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ESCUELA SISTÉMICA ARGENTINA

Trabajo Final en Especialización de Terapia


Sistémica

“LA VIOLENCIA EN EL SISTEMA


CONYUGAL”

ALUMNAS:

 Romina Tajaguano

 Romina Compes
INTRODUCCIÓN

En estos tiempos modernos, donde la violencia en la pareja abunda en las


“noticias nuestras de cada día”, la sociedad nos empuja a tener una mirada
lineal de estas cuestiones: hay una mujer que sufre la violencia y un hombre
que la ejerce, es decir, hay una víctima y un victimario. Y a partir de esta
mirada, es que surgen opiniones, las más de las veces críticas, contra la
mujer: “ella es la culpable”, “para qué se queda con él?”, el conocido “algo
habrá hecho”, por mencionar algunas de ellas.

Lo cierto es que hablar de violencia nos genera cierta incomodidad, por el


simple hecho de que nos confronta con nuestra propia violencia, esa con la
que convivimos diariamente cada vez que vamos manejando y el conductor
de otro vehículo realiza una maniobra que interfiere en nuestro camino, y
surgen los insultos y los bocinazos… esa violencia que ejercemos cuando
tenemos un mal día y al llegar a casa discutimos con nuestra pareja, o
retamos injustamente a nuestros hijos… esa violencia que nos genera el
maltrato de algunas instituciones, o simplemente cuando, por ejemplo,
entramos a un comercio y el empleado nos trata con muy malos modos.

Entonces, cuando la violencia nos muestra su cara más cruda en el afuera,


casi automáticamente nos desplazamos de ese espejo criticando y
realizando juicios de valor contra esos hechos aberrantes. Y así nos
sentimos a salvo. Y así evitamos la confrontación con nuestra violencia
reprimida. Y así apoyamos la cabeza en la almohada en paz con el mundo
entero, porque “nosotros no somos así”… porque “a nosotros no nos pasan
esas cosas”.

En el presente trabajo nos proponemos ofrecer una mirada sistémica de las


relaciones de pareja donde existe violencia, y para ello apelaremos a los
conceptos que diversos autores nos ofrecen, producto de sus ricas
investigaciones.
DESARROLLO

Comencemos por aclarar algunos conceptos.

En primer lugar, qué entendemos por violencia?

Etimológicamente, la palabra “violencia” nos remite al concepto de


“fuerza”.

La naturaleza del maltrato, según Juan Luis Linares, en “ Las formas del
abuso: la violencia física y psíquica en la familia y fuera de ella” , se
remonta en las especies animales donde la depredación, es vista como un
comportamiento adaptativo. Ahora bien, la violencia ejercida entre seres
humanos, está también programada, considerándose tan adaptativa como la
de naturaleza puramente animal.
Al remitirnos en la historia, vemos que la evolución de la especie humana
es mayor que la de los otros animales, esto se debe, en parte, al amor, ya
que hace millones de años, unos monitos descubrieron que la vida podía ser
mucho más placentera tomándosela de forma divertida y empezaron a jugar
en grupo relajadamente con sus crías.

La antrolopología nos define, a


los seres humanos como seres
primariamente amorosos.
¿Cómo surge, entonces el
maltrato?, aparentemente se
trata de una producción
cultural.
Juan
Luis Linares, en “Las formas del abuso: la violencia física y
psíquica en la familia y fuera de ella”
Según Jorge Corsi, en “Violencia Familiar – Una mirada interdisciplinaria
sobre un grave problema social” (1994) podemos decir, en primera
instancia, que la violencia está íntimamente ligada al uso de la fuerza para
provocar un daño, ya sea físico o psíquico. Esto, a su vez, nos remite al
concepto de poder, ya que la violencia siempre es una forma de ejercicio
del poder mediante el empleo de la fuerza (…) e implica la existencia de un
“arriba” y un “abajo”, reales o simbólicos, que adoptan habitualmente la
forma de roles complementarios: padre-hijo, hombre-mujer (…), etc.

Existen visiones deformadoras sobre el maltrato, respecto al género


masculino, que aunque se trate de una grave error, no hay dudad de que
dispone de argumentos en que apoyarse. El hombre ha ejercido
históricamente un dominio sobre la mujer, y aún hoy lo ejerce en muchas
culturas. Además, la anatomía le proporciona elementos (los aparatos
musculares y sexual) con los que construir poderosas metáforas de
violencia: el falo u el bíceps, instrumentos potenciales de agresión sexual y
física. Sin embargo, ello no autoriza a sostener que el maltrato sea un
fenómeno masculino del que la mujer está exenta.

Juan Luis Linares, en “ Las formas del abuso: la violencia física y psíquica
en la familia y fuera de ella”. ¨ El maltrato no es satánico, animal ni
masculino, sino que se trata de un fenómeno humano de gran complejidad.
¨ (Linares, 2002).
El maltrato físico familiar se define como el conjunto de pautas
relacionales que ponen en peligro la integridad física de personas
sometidas, donde el o los autor/es protagonista/s forma parte del sistema
familiar. La violencia dentro del sistema puede manifestarse tanto desde la
negligencia como también por medio de las manifestaciones de violencia
más variadas.
A diferencia del maltrato psicológico familiar, el cual también se conoce
como maltrato emocional, manifestándose en forma de gritos, amenazas o
insultos, a excepción de las familias donde usan estos medios para
comunicarse. Es un error pensar a la violencia psicológica como menos
grave que la física, al fin y al cabo esta ùltima se inicia primeramente con
un maltrato psicológico.

Además, Corsi nos dice que dentro del marco de las relaciones
interpersonales, la conducta violenta es sinónimo de abuso poder, en tanto y
en cuanto el poder es utilizado para ocasionar daño a otra persona.

Construcción de la pareja y la familia

La pareja se encuentra conformada por dos personas, con distintos


contextos, que se relacionan y comparten proyectos en común.
En los primeros tiempos de enamoramiento, el vínculo se nutre
amorosamente de manera sencilla, pero debemos tener en cuenta que este
estado es breve, y que la continuidad de una relación favorable dependerá
de la posibilidad de construir un proyecto de convivencia.
El proyecto en común, no se refiere a que los integrantes de la pareja se
asemejen en todo, sino que apunta a la necesidad de que se construya un
espacio de encuentro que incluya algunos aspectos, los fundamentales, de
negociación imprescindible, son:
1. la naturaleza del vínculo: debe ser consensuada, ya que en algunos
casos existen personas que pretenden compartir todo, de manera
fusional, mientras otras desean mantener la autonomía individual,
por medio de sus proyectos particulares.
2. la jerarquía propia de la pareja: o distribución interna de roles y
responsabilidades; ya que para algunos lo natural es que el hombre
diga siempre la ùltima palabra, mientras que para otros la debería
tener la mujer.
El proyecto de parentalidad: da consistencia al concepto de familia creada.
Dar cuenta sobre la llegada de los hijos a la pareja, y sus repercusiones
dentro de ésta. En muchos casos, la pareja inicia una crisis a partir del
nacimiento de un hijo, ya que si la relación ya presentaba dificultades, el
incremento de exigencias disminuye la tolerancia y por consiguiente la
capacidad de la pareja en el proceso de negociación.
Tipos de violencia.

Cuando hablamos de violencia, generalmente tendemos a asociarla con la


violencia física, esto es, el golpe, la marca, lo visible. Este tipo de maltrato
se diferencia del maltrato físico, no sólo por que los daños son posibles de
ser observados en algún lugar del cuerpo, sino también por el tipo de
intervención que los profesionales de la salud, y agentes reguladores deben
cumplir.

Sin embargo, existen otros tipos de violencia, “invisibles” si se quiere, pero


no por ello menos dolorosas, que dejan marcas muchas veces indelebles en
quien las sufre.

Podemos citar entre ellas:

La violencia psicológica: también conocida como violencia verbal o


violencia emocional. Este tipo de violencia se caracteriza por agresiones
verbales, menosprecio hacia el otro, insultos, humillaciones,
desvalorizaciones, etc. Es una forma de violencia que podríamos comparar
con el trabajo de una hormiga, ya que muy de a poquito, sin prisa pero sin
pausa, va causando un daño en la autoestima de quien la sufre, y es quizás
una de las más peligrosas porque pueden alterar el contexto afectivo
necesario para el normal desarrollo psicológico de una persona.

La violencia social: quien ejerce la violencia va “cortando” los lazos con


amistades y familiares de quien la padece, propiciando un contexto de
aislamiento que dificulta la solicitud de ayuda, así como también el
importantísimo apoyo social que necesita quien se encuentra inmerso en un
vínculo violento.

La violencia económica: se refiere a la desigualdad en los recursos


económicos dentro de la relación así como también a las decisiones
compartidas sobre el destino y uso de los mismos. Aquí, quien ejerce la
violencia manifiesta conductas de control respecto del acceso al dinero de
quien padece la violencia, ya sea impidiéndole trabajar de manera
remunerada, reteniendo los ingresos percibidos por el otro, negando dinero
para cubrir las necesidades básicas de supervivencia, etc.

La violencia sexual: implica todo acto sexual en contra de la voluntad de la


persona, la mayoría de las veces mediante el ejercicio de la fuerza física, o
mediante presiones psicológicas que pretenden imponer una relación sexual
no consentida.

Cuando hablamos de vínculos violentos podemos encontrar básicamente


dos formas distintas de violencia. Siguiendo a Reynaldo Perrone y Martine
Nanninni, en su libro “Violencia y abusos sexuales en la familia” (2007)
éstas son:

- la violencia agresión, que se encuentra entre personas vinculadas por


una relación de tipo simétrico, es decir, igualitaria;
- o la violencia castigo, que tiene lugar entre personas implicadas en una
relación de tipo complementario, es decir, no igualitaria.

Detengámonos aquí para repasar algunos conceptos.

Cuando hablamos de simetría en la relación, estamos refiriéndonos a un


vínculo en el que ambas partes se encuentran en el mismo nivel, esto es, hay
una definición y redefinición constantes entre ambos participantes, lo que
desemboca las más de las veces en una escalada simétrica en un intento por
mantener la igualdad.

Este tipo de relación sucede cuando las dos personas se caracterizan por
tener el mismo nivel de poder, la manera de intervenir en las situaciones.
En este vínculo las conflictivas llevan generalmente a una secuencia de
escaladas, donde ambos involucrados utilizan formar similares para
justificar su propio comportamiento. Esta escalada, puede ser interrumpida
cuando uno de los actores puede correrse del campo de batalla, quedando la
relación susceptible y vulnerable a una próxima disputa, dando así al
malestar dentro de la relación la característica de ser circular.

La modalidad de maltrato psicológico en esta relación se caracteriza por la


pelea. Algo que caracteriza a la relación simétrica es que, desde el
momento en el que uno de los dos expresa el malestar que existe dentro de
la pareja, podemos dar cuenta del grado de suficiencia, y herramientas que
posee en su defensa. De alguna manera aquí ambos suelen reconocer la
existencia del maltrato, ya que es compartido, y mutua.
Aunque se tienen en cuenta las diferencia entre los hombres y las mujeres
en relación a su desarrollo muscular, donde en ocasiones el hombre siente
la necesidad de recurrir a la fuerza muscular para desempatar la disputa.
Así, el maltrato físico aparece como un nuevo agente dentro del maltrato
psicológico, responsabilizando al hombre generalmente por su reacción
principalmente.

“En ocasiones , el hombre se siente


perdedor en la confrontación verbal,
porque considera que la mujer domina
mejor las palabras y maneja con más
comodidad la expresión de las emociones.
Por eso sintiéndose acosado, se cree
legitimado para pasar a los actos.”
Juan Luis Linares,
en “Las formas del abuso: la violencia
física y psíquica en la familia y fuera de
ella”

En las relaciones simétricas, ambos implementan herramientas relacionales


vinculadas con cada uno de sus funciones de género, de esta forma las
mujeres son más hábiles en la palabra, mientras los hombres prefieren usar
al silencio, interpretando uno del otro como maltrato psicológico, sin
detenerse a observar y escuchar su propia conducta., influyendo de esta
manera también los roles de cada uno.

En cambio, cuando hablamos de complementariedad en el vínculo,


hacemos referencia a una relación donde una de las partes se halla por
encima de la otra imponiendo sobre esta última la definición de ambos en la
relación, definición ésta que quien se encuentra en la posición inferior
acepta sin cuestionar.
Ejemplo de violencia complementaria
Relación Complementaria: basada en la diferencias, ya que uno se
encuentra en un lugar de superioridad, aumentándose en cada discusión o
disputa, como también ocurre esto en quien ocupa el rol con características
de inferioridad, dejando una brecha cada vez más grande entre ellos con
cada discusión o desencuentro.

El maltrato psicológico dentro de este tipo de relaciones se caracteriza por


el vinculo de dependencia que existe entre los autores.
Debido a las diferencias en el marco de las funciones, roles y poder, las
desigualdades se vuelven rígidas, dejando a uno con mayor poder sobre
otro. Esto hace que ambos actores sufran, aunque se mantengan en roles
diferentes.
Generalmente quien ocupa la posición de inferioridad dentro de la pareja,
toma y expresa los síntomas por medio de por ejemplo estados depresivos,
dando lugar a un nuevo rol, el de enfermo, mientras el par tener asume las
distintas y variadas responsabilidades.
La persona que sufre, irá ubicándose en el lugar de una figura prestigiosa,
quien merece el respeto de los demás. Llegando inclusive a relacionarse
con el entorno únicamente por medio de los síntomas. Existen casos en los
que este tipo de maltrato psicológico, en la complementariedad, terminan
en un suicidio.

“El suicidio, es el acto supremo


de un proceso depresivo en el que el
maltrato psicológico se convierte en
físico de la manera más trágica,
encierra una gran coherencia
comunicacional”.
Juan Luis Linares, en “Las formas del
abuso: la violencia física y psíquica en la
familia y fuera de ella”
Por medio del suicidio, la persona depresiva no solo se castiga a sí misma
por no haber podido hacerse cargo de los demás, sino que también castiga al
resto, quienes no fueron eficaces en responder y acudir a sus necesidades.

Retomando a Perrone y Nanninni, éstos explican que, en la relación


simétrica, la violencia toma la forma de agresión, manifestándose a través
de gritos, insultos, amenazas y muchas veces, llegando a los golpes, ya que
ambas partes intentan reivindicar su pertenencia a un estatus de igualdad en
lo que a fuerza y poder se refiere. En este tipo de vínculos, suelen aparecer
tras la agresión, algunas pausas denominadas “pausas complementarias”,
donde quien ejerció la violencia pide perdón, asumiendo de esta manera una
posición inferior a su partenaire, encargándose de “consolar” a su
compañero, con la intención de una futura reconciliación posible.

Es precisamente esta pausa complementaria la que posibilita el pedido de


ayuda a un terapeuta o a una instancia social. Aquí la violencia se
“exterioriza” facilitando la intervención terapéutica.

Por otro lado, en la relación complementaria, la violencia asume el


carácter de castigo, dado que, al estar enmarcada en un contexto de
desigualdad, una de las partes ejerce la violencia sobre la otra mediante
castigos, sevicias, tortura, negligencia o falta de cuidados, en pos de
reivindicar su condición de superioridad respecto de quien recibe dichos
castigos. A su vez, éste último acepta su condición de inferioridad, muchas
veces sin poder vislumbrar posibilidad alguna de quitarse de esa posición.
Una vez que hemos echado luz sobre algunos conceptos vinculadas a la
violencia, hablaremos sobre las particularidades del vínculo de pareja
violento.

En este tipo de vínculos, no hay interrupción, por lo que esta violencia


permanece en la intimidad de la pareja.

El Lic. Emilio Jorge Antognazza, incorpora al análisis de las discusiones


entre parejas al Sistema de Creencias y los Modelos de Mundo que cada
uno de los miembros de éste vínculo tiene incorporado, de acuerdo a la
propia experiencia de vida.
El autor toma a la diversidad de cada individuo como importante y con
derecho a ser respetado, tanto por su par tener como por cualquier otro
sujeto. Refiere:
“…Todos somos uno y no hay uno igual al otro. Nacemos, nos
desarrollamos y morimos. No hay salida. Compartimos el
mismo destino final. ¿Qué me hace mejor que tú o a ti mejor
que yo? ¿La educación recibida; que escribí unos libros, que
has viajado por todo el mundo, que tiene mucho dinero, que
no te importa el dinero? Nada. Somos lo mismo y distintos.
Si aceptamos lo anterior…¿qué derecho tengo a querer que
seas diferente de lo que eres? . ”1

En relación a las características diversas de cada sujeto, Antognazza incluye


al Respeto como uno de los pilares básicos donde debe estar apoyada la

1
E. Jorge Antognazza, “Parejas Tormentosas”, pág. 38-39; ed. Sudamericana, 1996, Buenos Aires.
pareja, para lograr ser una pareja trascendente, a diferencia de la pareja
tormentosa.
Los otros pilares son: el Amor, el Proyecto Compartido, la
Comunicación efectiva; pero ya volveremos a éstos, para explicarlos a
cada uno y su relación entre ellos, influyentes en la pareja.
Continuando con el factor Respeto; consideramos que éste se encuentra
íntimamente vinculado al Sistema de Creencias Interno que cada sujeto
posee, donde en las parejas trascendentes, evolucionadas, el respeto por el
otro circula naturalmente, confrontando sus respectivos Sistemas de
Creencias, pueden llegar a reconocer los pensamientos que le surgen a
cada uno, para así dar lugar a la modificación de las Verdades Absolutas, en
Verdades Relativas.
El paso de un sistema cerrado a un sistema abierto, ocurre cuando luego de
cada confrontación, la pareja evoluciona, ya que no predomina únicamente
el sistema de creencias de la familia de origen de cada cual sino el propio
sistema de creencias de la pareja, actualizándose constantemente.
La falta de respeto, entonces, estaría determinada cuando se pretende que el
otro sea como nosotros queremos que sea. No dar cuenta que cada uno
tiene su Sistema Interno de Creencias, y que es muy difícil desarraigarlo,
ya que nuestra forma de ser se construye con éste sistema interno, además
de que cuestionarlo podría sentirse como aniquilante de la propia identidad.
Es así que la falta de respeto desemboca como consecuencia en el atentado
contra el SER del sujeto. El autor agrega:
“Quiero que no seas como eres sinon que seas como yo quiero
que seas”, en otras palabras: Quiero que seas otra persona
distinta a la que eres.
NO SEAS TÚ MISMO/A; SÉ COMO YO QUIERO QUE SEAS
SEGÚN LO DETERMINA MI SISTEMA INTERNO DE
CREENCIAS.”2

Podemos inferir entonces: ¿No es esto Violencia?


En relación con los Modelos de Mundo, mencionados anteriormente,
decimos que el autor los define como la sumatoria entre el Sistema Interno
de Creencias y las emociones que se activan de ellas. Al cuestionarlo puede
producir sentimientos de bronca, tristeza, desprotección, culpa y soledad si
se lo abandona, etc.
Es así que frente al cuestionamiento del Sistema de Creencias de uno,
respondemos con comportamientos infantiles, inmaduros, ya que al estar
sostenidos por ese Modelo de Mundo y considerar que se lo traiciona,
puede producir conductas inesperadas hasta por uno mismo.

2
E. Jorge Antognazza, “Parejas Tormentosas”, pág. 37; ed. Sudamericana, 1996, Buenos Aires.
Nos parecería oportuno continuar con un Poema colectivo, realizado en
Instituto de Educación Superior Tafí Viejo, por el primer año de
Profesorado de E. Primaria.
Trabajo ganador en la categoría Gráfica – Textos
Concurso Otra vida es posible

“Vivir sin violencia”

Grata sería la vida en esta tierra


Con armonía, diálogo, integración.
Pero todo el mundo está contaminado
Con esta amargura de odio y agresión.

La falta de respeto a todo ser humano


Crece sin que pueda verse una solución
Racismo, insultos, heridas, xenofobia, llanto
Y hasta la atrocidad de la violación.

El odio cunde en muchos, la angustia va creciendo


En las noticias nunca se habla ya de paz
Si hasta en nuestros hogares el mal amor golpea
Con besos lacerantes, con golpes sin piedad.

Mujer, niño y anciano: los débiles y en riesgo


Son los que más reciben la frecuente agresión
Justamente aquellos que en sociedades justas
Se dice que debieran tener más protección.

Y es que nadie se salva, ni aun los pequeñitos


Que ven a su inocencia estrellada en el dolor
Y a muy pocos importa que estas mentes nuevas
De a poco se conviertan en marchita flor.

¿Acaso es que no vemos que los golpes duelen?


¿Que la violencia siempre es cada vez peor?
Quien ha causado heridas recibe de regreso
En círculo vicioso la crueldad y el pavor

Es hora que pensemos responsablemente


En producir respeto, amor y reflexión
Si así lo hacemos veremos que muy pronto
Se va tornando el mundo en algo mejor.

Pues la cobardía, el racismo, el desprecio


Son sólo los espejos de un débil sentir
Pero cuando surgen personas valerosas
Las más tristes historias se pueden revertir.

Que la hostilidad de cada individuo


Mantenga su cauce y sostenga el control
En el ancho mundo hay lugar para todos
No importa su clase, su raza o color.

Este tiempo es clave, a nosotros nos toca


resolver ahora qué actitud asumir
¿Nos sumergiremos en la indiferencia?
¿o con compromiso podremos elegir?

Si nos arriesgamos, podremos lograr


Que el violento sepa que no es impune más
Que el dolor del otro a todos nos denigra
Que a todos afecta , que la red es social.

Ojalá pensemos! ¿Ojalá miremos


Con ojos de futuro cómo decidir
Y que nuestros hijos, con otra mirada
Puedan disfrutar de un mejor porvenir.3

3
http://www.vivirsinviolencia.gov.ar/ganadores/vivir_sin_violencia.pdf
Continuando con los otros factores o pilares en los que debería apoyarse la
pareja, nos referimos al Amor, como la base junto al Respeto, de todo
vínculo. A diferencia de éste último, el Amor, no es una actitud o
disposición, sino que se trata de una emoción, ya que hay que sentirlo.
El Amor debería desarrollarse en un ámbito de libertad, es así que en las
parejas simbióticas la capacidad para elegir libremente se encuentra
coartada ya que se considera que se traiciona a la otra persona rompiendo
una especie de pacto de lealtad: “Si toda la vida fuimos juntos al cine…
¿Cómo voy a ir solo a ver esa película que no te interesa? O ¿Cómo no voy
a ir al cine contigo, aunque no me interese la película?...”.
La pareja simbiótica parecería que DEBE amar al otro, y tener conductas no
contempladas en el pacto es vivido por el otro como una gran traición. En
tanto se cumpla y mantenga esa especie de “contrato no consciente” entre
ambos, todo va sobre rieles; ahora bien, en la medida en que un miembro de
la pareja decida cambiar, el sistema de pareja ingresa en un momento de
crisis, el cual de alguna manera permite a la pareja renovar su contrato, para
comenzar a vincularse sin pacto de lealtad de por medio, dejándose
descubrir y conocer entre ellos, sin estas condiciones de por medio.

Cuando hablamos de la falta del Proyecto Compartido decimos que se trata


de: “que cada uno contribuya a crear, desarrollar y actualizar las
condiciones necesarias para lograr una vida en plena armonía más allá de
los conflictos individuales no resueltos.”
Uno de los objetivos de la pareja es compartir una vida en armonía para que
cada cual desarrolle sus dones y trascienda la pareja hacia metas comunes
en un mutuo enriquecimiento, si alguno de sus miembros no sigue con esto,
de alguna manera, no sólo se saboteará a sí mismo, sino al otro y, por ende,
al propio vínculo. Esto creará un estado de conflicto permanente desde el
cual se recriminará al otro, pasando a ser una típica pareja tormentosa.

El último pilar de una pareja trascendente se constituye en la Habilidad en


la Comunicación, la cual se trata de un proceso que incluye elementos
verbales y no verbales, y mediante el cual una persona trata de expresar lo
que piensa y/o siente con el objetivo de recibir una respuesta que sea lo más
afín posible a lo que ella esperaba. De suceder esto decimos que la
comunicación fue exitosa; de lo contrario, fue fallida.
Ahora bien, si bien tenemos en cuenta que es imposible no comunicar,
también decimos que la comunicación total no existe. Por más que lo
intentemos, no podemos lograr que nuestro interlocutor capte, en todo su
sentido, el mensaje que transmitimos. En la pareja cada cual puede trasmitir
sus vivencias, tomando contacto con aspectos más profundos, íntimos; pero
lo que se siente al expresarlo, en realidad, no será conocido totalmente por
el otro. Pero hay un intercambio de vivencias y la contención y sensación de
haber sido comprendido es de suma importancia para quien comunica en
ese momento. “En este sentido reside la fuerza de una comunicación
lograda: el sentirse comprendido. No criticado, no cuestionado, no
injuriado, no aconsejado, no reprochado, no consolado, sino
comprendido.”
Dentro de las parejas tormentosas cada miembro intenta comunicarse, en
una posición de autoridad con respecto al otro, con el objetivo de ubicarlo
en un plano de inferioridad. Como el otro no lo acepta, dichos intentos
terminan en fuerte peleas que pueden llegar a la agresión física. En el
cuestionamiento que cada cual hace de las ideas o posturas del otro se pone
en tela de juicio la coherencia de su Sistema de Creencias, lo que es
vivenciado por cada uno, como la posibilidad de perder el sostén de su
propia identidad, como lo habíamos referido anteriormente.
Todo intento de diálogo es percibido como una potencial amenaza para el
Sistema de Creencias. El diálogo, que puede tener un buen comienzo, se va
deslizando, no se sabe muy bien cómo no por qué, a la crítica de las
creencias, actitudes, descalificaciones, reproches, agresiones que van y
vienen en una perpetua queja mutua cuyo objetivo es que el otro cambie su
manera de pensar y de ser para que se adapte al sistema de creencias de uno.
En ese quebramiento del otro se vive la ilusión de que el propio sistema de
creencias está a buen resguardo y con él el honor de la familia.
CONCLUSIÓN

Por medio del presente trabajo concluimos que la Agresividad si bien en un


punto es necesaria para la supervivencia y reacción inmediata de defensa,
también consideramos que la Violencia es su punto de expresión máxima,
en sus distintos niveles de complejidad.
Aclaramos que nuestra elección en sobre la temática se debe a la relación
con nuestras labores, donde si bien cada una nos ubicamos en distintos
puntos del país, las escenas de violencia y agresión suelen semejarse a
pesar de las distancias y distintas culturas. Es así que a lo largo de nuestras
experiencias como psicólogas, observamos en un principio con asombro
cada caso donde existían sucesos violentos y las escenas trágicas que en
varias ocasiones sucedían. Pero este asombro lastimosamente, no se
mantiene en el tiempo, naturalizando muchas veces a la agresión hasta en el
propio lugar de trabajo y con nuestros compañeros, dentro de las
instituciones donde asistimos.
Por lo tanto, aunque hayamos focalizado en el trabajo la mirada sobre la
Violencia Conyugal, debido a una finalidad pedagógica; no dejamos de
tener en cuenta a la violencia que nos encontramos viviendo en lo macro de
nuestro sistema, a nivel mundial, país, provincial, zonal, hasta finalmente
llegar al núcleo y tronco del primer sistema donde el sujeto se ve inmerso,
el sistema familiar, y dentro de éste el conyugal.
Por último, inferimos al presente trabajo no solo como la finalización de un
ciclo que nos sirvió y nos sirve de apoyo y contención académica y
emocional por parte de la institución, profesionales a cargo; sino también
como un medio de reflexión sobre el momento actual en el que nos
encontramos viviendo y la violencia a la cual nos hallamos inmersos,
logrando ser consciente para finalmente intentar modificarla desde nuestro
lugar.

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