los conglomerados
jerarquizarse porque una lengua puede pertenecer a varios conglomerados. Humboldt, aplicando una idea formulada por
Goethe sostiene la idea de que las lenguas obedecen a un único tipo general, y que la diversidad lingüística tipológica es
una mera diversidad de medios técnicos de que se sirven las lenguas. Las técnicas de fusión, incorporación, análisis y
síntesis cambian a lo largo del tiempo, de modo que una lengua de tendencia sintética, como el latín, pasa a ser analítica
en sus lenguas hijas. La flexión, incorporación y síntesis no son dimensiones discretas, sino continuas, de modo que una
lengua puede contenerlas en cierto grado. Humboldt, concluye que una clasificación tipológica de las lenguas basada en
semejanzas aparentes o fenotipos es artificial. Las lenguas son clasificables naturalmente en linajes, troncos o familias, es
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decir, la clasificación natural de las lenguas es histórico genealógica (una lengua caracteriza un linaje humano o nación).
Humboldt establece los principios teóricos del método comparativo, cuyo objetivo es determinar el tronco lingüístico o
familia a la que pertenecen las lenguas. Cada familia necesita una protolengua de la que surgen las lenguas de esa familia,
la protolengua se denomina lengua madre. El segundo principio es el del mantenimiento de la forma de la protolengua
en todas las lenguas descendientes de ella. Este principio constituye la solución humboldtiana al problema de la relación
entre una lengua madre y sus descendientes. La diversidad de lenguas que representa el árbol genealógico es producto
de los cambios que surgen desde la protolengua y en general cambios internos o desarrollo que surgen desde la
protolengua o desde cada nudo del árbol donde hay ramificación, que no cambian en verdad la forma de la lengua, sino
que constituyen una metamorfosis aparente. La lingüística generativa de la segunda mitad del siglo XX sostiene una
propuesta similar al afirmar que la forma de una fase muy antigua de una lengua se sigue manteniendo en fases
posteriores. Si como sostiene el generativismo, el cambio lingüístico consiste en añadir reglas a la gramática de una lengua
en un determinado orden, la forma de una lengua, o parte de ella, se debe mantener en grandes lapsos de tiempo. Otro
puntal que sostiene el método comparativo es el supuesto de que los troncos lingüísticos o familias se han establecido en
espacios geográficos delimitados y en un determinado tiempo histórico.
2.- Clasificación histórico genealógica. El árbol de las lenguas: las características que un árbol genealógico representa
son: 1) el nudo raíz, que contiene los rasgos comunes presentes en la protolengua, 2) los rasgos innovadores en los nudos
que se bifurcan, 3) la discontinuidad espacial de las lenguas: la bifurcación de los nudos en ramas representa también las
escisiones originadas en espacios geográficos discontinuos, cada rama ocupa su propio espacio sin contacto con otra, 4)
el transcurso del tiempo desde el nudo raíz del árbol hasta el momento actual. Las escisiones son resultado de la tendencia
a divergir de las variedades idiomáticas y están provocadas por eventos de dispersión geográfica. Un árbol de este tipo
constituiría una clasificación genealógica natural de las lenguas. El primer árbol genealógico de las lenguas indoeuropeas
fue obra de Schleicher. El método que permite reconstruir la protolengua es el método comparativo y que consiste en: 1)
agrupar signos lingüísticos de distintas lenguas cuya forma fonética y significado correspondan a otros signos de igual o
parecida forma y significado, 2) establecer correspondencias fonéticas sistemáticas entre estas formas, 3) establecer una
forma base de la que se puedan derivar por regla sistemática y general el resto de formas. El modelo de árbol presupone,
por tanto, el método comparativo, que permite inferir una forma ascendente común, pero también presupone una teoría
del cambio lingüístico, pues el método postula cómo se debe comportar el proceso de cambio lingüístico. Para Humboldt
el caso que considera normal es que la protolengua es uniforme y el tronco pasa a las lenguas su forma típica. Los cambios
innovadores que producen una lengua desde la protolengua serían desarrollos internos de la forma original a lo largo del
tiempo. El surgimiento de una lengua desde un tronco es un desarrollo orgánico. Pero hay una diferencia importante en
lenguas que surgen del tronco sin contacto y lenguas que surgen por contactos, en las últimas hay etapas intermedias,
que no habría en las primeras, donde el desarrollo de una lengua desde la protolengua no contendría formas intermedias.
La consecuencia de esta teoría del cambio linguistico por metamorfosis es que en el caso ideal las lenguas descendientes
de una protolengua solo contienen desarrollos internos sin contactos con otras lenguas derivadas de la protolengua. Estos
desarrollos internos se manifiestan como escisiones más o menos abruptas en el tiempo, produciendo así la ramificación
del árbol en cada nudo. Este modelo de árbol de familia con ramas surgidas por cambios internos sin contacto no explicaba
anomalías persistentes que aparecieron en el estudio histórico-comparativo de las lenguas indoeuropeas. La anomalía
principal radica en que se encuentran reglas lingüísticas que provienen del contacto de la protolengua con otras lenguas
cuando se presentan en una continuidad geográfica, frente a la discontinuidad prevista por el modelo del árbol donde
cada lengua ocupa su propia área y las lenguas no se tocan entre sí. La corrección al modelo de árbol, basado en la
metamorfosis interna de la forma del lenguaje sin contactos, llegó por dos vías independientes: a través de la extensión
de la teoría darwinista a las lenguas que hizo Lyell y la segunda, por las observaciones que Schuchardt y Schmidt, que a
partir de los datos dialectales propusieron un nuevo modelo de cambio lingüístico, el modelo ondulatorio, que tendría
repercusiones para la clasificación. Lyell plantea la hipótesis indoeuropea según la cual latín, celta, griego, sanscrito,
avéstico, gótico, armenio y otras más son lenguas que derivan de una lengua que existió en una época remota. La razón
es el parecido de esas lenguas que no puede atribuirse a préstamo masivo. Así, afirma: 1) que no es posible encontrar
correlaciones fiables entre genes concretos de los linajes humanos y las lenguas, lo que puede afectar a la clasificación de
las lenguas cuando se emplean datos genéticos particulares, 2) como las especies las lenguas están en variación continua
y están sometidas a selección, 3) las lenguas como las especies cambian gradualmente, 4)las lenguas como las especies
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surgen de un área geográfica específica, de modo que ninguna lengua tiene su origen en dos lenguas. Lyell no afirma que
una lengua es un organismo biológico, como hizo Schleicher, sino que destaca algunos paralelismos y también algunas
diferencias entre la formación y la historia de especies y lenguas. Una diferencia importante es que: los linajes
permanecen mucho tiempo estables, pero las lenguas cambian con mayor velocidad. Pero los paralelismos tienen
consecuencias significativas para la clasificación de las lenguas. Como las especies, las lenguas están en variación incesante
en cualquier punto del tiempo y del espacio. Esto afecta a que la clasificación no sea precisa. Diferenciar una lengua de
otra cuando están próximas no puede hacerse mediante criterios específicamente lingüísticos, sino con criterios
sociológicos, políticos, culturales o religiosos. Por eso, la delimitación de las lenguas afines, pero vecinas, suele hacerse
de modo artificial: por la ortografía, pronunciación de algún sonido particular, por preferencia de unas variedades sobre
otras. Las lenguas (y sus variedades o dialectos) forman un continuo con transiciones suaves entre ellas, frente a la
discontinuidad del modelo del árbol. Las variedades lingüísticas en un espacio al no tener todas la misma fuerza, unas son
seleccionadas, mientras que otras desaparecen. Por tanto, actúa sobre la variación lingüística un proceso inconsciente de
selección. Sobreviven las variantes prestigiosas. Las variantes idiomáticas compiten por sobrevivir y sucumben las que
carecen de algún apoyo. La selección que opera sobre las lenguas no es biológica, sino que cultural. Al desaparecer alguna
variedad lingüística se puede producir una discontinuidad en la genealogía de una lengua. Y lo que proponía en el punto
dos Lyell era continuidad. La variante que desaparece es un eslabón que falta en la cadena de variantes. Las lenguas
aisladas que no tienen relación conocida de parentesco suponen una dificultad importante para esta teoría. La
discontinuidad entre lenguas puede tener otra causa en el aislamiento geográfico como ocurre con el anglosajón respecto
al germánico continental. En suma, si encontramos discontinuidad idiomática en un área, la explicación que se deduce de
la teoría de la variación continua y gradual es que ha habido una lengua (o variedad) que ha desaparecido por alguna
razón: absorción por otra lengua, extinción de los hablantes, migración a otra área lingüística o conquista de área
(húngaro, lengua no indoeuropea en área indoeuropea).
La proposición que establece que no hay híbridos lingüísticos es de especial importancia para la clasificación de las
lenguas, pues solo manteniendo la restricción de que una lengua procede de una protolengua se puede establecer un
verdadero árbol genealógico.
Schuchardt en cambio se fijó en el fenómeno de la mezcla de lenguas, que para él demostraba que la clasificación
genealógica no era viable. La mezcla de las lenguas produce una lengua mixta, que aparece una variedad que contiene
léxico de una de ellas y la gramática de la otra. Por tanto, una lengua mixta tiene dos lenguas progenitoras. Esto no se
satisface en las lenguas criollas. Un caso de lengua mixta es el michif, usada como primera lengua o lengua propia por los
descendientes de comerciantes en pieles franco-canadienses y mujeres amerindias. Esta lengua combina verbos de la
lengua amerindia con frases nominales del francés.
De lo planteado por Lyell puede desprenderse la siguiente consecuencia: que el modelo del árbol genealógico representa
imperfectamente la distribución espacial de las lenguas, pues tanto las protolenguas como las lenguas pueden presentarse
en el espacio y en el tiempo en continuidad, formando más un mosaico que un árbol de ramas diferenciadas. También
que el cambio lingüístico no es abrupto, sino gradual. Como las especies, el árbol debe reflejar rasgos lingüísticos
plesiomórficos, es decir, rasgos primitivos compartidos por las lenguas que proceden de herencia de la protolengua. Es
en este punto donde el método comparativo clásico surgido en el siglo XIX presenta puntos débiles, pues dada la rápida
velocidad de cambio de las lenguas, los rasgos plesiomórficos pueden alterarse enteramente en 4 mil años y todas las
lenguas no cambian a la misma velocidad. Además, el contacto entre lenguas no admite fronteras, y no puede excluirse
la difusión entre áreas contiguas de estos sistemas.
El punto de vista darwinista supone una ruptura con la lingüística de la forma inmutable de la protolengua que hallamos
en Humboldt, pues una clasificación natural o genealógica de las lenguas se debe basar en el principio de herencia con
modificación. Lo que clasifica naturalmente a los organismos y a las lenguas serían los rasgos plesiomórficos, lo que
heredan (con modificación) en común los organismos, no la persistencia inmutable de una forma. Pero los rasgos que
hereda una lengua de otra lengua se modifican continuamente. Por eso, Saussure afirma que en la lengua no hay
caracteres inmutables, siendo la permanencia resultado del azar, de modo que, si un rasgo se mantiene con el tiempo,
también con el tiempo puede cambiar.
3.- El modelo ondulatorio del cambio lingüístico. Consecuencias para la clasificación de las lenguas: Entre 1886 y 1868,
Schuchardt, observó en el ámbito de las lenguas románicas, que las diferencias dialectales aparecen escalonadas en
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relación con su distribución geográfica. En estas lenguas, los dialectos, subdialectos y variedades locales no presentan
límites tajantes, sino que se aproximan unos a otros y se entrecruzan. Todo esto, afirma Schuchardt es el resultado del
intercambio entre comunidades. La diferenciación geográfica corre paralela con la diferenciación histórica. La imagen que
define esta diferenciación es la de una onda en una superficie tranquila de agua. En consecuencial Schuchardt dirigió su
crítica a Schleicher, específicamente a su modelo del árbol genealógico, por su inconsistencia demostrada en las lenguas
románicas. Desde abajo a arriba de árbol es un hecho que las diferencias dialectales se escalonan en relación a su
distribución en el espacio geográfico. Pero de arriba abajo también existen diferencias dialectales, porque de acuerdo con
el principio de uniformidad de Lyell las causas fuerzas que actúan en la actualidad en la formación del mundo también
actuaron en el momento de origen. Por lo tanto, la divergencia de lenguas ha debido de estar presente en el principio de
cada lengua. Las lenguas surgen y se desarrollan en interdependencia y se cruzan. Por eso, Schuchardt considera que la
clasificación de las lenguas no debe presuponer una genealogía, dirigiendo así una crítica directa a Darwin. Para reparar
las inconsistencias del modelo arbóreo, propone que los nudos y las ramas del árbol genealógico estén conectadas por
medio de un número indefinido de líneas. En conclusión, su crítica ante el modelo de árbol genealógico para la clasificación
de las lenguas evidencia que el árbol no es un modelo satisfactorio porque: 1) no se puede justificar que la protolengua
sea uniforme y 2) las variedades lingüísticas se entrecruzan en el espacio. En 1872 Schmidt, llegó a conclusiones similares,
aunque de forma independiente. Schmidt ofreció pruebas, con datos de las lenguas indoeuropeas, que apoyaban la
hipótesis de que estas no evidencian una escición radical. Mostró que se pueden encontrar afinidades concretas para
cualquiera de las ramas del indoeuropeo y cuanto más próximas en el espacio están las lenguas, las afinidades son
mayores. Schmidt argumenta que: 1) en un área lingüística homogénea se producen gradualmente diferenciaciones en
distintos puntos, 2) estas diferenciaciones se difunden como una ola por el área con distinto grado de intensidad,
alcanzando desigualmente el área y 3) un área lingüística está constituida por un continuo de variedades idiomáticas. El
resultado es que las lenguas convergen formando un retículo o mosaico. En consecuencia, la clasificación de las lenguas
no puede ser satisfactoriamente representada en un árbol. En 1883, Schrader representó el modelo ondulatorio de
difusión. Finalmente, a fines del siglo XIX, Paul también reafirma la insuficiencia del modelo del árbol genealógico.
Establece como lo hizo Lyell un paralelismo entre lenguas y especies biológicas. Afirma que las lenguas actuales provienen
de protolenguas uniformes por un proceso de escisión dialectal. Pero se fija en un aspecto que omitieron tanto Lyell como
Schleicher y es que el paralelismo debe establecerse entre el lenguaje de un individuo y la planta o el animal individual.
Este postulado constituye el individualismo metodológico, cuyas consecuencias son trascendentes tanto para la lingüística
general como para el caso particular de la clasificación de las lenguas. Para Paul, la lengua es una categoría artificial, pues
nada tiene existencia real salvo los individuos singulares. Por tanto, hay tantas lenguas, dialectos y variedades como
individuos hablantes. La lengua común o normativa de una comunidad lingüística es una abstracción que no tiene ninguna
existencia real. El individuo puede tener varias lenguas: la oral, la escrita, la normativa, la familiar, la profesional, etc.
Todas ellas se presentan en gradación. Por tanto, no se puede postular que las lenguas de los individuos puedan someterse
a un único sistema. También Paul establece el paralelismo de lenguas y especies. Como las especies, las lenguas de los
individuos están en perpetuo cambio. La ramificación de una lengua en dialectos no es más que el aumento de variaciones
individuales más allá de un cierto límite. El cambio lingüístico es lento y se produce por modificaciones que se acumulan
en las generaciones de los hablantes. Pero a diferencia de las especies las lenguas entran en contacto. Solo el espacio
geográfico y las circunstancias culturales permiten agrupar las lenguas, pero siempre es posible encontrar una continuidad
entre lenguas y hasta mezcla de lenguas. Por tanto, no sería posible representar las agrupaciones lingüísticas con un
diagrama arbóreo, que es siempre inexacto. La insuficiencia del modelo del árbol genealógico para la clasificación de las
lenguas es consecuencia del individualismo metodológico en el estudio del lenguaje.
Algunos lingüistas contemporáneos como Robert Dixon han tratado de compaginar el modelo arbóreo con el modelo
ondulatorio. Por un lado, acepta las insuficiencias que manifestaron Schuchardt y Paul, por otro, valida la teoría
ondulatoria de que las lenguas cruzan sus innovaciones mediante difusión areal, a la que vez que retoma el modelo del
árbol de Schleicher. La compatibilidad entre uno y otro la establece suponiendo que el árbol representa la escisión abrupta
de la protolengua, mientras que las ondas de difusión representan contacto entre lenguas en un momento de estabilidad
después de la escisión. Retoma la teoría de la evolución del equilibrio puntuado de Gould. Las lenguas pasarían por
grandes períodos de estabilidad, donde se produce la difusión de rasgos entre ellas, pero cuando se produce un evento
de puntuación, como una emigración de una población de un lugar a otro por exceso de población, las lenguas se escinden.
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A continuación, la lengua escindida pasaría por un proceso de estasis y de difusión y contacto con otras lenguas contiguas.
Dixon, como Schleicher, toma a la lengua como una totalidad independiente de los hablantes. Se produce así, una vuelta
a la consideración de la lengua como un organismo autónomo bien definido. Pero una lengua no puede entenderse más
que desde el punto de vista del individualismo metodológico. Por eso resulta sorprendente que Nixon fundamente su
teoría estableciendo que dos dialectos son distintos por el criterio de mutua inteligibilidad, y que cuando no son
mutuamente inteligibles, dos o más variedades constituyen una lengua. La mutua inteligibilidad entre hablantes, criterio
que Lyell consideró invalido, no puede ser un criterio de diferenciación entre lenguas o variedades. En efecto, las lenguas,
es decir, los individuos que hablan dos lenguas, pueden cruzarlas y producir lenguas mixtas, aunque el fenómeno sea
insuficiente.

Lenguas en contacto (Javier Medina López)


1.- Lenguas en contacto: La sociolingüística ha dedicado un apartado especial a lo que se denomina “lenguas en contacto”.
Aunque el significado primario del sintagma era conocido y contaba también con diferentes acercamientos teóricos y
metodológicos (en especial con los términos de sustrato, superestrato y adstrato), no es sin embargo, hasta principios de
los años cincuenta que este tema comienza a estudiarse con nuevas perspectivas. En 1953, Uriel Weinreich publica su
libro Lenguas en contacto, obra con la que asentó las bases de los modernos estudios sobre el bilingüismo individual y los
conceptos de contracto, interferencia, interacción o calco, entre otros. Numerosos son los motivos que pueden señalarse
para que amplias comunidades de hablantes distintos hayan entrado en contacto: expediciones marítimas con fines
coloniales o comerciales, tráfico de esclavos de África, situaciones históricas de convivencia de lenguas en un mismo
territorio, viajes de negocios, ocio, guerras, migraciones, etc. La convivencia de lenguas es un hecho natural y cotidiano
de la humanidad. Este hecho, ofrece complejas situaciones de uso de una, dos o más lenguas en el seno de una sociedad,
lo que conlleva algunos problemas relacionados con el bilingüismo, la diglosia, la mortandad lingüística, creación de
nuevas modalidades, etc. Weinrich indicaba que cuando dos o más lenguas son usadas alternativamente por las mismas
personas se dice que están en contacto, y en relación con esto define el bilingüismo como el uso alternativo de dos
lenguas. Es indudable que este factor de convivencia de lenguas es el momento más propicio para que se den los
suficientes mecanismos de un posible cambio en una dirección u otra, es decir, bien en una Lengua A o en una lengua B.
1. 1 Interferencia/transferencia y convergencia: se suele hablar de interferencia/transferencia o convergencia cuando
una Lengua A comienza a mostrar signos (fonéticos, léxicos, gramaticales o sintácticos) que la alejan de las estructuras
propias de su norma para tomar o asimilar estructuras propias de la lengua de contacto (Lengua B). En el caso de la
interferencia el resultado es de una estructura agramatical, no aceptada por la norma estándar de la lengua receptora.
Esta interferencia puede darse también en el sentido contrario. Algunos autores prefieren el término transferencia por
considerar que interferencia tiene connotaciones más negativas, pues de alguna manera supone un mal uso del
bilingüismo, lo que acarrea para las lenguas un estado de deterioro y contaminación. En el caso de la convergencia
también se registra un influjo de la Lengua B sobre la A pero, al contrario que la interferencia, no se dan resultados
agramaticales. Es importante saber distinguir cuándo la interferencia actúa sólo en el nivel del habla o en el nivel de la
lengua. Asimismo, el nivel de lengua en donde se produce la interferencia es importante (nivel fónico, gramatical o léxico),
al igual que el tipo de lengua que contacta. En muchas ocasiones los hablantes no son conscientes de que tal o cual palabra
ha entrado en una de las dos lenguas mediante interferencia y mucho menos de que se trata de un término extranjero.
Las situaciones más claras en las que se pueden advertir casos de transferencia y convergencia se dan en aquellas áreas
geográficas donde la convivencia de lenguas se ha llevado a cabo mediante mecanismos más o menos prolongados de
contacto cultural, social, político o comercial, entre otros.
1.2 Intercambio de códigos: una manifestación más de las lenguas en contacto es la que se denomina intercambio de
códigos o alternativa lingüística que se da entre una lengua (L1) y una lengua (L2). Tal nomenclatura viene a suponer que
un hablante llega a alternar ciertas estructuras-se dice dos lenguas-en el mismo discurso, en un mismo acto de habla. Los
estudios realizados en comunidades de hablantes inglés-español en los Estados Unidos, vienen a demostrar que el cambio
de código está regido por una serie de elementos y que son los bilingües más equilibrados (quienes mejor conocen cada
una de las lenguas) los que más practican la alternancia de códigos. Silva Corvalán (1989) señala los siguientes factores:
a) externos: el entorno físico, los participantes, el tópico de la conversación y la identificación étnica. B) lingüísticos:
razones estilísticas y metafóricas reguladas podrían señalar este proceso. Son algunos mecanismos propios de la cadena
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hablada como la codificación de citas y el discurso indirecto, las repeticiones, las interjecciones, el estilo personal subjetivo
o la función retórica.
El cúmulo de algunas de estas circunstancias haría posible la aparición de mensajes en los que se alternan estructuras
de L1 y L2. La alternancia de códigos español-inglés o euskera-español puede darse en distintos niveles: cambios
intraoracionales e interoracionales. Diferentes investigaciones coinciden también en señalar que el intercambio de
códigos no supone la aparición de una tercera gramática como resultado de la confluencia de L1 y L2. Todo lo contrario,
entre los factores lingüísticos estudiados parece advertirse que el intercambio es más favorable siempre y cuando haya
una coincidencia de las estructuras gramaticales en cada una de las lenguas. Parece, por tanto, que el cambio de código
no se dará en aquellos contextos en los que se produzca una ruptura de las reglas sintácticas en cada lengua y exige, que
el hablante tenga un alto grado de bilingüismo.
1.3 Bilingüismo: la definición de este término no es homogénea en todos aquellos que han estudiado este aspecto,
aunque la mayoría de las definiciones reitera la idea de que supone el uso de dos lenguas por parte de un hablante o
comunidad. El problema se presenta en la comprensión global de todos y cada uno de los elementos que intervienen en
el fenómeno del bilingüismo: a) Factores individuales (adquisición “aprendizaje” de la Lengua A y la Lengua B, dimensión
psicológica, la estructura de la mente bilingüe), b) factores sociales (bilingüismo social, relaciones lengua/sociedad), c)
bilingüismo estable/inestable (convivencia de forma paralela sin que ninguna lengua caiga en desuso o la situación
inversa), d) la educación bilingüe, e) comunidades bilingües, f) política lingüística y bilingüismo.
El punto de partida está en delimitar qué es o qué se entiendo por bilingüismo: 1) el bilingüe es el que tiene dominio pleno
de dos lenguas, 2) bilingüe es todo aquel que es capaz de saber comprender, hablar, leer y escribir en una lengua distinta
a la materna, 3) el bilingüe es aquel que es capaz de usar los mecanismos, estructuras y conceptos de una lengua (lengua
B), sin que para emitir un mensaje tenga que hacer una relación de equivalencia con su lengua materna (lengua A), es
decir, que sea capaz de pensar en la lengua B. Maitena Etxebarría propone el siguiente concepto de bilingüismo,
recogiendo la idea de competencia: “llamaremos bilingüe al individuo que, además de su propia lengua, posee una
competencia semejante en otra lengua y es capaz de usar una u otra en cualquier situación comunicativa y con una
eficacia comunicativa idéntica.
El bilingüismo ocupa un papel destacado en la esfera de las lenguas en contacto. Y como tal, en los individuos o las
comunidades bilingües nos encontraremos con: a) autonomía de códigos: se dice que un bilingüe ideal maneja los
sistemas de las dos lenguas A y B sin ningún tipo de interferencia. Este planteamiento, sin embargo, es muy difícil que se
dé por cuanto que se producen numerosas interferencias y transferencias de una lengua en la medida en que el
bilingüismo será menos perfecto. La situación comunicativa en la que el bilingüe se halla ocasionará: b) el intercambio de
códigos: suele ocurrir cuando un individuo bilingüe se ve inmerso en una conversación en la que a la vez se utilizan dos
lenguas distintas y c) la traducción: el bilingüe es capaz de expresar dos o más contenidos de forma alternativa tanto en
la lengua A como en la Lengua B. Siguiendo a Etxebarría hay varios tipos de bilingüismo: A) individual: el que afecta al
individuo y a los condicionamientos psicológicos que inciden sobre el mismo. Según la relación entre lenguaje y
pensamiento hay: a) bilingües compuestos: cuando se recibe un mensaje en la lengua A o en la B hay mecanismos de
adaptación del mensaje en la mente del hablante hacia la lengua predominante. Y b) bilingües coordinados: si el mensaje
es recibido en la lengua A o en la B se entiende en cada una de esas lenguas. La respuesta es en la misma lengua en la que
se ha recibido. Según el grado de conocimiento de la lengua: a) bilingües equilibrados: aquellos que tienen un grado de
conocimiento idéntico de ambas lenguas, b) bilingües dominantes: se da cuando el grado de conocimiento es mayor en
una de las dos lenguas. Esto ocurre mayormente con la lengua materna. Según la edad de adquisición: a) bilingüismo de
infancia: no ha alcanzado la madurez y el bilingüismo corre paralelo al desarrollo general del niño: 1) bilingüismo precoz
simultáneo: niños que aprenden dos lenguas simultáneas a la vez. 2) bilingüismo precoz consecutivo: niños que adquieren
una segunda lengua, a edad temprana, pero después del aprendizaje de la lengua materna. 3) bilingüismo de adolescencia,
4) bilingüismo de edad adulta. Según las relaciones de estatus sociocultural de las dos lenguas: a) bilingüismo aditivo: si
las dos lenguas tienen una valoración positiva, b) bilingüismo sustractivo: cuando una de las dos lenguas, está
desvalorizada. Según la pertenencia y la identidad cultural: a) bilingüe bicultural: cuando se reconocen y aceptan las dos
realidades culturales de las lenguas A y B. b) bilingüismo monocultural: cuando se reconoce solo la identidad cultural del
grupo al que pertenece el bilingüe. Según el uso lingüístico: a) factores internos: la edad, la aptitud, inteligencia, memoria,
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actitud y motivación y la utilización interior de una lengua y b) externos: la familia, la comunidad, la escuela, los medios
de comunicación de masas y la correspondencia.
B) social: aquel que se refiere a la sociedad en su conjunto dentro de la cual se integra el individuo. En una sociedad o en
un grupo o en una institución social determinado se utilizan dos lenguas como medio de comunicación. Por: 1) la
ocupación o la colonización, 2) el comercio, 3) la superioridad demográfica, 4) el poder y el prestigio, 5) la expansión y
ascendencia, 6) la educación, 7) la influencia económica, 8) la religión, 9) los medios de difusión.
1.4 Multilingüismo: consiste en el uso de tres o más lenguas por parte de un hablante o comunidad de hablantes y supone
otra manifestación de las lenguas en contacto. Como producto de esto, en determinados territorios geográficos se han
creado algunas lenguas que se denominan pidgins y criollos. Que son la formación de dos nuevos sistemas lingüísticos
que cumplen en principio con determinados objetivos.
Pidgin: es una variedad creada con el fin de comunicarse con algún otro grupo. No es una lengua materna y no será usado
por ninguna comunidad para comunicarse entre ellos mismos. No es una variedad en sí misma ni tampoco una variedad
mal hablada por un extranjero. Hay a) pidgin incipiente: sirve únicamente como lengua básica de comunicación empleada
en: puertos, situaciones de compraventa, contactos superficiales, etc. Su léxico recogerá términos que se refieren a tales
temas. La sintaxis será la mínima para poder dar una estructura lógica al léxico básico. b) pidgin elaborado: es de una fase
más compleja, sistemática. Posee algunos elementos gramaticales mínimos y un léxico mucho más abundante.
Cuando se está en los momentos iniciales de formación de un pidgin se habla de pidginización. Muchas veces los pidgins
se crean como lenguas de comercio (Tok Pisin o neomelanesio, basado en el inglés y usado en Nueva Guinea e islas
próximas). Ejemplos de pidgins: Holandés-amerindio de la Guayana holandesa, Tay Boi (pidgin francés de Vietnam), pidgin
de costa Marfil, etc.
Criollos: pidgin que ha evolucionado lo suficiente en su estructura lingüística como para dejar de ser una segunda lengua
y convertirse en lengua materna de una comunidad. Esto no quiere decir que todos los pidgins lleguen a ser criollos, ni
que todos los criollos se conviertan en lenguas maternas. El proceso que va desde el pidgin al criollo se conoce como
criollización y el estudio de estas lenguas se llama criollística. Si hay coincidencia geográfica, el criollo puede perder parte
de sus estructuras o características en favor de la lengua dominante en ese territorio, lo que puede llegar a hacerlo
desaparecer. A este fenómeno se le llama descriollización. Para estudiarlo se ha propuesto el término continuo criollo
para referirse al nivel de presencia de una lengua modelo en la constitución de un criollo. Dentro del criollo continuo hay
tres etapas: 1) basilecto (criollo puro), 2) acrolecto (variedad local de la lengua modelo), 3) mesolectos (estadios de lengua
intermedia entre 1 y 2 con tendencia, por parte del hablante, a perfeccionar el aprendizaje del acrolecto. Ejemplos de
criollos: criollo francés de Guyana, criollo francés de Haití, criollo portugués de la Isla de Java, etc.
Los límites entre pidgins y criollos no se presentan, según se comprueba en numerosos estudios, del todo claros. Tanto
unos como otros están expuestos a una gran dinámica lingüística y social. La principal diferencia que se establece entre
pidgins (lengua aprendida) y criollo (lengua adquirida), dejaría de ser poco nítida si el fenómeno se viera como dos partes
integrantes de un único proceso comunicativo que ocasiona múltiples situaciones de contacto lingüístico.
Variedades fronterizas: existencia de frontera lingüística, que no tiene que coincidir con fronteras políticos
administrativas de los países o las regiones donde se emplean dos o más lenguas o variedades. Esta situación puede
ocasionar casos de bilingüismo o dar lugar al nacimiento de una nueva modalidad de frontera constituida por elementos
de las dos lenguas. En función de las relaciones sociales que se establezcan en la frontera aparece numerosos casos de
interferencia. En el mundo hispánico se han descrito situaciones de variedades fronterizas como el dialecto fronterizo
uruguayo-brasileño. En la zona oriental de la península ibérica catalán-español, valeciano-español, aragonés-español,
entre otros.
Koiné: se suele emplear koiné para referirse a situaciones históricas en las que entran en contacto grupos humanos de
diferentes orígenes. Estos grupos pueden presentar dos alternativas lingüísticas: 1) que sean hablantes de una misma
lengua, pero con variedades dialectales distintas, 2) que se dé el caso expuesto antes (1) y además que haya una presencia
importante de hablantes de otras lenguas. En la región del Río de la Plata (Argentina/Uruguay) se ha hablado de la
formación de una koiné a lo largo de todo el siglo XVI y parte del XVII. Siegel (1985) señala que la koiné es el resultado
estable de la mezcla de subsistemas lingüísticos regionales o literarios. Suele servir como lingua franca entre hablantes
de diferentes variedades y se caracteriza por la mezcla de rasgos esas variedades y más frecuentemente por la reducción
o simplificación de sus elementos. Se pueden distinguir dos tipos de koiné: a) regional: la que resulta del contacto entre
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dialectos regionales pertenecientes a un mismo idioma. Por ejemplo, la antigua koiné griega o el árabe coloquial. B)
inmigrante: también resulta del contacto entre dialectos regionales pero la mezcla no tiene lugar en la región donde se
origina el dialecto. Está promovida por comunidades de inmigrantes.
Junto a la koiné se emplean los términos más recientes de koinización y koenizante. Ambos reflejan un proceso dinámico,
normalmente de estabilización (regularización o acomodación lingüística) y mezcla de dialectos.
Contactos y niveles lingüísticos: Diglosia: el empleo que una comunidad puede hacer de una lengua dentro de los
distintos niveles diastráticos o diafásicos ha sido un aspecto extensamente tratado por la sociolingüística. En algunos
estudios sociolingüísticos, por ejemplo, el caso más extremo de establecimiento de niveles (estratificación social) es el
que se da en la diglosia. En 1959 Ferguson sentó las bases del concepto de diglosia, él dice que en muchas comunidades
de habla dos o más variedades de la misma lengua son usadas por algunos hablantes bajo diferentes condiciones. Por
ejemplo, variedad alta (A: situaciones formales), variedad baja (B: situaciones informales). La diglosia se trata de dos
modalidades o variedades de una misma lengua, no de dos lenguas distintas empleadas en situaciones también diversas.
Un hablante podría utilizar en un momento dado tanto la variedad A como la B dependiendo de unas circunstancias
comunicativas específicas. El fenómeno de la diglosia se caracteriza según Ferguson por nueve rasgos: 1) Función: la
variedad A es usada en contextos formales y la B es la modalidad de la familia, los amigos, el vehículo cotidiano de
comunicación. 2) Prestigio: la lengua de prestigio es la A y la de menor valoración es la B, 3) herencia literaria: la literatura
seria y culta se escribe en A. en B aparecen los folletines y escritos de poca consideración literaria, 4) adquisición: A se
adquiere en la escuela y B es la lengua materna. 5) estandarización: La modalidad A tiene reglas para su funcionamiento.
En la B la ausencia de normas escritas es lo general. 6) estabilidad: durante siglos se han conformado las situaciones de
diglosia. Este mismo hecho ha regulado el uso de A y B. 7) Gramática: A posee una gramática mucho más amplia y compleja
que B, 8) el diccionario: el vocabulario en más ocasiones de las que se piensan es compartido por A y B, aunque con
variaciones de forma y con diferencias de uso y significado, 9) Fonología: hay dificultades para ofrecer una generalización
de las relaciones entre A y B.
Ferguson define la diglosia como: situación lingüística relativamente estable en la cual, además de los dialectos primarios
de la lengua hay una unidad superpuesta, muy divergente, altamente codificada, vehículo de una parte considerable de
la literatura escrita, que se aprende en una enseñanza formal y que no se usa en las conversaciones ordinarias. Gumperz
y Fishman en la década de los 60 y 70 señalaron que el concepto de diglosia había que extenderlo no sólo a comunidades
donde se hablaran dos variedades de una misma lengua, sino a todas aquellas sociedades que tuvieran dialectos o
registros distintos o niveles lingüísticos funcionalmente diferenciados de la clase que sean. Fishman propone la existencia
de cuatro tipos de comunidades: 1) Comunidades lingüísticas caracterizadas por la diglosia y el bilingüismo. Por ejemplo,
el uso del español y el guaraní en Paraguay, 2) comunidades lingüísticas caracterizadas por la presencia de bilingüismo sin
diglosia. Son sociedades que usan dos o más lenguas sin reglas prefijadas. 3) comunidades lingüísticas caracterizadas por
la existencia de la diglosia sin bilingüismo: corresponde a comunidades marcadas socialmente en las que la clase alta habla
una variedad y la clase baja la modalidad popular y 4) comunidades lingüísticas caracterizadas por no tener bilingüismo
ni diglosia.

Modelos de Cambio lingüístico: Nuevas tendencias en la lingüística histórica. (Elida Lois)


1.- Evaluación de los modelos de cambio lingüístico: Para comprender la forma en que una lengua ha evolucionado
durante un período dado de tiempo se requiere un modelo. Un fenómeno lingüístico se considerará explicado si puede
ser establecido en términos de las formulaciones de un modelo particular.
2.- Cuatro modelos de cambio lingüístico: a) Modelo neogramáticos: Sólo en el plano del significante los neogramáticos
intentaron algún tipo de clasificación rigurosa (la sistematización de datos seleccionando clases de sonidos en clases de
contextos fónicos). Estos intentos no satisfacen todos los requisitos de adecuación descriptiva y las generalizaciones
intentadas no conducen a pautas de configuración básicas. Sólo para dos clases de fenómenos esta modelo proporcionó
adecuación explicativa: la irregularidad morfológica resultante de la aplicación de leyes fonéticas y la falta de
cumplimiento de estas leyes por analogía paradigmática. Pero el fenómeno general de la evolución lingüística es mucho
más complejo. La importante postulación de Hermann Paul acerca del carácter necesariamente histórico de toda
explicación de un fenómeno lingüístico se resintió en los aspectos mecanicistas propios de una concepción epistemológica
que tomó como patrón las ciencias naturales. Faltó comprensión social del fenómeno lingüístico, índole que rechaza la
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postulación de leyes fonéticas en su forma extrema. Porque el lenguaje es más un fenómeno social que uno biológico. El
principal aporte del modelo neogramático es la búsqueda de regularidad evolutiva patentizada en descripciones rigurosas,
será profundizado por el modelo estructuralista y el generativo transformacional. Los neogramáticos redujeron la enorme
variedad y complejidad del fenómeno lingüístico a sus aspectos referenciales y denotativos. b) modelo estructuralista: La
lingüística diacrónica estructural fue concebida como confrontación de códigos sucesivos previamente descriptos. Estas
descripciones deben dar cuenta tanto de la configuración del sistema en un momento dado, como de su potencial
apertura al cambio. Esta apertura hacia la diacronía exigió la superación de dos postulaciones saussureanas: la insistencia
en la inmutabilidad del sistema y su concepción del cambio lingüístico como un hecho fortuito. Trubezcoy y Jakobson
reaccionaron contra estas postulaciones y vieron en la configuración de todo sistema lingüístico la presencia de un
condicionamiento interno hacia el cambio. Estas propuestas y la formulación de la economía lingüística de Martinet
representan un avance en la búsqueda de una adecuación explicativa. El estructuralismo diacrónico superó la oposición
entre un sistema inmutable y el habla cambiante, pero mantuvo la dicotomía diacronía/sincronía. Se comprende que la
lengua es un fenómeno real e histórico, que existe en el tiempo y que evoluciona. Ese fenómeno histórico es diferente de
su proyección sincrónica. El corte sincrónico está inmovilizado artificialmente en la descripción lingüística, pero el
fenómeno no es inmóvil per se. No obstante, se sostiene que la consideración sincrónica y la diacrónica se excluyen como
operaciones mentales. La investigación no puede ubicarse simultáneamente en los dos ejes. c) modelo generativo-
transformacional: Dentro de este cuerpo teórico hay una primera etapa que culmina en Aspectos de la teoría de la
sintaxis, etapa en donde se elabora la gramática generativa clásica y el desarrollo de modelos de evolución lingüística. En
los últimos años cambió la concepción formal del modelo: la gramática pasa de ser un sistema de reglas a ser un sistema
de principios que a su vez condicionan reglas. La postulación de una gramática universal innata se relaciona con el
establecimiento del proceso de adquisición del lenguaje. Esa gramática universal debe 1) dar cuenta de toda la diversidad
lingüística y 2) dar cuenta de la rapidez y facilidad con la que se aprende la lengua. Para la gramática generativa clásica,
uno de los principales objetivos de la lingüística es descubrir gramáticas simples y esclarecedoras para las lenguas
naturales y se pretende construir una teoría general de las estructuras lingüísticas (una gramática universal). En relación
con cada uno de estos dos niveles teóricos, los generativistas comenzaron a plantearse el cambio lingüístico.
1) El cambio lingüístico en el nivel de una gramática de una lengua natural: Chomsky sustituye la distinción lengua/habla
por la de competencia (capacidad de producir y comprender un número infinito de frases de longitud ilimitada) y
actuación (materialización efectiva de esa competencia en la producción y percepción del habla). La gramática de una
lengua se define como la representación de la competencia de un hablante-oyente ideal. Esta concepción de la gramática
permite concebir la evolución lingüística como un cambio en las reglas; el cambio no afecta, entonces, a un elemento
aislado sino a todo el sistema de reglas. Así, el cambio se percibe como una ruptura y una reorganización perpetuas de la
gramática.
2) El cambio en el nivel de la teoría lingüística: la distinción entre competencia y actuación y la generación de la actuación
a partir de un sistema de reglas permiten analizar el hecho lingüístico como producción, como fenómeno dinámico, de
allí que las mismas operaciones que dan cuenta de las frases utilizables en un período de tiempo determinado puedan
dar cuenta del cambio. Se supera así la dicotomía sincronía/diacronía. El modelo que se maneja con la categoría de
competencia es un modelo psicolingüístico y por ello las explicaciones al cambio lingüístico son psicolingüísticas. Los
generativistas consideran como importante factor del cambio lingüístico el aprendizaje imperfecto por parte de los niños.
Sostienen que cada niño nace con una predisposición innata hacia el aprendizaje de la lengua, pero la lengua que va a
adquirir está determinada por su entorno lingüístico. La hipótesis de los generativistas es que quizás las estructuras de la
comunidad lingüística pueden recibir interpretaciones nuevas que difieren de las de la generación anterior. Esta propuesta
es importante si se toma en cuenta que una de las fuerzas principales del cambio lingüístico es la tendencia a la
simplificación; pero si todos los cambios lingüísticos fueran de este tipo, las lenguas serían bastante más homogéneas de
lo que en realidad son. Sólo puede comprenderse la dinámica del cambio lingüístico en términos de conflicto entre fuerzas
que se oponen. Bever y Langedoen afirman que el conflicto que tiene por consecuencia un cambio lingüístico es la
confrontación histórica entre lo que hace a una lengua fácil de entender y lo que la hace fácil de aprender. Para Halle las
gramáticas del niño y del adulto no son idénticas a pesar de que su uso sea similar. Y así puede ser que se vayan
produciendo paulatinamente gramáticas diferentes en las nuevas generaciones y d) modelo sociolingüístico: es en el
campo de la sociolingüística donde se elabora un marco teórico que se adecua descriptiva y explicativamente al fenómeno
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de la evolución lingüística. Un auténtico modelo de cambio lingüístico. 1) la sociolingüística norteamericana: La


contribución más importante de la sociolingüística al análisis del lenguaje es el abandono de la identificación entre
estructura y homogeneidad. El sistema del estructuralismo es una estructura homogénea, igual que la competencia de un
hablante-oyente ideal. La sociolingüística considera que el lenguaje es heterogéneo, porque su contenido no es solamente
referencial sino también indicial (marcadores de clase social y de situación comunicativa). En el uso lingüístico no se
manifiesta un solo código sino varios; todo miembro de una comunidad lingüística cada vez que habla o escucha está
manejando más de un código. Esos diferentes códigos se manifiestan en formas coexistentes: en todas las comunidades
lingüísticas existen modos diferentes de decir la misma cosa. Este es el fenómeno que los sociolingüistas llaman variación.
Hay una estricta co ocurrencia entre ciertas reglas y ciertos elementos lingüísticos, lo que equivale a decir que la
heterogeneidad está estructurada o que el sistema es variable. Este fenómeno de la variación solo se puede estudiar en
el nivel de la comunidad lingüística y sólo allí puede analizarse ese sistema regularmente diferenciado. Una vez
caracterizada la realidad lingüística por la coexistencia de variedades diferentes de una misma lengua, se presenta en esa
coexistencia la raíz del cambio. A partir de los estudios de Labov sobre el habla de Nueva York se observa como el cambio
ya no es tan solo función del tiempo: es función de la edad, del origen geográfico, de la clase social, el sexo, la situación
comunicativa, etc y puede estudiarse en vivo.
2) La sociolingüística marxista: Voloshinov la postula en 1929, a él le interesaba la problemática de la relación ideología
discurso con miras a la postulación de una teoría de las ideologías, presenta en su estudio una visión dinámica del
fenómeno lingüístico que constituye una superación de la dicotomía sincronía/diacronía. Voloshinov caracteriza los
productos ideológicos por su condición de signos, como tales son parte de la realidad, pero a la vez representan otras
realidades. Como la palabra es el sigo por excelencia, la investigación acerca del lenguaje le parece el primer paso para la
constitución de una teoría de las ideologías. Plantea lo siguiente: 1. Que la lengua no es más que una abstracción científica
que no se adecua a la realidad concreta del lenguaje, 2. La lengua es un proceso generativo que se realiza en la interacción
socio verbal de los hablantes. 3) las leyes de ese proceso son sociológicas. 4) la creatividad lingüística no puede entenderse
separada de los significados y valores que contiene.
Voloshinov, saca de foco a la lengua para poner de relieve que las fronteras entre lo lingüístico y lo discursivo están en
perpetuo movimiento. Sostiene que el proceso de producción del lenguaje es sustancialmente idéntico al proceso de
evolución lingüística. A su vez, considera que los factores y las fuerzas motrices que determinan el funcionamiento y la
evolución del lenguaje son la organización social del trabajo y la lucha de clases. Por tanto, el lenguaje es producto de la
vida social que está en perpetuo devenir y cuyo desarrollo acompaña la evolución del mundo social.
Los sociolingüistas marxistas hacen una crítica de la sociolingüística norteamericana. No aceptan una concepción no
dialéctica de la diferenciación social y de la diferenciación lingüística. Señalan que el modelo de estratificación social que
constituye la base de las investigaciones sociolingüísticas encubre la lucha de clases, por lo tanto, no permite enfocar la
real interrelación de los procesos lingüísticos y los procesos sociales.
Conclusiones:
Los neogramáticos intentaron explicar el lenguaje como fenómeno dinámico y describieron procesos. Observaron que el
cambio lingüístico se ajusta al principio de la regularidad. Ejemplo: Manual de la Gramática histórica española de
Menéndez Pidal.
El estructuralismo aportó mayor rigor descriptivo, al observar el condicionamiento interno del cambio lingüístico abrió el
camino hacia una mayor adecuación explicativa. La fonología española de Emilio Alarcos Llorach.
La gramática generativa transformacional en el nivel de la gramática de una lengua natural, al concebir la evolución
lingüística en términos de cambio en las reglas, obtuvo mayor adecuación descriptiva para un fenómeno dinámico, y en
el segundo nivel, por medio de la psicolingüística profundiza en la problemática de la explicación del cambio lingüístico.
La sociolingüística ha proporcionado el modelo de cambio lingüístico que hasta el momento representa el máximo de
adecuación descriptiva y explicativa. Aporta a la lingüística al reconocer que la heterogeneidad está funcionalmente
estructurada y da cuenta de que en la variación observable en el uso lingüístico de una comunidad está la clave de
mecanismo del cambio lingüístico; la variación hace posible el cambio. Si bien, la aplicación de modelos cuantitativos
empleados por Labov y otros, no puede reconstruirse para los estados lingüísticos pasados. Sin embargo, desde que la
sociolingüística ha hecho formulaciones tan exactas acerca del mecanismo real del cambio lingüístico, es posible recabar
y reorganizar testimonios que constituyen evidencia indirecta de ese mecanismo.
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Unidad II: ORÍGENES REMOTOS DE LA LENGUA ESPAÑOLA


LOS PUEBLOS PRIMITIVOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA (PROF. MARÍA TERESA TONIOLO)
I. LAS FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LOS PUEBLOS: Las fuentes para el estudio de las primeras poblaciones peninsulares
son bastante heterogéneas.
1) ORA MARITIMA: poema compuesto por el poeta romano Rufo Festo Avieno, con finalidad didáctica, hacia el año 400.
Su importancia radica en haber incorporado a su obra un periplo del siglo VI a.J.C., de autor desconocido, que habría sido
refundido por Éforo en siglo IV a.J.C. y habría llegado a manos de Avieno quien lo incluyera en su composición. En ese
relato, se hace una enumeración de los pueblos de la Península brindándonos el panorama que el mundo antiguo debió
tener de Hispania hacia el siglo VI a.J.C. No brinda mayores datos acerca de raza y cultura. Otro periplo es del Pytheas,
navegante marsellés del siglo II a.J.C., en quien podemos ver ya emerger la conciencia del carácter peninsular de Hispania.
Lamentablemente, sólo se conservan los periplos griegos, no conociéndose los fenicios y cartagineses, cuya información
hubiera aportado datos inestimables sobre la región. A partir de la presencia romana, las noticias se van tornando más
numerosas y confiables. Hispania deja de ser un ámbito misterioso y desconocido.
2) GEOGRAPHICA: compuesta hacia el siglo I a.J.C. por Estrabón, en su Libro III habla de España. Su visión es indirecta.
Aunque nunca llegó a Hispania, supo valerse de datos de viajeros, funcionarios y soldados romanos que participaron en
la invasión, como así también, de las obras de historiadores y geógrafos de gran exactitud como Polibio, Posidón y
Artemídoros. El valor de su obra radica en aportar noticias sobre zonas de la Península antes desconocidas (norte e
interior) y de hacerlo con realismo y precisión.
3) COROGRAFIA: de Pomponio Mela, posterior a Estrabón, probablemente nacido en Cádiz. Realiza una enumeración
detallada de los accidentes litorales del NO y del Cantábrico con la mención de sus tribus y pueblos, pero no brinda
información lingüística.
4) NATURALIS HISTORIA: de Plinio el Viejo, hacia el siglo I. Presenta gran interés para el conocimiento de la toponimia
hispánica.
5) NOMENCLADOR GEOGRAFICO: inventario en griego, de alrededor de 8000 nombres de pueblos y ciudades, obra del
geógrafo griego Ptolomeo. No es fuente directa.
6) ITINERARIOS: objetos materiales, hitos con anotaciones sobre caminos, ciudades y distancias, útiles para los viajeros.
Se conservan dos que aluden a la Península Ibérica: a) ITINERARIO ANTONIANO: reconstruye el camino seguido por Marco
Aurelio Antonino Basiano, Caracalla (186-217). B) ITINERARIO DE CADIZ A ROMA: compuesto por cuatro vasos que indican
los puntos del recorrido, probablemente exvotos, fruto de la promesa de un enfermo.
II. LOS PUEBLOS. Aspectos étnicos, históricos y geográficos: A la llegada de los romanos a la Península, esta aparecía
fraccionada; pero aún dentro de ese fragmentarismo pueden verse signos de cierta unidad. La Península aparecía
notoriamente dividida en dos. Al sustrato peninsular heredado de la Edad del Bronce se han unido dos nuevos elementos
de distinta procedencia: 1.- El elemento mediterráneo (ibérico): no indoeuropeo. Aportado por una colonización de un
importante grado cultural que viene a reforzar elementos mediterráneos anteriores. La España mediterránea, (zona
costera del Levante y el Sur, además de Andalucía) extensión con excelentes condiciones de medio, tierras ricas en
minerales, con contactos marítimos frecuentes con culturas mediterráneas, se encontraba propensa al desarrollo de una
cultura floreciente. 2.- El elemento continental (España céltica): indoeuropeo. Aportado por complejas invasiones que
generaron diversos movimientos de pueblos dentro de la península y cuya acción no se hallaba acabada a la llegada de
los romanos. La España continental, (la Meseta, NO y O peninsulares), región escasamente poblada, con condiciones de
medio precarias, cuando no hostiles, zona de constantes migraciones, se manifestaba menos apta para el desarrollo de
tempranas civilizaciones potentes.
Pueblos peninsulares: a) no indoeuropeos mediterráneos: Tartesios e Íberos (que vía África entraron en Hispania en
tiempos muy remotos a fines del Neolítico o principios de la Edad del Bronce, y se establecieron definitivamente)
Tartesios: Aun se discute su localización (un punto cualquiera de la desembocadura del Guadalquivir, del Guadalete o del
Tinto) Sus habitantes procederían del Asia Menor y estarían emparentados con los etruscos y ambos vinculados con los
Tirsenos de Lidia. Habría llegado a la Península procedentes de África en época remota. En las fuentes griegas anteriores
al 400 a.J.C., realizadas por autores contemporáneos a la existencia y vigor de Tartessós, aparece mencionada con
distintos valores: río Tartessós, la ciudad misma, el imperio. Estas fuentes ofrecen ciertas garantías de veracidad. Otros
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textos del mismo periodo, como el periplo recogido por Avieno, la sitúa en el bajo Guadalquivir vinculándola con ciudades
vecinas como la colonia griega de Mainake u otros accidentes geográficos como el Lago Ligustino. Heródoto menciona al
rey Arganthonio, quien comenzara a reinar en el año 630 a.J.C. lo que nos muestra cuán avanzado se hallaba en el sur el
proceso de individualización del poder. Su apogeo se vio eclipsado por el avance cartaginés. Tartessós tenía una alta
cultura y extrema riqueza. A este imperio debieron pertenecer los íberos de Huelva, los cilbicenos de Cádiz, etmaneos e
ileates del Guadalquivir medio, los mastienos de Andalucía y los cynetes del Algarve. Poseyeron una escritura propia. Sus
caracteres, aunque legibles, son herméticos en su interpretación. Poseyeron anales escritos y una legislación en forma
métrica que no han logrado conservarse. Eran politeístas, dedicaban templos a sus dioses, en ocasiones cavados en la
roca. Rendían culto al toro. Eran navegantes. Extendieron sus viajes por el oeste hasta las Islas Británicas, la Bretaña
francesa y la costa NO de España. En la Ora Maritima se afirma que navegaban hasta las islas Oestrymnides en busca del
estaño. Este tráfico debe ubicarse en plena época del Bronce. En dicha ruta comercial, Gádir, colonia fenicia, se convirtió
en el emporio del precioso metal y los tartesios debieron tener el monopolio de las vías de acceso. Su organización política
se asemejaba a una polis. En el proceso de romanización se produjo el abandono de la lengua materna y la rápida
asimilación del latín. Así lo atestigua Estrabón. Esto hace imposible la conservación o perduración de sus rasgos en la
lengua romance.
LOS ÍBEROS: En los primeros textos griegos aparece designando a los pueblos que habitaban, en general, las costas
mediterráneas y atlántico meridionales, habitantes de Huelva y de la región andaluza y no sólo de las márgenes del Ebro
(los cynetes, gletes, tartesios, elbicinios, mastienos). En cambio, los textos posteriores hacen recaer esta denominación
sobre la Península en su totalidad. Heródoto se refiere a Iberíe como derivado del río Iber o Iberus. En Avieno aparece la
mención de Hiberia referida a un río Hiberus. Ambas fuentes sitúan a dicho río en el SO peninsular. Por su ubicación cabe
identificarlo con el Tinto o el Odiel. Probablemente este río Iberus fuera un homónimo del gran Ebro. Según los estudios
de Antonio Tovar, Iberus o Ibarius, sería la forma jónica del primitivo vasco ibar > ibai (río), ibar (ría). Su procedencia era
afromediterránea. Este pueblo llegó a desarrollar una cultura propia y con rasgos diferenciales. Asimilaron influjos de la
cultura helénica, dando lugar a un arte peculiar con manifestaciones de una belleza singular como la Dama de Elche.
Asimismo, las figuras de los vasos ibéricos tienden al realismo, a la forma natural, persiguen las líneas curvas dando vida
y movimiento a sus representaciones. Tenían sistema de escritura. Algunos reyes que se destacaron fueron: Edecon, rey
de los edetanos, o los ilergetes Indíbil o Ivandenio aunque fueron más bien caudillos que reyes propiamente dichos al
estilo de los tartesios. Era una sociedad estratificada en castas. Vivían en poblados (ejemplo: Ensérune). Era un pueblo
con una intensa vida espiritual. Así lo prueban la escultura religiosa ibérica y las variadas representaciones en cerámica.
Practicaban la incineración, lo cual parece contrastar con la tradición del país, donde en etapas anteriores se practicaba
la inhumación (enterramiento). Este cambio debió producirse tempranamente y podría obedecer a un doble estímulo: el
céltico peninsular y el marítimo de origen helénico. Las sepulturas se hallan agrupadas en necrópolis. A veces, se
encuentran túmulos sobre las sepulturas y en algunas ocasiones, estelas con inscripciones en caracteres ibéricos. Eran
agricultores y ganaderos. Desarrollaron la alfarería. En la cerámica se muestra más la ganadería que la agricultura. La
llegada de los romanos vino a interrumpir la unificación que intentaba llevarse a cabo y la zona terminó siendo totalmente
romanizada. Sin embargo, los íberos conservaron su escritura en época augustea, lo que da cuenta de la pervivencia de
usos nativos.
b) Pueblos indoeuropeos o indoeuropeizados: Ligures-Ambrones-Ilirios-Celtas, que en sucesivas oleadas penetrarán por
los Pirineos. Hacen su incursión en Hispania hacia finales de la Edad del Bronce. c) Pueblo vasco: presentes desde el 2000
a.C. en la zona pirenaica de probable procedencia caucásica. d) Pueblos de escaso paso por la Península: fenicios, griegos,
cartagineses, que no se establecieron definitivamente, sino que conformaron asentamientos coloniales comerciales.
Llegan a Hispania a partir del 900 a.J.C. aproximadamente o antes.
Pre celtas: Ligures-Ambrones-Ilirios. Hay referencias a los ligures desde Hesíodo (siglo VII a.J.C.), pero la vaguedad con
que los designa como "pueblo general del Occidente", nada dice sobre su presencia en la Península. Avieno los sitúa fuera
de Hispania, en la zona alpina. Otros autores los sitúan en territorio íbero del que habrían sido desalojados. Los
investigadores en aras de explicar la presencia de elementos indoeuropeos preceltas en Hispania en relación a la antigua
población prerromana, han elaborado dos hipótesis: 1) HIPÓTESIS LIGUR: su origen continúa siendo un enigma. Se
ubicaban en el NO de Italia, pero se ignora desde dónde llegaron para instalarse allí. Para Menéndez Pidal, se trataría de
un pueblo de Europa central de carácter mediterráneo en parte indogermanizado, al que llama "ambrón", según la
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designación familiar utilizada por Suetonio. Sería un pueblo que desde Italia habría emigrado hacia occidente, quizá
conjuntamente con oleadas migratorias célticas, y que justificaría la presencia de topónimos y sufijos de ese origen en
territorio español. 2) 2.- HIPÓTESIS ILIRIA: defendida por Pokorny, que, en su afán de justificar la presencia iliria en
Hispania, atribuyó a dicho origen infinidad de topónimos, muchos de los cuales son bastante discutibles. El pueblo ilirio,
situado al E de Italia, habría realizado una gran avanzada sobre territorio ligur (indoeuropeizando a sus habitantes) y
posteriormente habría penetrado en España. Menéndez Pidal acepta la presencia iliria patente en los nombres de ríos,
propio de un pueblo que coloniza los llanos, a diferencia de los celtas que han dejado su huella en los nombres de
montañas. Menéndez Pidal establece para España una presencia ambro-ligur-iliria representativa de la "inmigración de
un pueblo centroeuropeo ya en parte indoeuropeizado".
LOS CELTAS: El nombre aparece entre los autores griegos del siglo V a.J.C. para designar a las poblaciones bárbaras de la
zona templada de Europa. Pueblo de vertero origen indoeuropeo, su paso y estancia por Hispania se remontan al año 900
a.J.C. P. Bosch explica las invasiones indoeuropeas por presiones que estos grupos de Europa central habían sufrido por
parte de tribus germánicas que a la vez emigraban con ellos. Este autor reconoce: 1.- Un primer empuje germánico que
produce el dislocamiento de los pueblos célticos centrales que progresivamente se van desplazando a través de Francia
hasta penetrar en la Península. 2.- Un segundo empuje que, a través de Bélgica, reinicia el ciclo de las presiones de un
pueblo sobre otro, motivando un nuevo ingreso en la Península por el norte.
Al llegar a España estos pueblos, presionados por los que les siguen, provocan la dispersión en todas las direcciones.
El influjo de la cultura celta, su presencia en relación con la población indígena, está en relación directa con el factor
densidad poblacional al momento de la invasión. Los celtas se sintieron rápidamente atraídos por este foco cultural que
se desarrollaría en el NO y si bien vencedores, fueron fuertemente influidos por la densa población indígena.
Por asentarse en territorio escasamente poblado por habitantes indígenas, los pueblos celtas de la Meseta conservaron
más plenamente sus rasgos culturales. Otro caso es el de los celtíberos, que siendo los últimos en llegar a la Península,
fueron los menos influidos por el sustrato peninsular y los más reacios a la romanización. En la España céltica pueden
distinguirse tres grupos según Antonio Tovar: a) distribución geográfica de las centurias: este tipo de organización
aparece en la región poblada por los "Calaicos" o galaicos (extremo noroeste), su nombre se vincula con el de otros celtas,
los galos. A la llegada de los romanos se encontraban en proceso de expansión por lo que se explica, que, tras largas
luchas, su nombre se extendiera a toda la región: Gallaecia. Esta región será tardíamente romanizada (último tercio del
siglo II a.J.C.) retrasándose en parte, por las sostenidas contiendas que debieron sobrellevar los romanos con los
cántabros, sus vecinos. b) distribución geográfica de las gentilidades1: gran parte de la Meseta y la costa cantábrica, todo
el centro y el oeste. Los astures, situados en la porción más occidental, culturalmente configuraron una zona de contacto
entre los galaicos y los pueblos de la Meseta. Al este de los astures se situaban los cántabros, quienes se destacaron por
la bravura y la resistencia que opusieron a los invasores romanos. Situados en la zona montañosa, se caracterizaron por
una extrema rudeza, de costumbres próximas a los vascos y que los distancian de sus vecinos. Algunos les atribuyen origen
ligur-ibérico-celta, otros los hacen indígenas francocantábricos con influjo ibérico. El territorio cántabro fue totalmente
celtizado como lo demuestran los testimonios lingüísticos y arqueológicos. Entre los pueblos de la Meseta se encontraban
los vacceos, ya conocidos en tiempos de Aníbal, que al momento de la invasión romana estaban emigrando. Pese a los
esfuerzos de Roma, fue muy ardua la tarea de fijarlos y estabilizarlos. Entre el Tajo y el Duero se encontraban los vettones,
pueblo ganadero. Más al sur, estaban los carpetanos, de origen dudoso, tal vez ligures, en los que se puede observar la
influencia de la avanzada cultura del Sur. Vinculado con estos dos últimos sobre el margen occidental, se encontraban los
lusitanos, que algunos suponen de origen ibérico. Existen importantes huellas de celtización, pero el elemento indígena
no puede descartarse. c) Área ocupada por restos de lenguas o dialectos celtibéricos: los celtíberos ocuparon la parte
oriental de la Meseta. La presencia de los primeros celtas en este territorio data del siglo VI a.J.C. A éstos hay que agregar
oleadas posteriores. Puede remitirse a los siglos IV a III a.J.C. la configuración de esta nueva personalidad racial del centro
peninsular. Se suele dividir el territorio, así lo hicieron los romanos, en dos: 1) Celtiberia ulterior: hacia el interior, actual
provincia de Soria. Región montañosa y áspera, sólo favorable para la ganadería, donde se observan construcciones
defensivas del tipo de los castros, correspondientes a la cultura hallsttática. En esta zona se asentaron los arévacos y

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Centurias y gentilidades son formas de organización político-social intermedias entre la familia y la tribu, que en alguna medida se equiparan
a los clanes. Son formas de organización propias de pueblos indoeuropeos y que, por el contrario, no aparecen entre los íberos.
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pelendones, pueblos pastores trashumantes. 2) Celtiberia citerior: hacia el este, limitando con los íberos. Es también en
parte, zona agreste; pero menos pobre que la anterior. En general, es llana y propicia para el cultivo de cereales y
hortalizas. Esto unido a su próspera metalurgia la erigió en una extensión rica. En su territorio se hallaban comprendidas
las tribus de los tittos, los celtíberos propiamente dichos y los lusones que algunos pretenden vincular con los lusitanos
atribuyéndoles carácter ibérico, lo que no ha podido ser comprobado. Más bien se trata de un grupo celta y hermano de
los celtíberos. El más claro ejemplo de su valor lo constituye el episodio del sitio de la ciudad celtíbera de Numancia, a la
que sólo tras largo asedio y por el hambre, lograron sojuzgar los romanos. Junto a los cántabros y vascos, los celtíberos
constituyen la mayor oposición que los romanos tuvieron que superar en la Península. Su organización política típica era
la Asamblea popular y el Consejo de Ancianos. Sólo esporádicamente surgió el régimen del caudillaje ante situaciones
apremiantes como ante el caso de la presencia invasora romana. Son característicos del área celta los hábitats fortificados
o fuertemente amurallados a modo de castillos inexpugnables aprovechando los accidentes geográficos, denominados
castros. Desarrollaron la metalurgia del hierro. En gran medida los celtas de la zona NO incorporaron en sus ritos el culto
de las divinidades autóctonas, las que parecen estar en íntima relación con la Naturaleza. A la civilización de los "campos
de urnas" (urnenfelder) que invade todo el Occidente europeo llegando incluso a Hispania, le sigue la "civilización
hallsttática" (yacimiento de Hallsttat, en Alemania) que se caracteriza por la aparición y desarrollo de la siderurgia aplicada
sobre todo al armamento, y finalmente se completa esta evolución con la "civilización lateniense" (yacimiento de La Tène,
en Francia) o período clásico para esta cultura. Los celtas que entraron en la Península eran incineradores y sin duda,
influyeron en la generalización del cambio de ritual funerario operado. Las necrópolis peninsulares adoptan ambas formas
de enterramiento: - campos de urnas; - túmulos. período manierista (siglos III y II a.J.C.). Los elementos celtas no son
incorporados tal y como se dieron en la Europa occidental. En Hispania se produce una asimilación y transformación que
da lugar a manifestaciones culturales originales. Son numerosos los objetos de arte donde se aplican los elementos
decorativos latenienses. En Castilla, se han encontrado las típicas espadas largas con empuñadura detalladamente
trabajada, propias de este período. Se resistieron a la dominación romana. El período de bilingüísmo debió ser extenso,
pues los celtas, orgullosos de su estirpe difícilmente abandonarían su lengua; de allí que podamos atribuir a la lengua celta
el carácter de sustrato respecto del latín.
LOS VASCOS: La zona del Alto Ebro aparece habitada por pueblos cuyo origen étnico ha sido difícil de precisar. En esta
región las fuentes antiguas ubican a várdulos, caristios, autrigones y vascones. El pueblo vasco, cuya lengua desde un
pasado remoto se extiende hasta nuestros días, es el único ejemplo de pervivencia de una lengua prerromana en la
Península. Durante mucho tiempo se defendió la hipótesis de que se trataría de un pueblo de procedencia africana cuya
lengua presentaría coincidencias con las lenguas camíticas como el bereber, el copto, etc. Más recientemente, ha podido
vinculárselos con regiones muy lejanas de la Península, desde donde habrían emigrado remotamente. Se les adjudica
origen caucásico, lo que los hace evidentemente diversos del resto de los habitantes hispanos. De todos modos, su
presencia muy antigua en Hispania los convierte en aborígenes. Pueblo montañés, dedicado al pastoreo, cerrado y
habituado a la vida ruda del medio geográfico, desarrolló un carácter áspero. Rechazaron todo intento de sojuzgamiento
romano. Tan fuerte es la conciencia de su identidad y disparidad respecto del resto de Hispania que jamás fueron
realmente incorporados y asimilados a la unidad española; conflicto que hasta el día de hoy continúa sin resolverse.
PUEBLOS DE PERMANENCIA TRANSITORIA EN LA PENÍNSULA: colonias fenicias, griegas y cartaginesas. Los primeros en
fijar su asiento en la Península fueron los fenicios. Tras la decadencia aquea, Tiro y Sidón heredaron y ampliaron el
comercio marítimo por el Mediterráneo. No se sabe con exactitud cuándo llegaron a Occidente. Timeo (III a.J.C.) recoge
una tradición según la cual antes de la fundación de Gádir, primera colonia fenicia en territorio hispánico (1100 a.J.C.), los
fenicios ya navegaban con fines comerciales la zona, incluyendo el norte de Africa. Según el testimonio de Estrabón (I
a.J.C.) la expansión de los fenicios que implicaba la fundación de colonias se produjo después de la caída de Troya. Según
esta misma fuente los fenicios habrían extendido sus viajes más allá del Estrecho de Gibraltar. De hecho, la fundación de
Gádir, nombre deformado por los romanos (Gades) y árabes (Qadis), actual Cádiz, más allá de las columnas de Hércules,
así lo indican. Habitaron primitivamente en la costa de Almería hasta Cartagena, luego se extendieron hasta Málaga,
donde los tirios allí establecidos se dedicaron al comercio y a la industria, principalmente la de salazón. Estas industrias al
prosperar en tiempos cartagineses dieron lugar a las colonias de Malaka, Sexi y Abdera. Desde el año 654 a.J.C., los
cartagineses se establecen en Ibiza, punto estratégico, ya que era la escala obligada desde Oriente hacia el emporio de
los metales. Hasta entonces ese puente de islas: Italia, Sicilia-Cerdeña-Menorca-Mallorca-Ibiza, era utilizado por los
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griegos para llegar a Tartessós. Pero fueron los cartagineses quienes se adelantaron en fundar allí una colonia que
llamaron Ebysos (Ebusus para los romanos, después Ibiza) "tierra de pinos" o "tierras del dios Bes". Los griegos
desplazados del sur, se asentaron en el este. En las cercanías de Málaka fundaron la colonia de Mainake y más al norte
Massalía (600 a.J.C.), Alalíe (560 a.J.C.) y Emporion (550 a.J.C.). Eliminada la competencia griega, Cartago empezó a pensar
en la extensión de sus dominios por el Mediterráneo, lo cual significaba entrar en una nueva rivalidad, esta vez con los
romanos. La expansión se realizaría por vía terrestre, para lo cual se hacía indispensable el dominio de la Península Ibérica.
La presencia cartaginesa en Hispania nunca fue profunda, se limitó a la zona costera con algunas incursiones en el interior.
Tras la derrota en la Primera Guerra Púnica se debilita su poder en la Península. Un ejemplo de la oposición que debieron
encontrar en la población hispana lo constituye el hecho de que Amílcar tardó nueve años en someter a los íberos y nunca
fueron asimilados bajo un régimen gubernativo estable como el más tarde impondría Roma. Es justamente en ocasión de
la Segunda Guerra Púnica que se opera la penetración romana en Hispania, hecho clave, año cero, para la historia de la
lengua española. Aunque como pueblos de permanencia transitoria, sin voluntad de afincamiento, difícilmente pudieran
dejar huellas en lo lingüístico, su presencia debió influir en la constitución de los sistemas de escritura que florecieron en
el este y sur de la Península.

La noción de sustrato en la actualidad y su aplicación a la historia del español (María Teresa Echeñique)
No hay que olvidar que la contigüidad en el espacio y el tiempo está en la base del contacto de lenguas, y la acción de
sustrato implica la influencia de un sistema lingüístico sobre otro, o tal vez un proceso de influencia mutua, por contacto.
1. Planteamientos recientes en la protohistoria lingüística de la península ibérica.
El factor sustrato en la Hispania antigua: el establecimiento del marco histórico-lingüístico es la vía de acceso al
conocimiento del contacto de lenguas en época prerromana, que, a excepción del caso vasco, se saldó en la península
ibérica con el balance de la desaparición de todas las lenguas peninsulares anteriores al latín y su sustitución por esta
última mediante un proceso general de cambio de código. Sólo tiene sentido hablar de una lengua concreta de sustrato
cuando conocemos, no sólo su existencia y su área geográfica de asentamiento en el pasado en un contexto histórico
anterior determinado, sino, sobre todo, cuando sabemos cómo era su sistema fonológico o su gramática, y el léxico que
es el más aducido en estos casos.
2. Descripción del marco histórico-lingüístico.
Delimitación del marco prerromano peninsular: La denominación de lenguas prerromanas se refiere a las lenguas que
había en la península antes de la llegada de latín, incluyendo a las lenguas de colonización (griego, fenicio, etc). Las Lenguas
paleohispánicas corresponden a las lenguas más o menos autóctonas que habitaban Hispania en época remota. La
denominación de lenguas hispánicas prerromanas es más neutra, aunque está por ello mismo más vacía: designa todo lo
que es anterior a la lengua latina sin más especificación.
Hispania indoeuropea-Hispania no indoeuropea: El latín que se asienta sobre lenguas no indoeuropeas lo hace sobre
sistemas linguisticos tipológicamente muy diferentes al suyo, en tanto que la lengua latina que se superpone a las lenguas
indoeuropeas encuentra ya una estructura genéticamente relacionada con ella, lo que hace más fácil su recepción, y, con
posterioridad, su desaparición al ser diluidas por la superposición latina. En este sentido, la latinización de la península
ibérica constituyó la última fase en el proceso lingüístico de indoeuropeización del continente europeo.
Lagunas de conocimiento en la consideración plurilingüe de la Hispania antigua: la existencia de lenguas vehiculares es
seguramente la razón por la cual no han cesado de registrarse en todas las épocas intentos de reconstrucción de sustratos
abarcadores de espacios geográficos más amplios que los de la propia Hispania: a la ya superada defensa de la existencia
de un sustrato mediterráneo occidental o euroafricano común a los países mediterráneos, viene a sumarse la
consideración más reciente de creencia en un sustrato europeo antiguo del que sólo sobrevivirá el euskera, y en la
península ibérica ha habido intentos poco felices de delimitar el concepto de lengua sorotáptica, de naturaleza
indoeuropea peninsular anterior al celta, ente lingüístico que explicaría muchas de las similitudes hispánicas que no
encuentran aclaración a través de la reconstrucción por vía de la metodología románica, al tiempo que ofrecen igual
resistencia a ser atribuidas a la lengua vasca.
Consideraciones sobre la reconstrucción general de las áreas lingüísticas de la Hispania antigua: Hoy día hay zonas cuyo
pasado lingüístico se desconoce (áreas del centro peninsular y del sur, Cataluña y zonas aledañas al país Vasco). Mayores
logros se tiene con los sistemas de escritura prerromanos, por ejemplo, el signario ibérico sirvió para recoger testimonios
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de lengua celtibérica, como es el caso del primer y tercer bronces de Botorrita, de la misma manera que el alfabeto latino
fue utilizado para representar lenguas prerromanas que desaparecerían poco después, y es el caso del bronce de
Contebria (nombre latino de Botorrita) cuyos caracteres latinos recogen testimonio de la misma lengua celtibérica.
3. Lenguas Paleohispánicas.
Lenguas no indoeuropeas: 1) el ibérico: representa un estrato antiguo en la península. Son importantes los textos ibéricos
grabados en plomo empleados con fines mercantiles, que se concentran en la zona mediterránea, parece claro que siguen
el modelo griego de epigrafía comercial e incluso algunos de ellos son muestra del contacto comercial entre iberos y
griegos hacia mediados del siglo III a.C. Es importante subrayar que se ha pensado en la posibilidad de que el ibérico no
fuese la única lengua hablada en todo el territorio en el que ha dejado testimonios, sino que se tratase más bien de una
lengua vehicular, utilizada en sus relaciones con otros dominios, e incluso, como lengua general de cultura en su propio
territorio. La situación lingüística prerromana de Cataluña es poco clara, y no permite apoyar fenómenos de sustrato
fehacientemente, así como tampoco rechazarlos.
2) la lengua vasca: Es la única lengua que sobrevivió al proceso de latinización de Hispania, así como a la romanización y
su contacto posterior con lenguas neolatinas, de tal forma que ha sido sustrato en algunas zonas del castellano a lo largo
de dos siglos, de hecho, constituye el único resto de lengua indoeuropea de Europa occidental. La antigua lengua aquitana
era vasco. Lo que hoy resulta seguro es que la lengua vasca se asentaba en época pasada en la zona pirenaica, con
expansión hacia el Garona por el norte y hacia el Ebro por el sur. Lindaba tanto por el norte como por el sur con lenguas
de tipo céltico (galo y celtibérico), lo que convierte al euskera en una zona de recepción y transmisión de elementos
célticos por adstrato.
La cuestión vasco-ibérica o teoría del vascoiberismo: Hoy parece más sólida la tesis según la cual vasco e ibérico
comparten elementos comunes por razón de una relación cultural en el pasado, que aquella otra que habla de una filiación
genética entre ambas. Esta última tesis conocida como vascoiberismo, ha tratado de iluminar el enigma del ibérico por el
recurso a la lengua vasca conservada hasta hoy, hasta mediados de siglo, pretendía que la lengua vasca actual era
continuadora de una lengua imaginada como única en la totalidad de Iberia, lo que hoy ya no se mantiene, debido a la
pluralidad lingüística de la Hispania prerromana.
3) Tartesio: tuvo existencia en el sur peninsular, pero nada se puede concretar sobre su estructura o características, por
lo que su incidencia sustratística no suele tener apelación.
Lenguas indoeuropeas:
1) Lenguas de colonización: lenguas habladas de los fenicios, griegos y cartagineses. Si bien no es presumible su efecto
como sustrato de los romances peninsulares, aunque forman parte de la Hispania prerromana.
2) lenguas célticas o paracélticas del suroeste y el oeste peninsulares: en el oeste, la situación prerromana es de clara
impronta céltica en el norte, por lo que su adscripción al dominio indoeuropeo es clara debido a la asimilación histórica
que los Gallaeci sufrieron tempranamente por los celtas, al tiempo que hay ciertos elementos que se atribuyen sin
dificultad a un sustrato tal. Los topónimos terminados en -briga ofrecen una visión de la celticidad prerromana en el oeste
peninsular. Cosa diferente es la existencia de un sustrato de tipo vascoide que iría desde el noroeste peninsular hasta
Aquitania a lo largo de la costa cantábrica, que se ha postulado para casos concretos de paralelismo entre resultados del
gallego y portugués y vasco y gascón, y que apoyaría la propuesta de Tovar de la existencia de la lengua vasca con una
extensión desde La Coruña hasta Gerona. Los elementos léxicos de sustrato de origen indoeuropeo son más numerosos
en el occidente, esto es en el dominio gallego y portugués, que en cualquier otra parte de la península.
3) el celtibérico: su adscripción al tronco indoeuropeo, a la rama céltica de tipo más antiguo fue un logro de Tovar, a partir
de cuyos trabajos se acepta universalmente.
4) la cuestión del osco-umbro: Menéndez Pidal elaboró la tesis de la colonización suritálica de la península, esto es el
hecho de que la latinización peninsular se habría llevado a cabo a partir de un contingente de colonizadores osco-umbros,
lo que habría dejado determinadas huellas en rasgos lingüísticos. Pero es esta una cuestión interna del latín de Hispania
y de los sustratos que a su vez este importaba, por lo que queda fuera esta tesis.
4.- Consideraciones generales sobre los estratos hispánicos.
Adstrato: Puede ser considerado como tal en Hispania el contacto de lenguas prerromanas con el latín, contacto del que
derivan ciertos rasgos románicos posteriores; tales rasgos se consideran debidos al sustrato mediante un proceso que no
es posible observar y para el que no existe material a partir del cual se pueda reconstruir, sino que solo cabe limitarse a
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imaginar el trasvase de los hechos de lengua de un sistema anterior extinto a otro que ha tenido continuaciones después;
en consecuencia, los rasgos concretos atribuidos a la lengua anterior al latín, que sobreviven en el romance futuro, se
analizan como efectos del sustrato. Se debe entender por adstrato una situación de convivencia lingüística en un
segmento temporal de duración variable, que puede incluso haber tenido continuidad hasta el presente (ejemplos:
vascuence), o que se ha resuelto como efecto del sustrato (lenguas prerromanas desaparecidas al contacto con el latín) o
de superestrato (caso de las lenguas germánicas y del árabe).
Desde un punto de vista histórico se entiende por adstrato las relaciones que se establecen entre lenguas que comparten
un espacio histórico, lenguas que pueden ser dos o más de dos. Es muy probable que en lo que hoy definimos como
hechos de sustrato de época pasada, se haya dado la conjunción activa de más de dos sistemas lingüísticos. Con gran
probabilidad pudo darse en el pasado una situación de multilingüismo en la que hubiera una o varias lenguas que sirvieran
de vehículo de comunicación entre todas ellas, y que sea esta la única a la que atribuimos los efectos del sustrato. En este
sentido, el vasco habría podido ser el origen próximo de ciertos elementos ibéricos o celtibéricos transmitidos al castellano
por su intermediación. Uniendo a los restos antiguos que conservamos del vasco y los indicios contenidos en los préstamos
tomados del latín y del románico, ha podido llegar a establecerse la protohistoria de la lengua vasca. No podemos dejar
de advertir la posibilidad de que el vasco haya podido servir de intermediario entre sus propios sustratos y el castellano.
5. Influencia de sustrato y superestrato en Iberorromania.
Sustrato: en los casos de contacto lingüístico que se han resuelto en forma de sustrato podemos decir que los efectos de
las lenguas de sustrato sobre el romance futuro (o sobre el latín) fueron débiles precisamente porque los efectos
romanizadores (latinizadores) sobre las lenguas de sustrato (y también de adstrato, aunque en grado distinto) fueron muy
profundos.
Fonética: 1) vocalismos: en el protovasco se aprecia un sistema vocálico de 5 vocales orales con tres grados de abertura,
sin vestigio alguno de oposición de cantidad. El vasco no posee muestras que permitan reconstruir en el pasado un
vocalismo en el que hubiera habido otras oposiciones vocálicas. Se puede inferir que el vocalismo castellano, que presenta
un sistema idéntico al del euskera, tenga su origen en la propia lengua vasca y no en el vocalismo que nos es dado para
reconstruir la época tardía del latín. El contacto del latín con una lengua cuyo vocalismo no conocía oposiciones de
cantidad o timbre pudo estar en la base de la simplicidad del vocalismo desarrollado por el castellano. La semejanza entre
el vocalismo castellano y el vasco (y aragonés) llevó a Alarcos (1959) a explicar la diptongación castellana de /e/ y /o) en
/ie/ y we/ como la adaptación de las vocales latino tardías al sistema fonológico de la lengua de sustrato de la zona de
origen castellana, que se corresponde con la ocupada en otro tiempo por la lengua vasca y aledaños.
Consonantismo: las consonantes presentan en vasco un sistema particular con oposición entre fonemas leves y fuertes
(n/N, r/R, l/L) lo que se neutraliza en inicial en favor de las leves y en posición final a favor de las fuertes. Este fenómeno
tanto presente en vasco, castellano, portugués y catalán puede tener su explicación por la acción de un sustrato céltico.
La ausencia de /v/ labiodental en territorio peninsular medieval desde Galicia y norte de Portugal a Castilla y parte de
Cataluña, lo que ha permitido suponer la actuación de un sustrato más antiguo que vendría a coincidir en gran parte con
el área de pérdida de nasales intervocálicas. Por otro lado, no es fácil saber si la aspiración que el vasco tenía (latín Fagu,
vasco bajo) influye en el proceso de aspiración románica de /f/ latina, o si es la aspiración vasca que hoy reconstruimos
para el euskera en época medieval la que procede de la aspiración castellana. La sonorización de las oclusivas sordas
intervocálicas latinas parece coincidir en la península y en la romania con la existencia de un dominio céltico anterior. En
los préstamos que el vasco tomó del latín se aprecia el desarrollo de una vocal protética ante /r/ múltiple inicial, dada la
dificultad de la lengua vasca para articular una r en esa posición (LAT. Rosa, Vas. Arrosa), por lo que la generación de una
vocal protética ante /r/ múltiple inicial debe ser entendida como influjo de la lengua vasca sobre el romance castellano,
pues no hay razón para atribuirle a hechos románicos, en textos castellanos antiguos se encuentra Arredondo por
Redondo, lo que muestra la influencia del adstrato vasco en su configuración.
Morfología y sintaxis: de origen céltico para González Ollé (1962) sería el sufijo diminutivo castellano -ito. Del precéltico
o céltico Aiko, aecu, procede el sufijo -iego (nocheriego, andariego, palaciego, los sufijos ullu, ulla. Corominas piensa que
provienen del céltico continental.
Léxico: entre los préstamos que el vascuence ha transmitido al castellano en época histórica están los topónimos
comenzados por Cha (Chamartín), que muestran la presencia de la voz vasca aita (padre). Son vasquismos em la península:
Aquelarre, zurdo, pizarra, por su parte, abarca, barro, pestaña vega que tienen sus respectivos cognados en portugués y
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gallego quizás tengan origen vasco. El sustrato céltico en el léxico peninsular es más difícil de determinar. En algunos casos
hay celtismos como: cambiar, tascar, tranzar, atollar, gorar o engorar del castellano, o trencar del catalán, e incluso hay
celtismos de alcance románico general como el verbo panrománico baratar.
6. Efecto de los estratos en los sistemas románicos peninsulares: el influjo del adstrato románico parece haber afectado
en los romances peninsulares a la fonología: vocalismo, diptongación, así como ausencia de oposición moderna entre /b/
y /v/ y desfonologización de antiguas sibilantes sonoras en español clásico.
Sustratos del ibérico en el castellano (a través del latín): perro, barro, manteca, carrasca, chaparra. Sustratos del vasco:
gorrión, izquierdo, pizarra, sustratos del celta: vera, cerro, losa, greña.
Superestrato germánico: guerra, heraldo, espía, yelmo, Godino, Álvaro, Fernando, Rodrigo, Elvira.

Unidad III: DIASISTEMA DE BASE DE LA LENGUA ESPAÑOLA.


Introducción al latín vulgar. (Väänänen, V)
A) Latín vulgar y lengua latina: El término de latín vulgar designa los diversos fenómenos latinos que no están de acuerdo
con las normas clásicas. Este ha sido atacado por los latinistas, para quienes el epíteto vulgar se presta a equívocos, porque
evoca al habla inculta y ello no corresponde a la realidad lingüística. Han querido reemplazarlo por latín popular, latín
familiar o latín cotidiano, que estaría más de acuerdo con el punto de vista social o sincrónico; romance común o
protorromance, que situarían los fenómenos no clásicos en una perspectiva histórica, como base de las lenguas romances.
Otros se resignan a conservar el término consagrado, útil, al fin y al cabo, aun deplorando su impropiedad y su imprecisión.
Los romanistas desde comienzos de siglo ya no oponen latín vulgar y latín clásico como idiomas diferentes, tal como lo
hacían los neogramáticos. El latín, en efecto, no es más que una transmisión entre dos estados idiomáticos (indoeuropeo
y romance), las diferentes variedades romances representan los dialectos medievales y modernos del latín. Por otra parte,
la idea que se tiene del latín es con demasiada frecuencia la de una lengua y no sólo unida, sino también fijada de una vez
para siempre e inmutable, lo que se explica porque el latín literario establecido en el siglo III a.C. conservó una misma
estructural general durante casi ocho siglos. Pero la estabilidad relativa de la lengua escrita esconde numerosos cambios
y transformaciones realizados en la lengua hablada. El latín del que son continuación las lenguas romances está en
desacuerdo con la forma literaria y sobre todo con la clásica. Por lo demás, el hablar descuidado no es sólo patrimonio
del pueblo bajo. Al mismo Cicerón le gustaba usar en su correspondencia íntima giros populares. Hay que guardarse de
exagerar la oposición entre la lengua hablada y la escrita; pueden señalarse numerosos puntos de contacto entre la lengua
popular y el estilo poético. La denominación de latín vulgar remonta a los términos ciceronianos de plebeius sermo y
vulgaris sermo.
El latín vulgar comprende los estados sucesivos desde la fijación del latín común, al terminar el período arcaico, hasta la
víspera de la consignación por escrito de textos en lengua romance; no se excluyen ni las variaciones sociales ni aun las
regionales.
B) Del latín a la conquista del mundo: la historia del latín se ha desenvuelto en dos tiempos: 1) bajo el signo de la
unificación (romanización) y 2) bajo el de la disgregación (caída del Imperio de Occidente y de su civilización y dislocación
lingüística).
1) La expansión romana: Roma, situada en el corazón del Lacio y de toda la península, en la desembocadura del Tíber y
en un cruce de caminos terrestres naturales, gozaba de una posición privilegiada y, además con posibilidades defensivas
de primer orden. Todo contribuía a hacer de ella la metrópoli y el baluarte del Lacio, o sea, el centro de irradiación de la
península. Una vez expulsado el último rey etrusco (Tarquinio el Soberbio), establecida una constitución republicana y
confederada en el 500 a.C, las tribus latinas sometieron a los pueblos vecinos y dominaron la violenta oposición de los
etruscos del norte y de los samitas al sur. La derrota de el rey Piro en Benevento el 275 señala el fin del primer periodo
de la expansión romana, que cubre toda la península, excepto la cuenca del Po. Los habitantes de las ciudades
conquistadas se fueron convirtiendo progresivamente en ciudadanos romanos, sometidos al derecho romano y a la
obligación del servicio militar. Luego de las guerras púnicas, el poder romano se extendió por toda la cuenca occidental
del Mediterráneo, llamada Mare Nostrum. Se establecen nuevas provincias: Hispania, Illiricum, África y Achaia, Asia
menor, Gallia Norbonensis (Provenza), Gallia Cisalpina, Gallia Transalpina o Comata, Egipto, Rhaetia y Noricum, Panonia,
Capadocia, Britania (la dominación romana fue de corta duración) y Dacia.
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La potencia de Roma comenzó a resquebrajarse por la anarquía militar, por el reinado de emperadores extranjeros, y por
las invasiones bárbaras. A la muerte de Teodocio I, que fue el último emperador que reinó sobre todo el imperio, este fue
dividido entre sus hijos: Arcadio (oriente) y Honorio (occidente) en el 395. El imperio de occidente, incapaz de hacer frente
a los Hunos, los godos, vándalos cae el 476.
2) La romanización: la romanización, o sea, la asimilación espiritual y lingüística de los diversos pueblos sometidos, no se
efectuó en todas partes de igual manera. En Italia, fue relativamente rápido, gracias a las afinidades étnicas y lingüísticas.
La lengua latina no pudo suplantar a la griega en el mundo griego y helenístico. Sin, embargo, siguió siendo allí el latín la
lengua oficial, aun después de la separación del imperio de oriente. En Occidente, Hispania y las Galias vieron desarrollarse
centros romanos florecientes. La romanización, por fin, en las provincias periféricas fue generalmente más débil, África,
o sea Cartago, Numidia y Mauritania, conoció un verdadero florecimiento bajo el señorío romano. Entre el Rin y el Danubio
no han quedado más que dos islotes latinos: el reto romance, y el dálmata (hoy extinto), mientras que en Dacia, a pesar
de hallarse políticamente aislada de Roma desde el 271, conservó un importante fondo latino que sobrevivió en el
rumano. La lengua latina se impuso a los vencidos, no por la violencia, sino por el prestigio de los vencedores. Servía de
instrumento de comunicación entre los autóctonos y los romanos. Además, se convirtió en la señal exterior de la
comunidad romana y, por fin, en vehículo de la cultura greco-romana, como, más tarde del cristianismo.
el nombre de Romani, que al principio se oponía al de Latinos mismos, terminó por comprender a todos los pueblos del
imperio con relación a los bárbaros y extranjeros. Con el nombre de Rumania y de rumanto se ha perpetuado en el
extremo oriental del mundo romano, así como en Suiza oriental y el Noroeste de Italia, en el romanche, llamado también
ladino o reto-romance, y en el nombre de una provincia romana, La Romagna. Al lado de Romanus, existía también la
palabra romanicus, aplicada en época tardía a Romania, el mundo romano, en oposición a Barbaria, de donde el adverbio
romanice, que adquirió el sentido especifico de “en lengua vulgar”.
3) Elaboración del latín común y literario: El latín era una lengua de campesinos: cotere: “habitar y cultivar”, “estimar”
se decía, figuradamente, putare, cuya acepción propia era la de podar, distinguir, cernere, significaba ante todo cribar,
versus, línea de escritura, significaba “surco”, un rival, rivalis era el que compartía con alguno un arroyo para el riego
“rivus”. El latín compartía características con otras hablas itálicas con las que estaba emparentado y que nos son conocidas
por textos epigráficos, con el umbro y el osco.
El latín es el resultado de una fusión de elementos rústicos y extranjeros con el fondo indígena y urbano. Como ejemplo,
palabras como: bos, hircus, lupus, forfex, furca, furnus son de origen itálico o dialectal. Del mismo modo, la pronunciación
de e por ae y de o por au eran fenómenos rústicos, de los que el primero ha terminado por generalizarse, mientras que el
segundo no ha penetrado en Roma más que débilmente. Atenas se convirtió en la gran escuela de los patricios romanos,
mientras que retores, gramáticos, artistas y artesanos griegos afluían a Roma. Los Calcidios de Cumas y de Sicilia
transmitieron a los romanos el alfabeto griego, que los latinos adaptaron a la fonética de su lengua. Livio Andrónico, griego
de Tarento, inauguró la poesía latina en el siglo III. El elemento griego penetró en la lengua de todos los medios sociales
de Roma. Estos préstamos abundantes desde los orígenes de la literatura romana, denuncian la diversidad de las vías de
acceso. Los más antiguos pertenecen a la lengua de cada día y fueron transmitidos por el pueblo: aer, balneum, bracchium,
camera, corona, crapula, gubernare, machina, óleum, poena, punire, y muchos otros más. Y el uso de calco por Cicerón
en medietas, providentia, qualitas.
C) Las edades del latín:
1) latín arcaico y preclásico: Desde los orígenes hasta fines del siglo I a.C. Fuentes: inscripciones grabadas, fragmentos
de cantos rituales y de fórmulas legales, actas oficiales como el senatus-consultus, relativo a las Bacanales del 186,
comienzos de la poesía de Livio Andrónico y Nevio, de la primera mitad del siglo III. Entre los monumentos epigráficos
más importantes, conservados a partir del siglo V, figuran los epitafios de los Escipione.
A través de vacilaciones y tanteos, la lengua literaria se libera de arcaísmos y se unifica. Pertenecen a este período: Enio,
primer poeta original, Plauto y Terencio, Catón el Viejo, Lucilius. Están a caballo entre los períodos pre clásico y clásico,
Varrón, Lucrecio y Catulo.
2) Latín clásico (Edad de oro). Desde la mitad del siglo I a.C a la muerte de Augusto (14 d.C): apogeo de las letras romanas,
que coincide con el auge de la política romana. La retórica y la filosofía están personificadas por Cicerón, que depura la
lengua y crea la prosa artística, el latín clásico, la historia está representada por César, Salustio y Tito Livio, la poesía épica
llega a la cima con Virgilio, la moral con Horacio, la elegía con Tibulo, Propercio y Ovidio.
20

3) Latín postclásico (edad de plata) desde la muerte de Augusto hasta el año 200. Es el barroco de la literatura latina,
caracterizado por la afectación y la aceptación de elementos populares y arcaicos: Tácito (historiador), Séneca (filósofo),
Plinio (escritor de epístolas), Petronio y Apuleyo. En la poesía domina la sátira de Juvenal y el mordaz epigrama de Marcial.
Quintiliano intenta volver la oratoria a la pureza clásica.
4) Latín tardío (Bajo latín) desde alrededor del 200 hasta la llegada de las lenguas romances: Lactancio, Boecio, Amiano
Marcelino, Claudiano, Ausonio de Burdeos, Tertuliano, San Agustín, San Jerónimo. El nivel literario y gramatical de todo
cuanto se escribe en bajo latín va descendiendo continuamente desde el siglo VI hasta la reforma carolingia en el siglo
VIII. La reforma del latín, patrimonio ya de la iglesia y de los cultos, comenzada por Pepino el breve, coincide
aproximadamente con la génesis de un nuevo idioma, el romance, es decir, la toma de conciencia de una lengua hablada,
diferente del latín litúrgico o de los documentos.
D) Fuentes del latín vulgar: Es ocioso decir que no existe texto alguno en latín vulgar; hay vulgarismos que se
transparentan a través de la lengua literaria de los monumentos escritos. Las lenguas románicas, y a veces, otras lenguas
modernas, constituyen la fuente indirecta del latín vulgar.
a) Gramáticos latinos: la serie de puristas que señala las pronunciaciones o formas deficientes, o tenidas por tales: Apio
Claudio, Virgilio Marón, Pablo Diácono. Sus observaciones, de desigual valor, hay que usarlas con precaución, ya que las
reglas por ellos establecidas son a veces arbitrarias, sino fantásticas. Sumamente interesante es el Appendix Probi; es un
sílabo del género “Bien dicho…mal dicho”, que cataloga y corrige 227 palabras y fórmulas tenidas por incorrectas: vetulus
non veclus, calida non calda, Auris non oricla, vinea non vinia: todas estas formas son protorromances.
b) glosarios latinos: vocabularios rudimentarios que traducen palabras y giros considerados como ajenos al uso de la
época por expresiones más corrientes: De verborum significatione de Verrius Flaccus, Origines sive etimologiae de Isidoro
de Sevilla, que proporciona noticias del latín tardío y popular y hasta regional de España, Gloses de Reichenau (siglo Ix),
Gloses de Kassel (siglo XI?) (diccionario turístico romance-alemán, Las Glosas Emilianenses (España, mitad del siglo X),
Glosas de Silos (castilla, siglo X).
c) Inscripciones latinas.
d) autores latinos antiguos, clásicos y de la edad de plata: epistolario de Cicerón, comedias de Plauto, anécdotas de
Horacio, Juvenal, Persio y Marcial. La picaresca de Petronio.
e) Tratado técnicos: Vitrubio, Catón el Viejo, Varrón y Columela.
f) Historias y crónicas a partir del siglo VI
g) leyes, diplomas, cartas y formularios.
h) autores cristianos
i) reconstrucción del latín vulgar por el estudio comparado de las lenguas románicas: se sienta como principio que un
elemento protorrománico restituido debía formar parte del latín real cuando este elemento es exigido: 1) por todas las
lenguas románicas o por la mayoría de ellas, por ejemplo, acutiare (it. Aguzzare, fr. Aiguisier, esp. Aguzar), 2) por un grupo
geográficamente unido: por ejemplo, essere (it.log, essere, engad, esser, prov. Cat, esser, fr. Étre). Pero tales principios
no tienen nada de absoluto. Por lo pronto, no tienen validez más que en el caso de que la forma en cuestión no haya
podido producirse independientemente en cada una de las lenguas que la poseen. Además, las formas obtenidas por
reconstrucción, mientras no tenga el apoyo de un testimonio, no tienen más que un valor de hipótesis. No se puede
pretender reconstruir todo el latín vulgar por el método comparativo. Pero, la romanística ha prestado preciosos servicios
a los filólogos, ayudándoles, sobre todo, a reconocer como legítima y a conservar más de una forma popular de textos
tardíos que los editores de antaño creían haber corregido.
las lenguas no románicas de la romania perdida y las regiones limítrofes proporcionan también diversos datos que
interesan al latín vulgar, sobre todo tanto en léxico como en fonética. Así, los prestamos latinos al vasco, al berberisco, al
céltico y al germánico, confirman que la palatización de k, g, es relativamente tardía, ya que no llegó a las regiones
periféricas: vascuence: bake <pacem.

DEL LATÍN AL ESPAÑOL. I. FONOLOGÍA Y MORFOLOGÍA HISTÓRICAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA. (LLOYD)


CAPITULO I: SOBRE LA NATURALEZA DEL CAMBIO LINGÜÍSTICO.
CAMBIO FONÉTICO Y LEYES FONÉTICAS: como base para el estudio del cambio fonético se ha postulado el principio de
regularidad. Este principio significa que, cuando se examinan las mismas palabras o morfemas en dos estadios distintos
21

en la evolución de una lengua, sucede que, en gran número de casos, la mayor parte, si no todos los ejemplos del sonido
A se han convertido en (o han sido sustituidos por) el sonido B. Así, si se compara un gran número de palabras latinas que
contienen la consonante representada con la letra T (vita>vida, siti>sed, mutu>mudo, pratu>prado, rota>rueda,
scutu>escudo, statu> estado,patre>padre, latus>lado, etctodos los ejemplos se presentan en la forma del acusativo
singular, hecha abstracción de la M final) con sus reflejos modernos españoles, se verá que la T ha sido sistemáticamente
sustituida por una consonante escrita con la letra D. La consonante latina /t / es sustituida regularmente (o cambia por)
por la moderna consonante española /d/. Pero aparecen complicaciones, al examinar una muestra más amplia de palabras
latinas con /t/, por ejemplo: tres>tres, tabula>tabla, tantu>tanto, forte>fuerte, stare>estar de pie, autumnu>otoño,
septe>siete, tectu>tejado, fortia>fuerza, y al compararlas con sus continuadoras españolas. En estos casos, la /t/ latina ha
permanecido sin cambio o ha sido sustituida por alguna otra consonante. Por consiguiente, es evidente que incluso en el
caso de algunos cambios fonéticos muy simples hay que poner ciertas limitaciones al juicio de que los sonidos cambian
regularmente. La forma enmendada del principio debe ser: los sonidos cambian uniformemente en el mismo contexto
fonético. La /t/ latina se convierte en /d/ española entre vocales o entre vocal y /r/. Para determinar lo que le sucede a la
/t/ en otras condiciones fonéticas, sería necesario clasificar todos los casos de aparición de /t/ y sus equivalentes
españoles modernos; y después examinar los sonidos circundantes para ver cómo han influido sobre /t/.
Si cogemos las palabras latinas “citare” (convocar, llamar), “explicitu” (abierto), “rotula” (ruedecilla), “paternu” (paterno),
“patronu” (patrono), “visitare” (visitar), “vitale” (vital) y las comparamos con sus equivalentes españolas, advertimos que
la /t/ se ha conservado: citar, explícito, rótula, paterno, patrón, visitar, vital. El contexto fonético en que aparece la /t/ en
estas palabras no difiere en nada de los contextos citados antes en los que era sustituida por la /d/. Estos ejemplos bastan
para mostrar que las condiciones fonéticas no pueden explicar por sí solas por qué la /t/ se ha conservado en esas
palabras. Si, no obstante, intentamos averiguar cuándo aparecen estas palabras por primera vez en el español escrito, la
de visitar es 1220. Las otras, aparecen documentadas por primera vez en la escritura en fechas más tardías: citar (1490),
explícito (1737), rótula (1727), paterno (1343), patrón (1450), vital (1440). Por otro lado, la mayor parte de las palabras
en que la /t/ se convierte en /d/ han formado parte del vocabulario español desde el principio. Por el contrario, las
palabras fonéticamente aberrantes, no han participado en el cambio, son palabras cultas. Es decir, fueron tomadas
directamente del latín literario después de la adopción del nuevo sistema de lectura en voz alta del latín escrito (sistema
instituido en la época carolingia como parte de la normalización religiosa). Por eso no reflejan el cambio /t/>/d/ que
caracterizaba a las palabras populares. Quedando el principio del cambio fonético limitado a: los sonidos cambian
regularmente en el mismo período de tiempo. De modo que las palabras tomadas del latín en un período posterior a
aquel en el que tuvo lugar la sustitución de /t/ por /d/ no presentarán ese cambio. De manera semejante, las
correspondencias modernas a las palabras latinas fuera de la Península Ibérica no todas presentan el cambio /t/>/d/, lo
que lleva a limitar aun más el principio: los sonidos cambian regularmente en la misma área geográfica.
De manera más apropiada el principio básico de la regularidad del cambio fonético sería: los sonidos cambian
regularmente cuando se encuentran 1) en las mismas condiciones fonéticas, 2) en el mismo período de tiempo, 3) en la
misma área (o en la misma comunidad de lengua) con tal de que ningún otro factor actúe el sonido en alguna palabra o
grupo de palabras. Entre estos factores podrían incluirse: las consideraciones semánticas y las interferencias dialectales.
Tal vez sería un punto de vista más acertado decir que el cambio fonético tal vez sea absolutamente regular, y también
que tal vez no lo sea; es, por lo tanto, más seguro tratar el término regular como algo relativo, ya que unos cambios
fonéticos son más regulares que otros.
TIPOS DE CAMBIOS FONÉTICOS: 1) Asimilación: un sonido o una clase de sonidos adoptan un rasgo fonético presente en
un sonido o sonidos vecinos. Entonces se dice que se han asimilado a ese sonido; se han hecho más parecidos a él. Por
ejemplo, cuando la /t/ intervocálica latina perdió en el iberorromance el rasgo de sordez y se hizo /d/, los hablantes
dejaron de interrumpir la vibración de las cuerdas vocales en la emisión de las consonantes intervocálicas y mantuvieron
la sonorización que tenía lugar en las vocales contiguas. Las consonantes se asimilaron a las vocales. El rasgo adoptado en
la asimilación puede ser de distintos tipos. En el caso de /t/>/d/, la asimilación afecta al modo de articulación. Otro tipo
de asimilación es la que afecta al punto de articulación (la palabra del latín “comde” que ha dado en el español conde, en
donde la bilabial /m/ ha dejado de ser bilabial y ha adoptado la articulación dental propia de la /d/ siguiente. De este
modo, la nasal, se ha asimilado a la consonante siguiente. Algunas veces la asimilación llega tan lejos que el sonido
asimilado puede perderse completamente. Para que la asimilación se produzca, no es necesario que los sonidos estén en
22

contacto directo. Un sonido puede verse afectado por otro de otra sílaba. La nasalización de las vocales en contacto con
consonantes nasales es otro ejemplo de asimilación: la vocal adopta el timbre nasal de la consonante. Las vocales también
pueden asimilarse al punto de articulación de otras vocales: este tipo de asimilación es conocido generalmente como
armonía vocálica o metafonía. Por ejemplo, la /i:/ final del latín “potui” (pude) era una vocal alta. Su continuador español
pude indica que la primera vocal adoptó la alta articulación de la (i:/ (aunque la vocal final pasó posteriormente a vocal
media). Otros ejemplos: “feci>esp. antiguo fize. Si un sonido se asimila a otro sonido que está detrás de él en la palabra,
podemos hablar de anticipación, como en el español antiguo comde> esp. moderno conde; es decir, el rasgo distintivo de
la dentalidad se anticipa. Si, por el contrario, el sonido que sigue se asimila al precedente, la asimilación puede ser
denominada dilación. Un tipo especial, y muy extendido, de asimilación, es la palatalización, que tiene lugar cuando una
consonante adopta el carácter palatal de un sonido vecino, llegando con frecuencia a absorberlo completamente. Por
ejemplo, las consonantes latinas seguidas de semivocal palatal (o yod) llegaron a pronunciarse como palatales en el latín
tardío: lat. Vinea>esp. viña.
2) disimilación: fenómeno opuesto a la asimilación. Un sonido pierde un rasgo articulatorio que comparte con otro sonido
vecino, por lo que resulta menos parecido a él. Por ejemplo, el primitivo continuador iberorromance del latín Homine
(hombre), omne, sufrió disimilación en la segunda nasal en el dialecto castellano. El rasgo de nasalidad se perdió en esta
consonante, que después se hizo vibrante /r/: hombre. Parece que la disimilación afecta a las líquidas y nasales con más
frecuencia que a otras clases de sonidos: latín arbore> esp. árbol. A veces se disimilan las vocales: latín vicinu>esp. vecino.
3) metátesis: cambio de posición de un sonido dentro de la palabra. Por ejemplo, latín miraculu> esp. antiguo miraglo
sufrió metátesis de líquidas, dando lugar en el español moderno milagro. Si intercambian las posiciones dos consonantes
el proceso se llama metátesis recíproca, si solamente un sonido cambia de posición se llama metátesis simple: latín tardío
appectorare “abrazar” literal “apretar contra el pecho”>esp. apretar.
4) síncopa: pérdida de un sonido o grupo de sonidos en el interior de la palabra, por ejemplo, todas las vocales postónicas
internas del latín se han perdido en el paso al francés, y la mayor parte en su paso al español: latín comité “compañero,
conde”>esp. ant. comde. Latín miraculum “milagro”> esp. ant, miraglo.
5) apócope: cuando se pierden los elementos finales de una palabra: latín sole> esp. sol, esp. alguno> algún.
6) aféresis: pérdida de algún elemento en principio de palabra: latín tardío apot(h)eca “almacén”> español bodega.
7) apéntesis: adición de elementos nuevos en interior de palabra. Por ejemplo, en el latín (h)umeru “hombro”, la pérdida
de la vocal postónica pone en contacto las dos consonantes /m/ y /r/, en esta combinación, la abertura de los labios que
sigue a la pronunciación de la nasal labial produce un sonido que da la impresión acústica de una oclusiva bilabial /b/ y
que da como resultado la forma moderna hombro. Otro ejemplo: el latín phaseolu “judía” desarrolló una /r/ intrusa en el
español frijol. La /r/ intrusa aparece normalmente después de las oclusivas, especialmente dentales: latín stella> esp.
estrella, esp. estopajo>estropajo. También pueden aparecer nasales intrusas en algunas palabras: latín macula> esp.
mancha.
8) prótesis: cuando los elementos se añaden en principio de palabra reciben el nombre de elementos protéticos. Por
ejemplo, en muchas zonas del Imperio romano, la combinación de la /s/ inicial con otra consonante desarrolló una vocal
de apoyo o vocal protética: latín schola>esp. escuela, latín spatha> esp. espada.

Historia de la lengua española (Cano)


Capítulo 4: El latín hablado en Hispania hasta el siglo V (Rodríguez Pantoja)
El latín se introdujo masivamente en Hispania a fines del siglo III a.C., alcanzando su mayor y más profunda difusión en el
siglo III d.C., hasta que en el siglo V se vio afectado por la invasión de los pueblos germánicos, la cual daría lugar a una
serie de cambios políticos, culturales y sociales de especial relevancia.
Fuentes:
- Inscripciones del tomo II del Corpus inscriptionum Latinarum
- Inscripciones funerarias, monumentales y jurídicas de un latín de léxico relativamente escaso y poca variedad en las
estructuras de las oraciones, sobre todo complejas.
- Obras conservadas de los escritores que aportan datos interesantes (tanto directos como indirectos): Breves pasiones
o actas de martirio escritas entre los siglos III-IV, como las de Santo Fructuoso, Augurio y Eulogio, de finales del siglo
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III o comienzos del IV y la de San Vicente del IV y sobre todo la Peregrinatio Egeriae, datada en el siglo IV, cuya autora
procedía probablemente de Galicia.
Rasgos generales del latín de Hispania: La temprana ocupación de amplias zonas peninsulares, su situación
geográficamente marginal; la presencia en este territorio de gentes de diversa profesión, pero sobre todo mercaderes y
contingentes de soldados, que devendrían colonos en número considerable, manteniendo su propia cultura y su propia
lengua han condicionado la historia del desarrollo lingüístico del latín en Hispania, marcándolo con una serie de rasgos
que continúan siendo admitidos como peculiares, aunque en grado variable.
1) arcaísmo: se entiende aquí por arcaísmos los que eran considerados como tales por los propios romanos, tomando
como referencia la gran literatura desarrollada entre los siglos I a. y d. C. En cuanto a su uso se distingue entre arcaísmos
intencionados y arcaísmos espontáneos o integrados ya en el acerbo lingüístico de una comunidad. Donde resultan más
evidentes los arcaísmos en el léxico: persisten vocablos documentados en el latín de los primeros tiempos que
desaparecen de la lengua literaria, tales como: 1) “cova”> cueva (en lugar de cava), 2) “vocare”>bogar (en lugar de vacare)-
originariamente arcaísmos fonéticos-; 3) el adjetivo “cuius-a-um”>cuyo, cuya-arcaísmo morfológico, 4)
“columellus”>colmillo (término descriptivo a partir de “columna”), 5) “comedere”> comer, 6) “demagis”>demás
(compuestos por EDERE y MAGIS); 7) “fabulari”> hablar, 8) “gumia”>gomia (comilón), 9)“mancipium”>mancebo 10)
“pandus”> pando, 11) “perna”>pierna. También se dan en determinados ámbitos de la vida cotidiana, sobre todo, el rural:
12)“bífera”>breva; 13)“Callus”>callo(s), 14)“capitium”> cabezo; 15)“fartus”>harto; 16) “labrum”>lebrillo,
17)“lucanica”>longaniza; 18) “passus”>paso, 19)“piscatus”>pescado; 20)“pocillum”>pocillo, 21 “trapetum”>trapiche.
Otros elementos del habla común: 22)“aptare”>español atar, o 23)“salire”>salir.
Persisten tenazmente en Hispania una serie de arcaísmos que cabría considerar intencionados, como las grafías ei para
/i/ (hasta el siglo I d.C), uo por uu (segunda mitad del siglo I d. C al siglo III), o ns en “totiens”, “quotiens” o
“quotiemscumpque” (finales del siglo II o principios del III). También algunos rasgos morfológicos: dativos-ablativos del
plural en -abus, no sólo para diferenciar primera y segunda declinación (“natis-natabus”, “libertis-libertabus”, ambas del
siglo I d. C), sino también aislados (“filiabus”, incluso “dominis Nymfhabus”), los genitivos plurales de la segunda en -um
(siglo II: “deum”, “cervom altifrontum”) o el de la tercera “mensum”, por “mensium” (ss, I-II).
2) Conservadurismo: motivos históricos y geográficos, sociolingüísticos, la influencia de la escuela, sumamente
conservadora, se aducen como responsables de que rasgos desarrollados en posterioridad al período clásico en la
metrópoli, y regiones más centrales, no llegaran a alcanzar a todas o alguna de las lenguas habladas en Hispania. En cuanto
al léxico: “caecus”>ciego (que cede ante orbus ab oculis), “caput” o derivados>cabeza (en regresión tras “testa”);
“equa”>yegua (sustituido por “caballa”o iumentum”); “magis”>más (al que se prefiere plus). Asimismo, la coincidencia de
español y galaico-portugués con el sardo frente al resto de Romania permite señalar como rasgos de conservadurismo
morfológico la distinción entre indicativo (cantates/cantatis) e imperativo (cantate). En esa misma línea está el hecho de
que la conjugación clásica latina del tema de presente (en IRE) únicamente se aplica a los verbos antiguos, mientras que
el sufijo incoactivo-ESC-conserva su función clásica sólo en estas tres lenguas.
3) Occidentalidad: rasgos lingüísticos que caracterizan globalmente al latín de la parte occidental de Romania:
mantenimiento de -/s/ final, sonorización de las oclusivas sordas intervocálicas, evolución del grupo /ct/, estos últimos
vinculados teóricamente con un sustrato céltico.
4) Variedad: la existencia de distintas lenguas de sustrato, de distintas épocas de romanización, de varias corrientes de
difusión del latín no ofrecen en sí argumentos suficientes para pensar en una diferenciación importante del ámbito
cronológico (siglo I a.C-III d.C), aun admitiendo la realidad antigua de ciertas divergencias. Cabe hablar de rasgos
distintivos, debidos a la mayor o menor rapidez de romanización, al grado de cultura previo de los hablantes o a cuestiones
de tipo histórico.
Descripción del latín de estos siglos en Hispania. Prosodia.
El acento predominantemente intensivo en el habla cotidiana, continuó originando síncopas, como había sucedido en el
latín pre literario, pero no en el clásico, y se fue haciendo fonológico al perder su rígida vinculación con la cantidad de la
penúltima sílaba, una vez desaparecida esta: aunque, por lo general, mantuvo en romance su posición originaria, hay
diferencias, provocadas por diversos factores.
Fonéticos: los que afectan a los vocablos con secuencia oclusiva + líquida (tenebra, colubra, integrum, proparoxítonos en
latín clásico, paroxítonos en romance: tiniebla; culebra, entero o abiete>abeto, pariete>pared con el mismo
24

desplazamiento provocado por la /i/ en hiato. Analógicos los desplazamientos desde el preverbio hacia el radical del
verbo: refacit, con restitución también del timbre vocálico>rehace, y no réficit; convenit>conviene y no cónvenit.
Fonética y fonología.
Vocalismo:

Este sistema del latín vulgar estaba vigente en la Península hacia principios del siglo VI, época en que se había difundido,
la evolución más retrasada, la apertura /ŭ/>/o/, posterior en más de un siglo a la de la serie palatal. Las diez opciones del
latín literario: cinco timbres, uno por grafema (a, e, i, o, u) y dos cantidades por timbre (larga y breve), quedan reducidas
a siete, una vez perdida la conciencia de las oposiciones cuantitativas. Esas siete sólo se distinguen en sílaba tónica, en
átona no pasarían de cinco; en final de palabra absoluto o seguido de consonante, terminarán siendo tres /a/, /e/, /o/,
pero dentro de este período no es nada raro encontrar /i/ y /u/. Los tres diptongos del latín literario (oe y ae) han
desaparecido pronto del habla común: aquel, poco usual, resuelto en /ȩ/ ya hacia la segunda mitad del siglo I d.C. (es
identificado en el habla vulgar con /ĕ/. Queda así únicamente au, que desde muy antiguo se pronunciaba en las hablas
rústicas como /o/ cerrada. Ejemplos: “Agustus”>agosto, “agurium”>agüero, “ascultare”>escuchar.
El rendimiento funcional de los fonemas vocálicos se ve modificado por fenómenos fonéticos de diversa índole: la
evolución de las variantes combinatorias semivocálicas de /i/ (yod) y /u/ (wau) del latín literario que tienden a
consonantizar, aquella provoca un nuevo orden de fonemas palatales: esta se confunde con /b/ a partir de las posiciones
intervocálicas (o entre vocal y líquida) por una convergencia articulatoria: /b/ es bilabial oclusiva sonora, /w/ labiovelar
fricativa sonora: ambas coinciden en labialidad y sonoridad; la pronunciación débil de /b/ en las posiciones indicadas
favorece la pérdida fonética de la oclusión, lo cual la aproxima a /w/. Tanto yod como wau experimentan un incremento
por la tendencia en las vocales en hiato a cerrarse, tendencia que afecta a todas menos a /a/ y tendrá importantes
consecuencias: el proceso que afecta a /j/ debía de estar generalizado en el siglo I a.C. a III d.C. y no mucho después. En
cambio, el que afecta a /w/ (originaria o formada por el cierre de /o/) se retrasaría varios siglos.
Apertura de /e/ ante /r/: comparare>comperare>esp. comprar, passer>passar>pájaro.
El latín hablado en Hispania documenta un número relativamente escaso de síncopas, algunas de las que perviven en
romance (auica>auca>esp. oca), prepostus>puesto.
Consonantismo:
25

Difiere del literario en la tendencia a la desaparición de /qu/ y /gu/ y la aparición del orden de los africados, de articulación
palatal que se da en toda la Romania. /h/ pierde su valor distintivo que permitía su inclusión en el inventario fonológico
del latín literario (habeo>abeo, his>is, hora>ora, hostia>ostia). El apéndice de las consonantes labiovelares, en general,
cualquier u ante vocal de articulación próxima /o/ /u/ tendía a consonantizar, desapareciendo desde antiguo
(rivus>rius>río), reducción de grupos consonánticos (februariu>febrariu>febrero) o bien analógicos (cocina, no coquina,
a partir de cocus). En algunas palabras el grupo que y qui paso a ce y ci al verse afectada por la africación, de hecho
ninguna lengua romance conserva el apéndice de qui, quid (qi por qui, quieta>cieta, cui en vez de qui), qua en vez de
desaparecer puede tener una articulación disilábica (Osqua>Oscua>agua a partir de Aqua).
El orden de los fonemas palatales surgió cuando los hablantes tomaron conciencia de que la articulación de las secuencias
/d/ + yod + vocal y /g/+ yod + vocal coincidían en una articulación (dz) que converge con la de las realizaciones
consonánticas de /i/ (inicial de sílaba, tanto a principio como a interior de palabra), probablemente africada desde el siglo
I a.C. El resultado unitario de esas combinaciones fonéticas provocaría el uso indiscriminado de diferentes grafías como:
gi, di, i o incluso z. Lo mismo sucedía, paralelamente con la serie sorda: /c/ + yod + vocal y /t/+ yod+ vocal coincidían en
una articulación (ts), la africación alcanzaba a /d/ y /t/ a fines del siglo II d.C. y empezaba a afectar a /c/ que tardaría como
/g/ dos o tres siglos a consagrarse.
El latín de Hispania comparte solo con las lenguas de la Romania occidental la debilitación de las oclusivas en contexto
sonoro, que provoca la fricatización de las sonoras, con posterior desaparición y la sonorización de las sordas, procesos
con los cuales se relaciona la reducción de la correspondientes geminadas. Dado el ámbito geográfico de su extensión, se
acepta que puede haber influido un sustrato celta. El primer paso es el llamado betacismo, la confusión de /b/ y /w/con
prevalencia del signo b en donde el sonido resultante era más al bilabial oclusivo que al vocálico representado por u.
cronológicamente se le puede situar en los comienzos de la era cristiana. La pérdida de la oclusión de /b/ favorecería, por
un hecho de sistema, las de /g/y /d/, pertenecientes a la misma serie, que acabarían desapareciendo en idénticas
posiciones. El desplazamiento de esa serie facilitaría el de las sordas que sonorizan.
La tendencia general ante los grupos consonánticos es a reducirlos. Así las geminadas suelen simplificar, quedando la
geminación como mero recurso expresivo. Desde época preliteraria parece haber desaparecido la pronunciación coloquial
de /n/ delante de /s/. Los grupos /ts/, /ps/, /cs/, /rs/, /pt/, /bd/ se asimilan primero y luego simplifican: dioso
(deorsum)>yuso y susum (sursum)>suso. Palatalización de /ct/ dará en español /ch/, /nct/>/nt/ (sanctum>santum),
/sct/>/st/ (sesctius>sestius)
Consonantes finales: la /m/ ha desaparecido desde antiguo, excepto en la mayoría de los monosílabos, que, para preservar
su entidad fónica, escasa, adoptan la única nasal perceptible en latín a final de palabra, la /n/ (cum>cun). Respecto a /r/
es especialmente frecuente en Hispania la metátesis, sobre todo a final de palabra, donde se tiende a buscar las vocales:
quattuor>quattor>cuatro, inter>entre, super>sobre.
Morfología.
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Nominal: tendencia a la desaparición del neutro. El procedimiento fue la equiparación del singular sobre todo con las
formas en -us (gimnasius>gimnasio) y de los plurales en -a con el singular de la primera (fate: fatae>hadas). Otros vocablos
cambian de género por razones formales o a la inversa por su significado: socrus>socra>suegra o nurus>nura>nuera.
En Hispania, como en el resto de la Romania, tendría lugar una reducción del número de declinaciones: las escasas
palabras de la quinta pasan a la primera, las de la cuarta a la segunda, con todo, algunas de las más usuales como fides o
res, suelen mantener sus formas originarias. El retroceso de las formas sintéticas de comparativo que ceden ante las que
se expresan mediante plus o magis, permaneciendo sólo las que presentan heteronimia con respecto al positivo (maior,
minor, melior, peiro> mayor, menor, mejor y peor.
Pronominal: la declinación de los pronombres sufre menos modificaciones que la de los nombres.
Verbal: muestran una inestabilidad los deponentes, que desde antiguo tienden a adquirir las formas activas, quedando a
la expresión la idea media confiada a otros recursos, como el del reflexivo. Con apoyo a los cambios fonéticos y otros
fenómenos, surgen confusiones entre las conjugaciones segunda, tercera y cuarta, en perjuicio sobre todo de la tercera,
esta se desvía de la regularidad de las otras tres. El resto de los verbos de la tercera pasan a formar parte de la segunda.
Desde antiguo la tendencia a eliminar la /u/ entre vocales iguales de los perfectos en -ivi se extendió a los en avi y evi,
sobre todo en las segundas personas de singular y plural y en las terceras de plural: cantaut (síncopa de la
/i/)>cantou>cantó.
Preposiciones y partículas: creación de formas nuevas; de inter, in dextro de, de intro>dentro, de ante, prode>pro.
Sintaxis
Orden de las palabras: se detecta una preferencia por el orden: sujeto-verbo-objeto frente al del latín literario (sujeto-
objeto-verbo)
Léxico: aquí es en donde más fácilmente se rastrean persistencias de lenguas de sustrato, empezando por los escasos
vocablos que los propios latinos identifican como hispanismos: gurdus>gordo, cuniculus>conejo, cusculium>sólo coscojo
y coscoja, laurices> cría de conejos, dureta>cuba de madera para el baño; o de otras que luego devendrán adstrato como
el vasco: del que derivan algunas palabras extendidas a las tres lenguas latinas peninsulares: esker>izquierda,
pizar>pizarra. También numerosos préstamos que afectan sobre todo a lenguajes técnicos o de grupo: barca,
caballus>caballo, junto a equa o conlactia>colado.

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