Impreso en E. Gómez, s. h. Larrabide, 21. pamplona, 1979. SECCION PRIMERA DE LA JUSTICIA COMO FINALIDAD DEL DERECHO ¿Quién se ocupa todavía de los fines? Sacaremos este tema del olvido. Aunque no fuera más que para conce bir un plan de estudio coherente y porque la idea del Derecho manda en la organización de la ciencia y del lenguaje jurídicos (supra, n. 4), deseamos distinguir el De recho de otras disciplinas con las cuales corre el riesgo de ser confundido, con la moral, la política, la economía o la investigación sociológica. El único camino que tene mos abierto es la distinción de los'fin és qué..cada una tiene. La filosofía; "al disponer de uña' visión pánorárñica sobre la multitud ^é"láT'acciónes' liümáñ¥s," se halla ca pacitada para trazar sus límites, definir a cada uña. El modelo en esto es Platón, que intentó definir en la Polí tica lo que es el arte de gobernar, comparándolo con otras artes, como el pastoreo, el cai'dado de la lana e, in cluso, la pesca con caña. No decimos que el problema de la definición del Dere cho haya'slHo siemprepresentado en estos,términos, tra- tadó como tal de un modo metódico. Estamos habitua dos más bien a que se le elüdáT Sin embargo, todas las filosofías del Derecho intentan aportar una respuesta a esta cuestión; y no debemos extrañarnos de encontrar estas respuestas muy contradictorias. Enumeremos las .principales: la justa repartición; la buena conducta de los individuos; su utilidad, su placer, su seguridad, su bienestar; el poder de la nación; el progreso de la hu manidad; el funcionamiento regular del organismo so cial... Adoptaremos un plan más sencillo. INTRODUCCION REVITALIZACION DE UNA DOCTRINA
25. J u s t ic ia y D erecho . A primera vista, nada parece
más trivial que esta elemental definición: el arte del Dere cho se ordena _aJaJusticia. Es la definición más tradicio nal en nuestro mundo occidental. Asociamos las dos pa labras de justicia y Derecho. Decimos que el juez «hace justicia» y que la actuación del Derecho compete a la «administración de la justicia», al «Ministerio de Justi cia». Indudablemente, según la teoría de la separación de poderes enseñada en otro tiempo por nuestros publicis tas, nuestras leyes son obra de los diputados; esto es muy teórico: la mayor parte de nuestros textos destina dos a regular la vida judicial son preparados en los des pachos del Ministerio de Justicia, según parece exigir la naturaleza de las cosas. Pero este lenguaje procede de la antigüedad, del De recho romano y, todavía antes, de los griegos. Desde la primeras líneas del Digesto podemos ver la conexión de las palabras jus y justitia (est autem a justitia appella tum jus - D I.I.I. pr.); en efecto, ambas tienen la misma raíz. En griego la relación es más clara: encontramos la palabra to dikaion. traducida en francés, ya como «droit» (Derecho), ya como le juste (lo justo), porque ambas nociones se reducen a una sola en el pensamiento griego. Crisis de la justicia. Pero hoy carecen de sentido fór mulas como las citadas: el Derecho se ordena a la justi- MICHEL V1LLEY
que repetimos maquinalmente, impulsados por la rutina
del lenguaje, que han perdido su jugo y su fuerza por el excesivo uso. ¿Qué quiere decir para nosotros que el Derecho busca la justicia? Para la mayoría, nada concreto, si alguien no se lo aclara. Según la doctrina (muy representativa) del neopositivismo, para un Wittgenstein, francamente na da; el término justicia no remite a ningún dato compro bable: es, pues, una palabra «vacía» que hay que pros cribir. En efecto, la justicia escapa a las conquistas de la ciencia moderna y muchos autores (como Hume o Marx) han considerado este concepto oscuro, idealista e iluso rio. Kelsen es muy consecuente al excluir, de modo radi cal, lo justo de la noción de Derecho. La justicia del idealismo. Es verdad que los positivis tas no han conseguido todavía suprimir la palabra justi cia de nuestro vocabulario. De hecho, su uso es todavía bastante frecuente, aunque mucho más en los discursos de los políticos, en los grandes periódicos y en los sermo nes de los clérigos progresistas que en los tratados de De recho civil. Nuestra actual idea de justicia se ha deformado bajo la influencia del idealismo, que se ha propuesto, como re cordábamos antes (supra, n. 10), reducir la filosofía a la razón pura subjetiva. De este modo, la Justicia se ha convertido en un sueño del espíritu humano, en un sue ño de igualdad absoluta: en definitiva será «justicia so cial» el que Dassault deje de ser más rico que sus obre ros. El fisco persigue esta «justicia social». Pero al mis mo tiempo, la Justicia es también sueño de libertad; de «respeto a cada persona humana», de exaltación de los «derechos del hombre». Es Justicia la supresión de toda prohibición, de las leyes represivas, de la opresión del Estado. Con todo, por ahora, estos dos sueños son in compatibles. Si, según esto, la Justicia así entendida alimenta las nlataformas revolucionarias, el quehacer diario del juez 68 FILOSOFIA DEL DERECHO
nada tiene que ver con la búsqueda de estos ideales, por
ahora, irrealizables. Entre la Justicia del idealismo y la Administración de la justicia (con una «j» minúscula) hay, desde ahora, una escisión; un abismo entre Justicia y Derecho. Y si repetimos que el Derecho está al servicio de la justicia, hay peligro de equivoco. Digamos que esta fórmula carece de su contenido original para muchos ju ristas y para la mayor parte de nuestros contemporáneos. 26. N ec esid a d d e una vuelta a las fu e n t e s . Visto lo anterior, será necesario remontarse a sus orígenes. De beremos llegar hasta los Griegos: sabemos que el te ma de la Justicia era primordial en el pensamiento griego: llena la mitología, el teatro, la retórica y la mis ma filosofía. Podemos estudiarla en Píndaro, Heráclito y Platón (en la República, que lleva por subtítulo: de lo justo; Gorgias, Critón, Alcíbiades, etc.). Pero no escri bo un manual de historia de las doctrinas. Sin embargo, ningún filósofo debe desconocer, en ningún caso, la doc trina del Derecho de Aristóteles. ¿Por qué Aristóteles? Así pues, henos aquí forzados a romper con los prejuicios cronolátricos contemporá neos, a llamar la atención de los juristas sobre un autor considerado por el público en general fuera de carrera, borrado de los controles. Es preciso un esfuerzo filosófico, al que el jurista no está acostumbrado; pero es indispensable, dada la extra ordinaria influencia de Aristóteles sobre el pensamiento europeo. Y ya antes, sobre el mismo pensamiento roma no, como tendremos ocasión de constatar, lo que signifi ca que lo tuvo sobre el Derecho. Más tarde, su filosofía dominó los estudios medievales, sobre todo, a partir del siglo x i i i ; especialmente en la doctrina de Santo Tomás de Aquino. En la Edad Media, Aristóteles fue «el Filósofo». Segu ramente merecía este título porque alcanzó la máxima cota y supuso la coronación de los esfuerzos del pensa 69 MICHEL VILLEY
miento clásico griego; y también por el carácter eminen
temente universal y enciclopédico de su obra (supra, n. 9), y el carácter impersonal y anónimo de su doctrina. Mien tras en la Europa moderna los idealistas construyen cada uno su personal sistema de filosofía, la de Aristóteles, descripción, visión de lo real, se hace bien común, per diendo su sello de origen. Digamos también (porque muchos lo ignoran) que la educación europea ha sido sustancialmente aristotélica hasta los siglos xvn y xvm. Molière, La Fontaine y Boi- leau han tomado del aristotelismo su moral y su poética, y La Bruyère el modelo de sus Caracteres4. Esta influen cia será más acentuada en la Alemania universitaria. Dos admiradores de Aristóteles serán Hegel y Marx. Aristóte les no es solamente Aristóteles, sino una de las claves de nuestra cultura, en metafísica, en moral, en política y en lógica. _ No debemos, pues, extrañarnos si hemos terminado por cansarnos de oir su nombre, y si muchas de sus fór mulas sobre la familia, la templanza, el «justo medio», se han vuelto insípidas: tanto se las ha machacado en las escuelas europeas. Lo mismo ocurre con su doctrina del Derecho. Se trata de recuperarla.
4. Teoírasto, imitado por La Bmyere es el género de ios Caracteres, era
alumno de Aristóteles <ú que sucedió en la dirección de la escuela del Liceo.