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INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR
PEDAGÓGICO PÚBLICO “INDOAMERICA
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En efecto, según Tough (1996), otra causa de retraso puede ser la falta de
motivación del niño para utilizar el lenguaje debido a que todo lo que desea
comunicar es anticipado por las personas que le rodean. Si esto sucede es
como si se viese privado de la necesidad de comunicación. Los niños que
tienen una disposición bastante acomodadiza y que piden poca atención
pueden encontrar también poca estimulación y falta de motivación para
comunicarse porque hacen poco para demostrar su necesidad de recibir
atención.
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Contando cuentos:
Leer un cuento a los niños de dos años en adelante ayuda a que, poco a poco,
comiencen a comprender aquello que se les está contando y, a su vez, estimular el
habla. No debe asombrarnos que los niños no respondan rápidamente a la comprensión
de los relatos. Este es un proceso y, como tal, debemos facilitarles esta tarea relatando
cuentos que sean acordes a su edad.
Cantando canciones:
Enseñar canciones infantiles ayuda a que los niños no sólo estimulen su sentido del
oído y atención, sino que también promueve la motricidad gruesa cuando dichas
canciones indican que el niño debe acompañar la misma con movimiento de brazos,
piernas, manos, cabeza, etc, a la vez que fomenta las relaciones de comunicación entre
sus compañeros. Esto favorece el habla como medio de comunicación entre ellos.
Mostrarles fotos a los niños, favorece su interés por la comunicación. En estos casos se
sugiere que las fotos sean de personas conocidas por ellos (familiares, por ejemplo)
para que ellos puedan relatar qué es lo que la familia está haciendo en esa fotografía o
bien, quiénes son los que aparecen en dicha foto. Tras realizar estas simples preguntas
el niño comenzará a hablar y, poco a poco, irá enriqueciendo su lenguaje.
Las obras infantiles que usan marionetas o títeres favorecen el habla en los niños. En
estos casos, sugerimos que los mismos personajes (títeres) interactúen con los niños.
Esto llama poderosamente su atención y ayudará a que ellos se animen a hablar.
La tecnología puede enseñarles rápidamente el tono de su propia voz, así como también
la intensidad con la que el niño habla. De este modo no sólo se estimula el habla sino
también la escucha, parte esencial para que los niños hablen del modo adecuado.
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Cuando el niño este jugando con algún muñeco, puede nombrarle cada parte del cuerpo
del muñeco, señalarla y tocarla.
Muéstrele al niño varios objetos con diferentes colores y pídale por ejemplo que le dé
«la manzana roja», «el lápiz azul». Después se le suprime la ayuda de darle
el nombre del objeto y solo se le pide el color, finalmente será el niño quien haga las
peticiones al adulto.
Léale un cuento que tenga dibujos vistosos, luego se le pide que mencione a los
personajes y que explique qué hacen en los dibujos. Después de leer el cuento pídale
al niño que invente un título, o el final del cuento.
Acostumbre al niño para que aprenda a escuchar y que él también sea escuchado. A
mirar a los ojos de la persona que habla, a no interrumpir a los demás hasta que no
hayan acabado su frase o comentario.
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Debe llamarnos la atención un niño que con 6 meses no hable, no sonríe ante la voz de
un adulto o no responde al llamado por parte de éste.
Si ha cumplido 1 año y no emite ninguna sílaba ni señala con el dedo.
Si al cumplir los 18 meses no emite sonido para comunicarse con los adultos o llamar
su atención o si no reconoce personas u objetos cuando se les muestra.
Si a los 2 años no empezó a decir algunas palabras sueltas tales como mamá, papá,
agua, pan o bien onomatopeyas como guau-guau; pío-pío, etc
Si cumplidos los 3 años el niño no entiende una oración sencilla como “tráeme el balón”
y no emite 2 palabras juntas que tengan sentido.
BIBLIOGRAFÍA:
Tough, J. (1996). El lenguaje oral en la escuela: una guía de observación y
actuación para el maestro. Madrid: Visor
Sánchez, E.; Sáez, M.; Artega, M. et al. (1996). Estimulación del lenguaje oral
en educación infantil. Vitoria: Departamento de Educación, Universidades e
Investigación.
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